martes, 30 de junio de 2015

El “momento Atenas”




Los diarios de Gran Bretaña y Alemania sobre el referéndum griego. Posible “efecto contagio” y propuestas de “castigo ejemplar”.

Larry Elliott, director de la sección económica de The Guardian, ve en la eventual salida de la eurozona por parte de Grecia un “Momento Sarajevo”, coincidiendo hoy 28 de junio con el 101 aniversario del asesinato en esa capital (tan balcánica como Atenas) del pretendiente al trono del Imperio Austrohúngaro y que se suele considerar como el evento que provocó una reacción en cadena por la cual los Estados europeos fueron entrando en lo que seis semanas después se convertiría en la Primera Guerra Mundial.
El efecto contagio que provocaría Atenas hoy sería la de una escapada del euro de más Estados débiles, en caso de que Tsipras obtenga un resultado negativo en el referéndum que ha llamado para el 5 de julio para consultar si Grecia debe aceptar las exigencias de la Troika para mantenerse dentro del euro.
“Habrá mucho que hablar en los próximos días sobre cómo se puede poner en cuarentena a Grecia. Las tres personas que han encabezado las negociaciones para la troika - Christine Lagarde del Fondo Monetario Internacional, Jean-Claude Juncker de la Comisión Europea y Mario Draghi del Banco Central Europeo - todavía se pueden aferrar a la esperanza de que Tsipras pierda el referéndum el próximo domingo. En estas circunstancias, la coalición liderada por Syriza no tendría más remedio que llamar a nuevas elecciones. El retorno de un gobierno encabezado, por ejemplo, por el partido de centro-derecha Nueva Democracia, abriría la posibilidad de que Atenas hiciera las paces en los términos exigidos por la troika. Sin embargo, no hay garantía de esto.
La troika estaba segura la semana pasada de que Tsipras cedería cuando se le presentara una oferta final. Estaban equivocados. El Fondo, el BCE y la Comisión Europea cometieron un error de juicio fatal y ahora han perdido el control de los acontecimientos (…) Si Grecia se va, se termina la idea de que el euro es irrevocable. Cualquier gobierno que se encuentre con dificultades en el futuro tendrá la opción griega de la devaluación como alternativa a la austeridad sin fin. Igual de importante, los mercados financieros saben eso y acumulan presión sobre los países que ven vulnerables. Es por eso que Grecia representa una crisis existencial para la zona euro. En respuesta a ello se dirá que Grecia es un país pequeño e insignificante y que la moneda única tiene mucho mejores defensas que las que tenía en el último momento de la gran crisis de verano de 2012. Los diplomáticos de las capitales de Europa tenían una visión muy similar a finales de junio de 1914”.
En otro editorial del Guardian, “Hay que oponerse a la cruzada moral contra Grecia”, Zoe Williams plantea: "También surge de esta historia lo que el difunto economista Wynne Godley llamó “la laguna en el programa de Maastricht” (¡en 1992!): Que si bien su propuesta de moneda única planteaba la creación de un banco central, no decía nada sobre con qué se sustituiría a las instituciones democráticas - los gobiernos nacionales cuyo poder, una vez que no tuvieran control sobre su propia moneda, sería limitado. Ahora tenemos nuestra respuesta: el más fuerte tiene el control. Por el momento, Alemania sabe cómo hacerlo mejor. ¿Cómo sabemos que lo sabe? Debido a que son los más ricos. El euro se fundó sobre la idea de que el control de la moneda era apolítico. Se ha destruido ese mito, y con él se llevó también a la democracia. Las conversaciones no fracasaron por accidente. Los griegos tienen que ser humillados, porque la alternativa – la de tratarlos como partes iguales o “adultos”, según Lagarde - daría lugar a un debate sobre el Eurogrupo: cuáles son sus fundamentos, cuáles son sus responsabilidades y cuáles sus mecanismos democráticos - si es que tiene alguno”.
Mientras tanto, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el diario de los bancos, asume la posición dura de Alemania. Philipp Pickert dice: “Cuando hace dos años se amenazó a Chipre con el fin del programa de ayuda financiera, el Banco Central Europeo no estaba muy nervioso. Se le puso al Gobierno y al Parlamento una pistola en la cabeza y se anunció el fin de los préstamos. No está pasando esto en Grecia. A pesar de los giros bruscos del gobierno de Atenas, el BCE deja que sigan corriendo los préstamos de emergencia para los bancos.
Mientras tanto, dobla y extiende tanto las reglas hasta que se rompen. Finalmente, el Consejo del BCE, probablemente a instancias de los críticos, no concederá más ayuda financiera. El BCE financia Indirectamente a través de la ayuda financiera la fuga de capitales de los griegos ricos. No está claro por qué no se le dice "basta" en voz alta al gobierno maniobrador de Syriza“.
Sus colegas británicos del Guardian antes citados parecen responderle con el argumento del “efecto contagio” y por eso las negociaciones tan laboriosas y llevadas a cabo “con pies de plomo”, mientras Werner Mussler, corresponsal del FAZ desde Bruselas escribe duramente:
“Varoufakis tenía la seguridad dialéctica de enviarles un reproche a sus colegas por medio de este hecho: "El pueblo griego tendría así la oportunidad de oponerse, a través del referéndum, al gobierno de Syriza y ponerse de acuerdo con las propuestas de los acreedores. Esto es cinismo puro. El gobierno de Tsipras ha sumido su país en el caos y quién sabe hacia dónde se dirige. La UE seguirá necesitando ayudar a Grecia - pero ya no en la zona del euro”.

Guillermo Iturbide

lunes, 29 de junio de 2015

50 verdades sobre el rey de España Juan Carlos I de Borbón y Borbón




Tras 38 años de reinado, Juan Carlos I de Borbón decidió abdicar el 2 de junio de 2014 a los 76 años de edad y ceder el trono de España a su hijo Felipe, Príncipe de Asturias.

1. Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, o Juan Carlos I, nació el 5 de enero de 1938 en Roma de la unión de don Juan, conde de Barcelona, y doña María de las Mercedes de Borbón, princesa de las dos Sicilias, los cuales tienen cuatro hijos: Pilar (1936), Juan Carlos, Margarita (1939) y Alfonso (1941).

2. Juan Carlos es nieto de Alfonso XIII por la rama paterna y miembro de la dinastía capeta de los Borbones, de la cual proceden los reyes de Francia desde Henrique IV.

3. El joven Juan Carlos pasa los primeros cuatro años de su infancia en Roma, donde la familia real reside en exilio desde la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. En 1942, don Juan, sin trono, decide instalarse a Lausana, Suiza.

4. El general Francisco Franco, que gobierna con mano de hierro desde 1939, se interesa muy pronto por Juan Carlos. El 25 de agosto de 1948, el dictador y el conde de Barcelona –quien había apoyado a los fascistas durante la Guerra Civil– se reúnen secretamente en el golfo de Vizcaya y deciden juntos que Juan Carlos se instalaría en España para recibir una educación franquista. El objetivo del Generalísimo es reinstalar a largo plazo la Casa de Borbón en el trono. El 8 de noviembre de 1948, el joven príncipe viaja por primera vez a la Península Ibérica y vive un año allí.

5. En 1950, tras vivir un año en la residencia familiar en Estoril, Portugal, Juan Carlos regresa a España para seguir sus estudios bajo la tutela benévola de Franco.

6. De 1955 a 1959, Juan Carlos, tras el bachillerato, recibe instrucción militar en la Academia General Militar de Zaragoza, en la Escuela Naval Militar de Marín y en la Academia General del Ejército del Aire de San Javier. El dictador elige personalmente esas instituciones y sigue de cerca la carrera de su futuro sucesor.

7. El 29 de marzo de 1956, Alfonso, hermano menor de Juan Carlos, de 14 años, pierde la vida al recibir una bala de revolver en la cabeza, en la residencia familiar de Estoril. La declaración oficial de la familia real relata que el joven Alfonso se mató accidentalmente al manipular el arma. En realidad, el responsable del accidente es Juan Carlos. No se realiza ninguna investigación y Alfonso es enterrado al día siguiente. Franco interviene entonces personalmente y pide a su hermano Nicolás Franco, embajador de España en Lisboa, que redacte un falso comunicado sobre el drama para proteger a Juan Carlos. Don Jaime, hermano de don Juan y tío del joven Alfonso, es el único en exigir una investigación, en vano: “Exijo que se proceda a esta encuesta judicial porque es mi deber de jefe de la Casa de Borbón y porque no puedo aceptar que aspire al trono de España quien no ha sabido asumir sus responsabilidades”. En octubre de 1992, Juan Carlos, entonces rey de España desde hace 17 años, accedería a la petición de su padre y repatriaría los restos de su hermano al panteón real.

8. En 1962, Juan Carlos, con 24 años, se casa con la princesa Sofía de Grecia en Atenas. Juan Carlos y doña Sofía tienen tres hijos: la infanta Elena (1963), la infanta Cristina (1965) y el príncipe Felipe (1968).

9. En 1963, Franco persuade entonces a la joven pareja para que se instale en el palacio de la Zarzuela, en Madrid, a pesar de la feroz oposición del conde de Barcelona, quien entiende las maniobras del dictador para privarlo del trono.

10. Varios miembros del Opus Dei rodean y asesoran entonces a Juan Carlos.

11. En enero de 1966, Juan Carlos hace una declaración a la revista estadounidense Times y jura fidelidad a su padre: “Nunca aceptaré la corona mientras mi padre siga vivo”.

12. Pero el 5 de marzo de 1966, con ocasión de la conmemoración del 25 aniversario de la muerte de Alfonso XIII, siguiendo los consejos de Franco, Juan Carlos se niega a participar en la reunión del Consejo Privado del conde de Barcelona en Estoril, destinada a reafirmar los derechos dinásticos de Juan de Borbón. Juan Carlos elige romper la unidad dinástica para acceder al poder.

13. En 1969, Franco decide nombrar oficialmente a Juan Carlos como su sucesor basándose en la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado de 1947. Rompe así las reglas dinásticas que estipulan que Juan de Borbón y Battenberg, legítimo heredero del rey Alfonso XIII, debe ocupar el trono.

14. Don Juan se entera de la noticia y recibe un correo de su hijo Juan Carlos quien le pide su bendición. Su respuesta es contundente: “¿Qué Monarquía salvas? ¿Una Monarquía contra tu padre? No has salvado nada. ¿Quieres salvar una Monarquía franquista?... Ni estoy de acuerdo, ni daré mi acuerdo nunca, ni aceptaré jamás que tú puedas ser rey de España sin el consentimiento de la Monarquía, sin pasar a través de la dinastía”. Decide entonces quitarle el título de “Príncipe de Asturias”.

15. Frente a ello, Franco decide otorgarle el título de “Príncipe de España” –jamás usado antes– a Juan Carlos. El sucesor designado presta juramento en julio de 1969 y jura fidelidad al franquismo, a los principios del Movimiento Nacional (el partido creado por el Generalísimo) y a las Leyes Fundamentales (impuestas por el dictador durante su reinado en sustitución de la Constitución).

16. Juan Carlos, muy cercano a Franco, no deja de alabar al caudillo en una entrevista para la televisión francesa en 1969: “El general Franco es verdaderamente una figura decisiva, histórica y políticamente, para España. Supo resolver nuestra crisis de 1936. Desempeñó un papel político para sacarnos de la Segunda Guerra Mundial. En los últimos treinta años, ha echado las bases del desarrollo [del país]. Para mí, es un ejemplo vivo, por su dedicación patriótica diaria al servicio de España. Le tengo un gran afecto y una gran admiración”.

17. En enero de 1971, Juan Carlos viaja a Estados Unidos a invitación del presidente Richard Nixon para estrechar los lazos con Washington, que brinda su apoyo al régimen franquista desde los años 1950.

18. Franco gravemente enfermo, Juan Carlos es designado por primera vez Jefe del Estado interino entre el 19 de julio y el 2 de septiembre de 1974. El 18 de julio de 1974, incluso sustituye al generalísimo en la celebración del aniversario de la sublevación de 1936 contra la República española.

19. El 20 de julio de 1974, Juan Carlos realiza su primer acto oficial y firma una declaración conjunta con Estados Unidos para prorrogar el Tratado de Ayuda Mutua entre ambos países.

20. El 30 de octubre de 1975, Juan Carlos asume otra vez el papel de Jefe del Estado hasta el 20 de noviembre de 1975. Unas semanas antes, el 1 de octubre de 1975, apareció al lado de Franco durante una reunión organizada por el régimen en respuesta a la condena unánime por parte de la comunidad internacional por la ejecución de cinco presos políticos.

21. La biografía oficial publicada en el sitio internet de la Casa Real omite cuidadosamente recordar los estrechos lazos entre Franco y Juan Carlos. No se hace ninguna mención de sus cargos políticos antes del 22 de noviembre de 1975.

22. Dos días tras la muerte de Franco que ocurrió el 20 de noviembre de 1975, las Cortes franquistas proclaman a Juan Carlos rey de España, respetando así la voluntad que expresó el Generalísimo en un mensaje póstumo a la nación: “ Os pido que preservéis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado”. El nuevo rey se encuentra entonces “atado y bien atado” al trono.

23. La biografía oficial de la Casa Real relata este episodio en estos términos: “Tras la muerte del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, Don Juan Carlos fue proclamado rey el 22 de noviembre de 1975, y pronunció en las Cortes su primer mensaje a la nación, en el que expresó las ideas básicas de su reinado: restablecer la democracia y ser el rey de todos los españoles, sin excepción”.

24. Ahora bien, la realidad histórica contradice esta afirmación. Lejos de abogar por una transición democrática, Juan Carlos, al contrario, jura fidelidad al legado franquista y afirma que seguirá desarrollando su obra: “Juro por Dios y los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las leyes fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios del Movimiento Nacional”. Durante su discurso, rindió un vibrante tributo al dictador: “Una figura excepcional entra en la historia. El nombre de Francisco Franco será ya un jalón del acontecer español y un hito al que será imposible dejar de referirse para entender la clave de nuestra vida política contemporánea. Con respeto y gratitud quiero recordar la figura de quien durante tantos años asumió la pesada responsabilidad de conducir la gobernación del Estado”. En ningún momento, Juan Carlos habla de democracia ni evoca la instauración de un proceso de transición democrática.

25. Del mismo modo, durante su discurso de Navidad del 24 de diciembre de 1975, Juan Carlos elogia de nuevo a Franco: “El año que finaliza nos ha dejado un sello de tristeza que ha tenido como centro la enfermedad y la pérdida del que fue durante tantos años nuestro Generalísimo. El testamento ofrecido al pueblo español es sin duda un documento histórico que refleja las enormes cualidades humanas, los enormes sentimientos de patriotismo sobre los que quiso asentar toda su actuación al frente de nuestra nación. Tenemos las bases muy firmes que nos legó una generación sacrificada y el esfuerzo titánico de unos españoles ejemplares. Hoy les dedico desde aquí un homenaje de respeto y admiración”.

26. Mientras las manifestaciones y las huelgas se multiplican por todo el país, a pesar de la sangrienta represión, frente a la resistencia armada de ETA y de los comunistas del Frente Revolucionario Antifascista Patriótico (FRAP) y de los Grupos de Resistencia Antifascista del Primero de Octubre (GRAPO), el rey de España toma conciencia de que el mantenimiento del estatu quo es imposible y el cambio es inevitable. Se da cuenta de que el franquismo no sobrevivirá tras la desaparición de su líder.

27. No obstante, en 1975, decide nombrar a Adolfo Suárez, antiguo presidente del Movimiento Nacional, a la cabeza del gobierno.

28. Frente a la oposición republicana, que ve en él un heredero del franquismo, Juan Carlos concluye un pacto: abrirá la vía a una transición democrática a condición de que se restablezca la monarquía. Se presenta como el garante de la reconciliación de todos los españoles.

29. El 18 de noviembre de 1976, la Ley para la Reforma Política, que abre camino a una transición democrática, se aprueba por referéndum con cerca del 95%. Se legalizan los partidos políticos, incluso el Partido Comunista Español, y se decreta una amnistía para algunos presos políticos.

30. El 14 de mayo de 1977, Juan Carlos obliga a su padre, conde de Barcelona y legítimo heredero del trono, a renunciar a sus derechos dinásticos para asentar su poder y legitimar su cargo que ocupa por la voluntad del hombre que desató la Guerra Civil entre 1936 y 1939. Juan Carlos se convierte entonces en el Príncipe de Asturias el 1de noviembre de 1977.

31. En junio de 1977, se desarrollan en España –privada de Constitución de 1936 a 1978– las primeras elecciones democráticas desde 1936. La Unión del Centro Democrático (UCD), partido del presidente del Gobierno Adolfo Suárez, nombrado por el rey, gana el escrutinio. El nuevo Parlamento –en el cual Juan Carlos nombró a 41 senadores, siguiendo así una práctica que instauró Franco– adopta la Constitución de 1978 (la cual se ratifica por referéndum con un 95%), que hace de España una monarquía parlamentaria y que reconoce a Juan Carlos como el “heredero legítimo de la dinastía histórica’ (artículo 57). La nueva Carta Magna sustituye a las Leyes Fundamentales franquistas.

32. El rey es Jefe de Estado y de las Fuerzas Armadas y garante de la unidad de la nación. Sanciona y ratifica las leyes, nombra al presidente del Gobierno y puede disolver el Parlamente con el acuerdo del presidente del Congreso. Representa al país a nivel internacional y ejerce el derecho de indulto (artículo 62). Acredita a los embajadores, firma los tratados internacionales y dispone del poder de declarar la guerra, tras autorización del Parlamento (artículo 63). Por fin, como estipula el artículo 56, dispone de inmunidad total y absoluta para todos los crímenes y delitos, incluso en caso de traición a la Patria.

33. Juan Carlos I de Borbón se beneficia de un presupuesto anual para sufragar las necesidades de su familia y lo distribuye libremente (artículo 65). Según la Casa Real, para el año 2014, este presupueste es de 7,8 millones de euros.

34. No obstante, según el coronel retirado Amadeo Martínez Inglés, estudioso de la Casa Real y crítico de Juan Carlos, el costo real de la monarquía se eleva a más de 560 millones de euros al año. Al presupuesto inicial directamente entregado a la Casa Real, hay que agregar los presupuestos del ministerio de la Presidencia (administración real, recepciones, preservación del patrimonio nacional reservado al uso de la familia real), del regimiento de la Guardia Real y de las fuerzas armadas encargadas de la protección del rey durante sus viajes así como de toda la logística, el costo que representa la seguridad de la Casa Real de la cual se encarga el ministro de Interior, los gastos de viaje al exterior (ministerio de Asuntos Exteriores), el costo del personal de la Casa Real (372 empleados), etc.

35. El New York Times estimó la fortuna personal del rey de España en cerca de 2.000 millones de euros.

36. El 23 de febrero de 1981, la joven democracia española se enfrenta a un intento de golpe de Estado militar orquestado por el teniente coronel Antonio Tejero. El Congreso de los Diputados es tomado por asalto por cerca de 300 guardias civiles y 100 soldados en el momento de la investidura del candidato a la Presidencia Leopoldo Calvo Sotelo. El ejército ocupa varios puntos estratégicos de la capital y del país. El rey Juan Carlos interviene siete horas después por televisión para condenar la intentona golpista: “La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar, en forma alguna, acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum”. Esta intervención refuerza la imagen del rey, considerado el salvador de la democracia.

37. En 1981, Juan Carlos se reúne con el presidente estadounidense Ronald Reagan y decide integrar a España a la OTAN en 1982. Ese mismo año, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) accede al poder y el nuevo presidente del Gobierno, Felipe González, mantiene excelentes relaciones con la Corona.

38. Entre 1983 y 1987, bajo el Gobierno de Felipe González, los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), escuadrones de la muerte creados por el Estado español para luchar contra los independentistas vascos, asesinan a 27 personas, la mayoría opositores políticos. Oficialmente, Juan Carlos I ignoraba todo de esta política de terrorismo de Estado. Esta versión es poco creíble. En efecto, el rey tenía la fama de mantenerse minuciosamente informado sobre la situación del país y recibía informes diarios.

39. En 1992, el diario conservador español El Mundo revela la existencia de una relación extraconyugal entre Juan Carlos y la decoradora mallorquina Marta Gayá, lo que provoca un escándalo.

40. El 1 de octubre de 1995, Juan Carlos es víctima de un intento de asesinato en Palma de Mallorca, organizado por la organización separatista vasca ETA.

41. En 2002, durante el golpe de Estado contra el Presidente Hugo Chávez en Venezuela, la España de Juan Carlos de Borbón y del presidente del Gobierno José María Aznar es el único país del mundo con Estados Unidos en brindar un reconocimiento oficial a la junta golpista de Pedro Carmona Estanga. Durante su comparecencia ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso español, el 1 de diciembre de 2004, Miguel Ángel Moratinos, entonces ministro de Asuntos Exteriores, se expresó con claridad al respecto : “ Mis afirmaciones fueron: 1. que hubo un golpe de estado en Venezuela; 2. que el Embajador español recibió instrucciones del Gobierno; 3. que el objetivo de estas instrucciones, o mejor dicho, para evitar juicios de intención, que el efecto de la ejecución de esas instrucciones y de otras actuaciones fue apoyar el golpe [...]. Mis palabras deben entenderse en el sentido de que por apoyar quise y quiero decir que no condenó el golpe de Estado, que lo endosó y que le ofreció legitimidad internacional” .

42. En 2003, Juan Carlos, Jefe de las Fuerzas Armadas, decide implicar a España en la guerra contra Irak, ilegal según el derecho internacional, mofándose de la voluntad del pueblo español, opuesto en su inmensa mayoría a lo que consideraba una agresión de un país soberano para controlar sus recursos energéticos.

43. En noviembre de 2007, durante la XVII Cumbre Iberoamericana en Chile, Juan Carlos ataca al Presidente Hugo Chávez de Venezuela de forma poco cortés: “¿Por qué no te callas?”. El Presidente Chávez había recordado efectivamente que Madrid había brindado su apoyo al golpe de Estado de 2002: “ Es difícil pensar que el embajador va a estar apoyando a los golpistas, que va a ir al Palacio [presidencial] sin la autorización de su majestad ”. Al ataque del rey, Chávez pidió respeto recordando que era Jefe de Estado “ como el rey, con la diferencia que yo he sido electo tres veces y él no” .

44. En abril de 2012, Juan Carlos I es víctima de una fractura de la cadera durante un safari en Botsuana. Numerosas voces se levantaron contra este viaje que costó varias decenas de miles de euros al contribuyente español mientras el país atravesaba una de las peores crisis económicas de su historia, y que muchas personas, sobre todo las categorías más vulnerables, se encontraban abandonadas a su suerte por un Gobierno que decidió hacer de las políticas de austeridad una prioridad y desmantelar todo el sistema de protección social. Para recuperar el prestigio perdido, el rey presentó sus disculpas a la nación –hecho único en la historia de su reinado– el 18 de abril de 2012: “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”. Pero este mea culpa no tuvo los resultados esperados en una población golpeada por la crisis económica.

45. Numerosas voces se levantaron para expresar la censura impuesta a los medios informativos o el “Pacto del silencio” entre la Corona y la Federación de Prensa, para todo cuanto tiene que ver con la figura del rey. Del mismo modo, varias personas fueron condenadas a prisión por injurias al rey (Mariano Delgado Francés en 1988, Ceuta Abdclauthab Buchai en 1989, etc.).

46. El 2 de junio de 2014, Juan Carlos decide abdicar a favor de su hijo Felipe de Borbón y Grecia, el cual tomará el nombre de Felipe VI. El rey explica las razones: “Estos difíciles años nos han permitido hacer un balance autocrítico de nuestros errores y de nuestras limitaciones como sociedad […]. En la forja [del] futuro, una nueva generación reclama con justa causa el papel protagonista […]. Hoy merece pasar a la primera línea una generación más joven, con nuevas energías, decidida a emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual está demandando y a afrontar con renovada intensidad y dedicación los desafíos del mañana. […] Mi hijo Felipe, heredero de la Corona, encarna la estabilidad, que es seña de identidad de la institución monárquica. […] El Príncipe de Asturias tiene la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado y abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación. […] Por todo ello, guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles […], he decidido poner fin a mi reinado y abdicar la Corona de España”.

47. El artículo 57 de la Constitución, que aborda el tema de la sucesión de Juan Carlos, privilegia “el varón a la mujer”, legitimando así la designación de Felipe. No obstante, varios juristas consideran inconstitucional este artículo, ya que contraviene al artículo 13 que estipula que “ los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer ninguna discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.

48. Ese mismo día, manifestaciones ciudadanas de decenas de miles de personas estallaron por todo el país, reclamando un referéndum sobre la estructura del Estado español y la instauración de una República. Según varios sondeos, más del 60% de los españoles desea una consulta popular.

49. Juan Carlos deja un país en plena crisis económica con una tasa de paro del 26%, récord europeo, y más de 6 millones de desempleados, un número sin precedentes de suicidios –nueve al día– desde que empezó la crisis económica en 2008, y más de tres millones de personas que viven en condiciones de “pobreza severa”, es decir con menos de 307 euros al mes, o sea el 6,4% de la población.

50. A pesar de la transición democrática y del establecimiento de una monarquía parlamentaria, a pesar de los esfuerzos para ocultar sus lazos íntimos con Franco, el rey Juan Carlos I de Borbón y Borbón nunca ha logrado librarse de su déficit de legitimidad debido a una mancha indeleble: fue instalado en el trono por el dictador Franco, apoyado por Hitler y Mussolini, que aplastó en sangre la República española que salió de las urnas el 16 de febrero de 1936.

Salim Lamrani

domingo, 28 de junio de 2015

Condor y Robos de Bebes




La Suprema Corte de Uruguay concedió extradición de Gavazzo, Arab y Soca a Argentina, por el caso del niño Simón Riquelo

El máximo organismo judicial uruguayo rechazó un recurso presentado por la defensa de los militares y confirmó los fallos de primera y segunda instancia.
Los militares José “Nino” Gavazzo, Ricardo Arab y Ernesto Soca serán extraditados a Argentina por el secuestro en 1976, ocurrido en Buenos Aires, del niño Simón Riquelo, hijo de la militante del PVP, Sara Méndez, de acuerdo a un fallo de la Suprema Corte de Justicia (SCJ).
El máximo organismo judicial uruguayo rechazó el recurso presentado por la defensa de los tres militares y ratificó los fallos en primera y segunda instancia.
La SCJ entendió que “la solicitud de extradición cumple con todos los requisitos formales exigidos por el Tratado de Extradición entre la República Oriental del Uruguay y la República Argentina”, según el fallo al que accedió Caras y Caretas Portal.
En este expediente también se resolvió la extradición del coronel (r) Luis Maurente, cuya defensa apeló la extradición en forma extemporánea.
Caso Simón.
Sara Méndez, militante del PVP que residía en forma clandestina en Buenos Aires, tuvo a su hijo en la capital argentina en 1976.
Tras ser detenida en el marco de un operativo realizado por militares de ambos países, el pequeño le fue retirado a su madre y dado en adopción ilegal a un policía argentino.
Méndez fue separada de su hijo cuando éste tenía 21 días de nacido, el 13 de julio de 1976. Ese día, un grupo de militares al mando de Gavazzo irrumpió en su casa y así se llevaron al niño.
La mujer fue trasladada al centro de detención clandestina conocido como Automotores Orletti. Méndez, luego de una investigación que realizaron el senador frenteamplista Rafael Michelini y el periodista Roger Rodríguez, recién recuperó contacto con su hijo en marzo de 2002.
El nombre de Simón Riquelo fue inventado por Méndez cuando tuvo que internarse para dar a luz al pequeño. Simón Riquelo, cuyo verdadero nombre es Aníbal Simón Méndez, en una entrevista publicada a fines de 2012 por La Diaria, dijo que fue “rarísmo” conocer a su madre biológica a los 26 años de edad pero resaltó que tiene una muy buena relación con ella y también muchas cosas en común.

Noticia de Casapueblos-AEDD

Tsipras convoca a un referendo ante un nuevo chantaje de la Troika




El gobierno encabezado por Alexis Tsipras convocó a un referendo para el 5 de Julio, tras rechazar la propuesta de la Troika de prorrogar el rescate por cinco meses a cambio de más ajustes.

El primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras, convocó el sábado a un referendo el 5 de julio para consultar al país si debe aceptar o rechazar el acuerdo para un rescate financiero que le ofrecieron sus acreedores.
"Estas propuestas, que claramente violan las reglas europeas y los derechos básicos al trabajo, la igualdad y dignidad muestran que el propósito de algunos de los socios e instituciones no era un acuerdo viable para todas las partes, sino posiblemente la humillación de un pueblo entero", dijo Tsipras en una alocución por televisión al país.
El gobernante hizo los comentarios horas después de regresar de Bruselas, donde los acreedores europeos y del FMI ofrecieron un trato que Grecia consideró inadecuado, pese a que en los últimos días hizo nuevas concesiones ante las exigencias de la Troika. Con esta medida Tsipras puede ganar tiempo en las negociaciones. Desde el gobierno adelantaron que pedirán una prórroga ante los vencimientos con el FMI del próximo 30 de junio.

La Troika profundiza sus amenazas para más ajuste

Antes de decidirse por la convocatoria al referendo, el Gobierno griego rechazó el viernes la prórroga de cinco meses ofrecida por la Troika al considerar que exige adoptar "nuevas medidas que provocarían una fuerte recesión" como condición para lograr una financiación "completamente insuficiente".
"Si el Gobierno y el Parlamento aprobaran esta propuesta, los ciudadanos y los mercados entenderían que se acerca un periodo de cinco meses de recesión, lo que conduciría a otra negociación en condiciones de crisis", señalaron fuentes del Ejecutivo.
La última oferta que hiz ola Troika proponía a Grecia extender el segundo rescate a cambio de recibir unos 15.500 millones de euros, que estarían destinados para pagar los vencimientos de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE).
En concreto, se le ofreció a Grecia financiamiento por unos 12.000 millones de euros, de los que 1.800 millones de euros provendrían del fondo de rescate de la eurozona, otros 1.800 millones de los beneficios de los bonos griegos y unos 8.700 millones de euros de la reserva de la eurozona para la recapitalización de la banca griega.
Además, el FMI desembolsaría unos 3.500 millones de euros.
"Esta cantidad de dinero es insuficiente" pues ni siquiera prevé el desembolso de los 7.200 millones pendientes del rescate, cuando el Estado griego, en cambio, ha cumplido todas sus obligaciones con los acreedores internacionales, especialmente con el FMI, dijeron las fuentes griegas.
Subrayaron que la propuesta "no prevé ni siquiera un mínimo de liquidez del que pueda disponer el Estado griego" porque todo volvería a los acreedores en pagos de la deuda.
Además, el Gobierno plantea que la oferta no contempla que Grecia deberá seguir pagando en el futuro al FMI, sin que vaya a recibir nuevos tramos de este organismo, "dada la negativa del FMI a desembolsar los tramos previstos en el préstamo, pues considera que la deuda griega no es sostenible".
Según estas fuentes, el plan de los acreedores, "incluso dejando a un lado las medidas que provocan recesión, crea una brecha financiera en el periodo de los cinco meses de prórroga que conduce a nueva negociación dura y a nuevo memorando (programa de rescate) desastroso al final del año".
El gobierno Tsipras presentó un plan de reestructuración de la deuda, que incluye la transferencia de la deuda desde el BCE al Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), una medida que la Troika rechazó.
Este sábado hay una nueva reunión clave del Eurogrupo para tratar la cuestión de Grecia.

Masiva manifestación contra la Troika

Miles de manifestantes convocados por el partido comunista griego (KKE)se movilizaron el viernes en Plaza Syntagma. La movilización planteaba la ruptura con la Troika y con la Unión Europea (UE).
"El pueblo ha pagado demasiado y durante demasiado tiempo por el chantaje de los acreedores y de los sucesivos gobiernos griegos", fue el lema de la manifestación, celebrada el mismo día en que concluía en Bruselas la cumbre europea y la víspera de un nuevo Eurogrupo, considerado el último intento de hallar una posición común sobre Grecia.

Barbarroja: la invasión que Stalin no esperaba




La madrugada del 22 de junio de 1941 más de tres millones de soldados alemanes, con el auxilio de seiscientos mil rumanos, italianos, eslovacos y finlandeses entraban en territorio soviético a lo largo de un amplio frente de batalla que iba desde el Mar Báltico en el norte hasta el Mar Negro en el sur, consumando la llamada "Operación Barbarroja" por la cual Alemania se aprestaba a invadir la Unión Soviética.

Se abría el Frente Oriental, el mayor y más cruento teatro de operaciones de la Segunda Guerra Mundial en Europa en el que se cometieron las mayores atrocidades contra la población civil. Hitler ganó en sus comienzos la simpatía de los Estados imperialistas como Gran Bretaña, Francia y EEUU por su declarada intención de aniquilar al comunismo. Esto era el trasfondo de la concepción racista del Estado Mayor alemán por la cual la guerra en el Este, contra los pueblos eslavos y judíos que eran considerados por los nazis como la “base racial” del Estado soviético, era una “guerra de las cosmovisiones” (weltanschauungskrieg) y debía desarrollarse como una guerra de exterminio ya que aquellos no eran considerados más que animales que debían ser aniquilados sin piedad.

El desbande militar soviético y la política estalinista

En sus inicios la invasión resultó un éxito para los nazis ya que las defensas militares soviéticas se derrumbaron rápidamente: los aviones de las fuerzas aéreas soviéticas estacionados en sus bases occidentales fueron bombardeados por la aviación alemana antes de que pudieran despegar, mientras que sus desprevenidas guarniciones, sorprendidas por el ataque, fueron doblegadas sin demasiado esfuerzo. Al mismo tiempo, los oficiales del Ejército Rojo se negaban a aplicar tácticas adecuadas a las necesidades de cada región por temor a ser arrestados y fusilados si desafiaban las directrices militares del régimen que rechazaba la movilidad de las tropas.
El Estado Mayor estaba compuesto por personajes como Borochilov, Malenkov y Beria, caracterizados por su completa docilidad frente a Stalin. Los principales dirigentes del Ejército Rojo, los más experimentados revolucionarios que habían participado en la insurrección de Octubre y la posterior guerra civil, habían sido purgados (fusilados) por Stalin en los “Juicios de Moscú”, acusados de “trotskistas” o traidores.
Por añadidura, el Estado Mayor soviético sufrió una virtual parálisis al no contar con claras órdenes políticas de parte de Stalin, quien al notificarse de la invasión estuvo varios días sin reaccionar, encerrado, sin emitir órdenes. Debido a esto, durante las primeras semanas de la invasión gran cantidad de unidades soviéticas fueron rápidamente cercadas y miles de soldados fueron tomados como prisioneros, mientras las tropas terrestres alemanas penetraban cientos de kms.: en un mes Bielorrusia y los países bálticos estaban en manos alemanas, y en agosto Hitler ordenó que parte del Ejército se dirigiera al sur para cerrar una tenaza alrededor de Kiev, lo que provocó la mayor captura de soldados de la historia: más de 400.000. Stalin era presa de su propio sistema de dominación que había consolidado un aparato obediente de sus dictados, con funcionarios temerosos, incapaces de alguna iniciativa independiente.
Este desbande militar se correspondía con la orientación política del régimen estalinista que, confiado en los términos del pacto de no agresión firmado en 1939 con Alemania [1] por el cual se comprometían mutuamente a no impulsar acciones militares entre sí, se había negado sistemáticamente a dar crédito a los informes que advertían de un inminente ataque alemán. Incluso, como cuenta Jean-Jacques Marie en su libro Stalin, éste había autorizado al agregado militar de aviación alemán visitar las fábricas soviéticas de aviones más modernas, dando preciosa información al Alto Mando alemán cuando este ya estaba embarcado en la planificación de Barbarroja.
Trotsky, quien no llegó a ver esta invasión porque en el año 1940 fue asesinado por un sicario estalinista, había advertido la inevitabilidad de un ataque militar a la URSS por parte de la Alemania nazi: “Actualmente, Hitler es aliado y amigo de Stalin; pero si Hitler, con ayuda de Stalin, sale victorioso en el frente occidental, volteará mañana sus armas en contra de la URSS”, decía en el año 1939 [2]. Y esto porque los objetivos expansionistas alemanes no podían consumarse sin dominar territorio soviético, rico en petróleo, gas y materias primas alimentarias que Alemania necesitaba de manera cada vez más acuciante (de ahí su apelación a la idea de lebensraum, de “espacio vital” que necesitaba conquistar para abastecerse), pero fundamentalmente porque el nazismo, que expresaba de la manera más exacerbada los agresivos intereses de la burguesía imperialista alemana, no podía coexistir con el Estado soviético que, más allá de su dominación burocrática, mantenía la expropiación de la propiedad burguesa. Parte fundamental de las necesidades estratégicas del imperialismo alemán en la guerra pasaban por reconquistar para la órbita capitalista a la URSS bajo hegemonía alemana. Muy tempranamente lo había pronosticado la IV internacional en su manifiesto de 1934: “cualquier gran guerra planteará abiertamente el problema de intervención militar contra la URSS como medio de inyectar sangre fresca en las escleróticas venas del capitalismo” [3]. La contradicción esencial de clase que oponía a todos los imperialismos respecto de la URSS llevó a que EEUU apostara a una guerra de desgaste entre Alemania y la URSS donde ésta última quedase lo más exhausta posible.

Los zigzags del stalinismo abren el camino a la guerra

Trotsky y los militantes de la IV internacional habían denunciado que la política del estalinismo en la década del ‘30 había estado en función de evitar la participación de la URSS en la guerra que se avecinaba tanto con maniobras diplomáticas como traicionando abiertamente a las procesos revolucionarios (España, Francia) para no “disgustar” a los imperialismos. Su necesidad de evitar la guerra era la de preservarse como casta burocrática estatal, ya que una nueva guerra podía abrir en la URSS el camino al resquebrajamiento de la autoridad estatal y la posibilidad de barrer con la dominación burocrática.
Así el estalinismo promovió primero el pacto Laval [4]-Stalin, pacto de no agresión con Francia por el que la URSS apoyaba la política de “defensa nacional” de aquella, lo que le imponía al Partido Comunista Francés el apoyo a la preparación de la burguesía francesa para una nueva guerra imperialista. Frente a esto, Trotsky sentenció: “(…) ven en la alianza militar entre el capital francés y la burocracia soviética la garantía de la paz. Siguiendo las órdenes de Stalin, (…) llaman a los obreros franceses a apoyar a su militarismo nacional, es decir al instrumento de opresión de clase y de esclavización colonial. (...) Para justificar su giro social-patriota invocan la necesidad de ‘defender a la URSS’. Este argumento es totalmente falso. Ya se sabe que hasta la idea de la ‘defensa nacional’ no es más que una máscara tras la que los explotadores ocultan sus apetitos depredatorios y sus sangrientas peleas por el botín, transformando además a su propia nación en simple carne de cañón” [5]. En este marco, el PC francés se embarcó en el Frente Popular y traicionó el ascenso revolucionario abierto en 1936. Lo mismo hizo en España, traicionando abiertamente la revolución obrero-campesina y abriendo camino al triunfo de Franco.
Luego de esta política de colaboración con las burguesías en aras del supuesto “antifascismo”, Stalin dio un nuevo viraje al promover el pacto con la Alemania nazi. Toda la orientación estalinista de frenar los procesos revolucionarios privilegiando las maniobras con ambos bandos imperialistas minó las únicas bases sobre las que se podía evitar la Segunda Guerra Mundial y defender a la URSS: la extensión de la revolución. La apuesta estalinista de evitar su entrada en la guerra fue un rotundo fracaso.

El carácter de la URSS y el defensismo revolucionario

La firma del pacto con Alemania impactó sobre la militancia comunista mundial y abrió debates entre los revolucionarios de la IV. Algunos (como una fracción del SWP norteamericano) sostuvieron que con esto la URSS abandonaba su carácter de Estado obrero deformado y por lo tanto no había que pronunciarse por su defensa en la guerra.
Trotsky planteó que el pacto no cambiaba el carácter de clase del Estado, y sostenía el programa de la revolución política para restablecer la democracia de los soviets: “(…) la firma del tratado con Hitler sólo sirve para medir el grado de descomposición de la burocracia soviética y su desprecio por la clase obrera mundial, pero no da ninguna razón para revisar la apreciación sociológica de la URSS (...) La Cuarta Internacional ha reconocido desde hace largo tiempo la necesidad de derrocar a la burocracia por medio de la insurrección revolucionaria de los trabajadores. La finalidad (...) es el restablecimiento del poder de los soviets. La tarea de los soviets será el apoyo a la revolución internacional y la edificación de la sociedad socialista. El derrocamiento de la burocracia presupone, por consiguiente, el mantenimiento de la propiedad estatizada y de la economía planificada. Más como, a pesar de todo, se trata del derrocamiento de la oligarquía parasitaria, pero sin perjuicio de mantener la propiedad nacionalizada, calificamos la futura revolución como política.” En función de esto, se ubicaba en el terreno del defensismo revolucionario “La defensa de la URSS no significa acercamientos a la burocracia del kremlin, aceptaciones a su política o conciliaciones con la política de sus aliados. En esta cuestión, como en todas, nos quedamos enteramente en el terreno de la lucha de clases internacional” [6].

La URSS y el impulso a la guerra patria

La entrada de la URSS en la guerra implicó un verdadero punto de inflexión: no sólo Alemania libraba una guerra en dos frentes en Europa sino que se eliminó el dique de contención que maniataba a los PC europeos, que comenzaron a formar parte activamente de la resistencia antifascista en los países ocupados, que a partir del año 1943 se hizo de masas, con cientos de miles de combatientes en Italia, Grecia y Francia. Consciente de la superioridad bélica inicial de Alemania, Stalin se propuso utilizar a su favor el factor moral del pueblo en armas. Ordenó en las zonas de guerra la creación de formaciones de partisanos y de grupos de sabotaje. Pero para sofocar cualquier iniciativa independiente, los grupos de partisanos se desarrollaron siguiendo los decretos del Comité Central del Partido Comunista y del Comisariado Popular. En 1942 se formó el Estado Mayor Central del Movimiento Partisano encabezado por el Secretario General del Partido Comunista en la República Soviética de Bielorrusia. A su vez, azuzó la resistencia popular como auxiliar del Ejército Rojo no en base a los valores y conquistas de la revolución sino apelando al imaginario más conservador: la reaccionaria idea de defensa de la “madre patria rusa” que había caracterizado el período imperial, cuando Rusia dominaba a decenas de nacionalidades oprimidas. Aún así, sometido a todo tipo de carencias, el pueblo soviético luchó a brazo partido por la defensa de sus propias conquistas sociales revolucionarias contra la invasión nazi. Sería a costa de más de 26 millones de muertos que Rusia ganaría la guerra.

Paula Schaller

1 El pacto germano-soviético fue precedido por un acuerdo comercial que beneficiaba económicamente a la URSS y le garantizaba a Alemania el abastecimiento de petróleo y materias primas mientras lanzaba su ofensiva hacia Occidente. El pacto fue firmado el 22 de agosto de 1939 y ratificado el mismo día que Alemania invadía Polonia.
2 Trotsky, "La URSS en la guerra", 1939.
3 Trotsky, "La guerra y la IV Internacional", 1934.
4 Ministro de Relaciones Exteriores de Francia.
5 Trotsky, "Carta a los trabajadores de Francia, la traición de Stalin y la revolución mundial", 1935.
6 "La URSS en la guerra".

viernes, 26 de junio de 2015

Tsipras capitula ante la Troika y se abre una crisis en Syriza




Las nuevas concesiones del gobierno griego, que aceptó recortar pensiones y subir el IVA, acercan un acuerdo entre Grecia y la Troika. Ante el abandono de los puntos más importantes de su programa electoral, Syriza ha entrado en una profunda crisis.

El acuerdo que está negociando Tsipras con la Troika hace cinco meses, y que ahora se encuentra más cerca de concretarse, implica la aceptación por parte de Grecia de la mayoría de las exigencias de la Troika, abandonando casi todas sus promesas electorales. Una actitud que ya muchos, dentro y fuera de Syriza, consideran una capitulación.
El acuerdo del 20 de febrero fue la primera gran concesión, al aceptar la prórroga del rescate, el control de la Troika sobre las cuentas griegas y el compromiso de no tomar “medidas unilaterales”. A este primer retroceso, le siguió un aumento de las presiones del Eurogrupo y el FMI para imponer la continuidad de las políticas de recortes y “austeridad”, en el marco asfixiante del pago de la deuda.
El gobierno de Tsipras se ubicó en una posición absolutamente defensiva, retrocediendo con cada nueva propuesta. Las últimas semanas, las negociaciones se han desarrollado en medio de un constante chantaje desde el BCE, el Eurogrupo y el FMI, amenazando con el fantasma del “Grexit” y la quiebra de Grecia.
La última propuesta presentada por Tsipras, recibida favorablemente por la Troika como base para un acuerdo, acepta finalmente una reforma en el sistema de pensiones, con una eliminación paulatina de las prejubilaciones, aumento de la edad jubilatoria y mayores cargas en las contribuciones sociales para los pensionistas. También se aplicarán aumentos en impuestos regresivos como el IVA (que afectan especialmente a la población trabajadora y de menos recursos). El acuerdo incluye otras medidas como un aumento en el impuesto de sociedades, a bienes de lujo y a la publicidad en TV, y una pequeña reducción del presupuesto de defensa.
Sectores afines a Syriza, dentro de Grecia o en el Estado español, lo presentaron como “un buen acuerdo”, diciendo que Tsipras “ha cedido muy poco”. Así lo afirmó el líder de Podemos, Pablo Iglesias, al valorar este martes en la televisión española el principio de acuerdo.
Sin embargo, la realidad es diferente. A lo largo de estos cinco meses, se han cruzado casi todas las “líneas rojas” que se había fijado Syriza durante la campaña electoral. Se aceptará una nueva prórroga del rescate, la reforma de pensiones, un aumento de impuestos a la población, se congela el aumento de salarios, se mantiene el proceso de privatizaciones. Llamar a esto un “buen acuerdo” es difícil de defender.

Crisis en Syriza

En un artículo publicado el 23 de junio, uno de los referentes de la Plataforma de Izquierda de Syriza, Stathis Kouvelakis, aseguró que “la lista de medidas del nuevo paquete de austeridad propuesto por el gobierno de Syriza es absolutamente deprimente”.
El vicepresidente del Parlamento e integrante de Syriza, Alexis Mitrópulos, dijo a su vez que estas propuestas "no se pueden votar, porque son extremas y antisociales". "Creo que este paquete no puede entrar así en el Parlamento", aseguró.
Mientras que el diputado de Syriza Yanis Mijeloyanakis sostuvo que estas medidas serán una "lápida para Grecia". Mijeloyanakis calificó las nuevas propuestas como un plan "peor que el primer rescate", que aumentará la miseria social en Grecia. "¿Cómo se puede hacer un acuerdo que aumentará los suicidios y empobrecerá a la gente?", preguntó.
Estas declaraciones pusieron en duda la posibilidad de que el gobierno logre una votación favorable en el Parlamento. Sin embargo, Tsipras cuenta con otras opciones. La primera, el apoyo que pueden dar al acuerdo otros partidos, como los diputados de To Potami, un partido liberal de centro que ha ofrecido a Tsipras un acuerdo “de salvación nacional” para aprobar un acuerdo con el Eurogrupo.
La otra posibilidad, que no puede descartarse, es que el Gobierno se vea obligado a llamar a un referéndum, o incluso a elecciones anticipadas, para ratificar el acuerdo. Si bien esto abriría un período de incertidumbre política, el gobierno cuenta a su favor con un importante grado de apoyo entre la población, según las últimas encuestas, ante el temor que genera en amplios sectores la posibilidad de un “Grexit”, con el miedo a un “corralito” y la devaluación de la moneda que llevaría una espiral de inflación. No por nada, entre los líderes imperialistas de la UE, esta variante se ha visto como una salida viable en las últimas semanas.
Para justificar el acuerdo, Tsipras está intentando arrancar a la Troika el compromiso de que en el futuro se evaluará una reestructuración de la deuda. Una línea similar a la que tuvo en 2012 el entonces primer ministro y líder de Nueva Democracia, Antonis Samarás, que consiguió una promesa semejante, pero nunca se concretó en la realidad.
En su artículo del martes, Kouvelakis llama a la movilización contra un nuevo ajuste: “Este espiral de retrocesos tiene que terminar antes de que sea demasiado tarde”, dice. ¡Ya es hora de que los movimientos sociales y las fuerzas combativas de la izquierda reaccionen y luchen!”.
¿Está planteada la ruptura de Syriza en lo inmediato? No está claro todavía, aunque es una posibilidad. Lo que es indudable es que los sectores críticos de Syriza han desperdiciado un tiempo valioso en “debates parlamentarios” dentro del irrelevante Comité Central de Syriza, durante el cual no solo se negaron a impulsar la movilización en las calles, sino que llamaron a confiar en el gobierno, del que siguen formando parte.
Mientras se negociaba y se abandonaba cada una de las promesas de su ya limitado programa electoral, las condiciones para enfrentar a la Troika han empeorado constantemente. Por ello, lo que hacía falta eran menos declaraciones a la prensa y más acciones para desarrollar la organización de los trabajadores y la lucha de clases. Pero para ello, la “izquierda” de Syriza debería haber roto hace tiempo con el Gobierno y con su propio partido, que es justamente lo que no está dispuesta a hacer.
En estos primeros 150 días de gobierno, el gobierno de Syriza ha transitado una importante prueba, en la que se ha demostrado la impotencia de su estrategia reformista de conciliación con la Troika y los acreedores imperialistas europeos.
Para evitar que el pueblo griego sea condenado a la miseria por generaciones, se hace más urgente que nunca la necesidad de imponer mediante la lucha de clases un programa que enfrente a la Troika, planteando la ruptura de todos los acuerdos y memorándum, el no pago de la deuda, la nacionalización de la banca y el control obrero, en una perspectiva de movilización obrera y popular, independiente del gobierno.

L. Martínez
Historiadora | Madrid | @josefinamar14
Diego Lotito
Madrid | @diegolotito

martes, 23 de junio de 2015

Más de 10 mil estudiantes a las calles por 6 % para la educación pública




El pasado miércoles se desarrolló una importante movilización estudiantil convocada por la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), acompañada por los estudiantes del Profesorado José Artigas (IPA) que vienen de ocupar su centro de estudio, y por secundarios de varios liceos.

La entusiasta columna partió desde la explanada de la Universidad de la República, en el centro de Montevideo, pasando por el Ministerio de Economía y Finanzas y culminando en la Torre Ejecutiva de la Presidencia. Se escucharon cantitos que repudiaban la “austeridad” que sugiere el gobierno del Frente Amplio con respecto al presupuesto, que en su tercer mandato, se niega a otorgar más plata para la educación pública.
Los estudiantes rechazan que se aumente el presupuesto para las fuerzas armadas y que no haya más plata para la educación pública. Y no se comen el verso del gobierno que dice que va a aumentar la partida para educación cuando en realidad está incluyendo en él la formación de los militares y policías.
“A ver a ver, señor presidente, si Ud puede vivir con el sueldo de un docente” coreaban las delegaciones de estudiantes de Humanidades, Medicina y los secundarios IAVA y Miranda.
Se hace evidente para los estudiantes que el gobierno del “progresista” Frente Amplio sigue manteniendo la estructura regresiva heredada de los gobiernos neoliberales: con una casta política que cada vez se enriquece más, con leyes que favorecen a los empresarios al otorgarles exoneraciones a las zonas francas, a las empresas capitalistas, a la educación privada, y con el pago sistemático de la deuda externa a los usureros imperialistas.
Los discursos de cierre de la manifestación, que recibió el apoyo de otros gremios de la educación y las filiales estudiantiles del interior del país, apuntaron directo a la política gubernamental: “sabemos de dónde tiene que salir la plata para el 6 %: de las zonas francas, de la soja y de la deuda”. Toda una contradicción para quien quiera explicarla, de cómo los sectores que dirigen la Federación Universitaria, ya que mientras critican las políticas educativas del gobierno, llaman a los estudiantes a apoyar al Frente Amplio. Estas direcciones han dejado pasar todos y cada uno de los planes mercantilizadores que el gobierno quiso aplicar en los últimos 10 años, planes que ni siquiera la derecha blanca y colorada se animó a pasar. Estas direcciones estudiantiles que en la última elección del Rector de la Universidad se dividieron apoyando o bien a la variante que más seguía a la Segunda (contra) Reforma Universitaria del Frente Amplio representada en la figura del decano de Humanidades Álvaro Rico, o bien apoyando a quien terminó consagrándose como Rector de la Universidad de la República, Roberto Markarián, que pretende elitizar aún más la educación superior, restringiendo su acceso y amoldándola al servicio del mercado.
Pese a estas direcciones, los estudiantes nos manifestamos masivamente, demostrando que el movimiento estudiantil tiene un potencial enorme, y que si se pone en movimiento junto a los trabajadores de la educación (docentes y no docentes), podremos conseguir el 6 % para ANEP-UDELAR.
No solamente se reclama el aumento del presupuesto, también se cuestiona el carácter de la educación, que en los últimos años ha venido decayendo en la calidad de la enseñanza en sus distintos niveles, que se expresa en las peores condiciones de estudio y trabajo, en el acortamiento de las carreras en pos de un rápido egreso, atentando contra la calidad académica, pasando por una reconversión de la currícula donde se nota la injerencia de las empresas privadas “interesadas en la educación”, políticas de corte neoliberal disfrazadas por este gobierno como “populares e inclusivas”. En Primaria y Secundaria obligan a maestros y docentes a pasar de curso a los gurises, hayan aprendido o no, para no hacer bajar las estadísticas educativas, sin cuestionar las dificultades que tienen los niños y niñas que muchas veces llegan sin comer a los centros educativos, o bien que están sumergidos en los miles de problemas sociales propios de las capas más desfavorecidas de la sociedad.
A la vez que se plantearon estas fallas educativas, también se alertó acerca de la posible salida represiva del gobierno frente a los sectores que luchan. Es que el Frente Amplio ya comienza a tener una “costumbre” de espiar y perseguir a quienes se manifiestan. Así ocurrió en 2013 contra los docentes que realizaron una huelga ejemplar por mayor presupuesto y aumento de salarios, también en la marcha estudiantil del 14 de agosto, donde se reprimió salvajemente y persiguió a militantes estudiantiles deteniéndolos varias horas después de haber culminado la movilización, o procesando a jóvenes que en 2014 quemaron un muñeco de un policía en repudio al accionar de las fuerzas represivas en los barrios de la periferia de las ciudades, donde se ensañan contra los más pobres.
El movimiento estudiantil mostró sus fuerzas, pero esto recién empieza. Es necesario hacer asambleas masivas en los centros de estudios (facultades, liceos y escuelas), y organizarnos de abajo hacia arriba. Es necesario tomar las riendas de la lucha y no dejar que las direcciones nos pongan palos en la rueda en nuestros reclamos. Debemos exigir más presupuesto para la educación, y no para la represión. Y tendremos que enfrentar la política del gobierno y pelear por el fin de las exoneraciones al campo y a los capitales imperialistas y dejar de pagar la deuda externa, destinando esos recursos a educación, salud, vivienda y trabajo para el pueblo trabajador.

Karina Rojas
Montevideo

SCJ concedió extradición hacia Argentina de Gavazzo, Arab, Soca y Maurente




La resolución se debe al secuestro en 1976 en Buenos Aires de Simón Riquelo, hijo de la militante del Partido por la Victoria del Pueblo, Sara Méndez

La Suprema Corte de Justicia (SCJ) concedió la extradición hacia Argentina de los militares José Nino Gavazzo, Ricardo Arab y Ernesto Soca, informó Caras y Caretas. La resolución se debe al secuestro en 1976 en Buenos Aires de Simón Riquelo, hijo de la militante del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP), Sara Méndez. También se resolvió la extradición del coronel (r) Luis Maurente.
La medida solicitada por la Justicia argentina tiene como objetivo juzgarlos por la apropiación indebida del niño. Según el fallo al que accedió Caras y Caretas, la SCJ desestimó los recursos presentados por las defensas y valoró que "la solicitud de extradición cumple con todos los requisitos formales exigidos por el Tratado de Extradición entre la República Oriental del Uruguay y la República Argentina".
Méndez fue secuestrada en Buenos Aires en 1976 y alojada en el centro clandestino de detención llamado Automotores Orletti, en el barrio porteño de Floresta. Logró reencontrarse con su hijo en marzo de 2002, 25 años después

domingo, 21 de junio de 2015

Desaparición forzada




[…] Si de algo siento vergüenza frente a este fratricidio que se cumple en el más profundo secreto para poder negarlo después cínicamente, es que sus responsables y ejecutores son argentinos o uruguayos o chilenos, son los mismos que antes y después de cumplir su sucio trabajo salen a la superficie y se sientan en los mismos cafés, en los mismos cines donde se reúnen aquellos que hoy o mañana pueden ser sus víctimas. Lo digo sin ánimo de paradoja: Más felices son aquellos pueblos que pudieron o pueden luchar contra el terror de una ocupación extranjera. Más felices, sí, porque al menos sus verdugos vienen de otro lado, hablan otro idioma, responden a otras maneras de ser. Cuando la desaparición y la tortura son manipuladas por quienes hablan como nosotros, tienen nuestros mismos nombres y nuestras mismas escuelas, comparten costumbres y gestos, provienen del mismo suelo y de la misma historia, el abismo que se abre en nuestra propia conciencia y en nuestro corazón es infinitamente más hondo que cualquier palabra que pretendiera describirlo. […]

Negación del olvido, Julio Cortázar, enero de 1981

La desaparición forzada o desaparición involuntaria de personas es el crimen que tiene lugar cuando una persona es detenida o secuestrada por el Estado o por agentes que actúan en su nombre o en connivencia con el mismo, y luego se niega que la persona se encuentre detenida o se oculta su paradero, apartándola así de la protección de la ley. Este crimen tiene, generalmente el fin de intimidar o aterrorizar a la comunidad o colectivo social al que pertenece la víctima. La desaparición forzada es un delito permanente y una continua violación de los derechos humanos, que no se resuelve hasta que la suerte o el paradero de la víctima sean esclarecidos.
El adjetivo forzada o involuntaria añadido al término desaparición tiene el fin de distinguir este delito de las desapariciones que suceden a consecuencia de catástrofes naturales (como inundaciones o terremotos) o las desapariciones en el campo de batalla.
La Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas (2006) en el artículo 2 define la desaparición forzada como el arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o del ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, sustrayéndola a la protección de la ley. El artículo 5 de esta convención califica la práctica generalizada o sistemática de la desaparición forzada como un crimen de lesa humanidad.
La Convención sobre la imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad, que entró en vigor en noviembre de 1970, ratificada por 55 países, entre los que no se encuentra España, establece en su artículo I que los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, cualesquiera que sea la fecha en la que se hayan cometido, tanto en tiempos de guerra como de paz, aún si esos actos no constituyeran una violación del derecho interno del país donde fueron cometido. El transcurso del tiempo no exime nunca la responsabilidad penal de estos delitos.
Es frecuente que los criminales responsables de la desaparición forzada, asesinen a la víctima, tras un cautiverio con torturas y la oculten en paradero desconocido, para favorecer deliberadamente su impunidad. Los efectos de la desaparición forzada perduran hasta que no se resuelve la suerte o paradero de las personas, prolongando y aumentado el sufrimiento que se causa a familiares y amigos de las víctimas.
El impulso para el reconocimiento del crimen de desaparición forzada en el derecho internacional de los derechos humanos tuvo lugar desde el último cuarto del siglo XX como respuesta a los múltiples casos de detenidos desaparecidos en América Latina y gracias a la movilización de sectores de la opinión pública y de la sociedad civil, y en particular por la iniciativa de organizaciones no gubernamentales que surgieron primero en estos países y luego, en muchos otros del mundo, especializándose en su denuncia y concienciación.
En 1980, la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas estableció el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias, cuyo mandato, renovado periódicamente desde entonces, es ayudar a los familiares de las personas desaparecidas a averiguar la suerte y el paradero de dichas personas. Tras la adopción en 1992 por la Asamblea General de la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, el Grupo de Trabajo tiene encomendado también el seguimiento del progreso de los Estados en cumplir con sus obligaciones derivadas de la Declaración así como para que proporcione a los Gobiernos asistencia en su implementación.
España es el segundo país del mundo, tras Camboya, con mayor número de casos de víctimas de desaparición forzada sin resolver; más de 114.000 personas desaparecidas siguen en fosas comunes o en paradero desconocido. Las medidas tomadas por los distintos gobiernos desde, la instauración de la democracia en 1978, para dar a las víctimas y sus familiares verdad, justicia y reparación, han sido insuficientes o nulas.

DHpedia

Enlaces y referencias:

http://dhpedia.wikispaces.com/Convenci%C3%B3n+Internacional+para+la+protecci%C3%B3n+de+todas+las+personas+contra+las+desapariciones+forzadas
http://dhpedia.wikispaces.com/Convenci%C3%B3n+Interamericana+sobre+Desaparici%C3%B3n+Forzada+de+Personas
http://dhpedia.wikispaces.com/Desaparici%C3%B3n+forzada
http://dhpedia.wikispaces.com/Declaraci%C3%B3n+sobre+la+protecci%C3%B3n+de+todas+las+personas+contra+las+desapariciones+forzadas
http://www.ohchr.org/SP/Issues/Disappearances/Pages/DisappearancesIndex.aspx
http://www.jus.gob.ar/media/1129106/15-dhpt-proyecto_convencion_espanol.pdf
http://www.ohchr.org/Documents/Publications/FactSheet6Rev3_sp.pdf
http://politica.elpais.com/politica/2013/11/15/actualidad/1384521012_539699.html
http://www.publico.es/politica/onu-visita-espana-investigar-desapariciones.html
http://politica.elpais.com/politica/2013/10/09/actualidad/1381322308_843838.html
http://www.nuevatribuna.es/media/nuevatribuna/files/2014/07/31/informeonu.pdf
https://treaties.un.org/Pages/ViewDetails.aspx?src=TREATY&mtdsg_no=IV-6&chapter=4&lang=en
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Desaparecidos_Rosario_1.jpg

A 200 años de la batalla de Waterloo - Una batalla que cambió la historia del mundo




La batalla de Waterloo fue el último gran evento que marcó el final de ese gran proceso histórico que se inició en 1789 con la Gran Revolución Francesa. Con la derrota de Napoleón, se apagaron los últimos rescoldos parpadeantes de los fuegos encendidos por la Francia revolucionaria. Un período largo y gris se estableció en Europa como una gruesa capa de polvo sofocante. Las fuerzas de la reacción triunfante parecían firmemente al mando.

Waterloo es uno de los acontecimientos definitorios de la historia europea y mundial. Sobre eso, no puede haber ninguna duda. Puso fin a las sangrientas guerras napoleónicas que habían llevado directamente a la muerte hasta 6 millones de personas. Bonaparte, con su ambición desenfrenada, quería ser el amo de toda Europa. Pero él se enfrentó a una sólida falange de monarcas feudales reaccionarios: el zar de Rusia, el rey de Prusia y el emperador de Austria-Hungría, siempre respaldados por las reservas financieras y el poder naval de Gran Bretaña.
La rivalidad entre Inglaterra y Francia no era nueva. Durante la mayor parte de un siglo, una rivalidad comercial y colonial amarga entre Gran Bretaña y Francia había llevado a una guerra tras otra. Francia había apoyado la rebelión de las colonias norteamericanas, con el objetivo de socavar el poder del Imperio Británico. Los estadounidenses habían ganado su libertad pero Francia estaba financieramente quebrantada. Fue precisamente la lucha sobre quién pagaba el déficit resultante lo que encendió la mecha que llevó a la explosión de julio de 1789.

La Revolución Francesa

La Revolución Francesa fue uno de los mayores acontecimientos de la historia humana. Incluso hoy en día es una fuente inagotable de inspiración. En cada etapa la fuerza motriz que impulsó la revolución hacia adelante, barriendo a un lado todos los obstáculos, fue la participación activa de las masas. Y cuando esta participación activa de las masas decayó, la revolución llegó a su punto final y giró en sentido contrario. Eso fue lo que condujo directamente a la reacción, en primer lugar a su variedad termidoriana y más tarde a la bonapartista.
Los enemigos de la Revolución Francesa siempre tratan de manchar su imagen con la acusación de violencia y derramamiento de sangre. Como cuestión de hecho, la violencia de las masas es, inevitablemente, una reacción contra la violencia de la vieja clase dominante. Los orígenes del Terror hay que buscarlos en la reacción de la revolución a la amenaza del derrocamiento violento tanto de sus enemigos internos como externos. La dictadura revolucionaria fue el resultado de la guerra revolucionaria y sólo fue una expresión de esto último.
Bajo el gobierno de Robespierre y de los jacobinos, los Sans-Culottes semiproletarios llevaron la Revolución a una conclusión exitosa. De hecho, las masas empujaron a los dirigentes a ir mucho más lejos de lo que habían previsto. Objetivamente, la revolución era de carácter democrático-burgués, ya que el desarrollo de las fuerzas productivas y del proletariado aún no había llegado a un punto en el que la cuestión del socialismo pudiera ser planteada.
En un momento determinado, el proceso, después de haber alcanzado sus límites, se revirtió. Robespierre y su facción golpearon al ala izquierda y luego fueron liquidados ellos mismos. Los reaccionarios termidorianos de Francia cazaron y aplastaron a los jacobinos, mientras que las masas, agotadas por años de esfuerzo y sacrificio, habían comenzado a caer en la pasividad y la indiferencia. El péndulo ahora giró bruscamente a la derecha. Pero no restauró el Antiguo Régimen. Las conquistas socioeconómicas fundamentales de la Revolución se mantuvieron. El poder de la aristocracia terrateniente estaba quebrado.
El Directorio podrido y corrupto fue seguido por la dictadura personal igualmente podrida y corrupta de Bonaparte. La burguesía francesa tenía terror a los jacobinos y a los sans-culottes, con sus tendencias igualitarias y niveladoras. Pero estaba aún más aterrorizada por la amenaza de la contrarrevolución monárquica, que la desalojaría del poder y haría retroceder el reloj a la víspera de 1789. Las guerras continuaban y aún había revueltas internas efectuadas por los reaccionarios. La única salida era reintroducir la dictadura, pero en la forma de un gobierno militar. La burguesía estaba buscando un salvador y lo encontró en la persona de Napoleón Bonaparte.
El 18 de Brumario (9 de noviembre) de 1799, Napoleón tomó el poder en Francia por medio de un golpe de Estado. Bonaparte restableció todos los adornos exteriores del viejo orden aristocrático, preservando al mismo tiempo la principal conquista socio-económica de la Revolución: la entrega de la tierra a los campesinos. Aquí encontramos el secreto de la lealtad fanática del campesinado francés a Bonaparte y sus sucesores. Stalin, mientras que destruía el régimen de democracia obrera de Lenin, y exterminaba a los viejos bolcheviques, defendió sin embargo las nuevas relaciones de propiedad nacionalizados que habían sido establecidas por la Revolución de Octubre. De la misma manera, Napoleón, mientras que aplastaba a los revolucionarios bajo una bota militar, defendía las nuevas relaciones de propiedad establecidas en 1789-1793.
El Bonapartismo es, en esencia, el gobierno de la espada –la dictadura personal de un hombre fuerte militar. Pero también tiene otra particularidad. El dictador bonapartista tiende a equilibrarse entre las clases, se presenta como la encarnación de la Nación, permaneciendo por encima de todas las clases, por encima del bien y del mal. Pero el prestigio y la autoridad de Napoleón dependían de su habilidad para derrotar a los enemigos de Francia y traer la victoria –y saquear. Él decía: "Hay que tener buenos soldados, una nación debe estar siempre en guerra." Y se aseguró de que Francia estuviera siempre en guerra.

Las guerras napoleónicas

El derrocamiento de la monarquía en Francia añadió una nueva y terrible virulencia al viejo conflicto con Gran Bretaña. A partir de entonces el odio de la clase aristocrática inglesa gobernante no conoció límites. La mano de Inglaterra estaba detrás de cada coalición anti-revolucionaria. Ella pagó las facturas de los ejércitos mercenarios extranjeros enviados contra Francia. Pero cada vez que la invadían, se encontraban con la feroz resistencia del pueblo revolucionario y de su ejército. Uno tras otro, los ejércitos contrarrevolucionarios fueron rechazados y los ejércitos revolucionarios avanzaron.
Gran Bretaña y Francia firmaron el Tratado de Amiens en marzo de 1802. Ese breve interludio fue el único período de paz general en Europa entre 1792 y 1814. Pero la Paz de Amiens fue sólo una preparación para una nueva guerra. La frágil tregua fue llevada a su fin cuando Gran Bretaña declaró la guerra a Francia en mayo de 1803. Esta es la fecha más comúnmente aceptada como el verdadero inicio de las guerras napoleónicas. A partir de entonces, la historia de Europa fue una guerra tras otra.
Las guerras de Napoleón se ven a menudo como una continuación de las guerras revolucionarias, pero en realidad su contenido fue diferente. La guerra, como explicó Clausewitz, es la continuación de la política por otros medios. Un régimen revolucionario lanza guerras con medios revolucionarios. Pero el régimen termidoriano contrarrevolucionario que surgió de la derrota de los jacobinos era de un carácter completamente diferente. En su fase temprana, progresista, la Revolución Francesa representaba la libertad universal. La bandera de la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad incendió Europa e inspiró las esperanzas de hombres y mujeres en todas partes. El gobierno revolucionario ofreció "la fraternidad y asistencia" a todos los pueblos que estuvieran dispuestos a seguir el ejemplo francés y a luchar por su libertad.
Sin embargo, bajo el Directorio, y aún más en tiempos de Napoleón, este mensaje revolucionario fue distorsionado. Si bien para muchos el dominio francés era mucho más preferible al dominio de "nuestros propios" aristócratas, sacerdotes y reyes, la realidad del bonapartismo con demasiada frecuencia se reveló cínica, opresiva y corrupta. En la figura de Napoleón la Revolución parecía cada vez más una caricatura grotesca. Cuando el compositor Ludwig van Beethoven, quien fue un entusiasta partidario de la Revolución Francesa, se enteró de que Napoleón se había hecho coronar emperador, exclamó: "¡Así que él también no es más que un hombre!" Y arrancó su dedicatoria a Napoleón de la partitura de su Sinfonía Heroica con tal violencia que le hizo un agujero al manuscrito.
En última instancia, estas guerras fueron un conflicto titánico entre Francia y Gran Bretaña por la dominación de Europa y del mundo. La política británica era mantener un equilibrio entre las potencias de Europa y garantizar así su dominio sobre todas ellas. Esto se vio amenazado por las victorias de Napoleón en Suiza, Alemania, Italia y los Países Bajos. Temía perder el control, así como la pérdida de los mercados, y vio en Napoleón una posible amenaza a las colonias británicas de ultramar. Sobre todo temía que Napoleón tomara el control completo de Europa, dejando a Gran Bretaña aislada.
Con una población de 16 millones, Gran Bretaña tenía la mitad del tamaño de Francia con 30 millones. Pero Gran Bretaña había entrado en el camino del desarrollo capitalista mucho antes que Francia y fue capaz de movilizar sus enormes recursos industriales y financieros para derrotar a su enemigo. Dejó que otros lucharan por ella y se limitó a pagar las cuentas. Los subsidios británicos pagaron los servicios de los soldados austríacos y rusos. Según el acuerdo anglo-ruso de 1803, Gran Bretaña pagó un subsidio de un millón y medio de libras esterlinas por cada 100.000 soldados rusos en el campo de batalla.
Como potencia isleña, Gran Bretaña dependía crucialmente de su marina. Desde el principio Gran Bretaña mantuvo su control sobre los mares. No es casualidad que el célebre himno Rule Britannia (Domina Britannia) contenga las palabras:
¡Domina, Britannia! ¡Britannia, domina las olas!
¡Los británicos nunca, nunca, nunca
Serán esclavos!
En la batalla de Trafalgar el 21 de octubre de 1805, la Armada británica al mando del almirante Lord Nelson consiguió la victoria naval más decisiva de la guerra. Veinte y siete buques de guerra británicos derrotaron a los treinta y tres franceses y españoles en el Atlántico frente a la costa suroeste de España, justo al oeste del Cabo de Trafalgar. La flota franco-española perdió veintidós naves, sin la pérdida de una sola nave británica. Pero en el mismo continente europeo los asuntos eran totalmente diferentes. Aquí, Francia tenía el dominio supremo. En 1807 sus ejércitos habían eliminado sucesivamente a Austria, Prusia y Rusia como adversarios militares. Sólo Gran Bretaña continuó resistiendo el poder de Francia, alcanzando una seguridad contra la invasión gracias a la victoria de Nelson.
En respuesta al bloqueo naval de las costas francesas promulgadas por el gobierno británico el 16 de mayo de 1806, Napoleón introdujo el Sistema Continental, una política encaminada a aislar a Gran Bretaña con el cierre del territorio controlado por los franceses (es decir, la mayor parte de Europa) a su comercio. Esta política sólo tuvo un éxito parcial, pero indispuso a los países europeos cuyo comercio fue de esta manera interrumpido.

España, Rusia, Elba

No hay duda de que Napoleón era un gran general. En el curso de su carrera militar, combatió en cerca de 60 batallas y perdió siete, la mayoría de éstas en su etapa final. Marengo, Austerlitz, Jena, Friedland, Wagram: se leen como la marcha triunfal de un ejército invencible. Sin embargo, al final, Napoleón conoció su Waterloo. De hecho, incluso en la cara de esta fachada triunfal, habían comenzado a aparecer algunas grietas. La más grave fue España.
Se podría argumentar que las semillas de la derrota y la abdicación de Napoleón en 1814 fueron sembradas por el mismo emperador seis años antes, cuando usurpó el trono español a favor de su hermano José y, al hacerlo, provocó al pueblo español a la revuelta. La Guerra Peninsular, conocida en España como La Guerra de la Independencia Española comenzó con el levantamiento heroico del pueblo de Madrid contra las tropas de ocupación francesas el 2 de mayo de 1808, y finalizó el 17 de abril 1814.
La guerra de España representó un drenaje colosal de sangre y dinero para los franceses y terminó en derrota. La guerra española se caracterizó por las tácticas de guerrilla - la primera vez en que se utilizó esa palabra. Las tácticas de ataques y fugas repentinos de las fuerzas irregulares españoles minaron gradualmente la fuerza de los ejércitos franceses. Las fuerzas guerrilleras españolas fueron apoyadas por tropas inglesas dirigidas por el duque de Wellington, Arthur Wellesley, que fue la némesis de Napoleón. Para 1810-1811, 300.000 soldados franceses estaban maniatados en la Península. Sin embargo, sólo 70.000 de ellas podían estar disponibles para luchar contra Wellington; el resto estaba inmovilizado por la amenaza de insurrecciones locales y de las acciones de la guerrilla.
El punto de inflexión más decisivo, sin embargo, fue la desastrosa invasión de Rusia por Napoleón en 1812. Sus ejércitos lograron apoderarse de Moscú, pero se vieron obligados a retirarse a través de las ventiscas heladas del invierno ruso, que los diezmaron. Los soldados franceses agotados luchaban con la nieve a la altura de sus rodillas. Sólo en la noche del 8-9 de noviembre cerca de 10.000 hombres y caballos murieron congelados Esta fue una derrota de la que Napoleón nunca se recuperó.
Animado por la debacle rusa de Napoleón, Prusia se unió a Austria, Suecia, Rusia, Gran Bretaña, España y Portugal en una nueva coalición (la Sexta). Wellington había derrotado al ejército francés en España el 21 de junio 1813, en la Batalla de Vitoria. La noticia de la victoria de Wellington fortaleció la alianza ruso-prusiana y contribuyó a la consolidación de la Coalición. Pero a pesar de estos contratiempos, Napoleón todavía fue capaz de desplegar 350.000 soldados. Él infligió una serie de derrotas a la Coalición que culminó en la Batalla de Dresde, en agosto de 1813. Pero las cifras siguieron aumentando contra Napoleón, y el ejército francés fue derrotado por una fuerza doble en tamaño y perdió en la batalla de Leipzig, que costó más de 90.000 víctimas.
Los aliados ofrecieron un acuerdo de paz, según el cual Napoleón permanecería como emperador de Francia, podría mantener el control de Bélgica, Saboya y la región del Rin (la orilla oeste del río Rin), mientras que renunciaba a España y a los Países Bajos, y a la mayor parte de Italia y de Alemania. Era una buena oferta, pero Napoleón, siempre jugador, esperaba ganar la guerra y perdió la oportunidad. Los aliados, impacientes con sus dilaciones y engaños, retiraron su oferta.
Cuando trató de reabrir las negociaciones de paz sobre la base de la aceptación de las propuestas anteriores, Napoleón se enfrentó con nuevas condiciones, más duras. Permanecería emperador, pero Francia tendría que regresar a sus fronteras de 1791, lo que significaba perder Bélgica. En realidad, los británicos no querían que aceptara. Querían aplastarlo de una vez por todas. Y consiguieron lo que querían. Napoleón se negó y se retiró a Francia, aunque su ejército se había reducido ahora a 70.000 soldados, y algunos de caballería. Era superado en número más de tres veces por las fuerzas aliadas.
Francia estaba rodeada de enemigos. Los ejércitos británicos avanzaron desde el sur, y otras fuerzas de la coalición estaban dispuestas para atacar desde Alemania. Napoleón consiguió una serie de victorias en la Campaña de los Seis Días, pero la situación era desesperada. París se rindió a la Coalición en marzo de 1814. Los vencedores exiliaron a Napoleón a Elba, una isla de 12.000 habitantes en el Mediterráneo frente a la costa toscana. Al hombre que había sido el amo de Europa, le dieron gentilmente la soberanía sobre una pequeña isla. Y con un delicioso sentido del humor, le permitieron retener el título de emperador.
Napoleón claramente no apreció la broma. Rompió su exilio de nueve meses en la isla de Elba, y regresó rápidamente a Francia para movilizar un ejército. Era un plan audaz. El ejército enviado para interceptarle hizo contacto cerca de Grenoble el 7 de marzo de 1815. Napoleón se acercó al regimiento sin compañía, desmontó su caballo y, cuando estaba a tiro de bala, gritó: "Aquí estoy. Matad a vuestro emperador, si así lo deseáis". Los soldados respondieron con "Vive L'Empereur!" y se unieron a Napoleón en su marcha a París.
El restaurado rey Borbón Luis XVIII huyó para salvar su vida. El 13 de marzo, las potencias se reunieron en el Congreso de Viena y declararon a Napoleón fuera de la ley. Cuatro días más tarde, Gran Bretaña, Rusia, Austria y Prusia se comprometieron a poner cada una 150.000 hombres en el campo de batalla para derrotarlo de una vez por todas. Napoleón había conseguido levantar un ejército de cerca de 200.000 hombres para enfrentarse a las fuerzas de la Coalición.
La concepción de su campaña final fue brillante. Él planeó dividir las fuerzas comandadas por Wellington y las del ejército prusiano bajo Gebhard von Blücher, y luego derrotar a cada uno por separado. Sin embargo, su ejecución dependía de la velocidad y capacidad de decisión, y parece que los subordinados inmediatos de Napoleón, los mariscales Ney y Grouchy no estaban del todo a la altura.

La batalla de Waterloo

Wellington comentó algunos años más tarde: "La historia de una batalla no es diferente a la historia de una pelota. Algunas personas pueden recordar todos los pequeños acontecimientos de los cuales el gran resultado es la batalla ganada o perdida; pero ningún individuo puede recordar el orden en el que, o el momento exacto, en que se produjeron, lo que marca toda la diferencia en cuanto a su valor o importancia".
¡Una comparación muy extraña! Nada menos que con una pelota, sería difícil de imaginar. La magnitud de la masacre y del sufrimiento fue inmensa. Sobre todo si tenemos en cuenta que todo el asunto se llevó a cabo en un campo de batalla de 10 millas (16km) al sur de Bruselas. Durante un largo día de junio, alrededor de 200.000 hombres lucharon entre sí, comprimidos en un área de cinco millas cuadradas (13 kilómetros cuadrados). La masacre resultante fue terrible y queda más allá de toda descripción. Cuando la oscuridad cayó finalmente, hasta 50.000 hombres yacían muertos o gravemente heridos y 10.000 caballos estaban muertos o moribundos.
La noche antes de la batalla, Wellington se quedó en una posada de Waterloo mientras que Napoleón estaba tres millas al sur. Sus hombres dormían a la intemperie bajo la lluvia que cayó durante toda la noche. Wellington sabía que las posibilidades de victoria dependían de la llegada del general Blücher y del ejército prusiano que se recuperaba en Wavre, a 18 millas al este de Waterloo. El plan de Napoleón se basaba en mantener a los prusianos y a los ejércitos británicos separados, de modo que pudiera derrotar a Wellington y tomar Bruselas. Pero Wellington, que tenía subordinados y personal experimentados y competentes, no tenía rivales en el arte de la defensa.
Wellington estableció una fuerte posición defensiva, bloqueando el camino a Bruselas con el fin de detener el avance de Napoleón hacia la capital. Sabía que estaba en inferioridad numérica –aproximadamente 68.000 tropas aliadas contra las 72.000 de Napoleón. Por lo tanto, colocó a sus hombres detrás de una loma y en tres granjas: Papelotte, Le Haye Sainte y Hougoumont. A partir de aquí podía tratar de mantener el terreno hasta que llegaran los prusianos.
El propio Engels señaló que la infantería británica era excepcional en su capacidad de mantenerse firme, resistiendo impasiblemente cualquier ataque. Los hombres de Wellington eran veteranos endurecidos en la Guerra de la Independencia española, soldados de la más alta calidad. Este ejército altamente disciplinado resistió los ataques repetidos de los franceses, que fueron expulsados del campo de batalla. Su resistencia obstinada dio margen a los prusianos para llegar a tiempo y ​​romper el flanco derecho de Napoleón, lo que decidió el resultado de la batalla.
Napoleón pudo ver que el suelo estaba empapado por la lluvia caída durante la noche, lo que dificultaba el movimiento de sus hombres y armas de fuego de sus posiciones. Por lo tanto, decidió retrasar su primer gran ataque hasta que el suelo se hubiera secado. Esta era una estrategia peligrosa, ya que podría dar tiempo a que el ejército de Blücher llegara para unirse a Wellington en el momento preciso. Pero ante la perspectiva de que la infantería y la caballería francesas quedaran empantanadas en medio de un mar de barro se corría el riesgo de quedar agotados en las primeras etapas de la batalla.
Por el momento, Napoleón decidió sacar a los británicos de sus posiciones y mellar sus líneas defensivas. Comenzó la batalla con un asalto con un cañoneo a gran escala y luego lanzó un ataque contra la guarnición mejor defendida de Wellington en la granja de Hougoumont. Los 5.000 soldados franceses eran mucho más numerosos que los 1500 británicos recluidos en el interior de la granja. Pero sus muros la convertían en una fortaleza sólida. Los británicos podían disparar a los franceses a través de agujeros en las paredes y hacer blanco sobre ellos. Durante todo el día los franceses se lanzaron una y otra vez contra Hougoumont. A las 12.30 rompieron las puertas de entrada, pero los británicos rápidamente las cerraron de nuevo, atrapando a 40 soldados franceses en el interior. Los masacraron a todos menos a un tamborilero de 11 años.
En realidad fue una distracción para cubrir el objetivo real de Napoleón, que era dañar el centro de las líneas británicas. Envió 18.000 soldados de infantería a lo largo del camino a Bruselas para dar un golpe decisivo. Capturaron la granja de Papelotte y el área que rodeaba La Haye Sainte. Parecía que la victoria estaba ahora al alcance de Napoleón. De pronto, se le informó que los prusianos avanzaban. Para empeorar las cosas, la caballería de Wellington cargaba contra la infantería francesa, cortando sus filas como guadañas en un campo de maíz. Las líneas de Napoleón habían sido seriamente debilitadas.
Aunque Blücher no pudo alcanzar a Wellington en la batalla principal, sus esfuerzos sí pusieron a los franceses bajo presión que tuvieron que dividir sus recursos. Los prusianos atacaron a los franceses enérgicamente: Napoleón se vio obligado a comprometer más tropas a lo largo de la tarde conforme el territorio cambiaba de manos varias veces. Wellington pudo oír el cañonazo a la distancia –que anunciaba que Blücher había formado una línea propia formidable, como había prometido.
Los franceses estaban ahora luchando en dos frentes. Eso era lo que Napoleón quería evitar a toda costa. En un desesperado intento de liquidar la fuerza británica, ordenó al mariscal Ney capturar La Haye Sainte, bastión central de Wellington. Durante dos horas, ola tras ola de soldados franceses fuertemente blindados a caballo cargaron sobre la línea de los Aliados. Las tropas aliadas formaron cuadrados. Aunque partieron la fuerte caballería francesa de 4.000 soldados, ahora eran un blanco fácil para la artillería pesada de Napoleón. De los 747 hombres del 27º Regimiento británico, perecieron cerca de 500.
Después de horas bajo ataque, La Haye Sainte finalmente cayó. Wellington había perdido su preciada guarnición. Este fue un golpe demoledor. Napoleón estaba ahora en condiciones de llevar la artillería francesa al frente y atacar el centro aliado con resultados devastadores. Todo lo que Wellington podía hacer era defender desde detrás de la cresta de la colina y esperar una rápida llegada de los refuerzos prusianos.
Napoleón sabía que el tiempo se estaba acabando. Por lo tanto, se jugó el As de su baraja, y ordenó a sus tropas de élite, la Guardia Imperial, que atacara. Estos hombres valientes avanzaron, con las espadas desenvainadas, en una estampa magnífica. Los hombres de Wellington esperaron fuera de su vista, agazapados en la hierba detrás de la loma. Cuando los franceses alcanzaron la colina, Wellington ordenó a sus hombres que se levantaran y abrieran fuego. Dispararon casi a quemarropa. Una lluvia mortal de balas de mosquete atravesó los soldados franceses, doblándolos hacia atrás, y su potencial como fuerza de combate se rompió completamente.
El resultado final de la batalla estuvo en duda casi hasta el último momento. Pero la derrota de la Guardia Imperial debió haber asestado un golpe demoledor a la moral de Napoleón y fue un punto de inflexión en la batalla. Por fin, las fuerzas de Blücher estaban ahora llegando. El ejército aliado avanzó, persiguiendo a la Guardia Imperial. El emperador era protegido por sus hombres mientras huían del campo de batalla. Wellington tuvo la oportunidad de matar a Napoleón, pero parece que ordenó a sus hombres que lo mantuvieran a cubierto de su fuego.
Después de su derrota, Napoleón quedó a merced de los británicos, esperando ingenuamente que podría vivir sus días como caballero rural en Inglaterra. Pero esta vez no estaban dispuestos a tomar ningún riesgo. Fue llevado educadamente pero con firmeza por oficiales de la Marina Real a un barco con destino a su segundo y último exilio. Tenían órdenes de transportarlo a Santa Elena, una isla remota donde le resultaría imposible causarles más problemas.
El emperador y lo que quedaba de su séquito estaban profundamente ofendidos por esta traición. Pero él tuvo la suerte de no haber caído en manos de los prusianos, que si lo hubieran atrapado habrían sido algo menos considerados. Habría sido colgado en el árbol más cercano. En las orillas de una isla desierta, el hombre que quería ser el Amo del Mundo podía, al menos, pasar el resto de sus días contemplando hermosas puestas de sol, y ser el amo de todo lo que tenía a su vista. Eso era mucho más que el destino de los pobres diablos cuyos cuerpos cubrían los campos de Waterloo.
Nadie sabe cuántos murieron exactamente porque las pérdidas francesas eran sólo estimaciones. Johnny Kincaid, un oficial del 95º batallón de Rifles que sobrevivieron al ataque de los franceses en el cuerpo central de Wellington, cerca de la granja de La Haie Sainte, declaró fríamente: "Yo nunca había oído hablar de una batalla en la que hubiera muerto todo el mundo; pero esto parecía probablemente una excepción, ya que todos caían por turnos ".
A menudo se dice que el duque de Wellington exclamó al inspeccionar la escena de la matanza después de la batalla: "Al lado de una batalla perdida, la mayor miseria es una batalla ganada". Lo que en realidad dijo fue: "Gracias a Dios, yo no sé lo que se siente al perder una batalla; pero sin duda nada puede ser más doloroso que ganar una con la pérdida de tantos amigos".
Por supuesto, el siglo XX vio un gran avance en la civilización humana, y particularmente en la capacidad de las personas para matar a otras personas. En comparación con la batalla del Somme, el asunto de Waterloo fue sólo una escaramuza menor ¡Cómo ha avanzado la humanidad!

Las secuelas

¿Era inevitable la derrota de Napoleón en Waterloo? Ciertamente, Wellington no lo creía. Dijo más tarde, que fue "la batalla más igualada que se haya podido ver en la vida". Se cometieron errores. Napoleón se privó de sus dos generales más eficaces: el mariscal Davout, que dejó atrás para proteger París, y el mariscal Suchet, que puso a cargo de la defensa de la frontera oriental contra un posible ataque de los austríacos. El segundo error fue la vacilación de Ney en tomar el cruce estratégico de Quatre Bras, la clave para dividir los ejércitos de la coalición.
El Conde d'Erlon y sus 20.000 soldados vagaban sin rumbo bajo la lluvia entre la batalla de Quatre Bras contra los anglo-holandeses y la batalla de Ligny que los prusianos estaban perdiendo. Si él no hubiera intervenido en ninguna, el impacto podría haber sido decisivo. La falta de iniciativa de Grouchy permitió a los prusianos reagruparse para rebasarle y llegar en el momento crítico para salvar a Wellington en Waterloo.
Sin embargo, incluso si Napoleón hubiera ganado en Waterloo, no hubiera podido finalmente ganar la guerra. El tamaño y la determinación de las fuerzas a las que se enfrentaba en toda Europa lo hacían imposible. Las consecuencias de la batalla de Waterloo fueron profundas y se prolongaron durante décadas, mientras que redibujaron el mapa de Europa. Gran Bretaña y sus aliados crearon un sistema reaccionario conocido como el Concierto de Europa que reforzó a todos los regímenes monárquicos reaccionarios de Europa.
En Francia, la monarquía borbónica fue restaurada. Al igual que un enjambre de langostas hambrientas un ejército de parásitos aristocráticos consentidos descendió sobre Francia, deseosos de chupar la sangre de su pueblo. La Iglesia Católica Romana recuperó su poder y, en contra de la tenaz resistencia de la mayoría que había aprendido a respirar el aire de la libertad, comenzó la ardua tarea de volver a imponer su vieja dictadura espiritual. En Francia se asentaron años de asfixiante represión.
En toda Europa hubo un carnaval de contrarrevolución. Desde San Petersburgo a Nápoles la sociedad fue aplastada bajo la grupa de plomo de la reacción. Sin embargo, las guerras de Napoleón tuvieron consecuencias revolucionarias. Ellas dieron como resultado la disolución del Sacro Imperio Romano y sembraron las semillas del nacionalismo que llevaría a la consolidación de Alemania e Italia más tarde.
Incluso en su distorsionado disfraz bonapartista los ideales democráticos de la Revolución Francesa habían encendido una llama en los corazones y las mentes que no podía extinguirse fácilmente. Eso se demostró incluso en la Rusia zarista con la rebelión de los “decembristas”. Esta primera manifestación de la revolución rusa fue encabezada por jóvenes oficiales del ejército que habían luchado en las guerras y que habían sido afectados por las ideas democráticas y revolucionarias. Fue brutalmente aplastada y sus líderes ejecutados. Pero el ejemplo de los decembristas inspiraría a una nueva generación de jóvenes revolucionarios, y en última instancia, sentó las bases de la revolución bolchevique.
Los años posteriores a Waterloo fueron un período de tensión y de inmensas protestas políticas de masas en Gran Bretaña. Menos del 2% de la población tenía derecho a voto, y el hambre era generalizada. Las desastrosas Leyes del Maíz convirtieron el pan en un objeto inasequible para muchos. En la Gran Bretaña de la posguerra el malestar entre los trabajadores comenzó a expresarse en la formación de grupos políticos organizados que pedían democracia. En 1819, la Sociedad de Reforma Femenina de Manchester denunció la "guerra injusta, innecesaria y destructiva, en contra de las libertades de Francia", afirmando que había "tendido a triplicar el valor de la propiedad de la tierra, y a cargar nuestro amado país con una carga insuperable de tributación".
El 16 de agosto de 1819 la enorme zona abierta en torno a lo que hoy es la Plaza de Saint Peter, en Manchester, una manifestación de protesta de masas de más de 60.000 manifestantes pacíficos a favor de la democracia y de la lucha contra la pobreza fue aplastada brutalmente en lo que se conoció como La Masacre de Peterloo. Se estima que 18 personas, entre ellas una mujer y un niño, murieron a causa de los sablazos o del pisoteo bajo los cascos de los caballos, mientras que más de 700 hombres, mujeres y niños recibieron lesiones muy graves. Aunque él no participó personalmente en esta masacre, el duque de Wellington se ganó el odio de los radicales por su hostilidad a la reforma. El nombre de la Masacre de Peterloo era una referencia irónica a la batalla de Waterloo.
En Alemania, la reacción contra Napoleón condujo a un aumento de los sentimientos nacionalistas, sobre todo entre los intelectuales y estudiantes que establecieron clubes llamados Burschenschaft. Descontentos con el régimen establecido por el Congreso de Viena, los nacionalistas alemanes comenzaron a asesinar a los líderes reaccionarios. Metternich reaccionó impulsando los Decretos de Carlsbad, que prohibió los Burschenschaft y los condujo a la clandestinidad. Los decretos incrementaron la regulación gubernamental de las universidades, lo que limitaba lo que se enseñaba, y allanó el camino para la censura del gobierno sobre los periódicos alemanes.
Este fermento entre los intelectuales alemanes finalmente produjo a los autores de El Manifiesto Comunista, que se abre con las célebres palabras:
"Un fantasma recorre Europa - el fantasma del comunismo. Todos las potencias de la vieja Europa se han unido en santa cruzada contra este fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes".
Estas palabras describen el sistema reaccionario que fue establecido por el Congreso de Viena después de la derrota de Napoleón en 1815. Fue pensado para eliminar el riesgo de la revolución para siempre, y exorcizar el fantasma de la Revolución Francesa para siempre. La dictadura brutal de las "potencias de la vieja Europa" parecía como si fuera a durar para siempre. Pero tarde o temprano las cosas se convertirían en su contrario. Debajo de la superficie de reacción, nuevas fuerzas estaban madurando poco a poco y una nueva clase revolucionaria –el proletariado– estaba estirando sus extremidades.
La contrarrevolución fue derrocada por una nueva oleada revolucionaria que recorrió Europa en 1848. Estas revoluciones combatieron bajo la bandera de la democracia –la misma bandera que fue levantada sobre las barricadas de París en 1789. Pero en todas partes la fuerza principal en la revolución no era la burguesía reaccionaria cobarde sino los descendientes directos de los Sans-Culottes franceses –la clase obrera, que inscribió en su bandera un nuevo tipo de ideal revolucionario, el ideal del comunismo.

Alan Woods
Londres 18 de junio 2015