miércoles, 31 de agosto de 2016

Alerta por Camila




Hace unos días se encontró el cuerpo sin vida de Camila Rodríguez, una gurisa de tan solo 14 años, estudiante de UTU. Ocurrió en Barros Blancos. Su padrastro es el principal sospechoso. La Coordinadora de Feminismos de Uruguay realizó el viernes una movilización en repudio por este nuevo feminicidio.
El pasado viernes se realizó una movilización para repudiar el 15º feminicidio en lo que va del 2016. Camila, una gurisa de 14 años, dicen que era tímida, callada y buena alumna. Vivía en un barrio pobre del departamento de Canelones, rodeado de cañadas, baldíos y basurales. El pasado domingo 21 fue a comprar al almacén del barrio unos saquitos de té. Cruzó un descampado pero nunca volvió a su casa. Su cadáver fue encontrado días después en un predio cercano. Su padrastro está acusado por varios vecinos y vecinas de haber golpeado en distintas oportunidades no solo a Camila sino a sus otros hermanos. Esto es algo que el INAU sabía desde 2014. Según trascendió, también se sabía que la madre de Camila se había ido de su casa un año atrás producto de la violencia que la pareja ejercía sobre ella. Hoy nuevamente llegamos tarde para proteger a los niños y niñas y a las mujeres.
Camila está muerta y se abre una investigación para esclarecer su muerte. Pero para nosotras es un nuevo feminicidio, una menos de nosotras, un golpe a todas las mujeres, porque, como decimos en cada marcha, en cada alerta, tocan a una y nos tocan a todas.
El viernes, en el mismo momento en que vecinos y vecinas de Camila cortaban la Ruta 8, en el centro de Montevideo las organizaciones feministas convocaban a un “alerta” para repudiar su muerte. En la marcha se vieron estudiantes, profesionales e integrantes de distintos colectivos de mujeres. Llamativamente se vieron muchos varones sensibilizados ante esta terrible situación y ante el flagelo de la violencia.
La muerte de Camila revela además las condiciones precarias en las que vive un sector importante de la población uruguaya, que debe cruzar por lugares peligrosos como cañaverales y baldíos, sin ningún tipo de seguridad vial, saneamiento o iluminación, rodeada de basurales y zonas contaminadas. Así vive la gente pobre en Uruguay.

Hartas de tanta violencia

Estamos hartas de ver cómo las mujeres caemos muertas por la violencia machista, estamos cansadas del tratamiento misógeno de los medios que siguen llamando “crimen pasional” a nuestras muertes. Estamos hartas de la manipulación de nuestros cuerpos, como por ejemplo la prostitución, que en Uruguay es legal, a la que tienen que recurrir las mujeres pobres y las trans, a riesgo de ser violadas, agredidas y violentadas por la policía y los hombres que creen que el cuerpo y la vida de la mujer es de su propiedad. Estamos hartas de ser cuerpos dóciles en las publicidades, cuerpos objetivados, solo cuerpos y nada más.
Hartas de ver que el gobierno no respeta la decisión sobre nuestros cuerpos, y regula el acceso a la interrupción del embarazo tutelando nuestra decisión. Hartas de ver cómo en marzo y en noviembre el Estado se pinta de lila y nos regala flores y bombones, pero durante el resto del año nos victimiza, no cree en nuestras denuncias, no invierte en centros de asistencia a mujeres en situación de violencia, no garantiza una educación sexual en las escuelas, no garantiza nuestros mínimos derechos.
También estamos hartas de que nos maltraten en los laburos, en las fábricas nos discriminan, nos pagan manos que a los varones por la misma tarea, nos acosan sexualmente, nos denigran como personas.

La causa de las mujeres

Las mujeres somos el sector más pobre de la sociedad, las más precarias de la clase trabajadora, las más pobres en los barrios pobres, las más vulnerables en la comunidad afrodescendiente, y por eso es importante que las organizaciones sociales, políticas, sindicales y estudiantiles comiencen a levantar seriamente los derechos de las mujeres en la perspectiva de su emancipación, que no es más que la lucha contra toda opresión.

Karina Rojas
Montevideo

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