sábado, 29 de septiembre de 2018

México: protestas y dilemas a cuatro años de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa




Anuncian una “comisión de la verdad”

Una importante movilización, que según algunas estimaciones rondó las 15 mil personas, recorrió las calles de la capital mexicana este 26 al cumplirse cuatro años de la desaparición de los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa.

La marcha, con la consigna de Aparición con vida, fue encabezada por los familiares y contó también con la participación de estudiantes de aquel liceo rural y otras escuelas semejantes del país, de estudiantes de la Unam, y de organizaciones obreras como el sindicato de telefonistas y la Confederación Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). En el caso de la Unam, hubo asambleas y ceses de actividades en los que el reclamo de justicia se unió a la lucha que están desenvolviendo actualmente contra las patotas fascistoides (“porros”) que asolan los campus universitarios. En numerosos puntos del interior se conmemoró también el aniversario, con los picos más altos de movilización en los estados de Michoacán y Chiapas, según los informes de La Jornada (27/9).
En septiembre de 2014, un contingente estudiantil de la combativa escuela rural de Ayotzinapa, ubicada en el empobrecido estado sureño de Guerrero, visitó la ciudad de Iguala como parte de un viaje de recaudación de fondos para financiar un viaje al Distrito Federal para el acto de conmemoración en el aniversario de la masacre de Tlateloco de 1968. Allí, en circunstancias confusas, fueron atacados y secuestrados en un operativo que contó con la participación activa o cómplice de una banda narco, la policía municipal, el gobierno de Iguala y posiblemente la policía federal y hasta el Ejército.
Los familiares y el movimiento estudiantil-docente emprendieron una extraordinaria lucha que instaló la consigna “Fue el Estado” y que desafió al gobierno de Enrique Peña Nieto con movilizaciones multitudinarias. Para desactivar este movimiento, el gobierno promovió la versión que circunscribía los hechos a un grupo narco que habría fusilado a los estudiantes e incinerado sus restos en un basurero ubicado en la localidad de Cocula. Pero esta versión se fue desmoronando ante las críticas de los organismos de Derechos Humanos y las evidencias de confesiones arrancadas bajo tortura. Al día de hoy, esta "verdad histórica” de la Procuraduría General de la República ha conducido a que no haya un solo condenado por los hechos.

La comisión de López Obrador

En este cuarto aniversario, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que asume en diciembre, anunció la creación de una “comisión de la verdad” que estaría integrada por la fiscalía estatal, los familiares, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y la CIDH, entre otros. Quien sería su titular, Alejandro Encinas, asegura que se reabrirá la investigación y que no descartarán ninguna línea de trabajo, incluyendo la que conduce a la responsabilidad del Ejército. La comisión de López Obrador recoge las recomendaciones de un tribunal, que llamó a la creación de dicho organismo ante los vicios de la investigación oficial.
La comisión puede elaborar un informe pero no será vinculante ni sancionatoria, con lo que queda subordinada a un papel de asistente de las investigaciones en curso. El Estado, en definitiva, se sigue investigando a sí mismo.
Aun así, el planteo de López Obrador ha sido bien recibido por los familiares. Pero no se trata de un respaldo incondicional: le han advertido que no designe como secretario de defensa a Alejandro Saavedra Hernández, quien era jefe del área militar que incluía a Iguala cuando se produjeron las desapariciones.
La movida de López Obrador es una tentativa de cooptación de un vasto movimiento popular que Peña Nieto no pudo destruir. Y apunta también a reconstruir el prestigio de una institucionalidad en ruinas.
La desaparición de los 43 es uno de los episodios más dramáticos de la barbarie en que se ha hundido México. La “guerra contra el narcotráfico”, que puso al Ejército a cumplir tareas de seguridad interior, con la anuencia y financiamiento yanqui, transformó al país en un gigantesco cementerio sin detener a los cárteles y el tráfico de drogas. Antes bien, se ha consolidado un narcoestado.
El esclarecimiento de los hechos y la justicia para los 43 exige mantener el rumbo de independencia completa y combate contra ese Estado criminal.

Gustavo Montenegro

viernes, 28 de septiembre de 2018

Costa Rica: masiva movilización en rechazo al ajuste del Gobierno y el FMI




El gobierno mantiene su plan de ajuste, pedido por el FMI, mientras una de las mayores movilizaciones en los últimos muestra el rechazo y la fuerza de una huelga nacional que está por entrar en su cuarta semana.

El miércoles 26 se llevó adelante una acción unitaria de la clase trabajadora contra el ajuste del gobierno Carlos Alvarado y el FMI. Una marcha inmensa cubrió el Paseo Colón y la Avenida Segunda, con calles paralelas también abarrotadas. Sin duda alguna es una de las mayores movilizaciones en la historia del país, ya superando las grandes movilizaciones contra el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
El gobierno procura imponer el ajuste pues es un requisito del FMI para lograr otros préstamos, sin los cuales el gobierno central entraría en crisis de liquidez. Es decir, el gobierno quiere hacer pagar a la clase trabajadora un ajuste para seguir endeudando más al país. El rechazo por parte de los trabajadora ha sido masivo, con la que probablemente haya sido una de las huelgas más fuerte del país desde el 2000, cuando una huelga que se combinó con un estallido popular derrotó el proyecto de apertura de las telecomunicaciones y electricidad, o tal vez incluso desde 1934, cuando los trabajadores de la industria bananera realizaron una heroica huelga contra la United Fruit Company.
La movilización fue nacional, con grupos de trabajadores que llegaron desde distintos puntos del país hacia San José. La respuesta del gobierno consistió en impedir la llegada de autobuses a la capital, quitando las placas de circulación a los vehículos que traían pasajeros para la marcha, bajo la excusa de que venían a bloquear las calles, que está penado judicialmente.
El gobierno cae en este sentido en una gran contradicción, reprime las movilizaciones y marchas que bloquean las calles invocando una defensa la libertad de tránsito, pero una vez que esta libertad de tránsito es tomada por los trabajadores para ejercer su derecho a la protesta, entonces el gobierno pasa a impedir la libertad de tránsito de los huelguistas. La reacción amplia ha sido de rechazo y repudio y se ve al accionar del gobierno como el de regímenes abiertamente represivos, como el de Ortega en Nicaragua.
Este jueves 27 de setiembre, se espera que se retomen las negociaciones con las direcciones sindicales. Esas negociaciones han sido impedidas por comportamientos absurdos del gobierno, como levantarse de la mesa de negociación porque no había aire acondicionado en la sala. Sin embargo, todo parece indicar que hasta que no haya un vencedor y un vencido no será posible llegar a acuerdo alguno, pues la gran mayoría de los trabajadores rechaza abiertamente el ajuste y el gobierno es capaz de todo por imponerlo.
En esta combinación de enfrentamiento político y amplísima movilización callejera, hemos entrado en un escenario nuevo para las “formas” políticas de la sociedad costarricense, dentro de las cuales se abren muchas posibilidades. Ante la insistencia del gobierno por imponer su plan y el rechazo callejero al mismo, no está claro cuál sea el rol de la Asamblea Legislativa, que al ser unicameral, tiende a sentir la presión de las protestas de mayor manera que el Ejecutivo, por lo cual existe la posibilidad de que la Reforma no sea aprobada en la Legislativa. Otra posibilidad es que el gobierno asuma posiciones más represivas, pero en la coyuntura podría implicar que el país se salga de su control.
A esta coyuntura se le suma que el Banco Central anunció (la noche previa a la movilización) que comprará al Ministerio de Hacienda letras del tesoro por un monto de ¢498.000 millones (unos 86 millones de dólares) para que Hacienda pueda cubrir sus gastos básicos de gasto corriente como salarios, pensiones, etc. Esto da cuenta del serio problema de liquidez que afronta el gobierno central. Y en caso de que en tres meses, plazo de ley, el gobierno no pueda afrontar esa deuda, se abriría una situación dramática para las finanzas públicas.
Hay especulaciones de que esta política del gobierno es un mecanismo para forzar la Reforma. Sin embargo, al ser una política sumamente peligrosa, como mínimo también hay que señalar que impactará de forma negativa en la calificación de riesgo-país y en la estabilidad inflacionaria.
De conjunto, la perspectiva parece oscura para el gobierno desde el punto de vista económico y desde el punto de vista político, por la fuerte oposición que enfrenta en las calles el ajuste fondomonetarista.
Como un detalle durante la movilización, Eugenia María Goicoechea Rodríguez, ex esposa de Rodolfo Piza, Ministro de Presidencia, atropelló con su auto a cinco huelguistas debiendo ser hospitalizado uno de ellos, después de lo cual se dio a la fuga, siendo interceptada por la policía y por manifestantes unas cuadras después del atropello. El hecho es significativo ya que da cuenta de la actitud de las clases empresariales ante la huelga. El hecho también ha sido ampliamente repudiado por los huelguistas.
Otro elemento dado a conocer en las últimas horas ha sido la intervención de la Magistrada Julia Varela Araya, dando orientaciones a los jueces de la Sala de Trabajo para que declaren ilegal la huelga, algo que podría ser calificado como tráfico de influencias y prevaricato.
Estos son ejemplos de que el gobierno del PAC está intentando por todos los medios atacar a la huelga, que se mantiene muy fuerte y que se prepara para iniciar su cuarta semana.

Esteban Fernández

jueves, 27 de septiembre de 2018

Brasil, en vísperas de las elecciones




Jair Bolsonaro (PSL), Geraldo Alckmin (PSDB), Fernando Haddad (PT), Marina Silva (Rede), Ciro Gomes (PDT), los principales candidatos

Cuando faltan apenas diez días para las elecciones presidenciales, los sondeos en Brasil colocan primero a Jair Bolsonaro en las intenciones de votos (33%) y a Fernando Haddad (23%), del PT, en segundo lugar. El delfín de Lula viene subiendo en las encuestas, desplazando a sus otros contrincantes y consolidándose como el rival del candidato ultraderechista para una segunda vuelta.
Este cuadro de situación ha encendido las luces de alarma de la clase capitalista. No es el escenario al que aspiraba el mundo financiero uno en que la batalla se dirimiría entre la extrema derecha y el PT, cuando se viene de haber impuesto la proscripción de Lula. Gerardo Alckmin, el candidato preferido por el establishment, está relegado en las intenciones de voto y todo indica que ha quedado definitivamente excluido de una chance electoral.
Aunque este escenario ha creado un nerviosismo en los mercados -con una fuerte devaluación en curso- entre las dos candidaturas en pugna la burguesía se estaría inclinando por el candidato del PT, quien, tomando los dichos de un director del Banco Central Brasileño, ex Citibank y ex HSBC, Luis Eduardo Assis, “Tiene más condiciones de conquistar los ánimos del mercado y es más ‘flexible’ a las demandas del capital financiero y empresarial” (Clarín, 15/9).
No es el caso de la candidatura de Bolsonaro. El ex capitán de navío es visto como un elemento provocador y aventurero, de características fascistizantes e imprevisibles. Algunos temen que Bolsonaro termine siendo un Erdogan brasilero, haciendo un paralelismo con el presidente turco. The Economist (21/9) viene de bajarle el pulgar al militar retirado y advertir que un triunfo de éste podría ser “desastroso” para Brasil y a escala global. Por otra parte, Bolsonaro se ha caracterizado por sus expresiones misóginas, xenófobas contra los negros y de exaltación de la dictadura militar, lo que ha despertado un rechazo en sectores amplios de la población, empezando por los movimientos de la mujer.
Bolsonaro está tratando de atenuar ese recelo y seducir al capital. Plantea “extinguir” y “privatizar gran parte” de las empresas estatales del país, si sale vencedor. Pretende trasmitir la señal de que no vacilará en llevar un ajuste en regla y abrir un nuevo ciclo de negocios para la burguesía.
Pero esto no le ha alcanzado para ganarse los votos del capital. Han quedado bien registradas las palabras del ex jefe de Estado Fernando Henrique Cardoso y líder del PSDB, aliado de Temer, quien señaló: “Entre Bolsonaro y Haddad, el PSDB debe votar por este último”.

EL PT

El delfín de Lula, a su turno, señala que va a derogar el congelamiento del gasto público establecido por Temer y que no va a convalidar algunas de las privatizaciones pendientes de resolución, como la fusión de Embraer con Boeing. Pero ya Dilma, al final de su mandato y con la esperanza de salvar su presidencia, estuvo dispuesta a avanzar en el desmantelamiento de Petrobras y entregar los yacimientos ‘presal’ a la explotación directa de los pulpos petroleros extranjeros. Por lo pronto, el PT va aliado en 15 estados con partidos que apoyaron el juicio político de Dilma e integraron el gobierno de Temer. Por otra parte, la presidenta del partido, Gleisi Hoffman, viene de pronunciarse en favor de una reforma jubilatoria. El PT no va a sacar los pies del plato y va por la agenda que reclama la clase capitalista, ajuste incluido, lo cual no puede extrañar a nadie: el PT gobernó con el PMDB de Temer, gestionó durante catorce años los negocios del capital, inició el ajuste en 2014/16 y piloteó los negociados de todas las constructoras brasileñas a lo largo de América Latina y más allá.
Además, el PT asumiría extremadamente devaluado, con la carga de haber sido incapaz de frenar el desplazamiento de Dilma y, ahora, la proscripción de Lula. Haddad, que ni siquiera cuenta con el carisma y popularidad de su jefe político, deberá gobernar a través de compromisos con los partidos aliados. Pero también con el PMDB de Temer y con el PSDB, que hoy integran la coalición gobernante; por las Fuerzas Armadas que han venido ocupando un lugar más gravitante en la escena nacional, y la Justicia cómplice, cuya ofensiva ha sido clave para hacer pasar el golpe parlamentario, así como la detención y el veto a Lula.
Está en duda la capacidad de Haddad para pilotear una crisis de la envergadura que enfrenta Brasil y establecer un arbitraje sobre las masas. Entramos en un escenario tormentoso que tiende a agravarse, más teniendo en cuenta el desarrollo de la crisis capitalista internacional, que viene golpeando de lleno a los países emergentes. “El destino de Haddad puede acabar siendo el mismo que recorrió Dilma Rousseff. Recordemos que el respaldo inicial de la ex presidente se disolvió hasta casi extinguirse con el resultado conocido del impeachment de 2016 en versión brasileña” (Clarín, ídem).

Independencia de clase

Si tenemos en cuenta la totalidad de este panorama, con más razón, se coloca al rojo vivo la cuestión de la independencia política de los trabajadores.
El seguidismo al PT, en nombre de la batalla contra la derecha, es un callejón sin salida. Es necesaria una firme delimitación político-programática del nacionalismo de contenido burgués, impulsar la lucha e intervención independiente de los trabajadores y la construcción de partidos obreros revolucionarios. Y dar los pasos para convocar a un Congreso nacional de trabajadores, para aprobar un programa de la clase obrera frente a esta crisis histórica y organizar la resistencia del pueblo explotado al ajuste capitalista y transformarlo en alternativa de poder.

Pablo Heller

Argentina: Una caldera en ebullición




Corte del sindicalismo combativo en la Panamericana durante el paro del 25

La adhesión que recogió el paro nacional muestra que Argentina se ha transformado en una caldera social a punto de ebullición. El retroceso del nivel de vida de la población trabajadora ha adquirido características dramáticas. En sólo meses, el salario mínimo vigente quedó reducido a 260 dólares, de los más bajos en América Latina. Millones de jubilados reciben sólo 220 dólares mensuales. Pero la ofensiva capitalista contra las masas laboriosas está lejos de haber concluido. El nuevo pacto con el FMI viene con la exigencia de una devaluación aún mayor, para desvalorizar todavía más los ingresos de los trabajadores. En estas condiciones se entiende que todos los partidos y políticos patronales, incluidos acá los burócratas sindicales de todo pelaje y la Iglesia, se hayan trazado la perspectiva de la defensa de la gobernabilidad de Macri. El kirchnerismo ha hecho punta en este sentido, con su campaña de que a Macri hay que derrotarlo… en las elecciones de 2019. Mientras tanto, le dejan el camino libre para avanzar con el ajuste pactado con los gobernadores y el FMI.

Evitar la explosión

La burocracia sindical concibió el paro como una maniobra de descompresión. Evitó imprimirle un carácter activo, ya sea por medio de piquetes o con una concentración multitudinaria en Plaza de Mayo. A este operativo se sumó, con una perfidia pocas veces vista, el ala disidente de la CGT comandada por Moyano y la Corriente Federal. Luego de anunciar que harían un paro de 36 horas con concentración frente a la Casa Rosada, la inmensa mayoría de los sindicatos decidió no parar. Los Moyano (padre e hijo) se bajaron de la lista de oradores del acto del 24, al que tampoco movilizaron al Sindicato de Camioneros. En estas condiciones, la jornada de 24 terminó siendo una acción esmirriada, con presencia casi exclusiva del triunvirato piquetero dependiente del Vaticano.
De este operativo de contención participó el aparato de intendentes que sostiene la candidatura de Cristina Kirchner y, desde ya, los gobernadores que han acordado con el gobierno los términos del ajuste que será plasmado en el Presupuesto 2019 reclamado por el FMI. La burocracia sindical que convocó el paro es dependiente del aparato del Partido Justicialista y está tan dividido como éste. Mientras Moyano se bajaba del acto del 24 y ordenaba no movilizar a su gremio, circulaba la información que estaba trabajando para acercar posiciones entre Cristina Kirchner y Massa. Una delegación del moyanismo se reunió con Massa en la previa al paro, sin que se conociera del ex jefe de Gabinete de Cristina y compañero de viaje de Macri a Davos ninguna palabra de apoyo a la medida de lucha.
El operativo de contención en torno del paro, para reducirlo a una jornada aislada, incluyó su vaciamiento programático, quitando las reivindicaciones más importantes de los trabajadores. La primera de ellas, a saber, la reapertura de paritarias para recuperar lo perdido por la inflación, fue ignorada olímpicamente. Frente a un rodrigazo de dimensiones similares, fue la lucha por una paritaria del 100% lo que llevó a la huelga de junio y julio de 1975, que derivó en la caída del ministro de Economía, Celestino Rodrigo, y del fascista José López Rega. La voz de orden de la burocracia sindical y de todo el peronismo es evitar que se repita la historia -o sea, que el rodrigazo no sea respondido con una huelga general. Se entiende por qué: la burocracia viene de firmar en todos los sindicatos paritarias a la baja, en complicidad con sus respectivas patronales. Para éstas, y sobre todo para la burguesía industrial, la crisis ha dejado un saldo favorable que no quieren perder -la enorme desvalorización de la fuerza de trabajo. En su relato, el peronismo-kirchnerismo presenta a estas patronales como víctimas del ‘modelo financiero’ del macrismo y las reivindica como las fuerzas motrices de su ‘modelo nacional y popular’. La burocracia centroizquierdista comparte este punto de vista y ha limitado las acciones posteriores a jornadas de protesta contra el Presupuesto 2019.
En estas condiciones, los discursos pronunciados en la Plaza de Mayo en la jornada del 24 repitieron hasta el cansancio la necesidad de evitar que la crisis derive en una explosión social. La única voz disidente fue la de Pablo Micheli, quien planteó que el gobierno debe irse. Pero su radicalización duró menos que un suspiro. Rápidamente salió a explicar que eso debiera ocurrir recién en las elecciones del año que viene.

Luchar por derrotarlos

Las posibilidades de contención de la burocracia están condicionadas por el alcance de la crisis. La caída de Caputo y el encumbramiento en el Banco Central de un agente directo del FMI prueban que ésta está lejos de haber sido superada. En los próximos días, la Reserva Federal anunciará una nueva suba de la tasa de interés, lo que agudizará la tendencia a la fuga de capitales y a la guerra comercial. Justamente, los choques comerciales han derivado en una caída del principal producto exportable de la Argentina, la soja. La devaluación servirá para que los sojeros ganen más pesos, pero no puede revertir la pérdida de dólares que implica una soja a 300 dólares. Macri deberá soportar ahora una sequía impuesta por el capital.
De esta somera descripción se deduce una agudización de los antagonismos sociales, que las fuerzas capitalistas se esfuerzan en contener dentro de sus fronteras. La voz de orden que las anima es la defensa de la gobernabilidad macrista y del Fondo Monetario. En oposición a ello, planteamos la necesidad de un plan de lucha para derrotar el plan de guerra del gobierno, los gobernadores y el FMI. Reclamar al macrismo un cambio de política económica es una ilusión, o mejor dicho, una trampa. Una política basada en la satisfacción de las necesidades populares es incompatible con la permanencia de Macri en el poder. El movimiento de los trabajadores y la juventud no debe dejarse amilanar por las acusaciones de golpistas emanadas de los medios oficialistas y tampoco de los opositores contra los que planteamos la necesidad de derrotar al gobierno, y que éste sea sustituido por una Asamblea Constituyente soberana. Un cambio de este tipo requiere una acción histórica que, por definición, es altamente democrática.
Llamamos al Frente de Izquierda a adoptar todas las iniciativas que pavimenten este camino.

Gabriel Solano

Concentración en la embajada de México en Uruguay




A 4 años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se realizó en el día de hoy una concentración en la embajada de México en Uruguay

Con la consigna Ayotzinapa vive! La lucha sigue! tuvo lugar en el día de hoy la concentración en la embajada mexicana al cumplirse 4 años de la desaparición de los normalistas.
La concentración fue parte de las actividades programadas para esta semana luego de la volanteada realizada en plaza Cagancha el día lunes y la posterior charla que se desarrolló en el Instituto de Formación en Educación Social (IFES).
Las actividades fueron convocadas por un conjunto de organizaciones entre las que se cuenta Uruguay por Ayotzinapa, el CEIPA, el CEM, AFFUR, Comisión DDHH AFUTU, ADES Montevideo, Plenaria Memoria y Justicia, UFC, Resumen Latinoamericano y Reactiva Contenidos.
Mientras las familias de los normalistas desaparecidos siguen su lucha exigiendo respuestas es fundamental la solidaridad internacional acompañando este reclamo de que el Estado mexicano dé respuestas.

La Izquierda Diario Uruguay
Miércoles 26 de septiembre | 22:42

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Trump expuso ante la ONU su doctrina de imperialismo recargado




En su discurso ante la 73 Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente norteamericano Donald Trump volvió a plantear una versión recargada del America First.

Trump se declaró enemigo de la globalización y del control global. Justificó las guerras comerciales con un discurso que viene ensayando desde su campaña electoral, según el cual Estados Unidos es víctima de la codicia de sus rivales y también sus socios, que se aprovechan de las normas de instituciones multilaterales como la OMC para entrar al mercado norteamericano y a la vez proteger el propio. El presidente señaló explícitamente a China (a pesar de considerar a Xi Jinping un amigo) por su política comercial y monetaria deshonesta, pero detrás del gigante asiático están también aliados y socios comerciales tradicionales como Alemania, la UE y Canadá.
Según Trump, bajo el orden (neo)liberal proliferaron vividores que se beneficiaban de un imperialismo tímido y globalista, más preocupado por liderar el mundo que por defender el interés norteamericano, y es esto lo que no va más. No solo en el terreno comercial. Trump se refirió también a aquellos que no quieren gastar en garantizarse su propia seguridad y dejan que sea Estados Unidos el que cargue con el costo de hacer de policía del mundo. A partir de ahora, la ayuda financiera y el favor político serán solo para los amigos de Estados Unidos. Esta seudo teorización sin grandes pretensiones, sobre todo si se la compara con la gran estrategia de la contención que guió en gran medida el liderazgo hegemónico imperialista, sería lo que está detrás de la política exterior errática y polarizante que ha transformado a la principal potencia mundial en fuente de inestabilidad y tensiones.
Trump reivindicó el imperialismo del garrote, expresado en el uso de las sanciones como una herramienta casi exclusiva de política exterior. A un año de haber amenazado a Corea del Norte con la destrucción total los nuevos blancos de la ira imperial son Irán y Venezuela, y secundariamente Cuba. Repudió nuevamente el acuerdo nuclear alcanzado con Irán en 2015 del que Estados Unidos se retiró dejándolo en el aire, una política no solo dirigida al Medio Oriente sino también a la UE que sigue sosteniendo el acuerdo. Acusó al régimen iraní de ser una dictadura terrorista. Justificó la alianza con las monarquías sunitas del Golfo y la política de haber trasladado a Jerusalén la embajada norteamericana.
La política agresiva de Trump contra Venezuela como parte de la ofensiva imperialista en América Latina tiene sus propios lacayos locales, uno de los más notables es el presidente Macri que fue a vender a la Argentina al FMI y a los inversores que quieran hacerse su agosto.
Sin embargo, la imagen de fortaleza que pretendió dar Trump contrasta con la profunda crisis política que atraviesa su administración. La Casa Blanca está sacudida por los escándalos y las divisiones dentro del establishment están alcanzando un punto de ebullición. Integrantes del círculo íntimo del presidente se pasaron de bando y están colaborando con el FBI en una investigación que puede hacer palidecer el caso de los cuadernos en Argentina porque se trata de un presidente en ejercicio. El Juez conservador Brett M. Kavanaugh propuesto por Trump para ocupar un puesto clave en la Corte Suprema enfrenta acusaciones de abusos sexuales que están obstaculizando su confirmación. Y el New York Times, el principal medio corporativo furiosamente opuesto a Trump publicó una nota anónima de un funcionario de alto rango de la administración que se define como la resistencia a un gobierno caótico. Toda una operación política que tiene como antecedentes nada menos que el escándalo de Watergate que puso fin a la administración Nixon.
En gran medida el futuro de Trump se juega en las próximas elecciones de medio término que aún son una gran incógnita.

Claudia Cinatti

Crisis en Nueva York cuando una huelga general paraliza Argentina




La renuncia de Luis Caputo, el presidente ‘de facto’ del Banco Central, en medio de una huelga general, es muy instructiva políticamente. La presentó, además, en las circunstancias menos convenientes: una corrida incesante contra el peso, con Macri en las Naciones Unidas, procurando ganar el apoyo de las grandes potencias, y el ministro de Economía ultimando una negociación con el FMI. Como atraído por el caos, Bonadío decidió, al mismo tiempo, citar a Paolo Rocca (Tenaris) y a Marcelo Mindlin (Pampa Energía) en la investigación de cohechos bajo el gobierno anterior. Todo esto demuestra que Argentina no atraviesa una crisis episódica sino una bancarrota económica que tiene por delante un largo desarrollo y consecuencias políticas que no han alcanzado aún su punto explosivo. En forma simultánea, Donald Tump pronunciaba en la ONU un discurso belicista en todos los sentidos de la palabra – ratificó la estrategia de guerra financiera contra aliados y adversarios, y advirtió que se disponía a utilizar recursos extremos contra Irán y la Franja de Gaza y a buscar una salida militar en Venezuela. La posibilidad cierta de que el pollo de Lula se convierta en presidente de Brasil, a partir de enero próximo, le quita el sueño a los que quieren cabalgar la crisis usando a Cristina Kirchner como espantajo. A quienes siguen haciendo política con los presupuestos anteriores a esta crisis, maquinando listas para octubre del año que viene, esta crisis se los llevará puestos en su debido momento. La clase obrera enfrenta un desafío estratégico – plantear una salida propia a lo que se convertirá en una crisis de poder.

“Mayor volatilidad”

El régimen político presente enfrenta un derrumbe del financiamiento interno y externo de la economía – el ‘defol’. Por un lado, el Banco Central, el recurso financiero último del Estado, tiene un patrimonio negativo, o sea que no tiene modo de asegurar la estabilidad de la moneda y del crédito. Concretamente, las reservas internacionales netas, u$s16 mil millones, contrastan con un pasivo monetario de cerca de dos billones de pesos (dinero circulante, cajas de ahorro, depósitos a menos de un mes). Por el otro, Argentina enfrenta necesidades financieras externas del orden de los u$s100 mil millones hasta finales de 2019 – la suma de los vencimientos de deuda externa y de los créditos que deberían financiar el déficit de pagos con el exterior. Este coctel genera una salida de ganancias, pagos de intereses y capitales que escapa a cualquier cálculo. La dimensión de la crisis escapa a las posibilidades de contención del Fondo Monetario Internacional.
Cuarenta y ocho horas antes de la nueva crisis, toda la prensa financiera destacaba “la estabilidad del tipo de cambio”, “la caída del ‘riesgo-país’” y el desarme ‘exitoso’ de un nuevo tramo de Letras del Banco Central (Lebac) que se habían convertido en nuevas Letras del Tesoro a plazos de seis meses. Inoportuno ‘canto de victoria’ – el FMI impugnó el costo de esta ‘estabilidad’, obtenida por medio de nuevas ventas de dólares, que salían de la plata que había prestado el FMI, y con un procedimiento cuestionable. Ocurre que Caputo recurrió a la venta directa de divisas a los bancos – una suerte de cartelización de la compra de dólares – en lugar del método convenido de licitaciones o subastas. Apenas había asumido se fue corriendo a la mesa de operaciones para vender dólares y futuros de dólar para contener la suba de la divisa. Caputo lo hizo durante tres meses incesantemente y fracasó a pesar del apoyo del FMI y de los grandes fondos globales que ahora están inquietos para llevarse sus "inversiones" para limitar las pérdidas. Muy pocas chances de victoria. El ex presidente del Central es un agente de los fondos internacionales que se clavaron con Lebacs y Letras en pesos, y que necesitan salir del pozo con el dólar más barato posible. La renuncia de Caputo saca a la luz un enfrentamiento de Pimco, BlackRock y Templeton, los más importantes del planeta, con el FMI. La pelea va ahondar la crisis; los diarios del miércoles cuentan que el JP Morgan prevé “mayor volatilidad”. Los famosos Paradise Papers revelaron que Caputo es gerente de fondos de inversión en las Islas Caimán, que nunca informó, como de otros fondos controlados por el fondo de su propiedad, Noctua, con sedes en Delaware y Miami (Emilia Delfino, Perfil, 17.2.18).

Los fracasos del FMI

Para arruinar el nuevo negocio con el FMI (luego de haberlo hecho con el primero), se hizo correr la bola de que el Fondo adicionaría u$s25 mil millones a los 50 mil millones pactados hace tres meses – sin presentar ninguna prueba. La evidencia de que el nuevo acuerdo sólo agrega u$s5 mil millones, ha pinchado las expectativas. Del mismo modo, el FMI ha ratificado que su paquete financiero no apunta a vender divisas en el mercado de cambios, sino a funcionar como garantía del pago de la deuda externa, con la condición de que tenga por base un ajuste fenomenal que haga innecesario su uso. A esto apunta la propuesta de establecer una banda cambiaria, que autorice la oscilación del peso/dólar. Ningún ajuste excepcional, sin embargo, puede proveer el financiamiento que requiere Argentina, y muchos dicen que tampoco llegará al ‘déficit primario cero’, tanto por razones económicas como por la resistencia popular. Esto explica que el proyecto de Presupuesto elaborado por el gobierno establezca la autorización para “reestructurar la deuda pública”, que es una forma de declarar el ‘defol’. Es lo que no pudo imponer el FMI en Grecia, debido a la oposición tajante de Alemania y Francia.
Cuando se recorre todo el espinel de la crisis actual, desde su comienzo, se percibe que los fondos internacionales advirtieron, en diciembre pasado, que Macri no podría imponer sus contrarreformas fundamentales sin enfrentar una lucha popular de envergadura y una crisis política. Macri impuso la confiscación de un trimestre entero de las jubilaciones, pero no ha podido avanzar en las ‘reformas’ laboral y previsional. Así fue interpretado el abandono sucesivo de las diferentes políticas monetarias subsiguientes, que pretendían aflojar el ahogo crediticio interno. Esta crisis ‘sistémica’ del macrismo explica, en última instancia, la corrida cambiaria ulterior, luego dos años de salida de capitales disimulado con un fenomenal endeudamiento. La negativa del FMI a financiar la salida de dólares y la devaluación consiguiente, pone en cuestión los ajustes tarifarios al dólar y la libertad otorgada a los exportadores para dejar sus ingresos en cuentas del exterior.

Saltan los tapones

La partida de Caputo representa una crisis política mayor en el macrismo. Se va un “amigo del alma”, que supo voltear planes y ministros, y entra un comodín canjeable, Nicolás Dujovne, que estuvo a punto de perder su puesto hace un par de domingos. El tablero del macrismo opera sin fusibles – el próximo ‘corto-circuito podría hacer saltar el sistema. El ‘golpismo’ contra el que previenen tantos ‘comunicadores’ se encuentra adentro del gobierno y del régimen, no afuera, donde le quieren pasar factura dentro de cuatrocientos días.
Por último, pero para nada menos importante, la crisis internacional succiona en grande. Los grandes fondos prefieren la ‘bicicleta’ de las acciones de Wall Street, donde oportunamente pagarán la fiesta, al monopatín de Buenos Aires. Turquía cree haber controlado la corrida cambiaria, sin reparar en que se encuentra ante una crisis bancaria. Hay muchos indicios de que el Brexit podría eyectar a los conservadores del gobierno y meter adentro a los laboristas. Enseguida después de Brasil, las elecciones de medio término podrían deparar una derrota importante a Trump, en la primera semana de noviembre. En este caso, se desataría una guerra política sin cuartel en Estados Unidos.
Es necesario explicar el carácter y el alcance de la crisis a la clase obrera, y debatir seriamente acerca de ella con los activistas y los luchadores. Una comprensión de la crisis fortalecerá la convicción de la clase obrera acerca de la necesidad de un paro activo nacional, la huelga general, la deliberación de bases del movimiento obrero y un planteo de poder – fuera Macri, reemplazo del régimen actual por una Asamblea revocable soberana, por un gobierno de trabajadores, por la Unidad Socialista de América Latina.

Jorge Altamira

Trump alienta un golpe militar y la intervención en Venezuela




Trump volvió a la carga este martes en su línea injerencista en Venezuela mientras se realiza la Asamblea General de la ONU. En su discurso ante la ONU, Donald Trump, pidió ayuda internacional para "restaurar la democracia en Venezuela", en el mismo día que auguraba que un golpe militar contra Maduro podría triunfar "rápidamente".

Los movimientos no sólo operaron en los discursos ante la Asamblea General de la ONU. El Grupo de Lima celebró una reunión en los márgenes de la Asamblea General de la ONU, cuya sede acogió también este martes otro encuentro, impulsado por Colombia, para discutir “la crisis migratoria” de los venezolanos. En ambas reuniones el imperialismo hizo gala de su mayor intervencionismo en Venezuela, esta vez mostrando el “garrote”.
Al reunirse con el presidente de Colombia, Iván Duque, mientras se realizaba la Asamblea General de Naciones Unidas, Trump declaraba que el de Maduro "es un régimen que francamente, podría ser derrotado muy rápidamente si los militares deciden hacer eso".
Trump abiertamente animó a las Fuerzas Armadas a llevar a cabo un golpe contra Maduro, al mismo tiempo que confirmó que mantiene la opción militar sobre la mesa ante la situación en Venezuela.
Su vicepresidente, Mike Pence, también alimentó la idea de un posible conflicto, alertando del despliegue de tropas venezolanas en el fronterizo estado Táchira en unas operaciones destinadas supuestamente a la lucha contra grupos paramilitares. "Déjenme ser claro, Estados Unidos siempre estará del lado de nuestros aliados para su seguridad y el régimen de Maduro haría bien en no poner a prueba la determinación del presidente de EE.UU. o el pueblo estadounidense", dijo Pence durante una reunión para tratar la crisis migratoria con origen en Venezuela.
En esa cita para tratar la cuestión migratoria, impulsada por Colombia, se vetó el acceso del canciller venezolano, Jorge Arreaza, que había expresado su deseo en participar. En la misma, anunció además un nuevo paquete de ayuda de 48 millones de dólares por parte de Estados Unidos para los países de Latinoamérica que reciben a refugiados y migrantes venezolanos, lo que eleva el monto total de asistencia estadounidense a 95 millones.
Poco antes de esta intervención de Trump ante la ONU, el secretario del Tesoro de EE.UU., Steven Mnuchin, anunciaba nuevas sanciones a integrantes del círculo cercano de Maduro, así como a otros funcionarios. Entre los sancionados, además de Cilia Flores, la esposa de Maduro, está la excanciller y actual vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez; el ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información, Jorge Rodríguez (hermano de Delcy Rodríguez); el titular de Defensa, el General Mayor Vladimir Padrino López; y Rafael Sarria, un empresario que se enriqueció a costas del Estado y es considerado testaferro principal del número dos del chavismo, Diosdado Cabello.
Ya en su discurso ante la ONU, Trump arremetió ofensivamente declarando que: "Pedimos a las naciones reunidas aquí que nos ayuden en el llamamiento a la restauración de la democracia en Venezuela". Al mismo tiempo que sancionaba a altos funcionarios del gobierno de Maduro y otros personajes considerados testaferros de alto escalón gubernamental. Y todos sabemos a qué se refiere el imperialismo cuando habla de “restauración de la democracia”: la injerencia directa sobre un país soberano para instaurar un gobierno títere.
Su llamado tubo rápido eco, empezando por el “Grupo de Lima” compuesto por la mayoría del derechismo continental: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía, al que pareciera estar integrándose Ecuador. De esta manera, la situación de Venezuela fue abordada en la sede de la ONU por los cancilleres este “Grupo”.
Argentina, Chile, Colombia, Paraguay y Perú pospusieron para este miércoles la firma de una petición para que la Corte Penal Internacional (CPI) inicie una investigación sobre Venezuela, prevista originalmente para este martes; el presidente argentino, Mauricio Macri, confirmó de todos modos que, al menos su país, denunciará los supuestos "crímenes de lesa humanidad de la dictadura venezolana" ante la CPI. La mayoría abordó la cuestión de Venezuela durante sus discursos ante la Asamblea General, incluidos el peruano, Martín Vizcarra; y el ecuatoriano, Lenin Moreno.
Pero la orden imperialista y la acción cipaya de este derechismo continental no se quedó allí. El canciller colombiano, Carlos Holmes Trujillo, declaró que los países del Grupo de Lima van a buscar "pasos adicionales" para tratar de devolver la "democracia" a Venezuela, sin detallar de qué tipo de medidas se trata.
"Se van a dar los pasos”, declaró este perro faldero, agregando que “no quiero anticiparme a ellos porque requieren un proceso previo de análisis”, y que esas acciones se van a "analizar con mucho detenimiento" y buscarán "crear condiciones para que finalmente haya otra vez democracia y libertad en Venezuela". ¿A qué acciones se refiere?
En cuanto a las declaraciones de Trump sobre el eventual golpe militar en Venezuela, el representante de EE.UU. ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Carlos Trujillo, declaraba que "los militares venezolanos tienen un compromiso con la constitución de Venezuela, y la constitución de Venezuela, la democracia, hoy en día no se está celebrando y es algo que ellos tienen que reconocer". Agregando que "ellos tienen que pensar cuál es el mejor paso hacia el futuro para su propio país", en un claro llamado a un golpe militar que ellos reconocerían inmediatamente.
Recordemos que a mediados de septiembre, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, afirmó que no se puede descartar una intervención militar contra el gobierno de Maduro. “En cuanto a intervención militar para derrocar al régimen de Nicolás Maduro creo que no debemos descartar ninguna opción”, manifestaba en una rueda de prensa que dio durante su visita en el lado colombiano del puente binacional Simón Bolívar, a pocos metros de la línea fronteriza con Venezuela. ¿Se aventurará el cipayismo continental a alentar una aventura de este tipo? Hay muchos límites al momento para tal cosa.
Las amenazas de EE.UU. se incrementaron aún más desde la llegada a la Casa Blanca de Trump. El 11 de agosto había declarado que "Tenemos muchas opciones para Venezuela, incluida una posible opción militar si es necesario", teniendo a su lado en ese entonces al ahora ex secretario de Estado, Rex Tillerson; su embajadora ante la ONU, Nikki Haley; y su asesor de seguridad nacional, Herbert Raymond McMaster. "Tenemos tropas por todo el mundo, en lugares muy, muy alejados. Venezuela no está muy lejos y la gente está sufriendo y están muriendo" agregaba este personaje imperialista desde un campo de golf.
Puro cinismo y completa hipocresía del gobierno de Trump. Lejos está Trump de estar interesado por los padecimientos del pueblo de Venezuela y menos que menos por cuestiones de “democracia” o de libertades democráticas. Estados Unidos no tiene la más mínima moral para hablar de estos asuntos, cuando es el país más violador de los derechos humanos en el mundo, incluso dentro de su propio territorio, acometer genocidios apoyando dictaduras bárbaras en el pasado o con sus actuales intervenciones militares en Irak, Afganistán, por solo mencionar algunas.
El gobierno de Maduro y todos los altos integrantes del gobierno, seguramente aprovecharán el discurso guerrerista de Trump, para hacer gala de un falso anti imperialismo. Al momento la respuesta del gobierno de Maduro ha sido a través de su canciller, Jorge Arreaza, quien aseguró que el país se defendería en caso de una "intervención" extranjera. "Ojo, que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que nuestro pueblo, nuestras milicias sabrían resistir, sabrían cómo defenderse", aseguró Arreaza en una conferencia de prensa en la ONU. "El ejemplo de Vietnam tal vez se quedaría corto ante lo que es capaz el pueblo de Venezuela cuando se decide, como ha hecho desde hace 200 años, a ser libre", alardeó Arreaza.
El gobierno de Maduro, con una crisis que se arrastra por casi cinco años con niveles catastróficos, ha llevado al pueblo a sufrir los mayores padecimientos optando por cumplir con el capital financiero y los acreedores internacionales pagando una fraudulenta deuda externa. Tomó una clara decisión entre los padecimientos del pueblo y los usureros internacionales. Por eso toda pose de “antiimperialismo” con que se llena la boca ahora es de puro papel y no pasan de huecas declaraciones.
La catástrofe nacional que se vive en Venezuela es la grave crisis de un capitalismo dependiente, la “quiebra” del país se debe a que ni Chávez ni mucho menos Maduro rompieron con las ataduras de la economía a las imposiciones imperialistas, agravaron la dependencia de la renta y del mecanismo de subordinación que es la deuda externa, al mismo tiempo que permitieron y promovieron una enorme sangría de la renta petrolera (la gigantesca fuga de capitales) por parte de la burguesía nacional tradicional y los nuevos burgueses favorecidos o surgidos por sus relaciones con el chavismo.
Hay que rechazar categóricamente toda esta injerencia y agresión imperialista, y rechazar toda la política del cipayismo de la derecha continental. Hoy como ayer, vuelven a incentivar golpes militares para imponer gobiernos dóciles a sus objetivos políticos; vimos cómo avanzaron con el golpismo institucional en Brasil con la imposición fraudulenta de Michel Temer, en un país donde las FFAA vuelven a tener cada vez más una mayor participación en la vida política como en las viejas décadas. Es categórico también rechazar cualquier tentativa de golpe militar en Venezuela.
Hemos sostenido que este rechazo a la injerencia y la agresión imperialista estadounidense no implica avalar en modo alguno al gobierno de Maduro, que lejos de tomar medidas que ataquen los intereses del imperialismo y sus socios venezolanos, frente a la crisis económica que atraviesa el país ha tomado medidas que afectan a los trabajadores y el pueblo pobre mediante medidas de ajuste, más aún, viene aplicando un conjunto de acciones económicas y políticas de mayor apertura a transnacionales en el área del petróleo y minería.
Somos categóricos, las cuentas con las violaciones de los derechos democráticos y humanos, con los corruptos funcionarios del gobierno nacional y sus actos de represión -que caen siempre con más saña sobre la clase trabajadora cuando ésta sale a protestar por sus derechos-, las habrá de ajustar solo el pueblo trabajador venezolano, no los gobiernos de la burguesía imperialista estadounidense ni de otros países, con sus aliados del derechismo continental. Ajuste de cuentas que también el pueblo trabajador hará con los golpistas proimperialistas de la oposición. Los trabajadores en alianza con los pobres de la ciudad y el campo, con una política completamente independiente deben ser los abanderados del rechazo a toda injerencia y agresión imperialista.

Milton D'León
Caracas @MiltonDLeon

martes, 25 de septiembre de 2018

2008-2018: la década perdida del capitalismo




Hace diez años, el 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers (uno de los bancos de inversión más grandes y longevos del mundo) presentaba su declaración formal de quiebra después de verse inmerso en la crisis de las hipotecas de alto riesgo.
El colapso de Lehman Brothers desató una reacción en cadena. En los siguientes días y semanas, otros bancos, instituciones financieras y compañías aseguradoras caerían como si se trataran de fichas de dominó.
George W. Bush, el belicista presidente de los Estados Unidos, estuvo forzado a dirigirse a la nación, anunciando planes de intervención estatal con el fin de rescatar a Wall Street. A pesar de esto, Bush todavía sintió la necesidad de salir adelante con una defensa del sistema capitalista -un sistema que de forma evidente (y monumental) acababa de fracasar.

Los expertos entre la espada y la pared

Hace 20 años, el New York Times hacia referencia al 150° aniversario de la publicación del Manifiesto Comunista recalcando que Marx y Engels “reconocieron el poder de generación de riqueza imparable del capitalismo, predijeron que conquistaría el mundo y alertaron que esta inevitable globalización de economías nacionales y distintas culturas tendría consecuencias divisorias y desagradables”. (NYT, 27 de junio de 1998)
Diez años después, en 2008, las “consecuencias divisorias y desagradables” estaban al descubierto ante los ojos de todo el mundo. El capitalismo sufría su crisis más severa desde los años 30. Con ella, llegaron sus viejos demonios: el desempleo masivo, la rebaja salarial y la austeridad. El sistema bancario, al borde de la ruina, fue rescatado por miles de millones aportados por los contribuyentes.
Los defensores del capitalismo no terminaban de entender qué había sucedido. El derrumbe les empujó a una confusión absoluta.
Por ejemplo, en la conferencia inaugural del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico (Institute for New Economic Thinking), un evento patrocinado por el multimillonario especulador financiero George Soros y en la que participaron cinco Premios Nobel los asistentes, perplejos, “no pudieron ponerse de acuerdo sobre la causa de la crisis, ni tampoco sobre las medidas necesarias a tomar”, según The Financial Times.
Incluso Alan Greenspan (expresidente de la Reserva Federal, al que anteriormente se le hacía referencia como “maestro”) admitió tiempo después que “todavía no entiendo del todo por qué ocurrió la crisis”.

Una época de austeridad

Hoy, 10 años después de esta quiebra masiva, todavía estamos pagando la crisis.La crisis del 2008 marcó el inicio de una época de austeridad. Políticos en todo el mundo (de todo tipo de convicciones políticas) buscaban la forma de saldar las deudas provocadas por el rescate de los bancos.
Se suponía que la austeridad duraría unos pocos años, o eso nos dijeron. Después, 5 años pasaron a 10. Ahora se ha convertido en algo permanente.
Después de una década, ¿cuáles son los resultados? A pesar de los años de recortes y ataques al nivel de vida, las deudas siguen siendo desorbitadas. Las inversiones y la productividad están estancadas y la economía sigue en un atolladero.
Los empresarios pasaron a la ofensiva, con ataques a los salarios y las condiciones de trabajo con el fin de incrementar sus beneficios. Los salarios reales en Gran Bretaña han sufrido una de las mayores rebajas, sólo por debajo de las de México y Grecia. La clase obrera se ve obligada a pagar por una crisis que no causó.
El resultado de todo esto es que la parte de la renta nacional que va a los trabajadores ha disminuido de manera constante, mientras que la parte que va a los capitalistas se ha incrementado.
En el Reino Unido, millones de niños viven en la pobreza, tras un aumento de un millón desde el 2010. El número de personas que dependen de los bancos de alimentos sigue aumentando. En áreas en las que se ha puesto en marcha el aborrecido programa de “crédito universal” [una especie de prestación económica para personas sin recursos, NdT], el número de usuarios de bancos de alimentos se ha incrementado un 52%. De forma deplorable, el gobierno ha negado cualquier relación entre la austeridad y la aparición de los bancos de alimentos.
En el resto del país, según la Fundación Joseph Rowntree, el año pasado un millón y medio de personas habían estado en situación de desamparo en algún momento del año -algo más de una de cada cincuenta personas. Manchester, Liverpool y Middlesbrough eran los lugares con niveles más altos de pobreza.

La crisis de sobreproducción

Tal y como predijeron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, la depresión de 2008 fue causada por una crisis de sobreproducción.
“En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer.”
El capitalismo, como sistema, ha llegado a sus límites. Su capacidad productiva ha sobrepasado los límites del mercado. Durante un largo periodo, los capitalistas han intentado ampliar el crédito para empujar de forma artificial al mercado más allá de sus límites. Pero esto, a la larga, solo ha hecho empeorar la crisis.
La supuesta “recuperación” en los últimos años ha sido la más débil de la historia. En cualquier caso, para las masas no parece existir recuperación alguna. Al contrario, las cosas cada vez están peor. Los únicos trabajos que se ofrecen están mal pagados y son de baja cualificación.
Los empresarios, en vez de invertir en la producción, dependen de la mano de obra barata. Esto es por lo que la productividad es tan baja. A pesar de la aparente prosperidad de las bolsas bursátiles, que son como la espuma de las olas, la economía real está en descenso.

Las contradicciones están acumulándose

La “recuperación” económica se ha consumido a sí misma. Una nueva crisis mundial se avecina. “Han saltado las luces de alarma”, anunciaba The Financial Times hace poco: “El análisis de los datos anteriores nos indica que la demanda necesita incrementarse para poder soportar la producción actual y el crecimiento del empleo en los próximos meses. Y a pesar de esto, los riesgos parecen indicar que no será así”, escribía Chris Williamson, Economista Jefe de IHS Markit. (FT, 24/8/18)
Pero la demanda cae a la vez que se recortan los salarios. El mercado para las mercancías cada vez es más pequeño. Y con un mercado cada vez más reducido, cada vez se invierte menos.
Williamson afirmaba que la culpa es de las preocupaciones políticas, la subida de los precios y la ralentización del crecimiento en las carteras de pedidos en las empresas. Además, los temores sobre una guerra comercial global -potenciados por un estancamiento de las exportaciones- no hacen más que presionar, sobre todo a los fabricantes.
Las tensiones comerciales, que no dejan de crecer entre China y los Estados Unidos podrían fácilmente resultar en una guerra comercial sin cuartel. Los EEUU han amenazado a China con imponer otros 200.000 millones de dólares en tarifas de importación hasta un 25% para una serie de productos, entre los que se incluyen el acero y el aluminio.Esto podría arrojar a la economía mundial a una nueva depresión. Después de todo, el Crack del 29 no lo causó la Gran Depresión, sino las medidas proteccionistas que fueron impuestas como respuesta al mismo.
Además, la crisis económica que afecta a Turquía y Argentina ha hecho temblar a otros mercados, a aquellos considerados emergentes. Lo que más le preocupa a la clase capitalista ahora mismo es el contagio.

Sin munición

La última reunión de la Reserva Federal reveló la inquietud sobre lo efectivas que serían sus medidas en el caso de una gran recesión. No es de extrañar, pues con los niveles de deuda por los cielos (y todavía creciendo), ya se han gastado toda la munición a su alcance. Están completamente expuestos a la próxima depresión. Esto no es algo único de los EEUU, es así en todo el mundo.
Una nueva crisis mundial es inevitable. Es imposible predecir el momento exacto. Pero no puede estar lejos, y cualquier cosa podría desencadenarla.
Lo que hemos experimentado hasta ahora en lo que se refiere a austeridad y ataques a la clase trabajadora no son nada con lo que nos espera.
Remendar el sistema no es una alternativa válida. Es precisamente el sistema capitalista el que tiene la culpa, un sistema impulsado por el afán de lucro y la maximización de los beneficios.
La crisis de hoy es una crisis mundial. Los gobiernos de todo el mundo están llevando a cabo planes de austeridad y ataques a la clase trabajadora, de alguna forma u otra. El capitalismo ya no puede permitirse las reformas del pasado. Esos días ya quedaron atrás. El asalto sin cuartel a las condiciones de vida de la clase trabajadora se ha convertido en algo habitual.
Esta es la lógica brutal del sistema capitalista. Y es por lo que luchamos por el socialismo. Es por esto que necesitamos una revolución.

Rob Sewell

lunes, 24 de septiembre de 2018

La corrida cambiaria en Argentina y la economía frenteamplista




Contra los augurios y las ilusiones de los amantes del tan mentado “blindaje” o “desacople” del Ministro Astori, el cuarto episodio de la corrida cambiaria ocurrida en Argentina, volvió a poner sobre la mesa las contradicciones de la economía uruguaya. En solo dos semanas el Banco Central del Uruguay vendió más de 500 millones de dólares para contener la suba de la divisa norteamericana.

En pleno siglo XXI donde el capitalismo se destaca por encontrarse en su mayor período de mundialización, plantear como supuesto la inmunidad de una economía “abierta” en términos económicos y de intercambio, es, por lo menos… “inocente”. Es así como a partir de la suba de la tasa de interés de la Reserva Federal de los Estados Unidos, los capitales productivos y especulativos que en el período de la política expansiva se movían del centro hacia la periferia, ahora comienzan el flujo inverso, colocándose en Bonos del Tesoro Norteamericanos con rendimientos altos y seguros en dólares. En este sentido, Uruguay es parte de la división internacional del trabajo y ocupa un lugar totalmente subordinado en la palestra internacional, con una economía atrasada, donde se exportan centralmente materias primas, y dependiente de la exportación de capitales desde los países centrales. Este esquema de subordinación y dependencia del capital trasnacional ha perdurado las administraciones frenteamplistas y se ha profundizado.
Lo que estamos presenciando es la punta del iceberg de los problemas de un modelo económico que desde hace décadas se basa en la especulación financiera. El gobierno tomó como primer medida la dolarización de la cartera para los grandes inversores posicionados en Letras de Regulación Monetaria (las LeBac’s orientales) cuyos bonos tengan vencimiento al 31 de diciembre. El total de este monto ronda los 30 mil millones de pesos (unos 914 millones de dólares). Previendo una posible corrida cambiaria en nuestro país, el gobierno le da la posibilidad a estos fondos especulativos de recomprar sus LRM y liquidar sus pesos con el interés correspondiente, o, la opción preferida por el gobierno, el cambio de las posiciones en pesos a dólares. Es decir, el Banco Central busca prevenir la corrida, cambiando deuda en pesos por deuda en dólares. Pero esto no es todo… El monto total de posiciones en LRM asciende a 250.000.000.000 millones de pesos (8 mil millones de dólares), mientras que las reservas del BCU se encuentran en 16.900 millones de dólares, pero quitando 10 mil millones de encajes que no se pueden movilizar, las reservas reales descienden a 7.200 millones de dólares. Todo esto, mientras la deuda pública trepa a las tres cuartas partes del PBI.
El miedo del gobierno es a una salida “en estampida” del país de los fondos especulativos con posiciones en pesos. Uno de los fondos con mayor cantidad de LRM es Templeton, el gigante grupo especulativo norteamericano amigo de Luis Caputo (el financista presidente del Banco Central argentino), que ya se está retirando del vecino país. Algunos analistas ya plantean que las recompras de LRM o la dolarización de cartera exigirá una mayor tasa de interés que haga rentable el acuerdo para los inversores. Es decir, el gobierno para intentar controlar la situación, sale a cubrir las pérdidas de los fondos especulativos y a dar garantías de rentabilidad de sus posiciones, protegiendo la ganancia del capital financiero para que no elijan irse.
La posición del gobierno es acompañar el alza del precio del dólar, vendiendo las reservas que sean necesarias para evitar la volatilidad en el precio. Es una política de devaluación “controlada” que buscará llevar al dólar a un precio “competitivo” para el empresariado uruguayo. Su correlato estará dado en los índices de inflación y por sobre todas las cosas, en el salario y el poder adquisitivo.
Pero para que este plan “controlado” funcione, el alicaído gobierno de Vázquez-Astori (que se encuentra en el momento de peor valoración de gestión por parte de la población) depende de una estabilización cambiaria en Argentina. Escenario difícil de prever si tenemos en cuenta los últimos paquetes de medidas y recortes que propone el macrismo con el Fondo Monetario, que lo único que harán será empeorar las condiciones de vida del pueblo trabajador y generar efectos aún más recesivos sobre la economía.
La desindexación de los salarios a la inflación fue una primera victoria para las patronales en los consejos de salario. Como decíamos aquí, las cámaras empresariales fueron las que esta vez renunciaron a la paz social y pegaron el portazo en la negociación colectiva.
Por otra parte, las patronales desde el mes de enero con el surgimiento del movimiento Un Solo Uruguay vienen pujando por una devaluación “que le devuelva la competitividad al campo uruguayo”, además de su programa de recortes del gasto público y rebaja de conquistas sociales.
En el cierre de la última Expo Rural, vimos nuevamente al presidente de la ARU (Asociación Rural del Uruguay), Pablo Zerbino, nuevamente insistir con los “costos” y la “competitividad”. Detrás de esto hay un claro mensaje del conjunto de las cámaras empresarias de comenzar con el ajuste ahora, mientras en el gobierno lo intentan contener pensando en las elecciones.
Es que, como también decíamos en el mes de enero, la década de crecimiento y “pacto distributivo” entre el gobierno y las patronales ha llegado a su fin. Se acercan momentos de menor actividad económica y las patronales presionarán por un ataque en toda la línea. Frente a esta situación, el gobierno intenta mantener “el equilibrio” de un modelo que ya muestra sus desajustes, y que, en lo esencial, no ha cambiado las condiciones de vida del pueblo trabajador.
En lo que concuerdan todos los analistas es que el próximo gobierno sea del signo que sea, llevará adelante un ajuste en toda la línea. Ya lo vemos estos días con la propuesta de suba de edad jubilatoria y a las patronales presionando en la negociación colectiva para lograr nuevos marcos de trabajo. Es la antesala de una reforma laboral.
Ante la situación económica que se deriva de la inestabilidad en la situación regional, los trabajadores, el movimiento estudiantil, e importantes movimientos como el de las mujeres, deben oponer un programa para que la crisis la paguen los empresarios. Mediante la nacionalización de la banca y del comercio exterior, y la nacionalización bajo control de sus trabajadores de toda empresa que cierre o despida.

Damián Recoba

Elecciones en Suecia: el comienzo del fin de la paz entre las clases




A pesar de la imagen sonrosada con la que Suecia es presentada por los autodenominados socialistas como Bernie Sanders, después de las últimas elecciones, está claro que la misma inestabilidad y polarización política que ha afectado a otros países ha llegado finalmente a Suecia.
Suecia es otro país donde los partidos de masas tradicionales han sufrido derrotas después de años de llevar a cabo políticas derechistas. No está claro quién, si es que fuera posible, podrá formar un gobierno. Tenemos que estar preparados para más ataques contra la clase trabajadora, y necesitamos construir urgentemente un movimiento que esté listo para responder.
"No importa cuál sea el resultado final, esta elección debería ser el final de los bloques de derecha e izquierda".
Así es como el Primer Ministro socialdemócrata de Suecia, Stefan Löfven, describió la situación política en la noche de las elecciones. No dimitirá, sino que continuará gobernando, por ahora, junto con sus socios del Partido Verde.
Nunca antes habíamos visto un resultado electoral tan poco claro. Con base al conteo de votos preliminares, a falta del recuento final que se completará el miércoles, la diferencia entre la derecha y la izquierda es de sólo un escaño. Pase lo que pase, veremos un gobierno inestable que se verá obligado a hacer grandes concesiones para gobernar.
La derecha, incluidos los racistas de Demócratas de Suecia, ahora tiene una mayoría estable en el parlamento. Todo gobierno que proponga alguna política de izquierda, ya sea que sugiera mejores derechos sindicales o mayor gasto en bienestar social, quedará en minoría. Pero tanto el Partido del Centro, de derecha, como los liberales han excluido repetidamente la posibilidad de formar un gobierno con el apoyo tácito de los Demócratas de Suecia. Incluso el Partido Moderado y los Demócratas Cristianos han dicho que no formarán un gobierno que incluya a los Demócratas de Suecia.
Los socialdemócratas han tenido su peor resultado electoral desde 1911, con el 28,4 por ciento de los votos. Este es el precio que están pagando después de décadas de girar a la derecha y de ofrecerse abiertamente para colaborar con la derecha. Ahora están empeñados en formar un gobierno bipartidista con el Partido del Centro y los Liberales, pero no está claro si estos últimos aceptarán.
Al mismo tiempo, los partidos tradicionales de la derecha solo obtuvieron el 40,3 por ciento, que es el segundo peor resultado de su historia. El conservador Moderaterna obtuvo un 19,8 por ciento, 3 puntos menos que el resultado que obligó a su líder anterior, Reinfeldt, a dimitir en 2014.
El caos político que se producirá en las próximas semanas, independientemente del resultado, dará como resultado una sola cosa: más políticas derechistas. La clase trabajadora tendrá que prepararse para ataques adicionales, y la izquierda dentro del movimiento obrero debe prepararse para resistir a la derecha.

La crisis de la socialdemocracia y el 'Estado del Bienestar'

Desde la crisis económica que golpeó a Suecia en la década de 1990, el antiguo "Estado del Bienestar" sueco está en ruinas. No importa quién haya estado en el gobierno, las condiciones de vida de la clase trabajadora han empeorado constantemente. Los recortes constantes, la privatización y una mayor presión sobre la clase trabajadora están comenzando a pasar factura.
En 1980, Suecia era el país más equitativo del mundo en términos de distribución de la riqueza. Desde entonces, la situación ha empeorado. Suecia es ahora el país en la OCDE donde la desigualdad ha aumentado más agudamente. Antes de que el capitalista Ingvar Kamprad falleciera, y sus cuatro hijos heredaran sus vastas fortunas, dos personas en el país poseían tanto como la mitad de la población. Ahora esa cifra ha subido a cinco, gracias a este cambio generacional.
La idea romántica acerca de Suecia difundida en los medios internacionales y por los reformistas es completamente incorrecta. Ha pasado mucho tiempo desde que todos en el país consiguieran acceso a asistencia social de alta calidad. La vieja idea reformista del compañerismo social y la colaboración de clases está muerta en un período en el que la otra parte de la ecuación, la clase capitalista, ha estado en pie de guerra contra todas las reformas del pasado que tanto costó ganar. El panorama real es de recortes de más de 25 mil millones de euros en 25 años. Mientras tanto, en relación con la población, se han perdido más de 300.000 puestos de trabajo en el sector de la atención social desde 1990.
El Estado del bienestar se construyó en Suecia durante un período histórico que ha demostrado ser la excepción. El auge de la posguerra permitió a la clase dominante, no sólo en Suecia, sino en todos los países capitalistas avanzados, hacer concesiones de largo alcance a la clase trabajadora.
Suecia pudo ir más allá por muchas razones: el país no fue bombardeado hasta quedar reducido a la edad de piedra durante la Segunda Guerra Mundial, pero tenía una base industrial intacta que se benefició de las exportaciones a una Europa devastada que tuvo que ser reconstruida. La enorme fuerza de la clase obrera como resultado de la lucha de clases combativa que construyó el movimiento obrero durante las décadas anteriores fue otro factor, como lo fue la proximidad de Suecia a la Unión Soviética y la amenaza implícita de una revolución desde abajo. La verdad es que se podrían haber conseguido muchas más reformas, pero el Partido Social Demócrata siempre detuvo la lucha de clases e hizo todo lo posible por evitar que amenazara al sistema capitalista y a la propiedad privada.
La economía sueca actualmente ve cierto crecimiento, pero las ganancias se concentran en beneficios para la indecente y rica clase capitalista. Las mayores compañías de la Bolsa de Estocolmo registraron ganancias de alrededor de 25.100 millones de euros el año pasado. Los capitalistas están obteniendo grandes ganancias a expensas de la clase trabajadora sueca, y están sentados sobre montones de dinero que o bien se quedan sin hacer nada o se esconden en paraísos fiscales. Los 187 multimillonarios suecos tienen más dinero que la riqueza neta del Estado sueco más todo el sistema de pensiones juntos.
Los socialdemócratas han estado en el poder durante la mayor parte del período en que los niveles de vida de la clase trabajadora empezaron a empeorar. Hubo un tiempo en que quizás fueron el partido socialdemócrata más fuerte del mundo, y durante sus 40 años de gobierno ininterrumpido, vieron resultados electorales del 40-50 por ciento de apoyo. Pero durante los últimos 30 años, debido a sus políticas derechistas, el partido ha perdido la mayoría de su base activa y una gran parte de su apoyo dentro de la clase trabajadora.
Cuando los socialdemócratas llegaron al poder en 2014, después de ocho años de gobierno de derecha, muchos esperaban que al menos deshiciera las contrarreformas que la derecha había llevado a cabo. Por el contrario, mantuvieron las políticas derechistas y llevaron a cabo contrarreformas adicionales, entre ellas una política de inmigración más estricta, un estudio sobre la restricción del derecho de huelga y el aumento de la edad de jubilación. Al mismo tiempo, los recortes han continuado por todo el país, porque simplemente no ha habido suficiente dinero en las finanzas municipales para mantenerse al día con el aumento de los costos.
La campaña electoral socialdemócrata comenzó con un tono de mostrarse duro con la inseguridad ciudadana y continuar sus duras políticas contra la inmigración. Pero las deserciones del partido y los resultados miserables en las encuestas les obligaron a dar un giro de 180 grados con un "plan por seguridad en el puesto de trabajo": abolir las leyes que han ayudado a aumentar la precariedad, exigir acuerdos de negociación colectiva cuando el Estado subcontrate servicios con empresas privadas, y el final de los contratos de "hora cero" realizados a través de mensajes de texto, entre otras cosas.
Fue un caso de muy poco y demasiado tarde, aunque sí frenó la gran caída que vimos al comienzo de la campaña electoral. Después de cuatro años de políticas derechistas continuas, no había ninguna razón real para esperar que las cosas fueran mucho mejor con otro gobierno socialdemócrata, esta vez en colaboración con la derecha. Löfven dejó en claro ya en 2014 que quería formar un gobierno de coalición con el derechista Partido de Centro y los liberales.
Cuatro años de políticas derechistas adicionales serían una catástrofe para los socialdemócratas. Si formaran un gobierno de coalición, Löfven y la dirección del partido amenazarían la existencia futura del propio partido. Tenemos que decir a todos los activistas serios que sin duda existen dentro de la izquierda del partido, que es hora de abandonar la idea de cualquier compromiso con la derecha. La única salida para los socialdemócratas es dar un gran salto hacia la izquierda y reemplazar a Löfven y al resto de la dirección del partido con personas que estén dispuestas a luchar por reformas reales.
La popularidad del líder izquierdista del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, muestra que existe un enorme potencial para un Partido Socialdemócrata que emprenda la lucha contra los recortes y la austeridad. Solo podemos esperar que la izquierda del partido aprenda las lecciones de esta derrota electoral y acometa esta lucha necesaria. Si esto no sucede, los socialdemócratas corren el riesgo de ir en la misma dirección que sus contrapartes en Europa, y continuarán su caída muy por debajo de las cifras históricamente bajas que recibieron en esta elección.

Polarización política

El partido que más ha ganado del declive de los socialdemócratas son los racistas y nacionalistas de Demócratas de Suecia, a favor de quienes perdieron la mayoría de los votantes, según las encuestas a pie de urna. El 17,6 por ciento de los votos de este último es menos de lo que muchas encuestas habían predicho, pero aún representa un aumento del 4,7 por ciento desde las últimas elecciones, lo que significa que continúa siendo el tercer partido más grande en el parlamento.
Esto, sin embargo, no es una indicación de que la gente en general se esté moviendo hacia la derecha. Por el contrario, las cifras desastrosas para los socialdemócratas muestran la impopularidad de las políticas derechistas. Según las encuestas a boca de urna, esta fue la tercera elección consecutiva en la que los temas mejor valorados entre los votantes, en orden de importancia, tenían que ver con el Estado del bienestar. Los cuatro temas más importantes fueron la asistencia sanitaria, las escuelas, la igualdad y el bienestar social. El tema de la migración solo ocupó el octavo lugar.
Lo que vemos es polarización política. Hay un enorme descontento con la situación actual, y según una encuesta del Instituto SOM, más de la mitad de la población sueca piensa que las cosas se están moviendo en la dirección equivocada.
Los partidos del establishment son vistos como responsables de la mala situación y están perdiendo terreno, mientras que los partidos más a la izquierda y a la derecha se fortalecen. El ascenso de los Demócratas de Suecia, de una manera distorsionada, refleja este descontento.
Desde 2015, casi todos los partidos y los medios han sostenido constantemente que es imposible conciliar el creciente número de inmigrantes con mejoras en el Estado del bienestar. El gobierno Verde-Socialdemócrata, y los partidos de la derecha tradicional, han llevado a cabo políticas migratorias que son sólo marginalmente diferentes de las defendidas por los Demócratas de Suecia. Al mismo tiempo, han hecho todo para mantener a los Demócratas de Suecia lejos de cualquier posición de poder.
De esta manera, los Demócratas de Suecia han tenido una gran influencia sobre la agenda política, al tiempo que pueden presentarse como un partido contrario al establishment.
Pero podría haber sido diferente. En otros países donde ha existido una clara alternativa de izquierda, los partidos de derecha perdieron terreno. El Partido de Izquierda podría haber sido esa alternativa.

El partido de Izquierda: lejos de su potencial

El Partido de Izquierda también se ha fortalecido un poco desde las últimas elecciones: del 5,6 por ciento de los votos al 7,9 por ciento. Pero a la luz del descontento que existe en la sociedad, este aumento modesto debería hacer pensar a cualquier partido que se llame a sí mismo socialista. Dada la enorme desilusión con los socialdemócratas, debería haber sido el Partido de Izquierda y no los Demócratas de Suecia quienes crecieran masivamente.
El problema es que no está claro qué quiere realmente el Partido de Izquierda. Los dirigentes han hecho mucho ruido con la consigna: "el Partido de Izquierda marca la diferencia", señalando las diversas reformas menores que han podido negociar con el gobierno socialdemócrata-verde. Han llegado al extremo de decir cosas como: "Durante los últimos cuatro años, el Partido de Izquierda ha demostrado que es posible avanzar en la dirección correcta". (Göteborgs Posten, 17 de agosto de 2018)
Sin embargo, la mayoría de los trabajadores no han experimentado que las cosas se muevan en la dirección correcta, ni han presenciado ningún cambio real. Mientras que el Partido de Izquierda se ha jactado de agregar 10.000 millones de dólares al gasto social ("los miles de millones de izquierdas"), la lista de personas que esperan recibir atención en los hospitales solo ha aumentado, y la baja por enfermedad se ha incrementado dramáticamente debido al estrés laboral. Los escasos recursos asignados no han sido suficientes para satisfacer las necesidades crecientes. En su afán por mostrar los resultados de sus negociaciones con el gobierno, el Partido de Izquierda está cometiendo el error de defender las políticas derechistas de los socialdemócratas desde la izquierda.
Durante la campaña electoral, Jonas Sjöstedt, el líder del Partido de Izquierda, hizo hincapié en el aumento de la desigualdad, que los ricos se están haciendo más ricos, lo que ha conectado con la necesidad de aumentar los impuestos a los ricos para financiar un mejor bienestar. Esto está todo bien. Pero se ha perdido lo más importante, que es concretar para qué deberían usarse el aumento de los impuestos. Las reformas menores, como la introducción de un tope en los costos que debe afrontar cada año el paciente para la atención dental, o el obligar a la negociación colectiva en las empresas que contraten con el Estado son sin duda demandas importantes, pero son completamente insuficientes por sí mismas.
La suma neta de las alzas de impuestos que propone el partido representa 54 mil millones de coronas, lo que solo se introducirá "con el tiempo". (Dagens Industri, 6 de septiembre de 2018) Esto debería compararse con los recortes de impuestos del gobierno derechista de Reinfeldt, que ascendieron a 140.000 millones de coronas durante sus ocho años en el poder.
Con una constante falta de camas de hospital, decenas de miles de docentes que abandonaron la profesión debido al empeoramiento de las condiciones, el aumento de la baja por enfermedad y demás, el Partido de Izquierda está situando sus horizontes demasiado bajo.
El Partido de Izquierda debería haberse diferenciado como un partido combativo, que retoma la lucha por las grandes reformas que presentaron en las elecciones anteriores: detener las privatizaciones, resistir la participación en las aventuras imperialistas; y luchar por 200.000 nuevos empleos en el sector de asistencia social, una semana laboral de 30 horas, el fin de la precariedad, etc. Podría haber explicado que el capitalismo es la razón de los problemas ambientales, del desempleo, de la falta de vivienda, y cosas por el estilo, y que la única solución son las políticas socialistas. Tal programa sería tremendamente popular y le daría al Partido de Izquierda un perfil claro como un partido que quiere romper con décadas de recortes y contrarreformas.
Si los socialdemócratas continúan moviéndose hacia la derecha y, lo que es peor, forman un gobierno de coalición con los partidos de derecha, el descontento con los socialdemócratas podría llevar a una situación en la que el Partido de Izquierda se convierta en el mayor partido de los trabajadores en Suecia. Pero esto requiere que el Partido de Izquierda tenga una oposición clara y adopte una política mucho más radical. Desafortunadamente, en lugar de eso, se está preparando para algún tipo de colaboración con la derecha.

El Partido de Izquierda y la cuestión del gobierno

Sjöstedt debería decir claramente que él excluye cualquier coalición con la derecha. En cambio, ha dicho en repetidas ocasiones que las negociaciones con el derechista Partido del Centro y los liberales podrían estar en la agenda. Por ejemplo, en una entrevista en el gran tabloide Aftonbladet dijo el 2 de julio:
"Actuaremos para garantizar que haya un gobierno sin partidos de derecha. Pero podríamos terminar en una situación muy complicada este otoño, y siempre estamos dispuestos a negociar si podemos aprobar políticas de izquierda. No cerramos la puerta para hacer eso también con otras coaliciones gubernamentales que la que existen hoy en día".
El argumento parece reflejar el sentimiento comprensible compartido por muchas personas: "¡Cualquier cosa menos los Demócratas de Suecia!" Pero un gobierno de coalición con la derecha solo se haría realidad si los socialdemócratas y el Partido de Izquierda acordaran llevar a cabo políticas que ataquen a la clase trabajadora. Esta parece ser la idea de Löfven, pero sería extremadamente malo si Sjöstedt la adopta también.
La razón por la que los Demócratas de Suecia están logrando avances entre los votantes obreros en este momento es que todos los demás partidos son vistos como parte del sistema que han llevado a cabo contrarreformas durante las últimas tres décadas. Si los partidos del movimiento obrero entran en una coalición con la derecha, sería el peor resultado posible, en el que obtendremos políticas derechistas al mismo tiempo que los Demócratas de Suecia se fortalecen. Esto es exactamente lo que se ha visto en los últimos cuatro años. Aquellos que quieran luchar contra la austeridad y los recortes se quedarán sin nadie que los represente en el parlamento.
El Partido de Izquierda se ha quedado atascado en una camisa de fuerza parlamentaria que le impide mostrar ningún camino a seguir. En la entrevista mencionada, Sjöstedt en realidad lleva el argumento aún más lejos:
"Creo que es poco probable que ingresemos al gobierno con partidos de derecha. Pero siempre estaremos dispuestos para negociar y aprobar políticas de izquierda".
¿Improbable? ¿Eso es un sí o un no? Sjöstedt no ofrece una respuesta clara.
Apoyar, o incluso peor, ingresar al gobierno con partidos de derecha sería un golpe fatal para el Partido de Izquierda. En lugar de vacilar, el Partido de Izquierda debería presentar una clara oposición a las políticas de derecha, sin importar quién las lleve a cabo.

Lucha de clases en el orden del día

La pobreza aumenta bruscamente en medio de las ruinas del Estado del bienestar. Cerca de un cuarto de millón de pensionistas e igual número de niños viven en la pobreza. Según Eurostat, 1,5 millones de suecos están "en riesgo de pobreza".
Las personas enfermas se están muriendo mientras esperan la cirugía, los desempleados se ven forzados a una “capacitación” inútil y humillante, y cada vez más personas encuentran que es imposible siquiera ver a un médico. La seguridad básica asociada con la obtención de ayuda cuando se enferma ha desaparecido porque las autoridades a cargo están preocupadas con una búsqueda inútil de personas que intentan “engañar” al sistema.
En muchos lugares de trabajo, las empresas de trabajo temporal se han convertido en la norma en lugar de la excepción. Tanto los salarios como las condiciones de trabajo han empeorado drásticamente, mientras que los líderes sindicales han reemplazado la lucha colectiva por el conchabeo y las negociaciones.
Debido a que la derecha tiene una mayoría en el gobierno, el próximo gobierno inevitablemente llevará a cabo políticas derechistas. Con una socialdemocracia que ha abierto el camino para restringir el derecho de huelga, y partidos de derecha que han exigido ataques contra las leyes laborales, veremos más y más golpes severos contra las condiciones laborales y contra los sindicatos. También veremos más ataques contra los enfermos y los desempleados.
Además de esto, debemos agregar la situación económica inestable internacionalmente, donde una nueva crisis podría desencadenarse en cualquier momento. Esto afectará particularmente a Suecia, ya que es un país pequeño dependiente de las exportaciones, con una economía afectada por una burbuja inmobiliaria y el tercer país con la deuda privada más elevada del mundo.
Esta es una mezcla explosiva: un volcán de ira de clase que solo está esperando estallar. Ya lo podemos ver en la lucha contra el cierre de la sala de maternidad en Sollefteå, donde la gente ahora ocupa el hospital; en las manifestaciones por incrementos de recursos a través de las campañas "Rebelión preescolar" y "Rebelión de la atención médica"; y en muchas batallas menores en el frente industrial. Algo grande está por suceder.
En particular, la generación joven puede ver claramente que la sociedad en la que crecieron sus padres ha comenzado a destruirse. Muchos jóvenes se enfrentan a un futuro de empleos eventuales, dificultades para encontrar un lugar donde vivir y no han visto nada más que contrarreformas. Entre los jóvenes de 18-21 años, los socialdemócratas obtuvieron solo el 20 por ciento, mientras que el Partido de Izquierda obtuvo el 12 por ciento. Hay una radicalización en toda una capa de jóvenes, que se está preparando para luchar.
Mientras tanto, los líderes sindicales consideran que es más importante mantener buenas relaciones con los patrones y el Estado que organizar a los trabajadores a nivel de base. Estos líderes consideran indeseables las huelgas, el único medio eficaz que los trabajadores tienen para defenderse. Pero esto no puede durar para siempre. Tarde o temprano, la clase trabajadora comprenderá la necesidad de la lucha.
Es hora de que la clase obrera se levante y luche contra los parásitos. Esta elección es solo otro clavo en el ataúd para la colaboración de clases sueca. Los marxistas continuarán defendiendo la lucha combativa desde abajo, y explicarán la necesidad de construir una alternativa socialista revolucionaria para deshacerse del capitalismo.

Revolution (CMI-SUECIA)

Reunión Trump-Piñera: los intentos del imperialismo por intervenir en Venezuela




El 28 de septiembre se concretará la reunión entre el empresario Sebastián Piñera y el imperialista Donald Trump, ¿Qué piensan hacer el imperialismo en américa latina?

La próxima semana se llevará a cabo una reunión entre Sebastián Piñera y el imperialista Donald Trump, esto en el marco de un alza en gobiernos de derecha en América Latina y la crisis en la que se encuentra el gobierno de Maduro en Venezuela.
Dicha reunión tratará diversos temas como políticas para favorecer el crecimiento económico, el combate de la corrupción y redes ilegales, buscando crear redes de ciberseguridad, pero la guinda de la torta imperialista será la discusión para "restaurar" la democracia en Venezuela.
No olvidemos que el presidente de EEUU ha sido el principal interesado en discutir la crisis de Venezuela junto con demás países, como lo fue en la reunión del G20 en Argentina, encuentro impulsada por Mauricio Macri donde asistieron representantes de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, España, Estados Unidos, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Japón, Panamá y Reino Unido, profundizando una coordinación para alcanzar objetivos políticos “democráticos” en Venezuela y así enfrentar la tragedia económica en la que se encuentra dicho país.
Claramente estas reuniones con los representantes de los grandes empresarios, dueños de la producción y quienes manejan la economía en los países de Latinoamérica no son para buscar una salida al problema del hambre y la miseria a causa de la crisis que se esta viviendo en Venezuela, sino mas bien seguir aumentando su hegemonía y saciar su hambre de ganancias. No permitamos que países imperialistas se sigan entrometiendo en la economía de los demás países con el falso discurso de buscar mejoras en la calidad de vida las personas.

Rosa Alfaro

viernes, 21 de septiembre de 2018

Las protestas en Irak, otro brote de lucha en el Medio Oriente




Los primeros días de septiembre reemergieron en Basora -una región de mayoría chiíta ubicada en el sur de Irak- importantes protestas ante el colapso de los servicios de luz y agua y los altos niveles de pobreza y desempleo. Los manifestantes prendieron fuego los edificios de gobierno, de los principales partidos (el Dawa y el Badr) y el Consulado iraní, foco del repudio popular debido a que la compañía eléctrica que dejó a oscuras a la población hace unos meses pertenece al país persa. El colapso del servicio de agua, por su parte, provocó complicaciones de salud que llevaron a más de 30 mil personas al hospital y el área al borde de una epidemia de cólera. Las protestas incluyeron el bloqueo de un puerto estratégico ubicado sobre el Golfo Pérsico por el que fluyen el 95% de las exportaciones petroleras del país.
El gobierno de Haidar al Abadi dictó el toque de queda y ordenó el despliegue del Ejército, que se dedicó también a custodiar las instalaciones de las petroleras rusas y yanquis. La represión dejó 12 muertos y la situación se normalizó recién tras las promesas oficiales de inversión en infraestructura y de un plan para crear 10 mil puestos de trabajo. Pero el gobierno no ha apagado el polvorín social sino que apenas ha pateado la pelota hacia adelante.
Las protestas son el segundo capítulo tras el proceso de movilizaciones que se desarrolló en julio y que también se caracterizó por el incendio de sedes de los principales partidos, fuertemente repudiados por la corrupción, y de dependencias de gobierno. Las protestas de julio se extendieron por todo el sur del país y en el caso de la ciudad de Najaf fue tomado el aeropuerto. En menor medida, las protestas tuvieron su réplica en la capital Bagdad.
El gobierno iraní intentó desacreditar las últimas protestas diciendo que estaban impulsadas por Estados Unidos, pero la realidad es que las movilizaciones son una expresión genuina de furia de las masas contra la miseria y la opresión. Se inscriben en un cuadro de reanimamiento de las movilizaciones populares en la región (Irán, Túnez y Jordania). Las protestas contaron con el apoyo público de Ali Sistani, la mayor influencia religiosa chiíta, quien intenta jugar un rol de contención.
Irak viene de desarrollar elecciones en mayo, que se caracterizaron por una baja participación (45%) y la mala elección del gobierno de Al Abadi, de buenas relaciones con Estados Unidos, que terminó en tercer lugar. Este ni siquiera pudo capitalizar en las urnas la derrota del Estado Islámico.
En estos días, se desarrollan las negociaciones para la formación del nuevo gobierno. Al Abadi había cerrado un acuerdo con el bloque que encabeza el clérigo Muqtada Al Sadr, cuya fuerza ganó las elecciones, pero dicha tentativa habría entrado en crisis al calor de las protestas en Basora (La Vanguardia, 13/9). Al Sadr es un chiíta que ganó bastante popularidad por enfrentar en su momento la ocupación norteamericana y por sus denuncias contra la corrupción.
Los norteamericanos fogonean al partido de al Abadi para impedir la formación de un gobierno pro-iraní con Al-Amiri a la cabeza (del Badr), que obtuvo un segundo puesto en los comicios de mayo y cuenta como aliado al ex primer ministro Nuri al Maliki. Los yanquis, que vienen de romper el acuerdo nuclear con Irán, temen el desarrollo de formaciones políticas afines al país persa en la región.
Uno de los aspectos más positivos de las revueltas de Basora es que han colocado por encima de las tensiones sectarias las reivindicaciones de clase. Este es un punto muy importante para el desarrollo de una perspectiva revolucionaria en Medio Oriente.

Gustavo Montenegro

jueves, 20 de septiembre de 2018

Candidatura de Oscar Andrade




Aunque despierta expectativas en sectores obreros, los propios dirigentes del Partido Comunista señalan que el objetivo de la candidatura de Andrade no es ser una alternativa a la derecha frenteamplista.

En una nota anterior, cuando aún no se había oficializado la candidatura de Andrade, habíamos señalado que el objetivo que persigue el Partido Comunista es “intentar retener y motivar a esos sectores de trabajadores desencantados con las políticas neoliberales que ha llevado adelante el Frente Amplio en el gobierno, y contribuir a ganar una nueva elección”.
Luego de la oficialización de la candidatura, las declaraciones de los principales dirigentes del PCU confirman que no pretenden ser una alternativa a los sectores de la derecha frenteamplista, sino más bien evitar la fuga de votos de los sectores de izquierda desencantados y críticos.
Tras tres periodos de gobiernos del FA, hay sectores descontentos que perciben que la orientación económica que ha hegemonizado durante los gobiernos de Vázquez y Mujica es la que tiene una visión casi neoliberal (Astori y compañía) que es aplaudida por los organismos del imperialismo (FMI, Banco Mundial, etc.).
Hacia esos sectores de militantes y simpatizantes que reclaman que se tomen medidas realmente de izquierda está dirigida la candidatura de Andrade; pero el objetivo que persiguen no es confrontar con la derecha y erigirse en una alternativa sino que por el contrario los mismos dirigentes del PC señalan que el objetivo es simplemente que “gane el Frente”.
“La prioridad es ganar las próximas elecciones, no que Andrade pueda ser presidente” ha dicho el secretario general Juan Castillo, agregando luego que “el nombre Andrade puede aportar, ayudar y sumar”.
La postura es en cierto punto contradictoria con la propia caracterización que plantea el PC. ¿Si hay un gobierno en disputa, si hay sectores conservadores en el propio Frente Amplio (que casualmente son los que hegemonizan la política) como se puede renunciar tan fácilmente a luchar por una alternativa?
Con candidatura propia o votando a candidatos ajenos como han hecho históricamente, está claro que el Partido Comunista tiende hacia la conciliación de clases, a perder la independencia política e ir atrás de sectores burgueses “nacionales” para “derrotar la restauración de la derecha”.
Aún habiendo realizado críticas a la política que ha tenido el Frente Amplio en sus gobiernos, Castillo también ha declarado que “Nosotros vamos a estar generando todas las condiciones, a ver si el Congreso [de diciembre] logra una fórmula de consenso. Capaz que logramos una fórmula, un candidato único, y listo, ya no discutimos más”. Incluso Andrade ya anticipó que si sale segundo va a ceder su lugar a Carolina Cosse, quien no se caracteriza precisamente por ser una candidata crítica con al orientación mayoritaria del Frente Amplio.
La maniobra del PC recuerda a la posición de Constanza Moreira quien en 2014 constituyó, como ella misma dijo, “una malla de contención por izquierda”para aquellos que en ese momento se desencantaban del Frente Amplio al comprobar que desde el gobierno no se buscaba una transformación radical del país sino una gestión ordenada y prolija en el marco de un capitalismo dependiente que convive armoniosamente con el imperialismo.
En este caso la extracción obrera de Andrade y su rol en el PIT-CNT despierta simpatías e ilusiones en los trabajadores, aquellos que saben que en los años próximos habrá nuevas ofensivas del capital contra las conquistas laborales y las condiciones de vida de los sectores populares.
Sin embargo el origen social de Andrade no garantiza nada por sí mismo. Como candidato del Partido Comunista ya anuncia que se subordina al Frente Amplio, y así lo ha hecho en todos estos años de gobierno, cuando con sus votos en el parlamento avaló medidas antipopulares (Rendiciones de Cuenta ajustadoras o presupuestos que niegan el 6% a la educación) o desde su rol dirigente en la central obrera donde actúa como dique de contención ante la disposición a la lucha de los trabajadores.

La clase obrera debe conquistar su independencia política

El Partido Comunista genera ilusiones de que los cambios se darán a través de las elecciones dejando a la movilización obrera y popular a lo sumo como un simple elemento de presión.
Su estrategia, como lo ha demostrado históricamente, es convencer a los trabajadores para ir detrás de figuras que aunque discursivamente dicen defender los intereses de las mayorías terminan defendiendo a los empresarios y al capital imperialista. No está de más recordar que Almagro, de quien ahora el PC pide su expulsión, salió del mismo Frente Amplio. Este ejemplo “extremo” es una muestra de donde termina la política del PC. Aunque en esta elección levantan un precandidato propio, lo sustancial de estrategia se mantiene y está muy claro que luego irán detrás de Martinez o Cosse sin mayores problemas.
Los trabajadores y las trabajadoras deben romper con esta política de conciliación de clases, superar el escollo que constituye el PC y construir una nueva dirección para la clase obrera y los sectores oprimidos, una dirección verdaderamente clasista, anticapitalista y revolucionaria.

Hernán Yanes