domingo, 29 de julio de 2007

Surgimiento del fascismo y su derrota.




En ocasión del 60 aniversario de la victoria sobre el fascismo

Fragmentos del discurso de Fidel Castro Ruz en ocasión del 30 aniversario de la victoria sobre el fascismo de la victoria sobre el fascismo, el 8 de mayo de 1975

El fascismo surge en el mundo precisamente después de la Revolución de Octubre; el fascismo surge en el mundo como un instrumento contra el marxismo-leninismo. Fueron los países capitalistas y los países imperialistas los que crearon las condiciones para el surgimiento del fascismo en el mundo; y toda la campaña de los fascistas, desde que surgieron en Europa, se encaminaba hacia el anticomunismo, hacia el exterminio de los comunistas y hacia la destrucción de la Unión Soviética.
Una vez derrotada la primera intervención contra la Revolución de Octubre, comenzó a surgir con fuerza esta nefasta corriente política en Europa. El fascismo era la expresión más acabada del pensamiento reaccionario burgués e imperialista; y desde que Hitler salió a la palestra pública declaró sus propósitos de agredir un día a la Unión Soviética, proclamó sus doctrinas racistas y sus ideas acerca del exterminio de pueblos enteros, de la esclavización de decenas de millones de hombres y de las conquistas de nuevos territorios.
Hay que decir que toda la humanidad pagó muy caro este fenómeno político, que toda la humanidad pagó muy caro este engendro de los burgueses y del imperialismo, porque hasta los propios países capitalistas, en un momento determinado, se vieron agredidos por el fascismo.
Todos recordamos aquellos años trágicos que precedieron a la guerra; todos recordamos la política conciliacionista con el fascismo de los países capitalistas; todos recordamos el criminal reparto de Checoslovaquia, que fue desmembrada y repartida para satisfacer las ansias expansionistas del fascismo, claudicando vergonzosamente los gobiernos capitalistas frente a las exigencias de Hitler.
En el fondo, la política de aquellas potencias se encaminaba a lanzar al fascismo contra la Unión Soviética, a empujar a las hordas hitlerianas hacia la URSS.
Todos recordamos cómo comenzó en aquella época la guerra: con la invasión de Polonia, cuyo gobierno reaccionario de entonces prefirió los riesgos del aislamiento y de la agresión a la coordinación de su propia defensa con la Unión Soviética. Todos recordamos cómo, después de la invasión a Polonia, se inició la invasión a Noruega, de Holanda, de Bélgica, de Francia, de Dinamarca. Y recordamos también cómo los ejércitos de los países capitalistas se desplomaron prácticamente sin resistencia. En cuestión de días, en algunos casos, y en cuestión de semanas en otros, las naciones unas tras otras fueron derrotadas.
La noticia de que los tanques estaban a la retaguardia y los bombardeos aéreos, desmoralizaron totalmente a los ejércitos burgueses, que fueron incapaces de resistir la agresión hitleriana. Y cuando los fascistas tenían prácticamente dominada a Europa, con todos los recursos y la técnica de la economía europea, iniciaron en el mes de junio de 1941 el ataque cobarde y traicionero contra la Unión Soviética.
La Unión Soviética se había esforzado por preservar la paz, la Unión Soviética se había esforzado por reunir a todas las fuerzas antifascistas de Europa, la Unión Soviética se cansó de predicar incesantemente la necesidad de frenar el fascismo. Pero ello chocó contra la ceguera y la sordera de los dirigentes de los países capitalistas.
¿Qué ocurrió, en cambio, cuando se produce la invasión a la Unión Soviética? Todos sabemos la epopeya de Brest-Litovsk, de aquella fortaleza que durante semanas enteras, cuando las tropas nazis estaban ya en lo profundo de su retaguardia, resistió heroicamente, con un puñado de hombres, la embestida de una división entera.
¡El pueblo soviético no se desmoralizó, los soldados soviéticos no se desmoralizaron ni aun cuando los tanques y las tropas enemigas estaban a decenas de kilómetros en su retaguardia!
Los ejércitos de Hitler estaban acostumbrados a luchar contra regímenes sociales reaccionarios, contra regímenes sociales capitalistas, contra ejércitos burgueses. Y cuando se produce la agresión a la Unión Soviética, se encuentran por primera vez con un tipo de ejército diferente, con un tipo de soldado diferente, con un tipo de pueblo movido por otras motivaciones, y se encuentran desde el primer instante una resistencia encarnizada: ¡Los soldados soviéticos morían defendiendo sus posiciones!
¡Los soldados soviéticos se negaban a rendirse, los soldados soviéticos no se dieron jamás por vencidos! Y cuando estaban cercados, una y otra vez atacaban y contraatacaban para tratar de abrirse paso. Y a pesar de los tremendos golpes que propinó la traición del enemigo en los primeros días de la guerra y en los primeros meses, en ningún instante aquel pueblo y aquel ejército se desmoralizaron.
¡El ejemplo de la Unión Soviética, y la epopeya de su Gran Guerra Patria, demuestran, en primerísimo lugar, la superioridad del sistema socialista, la fortaleza del sistema socialista y la fuerza de las ideas marxistas-leninistas!
Las tropas nazis, acostumbradas a pasearse victoriosas por Europa, envanecidas de sus victorias, convencidas de la invencibilidad de sus tácticas de guerra relámpago, imaginaron también que la Unión Soviética se desplomaría, que Leningrado y Moscú serían tomados en cuestión de semanas, que la guerra relámpago triunfaría también allí. Y sin embargo, en todas partes encontraron una feroz resistencia. Se acercaron incluso a Leningrado, pero no pudieron tomar a la ciudad de Lenin (APLAUSOS). ¡Y el pueblo de Leningrado resistió el cerco fascista durante 900 días!
Si se analiza la historia de todas las guerras, será muy difícil encontrar una ciudad que haya resistido un cerco de 900 días. Morían los leningradenses de frío y de hambre, se desplomaban en las calles incesantemente bombardeadas por la artillería fascista; ¡pero los hombres y mujeres de Leningrado no se rendían!
Se acercaron las tropas fascistas a Moscú con el grueso de sus fuerzas —como explicó el embajador soviético—, pero Moscú no pudo ser tomada, Moscú no se rendía, Moscú resistía, y no solo resistía sino que contraatacaba y tomaba la ofensiva.
Avanzaron el segundo año de guerra considerables fuerzas fascistas sobre Stalingrado, y se acercaron a Stalingrado, e incluso tomaron una parte de Stalingrado. Pero las tropas soviéticas, en unos cuantos cientos de metros entre la ciudad y el río, resistieron. ¡Y libraron allí la más grande batalla de la historia de las guerras!

(...)

De nuevo, en el tercer año de guerra, los fascistas trataron de tomar la iniciativa y reunieron poderosísimas fuerzas, otra vez en dirección a Moscú. Y se libra la famosa batalla del Arco de Kursk, que fue otro de los más encarnizados combates de la guerra, en que de nuevo las tropas fascistas se estrellan continúa la heroica resistencia de los soldados soviéticos.
Y luego, cuando el ejército soviético toma la ofensiva, cuando llegó la hora de ajustar cuentas definitivamente, se inicia el avance hacia el territorio de los fascistas. Y se escriben páginas inmortales y gloriosas, en que sobresalen el heroísmo del soldado, el patriotismo del pueblo, la superioridad de la técnica y, sobre todo, la superioridad de los principios revolucionarios. Las tropas soviéticas no se detuvieron hasta el mismo corazón de la Alemania fascista, ¡hasta el mismo día que en la cúspide del Reichstag pusieron la gloriosa y victoriosa bandera del pueblo soviético!

60 años después...

Fragmento del discurso en ocasión de la Tribuna Abierta en la Plaza de la Revolución "Antonio Maceo", Santiago de Cuba, el 8 de junio de 2002.

La humanidad conoció, hace apenas dos tercios de siglo, la amarga experiencia del nazismo. Hitler tuvo como aliado inseparable el miedo que fue capaz de imponer a sus adversarios. Primero lo toleraron como trinchera y aliado potencial contra el comunismo. Le hicieron concesiones. Recuperó el Ruhr, zona vital para el rearme, anexó Austria al Tercer Reich alemán y conquistó sin disparar un tiro gran parte de Checoslovaquia. Ya poseedor de una temible fuerza militar, pactó con la URSS un acuerdo de no agresión el 23 de agosto de 1939 y 9 días después estalló una guerra que incendió al mundo. La falta de visión y la cobardía de los estadistas de las más fuertes potencias europeas de aquella época dieron lugar a una gran tragedia.
No creo que en Estados Unidos pueda instaurarse un régimen fascista. Dentro de su sistema político se han cometido graves errores e injusticias —muchas de las cuales aún perduran—, pero el pueblo norteamericano cuenta con determinadas instituciones, tradiciones, valores educativos, culturales y éticos que lo harían casi imposible. El riesgo está en la esfera internacional. Son tales las facultades y prerrogativas de un presidente y tan inmensa la red de poder militar, económico y tecnológico de ese Estado que, de hecho, en virtud de circunstancias ajenas por completo a la voluntad del pueblo norteamericano, el mundo está comenzando a ser regido por métodos y concepciones nazis.
No está en mi ánimo exagerar ni dramatizar. Es muy real que la existencia y el papel de la Organización de Naciones Unidas están siendo cada vez más cuestionados e ignorados.
El señor W. Bush, al proclamar el 20 de septiembre del 2001 que quien no apoyara su proyecto de guerra contra el terrorismo sería considerado terrorista y se exponía a sus ataques, desconoció abiertamente las prerrogativas de la ONU y asumió, en virtud de su poderío militar, el papel de amo y gendarme del mundo. Para los que estamos familiarizados con la literatura marxista, ese día tuvo lugar el Dieciocho Brumario de W. Bush. Los historiadores futuros deberán hacer constar cuál fue la reacción de los líderes políticos de la inmensa mayoría de los países. El pánico y el temor se apoderó de la mayoría de ellos.
Tales concepciones y métodos están reñidos con la idea de un orden mundial democrático, basado en normas y principios que garanticen la seguridad y la paz a todos los pueblos.
Ya mucho antes de los actos terroristas del 11 de septiembre, Bush había promovido enormes presupuestos para la investigación y producción de armas cada vez más mortíferas y sofisticadas, cuando no había ya guerra fría, el antiguo adversario no existía y el debilitado Estado que lo sucedió no contaba con los recursos económicos ni la voluntad de lucha para enfrentar la abrumadora fuerza de la única superpotencia existente.
¿Por qué y para qué fue concebido ese colosal programa armamentista?
En un reciente discurso, pronunciado al cumplirse el 200 Aniversario de la Academia Militar de West Point, muy conocida por su relevante papel en la historia militar de Estados Unidos, el señor W. Bush lanzó una encendida arenga con motivo de la graduación de 958 cadetes, correspondiente al año actual. Habló también allí para Estados Unidos y el resto del mundo.
Algunos conceptos vertidos en ese acto reflejan su pensamiento y el de sus asesores más cercanos desde mucho antes de los brutales hechos del 11 de septiembre, que ahora sirven de excelente pretexto para justificar lo que era ya una peculiar concepción del mundo, peligrosa, inadmisible e insostenible:
"Si esperamos que las amenazas se materialicen plenamente, habremos esperado demasiado."
"En el mundo en el que hemos entrado, la única vía para la seguridad es la vía de la acción. Y esta nación actuará."

[...]

"Nuestra seguridad requerirá que transformemos a la fuerza militar que ustedes dirigirán, una fuerza que debe estar lista para atacar inmediatamente en cualquier oscuro rincón del mundo. Y nuestra seguridad requerirá que estemos listos para el ataque preventivo cuando sea necesario defender nuestra libertad y defender nuestras vidas."
"Debemos descubrir células terroristas en 60 países o más... Junto a nuestros amigos y aliados, debemos oponernos a la proliferación y afrontar a los regímenes que patrocinan el terrorismo, según requiera cada caso."

[...]

"Enviaremos diplomáticos a donde sean necesarios, y los enviaremos a ustedes, a nuestros soldados, a donde ustedes sean necesarios."
"No dejaremos la seguridad de América y la paz del planeta a merced de un puñado de terroristas y tiranos locos. Eliminaremos esta sombría amenaza de nuestro país y del mundo".
"A algunos les preocupa que sea poco diplomático o descortés hablar en términos del bien y el mal. No estoy de acuerdo. [...] Estamos ante un conflicto entre el bien y el mal, y América siempre llamará al mal por su nombre. Al enfrentarnos al mal y a regímenes anárquicos, no creamos un problema, sino que revelamos un problema. Y dirigiremos al mundo en la lucha contra el problema."

[...]

"Generaciones de oficiales de West Point se han planificado y practicado para batallas con la Rusia soviética. Acabo de llegar de una nueva Rusia, que es un país que busca la democracia y nuestro asociado en la guerra contra el terrorismo."
Como puede apreciarse, en el discurso no aparece una sola mención a la Organización de Naciones Unidas, ni una frase referida al derecho de los pueblos a la seguridad y la paz, a la necesidad de un mundo regido por normas y principios; solo se habla de alianzas entre potencias y de guerra, guerra y guerra, en nombre de la paz y la libertad, palabras que en su boca suenan mentirosas y huecas como burbujas de jabón. Todo el discurso envuelto en una melosa exaltación al chovinismo, a la superioridad de la cultura, la gloria y el poder de su país.

Los miserables insectos que habitan en 60 o más naciones del mundo, seleccionadas por él, sus íntimos colaboradores, y en el caso de Cuba por sus amigos de Miami, no importan para nada. Constituyen los "oscuros rincones del mundo" que pueden ser objeto de sus "sorpresivos y preventivos" ataques. Entre ellos se encuentra Cuba que, además, ha sido incluida entre los que propician el terrorismo. Y encima, la cínica invención de que producíamos armas biológicas, sin tener para nada en cuenta que todo el mundo sabe que se trata de una colosal mentira.
¿En qué se diferencian esta filosofía y estos métodos de la filosofía y los métodos nazis?
¿Por qué tantos gobiernos tiemblan y callan?
No es casual que en varios países de Europa la derecha fascista incremente sus fuerzas.
El pueblo norteamericano no querrá que sus hijos sean educados en semejante filosofía.

Fragmentos del discurso de Fidel Castro Ruz en ocasión del 1º. de mayo de 2003.

Cuba, que fue el primer país en solidarizarse con el pueblo norteamericano el 11 de septiembre del 2001, fue también el primero en advertir el carácter neofascista que la política de la extrema derecha de Estados Unidos, que asumió fraudulentamente el poder en noviembre del año 2000, se proponía imponer al mundo. No surge esta política movida por el atroz ataque terrorista contra el pueblo de Estados Unidos cometido por miembros de una organización fanática que en tiempos pasados sirvió a otras administraciones norteamericanas. Era un pensamiento fríamente concebido y elaborado, que explica el rearme y los colosales gastos en armamento cuando ya la guerra fría no existía y lo que ocurrió en septiembre estaba lejos de producirse. Los hechos del día 11 de ese fatídico mes del año 2001 sirvieron de pretexto ideal para ponerlo en marcha.
El 20 de septiembre de ese año, el presidente Bush lo expresó abiertamente ante un Congreso conmocionado por los trágicos sucesos ocurridos nueve días antes. Utilizando extraños términos habló de «justicia infinita» como objetivo de una guerra al parecer también infinita:
«El país no debe esperar una sola batalla, sino una campaña prolongada, una campaña sin paralelo en nuestra historia.»
«Vamos a utilizar cualquier arma de guerra que sea necesaria.»
«Cualquier nación, en cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o están con nosotros o están con el terrorismo.»
«Les he pedido a las Fuerzas Armadas que estén en alerta, y hay una razón para ello: se acerca la hora de que entremos en acción.»
«Esta es una lucha de la civilización.»
«Los logros de nuestros tiempos y las esperanzas de todos los tiempos dependen de nosotros.»
«No sabemos cuál va a ser el derrotero de este conflicto, pero sí cuál va a ser el desenlace [...] Y sabemos que Dios no es neutral.»
¿Hablaba un estadista o un fanático incontenible?
Dos días después, el 22 de septiembre, Cuba denunció este discurso como el diseño de la idea de una dictadura militar mundial bajo la égida de la fuerza bruta, sin leyes ni instituciones internacionales de ninguna índole.
«...La Organización de Naciones Unidas, absolutamente desconocida en la actual crisis, no tendría autoridad ni prerrogativa alguna; habría un solo jefe, un solo juez, una sola ley.»

[...]

Mencioné por primera vez la idea de una tiranía mundial un año, 3 meses y 19 días antes del ataque a Iraq.
En los días previos al inicio de la guerra, el presidente Bush volvió a repetir que utilizaría, si fuese necesario, cualquier medio del arsenal norteamericano, es decir, armas nucleares, armas químicas y armas biológicas.
Antes se había producido ya el ataque y ocupación de Afganistán.
Hoy los llamados "disidentes", mercenarios a sueldo pagados por el Gobierno hitleriano de Bush, traicionan no sólo a su Patria sino también a la humanidad.
Ante los planes siniestros contra nuestra Patria por parte de esa extrema derecha neofascista y sus aliados de la mafia terrorista de Miami que le dieron la victoria con el fraude electoral, nos gustaría saber cuántos de los que desde supuestas posiciones de izquierda y humanistas han atacado a nuestro pueblo por las medidas legales que en acto de legítima defensa nos vimos obligados a adoptar frente a los planes agresivos de la superpotencia, a pocas millas de nuestras costas y con una base militar en nuestro propio territorio, han podido leer esas palabras, tomar conciencia, denunciar y condenar la política anunciada en los discursos pronunciados por el señor Bush a los que hice referencia en los que se proclama una siniestra política internacional nazi-fascista por parte del jefe del país que posee la más poderosa fuerza militar que fue concebida jamás, cuyas armas pueden destruir diez veces a la humanidad indefensa.
El mundo entero se ha movilizado frente a las espantosas imágenes de ciudades destruidas e incendiadas por atroces bombardeos, niños mutilados y cadáveres destrozados de personas inocentes.
Dejando a un lado a los grupos políticos oportunistas, demagogos y politiqueros de sobra conocidos, me refiero ahora fundamentalmente a los que fueron amistosos con Cuba y luchadores apreciados. No deseamos que los que la atacaron de forma a nuestro juicio injusta, por desinformación o falta de análisis meditado y profundo, tengan que pasar por un dolor infinito si un día nuestras ciudades están siendo destruidas y nuestros niños y sus madres, mujeres y hombres, jóvenes y ancianos destrozados por las bombas del nazi-fascismo, y conocen que sus declaraciones fueron cínicamente manipuladas por los agresores para justificar un ataque militar contra Cuba.

[...]

En nombre del millón de personas aquí reunidas este Primero de Mayo, deseo enviar un mensaje al mundo y al pueblo norteamericano:
No deseamos que la sangre de cubanos y norteamericanos sea derramada en una guerra; no deseamos que un incalculable número de vidas de personas que pueden ser amistosas se pierdan en una contienda. Pero jamás un pueblo tuvo cosas tan sagradas que defender, ni convicciones tan profundas por las cuales luchar, de tal modo que prefiere desaparecer de la faz de la Tierra antes que renunciar a la obra noble y generosa por la cual muchas generaciones de cubanos han pagado el elevado costo de muchas vidas de sus mejores hijos.
Nos acompaña la convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas por sofisticadas y poderosas que estas sean.

Enero/2006

sábado, 28 de julio de 2007

Discurso de Raúl Castro en el acto central del 54 aniversario del Moncada - 26 de julio de 2007




Amigos que nos acompañan;
Camagüeyanas y camagüeyanos, buenos días;
Compatriotas:

Hace exactamente un año, cuando escuchábamos los discursos pronunciados por el Comandante en Jefe en Bayamo y Holguín, no podíamos siquiera sospechar el duro golpe que nos esperaba.
El próximo 31 de julio se cumplirá el primer aniversario de la Proclama de Fidel, quien para alegría de nuestro pueblo ya despliega una actividad cada vez más intensa y sumamente valiosa, como lo demuestran sus reflexiones publicadas por la prensa, aunque ni en los momentos más graves de su enfermedad dejó de aportar su sabiduría y experiencia ante cada problema y decisión cardinal.

NO CONOCEN BIEN A NUESTRO PUEBLO QUIENES SE ASOMBRAN ANTE SU CAPACIDAD DE CRECERSE HASTA LA ALTURA QUE DEMANDA CADA RETO

Han sido en realidad meses muy difíciles, aunque con un efecto diametralmente distinto al que esperaban nuestros enemigos, que soñaban con que se entronizaría el caos y el socialismo cubano terminaría por desplomarse. Incluso importantes funcionarios norteamericanos declararon el propósito de aprovechar dicho escenario para destruir la Revolución.
No conocen bien a nuestro pueblo quienes se asombran ante su capacidad de crecerse hasta la altura que demanda cada reto, por grande que sea, pues esta es realmente la única actitud consecuente con nuestra historia.
Es bien conocida la lucha librada por cubanos de muchas generaciones, desde La Demajagua, el Moncada y hasta el presente, siempre frente a grandes obstáculos y poderosos enemigos. ¡Cuánto sacrificio y dificultades! ¡Cuántas veces hubo que reiniciar la lucha después de cada revés!
Solamente en los años transcurridos desde el 26 de julio de 1953, vino la prisión, el exilio, el Granma, la lucha en la sierra y el llano, hasta que cinco años, cinco meses y cinco días después del asalto al Moncada, llegó el primero de enero de 1959.
En aquel entonces, al igual que va ocurriendo en el presente, incluso dentro de los propios Estados Unidos, la mentira fue incapaz de ocultar la realidad, pese a que nuestro pueblo tenía mucha menos cultura y conciencia política que ahora.
La inmensa mayoría de los cubanos se sumó a la causa encabezada por un líder que enarbolaba la verdad como principal arma frente a los enemigos de su pueblo, que en vez de hacer promesas demagógicas advertía, desde el primer discurso en La Habana, que quizás en lo adelante todo sería más difícil.
La conclusión de los jerarcas del gobierno norteamericano de entonces fue también consecuente con su historia: había que derrotar o de no lograrlo hacer sufrir hasta lo indecible a ese pueblo que osaba aspirar a justicia, dignidad y soberanía. El ejemplo que Cuba representa resultaba demasiado peligroso en un continente pobre, sometido y explotado.
Pero no lograron ponernos de rodillas. Nuestra respuesta fue transformarnos masivamente en combatientes; soportar con estoicismo escasez y dificultades; derramar nuestro sudor en campos, fábricas y trincheras; librar incontables batallas victoriosas y establecer hitos en la ayuda internacionalista.
Ante los restos de cada una de las 3 478 víctimas mortales de actos terroristas organizados directamente, apoyados o permitidos por las autoridades de los Estados Unidos; ante los caídos en defensa de la Patria o en el cumplimiento del deber internacionalista, nuestro pueblo ratificó el compromiso con sus héroes y mártires, con su herencia mambisa y el ejemplo de Martí, Céspedes, Maceo, Gómez y Agramonte, que continuaron hombres como Mella, Martínez Villena y Guiteras, símbolos del pensamiento y la acción de infinidad de patriotas anónimos.
Ese ha sido, en esencia, el último medio siglo de nuestra historia. No ha existido un minuto de tregua frente a la política del Gobierno de los Estados Unidos dirigida a destruir la Revolución.

LA PROEZA ES COTIDIANA EN CADA RINCÓN DE ESTA TIERRA

En esa forja de esfuerzo y sacrificio ha crecido la moral y la conciencia de este pueblo; le han nacido hijos de la talla de Gerardo Hernández, Antonio Guerrero, Ramón Labañino, Fernando González y René González, capaces de asumir con serenidad, valor y dignidad los rigores de una prisión injusta, dispersados en diferentes cárceles de los Estados Unidos.
Ellos son ejemplo pero no excepciones, suman millones los cubanos y cubanas a los que no amedrentan peligros ni dificultades.
La proeza es cotidiana en cada rincón de esta tierra, como están demostrando nuestros bravos deportistas en los Juegos Panamericanos.
Así ha sido durante los más de 16 años de Período Especial, de esfuerzo sostenido de todo el país para vencer las dificultades y seguir adelante –y así tendrá que ser, pues no hemos salido todavía del Período Especial.
Por eso resulta doblemente meritorio que una provincia alcance la condición de Destacada, que como es conocido se otorga tras evaluar los resultados obtenidos en las principales esferas.
Lo lograron en esta ocasión Ciudad de La Habana, Granma, Villa Clara y Camagüey, a las que felicitamos en nombre del Comandante en Jefe, del Partido y de todo nuestro pueblo, por este importante triunfo. También a Cienfuegos, Matanzas y Sancti Spíritus por el reconocimiento recibido, y a Las Tunas por constatarse en la provincia avances alentadores.
Para determinar cuál de ellas sería la sede de este acto central, el Buró Político valoró muy especialmente el esfuerzo cotidiano, callado y heroico frente a las dificultades. Así lo ha hecho el pueblo de "El Camagüey", como decían los mambises, para obtener estos resultados.
Los avances son fruto del esfuerzo de cientos de miles de compañeros; de los obreros, campesinos y el resto de los trabajadores; del aporte imprescindible de los intelectuales, artistas y trabajadores de la cultura; de las heroicas amas de casa y jubilados; de los estudiantes de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Federación de Estudiantes Universitarios; de nuestros pioneros; de la Federación de Mujeres Cubanas, los Comités de Defensa de la Revolución, la Asociación de Combatientes y los núcleos del Partido zonales, que tan insustituible aporte hacen a la sociedad.
Sin ellos, sin el trabajo, el estudio y el sacrificio cotidianos de tantos hombres, mujeres y niños, el clarín de la caballería agramontina no resonaría hoy nuevamente en estas grandes llanuras.
Ahora bien, no debe ocurrir como en el béisbol, donde las victorias son solo de los peloteros y las derrotas del director del equipo. No sería justo dejar de reconocer públicamente el importante papel que han desempeñado en este éxito los dirigentes del Partido, el Gobierno, la UJC y las organizaciones de masas y sociales a todos los niveles, al igual que numerosos cuadros administrativos.
En particular resaltar el buen trabajo del compañero Salvador Valdés Mesa, actual secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, quien durante una larga etapa y hasta hace 13 meses, fue el primer secretario del Comité Provincial del Partido, y el excelente relevo realizado hasta el presente por el compañero Julio César García Rodríguez .

SUMAR A TODOS A LA BATALLA COTIDIANA CONTRA LOS ERRORES PROPIOS QUE AGRAVAN LAS DIFICULTADES DERIVADAS DE CAUSAS EXTERNAS, EN ESPECIAL EL BLOQUEO

Es justo y necesario reconocer lo logrado en los últimos años, en estas provincias y en todo el país, pero con clara conciencia de nuestros problemas, de las deficiencias, errores y actitudes burocráticas o indolentes, algunas de las cuales ganaron terreno en las circunstancias derivadas del Período Especial.
Señalar los importantes resultados alcanzados en estas provincias no significa desconocer que en todo el país se trabaja. En las provincias orientales, por ejemplo, ha sido necesario hacerlo en condiciones muy difíciles, con escasez de recursos como consecuencia de razones objetivas y también subjetivas.
Sin embargo, no siempre al esfuerzo lo acompañan iguales resultados. La efectividad depende en gran medida de la constancia y la organización, particularmente del control y la exigencia sistemáticos, y en particular de hasta dónde se haya logrado incorporar a las masas al combate por la eficiencia.
Es preciso sumar a todos a la batalla cotidiana contra los errores propios que agravan las dificultades objetivas derivadas de causas externas, en especial las provocadas por el bloqueo económico de los Estados Unidos, que constituye realmente una implacable guerra contra nuestro pueblo y la actual administración de ese país ha puesto particular encono en encontrar la más mínima vía de hacernos daño.
Son innumerables los ejemplos que pudieran señalarse. Me limitaré a mencionar los obstáculos a las transacciones comerciales y financieras del país en el exterior, dirigidas muchas veces a la compra de alimentos, medicinas y otras necesidades básicas de la población, y la negación de acceso a servicios bancarios mediante la coacción y la imposición extraterritorial de sus leyes.
Están también las trabas casi infranqueables, que llegan al ridículo, impuestas por ese gobierno a los viajes de sus ciudadanos a Cuba y también de los cubanos residentes allí para visitar a sus familiares; la negativa de visas no solo a nuestros funcionarios oficiales, sino a artistas, deportistas, científicos y en general a todo aquel no dispuesto a calumniar la Revolución.
A todo lo anterior se suman, como denunció recientemente nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores, los obstáculos al cumplimiento de lo establecido en los acuerdos migratorios respecto al número mínimo de visas a conceder anualmente.
Con esa política se estimula a quienes acuden a la emigración ilegal y son recibidos allí como héroes, muchas veces después de arriesgar la vida de niños, y pese a que tan irresponsable actitud pone en peligro no solo la seguridad de los cubanos, sino la de los propios norteamericanos, que su gobierno constantemente proclama proteger, pues quien se arriesga a traficar con seres humanos por dinero, es probable que no dude en hacerlo con drogas, armas o algo de similar índole.
Cuba, por su parte, continuará honrando, como ha hecho hasta hoy, sus compromisos con los acuerdos migratorios.
Los últimos doce meses han constituido un ejemplo notable de la madurez, firmeza de principios, unidad, confianza en Fidel, en el Partido y sobre todo en sí mismo de nuestro pueblo.
Pese al profundo dolor que nos embargaba, no se detuvo ninguna tarea. En el país hay orden y mucho trabajo; funcionan cotidianamente los órganos de dirección del Partido y el Gobierno en la búsqueda colectiva de la respuesta más efectiva posible a cada problema.
No hay asunto referido al desarrollo del país y las condiciones de vida del pueblo que no se haya abordado con responsabilidad y en cuya solución no se trabaje. No hay tarea de la Batalla de Ideas, la Revolución Energética y otras impulsadas por el Comandante en Jefe que esté paralizada. Como siempre ocurre en asuntos de tanta envergadura, han sido necesarios ajustes y prórrogas, y no descartamos haya que hacer otros en el futuro por imperativos materiales y amenazas que todos conocemos.

LA OPERACIÓN CAGUAIRÁN HA PERMITIDO INCREMENTAR SUSTANCIALMENTE LA CAPACIDAD DEFENSIVA DEL PAÍS

A la vez, desde entonces, con serenidad, disciplina y sin alardes, nuestro pueblo ha continuado preparándose para enfrentar cualquier aventura militar del enemigo.
Cientos de miles de milicianos y reservistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, junto a los oficiales, sargentos y soldados de las tropas permanentes, han llevado adelante la Operación Caguairán, que ha permitido incrementar sustancialmente la capacidad defensiva del país, al alcanzar niveles de preparación combativa superiores a los de cualquier otra etapa.
Es un esfuerzo grande en momentos en que los recursos no abundan, pero resulta sencillamente imprescindible. Se continuará haciendo, como hasta ahora, con la mayor racionalidad, tanto desde el punto de vista material como del empleo del tiempo de los ciudadanos.
¡Con la defensa no se juega!, orientó el Comandante en Jefe y reafirmó una vez más hace solo unos días. Para nosotros, como tantas veces he dicho, evitar la guerra equivale a ganarla, pero para ganarla evitándola hay que derramar mucho sudor e invertir no pocos recursos.
La contundente respuesta popular a la Proclama del Comandante en Jefe puso en crisis todos los planes del enemigo, pero este, lejos de valorar la realidad y rectificar sus errores, insiste tozudamente en seguir chocando con la misma piedra. Especulan acerca de una supuesta parálisis del país y hasta sobre una "transición" en marcha. Pero por mucho que cierren los ojos, la realidad se encarga de destruir esos sueños trasnochados.
Como ha informado la prensa, la Operación Caguairán continuará en los próximos largos meses. Permitirá preparar alrededor de un millón de compatriotas y tendrá como colofón el Ejercicio Estratégico Bastión 2008, que realizaremos a finales de ese año.
Para esa fecha, por tanto, estaremos mejor preparados para resistir y vencer en todos los frentes, incluida la defensa.

NUESTRO PUEBLO NUNCA CEDERÁ UN ÁPICE ANTE INTENTOS DE PRESIÓN O CHANTAJE DE PAÍS O GRUPO DE PAÍSES ALGUNO

También para esa fecha se habrán realizado las elecciones en los Estados Unidos y habrá concluido el mandato del actual presidente de ese país y su errática y peligrosa administración, caracterizada por un pensamiento tan retrógrado y fundamentalista, que no deja margen al análisis racional de asunto alguno.
La nueva administración que surja tendrá que decidir si mantiene la absurda, ilegal y fracasada política contra Cuba o acepta el ramo de olivo que extendimos en ocasión del 50 aniversario del desembarco del Granma. Es decir, cuando reafirmamos la disposición a discutir en pie de igualdad el prolongado diferendo con el gobierno de los Estados Unidos, convencidos de que los problemas de este mundo, cada vez más complejos y peligrosos, solo tienen solución por esa vía.
Si las nuevas autoridades norteamericanas dejan por fin a un lado la prepotencia y deciden conversar de modo civilizado, bienvenido sea. Si no es así, estamos dispuestos a continuar enfrentando su política de hostilidad, incluso durante otros 50 años, si fuera necesario.
Cincuenta años parecen mucho tiempo, pero pronto celebraremos los aniversarios 50 del triunfo de la Revolución y 55 del Moncada, y entre tantas tareas y retos esos años han transcurrido sin apenas darnos cuenta. Además, prácticamente el 70% de nuestra población nació después de establecido el bloqueo, por lo que estamos bien entrenados para continuar resistiéndolo y al final derrotarlo.
Algunos influenciados por la propaganda del enemigo o sencillamente confundidos, no perciben la existencia real del peligro ni el hecho innegable de que el bloqueo tiene incidencia directa tanto en las mayores decisiones económicas como en las necesidades más elementales de cada cubano.
Nos agobia de manera directa y cotidiana en la alimentación, el transporte, la vivienda y hasta por no contar con las materias primas y equipos necesarios para el trabajo.
Para eso, como decíamos, lo estableció el enemigo hace ya casi medio siglo, y hoy sigue soñando con imponernos su voluntad por la fuerza. El propio presidente Bush insiste en repetir que no permitirá la continuidad de la Revolución cubana. Sería interesante preguntarle cómo piensa impedirlo.
¡Qué poco han aprendido de la historia!
En su Manifiesto publicado el pasado 18 de junio, Fidel les dijo una vez más lo que es convicción de cada revolucionario de esta isla: "¡No tendrán jamás a Cuba!"
Nuestro pueblo nunca cederá un ápice ante intentos de presión o chantaje de país o grupo de países alguno, ni hará la más mínima concesión unilateral dirigida a enviarle señales de ningún tipo a nadie.

ESTAMOS EN EL DEBER DE IDENTIFICAR CON PRECISIÓN Y VALORAR CON PROFUNDIDAD CADA PROBLEMA EN EL RADIO DE ACCIÓN EN QUE ACTUAMOS

Respecto a nuestras tareas económicas y sociales, sabemos las tensiones a que están sometidos los cuadros, especialmente en la base, donde casi nunca da la cuenta entre las necesidades acumuladas y los recursos disponibles.
Somos conscientes igualmente de que en medio de las extremas dificultades objetivas que enfrentamos, el salario aún es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo. Ello favoreció manifestaciones de indisciplina social y tolerancia que una vez entronizadas resulta difícil erradicar, incluso cuando desaparecen las causas objetivas que las engendran.
Puedo afirmar responsablemente que el Partido y el Gobierno vienen estudiando con profundidad estos y otros complejos y difíciles problemas, que requieren de un enfoque integral y a la vez diferenciado en cada lugar concreto.
Todos, desde el dirigente hasta el trabajador de fila, estamos en el deber de identificar con precisión y valorar con profundidad cada problema en el radio de acción en que actuamos, para enfrentarlo con los métodos más convenientes.
Es algo muy distinto a la actitud de quienes usan las dificultades como escudo frente a la crítica por no actuar con la celeridad y efectividad necesarias, o por carecer de la sensibilidad y valentía política requeridas para explicar por qué algo no puede solucionarse de inmediato.
Solo me limito a llamar la atención sobre estos temas cruciales. No son asuntos que resuelva una simple crítica ni una exhortación, aunque se haga en un acto como este. Requieren ante todo trabajo organizado, control y exigencia un día tras otro; rigor, orden y disciplina sistemáticos desde la instancia nacional hasta cada uno de los miles de lugares donde se produce algo o se brinda un servicio.

ALERTO UNA VEZ MÁS QUE TODO NO PUEDE RESOLVERSE DE INMEDIATO

En esa dirección el país trabaja, como en otras igualmente importantes y estratégicas. Se hace con premura pero sin desesperos ni muchas declaraciones públicas para no crear falsas expectativas, pues con la sinceridad que siempre ha caracterizado a la Revolución, alerto una vez más que todo no puede resolverse de inmediato.
No exagero si digo que vivimos en medio de una situación económica internacional muy difícil, en que a las guerras, la inestabilidad política, el deterioro del medio ambiente y la subida de los precios del petróleo, al parecer como tendencia permanente, se ha sumado recientemente, como ha denunciado el compañero Fidel, la decisión, fundamentalmente de los Estados Unidos, de transformar en combustible el maíz, la soya y otros alimentos, disparando sus precios y los de productos que dependen directamente de ellos, como los cárnicos y la leche, que han crecido de forma exorbitante en los últimos meses.
Mencionaré solo algunos datos. El barril de petróleo ronda en estos días los 80 dólares, casi tres veces el precio que tenía hace solamente 4 años, cuando se cotizaba alrededor de los 28 dólares. Y esto influye prácticamente en todo, pues producir algo o prestar un servicio requiere determinada cantidad de combustible, ya sea directa o indirectamente.
Otro ejemplo, el precio de la leche en polvo era de unos 2 100 dólares la tonelada en el año 2004, lo que ya significaba un gran esfuerzo para garantizar dicho alimento, pues su importación requirió 105 millones de dólares. Comprar la necesaria para el actual 2007 exigió desembolsar 160 millones, ya que el precio se disparó hasta 2 450 dólares la tonelada. En estos cuatro años, casi 500 millones de dólares.
En estos momentos la tonelada supera los 5 200 dólares. Por tanto, de no continuar el incremento de la producción nacional, para asegurar el consumo del próximo 2008 habrá que destinar, solo a leche en polvo, 340 millones de dólares, más de tres veces lo gastado en el 2004, si no es que sigue subiendo.
En el caso del arroz molinado, se cotizaba a 390 dólares la tonelada en el 2006 y hoy se vende a 435. El pollo congelado llegamos a comprarlo hace unos años a 500 dólares la tonelada, planificamos sobre la base de que subiera hasta 800 y en realidad su precio actual es de 1 186 dólares.
Y así ocurre con prácticamente todos los renglones que el país importa para asegurar las necesidades, fundamentalmente de la población, que como se sabe los recibe a precios que se han mantenido prácticamente invariables pese a estas realidades.
Y estoy mencionando productos que me parece que se dan aquí, me parece además que sobra tierra, me parece además que con esta generosidad de las lluvias del año pasado y el actual, aproveché en llegar aquí por tierra, para ver que todo está verde y bonito, pero lo que más bonito estaba, lo que más resaltaba a mis ojos, era lo lindo que está el marabú a lo largo de toda la carretera.

NADIE, NI UN INDIVIDUO NI UN PAÍS, PUEDE DARSE EL LUJO DE GASTAR MÁS DE LO QUE TIENE

Por lo tanto, cualquier incremento de salarios o descenso de precios, para que sea real, solo puede provenir de una mayor y más eficiente producción o prestación de servicios que permita disponer de más ingresos.
Nadie, ni un individuo ni un país, puede darse el lujo de gastar más de lo que tiene. Parece algo elemental, pero no siempre pensamos y actuamos en consecuencia con esa realidad insoslayable.
Para tener más, hay que partir de producir más y con sentido de racionalidad y eficiencia, de forma que podamos reducir importaciones, en primer lugar de alimentos que se dan aquí, cuya producción nacional está aún lejos de satisfacer las necesidades.
Estamos ante el imperativo de hacer producir más la tierra, que está ahí, con tractores o con bueyes, como se hizo antes de existir el tractor; de generalizar con la mayor celeridad posible, aunque sin improvisaciones, cada experiencia de los productores destacados, tanto del sector estatal como campesino, y de estimular convenientemente la dura labor que realizan en medio del calor sofocante de nuestro clima.
Para lograr este objetivo habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios.
Ya se trabaja en esa dirección y comienzan a apreciarse algunos modestos resultados. Como exigió la Asamblea Nacional del Poder Popular, se puso orden en el pago a los campesinos; además hay mejoras discretas en la entrega de insumos para algunas producciones y hubo incrementos notables del precio de acopio en varios productos —o sea, el que paga el Estado a quien produce, no el de compra de la población que sigue sin cambios. Esta medida incluyó renglones importantes, tales como la carne y la leche.

PRODUCIR LA MAYOR CANTIDAD DE LECHE POSIBLE

Respecto a la producción y distribución de esta última, la leche, estamos conscientes de que son aún muy limitados los recursos materiales que se han podido asegurar a la ganadería. Sin embargo, la naturaleza durante los dos últimos años nos ha favorecido y todo indica que se alcanzarán los 384 millones de litros de leche planificados, aún muy lejos de los 900 millones que llegamos a producir cuando contábamos con todo el pienso y el resto de los insumos necesarios.
Además, está en marcha desde el mes de marzo un experimento en seis municipios: Mantua y San Cristóbal en Pinar del Río, Melena del Sur en La Habana, Calimete en Matanzas, Aguada de Pasajeros en Cienfuegos y Yaguajay en Sancti Spíritus, consistente en la distribución de 20 000 litros de leche diarios directamente del productor a 230 bodegas y al consumo social de esas localidades.
Así se eliminan procedimientos absurdos que hacían que este preciado alimento recorriera cientos de kilómetros antes de llegar a un consumidor que residía, en no pocas ocasiones, a unos cientos de metros de la finca ganadera, con las consiguientes pérdidas del producto y gastos de combustible.
Les cito un ejemplo, tal vez dos para poner uno de Camagüey. En Mantua, uno de los municipios más occidentales de Pinar del Río, se distribuyen actualmente de forma directa a la población, en las 40 bodegas del municipio, los 2 492 litros de leche que aseguran el consumo normado, con un ahorro mensual de 2 000 litros de combustible.
¿Qué ocurría hasta hace cuatros meses?
La pasteurizadora más cercana está en el municipio de Sandino, a 40 kilómetros del poblado cabecera de Mantua. Por consiguiente, para llevar la leche hasta esa planta un camión debía recorrer cada día, como mínimo, porque son diferentes distancias, unos 80 kilómetros en el viaje de ida y vuelta. Digo como mínimo porque otras zonas del municipio están aún más alejadas.
La leche que reciben de forma normada los niños y otros consumidores de Mantua, una vez pasteurizada en Sandino, regresaba poco después en un vehículo, que como es lógico tenía que retornar a su base cuando dejaba el producto. Total, 160 kilómetros, que en realidad, como expliqué, eran más.
No sé si en la actualidad continúa siendo así. Hace cierto tiempo, andando en un recorrido por el sureste de Camagüey, en un lugar conocido por Los Raúles —tocayos míos—, me puse a preguntar sencillamente. La leche que se producía en Los Raúles venía a Camagüey a pasteurizarse y después la destinada a los niños de Los Raúles volvía a dicho lugar para que la consumieran ¿será así todavía?
En una ocasión no hace mucho tiempo, menos de un año, pregunté si ese llamado cruceteo insensato y absurdo ya se había eliminado. Juro que me dijeron que sí, y ahora estamos descubriendo esto.
Pónganse a pensar en cosas como esas y veremos cuánto suman al final.
Se hacía, como vemos, ese corre corre de leche para arriba y para abajo, con el encomiable objetivo de pasteurizar toda la leche. Es una medida que resulta lógica y necesaria cuando se trata de núcleos urbanos de determinada magnitud —aunque en Cuba es costumbre generalizada hervirla de todas formas, pasteurizada o no—, por lo que se continuará acopiando y pasteurizando toda la leche necesaria para las ciudades, pero no resulta viable que un camión o cientos de camiones viajen diariamente esas largas distancias para llevar unos pocos litros de leche hasta lugares que producen la suficiente para autoabastecerse.
Desde el triunfo de la Revolución, los cubanos hemos aprendido a viajar de occidente hacia el oriente y sobre todo del oriente al occidente, pero en nuestro afán de viajar hemos puesto a viajar por gusto a la leche también.
Además de los municipios participantes, mencionados anteriormente, en este experimento, otras más de 3 500 bodegas de otros municipios y provincias también están distribuyendo la leche de forma directa, y acumulan ya más de 7 millones de litros distribuidos de esta forma.
La experiencia se irá extendiendo de forma paulatina, con la mayor agilidad posible pero sin intentos precipitados de generalización. Su extensión estará precedida en todos los casos por un estudio integral que demuestre su factibilidad en ese lugar específico y la existencia de las condiciones organizativas y materiales requeridas.
Así se trabajará hasta que todos los municipios del país con suficiente producción de leche se autoabastezcan y cierren en su territorio el ciclo que va desde el ordeño de la vaca hasta que se la toma el niño o cualquier otra persona, de acuerdo con las posibilidades actuales.
El objetivo principal de esta experiencia es producir la mayor cantidad de leche posible, y digo que es posible en la inmensa mayoría de los municipios, con excepción de los municipios capitalinos, sobre todo de la capital del país, los que no están en el borde exterior de la capital, porque ahí también se puede producir leche, que ya hay algunas capitales de provincia que en sus propios municipios cabecera pueden producir la suficiente, como es el caso concreto de Sancti Spíritus, ¡y hay que producir más leche!
Es decir, que el objetivo principal es producir más leche para asegurar la que necesitan en primer lugar nuestros niños —estamos hablando de alimento fundamentalmente de niños, y de enfermos, con eso no se puede jugar tampoco—, incluso sin renunciar a la perspectiva de que otras personas puedan recibirlo en el futuro.
Y además este plan persigue continuar el ahorro de combustible, algo también muy importante.
Este es un programa acorde con las condiciones existentes en estos momentos, en que resultaría una quimera ponerse a soñar con las grandes importaciones de piensos y otros insumos de décadas atrás, cuando el mundo era otro muy distinto al actual.
Es solo un ejemplo de las muchas reservas que aparecen cada vez que nos organizamos mejor y analizamos un asunto con la profundidad requerida y teniendo en cuenta todos los factores que en él influyen.

AHORRO DE COMBUSTIBLE: TAREA DE SIGNIFICADO ESTRATÉGICO

Insisto en que no habrá soluciones espectaculares. Se necesita tiempo y sobre todo trabajar con seriedad y sistematicidad, consolidando cada resultado que se alcance, por pequeño que sea.
Otra fuente casi inagotable de recursos —si tenemos en cuenta cuanto malgastamos— está en el ahorro, sobre todo, como ya dijimos, de combustibles, que alcanzan precios cada vez más prohibitivos y es difícil que bajen.
Esta es una tarea de significado estratégico que no siempre cuenta con la atención necesaria y aún no se frena el despilfarro. El ejemplo de la leche es suficiente.
Igualmente se requiere, siempre que resulte racional, recuperar la producción industrial nacional e incorporar nuevos renglones que eliminen importaciones o creen nuevas posibilidades de exportación.
En tal sentido estudiamos actualmente lo referido al incremento de la inversión extranjera, siempre que aporte capital, tecnología o mercado, para así aprovechar la contribución que esta pueda hacer al desarrollo del país, sin repetir los errores del pasado por ingenuidades e ignorancia en esta actividad y a partir de las experiencias positivas, trabajando con empresarios serios y sobre bases jurídicas bien definidas que preserven el papel del Estado y el predominio de la propiedad socialista.
Fortaleceremos cada vez más la colaboración con otros pueblos, conscientes de que solo unidos venceremos y sobre la base del absoluto respeto al camino escogido por cada país. Así lo demuestra el avance junto a los hermanos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, y nuestros sólidos vínculos con China y Vietnam, por solo mencionar algunos ejemplos notables dentro del creciente número de países de todos los continentes con los que se restablecen y avanzan las relaciones de todo tipo.
Continuaremos dando prioridad al Movimiento de Países No Alineados y al creciente movimiento de solidaridad internacional con la Revolución. También seguiremos trabajando con la Organización de Naciones Unidas y otros organismos multilaterales a los que Cuba pertenece, que partan del respeto a las normas del derecho internacional y contribuyan al desarrollo de los pueblos y a la paz.

LO ÚNICO QUE JAMÁS CUESTIONARÁ UN REVOLUCIONARIO CUBANO ES LA DECISIÓN IRRENUNCIABLE DE CONSTRUIR EL SOCIALISMO

Son muchas batallas simultáneas que requieren cohesionar las fuerzas para mantener la unidad del pueblo, principal arma de la Revolución, y aprovechar las potencialidades de una sociedad socialista como la nuestra. Las próximas elecciones del Poder Popular serán una nueva oportunidad de demostrar la extraordinaria fuerza de nuestra democracia, que es verdadera.
Es deber de cada uno de nosotros, especialmente de los cuadros, no dejarnos aplastar por ninguna dificultad, por grande e insalvable que pueda parecer en determinada coyuntura.
Recordar cómo pudimos, a pesar de la confusión y desánimos iniciales, enfrentarnos a los duros primeros años del Periodo Especial a comienzos de la pasada década y salir adelante. Entonces lo dijimos y lo repetimos con más razón hoy: ¡Sí se puede!
Mientras mayor sea el problema o desafío, más organización, más trabajo sistemático y efectivo, más estudio y previsión a partir de una planificación basada en prioridades claramente establecidas, sin que nadie trate de resolver sus problemas a cualquier precio ni a costa de otros.
Además se requiere trabajar con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismos. Nunca creernos que lo que hacemos es perfecto y no volverlo a revisar. Lo único que jamás cuestionará un revolucionario cubano es nuestra decisión irrenunciable de construir el socialismo.
Esa profunda convicción hizo proclamar a Fidel, en este mismo sitio, el 26 de julio de 1989, hace exactamente 18 años, aquella histórica y profética afirmación de que aun en el hipotético caso de que se desintegrara la Unión Soviética, seguiríamos adelante con la Revolución, dispuestos a pagar el elevado precio de la libertad y de actuar sobre la base de la dignidad y los principios.
La historia ha demostrado con creces que esa decisión de nuestro pueblo tiene la firmeza de la roca. En consecuencia con ella, estamos en el deber de cuestionarnos cuanta cosa hacemos en busca de realizarla cada vez mejor, de transformar concepciones y métodos que fueron los apropiados en su momento, pero han sido ya superados por la propia vida.
Siempre debemos tener presente, no para repetirlo de memoria como un dogma sino para aplicarlo diaria y creadoramente en nuestro trabajo, lo expresado por el compañero Fidel el primero de mayo del 2000, en una definición que constituye la quintaesencia del trabajo político ideológico, cuando dijo:
"Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo".
El mejor homenaje al Comandante en Jefe en un día como hoy, la mayor contribución a su restablecimiento, es ratificar la decisión de guiarnos siempre por esos principios y sobre todo actuar cotidianamente en consecuencia con ellos, en el puesto que tenemos asignado.
Fieles al legado de nuestros muertos gloriosos, trabajaremos sin descanso para cumplir cabalmente las orientaciones de su Proclama, las muchas que nos ha dado desde entonces y cuantas nos imparta en lo adelante.
El miedo a las dificultades y los peligros no tiene cabida en nuestro pueblo, que no bajará jamás la guardia frente a sus enemigos. Esa es la principal garantía de que en nuestras plazas y si es necesario también en las trincheras, se escuchará por siempre en esta tierra:

¡Viva la Revolución!
¡Viva Fidel!

Fuente: Granma / RedGlobe

miércoles, 25 de julio de 2007

Contra el Burocratismo.




Nuestra Revolución fue, en esencia, el producto de un movimiento guerrillero que inició la lucha armada contra la tiranía y cristalizó en la toma del poder. Los primeros pasos como Estado Revolucionario, así como toda la primitiva época de nuestra gestión en el gobierno, estaban fuertemente teñidos de los elementos fundamentales de la táctica guerrillera como forma de administración estatal. El "guerrillerismo" repetía la experiencia de la lucha armada de las sierras y campos de Cuba en las distintas organizaciones administrativas y de masas, y se traducía en que solamente las grandes consignas revolucionarias eran seguidas (y muchas veces interpretadas de distintas maneras) por los organismos de la administración y de la sociedad en general. La forma de resolver los problemas concretos estaba sujeta al libre arbitrio de cada uno de los dirigentes.
Por ocupar todo el complejo aparato de la sociedad, los campos de acción de las "guerrillas administrativas" chocaban entre sí, produciéndose continuos roces, órdenes y contraórdenes, distintas interpretaciones de las leyes, que llegaban, en algunos casos, a la réplica contra las mismas por parte de organismos que establecían sus propios dictados en forma de decretos, haciendo caso omiso del aparato central de dirección. Después de un año de dolorosas experiencias llegamos a la conclusión de que era imprescindible modificar totalmente nuestro estilo de trabajo y volver a organizar el aparato estatal de un modo racional, utilizando las técnicas de la planificación conocidas en los hermanos países socialistas.
Como contra medida, se empezaron a organizar los fuertes aparatos burocráticos que caracterizan esta primera época de construcción de nuestro Estado socialista, pero el bandazo fue demasiado grande y toda una serie de organismos, entre los que incluye el Ministerio de Industrias, iniciaron una política de centralización operativa, frenando exageradamente la iniciativa de los administradores. Este concepto centralizador se explica por la escasez de cuadros medios y el espíritu anárquico anterior, lo que obligaba a un celo enorme en las exigencias de cumplimiento de las directivas. Paralelamente, la falta de aparatos de control adecuados hacía difícil la correcta localización a tiempo de las fallas administrativas, lo que amparaba el uso de la "libreta". De esta manera, los cuadros más conscientes y los más tímidos frenaban sus impulsos para atemperarlos a la marcha del lento engranaje de la administración, mientras otros campeaban todavía por sus respetos, sin sentirse obligados a acatar autoridad alguna, obligando a nuevas medidas de control que paralizaran su actividad. Así comienza a padecer nuestra Revolución el mal llamado burocratismo.
El burocratismo, evidentemente, no nace con la sociedad socialista ni es un componente obligado de ella. La burocracia estatal existía en la época de los regímenes burgueses con su cortejo de prebendas y de lacayismo, ya que a la sombra del presupuesto medraba un gran número de aprovechados que constituían la "corte" del político de turno. En una sociedad capitalista, donde todo el aparato del Estado está puesto al servicio de la burguesía, su importancia como órgano dirigente es muy pequeña y lo fundamental resulta hacerlo lo suficientemente permeable como para permitir el tránsito de los aprovechados y lo suficientemente hermético como para apresar en sus mallas al pueblo.
Dado el peso de los "pecados originales" yacentes en los antiguos aparatos administrativos y las situaciones creadas con posterioridad al triunfo de la Revolución, el mal del burocratismo comenzó a desarrollarse con fuerza. Si fuéramos a buscar sus raíces en el momento actual, agregaríamos a causas viejas nuevas motivaciones, encontrando tres razones fundamentales.
Una de ellas es la falta de motor interno. Con esto queremos decir, la falta de interés del individuo por rendir un servicio al Estado y por superar una situación dada. Se basa en una falta de conciencia revolucionaria o, en todo caso, en el conformismo frente a lo que anda mal.
Se puede establecer una relación directa y obvia entre la falta de motor interno y la falta de interés por resolver los problemas. En este caso, ya sea que esta falla del motor ideológico se produzca por una carencia absoluta de convicción o por cierta dosis de desesperación frente a problemas repetidos que no se pueden resolver, el individuo, o grupos de individuos, se refugian en el burocratismo, llenan papeles, salvan su responsabilidad y establecen la defensa escrita para seguir vegetando o para defenderse de la irresponsabilidad de otros.
Otra causa es la falta de organización. Al pretender destruir el "guerrillerismo" sin tener la suficiente experiencia administrativa, se producen disloques, cuellos de botellas, que frenan innecesariamente el flujo de las informaciones de las bases y de las instrucciones u órdenes emanadas de los aparatos centrales. A veces éstas, o aquellas, toman rumbos extraviados y, otras, se traducen en indicaciones mal vertidas, disparatadas, que contribuyen más a la distorsión.
La falta de organización tiene como característica fundamental la falla en los métodos para encarar una situación dada. Ejemplos podemos ver en los Ministerios, cuando se quieren resolver problemas a otros niveles que el adecuado o cuando éstos se tratan por vías falsas y se pierden en el laberinto de los papeles. El burocratismo es la cadena del tipo de funcionario que quiere resolver de cualquier manera sus problemas, chocando una y otra vez contra el o5rden establecido, sin dar con la solución. Es frecuente observar cómo la única salida encontrada por un buen número de funcionarios es el de solicitar más personal para realizar una tarea cuya fácil solución sólo exige un poco de lógica, creando nuevas causas para el papeleo innecesario.
No debemos nunca olvidar, para hacer una sana autocrítica, que la dirección económica de la Revolución es la responsable de la mayoría de los males burocráticos: Los aparatos estatales no se desarrollaron mediante un plan único y con sus relaciones bien estudiada, dejando amplio margen a la especulación sobre los métodos administrativos. El aparato central del la economía, la Junta Central de Planificación, no cumplió su tarea de conducción y no la podía cumplir, pues no tenía la autoridad suficiente sobre los organismos, estaba incapacitada para dar órdenes precisas en base a un sistema único y con el adecuado control y le faltaba el imprescindible auxilio de un plan perspectivo. La centralización excesiva sin una organización perfecta frenó la acción espontánea sin el sustituto de la orden correcta y a tiempo. Un cúmulo de decisiones menores limitó la visión de los grandes problemas y la solución de todos ellos se estancó sin orden ni concierto.
Las decisiones de última hora, a la carrera y sin análisis, fueron la característica de nuestro trabajo.
La tercera causa, muy importante, es la falta de conocimientos técnicos suficientemente desarrollados como para poder tomar decisiones justas y en poco tiempo. Al no poder hacerlo, deben reunirse muchas experiencias de pequeño valor y tratar de extraer de allí una conclusión. Las discusiones suelen volverse interminables, sin que ninguno de los expositores tenga la autoridad suficiente como para imponer su criterio. Después de una, dos, unas cuantas reuniones, el problema sigue vigente hasta que se resuelve por sí solo o hay que tomar una resolución cualquiera, por mala que sea.
La falta casi total de conocimientos, suplida como dijimos antes por una larga serie de reuniones, configura el "reunionismo" , que se traduce fundamentalmente en la falta de perspectiva para resolver los problemas. En estos casos, el burocratismo, es decir, el freno de los papeles y de las indecisiones al desarrollo de la sociedad, es el destino de los organismos afectados.
Estas tres causas fundamentales influyen, una a una o en distintas conjugaciones, en menor o mayor proporción, en toda la vida institucional del país, y ha llegado el momento de romper con sus malignas influencias. Hay que tomar medidas concretas para agilizar los aparatos estatales, de tal manera que se establezca un rígido control central que permita tener en las manos de la dirección las claves de la economía y libere al máximo la iniciativa, desarrollando sobre bases lógicas las relaciones de las fuerzas productivas.
Si conocemos las causas y los efectos del burocratismo, podemos analizar exactamente las posibilidades de corregir el mal. De todas las causas fundamentales, podemos considerar a la organización como nuestro problema central y encararla con todo el rigor necesario. Para ello debemos modificar nuestro estilo de trabajo; jerarquizar los problemas adjudicando a cada organismo y cada nivel de decisión su tarea; establecer las relaciones concretas entre cada uno de ellos y los demás, desde el centro de decisión económica hasta la última unidad administrativa y las relaciones entre sus distintos componentes, horizontalmente, hasta formar el conjunto de las relaciones de la economía. Esa es la tarea más asequible a nuestras fuerzas actualmente, y nos permitirá, como ventaja adicional, encaminar hacia otros frentes a una gran cantidad de empleados innecesarios, que no trabajan, realizan funciones mínimas o duplican las de otros sin resultado alguno.
Simultáneamente, debemos desarrollar con empeño un trabajo político para liquidar la falta de motivaciones internas, es decir, la falta de claridad política, que se traduce en una falta de ejecutividad. Los caminos son: la educación continuada mediante la explicación concreta de las tareas, mediante la inculcación del interés a los empleados administrativos por su trabajo concreto, mediante el ejemplo de los trabajadores de vanguardia, por una parte, y las medidas drásticas de eliminar al parásito, ya sea al que esconde en su actitud una enemistad profunda hacia la sociedad socialista o al que está irremediablemente reñido con el trabajo.
Por último, debemos corregir la inferioridad que significa la falta de conocimientos. Hemos iniciado la gigantesca tarea de transformar la sociedad de una punta a la otra en medio de la agresión imperialista, de un bloqueo cada vez más fuerte, de un cambio completo en nuestra tecnología, de agudas escaseces de materias primas y artículos alimenticios y de una fuga en masa de los pocos técnicos calificados que tenemos. En esas condiciones debemos plantearnos un trabajo muy serio y muy perseverante con las masas, para suplir los vacíos que dejan los traidores y las necesidades de fuerza de trabajo calificada que se producen por el ritmo veloz impuesto a nuestro desarrollo. De allí que la capacitación ocupe un lugar preferente en los planes del Gobierno Revolucionario.
La capacitación de los trabajadores activos se inicia en los centros de trabajo al primer nivel educacional: la eliminación de algunos restos de analfabetismo que quedan en los lugares más apartados, después, los de superación obrera para aquellos que hayan alcanzado tercer grado, los cursos de Mínimo Técnico para los obreros de más alto nivel, los de extensión para hacer subingenieros a los obreros calificados, los cursos universitarios para todo tipo de profesional y, también, los administrativos. La intención del Gobierno Revolucionario es convertir nuestro país en una gran escuela, donde el estudio y el éxito de los estudios sean uno de los factores fundamentales para el mejoramiento de las condición del individuo, tanto económicamente como en su ubicación laboral dentro de la sociedad, de acuerdo con sus calidades.
Si nosotros logramos desentrañar, bajo la maraña de los papeles, las intrincadas relaciones entre los organismos, la duplicación de funciones y los frecuentes "baches" en que se caen nuestras instituciones, encontramos las raíces del problema y elaboramos normas de organización, primero elementales, más completas luego, damos la batalla frontal a los displicentes, a los confusos y a los vagos, reeducamos y educamos a esta masa, la incorporamos a la Revolución y eliminamos lo desechable y, al mismo tiempo, continuamos sin desmayar, cualesquiera que sean los inconvenientes confrontados, una gran tarea de educación a todos los niveles, estaremos en condiciones de eliminar en poco tiempo el burocratismo.
La experiencia de la última movilización es la que nos ha motivado a tener discusiones en el Ministerio de Industrias para analizar el fenómeno de que, en medio de ella, cuando todo el país ponía en tensión sus fuerzas para resistir el embate del enemigo, la producción industrial no caía, el ausentismo desaparecía, los problemas se resolvían con una insospechada velocidad. Analizando esto, llegamos a la conclusión de que convergieron varios factores que destruyeron las causas fundamentales del burocratismo; había un gran impulso patriótico y nacional de resistencia al imperialismo que abarcó a la inmensa mayoría del pueblo de Cuba, y cada trabajador, a su nivel, se convirtió en un soldado de la economía dispuesto a resolver cualquier problema.
El motor ideológico se lograba de esta manera por el estímulo de la agresión extranjera. Las normas organizativas se reducían a señalar estrictamente lo que no se podía hacer y el problema fundamental que debiera resolverse; mantener la producción por sobre todas las cosas, mantener determinadas producciones con mayor énfasis aún, y desligar a las empresas, fábricas y organismos de todo el resto de las funciones aleatorias, pero necesarias en un proceso social normal.
La responsabilidad especial que tenía cada individuo lo obligaba a tomar decisiones rápidas; estábamos frente a una situación de emergencia nacional, y había que tomarlas, fueran acertadas o equivocadas; había que tomarlas y rápido; así se hizo en muchos casos.
No hemos efectuado el balance de la movilización todavía y, evidentemente, ese balance, en términos financieros no puede ser positivo, pero sí lo fue en términos de movilización ideológica, en la profundización de la conciencia de las masas. ¿Cuál es la enseñanza? Que debemos hacer carne en nuestros trabajadores, obreros, campesinos o empleados que el peligro de la agresión imperialista sigue pendiente sobre nuestras cabezas, que no hay tal situación de paz y que nuestro deber es seguir fortaleciendo la Revolución día a día, porque, además, ésa es nuestra garantía máxima de que no haya invasión. Cuanto más le cueste al imperialismo tomar esta isla, cuanto más fuerte sean sus defensas y cuanto más alta sea la conciencia de sus hijos, más lo pensarán; pero al mismo tiempo, el desarrollo económico del país nos acerca a situaciones de más desahogo, de mayor bienestar. Que el gran ejemplo movilizador de la agresión imperialista se convierta en permanente, es la tarea ideológica.
Debemos analizar las responsabilidades de cada funcionario, establecerlas lo más rígidamente posible dentro de los cauces, de los que no debe salirse bajo pena de severísimas sanciones y, sobre esta base, dar las más amplias facultades posibles. Al mismo tiempo, estudiar todo lo que es fundamental y lo que es accesorio en el trabajo de las distintas unidades de los organismos estatales y limitar lo accesorio para poner énfasis sobre lo fundamental, permitiendo así más rápida acción. Y exigir acción a nuestros funcionarios, establecer límites de tiempo para cumplir las instrucciones emanadas de los organismos centrales, controlar correctamente y obligar a tomar decisiones en tiempo prudencial.
Si nosotros logramos hacer todo ese trabajo, el burocratismo desaparecerá. De hecho no es una tarea de un organismo, ni siquiera de todos los organismos económicos del país; es la tarea de la nación entera, es decir de los organismos dirigentes fundamentalmente del Partido Unido de la Revolución y de las agrupaciones de masas. Todos debemos trabajar para cumplir esta consigna apremiante del momento: Guerra al burocratismo. Agilización del aparato estatal. Producción sin trabas y responsabilidad por la producción.

Ernesto Che Guevara
*Cuba Socialista Año III No. 18. pp. 1-7. Febrero de 1963

La Planificación Socialista. Su significado.




En el número 32 de la revista "Cuba Socialista", apareció un artículo del compañero Charles Bettelheim, titulado "Formas y Métodos de la Planificación Socialista y Nivel del Desarrollo de las Fuerzas Productivas". Este artículo toca puntos de indudable interés, pero tiene además, para nosotros, la importancia de estar destinado a la defensa del llamado Cálculo Económico y de las categorías que este sistema supone dentro del sector socialista, tales como el dinero en función de medio de pago, el crédito, la mercancía, etc.
Consideramos que en este artículo se han cometido dos errores fundamentales, cuya precisión trataremos de hacer:
El primero se refiere a la interpretación de la necesaria correlación que debe existir entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. En este punto el compañero Bettelheim toma ejemplos de los clásicos del marxismo.
Fuerzas productivas y relaciones de producción son dos mecanismos que marchan unidos indisolublemente en todos los procesos medios del desarrollo de la sociedad.¿En qué momentos las relaciones de producción pudieran no ser fiel reflejo del desarrollo de las fuerzas productivas? En los momentos de ascenso de una sociedad que avanza sobre la anterior para romperla y en los momentos de ruptura de la vieja sociedad, cuando la nueva, cuyas relaciones de producción serán implantadas, lucha por consolidarse y destrozar la antigua superestructura. De esta manera, no siempre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, en un momento histórico dado, analizado concretamente, podrán corresponder en una forma totalmente congruente. Tal es, precisamente, la tesis que permitía a Lenin decir que sí era una revolución socialista la de Octubre, y en un momento dado plantear, sin embargo, que debía irse al capitalismo de Estado y preconizar cautela en las relaciones con los campesinos. El por qué del planteamiento de Lenin está expresado precisamente en su gran descubrimiento del desarrollo del sistema mundial del capitalismo.
Dice Bettelheim:
······"la palanca decisiva para modificar el comportamiento de los hombres está constituida por los cambios aportados a la producción y su organización. La educación tiene esencialmente por misión hacer desaparecer actitudes y comportamientos heredados del pasado y que sobreviven a éste, y asegurar el aprendizaje de nuevas formas de conducta impuestas por el propio desarrollo de las fuerzas productivas".
Dice Lenin:
"Rusia no ha alcanzado tal nivel de desarrollo de las fuerzas productivas que haga posible el socialismo". Todos los héroes de la II Internacional, y entre ellos, naturalmente, Sujánov, van y vienen con esta tesis, como chico con zapatos nuevos. Esta tesis indiscutible la repiten de mil maneras y les parece que es decisiva para valorar nuestra revolución".
"Pero, ¿qué hacer, si una situación peculiar a llevado a Rusia, primero, a la guerra imperialista mundial, en la que intervinieron todos los países más o menos importantes de Europa Occidental, y ha colocado su desarrollo al borde de las revoluciones del Oriente, que comienzan y que en parte han comenzado ya, en unas condiciones en las cuales hemos podido llevar a la práctica precisamente esa alianza de la "guerra campesina"con el movimiento obrero, de la que, como una de las probables perspectivas, escribió un "marxista"como Marx en 1856, refiriéndose a Prusia?"

"Y ¿qué debíamos hacer, si una situación absolutamente sin salida, decuplicando las fuerzas de los obreros y campesinos, abría ante nosotros la posibilidad de pasar de una manera diferente que en todos los demás países del Occidente de Europa a la creación de las premisas fundamentales de la civilización? ¿Ha cambiado a causa de eso la línea general del desarrollo de la historia universal? ¿Ha cambiado por eso la correlación esencial de las clases fundamentales en cada país que entra, que ha entrado ya, en el curso general de la historia universal?
"Si para implantar el socialismo se exige un determinado nivel cultural (aunque nadie puede decir cuál es este determinado "nivel cultural", ya que es diferente en cada uno de los países de Europa Occidental), ¿ por qué , entonces, no podemos comenzar primero por la conquista, por vía revolucionaria, de las premisas para este determinado nivel, y luego, ya a base del poder obrero y campesino y del régimen soviético, ponernos en marcha para alcanzar a los demás países?
Al expandirse el capitalismo como sistema mundial y desarrollarse las relaciones de explotación, no solamente entre los individuos de un pueblo, sino también entre los pueblos, el sistema mundial del capitalismo que ha pasado a ser imperialismo, entra en choques y se puede romper por su eslabón más débil. Este era la Rusia zarista después de la primera guerra mundial y comienzo de la Revolución, en la cual coexistían los cinco tipos económicos que apuntaba Lenin en aquellos momentos: la forma patriarcal más primitiva de la agricultura, la pequeña producción mercantil ?incluida la mayoría de los campesinos que vendían su trigo?, el capitalismo privado, el capitalismo de Estado y el socialismo.
Lenin apuntaba que todos estos tipos aparecían en la Rusia inmediatamente posterior a la Revolución; pero lo que le da la calificación general es la característica socialista del sistema, aún cuando el desarrollo de las fuerzas productivas en determinados puntos no haya alcanzado su plenitud. Evidentemente, cuando el atraso es muy grande, la correcta acción marxista debe ser atemperar lo más posible el espíritu de la nueva época, tendiente a la supresión de la explotación del hombre por el hombre, con las situaciones concretas de ese país; y así lo hizo Lenin en la Rusia recién liberada del zarismo y se aplicó como norma en la Unión Soviética.
Nosotros sostenemos que toda esta argumentación, absolutamente válida y extraordinaria por su perspicacia en aquel momento, es aplicable a situaciones concretas en determinados momentos históricos. Después de aquellos hechos, han sucedido cosas de tal trascendencia como el establecimiento de todo el sistema mundial del socialismo, con cerca de mil millones de habitantes, un tercio de la población del mundo. El avance continuo de todo el sistema socialista influye en la conciencia de las gentes a todos los niveles y, por lo tanto, en Cuba, en un momento de su historia, se produce la definición de revolución socialista, definición que no precedió, ni mucho menos, al hecho real de que ya existieran las bases económicas establecidas para esta aseveración.
¿Cómo se puede producir en un país colonizado por el imperialismo, sin ningún desarrollo de sus industrias básicas, en una situación de mono- productor, dependiente de un solo mercado, el tránsito al socialismo?
Pueden caber las siguientes afirmaciones: Como los teóricos de la II Internacional, manifestar que Cuba ha roto todas las leyes de la dialéctica, del materialismo histórico, del marxismo y que, por tanto, no es un país socialista o debe volver a su situación anterior.
Se puede ser más realista y a fuerza de ello buscar en las relaciones de producción de Cuba los motores internos que han provocado la revolución actual. Pero, naturalmente, eso llevaría a la demostración de que hay muchos países en América, y en otros lugares del mundo, donde la revolución es mucho más factible de lo que era en Cuba.
Queda la tercera explicación, a nuestro juicio exacta, de que en el gran marco del sistema mundial del capitalismo en lucha contra el socialismo, uno de sus eslabones débiles, en este caso concreto Cuba, puede romperse. Aprovechando circunstancias históricas excepcionales y bajo la acertada dirección de su vanguardia, en un momento dado toman el poder las fuerzas revolucionarias y, basadas en que ya existen las suficientes condiciones objetivas en cuanto a la socialización del trabajo, queman etapas, decretan el carácter socialista de la revolución y emprenden la construcción del socialismo.
Esta es la forma dinámica, dialéctica, en que nosotros vemos y analizamos el problema de la necesaria correlación entre las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas. Después de producido el hecho de la Revolución Cubana, que no puede escapar al análisis, ni obviarse cuando se haga la investigación sobre nuestra historia, llegamos a la conclusión de que en Cuba se hizo una revolución socialista y que, por tanto, había condiciones para ello. Porque realizar una revolución sin condiciones, llegar al poder y decretar el socialismo por arte de magia, es algo que no está previsto por ninguna teoría y no creo que el compañero Bettelheim vaya a apoyar.
Si se produce el hecho concreto del nacimiento del socialismo en estas nuevas condiciones, es que el desarrollo de las fuerzas productivas ha chocado con las relaciones de producción antes de lo racionalmente esperado para un país capitalista aislado. ¿Qué sucede? Que la vanguardia de los movimientos revolucionarios, influidos cada vez más por la ideología marxista-leninista, es capaz de prever en su conciencia toda una serie de pasos a realizar y forzar la marcha de los acontecimientos, pero forzarlos dentro de los que objetivamente es posible. Insistimos mucho sobre este punto, porque es una de las fallas fundamentales del argumento expresado por Bettelheim.
Si partimos del hecho concreto de que no puede realizarse una revolución sino cuando hay contradicciones fundamentales entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, tenemos que admitir que en Cuba se ha producido este hecho y tenemos que admitir, también, que ese hecho da características socialistas a la Revolución Cubana, aún cuando analizadas objetivamente, en su interior, haya toda una serie de fuerzas que todavía estañen un estado embrionario y no se hayan desarrollado al máximo. Pero si, en estas condiciones, se produce y triunfa la revolución, ¿cómo utilizar después el argumento de la necesaria y obligatoria concordancia, que se hace mecánica y estrecha, entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, para defender, por ejemplo, el Cálculo Económico y atacar el sistema de empresas consolidadas que nosotros practicamos?
Decir que la empresa consolidada es una aberración equivale, aproximadamente, a decir que la Revolución Cubana es una aberración. Son conceptos del mismo tipo y podrían basarse en el mismo análisis. El compañero Bettelheim nunca ha dicho que la Revolución Socialista Cubana no sea auténtica, pero sí dice que nuestras relaciones de producción actuales no corresponden al desarrollo de las fuerzas productivas y, por tanto, prevé grandes fracasos.
El desglose en la aplicación del pensamiento dialéctico en estas dos categorías de distinta magnitud, pero de la misma tendencia, provoca el error del compañero Bettelheim. Las empresas consolidadas han nacido, se han desarrollado y continúan desarrollándose porque pueden hacerlo; es la verdad de Perogrullo de la práctica. Si el método administrativo es o no el más adecuado, tiene poca importancia, en definitiva, porque las diferencias entre un método y otro son fundamentalmente cuantitativas. Las esperanzas en nuestro sistema van apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más acelerado de la conciencia y, a través de la conciencia, de las fuerzas productivas.
El compañero Bettelheim niega esta particular acción de la conciencia, basándose en los argumentos de Marx de que ésta es un producto del medio social y no al revés; y nosotros tomamos el análisis marxista para luchar con él contra Bettelheim, al decirle que eso es absolutamente cierto pero que, en la época actual del imperialismo, también la conciencia adquiere características mundiales. Y que esta conciencia de hoy es el producto del desarrollo de todas las fuerzas productivas en el mundo y el producto de la enseñanza y educación de la Unión Soviética y los demás países socialistas sobre las masas de todo el mundo.
En tal medida debe considerarse que la conciencia de los hombres de vanguardia de un país dado, basada en el desarrollo general de las fuerzas productivas, puede avizorar los caminos adecuados para llevar al triunfo una revolución socialista en un determinado país, aunque, a su nivel, no existan objetivamente las contradicciones entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción que harían imprescindible o posible una revolución (analizado el país como un todo único y aislado).
Hasta aquí llegaremos en este razonamiento. El segundo grave error cometido por Bettelheim, es la insistencia en darle a la estructura jurídica una posibilidad de existencia propia. En su análisis se refiere insistentemente a la necesidad de tener en cuenta las relaciones de producción para el establecimiento jurídico de la propiedad. Pensar que la propiedad jurídica o, por mejor decir, la superestructura de un Estado dado, en un momento dado, ha sido impuesta contra las realidades de las relaciones de producción, es negar precisamente el determinismo en que él se basaba para expresar que la conciencia es un producto social. Naturalmente, en todos estos procesos, que son históricos, que no son fisicoquímicos, realizándose en milésimas de segundo, sino que se producen en el largo decursar de la humanidad, hay toda una serie de aspectos de las relaciones jurídicas que no corresponden a las relaciones de producción que en ese momento caracterizan al país; lo que no quiere decir sino que serán destruidas con el tiempo, cuando las nuevas relaciones se impongan sobre las viejas, pero no al revés, que sea posible cambiar la superestructura sin cambiar previamente las relaciones de producción.
El compañero Bettelheim insiste con reiteración en que la naturaleza de las relaciones de producción es determinada por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas y que la propiedad de los medios de producción es la expresión jurídica y abstracta de algunas relaciones de producción, escapándosele el hecho fundamental de que esto es perfectamente adaptado a una situación general (ya sea sistema mundial o país), pero que no se puede establecer la mecánica microscópica que él pretende, entre el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en cada región o en cada situación y las relaciones jurídicas de propiedad.
Ataca a los economistas que pretenden ver en la propiedad de los medios de producción por parte del pueblo una expresión del socialismo, diciendo que estas relaciones jurídicas no son base de nada. En cierta manera podría tener razón, con respecto a la palabra base, pero lo esencial es que las relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas chocan en un momento dado, y ese choque no es mecánicamente determinado por una acumulación de fuerzas económicas, sino que es una suma cuantitativa y cualitativa, acumulación de fuerzas encontradas desde el punto de vista del desarrollo económico, desbordamiento de una clase social por otra, desde el punto de vista político e histórico. Es decir, nunca se puede desligar el análisis económico del hecho histórico de la lucha de clases (hasta llegar a la sociedad perfecta).Por tal motivo, para el hombre, expresión viviente de la lucha de clases, la base jurídica que representa la superestructura de la sociedad en que vive tiene características concretas y expresa una verdad palpable. Las relaciones de producción, el desarrollo de las fuerzas productivas, son fenómenos económico-tecnológicos que van acumulándose en el decursar de la historia. La propiedad social es expresión palpable de estas relaciones, así como la mercancía concreta es la expresión de las relaciones entre los hombres. La mercancía existe porque hay una sociedad mercantil donde se ha producido una división del trabajo sobre la base de la propiedad privada. El socialismo existe porque hay una sociedad de nuevo tipo, en la cual los expropiadores han sido expropiados y la propiedad social reemplaza a la antigua, individual, de los capitalistas.
Esta es la línea general que debe seguir el período de transición. Las relaciones pormenorizadas entre tal o cual capa de la sociedad solamente tienen interés para determinados análisis concretos; pero el análisis teórico debe abarcar el gran marco que encuadra las relaciones nuevas entre los hombres, la sociedad en tránsito hacia el socialismo.
Partiendo de estos dos errores fundamentales de concepto, el compañero Bettelheim defiende la identidad obligatoria, exactamente encajada, entre el desarrollo de las fuerzas productivas en cada momento dado y en cada región dada y las relaciones de producción, y, al mismo tiempo, trasplanta estas mismas relaciones al hecho de la expresión jurídica.
¿Cuál es el fin? Veamos lo que dice Bettelheim:
"En estas condiciones, el razonamiento que parte exclusivamente de la noción general de propiedad estatal, para designar las diferentes formas superiores de la propiedad socialista, pretendiendo reducir ésta a una realidad única, tropieza con insuperables dificultades, sobre todo cuando se trata de analizar la circulación de las mercancías en el interior del sector socialista del Estado, el comercio socialista, el papel de la moneda, etc.
Y luego, analizando la división que hace Stalin en dos formas de propiedad, expresa:
"Este punto de partida jurídico y los análisis que del mismo se derivan, conducen a negar el carácter necesariamente mercantil, a la hora actual, de los cambios entre empresas socialistas del Estado, y hacer incomprensible, en el plano teórico, la naturaleza de las compras y ventas efectuadas entre empresas estatales, la naturaleza de la moneda, de los precios, de la contabilidad económica, de la autonomía financiera, etc. Estas categorías se encuentran así privadas de todo contenido social real. Aparecen como formas abstractas o procedimientos técnicos más o menos arbitrarios y no como la expresión de estas leyes económica objetivas, cuya necesidad destacaba, por otra parte, el propio Stalin".
Para nosotros, el artículo del compañero Bettelheim, a pesar de que manifiestamente toma partido contra las ideas que hemos expresado en algunas oportunidades, tiene indudable importancia, al provenir de un economista de profundos conocimientos y un teórico del marxismo. Partiendo de una situación de hecho, para hacer una defensa, en nuestro concepto no bien meditada, del uso de las categorías inherentes al capitalismo en el período de transición y de la necesidad de la propiedad individualizada dentro del sector socialista, él revela que es incompatible el análisis pormenorizado de las relaciones de producción y de la propiedad social siguiendo la línea marxista ?que pudiéramos llamar ortodoxa— con el mantenimiento de estas categorías, y señala que ahí hay algo incomprensible.
Nosotros sostenemos exactamente lo mismo, solamente que nuestra conclusión es distinta: creemos que la inconsecuencia de los defensores del Cálculo Económico se basa en que, siguiendo la línea del análisis marxista, al llegar a un punto dado, tienen que dar un salto (dejando "el eslabón perdido" en el medio) para caer en una nueva posición desde la cual continúan su línea de pensamiento. Concretamente, los defensores del Cálculo Económico nunca han explicado correctamente cómo se sostiene en su esencia el concepto de mercancía en el sector estatal, o cómo se hace uso "inteligente" de la Ley del Valor en el sector socialista con mercados distorsionados.
Observando la inconsecuencia, el compañero Bettelheim retoma los términos, inicia el análisis por donde debía acabar ?por las actuales relaciones jurídicas existentes en los países socialistas y las categorías que subsisten?, constata el hecho real y cierto de que existen estas categorías jurídicas y estas categorías mercantiles, y de allí concluye, pragmáticamente, que si existen es porque son necesarias y, partiendo de esa base, camina hacia atrás, en forma analítica, para llegar al punto donde chocan la teoría y la práctica. En este punto, da una nueva interpretación de la teoría, somete a análisis a Marx y a Lenin y saca su propia interpretación, con las bases erróneas que nosotros hemos apuntado, lo que le permite formular un proceso consecuente de un extremo a otro del artículo.
Olvida aquí, sin embargo, que el período de transición es históricamente joven. En el momento en que el hombre alcanza la plena comprensión del hecho económico y lo domina, mediante el plan, está sujeto a inevitables errores de apreciación. ¿Por qué pensar que lo que "es" en el período de transición, necesariamente "debe ser" ? ¿ Por qué justificar que los golpes dados por la realidad a ciertas audacias son producto exclusivo de la audacia y no también, en parte o en todo, de fallas técnicas de administración ?
Nos parece que es restarle demasiada importancia a la planificación socialista con todos los defectos de técnica que pudiera tener, el pretender, como lo hace Bettelheim, que:
, y "De esto dimana la imposibilidad de proceder de manera satisfactoria, es decir, eficaz, en un reparto integral, a priori, de los medios de producción y de los productos en general la necesidad del comercio socialista y de los organismos comerciales del Estado. De donde se origina también el papel de la moneda al interior mismo del sector socialista, el papel de la Ley del Valor y un sistema de precios que debe reflejar no solamente el costo social de los diferentes producto, sino también expresar las relaciones entre la oferta y la demanda de estos productos y asegurar, eventualmente, el equilibrio de esta oferta y esta demanda cuando el plan no ha podido asegurarlo a priori y cuando el empleo de medidas administrativas para realizar este equilibrio comprometería el desarrollo de las fuerzas productivas."
Considerando nuestras debilidades (en Cuba), apuntábamos, sin embargo, nuestro intento de definición fundamental:
"Negamos la posibilidad del uso consciente de la Ley del Valor, basados en la no existencia de un mercado libre que exprese automáticamente la contradicción entre productores y consumidores; negamos la existencia de la categoría mercancía en la relación entre empresas estatales, y consideramos todos los establecimientos como parte de la única gran empresa que es el Estado (aunque, en la práctica, no sucede todavía así en nuestro país). La Ley del Valor y el plan son dos términos ligados por una contradicción y su solución; podemos, pues, decir que la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista, su categoría definitoria y el punto en que la conciencia del hombre alcanza, por fin, a sintetizar y dirigir la economía hacia su meta, la plena liberación del ser humano en el marco de la sociedad comunista."*
Relacionar la unidad de producción (sujeto económico para Bettelheim) con el grado físico de integración, es llevar el mecanismo a sus últimos extremos y negarnos la posibilidad de hacer lo que técnicamente los monopolios norteamericanos habían ya hecho en muchas ramas de la industria cubana. Es desconfiar demasiado de nuestras fuerzas y capacidades.
Lo que puede, pues, llamarse "unidad de producción" (y que constituye un verdadero sujeto económico) varía evidentemente según el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. En ciertas ramas de la producción, donde la integración de las actividades es suficientemente impulsada, la propia rama puede constituir una "unidad de producción". Puede ser así, por ejemplo, en la industria eléctrica sobre la base de la interconexión, porque esto permite una dirección centralizada única de toda la rama.
Al ir desarrollando pragmáticamente nuestro sistema llegamos a avizorar ciertos problemas ya examinados y tratamos de resolverlos, siendo lo más consecuente –en la medida en que nuestra preparación permitiera—con las grandes ideas expresadas por Marx y Lenin. Eso nos llevó a buscar la solución a la contradicción existente en la economía política marxista del período de transición. Al tratar de superar esas contradicciones, que solamente pueden ser frenos transitorios al desarrollo del socialismo, porque de hecho existe la sociedad socialista, investigamos los métodos organizativos más adecuados a la práctica y la teoría, que nos permitieran impulsar al máximo, mediante el desarrollo de la conciencia y de la producción, la nueva sociedad; y ese es el capítulo en que estamos enfrascados hoy.
Para concluir:
Opinamos que Bettelheim comete dos errores gruesos en el método de análisis:
a)Trasladar mecánicamente el concepto de la necesaria correspondencia entre relaciones de producción y desarrollo de las fuerzas productivas, de validez global, al "microcosmos" de las relaciones de producción en aspectos concretos de un país dado durante el período de transición, y extraer así conclusiones apologéticas, teñidas de pragmatismo, sobre el llamado Cálculo Económico.
b) Hacer el mismo análisis mecánico en cuanto al concepto de propiedad.
Por tanto, no estamos de acuerdo con su opinión de que la autogestión financiera o la autonomía contable "están ligadas en un estado dado de las fuerzas productivas", consecuencia de su método de análisis.
Negamos su concepto de dirección centralizada sobre la base de la centralización física de la producción (pone el ejemplo de una red eléctrica interconectada) y lo aplicamos a una centralización de las decisiones económicas principales.
No encontramos correcta la explicación del por qué de la necesaria vigencia irrestricta de la Ley del Valor y otras categorías mercantiles durante el período de transición, aunque no negamos la posibilidad de usar elementos de esta Ley para fines comparativos (costo, rentabilidad expresada en dinero aritmético).
Para nosotros, "la planificación centralizada es el modo de ser de la sociedad socialista", etc. y, por tanto, le atribuimos mucho mayor poder de decisión consciente que Bettelheim.
Consideramos de mucha importancia teórica el examen de las inconsecuencias entre el método clásico de análisis marxista y la subsistencia de las categorías mercantiles en el sector socialista, aspecto que debe profundizarse más.
A los defensores del "Cálculo Económico" les cabe, a propósito de este artículo, aquello: "de nuestros amigos me guarde Dios, que de los enemigos me guardo yo"

Ernesto Che Guevara

*Cuba Socialista Año IV No. 34,. pp. 13-24, Junio de 1964