sábado, 29 de febrero de 2020

Termina el ciclo de Gobiernos frenteamplistas




Luego de la derrota en segunda vuelta, este domingo llega a su fin el ciclo de gobiernos del Frente Amplio y vuelve la derecha encabezada por Lacalle Pou. El hecho amerita un balance de este periodo, inédito en la historia del país.

Con la asunción de Luís Lacalle Pou este próximo domingo se cierra el ciclo de gobiernos del Frente Amplio (FA) comenzado en el año 2005.
Tabaré Vázquez primero, José Mujica en el segundo mandato y posteriormente nuevamente Tabaré fueron los líderes que encabezaron estos gobiernos, que constituyen una experiencia inédita en el Uruguay, donde siempre habían gobernado los partidos capitalistas tradicionales Blanco y Colorado.
Más allá de la experiencia concreta de estos 3 periodos, la oportunidad invita a reflexionar sobre el proceso que se inició a principio de los 70 con el surgimiento del Frente Amplio. Veremos cómo desde entonces esta coalición ha intentado ser parte del régimen y finalmente terminó administrando el estado capitalista uruguayo.
A lo largo de todo este periodo histórico se dieron procesos tan importantes como el ascenso obrero y popular de los 60 y 70, la posterior dictadura cívico militar, la transición democrática y el Pacto del Club Naval, los gobiernos blancos y colorados (1984-2004) con el FA en la oposición y finalmente la llegada de esta fuerza política al gobierno, donde se mantuvo 15 años.

15 años de gobierno: más continuidad que ruptura

La llegada al gobierno de Tabaré Vázquez despertó grandes ilusiones en los trabajadores y sectores populares.
Luego de la crisis del 2002, con sus secuelas de hambre, crisis económica y desocupación, el triunfo del FA generaba muchas expectativas de cambio y de mejoras en las condiciones de vida.
A grandes rasgos, y como balance más general, podemos decir que hubo más continuidades que rupturas en relación a los gobiernos precedentes. Muy lejos quedó de aquel Frente Amplio que en su fundación prometía el cambio y una transformación social estructural, promesa que constituyó el motor del apoyo entre los trabajadores y sectores populares.
A lo largo de sus 3 periodos, aún con los matices que separan a Vázquez de Mujica, lo que primó fue un enfoque político que ubicó al Frente Amplio como un gestor y administrador del capitalismo en nuestro país, en el que el pago de la deuda externa y la aceptación de las directivas de los organismos internacionales imperialistas (FMI, BM, BID) nunca fueron puestos en cuestión.
A nivel económico, y en el marco más que favorable de los buenos precios de las materias primas que exporta tradicionalmente Uruguay, se favoreció la apertura de la economía, fomentando la llegada de capitales internacionales con subsidios, exoneraciones, creación de zonas francas y otras facilidades.
Las negociaciones para la segunda planta de celulosa de la trasnacional UPM ejemplifican la política que intentó llevar adelante el gobierno; buscar satisfacer las demandas de las multinacionales realizando obras en función de sus necesidades, negociación a la baja de las condiciones y derechos laborales y falta de cuidado por el medio ambiente.
Si bien los niveles de desempleo fueron comparativamente bajos, el “modelo” se sostuvo en base a bajos salarios y trabajo precario, especialmente entre los jóvenes.
Al culminar este tercer periodo, aproximadamente un 40% de los trabajadores ganan alrededor de 24mil pesos (600 dólares); cuando la canasta básica familiar se ubica en casi 85mil pesos ( alrededor de 2200 dólares).
Cabe agregar que en los sucesivos gobiernos frentistas no se revirtieron los procesos de tercerizaciones y privatizaciones en el sector público; e incluso en algunas áreas se profundizaron (UTE, OSE, IMM, ley de riego, entre otras).
A todo esto se suma el profundo proceso de extranjerización de la tierra (fenómeno de una magnitud nunca vista) que llevó a que alrededor del 50% de las tierras estén en manos extranjeras y que los propietarios uruguayos se desprendieran en los últimos 18 años de una superficie equivalente a los departamentos de Artigas, Rivera, Cerro Largo, Rocha y Durazno.
A nivel de derechos humanos también hubo una continuidad de parte del Frente Amplio respecto de los gobiernos anteriores de los partidos tradicionales. En lo esencial, se mantuvo la impunidad para los crímenes de la dictadura, y el discurso oficial (tanto con Tabaré como con Mujica) apuntó hacia el "olvido", la reconciliación y la "vuelta de página".
La presencia de otro de los históricos líderes del FA, Fernández Huidobro, un defensor confeso de militares genocidas, atestigua el límite que puso el Frente Amplio para avanzar, aunque sea mínimamente por el camino de la verdad y la justicia. El propio fenómeno de Manini Ríos es en parte responsabilidad del FA; su figura fue sostenida y promovida durante el gobierno de Mujica y luego de Vázquez, aún con su pensamiento conservador y autoritario que nadie desconocía.
En relación a los derechos humanos en democracia, no se puede dejar de remarcar que durante los gobiernos frenteamplistas la cantidad de presos sociales alcanzó un record histórico y en relación a la población es una de las más altas de América Latina; además de que las condiciones de privación de libertad han sido inhumanas y condenadas a nivel internacional.
Con el correr de los años se fueron endureciendo las políticas represivas, aumentando las penas, poniendo trabas a los regímenes de libertad anticipada, fortaleciendo a las fuerzas represivas, dando un rol a las fuerzas armadas en la custodia de las cárceles y en zonas de frontera, entre otras cuestiones. Desde el gobierno se apeló a megaoperativos en barrios populares y se reprimieron movilizaciones opositoras que criticaban distintas políticas del gobierno (UPM, Codicen, esencialidad en la educación, etc.)
Tabaré Vázquez, además, elaboró el decreto antipiquetes que da cobertura legal a la represión estatal ante cortes de rutas u ocupaciones y durante su segundo mandato se sancionó la ley antiterrorista, a tono con las políticas del imperialismo para la región y para reprimir la protesta social.
En relación a la agenda de derechos democráticos elementales durante los periodos de gobierno del Frente se dieron algunas concesiones y sancionaron leyes progresivas aunque con muchas limitaciones como el matrimonio igualitario, aborto legal, consumo de marihuana, etc.). Estos logros, en ocasiones con opositores en las propias filas del partido de gobierno y limitados producto de las negociaciones con los sectores conservadores, fueron motorizados por los movimientos sociales pro derechos; nadie regaló nada, en todo caso fueron productos de décadas de luchas y movilizaciones para ampliar derechos y libertades.

Un Frente Amplio totalmente integrado al régimen político

Cabe preguntarse entonces qué puede haber sucedido en estos 50 años que llevaron a que aquel Frente Amplio temido, resistido y perseguido por las clases altas y el imperialismo en los comienzos de los 70 se haya transformado en un partido confiable para estos mismos sectores.
Ya desde sus orígenes, y a pesar de un programa tenuemente transformador (que incluía al menos en los papeles cuestiones tales como la reforma agraria y la nacionalización de la banca y del comercio exterior), la naciente coalición de izquierdas buscó canalizar el ascenso obrero y popular hacia el terreno de las elecciones, generando confianza y expectativas en que se podrían lograr transformaciones profundas con solo llegar al gobierno.
Ante el golpe del 73 (e incluso durante las jornadas previas de febrero) el Frente no potenció la profunda disposición a la lucha de los trabajadores y estudiantes que enfrentaban en la calle a los militares. La dirección mayoritaria llevó la resistencia hacia un callejón sin salida y a pesar del heroísmo de su base militante, durante el gobierno militar buscó acuerdos y acercamientos a sectores burgueses (que en su momento incluso votaron medidas represivas) como el nacionalista Ferreira Aldunate.
Hacia el final de la dictadura, cuando nuevamente el pueblo se encontraba a la ofensiva y quería terminar con el régimen de miseria que habían impuesto los militares, el Frente se constituyó en la pata izquierda de la transición pactada con los genocidas. Pacto de Club Naval mediante, el FA fue garante de la impunidad y del mantenimiento de cambios regresivos impuestos durante el periodo dictatorial.
Partiendo de esa matriz reformista y conciliadora, con los años fue profundizando su integración al régimen político, mostrándose primero como una "oposición responsable", que contenía a los trabajadores cuando aumentaba la conflictividad; o luego siendo un prolijo gobernante en la Intendencia de Montevideo (con su política de privatizaciones y tercerizaciones, así como de represión a vendedores ambulantes como sucedió en los 90 cuando Tabaré era intendente).
De aquel discurso confrontativo y crítico con el Uruguay batllista (por José Batlle y Ordóñez que impulsó una modernización capitalista a principios del siglo XX), que al menos declarativamente proponía transformar al Uruguay con cambios profundos, se pasó a esta versión “moderna” del Frente Amplio, aceptada por las clases dominantes y totalmente integrada al régimen político.
La crisis del 2002 puso en evidencia el rol del FA como instrumento de contención y apaciguador de los conflictos; pero su llegada al gobierno mostró en toda su plenitud su perfil de gestor y administrador del capitalismo neocolonial del Uruguay.
Su derrota en estas últimas elecciones hay que entenderla desde las expectativas que alguna vez despertó en los trabajadores y el pueblo, pero que llegado al gobierno no cumplió, dando lugar de esta manera a la recomposición electoral de la derecha.
La apatía, el escepticismo, incluso el voto de sectores pobres a conservadores autoritarios como Manini, hay que entenderlos desde el desengaño que provoca ver que más allá de algunos matices el Frente Amplio no se diferencia mucho de los mismos partidos tradicionales que han gobernado a favor de las clases dominantes por casi 180 años.

Hernán Yanes
Sábado 29 de febrero | 00:26

El Banco Mundial, el coronavirus y Wall Street




“Los `bonos pandémicos` del Banco Mundial podrían dejar de pagarse”

Que el capital lucra de las penurias humanas no es noticia. Lo que sí resulta relativamente novedoso es que desde 2017 el Banco Mundial –institución señera - emitió dos series de bonos por un total de u$s 320 millones atados a la eventualidad de cataclismos como … “una pandemia” (sic, Financial Times, 27/2). Lo hizo para “ayudar a los países en vías de desarrollo”.
Los bonos, muy atractivos, “pagarían intereses, de hasta un 15% anual (en dólares), siempre y cuando no se desatara una pandemia o se reunieran ciertos requisitos propios de ellas. (…) una vez que esas circunstancias se dieran, el repago a los acreedores se interrumpiría y el capital generado se utilizaría para ayudar a los países pobres que se vieran afectados por la emergencia sanitaria. Es decir, si efectivamente se desata una pandemia, el inversor pierde parte o la totalidad del dinero invertido en el bono” (ídem).
Según informa el Financial Times “los pagos no se interrumpieron durante anteriores brotes infecciosos como la epidemia de ébola de agosto de 2018 … sin embargo los inversores parecen creer que con el brote de coronavirus que se originó en China la cosa será diferente”.
Lo que los capitalistas llaman su “riesgo” (sic) se refleja en la cotización del bono en el mercado. Pues bien, el “llamado Tramo B –la más riesgosa de las dos series (emitidas)– ya se están negociando a un promedio de 57 centavos por dólar”. La eventualidad de que el capital pierda su inversión se produce, según los términos contractuales del bono, “pasadas doce semanas desde el brote inicial, lo que en el caso del coronavirus ocurrirá el 23 de marzo. Además, la enfermedad tiene que haber provocado al menos 250 muertes en el país de origen, una cifra ampliamente superada por el coronavirus en China … además es preciso que el virus haya cruzado una frontera internacional y provocado al menos 20 muertes en un segundo país, lo que según datos oficiales todavía no ha ocurrido” (aquí el Financial Times está atrasado; en Irán se superaron ya las 30 muertes).
El otro tramo del bono, el supuestamente menos riesgoso “se activa una vez que se han registrado al menos 2500 muertos”. Este bono “paga un interés anual del 6.9% por encima de la tasa Libor –el hecho que todavía se estén transando muy cerca de su valor nominal le da más munición a los críticos del instrumento” (ídem).
Como hasta ahora no hubo que activar la cláusula que transfiere el capital del bono al Banco Mundial, la operación ha representado una ganancia simplemente gigantesca para los fondos internacionales. Los intereses acumulados durante dos décadas, que ha debido pagar el BM superan la inversión inicial que recogió. Esto es así incluso si el BM ha invertido la recaudación de esos bonos en otros bonos o en préstamos a los países asociados. O sea que el Banco Mundial ha incurrido en un déficit – no tiene los recursos para ir en ayuda de la pandemia del coronavirus. Por eso la Organización Mundial de la Salud no la declara como tal. Si lo hiciera, los estados miembros del banco se convertirían en acreedores de un Banco Mundial que se encuentra en default. Esta circunstancia debe ser asociada al derrumbe de los mercados accionarios y de deuda pública.
Nada de esto, sin embargo, por importante que es, constituye lo fundamental. El capital derivado al Banco Mundial es el que falta al sistema de salud, que se encuentra definitivamente impreparado para atender a una pandemia. La utilización del sistema privado sería insoportablemente costosa para pacientes y estado; una pandemia obligaría a intervenirlo sin compensación para las compañías que lo regentean. Se hace evidente que la plata inyectada al BM es capital ficticio, no representa ningún activo productivo o real, como habría ocurrido con una inversión masiva en los sistemas de salud pública.
Es presumible que el impacto mayor de una pandemia recaería en Estados Unidos, que tiene el sistema privado más extenso del mundo. Para Wall Street el virus del capital ficticio podría ser más mortal que el coronavirus.

Norberto Malaj
28/02/2020

viernes, 28 de febrero de 2020

Coronavirus, la verdadera "pandemia"




En cuestión de horas, la cuestión del coronavirus ha superado todos los anuncios pretendidamente “tranquilizadores”, para poner de manifiesto un desastre sanitario, social y económico de alcance mundial. La Organización Mundial de la Salud (OMS) convoca ahora a prepararse para una pandemia, esto es, la propagación del virus de un modo perdurable e internacionalmente extendido. En China, ya se han producido más de 2.500 muertes, mientras que se registran 80.000 casos en el mundo. El virus ya se ha alojado en Italia y, por lo tanto, en Europa, mientras que los casos y la alarma se extiende a Irán y Corea del Sur, entre otros 37 países.
La tesis de la baja tasa de mortalidad del virus -del 3 al 4% en China- , que alimentaba los mensajes apaciguadores de las primeras semanas, comienza a mostrar sus falacias. Ocurre que el bajo porcentual de muertes debe contraponerse con la muy fácil propagación, debido a que el contagio tiene lugar antes incluso que las personas evidencien síntoma alguno. A término, esta difusión fulminante debe llevar a un aumento absoluto de personas muertas. Al mismo tiempo, la velocidad de contagio desborda las medidas de atención que apuntan a morigerar la enfermedad, lo que conduce a un mayor número de casos fatales.
La paralización económica que acompaña a la epidemia en China -y las medidas similares que comienzan a tomarse en otros países- han desatado un derrumbe de las bolsas mundiales, que se extiende hasta infectar a los títulos de la deuda pública norteamericana. El valor bursátil de las sociedades que cotizan en las bolsas europeas sufrió una pérdida de 400.000 millones de dólares en los últimos días. Lo mismo ocurre con los precios del comercio internacional, comenzando por el petróleo. Los especuladores descuentan un agravamiento de la catástrofe y de sus consecuencias. Pero el pulgar hacia abajo es, en este caso, un veredicto respecto de todo un régimen social.

El virus está adentro

Un artículo publicado por el New York Times días atrás, con la firma del Dr. Michael Osterholm, infectólogo de la Universidad de Minessota, pone de manifiesto los límites de las medidas adoptadas hasta hoy. Por empezar, caracteriza a los bloqueos y cuarentenas como “tácticas dilatorias” de la propagación de la enfermedad. La dilación, señala, puede ser valiosa, a condición de que exista “un sólido sistema de salud”. Pero en su valoración, la propagación del virus terminará desbordando “rápidamente todos los recursos, tanto en China como en Estados Unidos”. La explicación del autor no admite ambigüedades: estamos “en un mundo mal preparado para enfermedades potencialmente mortales y de fácil transmisión”. Y señala luego que la primera ausencia de preparación se relaciona con el mundo del trabajo: “la prioridad número uno de todos los países debería ser proteger a sus trabajadores de la salud”. En el corazón de la epidemia, en la provincia china de Hubei, se han registrado 1.500 casos de médicos infectados.
Los autores recomiendan el desarrollo de “instalaciones ad hoc de emergencia” -carpas en grandes playas de estacionamiento- ante el evidente desborde de los hospitales públicos. En efecto: los dispositivos de emergencia que se han adoptado en diferentes países están centrados en los hospitales estatales. Pero tropiezan con los límites crecientes de este tipo de atención, en el marco de un progreso general de la privatización de la salud. Un reciente informe de la OMS señala que “en los países de ingresos bajos y medianos, los nuevos datos sugieren que más de la mitad del gasto sanitario se dedica a la atención primaria de la salud. Sin embargo, menos del 40% de todo el gasto… proviene de los gobiernos”.
El Dr. Osterholm añade luego que los implementos sanitarios de protección –barbijos y otros- se están “agotando rápidamente” en los hospitales norteamericanos, lo que coloca a enfermeras y médicos en la desprotección. Recomiendan entonces que “las cadenas de fabricación y distribución de medicamentos y otros productos vitales, como agujas y jeringas, no deben interrumpirse y, dada la naturaleza global de esa industria, para eso es necesaria la cooperación internacional”. Sugieren, en definitiva, una gigantesca articulación mundial que, claramente, es antagónica con el lucro privado y la competencia entre monopolios capitalistas. “Los países no deberían ser aislados”, señala el autor, y alude, sin mencionarlo, a los choques relacionados con la guerra comercial y la crisis mundial.
En su paneo sobre este desastre “sanitario”, el especialista termina abordando un punto neurálgico: anticipa una crisis “farmacológica”, relacionada con la posible escasez mundial de medicamentos genéricos, que tiene como principal productor a la paralizada industria china. Tanto para superar esa penuria, como para producir los medicamentos necesarios para enfrentar el coronavirus, la sociedad choca con las barreras impuestas por las patentes farmacéuticas, el derecho de propiedad sobre un conocimiento que, sin embargo, suele originarse en universidades y centros de investigación de carácter público.
El revelador diagnóstico de Osterholm conduce a una conclusión de fondo: un abordaje integral de la pandemia del coronavirus colisiona con el orden social existente. Al socializar la producción e integrar en conjuntos gigantescos y multitudinarios a la humanidad, el capitalismo ha facilitado las condiciones para una recreación y multiplicación de las dolencias virales o contagiosas. Pero la lucha por el beneficio privado, a escala planetaria, es un bloqueo definitivo para la resolución de esos males. Incluso cuando el trabajo humano -en la cabeza de científicos e investigadores- ha creado los principios activos para su tratamiento.
El desastre del coronavirus nos exige un programa, que debemos “propagar” y debatir, con los trabajadores de la salud de todo el mundo:
-Protección integral sanitaria –con implementos y medidas de prevención adecuadas, para médicos, enfermeras y demás trabajadores. Control obrero de las condiciones sanitarias, en hospitales y todo lugar de trabajo.
-Expropiación de predios vacantes para la instalación de predios sanitarios de emergencia.
-Nacionalización de la industria farmaceútica y abolición del régimen de patentes, para asegurar la provisión de medicamentos al conjunto de los afectados.
-Gobierno de trabajadores, para planificar y coordinar una acción sanitaria que exige la solidaridad universal, no la rapiña capitalista.

Marcelo Ramal
26/02/2020

miércoles, 26 de febrero de 2020

La agresiva política de EE.UU. contra Cuba.




Los hilos principales de la campaña anticubana de Washington, los principales actores detrás de esta política, las medidas más recientes y otros temas de interés serán analizados este miércoles en la Mesa Redonda la agresiva política de EE.UU contra Cuba, con la participación de académicos y analistas.

Donald Trump: el mundo debe encender ya todas las alarmas




La guerra comercial contra China. La política de bloqueo, sanciones y asfixia total a Cuba y Venezuela. Son algunas pinceladas de la política exterior de Donald Trump.

martes, 25 de febrero de 2020

El coronavirus agrava la crisis mundial con nuevos desplomes




La multiplicación de los casos y la extensión a otros países atizan los efectos de la bancarrota mundial.

El día de ayer estuvo dominado por el efecto caótico en los mercados mundiales provocado por las advertencias de la OMS respecto a la propagación del coronavirus: “el mundo debe prepararse para una posible pandemia”.
El virus ya cuenta con 2.442 víctimas fatales y unas 77.000 personas contaminadas, solo en China. Ya hay registrados unos 43 casos de infecciones y 8 muertes en Irán; más de 200 casos en Italia, que suman ya 7 muertes; en Japón se estiman 850 afectados y 4 muertos; en Corea del Sur se trata de 977 casos contaminados y son 10 los muertos; y la lista sigue, sumando focos infecciosos en al menos unos 29 países (Israel, Kuwait, Bahrein, Afganistán, entre otros). Esta propagación del virus por fuera de China empujó a un derrumbe generalizado de las bolsas y el mercado financiero global.
La situación crítica de China ha afectado de forma drástica a su economía, planteando la virtual paralización de la industria y los servicios, lo que ha desencadenado un efecto dominó con consecuencias gravosas pata toda la economía mundial.
China se ubica hoy como la segunda economía mundial con participación en gran parte del engranaje económico y productivo del mercado global. De ella dependen las industrias de varios países, así como de la provisión de sus piezas, componentes y suministros. La paralización de la industria china ha traído como consecuencia la caída de la demanda de insumos y la suspensión de los contratos de importación alegando como causal las cláusulas que se amparan ante eventos de “fuerza mayor”. Por su peso, esto ha significado la caída de los precios de las materias primas industriales (cobre, aluminio, gas natural líquido, etc.), lo cual también ha contribuido a depreciar las monedas de los principales países exportadores de las mismas, entre ellos Brasil, Sudáfrica y Australia (New York Times, 13/2). Algo similar ocurre con las materias primas las cuales se ven afectadas con la caída de las importaciones del principal país importador del mundo. La crisis china también se ha trasladado a la industria automotriz y tecnológica, que dependen en gran medida de insumos y componentes que se fabrican en el país. En tanto, el aislamiento de ciudades enteras también ha provocado una caída en el consumo interno.
El efecto coronavirus también ha contaminado los mercados financieros, principalmente a operaciones especulativas de alto riesgo. Los capitales especulativos salen de los activos y posiciones más riesgosas para refugiarse en activos seguros como el oro y bonos del Tesoro de los Estados Unidos. En esta línea se han derrumbado las acciones argentinas en Wall Street, llegando a montos de hasta el 8,5% y haciendo aumentar el riesgo país. Se espera que cuando el mercado de valores argentino inicie sus operaciones mañana se refleje una caída de los principales activos financieros.
La amenaza de una extensión global del virus está sacudiendo a la economía mundial ya que plantea sumar una variante de crisis a un mercado mundial sumergido en las profundidades de la bancarrota económica y la puja entre bandos capitalistas. La crisis del coronavirus ha agudizado esta tendencia a la crisis, acentuando las estimaciones y los pronósticos respecto a la reducción del crecimiento de las principales economías. De replicar los efectos chinos a Europa y el resto del mundo, podríamos encontrarnos ante un escenario de un total descalabro de la economía mundial inducido por la aplicación unilateral de cada país de medidas restrictivas para enfrentar la extensión del virus, lo cual conllevaría la suspensión y ruptura de un sinnúmero de contratos y acuerdos comerciales internacionales.
En resumen, el coronavirus se ha transformado en un agravante de la crisis capitalista mundial.

Marcelo Mache

El Festival de Viña del Mar fue el escenario de nuevas protestas contra Piñera




Por fuera, por dentro y desde el escenario, se hicieron escuchar los reclamos contra el régimen chileno.

El Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, en Chile, fue objeto de nuevas protestas de la población en medio de una crisis nacional bajo el reclamo de la renuncia del presidente Sebastián Piñera, y una movilización popular que da muestras de no haberse agotado.
El Festival, que es toda una tradición cultural y mediática de Latinoamérica, debió convocarse rodeado de una intensa movilización popular que se dio cita en la ciudad de Valparaíso para dirigirse a la Quinta Vergara donde cada año tiene lugar el evento. De esta manera volvieron a resonar las consignas que exigen la renuncia del presidente Sebastián Piñera y la deposición del régimen impuesto por la dictadura de Augusto Pinochet y sostenido por los distintos gobiernos “democráticos” posteriores a este.
Los manifestantes fueron interceptados por un fuerte operativo represivo que buscó a toda costa aislar al evento del reclamo del pueblo chileno. Impedidos de llegar hasta las instalaciones del festival, los manifestantes se mantuvieron en los alrededores de las instalaciones donde continuó el ataque de las fuerzas de seguridad.
Lo que no calculaban el gobierno y los organizadores –cuya logística recae habitualmente en manos del municipio de Viña del Mar- es que el reclamo de los manifestantes se iba a colar en las propias tribunas del festival.
“Piñera, conchetumadre / Asesino, igual que Pinochet”, desde las gradas se hizo escuchar el ya popularizado cantico contra el gobierno y el régimen, el cual se viene extendiendo en distintas convocatorias populares como en los eventos de futbol y, por supuesto, en las distintas manifestaciones.
Si faltaba más para que la jornada se convirtiera en un absoluto desastre político para el gobierno, desde el propio escenario del festival, el cantante Ricky Martin se solidarizó con el reclamo del pueblo chileno y manifestó "Que Chile sirva como efecto dominó para todas las partes del mundo”. El artista es uno de los voceros de las movilizaciones que hace algunos meses obtuvieron la renuncia del gobernador puertorriqueño Ricardo Rosselló. También el comediante Stefan Kramer apuntó contra el gobierno interpretando su rutina con la que cargó fuerte contra Piñera y contra todo el arco político que lo sostiene, denunciando también las atrocidades de los Carabineros en la represión contra el pueblo chileno.
El operativo represivo del gobierno de Piñera se mostró estéril ante la contundencia de un reclamo que atraviesa a todo el país. La hipótesis de que elementos externos, ajenos al evento, intentaron forzar un reclamo parcial por medio de la fuerza se derrumba ante la evidencia de un fenómeno popular de alcances incalculables. Todo el Festival de Viña del Mar, desde afuera, por dentro y desde el escenario, sonó al mismo ritmo: el de la denuncia de un régimen agotado y la demanda de renuncia de Piñera para dar así lugar a una transformación del país. La lucha del pueblo chileno sigue más vigente que nunca.

Marcelo Mache

Sanders se asegura la punta en la primaria demócrata




El sistema político yanqui tiende a una polarización brutal

Nevada, el tercer Estado en las elecciones primarias para elegir los candidatos presidenciales estadounidenses, le terminó de dar un liderazgo claro dentro del Partido Demócrata al autodefinido socialista Bernie Sanders.
Este ya había ganado el voto directo (aunque no la mayor cantidad de delegados a la convención del partido) en Iowa, donde hubo un escándalo por el conteo de votos, y luego en New Hampshire. Sin embargo, en estos estados no pasaba el 30% y tenía el primer lugar por la dispersión de candidatos del ala derecha del partido. En Nevada, los votos de Sanders, que llegaron casi al 47%, pasan por mucho la suma de sus seguidores del establishment partidario, Biden con 20%, Buttigieg con 14% y Warren debajo del 10%.
Los resultados de Sanders fueron altos en todas las demográficas raciales y de edad, contra versiones de que no lograba apoyo en sectores afroamericanos y de mayor edad. Han sido claves para su campaña el voto de los latinos, cuyos dirigentes sociales fueron incorporados masivamente al plantel de la campaña de Sanders para trabajar sobre su comunidad. Los latinos son hoy la minoría racial de mayor peso electoral.
Muchos comentaristas destacan que la composición demográfica de Nevada es muy similar a California y Texas, dos estados enormes que se definen en el llamado “Super Martes” del 3 de marzo.
La victoria de Sanders en Nevada tuvo un significado especial. Uno de los principales actores del Estado, el gremio gastronómico de 60 mil afiliados con centro en los casinos y hoteles de Las Vegas, si bien no apoyó ningún candidato, sacó materiales condenado la posición de cuidado de salud universal de Sanders, en defensa del servicio de salud privado que gestiona su sindicato. No sólo triunfó Sanders, sino que en entrevistas de boca de urna, 6 de cada diez votantes dijeron acordar con el plan de salud universal de Sanders, que terminaría con los seguros de salud privados. (Vox, 22/2)
Pete Buttigieg, que había disputado el primer lugar en Iowa, salido segundo en New Hampshire y ahora cayó a un lejano tercer lugar, pidió un recuento de votos alegando irregularidades (para reclamar el segundo lugar contra Biden) y aprovechó para dar un discurso de alerta a su partido diciendo que el avance de Sanders facilita una victoria de Trump y una pérdida de peso parlamentario de los demócratas. “El senador Sanders cree en una revolución ideológica, inflexible, que deja afuera a la mayoría de los demócratas, no solo de los americanos (estadounidenses).”

Los moderados hacen agua

La incapacidad del campo “moderado” del partido demócrata para instalar un candidato en la campaña tuvo un antecedente en el debate de candidatos de la semana pasada cuando el megamillonario Michael Bloomberg fue vapuleado por todos los candidatos y fue considerado como el perdedor del debate por todos los observadores. El exalcalde neoyorquino fue atacado por múltiples razones. Por un lado, la existencia de numerosos acuerdos con exempleadas suyas para impedir denuncias por acoso, abuso o discriminación de género. Por otras parte jugó un rol importante la denuncia del método policial de “frisk and search” (palpar y revisar) que Bloomberg heredó de su antecesor Rudy Giuliani y defendió en todo su periodo. El método consiste en la realización de requisas sistemáticas de jóvenes de color de parte de la policía sin orden judicial ni razón de sospecha alguna.
Bloomberg ahora dice que pide disculpas por implementar esa política, pero circula un video de 2015 donde la defiende diciendo que “95 por ciento de los asesinos y victimas de asesinato son hombres de minorías raciales de entre 16 y 25”, agregando, “ponemos todos los policías en los barrios de las minorías, es verdad. ¿Por qué? Porque ahí está todo el crimen”. El 90% de los demorados por estos operativos eran negros o latinos, aunque constituyen el 50% de la población. Un 88% no dio lugar a hallazgo alguno.
El crecimiento de Sanders ha tirado la agenda a la izquierda; e incluso le está ganando apoyos sorprendentes. El actual alcalde neoyorkino, Bill de Blasio, ha salido la semana pasada en apoyo a Sanders. Los intentos de largar una campaña presidencial propia de de Blasio se pincharon frente a denuncias de continuar con políticas represivas a lo Bloomberg y por no despedir al policía que ahorcó a Eric Garner, uno de los asesinatos policiales de jóvenes negros que dio lugar al movimiento Black Lives Matter.
A pesar de la mala performance de Bloomberg en los debates, tercia en el dividido campo de la derecha demócrata con una inversión enorme de su propio bolsillo. Bloomberg es nada menos que el octavo hombre más rico del mundo. En enero gastó 220 millones de dólares en su campaña, mientras el conjunto del resto de los precandidatos gastaron 127 millones. Más de 7 millones de dólares por día.
Biden, Buttigieg y Bloomberg todos han largado presiones políticas para lograr que parte de los candidatos se bajen y poder concentrar el fuego contra Sanders en la interna, pero sin éxito. Sin ninguno que logré despuntar en las primarias, todos opinan que tienen que bajarse el resto.
La crisis política de los demócratas queda a la vista con una candidatura que puede quedar en disputa entre un magnate exrepublicano que quiere comprar la nominación y un izquierdista que ingresó al congreso como independiente extrapartidario y se reivindica como ajeno al aparato político demócrata. La crisis es de todo el sistema político yanqui, más si tenemos en cuenta que los republicanos vivieron una combinación de ambos fenómenos con Trump, que reivindicó su carácter de outsider de la política y usó su condición de magnate (aunque de una categoría inferior a Trump) para abrirse paso.

¿Socialismo?

La primaria se traslada esta semana a Carolina del Sur, el sábado 29. Si bien Joe Biden era el favorito ahí, su mala performance está llevando a una caída también en ese Estado. Se espera que el diputado James Clyburn, jefe de la bancada demócrata en la cámara baja y hombre fuerte de la comunidad negra, mayoritaria en el Estado, apoye esta semana a Biden. Puede que lo haga, aunque ya ha dicho que el desempeño de Biden es decepcionante y ha relativizado el rechazo que pueda generar contra Sanders en el electorado del Estado el mote de “socialista”, ponderando positivamente al izquierdista veterano. (The Hil,l 23/2)
La reivindicación de Sanders de ser un “demócrata socialista” está en el centro de una polémica permanente. Muchos notan que su programa no pasa de un estatismo keynesiano mucho más cerca del New Deal de Roosevelt que de una expropiación de los medios de producción. Sin embargo, Sanders se aferra a esa denominación en la medida en que le permite no asumir responsabilidad por las consecuencias de las políticas de gobierno del partido en cuyo bloque parlamentario Sanders ha actuado por 30 años. La victoria de Trump contra Hillary Clinton fue en gran medida una victoria de una movilización electoral populista denunciando al status quo de los políticos de Washington, para un programa derechista. Sanders parece querer replicar la jugada por izquierda. Los discursos acalorados de que viene a promover una revolución política juegan el rol de lavar todas las miserias pasadas y presentes de Sanders y su partido.

McCarthy vuelve

El ascenso de Sanders ha dado lugar a un campeonato desaforado de macartismo, como no se veía en EEUU desde la caída de la URSS. Chris Matthews, un presentador de noticias de la cadena NBC, una de las 3 grandes emisoras de televisión, vinculada al partido demócrata, dijo que una presidencia de Sanders daría lugar a asesinatos callejeros y comparó la victoria de este en la primaria de Nevada con la ocupación de Francia por los nazis. Matthews también aseguró que de haber triunfado la URSS en la guerra fría, Sanders hubiera encabezado los pelotones de fusilamiento estalinistas en Norteamérica. El New York Times ha dirigido una campaña sobre la negativa de Sanders a dar a conocer toda su historia clínica personal, hasta su incapacidad para explicar cómo cubriría el costo fiscal del plan de salud pública que promueve.
Buceando en su historia han encontrado su apoyo a una candidatura del partido trotskista devenido castrista SWP en 1980, que Sanders explicó que no respondió a una adhesión política sino un apoyo democrático a que puedan presentarse terceros partidos. Han desenterrado también una entrevista de 1980 en la que critica características autoritarias del régimen castrista cubano pero reivindica su política de salud y educación.
El último que metió la cuchara en el revival macartista fue el presidente Trump, que en una serie de tweets difundió la versión de que hubo un intento de servicios rusos de favorecer a Sanders en la primaria, justamente la acusación que pesa contra él por la elección de 2016. Trump, estabilizado luego del limitado acuerdo comercial con China y el fin del procedimiento de juicio político, goza de la confusión en su campo rival.
La persistencia en el otro polo de político del gobierno de demagogia derechista, racista y sexista, con todo su impulso a los agrupamientos extremistas de todo tipo desde el estado muestra las características explosivas de la polarización política en EE.UU., que es una expresión de una tendencia mundial. Los Trump, Johnson, Modi y Bolsonaro son la expresión política del fracaso de los proyectos de integración internacional en términos capitalistas y el pasaje a una época de choques comerciales, militares, raciales y regionales más intensos.

La convención demócrata, una crisis que está cantada

El crecimiento de Sanders todavía está muy lejos de garantizarle una mayoría propia en la convención demócrata que comenzará el 13 de julio en Milwaukee. La razón que los candidatos que no logran levantar en la elección directa se mantienen en la carrera es que saben que esto dará lugar a negociaciones para que el aparato demócrata elija otro candidato, aunque haya quedado atrás en las primarias, y quieren tratar de estar disponibles para el dedazo. Si en la primera vuelta de votación no se produce una mayoría directa entre los 3.979 delegados electos, en una segunda vuelta estos delegados están liberados a elegir otro candidato, y entran en juego 771 “superdelegados” que no están sujetos a elección y son representantes seleccionados de los funcionarios y sindicalistas del partido. Bloomberg ya ha puesto sus millones a adobar a los famosos superdelegados que le dieron la candidatura a Hillary en 2016.
Previendo esto, Sanders ya está reclamando que la convención elija al candidato que haya reunido más delegados, mientras en el último debate de precandidatos todos los otros, incluida la “progre” Elizabeth Warren, defendieron que primara el toma y daca por encima de la elección directa.
La convención de 2016 ya dio lugar a denuncias de manipulación y el abandono de una parte de los delegados de la convención. El nombramiento de un candidato minoritario para preservar el aparato político directo del gran capital sería una crisis política mayúscula. Por una vía o la otra, la ruptura del partido demócrata está entre las posibilidades de este proceso. No se prepara para esa eventualidad el think tank de Sanders, Jacobin, que en un artículo reciente sobre la posibilidad de que vuelvan a robarle la candidatura, llama a prepararse para presentarse contra esos superdelegados cuando tengan que reelegirse en sus cargos (Jacobin, 21/2). La decisión a centrarse en la organización de un aparato electoral ajeno a la lucha de clases ha sido elevada por la DSA, principal grupo político de la izquierda yanqui y eje de la campaña de Sanders, en un principio inalterable.
El programa de reformas capitalistas que promueve Sanders tiene límites insalvables. El estado de bienestar europeo que considera como modelo ha sido erosionado por la crisis capitalista y no existe más. Su política de mantenerse atado a uno de los partidos sostenes de uno de los regímenes políticos más criminales de la historia, tanto respecto a quienes viven bajo su gobierno directo, es un bloqueo al surgimiento de una alternativa política independiente de la clase obrera y los explotados en Estados Unidos. Sin embargo, su movimiento ocupa objetivamente un lugar de canal para la radicalización que las consecuencias de la crisis han desarrollado en Estados Unidos. La contradicción entre esta radicalización en curso y el chaleco estrecho del partido demócrata y el estado imperialista en el que se la quiere introducir van a dar lugar a una etapa novedosa de la historia de la lucha de clases en ese país.

Guillermo Kane

lunes, 24 de febrero de 2020

1960. Coordenadas de un año esencial




El año 1960 resultó un escenario de definiciones para la Revolución cubana. La línea radical en curso, esbozada desde el triunfo de los barbudos en enero de 1959 y consolidada por ese Rubicón que fue la promulgación de la Ley de Reforma Agraria, alcanzó en él su consumación absoluta. El camino irreverente de la Isla no tenía ya marcha atrás. La destrucción de la república burguesa y con ella del capitalismo implicó un desafío mayúsculo que el liderazgo revolucionario y la inmensa mayoría del pueblo cubano asumieron con galanura.
Tres aristas definieron el ser del Año II. La demolición de la estructura capitalista insular y del predominio en la economía nacional del capital yanqui, el progresivo acercamiento de la Revolución a la Unión Soviética y la construcción de una nueva sociedad civil se erigieron como soportes del parteaguas que conmovió a la mayor de las Antillas. Debe subrayarse la complejidad que presenta el análisis esos 365 días telúricos que vivió nuestro país. Cualquier segmentación para el examen de los procesos acaecidos en el lapso señalado constituye una mera estrategia metodológica, pues el decurso de esos meses de convulsión resultó una abigarrada sucesión de hechos superpuestos e interconectados.
La muerte del capitalismo cubano llegó de la mano de la confrontación con la administración republicana del general Dwight Eisenhower. Aunque la evolución del nacionalismo radical que sostenía a la Revolución implicaba el choque, más temprano que tarde, entre esta y el sistema capitalista vigente en la Isla, no ha desconocerse que la hostilidad norteamericana aceleró el tiempo histórico. El afianzamiento de una opción anticapitalista en Cuba fue hijo de los procesos ideológicos internos, pero también de la incapacidad de los círculos de poder estadounidenses para modelar una relación relativamente armónica con la nación que comenzaba a defender un camino propio, alejado de la fatalidad del traspatio a la que parecía haber sido condenada. La prepotencia norteña le pasó factura a los propios intereses imperiales. El desafío de Cuba no pudo, no puede, no podrá, ser digerido.
Tras la aprobación de la Reforma Agraria se hizo evidente para Washington que no había arreglo con Fidel Castro. Ello derivó en la aceleración de los planes agresivos que cruzaron con singular fuerza la frontera entre los años 1959 y 1960. En este último, dos caminos fueron validados como rutas hacia esa Roma añorada que era la destrucción de la Revolución.
De un lado se promovieron planes violentos de contenido militar, que avanzaron del impulso a la lucha guerrillera contra el gobierno a la organización de la Operación Pluto, regalo –a la postre envenenado– que le legaron la CIA y la administración Eisenhower al equipo gubernamental demócrata encabezado por John Fitzgerald Kennedy. Del otro, cobró vida la apuesta por la guerra económica que debía estrangular al pueblo y al gobierno cubanos. El embargo petrolero y la suspensión de la cuota azucarera constituyeron las piedras angulares de una estrategia que era vista como infalible. Sin acceso al combustible y cerrado el mayor mercado para el principal rubro exportable de la Isla solo eran posibles dos senderos: la claudicación del liderazgo o la generación de condiciones para un estallido popular.
Empero, la realidad no se configuró según los deseos norteamericanos. Las acciones violentas –a pesar de su gran costo humano– fueron repelidas, mientras la agresión económica logró ser sorteada a partir del anudamiento de nexos crecientes con la URSS. Para colmo de pesares, Washington vio cómo su política hostil brindó combustible a la llama radical de la Revolución, lo cual se verificó en el arco temporal que inauguró la intervención de las refinerías estadounidenses en junio y cerró la nacionalización de las últimas compañías yanquis en octubre. En todo este contexto, el apoyo mayoritario de la ciudadanía a la Revolución se mantuvo incólume.
Otra variable de imprescindible atención en el examen de la muerte del capitalismo cubano es el conflicto dirimido a lo largo del año 1960 entre la burguesía insular y el proyecto revolucionario. La debilidad estructural de la primera le impidió alcanzar la hegemonía dentro del proceso inaugurado tras el colapso del batistato. La Revolución fue la oportunidad fallida, más bien desaprovechada, del grueso de la burguesía para intentar erigirse como clase nacional. De hecho resulta evidente la existencia de vías y espacios para que este proceso se consumara y la incapacidad del núcleo burgués para capitalizarlos. Fuera de la oligarquía azucarera y de los sectores conectados con el gran comercio de importación, el resto de los grupos burgueses y fundamentalmente la burguesía industrial-manufacturera tuvo el chance de sumarse al proceso en curso, o al menos de apostar con fuerza por la posibilidad de su inclusión en el mismo. Sin embargo, otro fue el camino. Cual tragedia griega, varios factores se conjugaron para dinamitar esta posible ruta. La subordinación de todo el universo burgués a los dictados del imperialismo y la oligarquía, los propios intereses de clase, la dinámica ideológica de la Guerra Fría y la mentalidad de la dependencia –el famoso «esto los americanos no lo van a permitir»– derivaron en la asunción por la burguesía en su conjunto de una actitud hostil hacia la Revolución. El boicot económico, la promoción de las actividades violentas de la contrarrevolución, la guerra ideológica a través de los medios de comunicación y la masiva incorporación burguesa al exilio afincado en Estados Unidos catalizaron el conflicto entre esta clase y el proceso revolucionario. Es casi seguro que el destino último de la Revolución era chocar con los intereses de la burguesía, más no caben dudas de que la actitud de esta forzó la colisión.
Antes de cerrar el análisis del colapso del capitalismo cubano en 1960, vale la pena reflexionar en torno a un elemento que hasta la actualidad mantiene validez como problemática. El Año II puso en ejecución y nos legó un proyecto de socialización de los medios de producción que era sinónimo de estatización. En 1960 socializar fue entendido como estatizar, fenómeno comprensible desde las coordenadas de aquel contexto. Empero, hoy podemos hacernos esa pregunta que para el contemporáneo de las épicas nacionalizaciones del «se ñamaba» era impensable. ¿Estatizar es equivalente a socializar? Hace seis décadas la respuesta parecía clara y se movía en una cuerda afirmativa. En el presente –y ante las palabras de un obrero que sin ambages sostiene que trabaja no en su fábrica sino en la del Estado– responder se torna mucho más complejo. Expresión de un escenario histórico-concreto, la destrucción del régimen capitalista en Cuba se sustentó en la construcción de un modelo de sello estatista, que progresivamente expresó las limitaciones prácticas del concepto de socialización asumido. La necesaria liberación de las fuerzas productivas que hoy demanda nuestra economía pasa por dialogar con la interrogante aquí planteada.
La segunda arista definitoria del acontecer cubano en 1960 fue el sostenido acercamiento a la URSS. Este proceso se insertó dentro de la lógica de la Guerra Fría, donde si uno de los grandes polos se tornaba amenazante para una determinada nación, las leyes de gravitación política –y robo la expresión a Quincy Adams– potenciaban el acercamiento del país en cuestión al otro gran centro de poder existente, más si este último le sonreía con afecto. Sin duda alguna, tras examen de la evolución cubana en 1959 la dirigencia soviética decidió apostar progresivamente por la Isla, como expresión de un coherente cálculo geopolítico. En paralelo, el liderazgo cubano consideró prudente explorar las ventajas de un acercamiento con Moscú, en el marco de la creciente hostilidad norteamericana. Al sustento geopolítico de esta relación en ciernes se sumó la ascendente cercanía ideológica derivada de la radicalización de la Revolución. En una interacción biunívoca, los nexos con la URSS viabilizaron, a su vez, la consolidación en el país de una ideología anticapitalista.
La sinergia cubano-soviética tuvo como punto de partida la visita en febrero del viceprimer ministro de la URSS Anastás Mikoyán, quien arribó a la Isla al frente de una exposición dedicada a los éxitos de la ciencia y la técnica de la nación euroasiática. De las conversaciones sostenidas entre el dirigente soviético y altos cargos cubanos emanó el primer acuerdo comercial rubricado por ambos país, el cual estaba centrado en la compraventa de azúcar y petróleo. La firma del convenio fue la coartada esgrimida desde Washington para el reforzamiento de su hostilidad hacia la Isla y, paradójicamente, la base para la conformación del vínculo político que permitió la subsistencia cubana en el marco de la guerra económica declarada por la administración Eisenhower. La sintonía entre Cuba y la URSS quedó reforzada con el restablecimiento en mayo de las relaciones diplomáticas y a través de las acciones de Moscú destinadas a paliar los efectos de la agresión norteamericana en el ámbito del suministro de combustible y de la compra de azúcar.
El acercamiento a la Unión Soviética implicó, asimismo, una modificación en el equilibrio de fuerzas al interior del liderazgo revolucionario. De la mano de los vínculos con la URSS, encontró mayores espacios para la promoción de su línea política el Partido Socialista Popular, quien se benefició de su condición como histórico interlocutor con Moscú, justo en el contexto cuando la radicalización anticapitalista de la Revolución también los aupaba. La posición dominante de cuadros del PSP dentro del Buró de Coordinación de Actividades Revolucionarias creado en el mes de septiembre se explica a partir de la convergencia de los factores apuntados. Una variable externa, el nexo con URSS, alcanzó correlato interno a través del empoderamiento de una fuerza política que con rapidez buscó convertir a la Revolución en manifestación de su estrecho concepto de socialismo. El sectarismo y su cohorte de conflictos se filtraban hacia tejido del proceso revolucionario.
Como tercer eje para entender el devenir del año 1960 se alza el proceso de conformación de una nueva sociedad civil en la Isla. La renovada civilidad de la que era portadora la Revolución corporizó a plenitud al calor de los grandes procesos que aquí han sido esbozados. Si 1959 muestra al analista el contradictorio escenario generado por la confluencia de la sociedad civil burguesa y la revolucionaria –el choque entre la crónica social del Diario Marina y la organización de milicias populares para defender el proceso en curso– 1960 expresa la victoria de las fuerzas del cambio sobre el Antiguo Régimen.
Durante el Año II, el universo asociativo burgués comenzó a languidecer. A la salida del país de la clase que le daba vida, se sumó la cada vez más visible inserción del Estado en los más disímiles espacios de la vida social. Problemas y preocupaciones que antes se discutían y enfrentaban a través del asociacionismo privado eran asumidos como prioridad por instituciones del entramado estatal, al tiempo que el poder revolucionario promovía la aparición de un campo asociativo que le resultaba afín. Los nexos entre la sociedad política y la sociedad civil encontraban vías de confluencia en las nuevas organizaciones que surgían. La Asociación de Jóvenes Rebeldes, la Federación de Mujeres Cubanas y los Comités de Defensa de la Revolución, por citar ejemplos muy ilustrativos, se acoplaron y dieron voz a las ansias de participación de la ciudadanía, al tiempo que canalizaban la agenda gubernamental.
El ciudadano –que desde 1959 había roto con la condición de ente pasivo, apático e indiferente tan arraigada en el marco de la república burguesa– veía reforzase las condiciones que validaban su transformación. Paso a paso, la riqueza del país se convertía –según el espíritu de la época– en su riqueza, justo cuando la patria se tornaba más soberana. La asunción del paradigma heroico se reforzaba junto con la convicción de que había un destino nacional de bienestar para los más que debía ser alcanzado. En busca de un sueño y en defensa de la dignidad convertida en certeza, un vecino cualquiera de un barrio de La Habana o de Santiago de Cuba se alistaba como maestro voluntario o se iba, vestido de miliciano, a combatir a los alzados del Escambray.
La nueva civilidad en construcción gritaba Patria o Muerte tras los atentados de La Coubre y modelaba de conjunto con el liderazgo político los resortes de una democracia de concepción y práctica plebiscitarias. La gente se sentía parte pues notaba su incidencia en el curso de los acontecimientos. El sujeto colectivo popular era el protagonista, el hacedor del cambio radical.
Por supuesto que este proceso no escapó a las complejidades. Las tensiones entre dos amigos por la asunción de opciones políticas antagónicas, el yo me quedo y tú te vas, los cismas familiares, el exilio interior de aquellos como el Sergio retratado por Desnoes y Titón y la frecuente rispidez del choque entre los propios revolucionarios dieron color a un año en el que la refundación nacional emergió de un terremoto. Las placas tectónicas de la Isla se movieron con la suficiente contundencia para que las réplicas nos persigan y nos acompañen, valgan las dos opciones, hasta hoy.
Quizás ningún hecho resuma mejor que la Primera Declaración de La Habana la dimensión del cambio que vivió la mayor de las Antillas hace sesenta años. Más de un millón de hombres y mujeres se fundieron en una voz tronante que convertía en palabras el desafío ya consumado a través de los hechos. En la presencia de la efervescente multitud y en el discurso que esta aupó se condensa el sentido telúrico de un año que todavía nos convoca. Resuene pues como cierre de estos apuntes valorativos el verbo de un pueblo que, a través de la condena a las sombras de la opresión, proclamaba su voluntad de conquistar toda la justicia:
La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba: condena el latifundio, fuente de miseria para el campesino y sistema de producción agrícola retrógrado e inhumano; condena los salarios de hambre y la explotación inicua del trabajo humano por bastardos y privilegiados intereses; condena el analfabetismo, la ausencia de maestros, de escuelas, de médicos y de hospitales; la falta de protección a la vejez que impera en los países de América; condena la discriminación del negro y del indio; condena la desigualdad y la explotación de la mujer; condena las oligarquías militares y políticas que mantienen a nuestros pueblos en la miseria, impiden su desarrollo democrático y el pleno ejercicio de su soberanía; condena las concesiones de los recursos naturales de nuestros países a los monopolios extranjeros como política entreguista y traidora al interés de los pueblos; condena a los gobiernos que desoyen el sentimiento de sus pueblos para acatar los mandatos de Washington; condena el engaño sistemático a los pueblos por órganos de divulgación que responden al interés de las oligarquías y a la política del imperialismo opresor; condena el monopolio de las noticias por agencias yankis, instrumentos de los trusts norteamericanos y agentes de Washington; condena las leyes represivas que impiden a los obreros, a los campesinos, a los estudiantes y los intelectuales, a las grandes mayorías de cada país, organizarse y luchar por sus reivindicaciones sociales y patrióticas; condena a los monopolios y empresas imperialistas que saquean continuamente nuestras riquezas, explotan a nuestros obreros y campesinos, desangran y mantienen en retraso nuestras economías, y someten la política de la América Latina a sus designios e intereses. La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.[1]

Fabio E. Fernández Batista | 22/02/2020

[1] http://media.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2017/09/primera_declaracion_habana_2-09-1960.pdf

domingo, 23 de febrero de 2020

Impunidad, olvido y reivindicación de la dictadura




Las declaraciones de Rivera Elgue, Roque Moreira y del propio Manini Ríos, referentes de Cabildo Abierto muestran como los nostálgicos de la dictadura se manifiestan con absoluta libertad, consecuencia en última instancia de la impunidad que les garantiza el régimen heredero del pacto del Club Naval

Los referentes de Cabildo Abierto, partido integrante de la coalición que asumirá el gobierno dentro de pocos días, actúan en definitiva como portavoces de todo un régimen político heredero del Pacto de Club Naval, el que de conjunto y desde la transición hacia la democracia, ha mantenido la impunidad para los crímenes de la dictadura, practicando (en sus versiones más de derecha) una suerte de revisionismo que niega hechos comprobados del pasado para relegitimar a una fuerzas armadas genocidas.

Represtigiar a las Fuerzas Armadas

Las declaraciones de Rivera Elgue, Moreira e incluso Manini Ríos no son hechos aislados, es parte de una política que encabeza Cabildo Abierto, pero que no es ajena a los partidos tradicionales de olvidar, “dar vuelta la página” y reconciliarse los torturadores de los 70.
Para esto apelan a falsear la realidad histórica, intentando negar que hubo una política sistemática y planificada de genocidio para contener el ascenso obrero y popular de la época.
El coronel retirado Rivera Elgue, futuro subsecretario de Defensa con el aval de Cabildo Abierto y sus socios de la Coalición, señaló que las Fuerzas Armadas como tales no actuaron mal en la dictadura sino que “hubo hombres que se equivocaron y actuaron mal, pero la institución, no". Fundamentó su posición en el hecho de que supuestamente hubo 32 desaparecidos en el Uruguay durante el periodo dictatorial.
A su turno Manini Ríos, consultado por las declaraciones escandalosas de su asesor de confianza, tomó distancia de sus apreciaciones sobre los desaparecidos (diciendo que fueran 32 o 300 era algo grave); pero apoyó y compartió con Rivera Elgue en cuanto a que “no hubo una política institucional de desaparición forzada en las Fuerzas Armadas uruguayas”.
La derecha política olvida que más allá de las metodologías represivas predominantes en las dictaduras del cono sur, ya sea desapariciones, asesinatos o cárcel y tortura masiva, se trató de un plan perfectamente planificado y con un fin preciso que fue el exterminio de los luchadores de los 70, y que las Fuerzas Armadas jugaron un rol central en este accionar, con el papel cómplice de sectores civiles.
Se trató además de una política regional de coordinación represiva que incluyó las dictaduras militares de toda la región; una política conocida como Plan Cóndor, cuya existencia está absolutamente probada y que por otra parte eleva las cifras de desaparecidos uruguayos a más de 200.
La cárcel por motivos políticos, la tortura y los asesinatos son también crímenes de lesa humanidad, y en el caso de Uruguay tuvieron como resultado la existencia de decenas de miles de presos (en su momento un record mundial en relación al tamaño de la población del país) y torturados así como también de exiliados, perseguidos y destituidos por motivos políticos.
Las declaraciones del suegro de Manini, Roque Moreira, cuando dice que prefiere decir gobierno de facto que dictadura, van en el mismo sentido de minimizar lo sucedido durante el gobierno militar y negar el carácter dictatorial del periodo encabezado las fuerzas armadas.
La negativa de Lacalle Pou a tomar alguna medida concreta de sanción para Rivera Elgue, en tanto futuro funcionario de su gobierno, deja ver que más allá de alguna frase al pasar tomando distancia, comparten con Cabildo Abierto el objetivo de represtigiar a las Fuerzas Armadas y preservar la impunidad a como de lugar. Por algo los partidos tradicionales en más de 20 años fueron activos defensores de los militares e hicieron todo lo posible por evitar el accionar de la justicia o investigar en profundidad lo sucedido.
El Frente Amplio, como también lo demostró en sus 15 años en el gobierno no tiene ningún interés en terminar con la impunidad. Desde su firma en el Pacto del Club Naval se ha comprometido a dejar en pie a las mismas Fuerzas Armadas que dieron el golpe.
De hecho el propio Manini es una “creación” de Fernández Huidobro y de la política hacia los militares que llevó adelante el FA.
Cuando se acerca el 20 de mayo y una nueva Marcha del Silencio se hace necesario volver a plantear el reclamo de verdad y justicia; cárcel común para los genocidas y que no habrá olvido ni perdón. En estos 30 años ya vimos que ningún partido del régimen tiene interés en terminar con la impunidad; el camino entonces es continuar con la movilización popular para alcanzar este objetivo.

Hernán Yanes
Sábado 22 de febrero | 13:32

Bolivia: abajo la proscripción de Evo Morales




Hay que movilizarse para derrotar los planes continuistas del golpe.

El 21 de febrero era el plazo máximo para que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se pronunciase sobre las candidaturas presentadas para las elecciones del próximo 3 de mayo.
La expectativa nacional giraba en torno a la habilitación de candidatos centrales del MAS, particularmente la de su candidato a presidente, Luis Arce Catacorra, y la del primer candidato a senador por Cochabamba, el destituido presidente Evo Morales.
En el medio hizo su irrupción una encuesta electoral que daba un 31,6% de apoyo al candidato del MAS, colocando en segundo lugar, con 17,1%, a Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana), tercero a la actual presidenta golpista, Jeanine Áñez (Juntos), con 16,5% y más atrás al facho Camacho (alianza Creemos) con el 9,6% y otros candidatos derechistas con intenciones de voto mucho menores.
Fue un cimbronazo para las fuerzas derechistas. A pesar de la campaña político-publicitaria contra la corrupción masista por parte del gobierno golpista -que tiene “democráticamente” a su servicio a la inmensa mayoría de los medios de comunicación, de la persecución a las radios comunitarias, etc.- una franja mayoritaria votaría al candidato del MAS con una distancia de 14 puntos respecto al segundo y una diáspora de 7 partidos derechistas que protagonizaron el golpe.
Esta situación, llevo a que el fachista Camacho de Santa Cruz lanzara un llamado a unificar candidaturas de la derecha para impedir que el MAS gane en primera vuelta e incluso obtenga mayoría parlamentaria. Camacho no solo ofreció renunciar a su candidatura, sino que lanzó una fuerte amenaza: de oficializarse la candidatura de Evo Morales, volvería a organizar la movilización callejera, para impedirla.
Camacho no se quedó solo en palabras y convocó públicamente a un plenario nacional de Comités Cívicos para relanzar esta “movilización”.
Por su lado, la mesa nacional del MAS se declaró en “estado de emergencia”.

Proscripción progolpista

Finalmente, el TSE avaló la candidatura presidencial, pero inhabilitó la de Evo Morales como senador. El argumento utilizado es ridículo: no reside en Bolivia. Pero Evo fue volteado el 10 de noviembre por un golpe frente al cual se exilió. Y ahora no se le permite su retorno, sino es a la cárcel, acusado -como Lula en Brasil y otros candidatos que fueron proscriptos- por causas armadas por el poder golpista.
Para que quede claro, simultáneamente, “el exministro de Desarrollo Rural de Evo Morales, César Cocarico, fue detenido por orden de la Fiscalía, acusado de incumplimiento de deberes, informó un alto jefe policial” (La Nación, 22/2).
La encuesta publicada –convertida en gran protagonista nacional- puso al rojo vivo la posibilidad de que el MAS se elevara de casi al 32% actual al 40%, donde con una diferencia de 10 puntos sobre el segundo ganaba en primera vuelta. La derecha -igual que en las anuladas elecciones del 20 de octubre pasado- cifra sus expectativas que una segunda vuelta unifique fuerzas y logre derrotar al MAS.
Para ello la proscripción de Evo, como senador, es fundamental. Primero por el efecto arrastre para que se incremente la votación a su candidato presidencial, Arce. Segundo, porque la elección de Evo Morales como senador lo colocaría en línea de sucesión presidencial directa. Y así, por otra vía, volver nuevamente al poder personal directo.
La de Evo no es una proscripción excepcional. Indica una orientación para tutelar y digitar la elección de forma tal de darle continuidad en el poder a la derecha golpista. Zaffaroni, abogado de Evo Morales, caracterizó claramente: “Es una proscripción por goteo. Vamos proscribiendo candidatos, generando problemas… Sospechamos que vamos en camino de la proscripción de la fuerza política de Evo Morales” (Clarín, 22/2).

No resistir envalentona a la derecha golpista

El “estado de emergencia” y la amenaza de movilizaciones en caso de proscripción, hechas por la cúpula del MAS, fueron hasta ahora puro palabrerío. Frente a la sentencia del TSE Evo ha declarado que apelará a los tribunales de su país e internacionales, eso es un saludo a la bandera.
La tendencia de la dirección masista es a adaptarse y tragarse todos los sapos y provocaciones de la derecha con vistas a imponer de todas formas una mayoría en las elecciones. Pero ya la experiencia de Brasil con la aceptación de la proscripción y encarcelamiento de Lula y la no movilización del PT demostró ser un camino de derrota.
La senadora del MAS Adriana Salvatierra, días previos a la resolución del TSE, adelantó que los sectores sociales afines al MAS no se movilizarían en caso de que Evo Morales fuera inhabilitado a candidatearse.
La presidenta de la Cámara de Senadores, la masista Eva Copa, dijo: "Personalmente yo no puedo desacreditar el trabajo que hizo el TSE pues somos nosotros, la Asamblea, los que lo hemos elegido”. Asamblea Legislativa en la que el MAS tiene mayoría. Es evidente que el TSE tomo la resolución proscriptiva presionado por la embajada yanqui, el gobierno y las amenazas de Camacho.
Apenas se conoció el fallo del TSE, el presidente masista de la Cámara de Diputados, Sergio Choque, descartó que el MAS convoque a una movilización por la inhabilitación de Evo Morales como candidato a primer senador por Cochabamba y anunció una batalla legal (Página 7). Puro humo.
La derecha está en búsqueda de una alianza única para enfrentar y derrotar al MAS. Sus camarillas y diversidad de intereses les está bloqueando este armado.
El MAS ha llevado la resistencia al golpe al terreno puramente electoral. Y ahora al terreno jurídico-administrativo, tragándose los ataques de la derecha.
La proscripción de la candidatura de Evo no cierra la ofensiva proscriptiva y antidemocrática de la derecha golpista. Está buscará –por diversos medios- regimentar y pautar un eventual resultado electoral. Ceder frente a estos ataques no apacigua, sino que envalentona a la derecha golpista. Al mismo tiempo hay centenares de presos y procesados, la asfixia a los medios de prensa independientes u opositores, etc.
Es necesario enfrentar a la derecha con la movilización: anulación de la proscripción de Evo Morales y demás candidatos en igual situación. Libertad de los presos políticos, cese de los procesos, plena vigencia de las libertades democráticas. Libertad de prensa con acceso obligatorio a los principales medios de todas las expresiones políticas y de masas.
El camino adoptado por la dirección masista entraña grandes peligros de que se imponga una salida progolpista.
Es necesaria la movilización de masas. Pero Las burocracias de las centrales se han declarado “independientes”. No se trata de la lucha por la independencia política de la clase obrera, que significaría dar pasos para convocar a un Congreso de Bases para fijar la posición de la clase obrera, y enfrentar al gobierno golpista, sino de una “independencia” para negociar candidaturas y su autocooptación al poder triunfante.
Más que nunca es necesaria la constitución de un agrupamiento que se plantee la lucha por la independencia política de los trabajadores: por la construcción de un Partido Revolucionario.

Rafael Santos

viernes, 21 de febrero de 2020

Escándalo en el Banco Mundial




Se filtra informe que demuestra que sus desembolsos terminan en paraísos fiscales

La semana pasada, The Economist publicó un artículo filtrando una investigación del propio Banco Mundial cuya publicación fue bloqueada por el directorio del organismo. Esta censura habría sido la causa de la renuncia de la académica de la universidad de YALE Penolopi Goldberg, Economista en jefe del Banco Mundial, apenas 15 meses después de ser designada.
El contenido de la investigación es extremadamente elocuente. Tomando como fuente la propia base de datos del Banco Mundial, examinaron a los 22 países que recibieron desembolsos durante el periodo 1990-2010 (entre los que se encuentra Argentina) y lo cruzaron con las estadísticas bancarias del Banco de Pagos Internacionales (BPI o BIS en inglés) conocido como el Banco de Pagos de Basilea o el “banco central de los bancos centrales”. La conclusión es demoledora para el propio Banco Mundial: parte del dinero girado a estos países iba a parar a los paraísos fiscales como Suiza, Luxemburgo, Singapur y las Islas Caimán. Según el semanario inglés “las filtraciones promediaron alrededor del 5% de la ayuda del banco a estos países (The Economist 13/2/2020). Pero estos es un promedio, Financial Times que también accedió a la investigación censurada en el día de ayer eleva la ‘filtración’ en promedio al 7.5% pero llega al 15% (FT 18/2/2020) para aquellos países que están en peor situación financiera. El informe del Banco Mundial agrega que los giros a los paraísos fiscales son inmediatamente posteriores al desembolso por parte del organismo internacional. Clarito como el agua.
Esto produjo un gran escándalo y fue noticia en los principales diarios del mundo en estos días. Ayer luego del artículo publicado por el Financial Times el directorio del Banco Mundial resolvió publicar la investigación autocensurada donde confirma una ‘filtración’ del 7.5%. El daño ya estaba hecho.
El informe es revelador: demuestra que el mecanismo de la deuda apuntala la fuga de capitales al tiempo que capitaliza a la burguesía en su expresión más parasitaria la ‘patria contratista’ y ‘financiera’. La fracasada censura del informe refleja que es un accionar conciente del capital internacional. No al pago de la deuda. Que la crisis la paguen los capitalistas.

Freddy Gima

jueves, 20 de febrero de 2020

Los docentes le dicen NO a la Ley de Urgente Consideración




El día sábado 15 de febrero los docentes nucleados en ADES Montevideo, resolvieron en asamblea realizar un paro de 24 horas en rechazo a la Ley de Urgente Consideración.

Luego de conocido el proyecto de Ley de Urgente Consideración que el futuro presidente Luís Lacalle Pou pretende aprobar en sus primeros meses de gobierno distintos sectores sociales se han expresado en torno a la propuesta.
A nivel sindical se han conocido los pronunciamientos de los dirigentes de la Central Obrera, sobre los cuales desde La Izquierda Diario Uruguay hemos opinando fundamentalmente aquí .
A nivel educativo y tal como planteamos aquí y aquí el gobierno quiere avanzar con algunas propuestas concretas que van en contra de una educación de calidad para los hijos de los sectores populares y contra los trabajadores del sector.
En lugar de abrir un debate que considere a los actores directamente involucrados, es decir los trabajadores, los estudiantes y los padres, el gobierno intenta imponer cambios en la educación a través del mecanismo de Ley de Urgente Consideración, es decir de manera antidemocrática e inconsulta.
Ante tal situación los trabajadores de la Asociación de Docentes de Educación Secundaria (ADES Montevideo) tuvieron su asamblea para discutir democráticamente una posición ante la LUC y la manera de enfrentarla.
Finalmente se resolvió un paro de 24 horas para el día 12 de marzo.
El paro activo contara con distintas actividades de propaganda e información de cara a la población y comunidad educativa, ya que es necesario preparar la lucha de cara a lo que se viene: Un plan de ajuste por parte del Poder Ejecutivo, pérdida de la autonomía y un avance privatizador de la educación. Además ese mismo día se realizará una nueva asamblea donde se resolverán los pasos a seguir.
Los docentes expresan una gran preocupación en torno al futuro de la ANEP, los Consejos desconcentrados y demás propuestas que implican modificaciones al estatuto docente, la libertad de cátedra y el presupuesto para Anep Udelar.
La postura de los trabajadores de secundaria de Montevideo tiene el mérito de mostrar un camino para que el movimiento obrero pueda derrotar los planes que plantea implementar el gobierno de la derecha encabezado por Lacalle Pou; camino que incluye una amplia discusión democrática en la base de los trabajadores y medidas contundentes como la huelga y la movilización.
Esta perspectiva es la contraria a la que impulsa la dirección mayoritaria del PIT-CNT que se ha declarado partidaria de la negociación con el gobierno, abriendo expectativas en las intenciones de Lacalle, y en última instancia en la convocatoria a un referéndum para derogar la ley.

Hernán Yanes
Noel López
Miércoles 19 de febrero

Carnaval de Uruguay: murga y rebelión popular

“Vamos a la plaza, para dar batalla. Si la cosa estalla estaremos a la talla. Si se pone Caribe no tendremos cintura, daremos pelea acá nadie se asusta, ni oculta (…) Es un aliento, que se vuelve grito que como paso en Chile va a ser algo inaudito”
Esta estrofa del Cuple “Vamos a la Plaza” de la murga Metele que son Pasteles vale como muestra de la politización y el clima que se vive en el concurso de Carnaval de Uruguay, donde las murgas han transmitido (con distintos matices) el descontento popular por el triunfo de la coalición de derecha y, en menor medida, las críticas al Frente Amplio que fue derrotado luego de 15 años de gobierno.
En el caso de Metele que son Pasteles, todo su espectáculo gira alrededor de la situación política y han sido, por este motivo, blanco de una andanada de críticas en las redes por parte de los partidarios del gobierno entrante, llegando al extremo de pedir que fueran procesados por “incitación a la violencia”.
Al respecto Federico Murro (letrista de Metele) dijo al FdA: “Creo que este colectivo, que se identifica como de izquierda y en el que algunos votan al FA y otros no, surgió la necesidad de decir o plantear en el espectáculo qué se hace de ahora en más. Entonces dijimos que creemos que los derechos que se han conseguido habrá que defenderlos apenas asuma la derecha. Las repercusiones nos asombraron. No estamos acostumbrados. Nos ocurrió que nos sorprendió la respuesta de la gente que se paró a aplaudir y ovacionar y que al otro día algunos representantes de la coalición de derecha salieron a decir que estábamos incitando a la violencia y al delito. Hasta en un programa muy visto en la tele se planteó el debate. Ahora cada vez que vamos a un tablado la gente nos ovaciona. Creo que coincidimos con mucha gente con nuestro planteo de salir a la calle a defendernos”.
El clima politizado del Carnaval coincide con el intento de conformar un circuito de tablados (festivales artísticos barriales) por fuera del concurso oficial manejado por DAECPU (Asociación de los dueños de las murgas), la intendencia de Montevideo, el canal que transmite el concurso por TV y empresarios como Paco Casal. El intento llamado “Más Carnaval” surge como iniciativa del SUCAU (Sindicato de Trabajadores de Carnaval) y cuenta entre las murgas participantes a algunas de mucha trayectoria y popularidad como Falta y Resto o La Gran 7.
El Carnaval uruguayo es un enorme negocio para las empresas y la TV. Se calcula que asiste más gente a los tablados de febrero que a los estadios de futbol durante todo el año. VTV, ANTEL, Prime y otras son las marcas auspiciantes de este negocio que además se ordena a partir de los dueños de los tablados y las murgas, por lo que los trabajadores de Carnaval (murguistas, sonidistas, puestistas etc) reciben un porcentaje mínimo de los ingresos que genera su trabajo. Las murgas deben asumir, además, el riesgo económico que representa quedar eliminado por decisión del jurado, porque eso disminuye a cero la posibilidad de seguir cobrando por tocar en los tablados.
Al respecto de Más Carnaval, Nacho Alonso de Murga La Mojigata y uno de los organizadores del SUCAU, entrevistado por el FdA Tendencia señala: “Es el primer año que se realiza un circuito de tablados por fuera del concurso oficial, pero es un viejo sueño de muchísimos carnavaleros que nos preceden. Con La Mojigata es muy probable que al terminar este Carnaval evaluemos salir del concurso oficial y demos ese paso”. Alonso explicó además que el agrupamiento sindical surge porque “el carnaval se ha ido privatizando cada vez más. Ahora está la empresa de televisión, que en Uruguay es la empresa que televisa todo (espectáculos públicos, el futbol, el boxeo, el basket, el ciclismo, ahora el carnaval, el futbol del interior) Eso lleva a grandes negociados que mueven un dinero incalculable y la intendencia de Montevideo no solo no controla, sino que alienta esa privatización y esos negociados. Nadie sabe de cuanto es el contrato con la TV y entonces sí, las murgas agarramos una plata por esa televisación, pero del total no sabemos ni cuánto es. Pero no solo es por esto si no porque cada vez se entiende el carnaval de forma más comercial y la mayoría de los murguistas sacamos como “pa empatar” y hay tres o cuatro que hacen plata. Además, es cada vez más restrictivo y la organización hace que cada vez te sientas menos libre a la hora de participar. Por todo eso se formó el sindicato porque los trabajadores del Carnaval no tienen ni voz ni voto en las decisiones”.
Consultado sobre las condiciones en las que desarrollan las murgas señaló: “Los murguistas no aportan al Banco de Previsión Social, por lo cual no tenemos jubilación, los riesgos físicos y accidentes, no tenés seguro de nada y depende de la suerte. Como es una actividad artística hay que dar esa discusión porque hay gente que lo hace como cuestión laboral y otros de forma vocacional. No hay contratos. Un dueño de murga te puede echar y no pagar nada. La verdad es que se mueve muchísimo dinero en el Carnaval y nosotros la vemos a cuenta gotas”
En Uruguay como en Argentina, la cultura es puesta al servicio de los negociados capitalistas, precarizando cada vez más las condiciones de trabajo y desarrollo de los trabajadores del arte.
Es necesaria la absoluta independencia del estado y la más amplia libertad a la hora de creación artística y la lucha por los derechos laborales de los trabajadores de la cultura. Sindicatos que se pongan a la cabeza de esa lucha, organizada desde un programa reivindicativo que debe partir de exigirle al estado el cumplimiento de los convenios colectivos o la creación de ellos donde no los haya y el cumplimiento de todas las reivindicaciones del sector.

Ernesto Iche
17/02/2020

miércoles, 19 de febrero de 2020

Colombia: convocan un nuevo paro general para marzo




Los trabajadores y estudiantes colombianos desarrollarán un gran paro nacional el 25 de marzo, contra las reformas antipopulares del gobierno de Iván Duque y en repudio a los crímenes contra activistas sociales. La medida de fuerza fue resuelta en una asamblea del Comité Nacional de Paro (CNP), que reunió alrededor de mil delegados, provenientes de diversas centrales sindicales, estudiantiles, campesinas y sectores indígenas; en ella también se votó una agenda de lucha más extensa: movilización el 21 de febrero para acompañar el paro docente; asistencias masivas a las movilizaciones del 8 de marzo y 1 de mayo; y un nuevo paro de 48 hs. los días 8 y 9 de junio (TeleSur, 1/2).
Duque sigue adelante con su agenda ajustadora y entreguista (reforma laboral, conversión de empresas estatales en un holding financiero, privatización petrolera, etc.). La violencia contra los militantes sociales, a su vez, no ha encontrado sosiego. En lo que va del año, ya son más de veinte los activistas asesinados (Resumen Latinoamericano, 3/2), lo que se complementa con la ferocidad del Esmad (Escuadrón Móvil Antidisturbios) al reprimir las movilizaciones y la persecución de los periodistas opositores.
Para disimular estos ataques contra el pueblo, que atizaron las movilizaciones del año pasado, el gobierno ordenó un aumento por decreto del 6% del salario mínimo para 2020, en tanto que el ex presidente Alvaro Uribe presentó en el Senado un proyecto para reforzar los ingresos de los trabajadores más pobres. En cualquier caso, los sueldos de los trabajadores colombianos siguen por el piso.

La burocracia

Anunciado el paro, el ex alcalde de Bogotá y actual senador, Gustavo Petro (Colombia Humana), solicitó al CNP que la fecha del paro se adelante para el 24 de febrero. Rápidamente, la cúpula de la CGT le salió al cruce: “no le corresponde a ningún senador de la República [...] pretender trazarle la línea al movimiento sindical [...], es oportunista”, dijo Julio Roberto Gómez, director de la CGT. Según Gómez, además, el paro no puede adelantarse porque sería dar un paso en falso, el movimiento debe “(primero) crecer y (luego) permanecer” (El Espectador, 4/2).
Estas declaraciones omiten el enorme proceso de lucha que se vivió el año pasado. Además, la bronca popular está a la vista y se expresa en todos lados: las encuestadoras arrojan un 70% de desaprobación al gobierno de Duque.
Con independencia de cuáles sean los objetivos de Petro con sus declaraciones, es innegable que las conducciones sindicales intentan limitar el alcance del movimiento de lucha, dilatando y espaciando las medidas de fuerza. Ya en ocasión del primer paro, Gómez (CGT) llamó a “volver a la normalidad” (Clarín, 23/11/19), cuando había una disposición a seguir luchando, como lo mostraron los cacerolazos posteriores.
Que había un debate real sobre la necesidad de adelantar las medidas lo revelan las declaraciones de Diógenes Orjuela (presidente de la CUT), quien dijo que el paro lejano tuvo polémicas y “varios trabajadores solicitaron que se anticipara” (El Espectador, ídem).
Para derrotar al gobierno de Duque, es necesario avanzar en un plan de paros progresivos, en la perspectiva de la huelga general.

Álvaro Chust

martes, 18 de febrero de 2020

Satélites: la agresión desde el espacio




La guerra comercial y los choques entre potencias en la estratósfera

El 31 de enero se avistó un extraño fenómeno en el cielo, muy visible sobre todo en el norte argentino: sesenta luces se desplazaban en perfecta alineación. Las redes sociales fantasearon con una invasión extraterrestre, pero se trataba de algo menos fabuloso. Al día siguiente, los medios aclararon que era una constelación de Starlink, los satélites que habían sido lanzados desde Florida, por SpaceX. La compañía, cuyo dueño es el multimillonario Elon Musk, proyecta “crear una red global de internet de banda ancha y alta velocidad a los lugares donde el acceso ha sido difícil, caro o ha estado totalmente ausente” (Perfil, 01/02). SpaceX ya cuenta con autorización del gobierno de los Estados Unidos para lanzar 12.000 satélites en varias órbitas diferentes y ha solicitado el lanzamiento de hasta 30.000 mil.
Pero este magnate no está solo en este mercado espacial. Otro multimillonario promete inundarnos de satélites: Jeff Bezos, el dueño de Amazon. El año pasado dejó filtrar a la prensa mundial algunos datos sobre el proyecto Kuiper: el lanzamiento de una red de 3236 satélites, seiscientos de los cuales se calcula que estarán operativos en 2021. OneWeb es el otro gran competidor. Esta multinacional -con sede en Londres, Florida, Virginia, Dubai y Singapur- lanzó, en la primera semana de febrero, 34 satélites sobre un total proyectado de 648. A diferencia de los anteriores, pretende colocar sus redes satelitales al doble de distancia por lo cual necesita una cantidad menor para ampliar su cobertura.
Tamaño despliegue y con tales jugadores deja claro que asistimos a una carrera comercial en el espacio disparada, sobre todo, por la demanda del negocio de las telecomunicaciones y el papel clave que podrían jugar los satélites en la industria del 5G. Las ventajas parecen evidentes: internet llegará a todos los rincones del planeta, con una mayor velocidad y baja latencia (tiempo de respuesta). Con todo, el modelo de negocios –o mejor, la rentabilidad esperada- todavía es una incógnita. El propósito civilizatorio de garantizar el acceso a internet a la población mundial es incompatible con el capitalismo: quienes hoy no acceden a la red no son clientes rentables. Los especialistas indican que el mayor negocio se concentrará en el tráfico de los juegos de video y el streaming, particularmente a partir de la demanda de los vuelos transatlánticos y en barco. Coinciden también en señalar que no habrá lugar para muchos competidores. En ese sentido, Bezos, un especialista en liquidar a su competencia, corre con ventaja.
Otras corporaciones despegan más lento. Facebook presentó a fin del año pasado ante la Comisión Federal de Comunicaciones un plan para lanzar su primer satélite Athena. Google ensaya con otros dispositivos: los globos Loon, una red que busca expandir y complementar las existentes. Y Apple, si bien tiene un equipo que trabaja en tecnología digital y su Ceo, Tim Cook, indicó que este proyecto es “una prioridad de la compañía”; todavía no definió si “tiene la intención de buscar el costoso desarrollo de una constelación de satélites o simplemente utilizar datos de satélites existentes para enviarlos a sus dispositivos móviles” (Bloomberg, 21/12/2019).
Entretanto, y para pesar no solo de los astrónomos que protestaron porque el brillo de los satélites interfieren sus observaciones, el espacio se seguirá saturando de artefactos. Para que se advierta la magnitud de los planes previstos, en la actualidad existen aproximadamente 5000 satélites orbitando pero apenas 800 están activos como máquinas vigías que pasan volando el mundo. La basura espacial, por su parte, se calcula en alrededor de 14 mil piezas de satélites y pedazos de cohetes.

La militarización del espacio

A toda colonización económica, incluso en el espacio, le corresponde un poder militar. En estos días, Estados Unidos denunció que un par de satélites rusos estaba persiguiendo al USA 224. Este satélite espía “es operado por la Oficina Nacional de Reconocimiento, una agencia de inteligencia con sede en Virginia”. Los expertos comparan sus capacidades “con el telescopio espacial Hubble”, pero “en lugar de apuntar a la vasta extensión del espacio, los sensores y cámaras de los satélites se centran en el corazón de las instalaciones militares secretas de los adversarios extranjeros” (Time, 10/02).
Los Cosmos 2542 y 2543, según la denuncia estadounidense, podrían ser capaces de capturar imágenes del satélite para examinarlo en detalle, identificar los objetivos terrestres a los que apunta y hasta detectar las señales e interferir en sus comunicaciones. Es decir, que un espía denuncia a otro. Rusia, desde ya, desmiente la especie y declara que los satélites forman parte de un experimento científico.
Como sea, la Casa Blanca y el Pentágono encuentran en este incidente el mejor argumento para justificar la flamante US Space Force, la quinta rama de las fuerzas armadas estadounidenses, cuya creación fue aprobada por unanimidad en el Congreso y está activa desde el 20 de diciembre del año pasado. Al momento de estampar su firma en la Ley de Autorización de Defensa Nacional, Trump exclamó: “Space… going to be a lot of things happening in space”(Espacio… van a estar pasando muchas cosas en el espacio) (Space.Com, 21/12/2019). Efectivamente, ocurren un montón de cosas: desde la guerra fría, cuando se inauguró la “carrera espacial”, pasando por el programa Star Wars fabulado por Ronald Reagan o la tecnología satelital utilizada por George Bush en la guerra del Golfo Pérsico, hasta la actualidad, asistimos a una creciente militarización del espacio.
“La militarización espacial actual gira en torno a tres áreas: el desarrollo continuo de satélites de reconocimiento o espías, el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) diseñado y controlado por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos y la guerra centrada en la red” (The Market Oracle, 14/02). En otras palabras, las fuerzas armadas de los Estados Unidos dependen de los satélites espaciales para casi todas sus operaciones militares: mapear el territorio enemigo, monitorear el movimiento de tropas, contar con datos meteorológicos para prever una invasión, dirigir misiles y drones, responder a los ataques, y un largo etcétera, todo procesado por diferentes redes satelitales. La contracara de esta dependencia es que también son más vulnerables. Si bien hasta la fecha ningún país ha utilizado su tecnología para derribar satélites de otro, lo cierto es que Estados Unidos no tiene el monopolio militar en el espacio.
En diciembre pasado, China creó la Alianza Espacial Comercial, una fusión de organismos estatales y contratistas aeroespaciales, que desarrolla vehículos de lanzamiento de cohetes y fabrica satélites (SpaceNews, 20/12). En los dos últimos años, lideró la lista de lanzamientos de cohetes en el mundo y tiene previsto más de treinta para este año. Su objetivo es completar el sistema de navegación por satélite BeiDou (el equivalente del GPS), la instalación de una estación espacial para 2025 y de una estación de investigación lunar para 2035 (Financial Times, 13/11/2019).
Antes que las supuestas amenazas chinas o rusas –con sus sistemas de láser para inutilizar satélites espías o brazos grúa para removerlos como chatarra-, es esta carrera por el dominio militar una de las razones que impulsa la política de Trump y la creación de una fuerza espacial que lleva como escudo una réplica del logo de Star Trek.
Así parece echarse por tierra el Tratado del Espacio Exterior, consagrado por las Naciones Unidas en 1967, y cuyo artículo primero rezaba: “La exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán hacerse en provecho y en interés de todos los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico, e incumben a toda la humanidad.”
De cualquier modo, siempre estuvo claro que la humanidad del Tratado es la de unas pocas corporaciones, no la que malvive en el planeta con urgencias demasiado básicas. Ya en 1972, en Agresión desde el espacio (Cultura y Napalm en la era de los satélites), Armand Mattelart denunciaba “este gigantesco emparedado imperialista que nos encarcela entre cielo y tierra”. La militarización espacial tiene por objetivo el refuerzo militar de las fuerzas armadas que se disputan la dominación colonial del mundo. Son nuevas armas en manos de los enemigos de los pueblos oprimidos del mundo.

Santiago Gándara