domingo, 31 de marzo de 2019

Venezuela: impasse político tras semanas de tentativas golpistas y agresión imperialista




La situación política del país parece entrar en un impasse, donde ninguna de las fuerzas termina imponiéndose, tras dos meses de intervencionismo imperialista y tentativas golpistas de la derecha local.

Pasaron ya más de dos meses de una fuerte tensión política en Venezuela, signada por una descarada injerencia imperialista y el intento de forzar un golpe de parte Juan Guaidó y la derecha local, con el respaldo de la derecha regional.
La situación actual parece entrar en un impasse, donde ninguna de las fuerzas termina de imponerse, y las Fuerzas Armadas siguen siendo el factor clave tanto para el sostenimiento de Maduro como para las intentonas golpistas de la oposición.
La derecha no ha conseguido su objetivo de derrocar a Maduro al no poder quebrar a las Fuerzas Armadas, pilar fundamental del régimen. Maduro se ha mantenido justamente, no por un apoyo de las masas, sino porque los militares cerraron filas y no se observaron resquebrajamientos ni en los altos mandos ni en la oficialidad media en los cuarteles.
Aunque la oposición ha anunciado nuevas manifestaciones, como la de éste sábado que se mostró deslucida, prácticamente desde la llegada de Guaidó al país tras el “Día D” fallido del 23F y su periplo por varios países, no ha prevalecido un aumento de fuerza de la derecha criolla en las calles que pueda expresarse en escaladas mayores que hagan temblar al gobierno de Maduro.
Todo esto en una situación donde los mega-apagones prolongados continúan, y junto con ellos la incertidumbre no hace más que aumentar las angustias y privaciones de todo un pueblo. El gobierno de Maduro sigue sosteniendo que se trata de ataques y sabotajes al sistema eléctrico y sobre todo a la principal represa hidroeléctrica, el Guri. Nada se puede descartar en un marco de agresión del imperialismo con la avanzada golpista que ha venido sosteniendo.
Pero tal como lo hemos explicado en un reciente artículo, es de remarcar que en medio del colapso y descalabro económico es posible que los constantes blackout, que mantienen a oscuras a buena parte del país, se deban al fuerte deterioro de todo el parque de generación de electricidad y la falta de inversión en todo el sistema. Desde hace muchos años han venido alertando sobre esta situación, tanto los propios trabajadores como técnicos y especialistas, e incluso hasta ex funcionarios gubernamentales.

Venezuela en el juego geopolítico de Rusia y Estados Unidos

A este escenario se han sumado las tensiones geopolíticas donde Venezuela se ha transformado en un ficha del ajedrez político internacional. Si hasta hace una semana se reunían en Roma altos representantes políticos de Rusia y Estados Unidos para discutir sobre Venezuela, más recientemente la llegada de dos aviones rusos con militares y equipos ha venido a elevar los cruces entre estos dos países que antes mantenían roces en otras partes del globo pero no por su actuación en Venezuela.
El gobierno de Maduro busca hacer pasar la presencia cada vez más activa de Rusia en el país como “contrapeso” a Estados Unidos, y como un apoyo ruso a su propia gestión, con el objetivo de buscar una sobrevida. Pero es más que claro que se trata de un aprovechamiento de Rusia de la situación venezolana. Más que apoyo decidido a la gestión de Maduro, Putin usa a Venezuela para aprovechar su posición geográfica y desde el punto de vista geopolítico. Y nadie oculta que, para Rusia, la trascendencia política de Venezuela es su ubicación cercana a Estados Unidos, sus recursos naturales y la oportunidad de obtener ganancias en negocios realizados en el país, como lo viene haciendo en el sector petrolero.
Una situación que lleva a Venezuela de la mano de Maduro, a una dependencia cada vez mayor de Rusia, así como ya se ha venido haciendo con China en el plano económico, con quién se tiene una gigantesca deuda e hipotecada una gran parte de la producción petrolera hacia los próximos años. Maduro busca mostrar que cuenta con un aliado político de peso internacional, pero que Putin lo usa para mejorar su posición en su disputa con EE.UU.
En este marco es que John Bolton, el asesor de Seguridad Nacional de Trump, insistió este viernes en “denunciar” el envío de personal y material militar a Venezuela por parte de Rusia, afirmando que "Seguiremos considerando este tipo de acciones provocativas como una amenaza directa a la paz internacional y a la seguridad en la región", en el que aseguró, además, que EE.UU. "defenderá y protegerá" sus intereses en el continente americano. Además de “advertir” a cualquier "actor externo" en contra de desplegar "activos militares" en Venezuela o en cualquier otra zona del continente.
Pero todos estos acuerdos del gobierno venezolano para intentar frenar la espiral de la crisis no solo no fortalecen a Maduro, sino que lo vuelven cada vez más dependiente de los militares en el plano interno, de China en el económico externo y de Rusia en el político externo. Este es el camino que transita Maduro, al frente de un gobierno en franca descomposición política y sumergido en las peores catástrofes de su historia reciente.

La inhabilitación de Guaidó y las discusiones del Grupo de Contacto

Elvis Amoroso, el contralor general designado por la oficialista y fraudulenta Asamblea Constituyente, anunció el jueves la inhabilitación de Guaidó para el ejercicio de cargos públicos durante 15 años señalando que se "presume" que Guaidó "ocultó o falseó" datos de su declaración jurada de patrimonio, y a su vez “recibió dinero de instancias internacionales y nacionales sin justificar”.
Poco interés tiene realmente el gobierno sobre ocultar recursos en “declaraciones juradas de patrimonio”, justamente un gobierno plagado de corrupción en todos los niveles y que se ha enriquecido recurriendo a todo tipo de métodos y formas. Se trata de una nueva movida política para dejar fuera de la escena política a este dirigente político de Voluntad Popular, tal como lo ha hecho con Henrique Capriles y otros dirigentes de la oposición, así como la inhabilitación descarada de partidos políticos por no haberse presentado a tal o cual elección política.
Guaidó representa lo más rancio de la derecha venezolana, y se transformó en un títere de Washington cuando se autoproclamó “presidente encargado” de Venezuela, en toda una avanzada golpista. Pero esto no implica avalar ni apoyar estas medidas de Maduro, que mediante un obsceno bonapartismo saca del juego político a quién le plazca mediante hipócritas artilugios. Si Maduro lo hace con estos políticos representantes de grupos de poder y hasta de apoyo internacional, qué no hará (o hace) con las organizaciones de los trabajadores y populares que se resisten a sus medidas antiobreras y antipopulares.
Ya vemos que con simples anuncios borra conquistas históricas de la clase obrera contenidas en los convenios colectivos, manda a la cárcel obreros por el simple derecho de protestar y llega al descaro de despedir a dirigentes sindicales por el simple hecho de pensar distinto como el reciente caso de la Cancillería, y avanza en medidas entreguistas además de seguir descargando esta brutal catástrofe sobre el pueblo. Se trata de medidas que son y serán implementadas doblemente contra el pueblo trabajador.
La inhabilitación de Guaidó no busca más que, tras una eventual negociación, producto de tantas reuniones a puertas cerradas que seguramente se están realizando, se pueda ir a algún tipo de elecciones, tener fuera de los candidatos a este político derechista que se presenta como nueva cara frente a los ya desgastados dirigentes que antes conformaban la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Y al mismo tiempo ir debilitando a este personaje en función de sus objetivos.
Es por eso que, en el llamado Grupo de Contacto con Venezuela, que persigue una salida negociada y la convocatoria a elecciones, condenaba este jueves desde Quito la decisión adoptada por la Contraloría General de inhabilitar a Guaidó. Este Grupo, esta conformado por Ecuador, Costa Rica y Uruguay (del lado latinoamericano) y entre otros por Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Portugal, España, Suecia y el Reino Unido (por parte de la Unión Europea). En su primer encuentro en Montevideo, Uruguay, el pasado 7 de febrero, acordaron un plazo de 90 días para cumplir con el objetivo de que se convoquen elecciones presidenciales en Venezuela.

Un impasse con grandes tensiones donde el pueblo sigue sufriendo las consecuencias

Tomada más de conjunto, y tal como afirmamos al principio, aún no hay un desenlace en la imposición de las fuerzas tras más de dos meses, en una prolongación de los tiempos que parecen jugar a favor de Maduro. Hasta el momento se prefigura un relativo impasse al no quebrarse las Fuerzas Armadas, centro neurálgico de Maduro.
Estados Unidos declaró que por ahora una intervención militar directa no cuenta con el aval de sus socios latinoamericanos, luego de la declaración del grupo de Lima. En tal sentido podía apuntar más hacia agudizar las sanciones económicas “severas” para buscar un mayor el estrangulamiento económico. Aún no se han anunciado medidas de mayor contundencia, más allá de las ya aplicadas.
El tiempo le ha permito a Maduro avanzar en su relación con Rusia, y está prevista una nueva reunión entre ambos países. Aunque el gobierno lo hace aparecer como un punto fuerte de una nación soberana, en verdad, si Maduro se mantiene, no es más que una debilidad al aumentar su dependencia de Rusia, pues en una negociación de largo alcance entre Estados Unidos y este país, Venezuela es más que una ficha en el ajedrez político internacional. En esta situación Guaidó no ha mostrado más vitalidad, o la iniciativa como lo fue el 23 de enero y el 23 de febrero, solamente haciendo afirmaciones generales que las próximas movilizaciones apuntarían hacia Miraflores para ocupar la silla presidencial, hecho que no ha ocurrido. La de este sábado fue deslucida, con Guaidó hablando desde una ciudad menor como Los Teques, a una hora de Caracas.
Esta situación al momento no implica que la variante golpista esté fuera del escenario político, pero los tiempos si se prolongan pueden apuntar a buscar salidas negociadas donde el imperialismo presione cada vez más a Maduro por la vía del estrangulamiento económico. Las medidas ofensivas del imperialismo continúan su curso y terminan recayendo sobre el pueblo, aumentando las calamidades ya existentes. Los trabajadores tenemos que rechazar cualquier tipo de agresión imperialista que de la mano de la derecha criolla solo implicarán más sometimiento, esto no implica ningún apoyo político a Maduro.
Alertamos también que no será recostándose sobre Rusia que pueda venir algo progresivo, donde lo único que vendrá es dependencia y sometimiento al país al juego político internacional, todo para que la burocracia estatal chavista busque una sobrevida. Pero al mismo tiempo decimos que cualquier salida negociada que se pacte será en detrimento del pueblo, tal como propone el llamado Grupo de Contacto. La única salida progresiva sólo puede venir del pueblo trabajador encabezando la lucha contra la agresión imperialista y la miseria a que son sometidos.

Milton D'León
Caracas @MiltonDLeon
Sábado 30 de marzo | 13:22

Socavar los subsuelos del capitalismo y su mal humor

¿Topos huraños?

Así como nos asiste la razón nos asiste la alegría. Si somos militantes a tiempo completo, como debe ser, nos anima el buen talente de las buenas ideas en las que confiamos porque las conocemos y las perfeccionamos con el ritmo de la lucha y el rigor de la ciencia. Que también es una alegría. El pesimismo es el purgatorio que quieren imponernos algunos decadentes.
Ser militante, henchido de entusiasmo y alegría, no significa olvido de los dolores ni las angustias con que el capitalismo tiñe nuestras vidas a cada día. Implica desarrollar una actitud proactiva y madurar en la cabeza y en los corazones esa energía de la lucha que imanta los vínculos y fecunda la confianza. Todo lo contrario a esa pose amarga de algunos sabelotodo que, incluso entre filas hermanas, pontifican en tono funerario conceptos poderosos pero amortajados con maneras ríspidas. ¡Y hay cada plomo…! Se piensan que exhibirse como “almas en pena” o dolientes de la desgracia, convence más a los pueblos que la sonrisa franca, el humor inteligente y las ideas presentadas como fuentes frescas de motivación y entusiasmo para la acción de todos.
Ya bastante hemos sufrido el arsenal histriónico de los compungidos. Su forma es, también, su fondo. Y el problema no es sólo por el estilo, el problema es por la defraudación estratégica que implica contar la historia de la esperanza revolucionaria como si fuese una misa de difuntos. El problema es por la circunspección estereotipada para traficar poses “dolorosas” que nada tienen que ver con las mejores tesis emancipadoras. El problema es por la cantidad de personas que se alejan, y se alejaron, de la praxis para romper la hegemonía de los opresores por culpa de algunos militantes mal formados (o deformados) en las refriegas de la comunicación revolucionaria que no es otra cosa que la red de los vínculos necesarios para la unidad de la clase.
Y no es que todo deba tratarse en chunga ni como torneo de payasadas, hay temas duros y situaciones dolorosas que no admiten chacoteo ni humoradas de pobreza ética pero, incluso, cuando las agendas transitan por terrenos de dolor, de miedos, de angustias o depresiones… más debe estudiar un militante sus estrategias de comunicación si no desea quedar en ridículo, ser un impertinente o condenarse a ser silenciado incluso por el olvido. Comunicación significa, también, construir comunidad y eso es una materia generalmente olvidada o subestimada en casi todas las formaciones políticas y en casi toda estrategia de educación para la militancia.
Por eso, y muchas razones más, el tema de la comunicación sigue siendo uno de los flancos más débiles y no sólo porque no logramos construir blindajes contra los ataques de la burguesía sino porque no logramos desplegar, ni en calidad ni en cantidad, la comunicación revolucionaria con que debemos ayudarnos en la batalla para derrotar al capitalismo que no es sólo un sistema económico sino que también es una sistema de ideas, valores, creencias y cultura impregnado por la necedad de adueñarse de toda riqueza. No te engañes, el objetivo ideológico burgués es que agradezcas que te exploten y saqueen, que les aplaudas cuando te humillen y reconozcas que ellos siempre han tenido la razón. Y que todo eso junto, lo atesores y lo conviertas en la mayor herencia para tu prole.
Parte del trabajo de un militante serio radica en comprender las tácticas del bueno humor y las estrategias de su narrativa política. Estudiar y entrenar los énfasis, los acentos, la dicción y la inelegibilidad de sus propuestas. Un militante debe ser maestro de los adjetivos pero no solamente, debe ser una correa de transmisión entre el programa consensuado desde las bases y que nos conducirá la derrota del capitalismo y muchos compañeros que, más o menos convencidos, constituyen la res de vínculos indispensables de la unidad que necesitamos para la victoria. Descuidar este trabajo minucioso y trascendental suele producir militantes cargados con grandes y buenas tesis transformadoras pero siendo tediosos en los relatos o pretensioso o insufrible… al que sus deficiencias comunicaciones le impiden entender cuán petulante es su pobreza comunicacional. Y los compañeros interlocutores lo recienten aunque no siempre lo expresen. Nada más lamentable que las grandes conquistas de la teoría y la práctica sean expresadas con vocabularios paupérrimos o desaprensión narrativa. Es irritante.
No se trata de exquisiteces retóricas. No se trata de artificios culteranos. No se trata de virtuosismos verbales… nada de eso. Se trata de eficacia y eficiencia, amplitud y profundidad comunicacional capaz de tejer las buenas muchas razones revolucionarias que nos asisten para destruir al sistema más criminal que la humanidad ha padecido y, al mismo tiempo, construir la moral y el pensamiento superadores con que hay que dar curso a una etapa nueva. Se trata de la comunicación (o palabra) confiable basada en hechos y basada en vínculos de respeto e infalibilidad solidaria. Se trata de consolidar los arsenales necesarios para expresarnos con claridad al mismo tiempo que con hondura y calidez humana. Ser como son las personas más sencillas, tener la sonrisa y el afecto a flor de piel y contribuir denodadamente a ver nuestra lucha, objetivamente, con sus desafíos y limitaciones… con sus virtudes y sus emociones revolucionarias. Es decir el peldaño más alto de la especie humana.
No es con gritos ni con exageraciones ripiosas, no es con histrionismos, exageraciones efectistas ni con exhibicionismos; no es con exquisiteces ni con vulgaridades como mejor se comunica el contenido y el espíritu de la lucha revolucionaria. De eso estamos hartos. Con el empobrecimiento generalizado que el capitalismo nos va imponiendo, también nos llega el empobrecimiento de la cultura, de la comunicación y de la palabra. Todos somos víctimas de sus estragos, sus vicios y de sus manías paupérrimas. Por eso es fundamental romper con las manías hurañas y los tonos “didácticos” de los “esclarecidos” que, trepados en las cumbres de su mediocridad, sermonean adustamente a quienes creen que deben “educar”. Muy flaco favor le han hecho a la lucha de la clase trabajadora y de todos los frentes anhelantes de un mundo mejor con mejores relaciones entre los seres humanos. Y a todos nos viene bien una dosis de autocritica fraterna, pero correctiva, desde donde elaboremos un programa de comunicación militante nueva, refrescante, propositiva y entusiasta que sea capaz de ayudar a la organización de todas nuestras fuerzas y a la unidad, conscientes de la necesidad inmediata por transformar al mundo. Eso nos pondrá de buen humor a todos, comenzando por los “Topos”, viejos y nuevos.

Fernando Buen Abad Domínguez

sábado, 30 de marzo de 2019

Provocaciones de Trump y Netanyahu contra Siria y Gaza




Votos y bombas

El 9 de abril se realizan las elecciones en Israel. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, viene acosado por una fuerte y fundamentada campaña de denuncias y procesos por fraudes y sobornos. Las encuestas previas lo colocan apenas por encima de la minoría mínima para encabezar luego, también en forma ajustada, una coalición de derechas que le renueve su condición gobernante. Un frente de centroizquierda ha puesto a un ex general del Comando Supremo, Gantz, pisándole los talones.
En este marco es que Netanyahu recibió el apoyo abierto de Trump. Primero porque reconoció la soberanía sionista sobre “las alturas del Golán”, un territorio ocupado en la Guerra de los 6 Días en 1967 y directamente anexado en 1982.Trump es el primer presidente que hace este reconocimiento, incluso contra los mandatos votados en las Naciones Unidas de que Israel debe abandonar estos territorios y restituírselos a Siria. No olvidemos que hace solo unos meses, Trump trasladó su embajada a Jerusalén, declarada capital del estado sionista, violando resoluciones de la ONU y fomentando la expropiación-expulsión de los palestinos de la parte oriental.
En segundo lugar, Trump recibió a Netanyahu en Washington, dándole un apoyo político explícito.

Una provocación fascista-electoral contra Gaza

Para polarizar su posición electoral, Netanyahu ha lanzado una nueva provocación contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza.
Basándose en que un misil fue disparado desde ese territorio (hecho que no se atribuyó ninguna organización gubernamental, ni guerrillera de dicho territorio) el alto mando militar sionista ha lanzado una serie de bombarderos de represalia, a la misma hora en que estaba prevista la reunión entre Netanyahu y Trump.
Al mismo tiempo, el ejército sionista ha decretado una movilización, concentrando tropas, carros de combate y artillería en la frontera palestina. “Hamas debe saber que no vacilaremos en entrar (en la Franja de Gaza) y tomar las medidas necesarias”, declaró el ministro de defensa, amenazando con una nueva invasión sionista.
Después de haber sido víctima de 3 invasiones sionistas en menos de una década, la Franja de Gaza se encuentra desolada, con sus servicios de electricidad y agua en gran parte inutilizados, y con débiles estructuras sanitarias y educativas. Desde el 2007 Israel ha bloqueado-sitiado a Gaza, con la colaboración del gobierno egipcio. Las movilizaciones reclamando el cese del bloqueo han sido fuertemente reprimidas por las tropas sionistas, con francotiradores de élite, que a la distancia se cobraron la vida de más de 250 palestinos. Justamente, para este viernes, en el primer aniversario de estas marchas, las organizaciones palestinas han convocado a masivas concentraciones en las vallas de separación con Israel.
El sionismo es un peón de la reacción imperialista en Medio Oriente y el mundo. En la Argentina apoya directamente la militarización represiva de Carrió y Macri (ahora acaba de inventar un nuevo affaire con dos presuntos ciudadanos iraníes que entraron al país con pasaportes falsos de origen israelí). En Turquía, el primer ministro Edorgan, quien también debe afrontar próximas elecciones municipales, ha acusado al Departamento de Estado yanqui de armar –a través de la Banca Morgan- una campaña de fuga y devaluación de la Lira turca. Lo atribuye directamente al hecho de que su país convocó “a no permitir la legitimación de los Altos del Golán”. La guerra contra Yemen que lleva adelante Arabia Saudita, a su vez, cuenta con apoyo sionista-imperialista.
Abajo la represión criminal del sionismo contra las manifestaciones palestinas que reclaman el cese del bloqueo que está llevando al genocidio contra el pueblo palestino gazatí.
Fuera las manos sionistas-imperialistas de Gaza. Por el retiro de las tropas sionistas de los Altos del Golán, de Jerusalén y de los territorios ocupados. Abajo el bloqueo de Gaza. Por el derecho al retorno del pueblo palestino a su tierra histórica. Por la Federación Obrera y Socialista del Medio Oriente.

Rafael Santos
27 de marzo

La guerra de Estados Unidos contra Venezuela

Cuando el 7 de marzo se fue la luz en toda Venezuela y en el transcurso de las horas quedaba cada vez más clara la responsabilidad de Estados Unidos en un escenario bélico de cuarta generación en contra de la Patria de Bolívar, la oposición de derecha nacional e internacional simplemente se dedicó a banalizar la conspiración de la misma forma en que han pretendido una y otra vez ocultar sus intentos de dar un golpe de Estado contra el gobierno legítimo del país.
Eso sí, un tiempo después se pelean por el relato antes los medios de quién lo lideró, terminan reconociendo el golpe, las maniobras realizadas e incluso confiesan que se sabían en minoría. ¿Cuánto habrá que esperar para que confiesen ahora su participación en esta nueva etapa de la guerra contra el pueblo venezolano?

Las generaciones de la guerra

La guerra de cuarta generación fue definida por el historiador y experto militar norteamericano William S. Lind en 1989 junto con cuatro generales del Ejército estadounidense.
Lind, un conservador que sin embargo asesoró a legisladores de los partidos Demócrata y Republicano, separó la guerra en cuatro generaciones de acuerdo a las capacidades bélicas de los estados en liza.
La primera generación inició con la difusión de las armas de fuego y la formación de ejércitos profesionales al servicio de los estados, el mayor poder de fuego llevó a la industrialización de la guerra y a la desaparición de los ejércitos mercenarios o dependientes de señores feudales.
Las guerras de segunda generación son aquellas en que grandes contingentes militares se desplazaban a bordo de unidades mecanizadas, lo que les dio una capacidad de movilización previamente insospechada, así como el desarrollo de un mayor poder de fuego y el uso de trincheras.
La tercera generación bélica se basa en la velocidad y sorpresa de un ataque que concentra grandes contingentes de fuerzas aéreas y terrestres, impidiendo las acciones coordinadas de defensa por parte del Estado atacado, bloqueando sus comunicaciones y causando un impacto psicológico aterrador.
La guerra de cuarta generación, o guerra irregular (o también asimétrica), propone el uso de fuerzas irregulares ocultas, que desestabilicen al Estado atacado a través del uso de tácticas no convencionales de combate, sin provocar el enfrentamiento de los ejércitos y -por lo tanto- sin grandes batallas.
En resumen, la primera generación profesionaliza la mano de obra, la segunda industrializa el armamento, la tercera está basada en la capacidad para sorprender y la cuarta en la desestabilización del enemigo.
El desarrollo de estas etapas -o generaciones- involucra una creciente utilización de la tecnología y mayores consecuencias para la población civil, implicada cada vez más en el conflicto a lo largo de cada una de estas etapas.
En la guerra de Estados Unidos contra Venezuela, la agresión es cada vez más irregular, difusa y multiforme. Está estructurada sobre el papel de medios de comunicación nacionales e internacionales, por una descarada guerra económica y bloqueo financiero que buscar derrotar por hambre al pueblo y Gobierno venezolanos y que ahora inaugura una etapa de sabotajes a gran escala que permite maximizar a la mayor escala la afectación de la población venezolana minimizando los recursos requeridos para lograr el objetivo.

Me río, pero me cuido

Medios de comunicación internacionales pretendieron ocultar el sabotaje contra la central hidroeléctrica Simón Bolívar, ubicada sobre el cauce del río Caroní en el embalse de Guri, que alimenta el 80% del Eléctrico Nacional que abastece al país.
La represa de Guri, como es conocida habitualmente, orgullo de la ingeniería venezolana, ha sido sometida a sucesivas modernizaciones en función del trascendente papel que cumple. La última de ellas fue la instalación de un sistema informático en 2007 que sustituyó los mecanismos de control analógico que hasta ese momento habían servido para controlar la generación y distribución de energía.
El pasado 7 de marzo hubo dos atentados combinados contra el sistema que produjeron el black-out total de Venezuela por cuatro días y noches: uno fue un pulso electromagnético que sobrealimentó al sistema y lo obligó a apagarse y el otro fue un ataque remoto a ese sistema informatizado de control de Guri que lo sacó de línea durante ese período.
El lunes 25 de marzo hubo dos ataques sucesivos que produjeron una nueva caída de la electricidad en buena parte del país.
El primero fue nuevamente un pulso electromagnético y el segundo (según denunció el presidente Nicolás Maduro este miércoles 27) fue una sucesión de disparos de fusil contra el patio de transformadores de Guri que provocó un incendio de muy importantes dimensiones en la central Simón Bolívar.
Mientras la canalla opositora grita a todo gañote que hasta que no salga Maduro Venezuela permanecerá a oscuras y se ríen del pulso electromagnético diciendo que parece de ciencia ficción y que no hay ningún intento de golpe, el almirante Craig Faller -jefe del Comando Sur de los Estados Unidos- les dice a los militares venezolanos: “El poder para poner fin al sufrimiento de sus ciudadanos y esta pesadilla del hambre y del miedo, el poder para reclamar la libertad de Venezuela: ese poder está en sus manos. Recuerden su juramento y hagan lo correcto”.
Mientras tanto, el mismo martes 26 de marzo, el presidente norteamericano Donald Trump firmó una orden ejecutiva para proteger al país de ataques de pulso electromagnético (EMP), considerados potencialmente peligrosos para infraestructuras críticas como la red eléctrica, según pu blicó la agencia EFE https://www.efe.com/efe/usa/politica/trump-protege-al-pais-de-ataques-pulso-electromagnetico/50000105-3935868.
El decreto de Trump ordena a las agencias federales identificar las amenazas planteadas por estos ataques militares de EMP, que destruyen total o parcialmente el equipamiento eléctrico y electrónico dentro de su radio de acción, culmina la nota.
Para ser un invento de Maduro propio de ciencia ficción, parece que preocupa bastante al presidente norteamericano.

Una guerra de todo el pueblo

La estrategia de “guerra de todo el pueblo” fue adoptada por el pueblo vietnamita dirigido por el genial Ho Chi Minh y el general Vo Nguyen Giap para enfrentar la guerra que le fue impuesta por Estados Unidos en 1964 hasta su derrota en 1975.
“La guerra de todo el pueblo alcanzó dimensiones increíbles en todo Viet Nam. Su fuerza resultó tan potente que obligó al Gobierno de Estados Unidos a suspender más de una vez, por determinados períodos de tiempo, los bombardeos al Norte. También llevó a Washington a una Mesa de Conversaciones sobre la Paz (...) Mientras ello ocurría no cesaban los combates. La política vietnamita era: lucha armada, lucha política, labor diplomática y penetración en las filas enemigas.
Simultáneamente se desarrollaba el plan: este fue el escalón más alto de la guerra de todo el pueblo en la cual, hasta insectos amaestrados fueron utilizados contra el enemigo. Igualmente, el derribo de aviones con fusiles, o el uso de trampas de bambú, resultaron armas tan eficaces y mortales como la artillería”. (Granma, http://www.granma.cu/granmad/secciones/vietnam/).
Venezuela tiene una Fuerza Armada Nacional Bolivariana que tiene casi 200.000 efectivos en pleno apresto para la defensa de la soberanía nacional, pero tiene fundamentalmente un pueblo preparado para llevar adelante la defensa de la Patria a través de casi dos millones de milicianos que están en cada barrio y en cada pueblo.
Como dijo Fidel el 18 de noviembre de 1959, cuando aún no se había cumplido un año del triunfo de la Revolución Cubana: “...Cuando cada casa sea una fortaleza, cuando cada calle, cada árbol, tenga un hombre que lo defienda y los obreros sepan combatir y cuando al lado de esa fuerza, esté la fuerza de los campesinos, en cada cooperativa, en cada pedazo de tierra. ¿Quién podrá vencer esta Revolución?”
La respuesta en el caso de Vietnam, de Cuba y de Venezuela ha sido es y será la misma: nadie.

Pablo Siris Seade
Caja de Respuestas

jueves, 28 de marzo de 2019

China: Entre la crisis mundial y el despertar obrero




China ha registrado su tasa de crecimiento anual más reducida desde 1990. La economía creció un 6,6 por ciento el año pasado, con una tendencia descendente. En el cuarto trimestre se desaceleró a una tasa anual del 6,4 por ciento, el nivel más bajo desde los primeros meses del estallido de la crisis financiera de 2008.
Las autoridades han resaltado las dificultades en el frente “externo”, como consecuencia de la disputa económica con Estados Unidos pero, sin embargo, es en la economía doméstica donde los signos declinantes son más visibles.
La fabricación también se está comprimiendo. Algunas fábricas en Guangdong, en el corazón de la economía de exportación de China, han cerrado temporariamente, antes de lo habitual, en ocasión de los feriados de las fiestas fin año. Otros están suspendiendo las líneas de producción y reduciendo las horas de trabajo en medio de advertencias de que los migrantes pueden no tener trabajo. Las ventas minoristas han sufrido un descenso. Apple viene de anunciar, a principios de año, una demanda menor a la esperada para sus iPhones en China.
China es el mercado automotor más grande del mundo y las ventas cayeron el año pasado por primera vez desde 1991, contrayéndose en un 4 por ciento. Esto ha creado una gigantesca capacidad ociosa, ya que las automotrices han realizado enormes inversiones, en primer lugar las multinacionales. China es capaz de fabricar 43 millones de coches; sin embargo, producirá menos de 29 millones. En este escenario, las ganancias de empresas industriales cayeron por primera vez en tres años.
Hay evidencia de que la desaceleración puede ser más pronunciada de lo que indican las cifras oficiales. Hay consenso entre los analistas de que las estadísticas oficiales, en especial, en lo que se refiere a los datos de crecimiento, están infladas.

Cartuchos mojados

Un elemento que agrava la situación es que los estímulos promovidos por el gobierno para neutralizar el freno de la economía resultan cada vez más ineficaces. El Estado ha adoptado una serie de medidas fiscales y monetarias desde mediados de 2018, en un intento por frenar la desaceleración del crecimiento, pero todo indica que no han tenido el resultado esperado. Si bien el crédito se ha relajado, la medida no ha logrado levantar la inversión en activos fijos, que creció menos del 6 por ciento el año pasado, un descenso sensible comparado con el registrado en 2017.
Según un análisis de Moody’s, el monto de la nueva inversión de capital necesaria para generar una unidad determinada de crecimiento del PBI se ha duplicado desde 2007. En otras palabras, la nueva inversión tiene menos impacto en la economía general, mientras que los niveles de deuda aumentan.
Esta situación ha obligado a proyectar a la baja la cifra de crecimiento para 2019, que sería del 6 por ciento, aunque esta cifra está maquillada y el “aterrizaje” sería más importante. De las 20 provincias y municipalidades que han reportado sus objetivos de crecimiento para 2019 hasta el momento, 13 han recortado sus objetivos.
Por otra parte, los márgenes de maniobra para revertir este cuadro se han vuelto cada vez más estrechos. La cúpula gobernante ha descartado cualquier retorno al tipo de paquete de estímulo masivo, basado en el gasto del gobierno y la expansión del crédito que siguió a la crisis de 2008-2009. Es que en la actualidad enfrenta una montaña de deuda que ha ido creciendo en forma exponencial. El ritmo de crecimiento de la deuda china ha sido más elevado en relación con la de cualquier otro país occidental y habría superando el 300 por ciento del PBI al final del año pasado. Este endeudamiento ha permito mantener a flote a un sector de la industria estatal -obsoleta y de baja productividad, golpeada por la crisis de sobreproducción mundial creciente-, aunque este salvataje se vuelve cada vez más insostenible. Por otro lado, ha creado una enorme burbuja financiera, con un crecimiento sideral de la especulación bursátil y, por sobre todo, inmobiliaria. En el presente hay 65 millones de apartamentos en China que están desocupados.
La crisis de sobreproducción unida a este endeudamiento explosivo ha terminado por inviabilizar la política monetaria. El diario financiero The Wall Street Journal destaca que hay cada vez más reticencias de las instituciones financieras en su política crediticia a las empresas, tanto del sector público como privado. “Los bancos siguen prestando, pero a otras instituciones financieras y no a las empresas, que necesitan fondos y que son las que realmente hacen crecer la economía”.
Este punto de inflexión de la economía china se da en medio de una desaceleración global, en momentos en que se anuncia un crecimiento anémico de Europa de apenas el 1 por ciento, encima sacudida por el Brexit que afectaría negativamente no sólo a Gran Bretaña sino a todo el continente. Esto coincide con un estancamiento de Japón y señales de un bajón de la economía norteamericana precedido ya, en 2018, por un desplome de Wall Street, todos síntomas que anticipan la entrada a un nueva recesión mundial. Esto potencia las tendencias a la guerra comercial y condiciona la posibilidad de una salida de China a través de su frente externo.
El principal punto de conflicto en las negociaciones entre Washington y Pekín no es que China deba comprar más productos de Estados Unidos, lo cual Beijing lo ha aceptado. La exigencia principal de Estados Unidos es que China debe realizar cambios "estructurales" en su economía, incluido el fin de los subsidios estatales a las principales industrias, que según los Estados Unidos "distorsionan el mercado", y el reclamo de medidas contra el robo de propiedad intelectual y patentes.
Esto pone en tela de juicio el ambicioso proyecto "Hecho en China 2015”, en que está empeñado el Estado asiático. Los líderes chinos pretenden salir del atolladero creciente apostando a producir bienes de mayor valor agregado, de alta gama y tecnología. Esto choca con los intereses estratégicos de Estados Unidos, que ve en el desarrollo industrial chino una amenaza a su dominio económico y militar mundial. La pretensión de Estados Unidos es confinar a China a una condición semicolonial. La perspectiva -que abrigaban sus promotores- de una restauración del capitalismo “pacífica”, que eludiera las garras del dominio imperialista, ha quedado sepultada por los acontecimientos.

Clase obrera

China ingresa a un fase más convulsiva de la restauración capitalista. Lejos de escapar al impacto de la crisis mundial, la está recibiendo de lleno. El gigante asiático ha incorporado a sus contradicciones internas, las más violentas aún de la economía mundial, lo que está abonando el terreno para una intervención de mayor amplitud de la clase obrera.
Los conflictos laborales están aumentando a medida que el crecimiento económico se desinfla. Obreros en todo el país están organizando huelgas, exigiendo salarios no pagados. Choferes de taxi están rodeando oficinas gubernamentales para pedir un mejor trato. Se multiplican protestas a pequeña escala para combatir los esfuerzos de las empresas por reducir las retribuciones y recortar horarios de trabajo. El "Boletín Laboral de China", un portal que sigue la vida laboral del país, registró al menos 1.700 disputas laborales el año pasado, comparadas con las 1.200 del año anterior. Esas cifras representan sólo una fracción de los conflictos, puesto que muchas protestas y reclamos no son reportados.
El dato es que está emergiendo un activismo fabril. Las autoridades han detenido a más de 150 personas desde agosto, incluyendo maestros de escuela, choferes de taxi, albañiles y estudiantes izquierdistas, que encabezan una campaña contra los abusos en las fábricas.
El papel de árbitro y “moderador” que cumplían las autoridades en las disputas laborales se han vuelto menos efectivo y se está viendo sobrepasado por los acontecimientos. Al no haber sindicatos independientes, tribunales o medios noticiosos a los cuales recurrir, algunos trabajadores están optando por medidas extremas para solucionar las disputas. Pero, al mismo tiempo, lo llamativo es que empieza a aparecer el reclamo en algunos conflictos, en favor de la creación de sindicatos independientes.
El gobierno ha salido al cruce, en especial contra un activismo en los campus universitarios, que alienta, entre otras cosas, una campaña para los derechos de los trabajadores encabezada por jóvenes comunistas en universidades de elite. “Los activistas han empleado las enseñanzas de Mao y Marx para argumentar que la adopción del capitalismo por parte de China ha explotado a los trabajadores” (The New York Times, 22/2). Los comentaristas coinciden que se trata de una reivindicación de la causa de la revolución social. Esto desmiente la tesis muchas veces ventilada de que la restauración capitalista y el relevo generacional han disuelto la conciencia histórica de la clase obrera.
El gigante despierta. El proletariado chino está llamado a jugar un rol clave en la próxima etapa.

Pablo Heller

miércoles, 27 de marzo de 2019

Mujica prepara el terreno del ajuste contra los trabajadores




Como Lacalle Pou, Sanguinetti y otros Mujica prepara el terreno del ajuste contra los trabajadores. Ofrece una cosmética “reforma” de la política a cambio del aumento de la edad jubilatoria por cinco años.

En declaraciones a Radio Uruguay planteó en la jornada de ayer como una medida inevitable la reforma de las jubilaciones a la vez que planteó el terreno para las medidas de “reforma política” de su sector partidario, como una manera de mostrar que ellos mismos se van a “ajustar” junto al pueblo.
Las palabras de José Mujica no son inocentes, no solo intenta introducir una discusión en la campaña electoral, sino que además prepara el terreno como hombre del régimen del Club Naval para el ajuste sobre la clase trabajadora y el pueblo oprimido, gobierne quien gobierne a partir de 2020 el consenso de los partidos mayoritarios del régimen es unánime para pasarle la factura a los trabajadores de una fiesta a la que nunca fueron invitados.
A pocas horas de la represión en la Marcha por el Agua, ante el silencio o respaldo (como era de esperar) de la derecha y la defensa de lo indefendible desde filas del Frente Amplio aparece este anuncio. Y es que lo que pasó no es ni un accidente, ni un hecho aislado (hay antecedentes conocidos) como tampoco es casualidad que la infiltración y represión sea contra aquellos que se oponen al plan de UPM2.
Es todo un anuncio programático del régimen hacia futuro, represión a la protesta social y anuncios de ajuste para el futuro próximo. Quienes se oponen al modelo de país sujeto al gran capital sufrirán sus consecuencias. A no confundirse con esto, quienes defienden la infiltración y represión de la protesta social están con la defensa de la mugre de los servicios de inteligencia de la dictadura, están con el control y represión social y político de todos aquellos que nos oponemos a la miseria y barbarie capitalista, están con la impunidad del régimen del Club Naval y esto es un anuncio de lo que se viene en un futuro no muy lejano.

Gane quien gane hay ajuste

La operación para justificar el ajuste contra la clase trabajadora ya empezó y Mujica le hace un gran favor a todos los partidos ajustadores (incluido el mismo Frente Amplio) que están en plena campaña electoral.
La operación no es solo para asociar una medida de “gestión” (para la alegría de los empresarios) pegada con una demagógica de “reforma política”, sino que busca la mansedumbre futura de los trabajadores y el pueblo frente al ajuste que se viene luego de la orgía electoral.
La "reforma" jubilatoria parece ser el buque insignia y con la brutalidad de 5 años de aumento. Se pretende que los trabajadores y trabajadoras que trabajaron 30 y 35 años ahora deban trabajar más sólo para que los sectores sociales que ganaron con el modelo económico (los grandes empresarios) sigan ganando. Manteniendo por ejemplo como principales fuentes por ingresos impositivos para el Estado el Impuesto a los Salarios (IRPF) y el IVA que afectan principalmente a los trabajadores. Además que luego de décadas de trabajo, cuando el cuerpo queda «roto», quieren que sigamos rompiéndonos el cuerpo y la salud por más años para poder jubilarnos.
La transacción que ofrece Mujica es sencilla, el robo de miles de millones de dólares de los bolsillos de los trabajadores uruguayos a cambio de una serie cosmética de reformas sobre "los políticos" que no les va a costar más que algunos pocos millones.
Por supuesto que Mujica nada habla de las exoneraciones fiscales que le hacen a los capitalistas, las zonas francas, de los beneficios que tiene la casta militar, los beneficios de la rosca financiera que especula con la deuda externa, o el negocio de las propias Afap’s, las ganancias millonarias de los sojeros que ganan cientos de millones de dólares destruyendo la tierra y los ríos. No menciona nada de eso porque estas reformas son para beneficiar la ganancia de los sectores capitalistas.
Para él, su partido y los partidos derechistas, mejor ajustar a los trabajadores que es la medida de “cambio” histórica de todos los gobiernos, siempre se les pide el sacrificio a los trabajadores, ahora edulcorado con la “reforma política” para que el trago no sea tan amargo.
Al igual que otros candidatos electorales del régimen como Lacalle Pou, Sanguinetti y otros, Mujica se suma al coro de la necesidad de la “reforma” pero diciéndolo con más descaro, prácticamente en la misma medida que las declaraciones de la candidata del Partido Nacional Verónica Alonso.

Movimiento sindical

Hasta ahora desde el movimiento sindical no ha surgido un rechazo claro sobre estos anuncios venidos del conjunto del régimen político. Este silencio del movimiento sindical es otro elemento más de un panorama sombrío que amenaza a la clase trabajadora uruguaya, no solo por los golpes a sus condiciones de vida que se pueden venir, sino también por la desarticulación de sus herramientas de resistencia y lucha más elementales.

El falso argumento del promedio de la edad de vida

Las “reformas” contra el sistema de pensiones y jubilaciones son parte de una política que impulsan los gobiernos de todos los países y una exigencia de los capitalistas en todo el mundo, agenda que se busca imponer en todos lados sistemáticamente desde la crisis mundial de 2008. En Argentina el gobierno de Mauricio Macri implementó una reforma al sistema de pensiones, en Brasil y otros países se impulsan lo mismo.
La “reforma” jubilatoria es gemela a la “reforma” (flexibilización) laboral (que por lo que se dijo antes, siempre vienen juntas, aunque por ahora en Uruguay solo hablan de una sola), son reformas para recuperar la ganancia capitalista.
Constituyen la última “ola” de la agenda neoliberal a nivel mundial, término que tanto les encantan usar a los progresistas para polarizar y ganar votos, pero en los hechos aplican los planes internacionales a pie juntillas como en este caso.
Para hacer pasar estas “reformas” la clase empresarial y sus operadores políticos e intelectuales, utilizan el argumento del aumento del promedio de la edad de vida de los trabajadores. A partir de lo cual los empresarios buscan aumentar sus ganancias, y usan como excusa justamente esto para convencer de la “necesidad” de realizarla, so pena de que se agrande el déficit fiscal de los Estados. Lo que nunca se menciona es el verdadero origen de los déficit, que son todas las ventajas impositivas que tiene la clase capitalista, el negocio financiero de las deudas externas, el gasto militar, entre otras políticas que siempre benefician a esa clase social.

Clase contra clase

Es claro que los capitalistas y sus operadores políticos (derechistas y progresistas) ya hacen resonar sus tambores de guerra contra los trabajadores y el pueblo oprimido.
Queda claro el consenso que hay para hacerle pagar el costo de la crisis capitalista y el estancamiento del “modelo” económico uruguayo a los trabajadores y queda claro también que tan lejos están dispuestos a llegar si surge la oposición social al ajuste como lo demuestra la represión contra militantes sociales en la Marcha por el Agua.
Los trabajadores y el pueblo oprimido amenazados de ser hundidos cada vez más en la esclavitud del capital y la miseria que éste genera, deben salir a luchar contra estos planes y no dejarse convencer por los discursos que hablaran de la “necesidad”, de que “no será tan grave”, de que “no es para tanto”, de que “no me afectará demasiado”. Como siempre ha pasado en la historia las “reformas” ajustadoras siempre empiezan por un lugar, pero nunca se sabe dónde terminan, eso solo lo determina la sed de ganancia capitalista o la resistencia de los trabajadores.
Pero esta resistencia no podrá ser efectiva, si ella misma no se levanta como un gran movimiento combativo e independiente de los intereses del capital (nacional y transnacional) junto a sus operadores políticos (progresistas o derechistas). Que desde las bases les impongan a las direcciones anquilosadas y burocráticas del movimiento obrero el combate por la derrota de estos planes y la represión que viene asociada a ellos.

Sebastián Artigas

Bolsonaro quiere que en los cuarteles se festeje el golpe militar del 64




El presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, dio libertad al Ministerio de Defensa para que se realicen las "conmemoraciones debidas" del golpe militar impuso una dictadura en Brasil.

Bolsonaro ha reivindicado en varias ocasiones el golpe del que se cumplen 55 años el próximo 31 de marzo, y llegó a decir que "el error de la dictadura fue torturar y no matar".
Según declaró a la prensa el portavoz del gobierno, Otávio Rego Barros, “nuestro presidente ya determinó al Ministerio de Defensa que haga las conmemoraciones debidas en relación al 31 de marzo de 1964, incluyendo una orden del día".
"El presidente no considera el 31 de marzo de 1964 un golpe militar. Considera que la sociedad reunida, percibiendo el peligro que el país estaba viviendo" y que "si eso no hubiese ocurrido, hoy tendríamos aquí algún tipo de gobierno que no sería bueno para nadie", agregó el portavoz presidencial que no precisó de qué tipo serán las conmemoraciones, pero, tras ser cuestionado, señaló que los comandantes podrán realizar los actos que "consideren dentro de sus respectivas guarniciones" militares.
Según fuentes del Ministerio de Defensa, en información brindada a la agencia Efe, se trata de una forma de recordar la fecha desde el punto de vista histórico y para ello se emitirá una "orden del día", una nota que "hablará del acontecimiento".
En 1964 el presidente Joao Goulart fue derrocado por militares, quienes instituyeron en Brasil una dictadura que se extendió hasta 1985. Según la Comisión Nacional de la Verdad durante esos años que se extendió la dictadura hubo 434 asesinatos cometidos por cuerpos represivos, así como centenares de detenciones arbitrarias y de opositores torturados. Según documentos estadounidenses desclasificados el año pasado revelaron que la eliminación de disidentes se decidía en el palacio presidencial.
Durante toda su carrera política, Bolsonaro ha reivindicado la dictadura militar. Una muestra se dio durante la votación del impeachment contra Dilma Rousseff, que como parte del golpe institucional destituyó a la expresidenta, cuando el entonces diputado dedicó su voto al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los jefes del aparato represivo de la dictadura y reconocido por la exmandataría como responsable directo de las torturas que ella vivió.
Bolsonaro se mostró en varias ocasiones como un férreo defensor de dictaduras militares en la región, como la del paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989) y la del chileno Augusto Pinochet (1973-1990), todas fueron parte del Plan Cóndor que coordinó la represión junto a los gobiernos de facto de Argentina, Bolivia, Brasil y Uruguay.
Bolsonaro es un caso extremo pero se encuentra en sintonía con otros gobiernos de derecha, como el de Mauricio Macri en Argentina, que niegan la represión y los crímenes perpetrados por los militares genocidas. La decisión de “conmemorar” a los militares golpistas de Brasil es tomada por un gobierno de extrema derecha misógino, racista y homofóbico que desea ampliar la represión y opresión a esos sectores, al mismo que busca aplicar varios ataques a los derechos de los trabajadores, con planes económicos similares a los que impusieron las dictaduras en la región.

Diego Sacchi

A 16 años de la invasión a Irak

La gran mentira

Como toda guerra, la de Irak fue producto de una gran mentira, una mentira propagada por casi todos los principales medios y por una clase intelectual profesional vinculada al poder, y todos éstos, hasta hoy día, jamás han pagado las consecuencias y muchos menos han tenido que rendir cuentas por su complicidad. Es una guerra en la cual se fabricó la justificación frente a todos: se declaró que Irak tenía armas de destrucción masiva, que era en parte responsable de los atentados del 11-S, que era un Estado que daba refugio a "terroristas". Todo eso fue falso. Y se sabía en esos mismos momentos; millones de personas en algunas de la movilizaciones antiguerra más grandes de la historia lo sabían, no cayeron en en el engaño.
La semana pasada se cumplió el 16 aniversario de la guerra de Estados Unidos en Irak, algo que casi nadie en calles, universidades, cafés, antros, parques o edificios gubernamentales registró, y menos aún comentó. Ni el comandante en jefe. Esa y las otras guerras ya se ha vuelto parte del ruido de trasfondo de este país. Una guerra más, una mentira más.
Esta mentira costó más de 190 mil civiles muertos por violencia directa de esa guerra, casi 5 mil militares estadunidenses que han perecido, cientos de miles de civiles y militares heridos, y un costo mayor de 2 billones de dólares hasta la fecha (y eso que no es la guerra activa más larga en la historia del país; esa tiene 17 años y está en Afganistán), según el informe Costos de Guerra, de la Universidad Brown.
La gran mentira implicó que miles de jóvenes estadunidenses –en su gran mayoría pobres y de clase trabajadora– fueron enviados a Irak o Afganistán a matar y herir a otros jóvenes como ellos. Los que regresaron, si es que no en un ataúd o en una camilla, sí con heridas sicológicas de largo plazo, fueron recibidos por una población que, la verdad, si es que se acuerda de ellos, prefiere no ponerle mucha atención a todo eso, más allá de rendir homenajes a nuestros veteranosantes de un partido de beisbol o de futbol.
Seguramente es el único país en la historia donde uno puede pasar por las calles de todas las ciudades y grandes pueblos sin darse cuenta ni acordarse que está en medio no sólo de una, sino de varias guerras.
Como toda guerra, la de Irak fue producto de una gran mentira, una mentira propagada por casi todos los principales medios (con algunas notables excepciones) y por una clase intelectual profesional vinculada al poder, y todos éstos, hasta hoy día, jamás han pagado las consecuencias y muchos menos han tenido que rendir cuentas por su complicidad.
Es una guerra en la cual se fabricó la justificación frente a todos: se declaró que Irak tenía armas de destrucción masiva, que era en parte responsable de los atentados del 11-S, que era un Estado que daba refugio a terroristas. Todo eso fue falso. Y se sabía en esos mismos momentos; millones de personas en algunas de la movilizaciones antiguerra más grandes de la historia lo sabían, no cayeron en en el engaño.
El objetivo no tenía nada que ver con democracia, libertad, asistencia humanitaria ni nada de eso. Tenía el objetivo de cambio de régimen y, ni hablar, petróleo.
Entre los promotores más feroces de la mentira en el gobierno de George W. Bush estaban Elliott Abrams y John Bolton, junto a un amplio elenco de los mismos jefes de medios e intelectuales de tanques pensantes,tanto conservadores como liberales, que hoy día invitan a todos a creerles algunas más, incluido el caso de Venezuela.
Como señala el periodista Matt Taibbi, de Rolling Stone, el daño que esta historia (la guerra contra Irak) causó en nuestras reputaciones colectivas aún es poco entendida en el negocio (de los medios), y señala que esa mancha no se podrá lavar hasta que enfrentemos qué tan mal fue, y es mucho peor de lo que estamos admitiendo, aun ahora.
¿Cuántas otras guerras repletas y justificadas con mentiras continúan hoy día? Hay una contra los inmigrantes en la frontera (con despliegue militar), otra permanente contra el narco, y ni contar las acciones bélicas activas de Washington en varias partes del mundo, incluidos por lo menos siete países que casi ningún estadunidense puede siquiera nombrar.
Según el informe Costos de Guerra, Estados Unidos conduce hoy día actividades anti-terroristas en 80 países (40 por ciento de los países del planeta), ha gastado más de 5.9 billones en las guerras posteriores al 11 de septiembre de 2001, han muerto un total de 480 mil personas en Irak, Afganistán y Pakistán, incluidos 244 mil civiles por violencia directa, casi todo con justificaciones engañosas.
Las mentiras oficiales cuestan muy caro, pero casi nunca para los mentirosos, sino para todos los demás. Esa es la verdad.

David Brooks
La Jornada

martes, 26 de marzo de 2019

Rosa Luxemburg: la llama ardiente de la revolución




El 18 de octubre de 1918, prisionera en la cárcel de Breslau Rosa Luxemburg escribe a Sophie Liebknecht: soñaba con la libertad. Veinte días más tarde es libre, sin saber que le quedaban poco más de dos meses de vida. Rosa Luxemburg, la afilada espada de la revolución, respirando la precaria libertad en esas semanas febriles, aún pudo participar en los combates políticos de la nueva república, fundar el Partido Comunista Alemán, y participar en la revolución, antes de caer asesinada por los esbirros de Ebert, Scheidemann y Noske.
Luxemburg era hija de una familia judía, descendiente de rabinos, que hablaba polaco aunque conocía el alemán; vivió en Zamośćy, después, en Varsovia, adonde llegaban influencias del populismo ruso, y empezaban a organizarse grupos marxistas. En 1889, con dieciocho años, huye para evitar ser detenida, y se dirige a Zúrich. Allí conoce a Leo Jogiches, en 1891, con quien mantiene una relación sentimental hasta 1907. En 1897, se doctoró en la universidad de Zúrich con una tesis sobre El desarrollo industrial en Polonia. En esos años, funda el SDKP (socialdemocracia polaca), crea el periódico Sprawa Robotnicza, y colabora intensamente con Jogiches, Julian Marchlewski (otro futuro espartaquista, y comisario del pueblo en la revolución bolchevique) y Adolf Warszawski, ambos, fundadores, años después, del Partido Comunista polaco.
En 1898, se casa con Gustav Lübek para conseguir la ciudadanía alemana y se traslada a Berlín, milita en el SPD, donde participa en el debate sobre el revisionismo de Bernstein, alertando sobre los riesgos del oportunismo y el anarquismo, como insiste en el congreso del SPD de Maguncia. Trabaja en Dresde para el periódico Sächsische Arbeiterzeitung, y, después, en Leipzig para el Leipziger Volkszeitung, aunque la vida lejos de Jogiches le pesa. Al año siguiente, le confiesa en una carta sus enormes deseos de tener un hijo. También se muestra disconforme con el contenido de las publicaciones socialdemócratas: “No estoy nada satisfecha con la forma en que se escriben en el partido la mayoría de los artículos. Todo es tan convencional, tan acartonado, tan rutinario”: Luxemburg quiere frescura y sentimiento.
Pese a que el revisionismo bernsteniano es rechazado, Luxemburg detecta en la dirección del SPD y en el propio Kautsky una escasa convicción en la defensa de la revolución socialista y una obsesiva dedicación al parlamentarismo. Ella no ha aceptado limitarse a los “asuntos femeninos”, y participa en los debates generales del movimiento obrero alemán. En 1903, sufre su primer encarcelamiento, en la prisión de Zwickau, durante mes y medio, por ofensas a Guillermo II. En el congreso de Amsterdam de la Internacional, en 1904, se opone al parlamentarismo de Jaurès, y debate entonces la concepción del partido obrero con Lenin, de quien impugna la idea de un partido centralizado donde el comité central impone sus decisiones sobre todos los organismos partidarios. Luxemburg defiende también la existencia de un solo partido en cada Estado, y, en el congreso de los sindicatos alemanes, en Colonia, en 1905, recibe ataques de los sindicalistas por su empeño revolucionario, hasta el punto de que le sugieren (como hace Otto Hue, sindicalista minero), aludiendo a su condición de judía polaca, que vaya a Rusia a defender sus ideas.
Decide abandonar su trabajo en Vorwärts, el periódico central del SPD, y, en diciembre de 1905, marcha a Varsovia para intervenir en la revolución rusa, donde los trabajadores se enfrentan al ejército zarista y protagonizan ese año numerosas huelgas en Rusia, que se convierten en una de las grandes movilizaciones del movimiento obrero europeo tras la derrota de la Comuna. De ahí extrae Luxemburg muchas de las reflexiones de su libro Huelga de masas, partido y sindicatos, consciente de que ha sido en Rusia donde por primera vez se ha utilizado la huelga general como instrumento de lucha obrera. Critica lo que denomina el gran ruido anarquista: “ Pues el modo de pensar anarquista es la especulación directa sobre el “gran Kladderadatsch”, sobre la revolución social simplemente como característica externa e inesencial. Lo esencial del anarquismo es la concepción abstracta, ahistórica, de la huelga de masas y de las condiciones en que generalmente se libra la lucha proletaria.” En su libro, concede también gran importancia al hecho de que los trabajadores sean conscientes de su situación y de que forman una clase social. Mientras Kautsky relega la huelga general de 1905 en Rusia a una manifestación local en un país atrasado y agrícola, Luxemburgo le otorga validez universal y coincide con Lenin y Trotski en la importancia de conquistar un gobierno revolucionario.
Pero las huelgas retroceden, y Rosa y Leo, que estaban a punto de volver a Berlín, son detenidos el 4 de marzo de 1906; ella es encarcelada en la Cytadela de Varsovia, aunque camaradas y amigos consiguen su libertad a principios de julio. Conoce a Lenin en Kujala, en el sur de Finlandia, en el verano de 1906, con quien mantendrá siempre una relación de amistad y respeto, pese a sus divergencias políticas. Su relación sentimental con Leo Jogiches, con quien había acariciado la ilusión de tener un hijo, termina; fue un gran amor, no exento de dificultades y separaciones, por la militancia obrera y porque Luxemburg exige su independencia; en una carta que le envía a Leo desde Friedenau, en enero de 1900, le reprocha: “ Es tu mala costumbre de hacer de mentor, que te has asignado tú mismo y en la que pretendes aleccionarme y asumir el papel de educador.”
Se une por poco tiempo a Konstantin Zetkin, el hijo de la revolucionaria alemana; y, después, con Hans Diefenbach, con quien comparte su pasión por los libros, la música, la pintura o por conocer otras tierras, y que morirá en el frente en 1917. En 1907 se reúne con Lenin, en Londres, durante el congreso del partido ruso, y en el de la Internacional en Stuttgart, cuando Uliánov insiste en que la principal tarea de los militantes obreros es prepararse para una nueva revolución, tras la de 1905, inmerso en esos años en las disputas con los mencheviques, con Bogdánov y con Trotski, que culmina con la división en dos corrientes en 1912.
Atenta a la actualidad internacional, a las huelgas escandinavas, a la tensión en los Balcanes, a la huelga general de 1909 en Barcelona (denominada Semana Trágica por la derecha), Luxemburg trabaja sin descanso. Pasa ese año casi tres meses en Italia, vive de su trabajo como periodista y, después, durante unos años, como profesora en la escuela de formación del SPD. En 1910, viaja por Alemania impulsando la campaña por el sufragio universal, y por la república, aunque Vorwärts le rechaza artículos: Kautsky no comparte su reclamación republicana. Luxemburg, que detecta antes que Lenin la paulatina moderación de Kautsky, rompe con él, aunque ella pierde influencia en la socialdemocracia que se fortalece: el SPD se convierte en el mayor partido alemán en las elecciones de 1912. Sus amigos son un círculo reducido: Karl y Luise Kautsky (que moriría en un campo de concentración nazi), Franz Mehring, Mathilde Jacob, Clara Zetkin, Sophie Liebknecht, Mathilde Wurm. Su empeño por la revolución no está reñido con su gusto por las pequeñas cosas de la vida cotidiana, pintar, pasear soñando por las calles: “De nuevo estoy sola, la casa está en orden y limpia, reina la tranquilidad y la lámpara verde está sobre la mesa”, escribe a Kostia Zetkin (“mi pequeño y dulce amor”) en septiembre de 1907. Es una mujer que no olvida su condición; en 1912, escribe: “Los peores y más brutales defensores de la explotación y esclavitud del proletariado se atrincheran tras el trono y el altar, pero también tras la servidumbre política de las mujeres.” Tampoco teme impugnar ideas que no comparte, sean de Marx o de Lenin.
Los bolcheviques, Jaurès, Liebknecht (que impulsa campañas contra el militarismo alemán) y Luxemburg, son quienes denuncian la guerra que se acerca, aunque ella no consigue gran audiencia en los medios socialdemócratas, mientras Lenin, en esos años previos a la gran guerra, intenta salir del aislamiento entre la emigración, aunque refuerza sus posiciones en el interior de Rusia. Luxemburg es detenida en febrero de 1914; puesta en libertad, prosigue con su denuncia de la guerra. El voto favorable en el Reichstag de los diputados socialdemócratas a los créditos de guerra (que incluso Lenin se resistió a creer, creyendo que el ejemplar de Vorwärts donde lee la noticia era una falsificación de la policía), la marca para siempre: “el partido y la Internacional están por los suelos”, escribe a Hans Diefenbach. “La socialdemocracia alemana después del 4 de agosto de 1914 es un cadáver hediondo”, concluye.
Pasa la mayor parte de la guerra en prisión; primero, en la cárcel de mujeres de la Barnimstrasse ; después, en Wronke y en Breslau. La euforia de los primeros días de la guerra ha desaparecido. En 1915, escribe: “El espectáculo ha terminado. Los trenes que llevan a los reservistas parten ahora en silencio […] En la atmósfera diáfana del pálido amanecer resuenan las voces de un coro diferente: el bronco clamor de los buitres y hienas de los campos de batalla. Lleno de oprobio, vergonzoso, manchado de sangre, sucio, ese es el verdadero rostro de la sociedad burguesa”. En febrero de 1915, con Karl Liebknecht, Clara Zetkin, y Franz Mehring, funda Die Internationale, que el gobierno guillermino prohíbe con la connivencia de la dirección del SPD, y que, al año siguiente, adopta el nombre de Liga Espartaco. El 18 de febrero de 1915, Luxemburg es detenida y encarcelada durante un año: escribe en la cárcel el programa espartaquista, y el 22 de enero sale en libertad. Mientras tanto, Liebknecht, que ha vuelto del frente para participar en las reuniones del Reichstag, denuncia con energía la locura militarista del gobierno alemán.
Luxemburg es encarcelada de nuevo en julio de 1916, primero en Wronke, cerca de Poznań , donde puede moverse por la fortaleza, y después en Breslau, donde está recluida en la celda; afectada con frecuencia por la depresión, traduce al poeta polaco Korolenko y sigue la marcha de la guerra, mientras Jogiches reconstruye, por encargo suyo, las estructuras clandestinas del grupo espartaquista. Ya no saldrá de la cárcel, hasta que los obreros revolucionarios la liberen durante la revolución alemana de noviembre de 1918. A su vez, Liebknecht, que, forzado por la disciplina del SPD, había votado los créditos de guerra en el parlamento, contra su conciencia, pasa a denunciarlos con dureza; es detenido también el 1 de mayo de 1916, acusado de alta traición y confinado en la cárcel de Luckau. Con él, Luxemburg, Zetkin y Mehring, también decepcionados por el apoyo del SPD a los bonos patrióticos para financiar la guerra, forman el núcleo del espartaquismo.
Luxemburg ataca con contundencia el militarismo alemán y el imperialismo, y siempre desconfió del nacionalismo polaco. Es consciente de la importancia histórica de la revolución bolchevique, y anota que Rusia es el único país donde los miembros de la Internacional no han traicionado a los trabajadores ni a la causa del socialismo, aunque ello no le impedirá criticar al partido bolchevique cuando lo considere necesario. Insiste en el valor de la democracia socialista, elevada a cuestión central. En su folleto La revolución rusa, escribe: “La libertad reservada sólo a los partidarios del gobierno, sólo a los miembros del partido —por numerosos que sean— no es libertad. La libertad es siempre únicamente libertad para quien piensa de modo distinto […] y pierde toda eficacia cuando la se vuelve un privilegio”.
Contraria al dogmatismo y el nacionalismo, consecuente internacionalista, Luxemburg rechaza el independentismo polonés, y defiende la unidad entre los trabajadores polacos y rusos, como después defenderá la de polacos y alemanes. Su desconfianza hacia el derecho de autodeterminación, tanto en la Rusia revolucionaria como en Polonia, Finlandia o Ucrania, surge de su convicción de que el nacionalismo sirve siempre a la burguesía, como ha comprobado en la periferia del imperio ruso y ha visto en el origen de la monstruosa carnicería de la gran guerra. Por eso, liga el derecho de autodeterminación a la conquista del socialismo, y critica a los bolcheviques porque la defensa de la autodeterminación debilita los lazos entre los trabajadores y puede suponer, incluso, la desintegración de Rusia.
Dedicó mucho esfuerzo al combate contra el revisionismo de Bernstein, a denunciar el peligro de abandonar los objetivos revolucionarios, y a perfilar el contenido de la huelga de masas como instrumento para la revolución, siguiendo los planteamientos de Engels y la huelga rusa de 1905, y lejos de los planteamientos anarquistas. Su ruptura con Kautsky, en 1910, que anuncia el final de su adhesión al SPD y a la II Internacional, es anterior a la de Lenin. No era una cuestión menor: en esos años, Kautsky aún era considerado el más importante continuador de la obra de Marx y Engels. La traición de la II Internacional (sin exceso: su capitulación ante la derecha nacionalista contribuyó a la mayor matanza de la historia, hasta entonces) es denunciada por Luxemburg y por Lenin, que mantienen visiones diferentes sobre la revolución bolchevique. Lenin, que no ocultó sus desavenencias con ella, la calificará de “gran comunista” cuyas obras y memoria “serán siempre valiosas para todos los comunistas”. Esa traición había comenzado a germinar en el SPD cuando Kautsky quita importancia al imperialismo capitalista, y estalla en 1914 con la entrega socialdemócrata al militarismo y la guerra. Mientras el SPD cede al imperialismo, Luxemburgo lo combate con decisión, manteniendo que el socialismo es su radical antagonista.
En marzo de 1918, le llega a la cárcel la noticia de que Jogiches ha sido detenido. Sigue apasionadamente los pasos de la revolución en Rusia, aunque confiesa a veces su desazón: en julio de 1918 escribe a Luise Kautsky y le confiesa su preocupación por las ejecuciones en Moscú: sabe que la revolución está asediada y en peligro, pero no puede evitar la inquietud. Está convencida de que Lenin ha sabido interpretar el momento histórico y la oportunidad de la revolución socialista en Rusia, aunque no por ello oculta sus diferencias, que se centran en el análisis del derecho de autodeterminación, en la concepción teórica del partido revolucionario y en algunas decisiones del gobierno bolchevique. Durante esas últimas semanas que vive en la cárcel de Breslau, Rosa concluye su trabajo sobre la revolución rusa que termina en el conocido “Fragmento sobre la guerra, la cuestión nacional y la revolución”. En él, escribe: “La idea de la lucha de clases capitula aquí ante la idea nacionalista. La armonía de las clases en cada nación aparece como presupuesto y complemento de aquella armonía entre las naciones que debería surgir de la guerra mundial bajo la forma de ‘sociedad de las naciones’. En el momento actual el nacionalismo absorbe todo. Desde todas partes naciones y nacioncitas se presentan a reclamar derechos de constitución en Estado. Cadáveres rejuvenecidos surgen de los sepulcros centenarios, infundidos de un nuevo impulso primaveral, y pueblos ‘privados de historia’, que no habían constituido hasta ahora organizaciones estatales autónomas, muestran una violenta inclinación a la formación de Estados. Polacos, ucranianos, rusos blancos, lituanos, checos, yugoslavos, diez naciones nuevas en el Cáucaso… Los sionistas fundan ya su ghetto palestino, provisionalmente en Filadelfia… en el Blocksberg nacionalista es actualmente la noche de Walpurgis.”
Un partido para la revolución, esa es la idea central de Luxemburg, acompañada de la reafirmación de su utilidad como instrumento, situando la actividad sindical y parlamentaria como esferas relevantes pero secundarias. Un partido que no suplante a los trabajadores, sino que contribuya, en las luchas, a que tomen conciencia del papel histórico del proletariado y se apoderen de los mecanismos del poder. El 18 de octubre de 1918, acariciando ya la libertad, escribe a Sophie Liebknecht: “Si han puesto en libertad a [Wilhelm] Dittmann y a Kurt Eisner, a mí no pueden tenerme ya mucho tiempo en la cárcel, y también Karl [Liebknecht] se verá libre no tardando.” Así es: Liebknecht sale de prisión cinco días después, y viaja a toda prisa a Berlín. Tampoco Eisner pierde el tiempo: va a Múnich, y el 8 de noviembre dirige el derrocamiento de la monarquía de los Wittelsbach en Baviera y proclama la república.

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Gracias a la amnistía decretada tres días antes, Liebknecht es puesto en libertad el 23 de octubre de 1918 y, unas horas después, es recibido por miles de obreros y soldados en la estación de Berlín; en la Potsdamer Platz, llama a los trabajadores alemanes a seguir el ejemplo de los obreros rusos. El 4 de noviembre, los marineros de Kiel se rebelan e izan la bandera roja en los barcos, y los trabajadores protagonizan una huelga general; en los días siguientes, la revolución se extiende por Alemania. Las banderas rojas son la muestra del influjo de la revolución bolchevique, pero alarman a la burguesía alemana. La capital del Reich bulle de agitación, y todo se precipita: Guillermo II abdica el día 9 y, en esa misma jornada, Schedeimann por un lado y Liebknecht por otro proclaman la república. Ebert pretendía mantener la monarquía, pero el oportunismo de Scheidemann le hace adelantarse un par de horas, oponiendo su república burguesa a la república socialista de Liebknecht. Schedeimann y Ebert quieren evitar la revolución: temen que la crisis desemboque en una república sovietista como en Rusia. Liebknecht llama a la república socialista, pero no dispone de un partido revolucionario organizado, con experiencia. El mismo día, Luxemburg es puesta en libertad en Breslau; habla a una muchedumbre ante la catedral, y vuelve sola a Berlín. En la capital, los representantes obreros de las fábricas deciden convocar al día siguiente, en el circo Busch, una asamblea de delegados para elegir un gobierno provisional. Dos días después, se firma el armisticio: la gran guerra ha terminado.
En Berlín, se forma un gobierno del SPD y la USPD, sin presencia de los espartaquistas, y durante semanas conviven en tensión el gobierno de Ebert (que había sustituido como canciller del Reich al efímero Maximilian von Baden) y el Consejo de obreros y soldados, Vollzugsrat. Ebert y el SPD quieren detener el movimiento revolucionario, aunque los obreros arrancan la jornada laboral de ocho horas, se discute sobre la socialización de sectores de la industria, y se destituyen ayuntamientos en muchas ciudades alemanas. Durante las semanas siguientes, la capital padece el plan de Ebert y del ejército para desarmar a la revolución, impulsado por quienes temen perder, además del imperio, sus privilegios, pero los soldados estaban cansados y vuelven a casa, y Wilhelm Groener, que había sustituido a Ludendorff en el Estado Mayor, no puede poner en práctica su acuerdo secreto con Ebert para “aplastar a los bolcheviques”. El 6 de diciembre, tropas al mando del dirigente del SPD, Otto Wels, detienen a los miembros del comité ejecutivo de los Consejos de obreros y soldados de Berlín, ocupan la redacción del periódico espartaquista Die Rote Fahne y disparan contra una manifestación matando a catorce obreros. La contrarrevolución asoma ya su cabeza de serpiente.
La decisión de Ebert, apoyado por el ejército, de impedir el Congreso de los Consejos de obreros y soldados, previsto para el 16 de diciembre de 1918, ocasiona enfrentamientos y numerosos muertos, y la amenaza de golpe de Estado lleva a Luxemburg a pedir a los obreros que desarmen a los soldados que vuelven de las trincheras. Ebert no ha podido impedir el Congreso, aunque, gracias a la mayoría de que dispone el SPD en la reunión, llama a la convocatoria de una Asamblea constituyente. Mientras tanto, el alto mando militar organiza los freikorps , con veteranos del ejército imperial: el 23 de diciembre, se inician los combates entre los marineros que habían ocupado la cancillería del Reich y las tropas de Ebert: el canciller ordena atacar las caballerizas donde permanece la marinería, y los enfrentamientos terminan con decenas de muertos. Aun así, Ebert no consigue controlar la situación, pero la revolución carece de una dirección clara.
La prensa burguesa y la socialdemócrata incitan abiertamente al asesinato de los dirigentes espartaquistas. Llega a ponerse precio a Luxemburgo y Liebknecht: una recompensa de cien mil marcos por sus vidas; circulan octavillas con la leyenda ¡Matad a Liebknecht!, quien, en un discurso en el parque Hasenheide, el 23 de diciembre de 1918, denuncia: “Ahora se ataca a los miembros de Espartaco por todos los medios imaginables. La prensa de la burguesía y de los social patriotas, desde el Vorwärts hasta el Kreuz-Zeitung rebosa de mentiras vergonzosas, de tergiversaciones descaradas, de deformaciones y de calumnias. ¿De qué se nos acusa? De proclamar terror, de haber querido desencadenar una espantosa guerra civil, de procurarnos armas y municiones y de preparar la insurrección armada. En una palabra: de ser los perros sangrientos más peligrosos y sin conciencia del mundo.” Leibknecht, atento también a la situación internacional, denuncia el “humanitarismo” de Woodrow Wilson, que desde el 14 de diciembre está en París asistiendo a la Conferencia de Paz.
El 25 de diciembre, Liebknecht publica en Die Rote Fahne un artículo de expresivo título: “La navidad de sangre de Ebert”, y denuncia ante treinta mil obreros en el bulevar Siegesallee, en el Tiergarten, el intento de golpe de Estado, al tiempo que los revolucionarios ocupan la sede del Vorwärts, pero Ebert consigue controlar la situación. El último día del año, se inaugura el congreso de fundación del Partido Comunista Alemán, nacido en plena revolución. En él, Luxemburg pronuncia un discurso que no deja lugar a dudas: “Ebert y Scheidemann hacen todo lo que pueden para dar alas a un movimiento contrarrevolucionario”. Al mismo tiempo, proclama “con orgullo” que han sido los espartaquistas, el Partido Comunista alemán, los únicos que se han puesto al lado de los huelguistas. Hay impaciencia entre los espartaquistas, Liebknecht llama a la insurrección, y el 6 de enero se convoca la huelga general.
El gobierno de Ebert decide, el 4 de enero, destituir al prefecto de policía de Berlín, Emil Eichhorn (un electricista miembro del USPD que había ocupado con otros revolucionarios la sede de la policía berlinesa el mismo día de la abdicación de Guillermo II), y el periódico del SPD llega a acusarlo de recibir oro del gobierno bolchevique de Moscú. Eichhorn (que, en 1920, ingresará en el KPD) no acepta su destitución, y estallan de nuevo los combates en Berlín. La gigantesca manifestación del 5 de enero, con centenares de miles de personas, y la elección de un comité revolucionario encargado de dirigir el movimiento, culmina con la propuesta de Liebknecht de derrocar al gobierno de Ebert y extender la revolución, idea que no suscribe Rosa Luxemburg, junto con otros dirigentes comunistas, que la consideran prematura. Luxemburg escribe que las masas revolucionarias carecían de dirección, y teme una catástrofe. Ebert acepta negociar para ganar tiempo mientras concentra tropas en Berlín: el 9 de enero, los soldados disparan a matar, y tres días después los Freikorps de Noske entran a sangre y fuego en la capital, fusilando a los revolucionarios que apresan. Centenares de cadáveres llenan las calles de Berlín; la revolución es aplastada sin piedad.
Mientras en las calles de Berlín se suceden los combates, Luxemburg califica a los dirigentes del SPD de “lacayos de la burguesía”. Vive en el frenesí y el peligro, durmiendo cada día en lugares distintos. Friedrich Ebert, que había sido alumno suyo en la escuela del SPD, hace posible que los Freikorps inicien la matanza donde Luxemburg morirá. El 13 de enero, Luxemburg publica en Die Rote Fahne un artículo, “Castillo de naipes”, donde mantiene que, pese a la represión, cualquier gobierno impuesto será una “solución provisional”, un castillo de naipes: “Sobre las ruinas humeantes, entre charcos de sangre y cadáveres de espartaquistas asesinados, los héroes del “orden" se apresuran a afianzar su dominio. El gobierno Ebert trabaja con frenética energía para consolidar su poder: en adelante se regirá por la bayoneta.” […] “bajo el gobierno "socialista" de Ebert y Scheidemann, se están llenando las tumbas en el cementerio de Friedrichshain.”
Pero Luxemburg se equivocaba. Leo Jogiches es detenido el 14 de enero, y de nuevo el 10 de marzo de 1919, en su casa de Neukölln, trasladado a la cárcel de Moabit y asesinado el mismo día por un policía, Ernst Tamschick. Desde 1911, Luxemburg vivía en el número 2 de la Lindenstrasse (hoy, Biberacher Weg, 2), en el barrio de Südende, cuyo apartamento estaba vigilado por los esbirros de Noske, y, así, se ve obligada a dormir cada noche en una casa distinta. Ante el riesgo de ser asesinada, deja el refugio de Neukölln y se traslada a Wilmersdorfer, pero es descubierta. El 15 de enero, Bruno Lindner, Wilhelm Moering y otros tres hombres, todos a las órdenes de Noske, detienen a Luxemburg, Liebknecht y Pieck, en el domicilio de la familia Marcussohn, en el 27 de la Mannheimerstrasse, donde estaban refugiados, muy cerca del cementerio de Wilmersdorfer, como si fuera una premonición. Son trasladados al hotel Edén, donde se hallaba una división de caballería de los Freikorps, con la intención de cobrar la recompensa. Allí, son torturados, y tras la conversación del capitán Waldemar Pabst con Noske, deciden matarlos. Liebknecht es asesinado en el Tiergarten, y Luxemburg, gravemente herida en la cabeza por las torturas, recibe un balazo en la sien disparado por el teniente Kurt Vogel, y su cuerpo es arrojado al Landwehrkanal. En 1921, esa división de caballería de los Freikorps se incorporará a la Sturmabteilung , SA, la sección de asalto, camisas pardas, del partido nazi.
Dos días después del crimen, el órgano central del SPD, Vorwärts, donde Luxemburg y Liebknecht habían escrito, publica una miserable justificación de su asesinato: “Han sido víctimas de su propia táctica sangrienta de terror. […] las leyes de la democracia contra las que ellos se alzaron son sagradas. Ese alzamiento es la causa por la que debíamos y debemos combatirlos”. El 19 de enero, se celebran las primeras elecciones de la nueva república alemana, mientras siguen disparando los fusiles de la contrarrevolución. Ebert y Noske lanzan una feroz operación de limpieza en los barrios obreros de Berlín: la soldadesca y los freikorps fusilan en las calles, vacían edificios y matan a sus moradores; el propio Noske reconoce que, sólo en marzo, han fusilado a mil doscientas personas en Berlín.
Lo mismo ocurrirá en la república soviética de Baviera, donde la revolución no había derramado sangre. En febrero de 1919, el asesinato de Kurt Eisner por un aristócrata del ejército y miembro de la Sociedad Thule (embrión del futuro partido nazi), Anton von Arco auf Valley, es el preludio de la matanza que se anuncia: el 3 de mayo, el ejército y los freikorps toman Múnich a sangre y fuego, fusilan a centenares de personas en las calles, y, el mismo día, juzgan en consejo de guerra sumarísimo a Eugen Leviné, el dirigente comunista que presidía la república, y lo fusilan de inmediato, ahogando su último grito: “¡Viva la revolución mundial!”
La burguesía y el viejo estado guillermino utilizaron a los dirigentes de la socialdemocracia para aplastar la revolución alemana; en poco tiempo, les acusarían también de ser los culpables de la capitulación en la guerra. La revolución alemana apenas había causado muertos, pero la contrarrevolución fue despiadada. El SPD, Ebert y Noske, arman a cuatrocientos mil hombres en los freikorps que inician la sanguinaria matanza en toda Alemania que causará miles y miles de muertos: todavía se ignora con precisión cuántos fueron. En esos freikorps se encuentran ya los rasgos de lo que serán las SA y las SS nazis, mientras un oscuro confidente del ejército llamado Adolf Hitler perfila su anticomunismo, y en los cascos de muchos soldados veteranos desmovilizados empiezan a aparecer svásticas.
El asesinato de Rosa y Liebknecht no fue el final de la revolución, sino el inicio de la contrarrevolución que ahogó a Alemania en una orgía de sangre. En el conmovido y triste entierro de Rosa Luxemburg, Clara Zetkin subrayó que había dedicado toda su vida a la causa del socialismo: “Rosa fue la afilada espada, la llama ardiente de la revolución”.

Higinio Polo
El viejo topo

Trump “not guilty”, la crisis política sigue




Donald Trump se acaba de anotar una victoria política contra sus rivales demócratas tan rotunda como inesperada, luego que el fiscal especial, Robert Mueller, lo exonerara, hace 48 horas, de cualquier colusión con Rusia en las elecciones presidenciales norteamericanas de hace más de dos años. Hasta ahora se suponía exactamente lo contrario, después que el primer asesor de Seguridad, el teniente general Michael Flyn, y luego el operador electoral de Trump, Paul Manafort, fueran condenados a prisión precisamente por esa conexión. El texto afirma que “la investigación no encontró ninguna evidencia de colusión entre el equipo de campaña de Trump y el gobierno de Rusia”. La conclusión desmiente entonces la implacable campaña llevada adelante por los medios de comunicación de Estados Unidos, que aseguraban que la elección había sido distorsionada por una campaña de noticias falsas (”fake news”) difundidas por servicios manejados por la camarilla de Putin. Llama la atención, entonces, que los titulares de la prensa se refieran a una vindicación de Trump y no del presidente de Rusia. A partir de las denuncias en EEUU, Rusia y Putin fueron responsabilizados de intentar condicionar cada proceso electoral que haya tenido lugar en el mundo. En menos de lo que canta un gallo se ha derrumbado una campaña anti-rusa de proporciones enormes. Por sobre todas las cosas, el informe especial debe ser entendido como una decisión de evitar un juicio político a Trump de cualquier modo. En esto coincide el liderazgo del partido demócrata.
Las conclusiones del informe no clarifican, sin embargo, las razones del montaje de la campaña que hacía de Trump un aliado de Putin. Rusia fue uno de los ejes de la confrontación entre Trump y Hillary Clinton en las elecciones pasadas, porque Trump planteaba un retiro del escenario militar del Medio Oriente y calificaba a la presencia norteamericana allí como un desangre nacional, en tanto Clinton abogaba para expulsar a Rusia de Siria mediante una intensificación de los ataques militares. Esta ‘grieta’ no se superó luego del proceso electoral, al punto que originó varias renuncias en el equipo de gobierno de Trump; la última fue, nada menos, que la del jefe del Pentágono, en oposición al retiro del contingente de tropas en el norte de Siria ordenado por Trump. La sospecha de un canal reservado de acuerdos entre los bonapartistas de ambos países no quedó disipada ni cuando Trump mantuvo e intensificó las sanciones contra jerarcas rusos por la ocupación rusa de Crimea y el apoyo de Rusia a los territorios rebeldes del este de Ucrania. Tampoco hubo un cambio a pesar de las presiones de Trump contra Merkel para que abandone la construcción del gasoducto Norte 2, que debe abastecer de gas ruso a Alemania. Trump impulsa también la instalación de bases de la OTAN en la ex Macedonia, que Putin está dispuesto a enfrentar. En Venezuela, Rusia ha desplegados misiles tierra-aire SS-300, uno de los más sofisticados del arsenal militar mundial. En el intermedio, Trump removió las sanciones contra el oligarca ruso, Oleg Derispkaia, luego que este se aviniera a ser reemplazado por un testaferro en la dirección de Rusal, el mayor monopolio internacional del aluminio. Putin le ha ofrecido a Trump un negocio de características espectaculares en este período de crisis capitalista lindante de nuevo con la bancarrota: la reconstrucción de las ciudades sirias, en donde las propiedades de los que han escapado de las bombas ha sido expropiada por el Estado. Con el reconocimiento de Jerusalem, como capital única de Israel, y de las alturas del Golán, como territorio sionista, Trump ha subido mucho la apuesta de un acuerdo con Putin.
La espina de una colusión Trump-Putin sigue, sin embargo, plantada, debido a la agenda de guerra comercial contra Alemania, por parte de Trump. De acuerdo a informaciones últimas, sería inminente el establecimiento de aranceles prohibitivos a la importación de autos germanos a Estados Unidos. Trump, asimismo, ha incitado a una ruptura sin atenuantes de Gran Bretaña con la Unión Europea, lo que es visto como un golpe a los aliados europeos de la OTAN y en especial a Francia – la única con armamento nuclear. Es claro, en el plano estratégico, que Trump persigue una política unilateral, iniciada por sus predecesores, por ejemplo cuando invadieron Irak, en 2003, contra la oposición de Francia, Alemania y otros gobiernos europeos. La regimentación de la OTAN por parte de EEUU es un instrumento político estratégico en la guerra, también estratégica, contra China. Es precisamente lo que defiende la banda dirigida por Steve Bannon, ex jefe de campaña de Trump, empeñado en organizar una internacional derechista, desde el brasileño Bolsonaro al húngaro Orban, que no excluye a Putin, el cual tiene una relación de preferencia con la derecha de Francia, Le Pen, e Italia, Salvini. Para los opositores a Trump, en cambio, un desmembramiento de la UE es enteramente funcional al incremento del espacio de acción de Rusia y un retaceo a la preeminencia que han alcanzado los altos mandos de la OTAN en la política mundial.
La exoneración que le ha dado el fiscal especial a Trump, es política. En los estrados judiciales Trump sigue acusado por diversos desfalcos y por infracciones electorales, sobre las que la gran prensa norteamericana y el partido demócrata han prometido seguir batiendo el parche. No es la democracia o el estado de derecho lo que pretenden defender. Es la expresión de una división cada vez mayor de la burguesía mundial ante el desarrollo político de la crisis mundial. El cierre sistemático de plantas de los grandes monopolios industriales, así como la sangría de dinero y capitales que sufren los países emergentes, plantean una reorganización de conjunto de la economía y política mundial, con choques internacionales cada vez mayores – y guerras. En especial cuando desde México y EEUU, hasta Argelia, Irán y Sudán, pasando por Francia, Alemania o Hungría, emergen luchas populares en gran escala, con una creciente participación de la clase obrera de la industria y la tecnología de punta.

Jorge Altamira

lunes, 25 de marzo de 2019

El fantasma de la crisis vuelve a planear sobre Europa




Durante las pasadas semanas, tanto la OCDE como el BCE han reconocido abiertamente la desaceleración que está sufriendo la economía europea desde la segunda mitad de 2018, encendiendo con ello todas las alarmas acerca del progreso futuro de la actividad en la región. Se trata del mayor recorte en sus previsiones de crecimiento desde 2009.

Parece que las grandes incógnitas comienzan a despejarse y no auguran un escenario nada halagüeño. El año 2019 viene marcando un importante cambio de coyuntura en Europa. No sólo en la lucha de clases, cuya expresión más aguda ha sido la emergencia (y permanencia hace ya más de cuatro meses) de los Gilets Jaunes en Francia, sino también en el tablero económico.
Tal es el escenario que parecen sugerir las nuevas previsiones de crecimiento adelantadas por la OCDE y el BCE. El primero ha rebajado ocho décimas su estimación de noviembre para la eurozona, hasta un 1%, la revisión a la baja más pronunciada desde 2009, cuando hace solamente cuatro meses se esperaba un 1,8%. ¿Qué factores pueden explicar tal comportamiento de las anteriores variables?

Malas noticias para el corazón industrial de Europa

En realidad, no se trata de una noticia inesperada. Sin ir más lejos, la producción industrial europea, que durante años había sido el gran motor de crecimiento de la región, viene avisando de un frenazo en seco. Ésta cayó en diciembre un 4,2% respecto al mismo mes del año anterior. De nuevo, el peor dato en nueve años, sin parangón desde la Gran Recesión y con un impacto particular sobre las grandes potencias europeas.
La eurozona suma así dos meses consecutivos de caída de la producción industrial en tasa interanual, es decir, en comparación con los meses de noviembre y diciembre de 2017. Estos datos, publicados por Eurostat, reflejan el impacto de toda una serie de factores coyunturales que quizás hayan llegado para quedarse.
Por un lado, la tensión comercial entre Estados Unidos y China, que ha provocado el resurgimiento de las políticas arancelarias, acerca de las que reflexionábamos recientemente en Izquierda Diario, afecta especialmente a la eurozona, ya que es la región con mayor superávit de cuenta corriente, superior incluso al de China.
Por otra parte, el país asiático está viviendo una ralentización de calado en sus tasas de crecimiento durante los últimos trimestres, lo que ha tenido un impacto importante en las importaciones de productos europeos, particularmente alemanes. Estos dos factores han contribuido decisivamente a enfriar la demanda de mercancías industriales europeas. Sin embargo, hay más elementos que refractan en la dinámica negativa de las variables de comportamiento económico para la eurozona.

Incertidumbre, crisis política y lucha de clases

“La elevada incertidumbre política y la moderación de la confianza apuntan a una desaceleración de la demanda que podría persistir”, advierte la OCDE. O lo que es lo mismo, en 2019/2020 cabe esperar un escenario de crecimiento raquítico con posibles recaídas en recesión para toda la zona euro. En concreto, este mismo organismo ha rebajado su previsión hasta el 1,2%, lo que supone un recorte de cuatro décimas con respecto a la estimación anterior, del 1,6%.
¿A qué elementos de orden “superestructural” se refiere la OCDE? El Brexit es actualmente la mayor de las amenazas para la maltrecha economía europea. El mismo informe sólo parece contemplar un Brexit ordenado en un lapso temporal más o menos prolongado, pero tal hipótesis no está en absoluto garantizada a día de hoy. Hace pocos días la Cámara de los Comunes respaldó por apenas cuatro votos una enmienda que descarta un brexit sin acuerdo “en cualquier fecha y bajo cualquier circunstancia”. Aunque esta votación sólo tiene un valor consultivo y no anula la implementación del artículo 50 del protocolo de salida, que fija la fecha de salida en el 29 de marzo de 2019.
Mientras la posibilidad de un “no acuerdo” con Bruselas vuelve a estar sobre la mesa, este jueves el Parlamento británico debe pronunciarse sobre si el maltrecho Gobierno de Theresa May pide o no a Bruselas una prórroga en la fecha de salida, aunque nadie tiene claro por cuánto tiempo y, todavía más importante, para qué. Una petición que, dicho sea de paso, la UE no da por sentado que vaya a aceptar.
A nadie escapa la idea de que un Brexit “duro” supondría convertir en papel mojado todas estas predicciones y enviarían directamente al Reino Unido a la recesión, con consecuencias materiales y políticas difíciles de prever para toda la Eurozona.
En este escenario, el resultado de las elecciones al Parlamento Europeo y el previsible crecimiento de formaciones de extrema derecha euroescépticas, una hipotética agudización de las tensiones comerciales con los EE.UU. o la caída de la confianza de los agentes económicos provocada por todo lo anterior, también serían factores desestabilizantes que tendrían su impacto en la dinámica económica europea.
Y, por supuesto, el elemento clave para cualquier marxista, a saber: el rol de las masas en todo este proceso. Por ejemplo, y dado el anterior escenario, ¿Qué implicaciones podría tener una hipotética agudización del movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia, a los que se suma la entrada del movimiento obrero sindicalizado que este martes ha hecho una nueva huelga general contra Macron, abriendo la posibilidad de que se establecieran lazos con la clase obrera de ese país, exportando una oleada de profundo descontento por toda Europa?
En este punto, ningún analista serio puede ya asegurar si todas estas dificultades son de carácter coyuntural o estamos realmente ante una amenaza seria de cambio de coyuntura del ciclo, brusca y descendente. Lo único cierto es que las contradicciones se acumulan en la base material del capitalismo europeo. Y los medios para sortearlas de que disponen las clases dominantes son realmente exiguos.

Una montaña de deuda, el gran lastre

La reacción del Banco Central Europeo a los síntomas de desaceleración no se ha hecho esperar. Toda la gran orquesta de Mario Draghi ha sido puesta en funcionamiento, aunque que cada vez tiene menos potencia. En concreto, anunció que no se tocarán los tipos de interés hasta 2020 y que lanzará una nueva ronda de liquidez a la banca con préstamos de corto y largo plazo. De esta manera, la rentabilidad exigida a los bonos estará cerca del mínimo de 2016. El objetivo es estimular el crédito, barato y a raudales, y apostar al financiamiento barato de las economías europeas. Todo con el fin de intentar reactivar consumo e inversión de los agentes económicos y así contrarrestar la desaceleración.
En otras palabras, la utilización de la política monetaria, en un sentido tibiamente keynesiano, para tratar de insuflar vida a la demanda agregada e intentar sortear la fase descendente del ciclo. Pero a pesar de todos los esfuerzos por estimular la misma, tanto consumo como inversión se frenarán este año. Así lo estima el BCE, que apunta a una caída del consumo privado de cuatro décimas con respecto de lo que esperaba en diciembre, creciendo un 1,3%, y un crecimiento para la formación de capital fijo de un 2,1%, muy lejos del 3,3% previo. Solo el consumo público se acelerará, con un crecimiento del 1,7% a lo largo del año, en particular debido a la política fiscal de los gobiernos europeos.
Como se ha demostrado históricamente, nada de esto por sí mismo constituye una solución duradera y estable para sortear una situación material descendente. En realidad, sólo es más leña al fuego. En un contexto de ingente sobrecapacidad productiva instalada y stocks de capital infrautilizados, la política monetaria y fiscal sólo pueden alimentar burbujas y orientar flujos de capital privados hacia decisiones de inversión erróneas, tales como el ladrillo, transacciones hipotecarias o activos financieros de altísimo riesgo. Es decir, intentar apagar un incendio con gasolina.
En el mejor de los casos, sólo serviría para posponer temporalmente las grandes dificultades. Y a pesar de todo, el margen para este tipo de salidas en clave keynesiana, es realmente pequeño. Cuando estalló la crisis económica de 2007/2008, la situación financiera de los Estados era radicalmente diferente a la actual. Por aquel entonces, el endeudamiento del sector público era de promedio inferior al 70% del PIB, con una posición sólida y un acceso a la financiación realista, sin ayuda de las instituciones europeas. Hoy las cosas son completamente diferentes.
Con una deuda pública próxima al 90% del PIB y a pesar de unas primas de riesgo favorablemente distorsionadas por el accionar del BCE, el margen para continuar endeudándose es realmente estrecho. Hasta nimios intentos de paquetes asistencialistas, como hemos visto en el Estado español, chocan con la lógica implacable de la estabilidad presupuestaria. Las “políticas expansivas” que permite tal margen material serán ya de un calado muy pequeño, y su impacto real, efímero y poco eficaz.
Más allá de predicciones cerradas, lo cierto es que hay numerosos indicios para pensar que podemos estar transitando hacia un escenario de seria desaceleración seria y un nuevo período de estancamiento en Europa. Está por ver si es, en realidad, la antesala de una vuelta aguda de coyunturas recesivas severas. Por una vía u otra, nuevos ataques al bienestar material de las masas están a la vuelta de la esquina. El contraataque de los sectores populares frente a los planes del capital, será igualmente inevitable.

Alberto Fernández
Vigo