jueves, 29 de septiembre de 2016

La ecología de Marx y Engels ante el desarrollo capitalista




En el pensamiento de Marx y Engels hay varios aspectos que nos permiten ligar su historia con lo que el naturalista Ernst Haeckel definía como ecología, cuyo denominador común es lo concerniente al metabolismo entre sociedad y naturaleza.

Empecemos aclarando que la ecología nace como rama de la biología. Quien acuñó el término fue el naturalista alemán Ernst Haeckel, admirador y divulgador de la obra de Darwin en su país en la segunda mitad del siglo XIX. Su trabajo Los enigmas del universo (1899) le valieron, por una parte, el desprecio y una campaña feroz por parte de todo el idealismo místico reaccionario que dominaba en la filosofía y la teología de la época y, por otra, la simpatía de Vladimir Lenin y Franz Mehring. En Materialismo y empirocriticismo, el revolucionario ruso hace una acérrima defensa del “célebre naturalista” quien a pesar de expresar “las opiniones, disposiciones de ánimo y tendencias más arraigadas, aunque insuficientemente cristalizadas, de la aplastante mayoría de los naturalistas de fines del siglo XIX y principios del XX, demuestra de golpe, con facilidad y sencillez, lo que la filosofía profesoral pretendía ocultar al público y a sí misma, a saber: que existe una base, cada vez más amplia y firme, contra la cual vienen a estrellarse todos los esfuerzos y afanes de las mil y una escueluchas del idealismo filosófico, del positivismo, del realismo, del empiriocriticismo y demás confusionismos. Esa base es el materialismo de las ciencias naturales”. Para el revolucionario alemán Franz Mehring “el libro de Haeckel, tanto por sus puntos flacos como por sus puntos fuertes, es extremadamente valioso para ayudar a aclarar las opiniones que han llegado a ser un tanto confusas en nuestro Partido sobre lo que representa para éste el materialismo histórico” (…). “Todo aquel que quiera ver de modo palpable esa incapacidad (la incapacidad del materialismo de las ciencias naturales ante las cuestiones sociales) y tener plena conciencia de la imperiosa necesidad de ampliar el materialismo de las ciencias naturales hasta el materialismo histórico, a fin de hacer de él un arma verdaderamente invencible en la gran lucha de la humanidad por su emancipación, que lea el libro de Haeckel. (…) Su punto extremadamente flaco está indisolublemente ligado a su punto extremadamente fuerte: a la exposición clara y brillante del desarrollo de las ciencias naturales en el siglo XIX, o en otros términos, a la exposición de la marcha triunfal del materialismo de las ciencias naturales”.

Ökologie

Haeckel, en Morfología general de los organismos (1866), acuñó el concepto ökologie, del griego οἶκος (hogar) y λογία (estudio), para referirse a “la enseñanza de la economía de la naturaleza”, a “la ciencia de la economía, modo de vida y relaciones externas vitales mutuas de los organismos”, al “estudio de la economía de las interrelaciones de los organismos”. Es significativo el uso del concepto eco en Haeckel. Este lo entendía como economía de la naturaleza (en donde era fundamental el intercambio de materia y energía, y su transformación por las comunidades biológicas) y no como medioambiente. Para definir la relación de los organismos con su medio geográfico, Haeckel había acuñado otro concepto: corología. Sin embargo, más adelante, en 1868, en su Historia natural de la Creación, afirma que “la ecología de los organismos [es] el conocimiento de la suma de las relaciones de los organismos con el mundo externo que los rodea, de las condiciones orgánicas e inorgánicas de su existencia”. La ciencia de la ecología, según Haeckel, “a menudo considerada equivocadamente como ‘biología’ en un sentido restringido, constituye desde hace tiempo la esencia de lo que generalmente se denomina ‘historia natural’”.
El concepto de ecología de Haeckel se fue dando a conocer con lentitud y no encontró inmediata acogida en la literatura darwinista, ni se puso de moda sino hasta mediados del siglo XX. Marx y Engels, que conocían bien la obra de Haeckel, y que veían a la especie humana en términos evolucionistas, como parte del mundo animal (rechazando la visión teleológica, metafísica, que situaba a los seres humanos en el centro de la creación), adoptaron el concepto más antiguo de “historia natural” (equivalente como dijera Haeckel a su nuevo término ökologie), aunque lo aplicarían en un modo baconiano, es decir, centrado en la historia natural de los seres humanos en relación con la producción.
En el pensamiento y las preocupaciones de Marx, Engels y los principales representantes de su corriente hay varios aspectos que nos permiten ligar su historia con la historia de lo que Haeckel definía como öklogie, y cuyo denominador común es lo concerniente al metabolismo entre sociedad y naturaleza (y su fractura total bajo el capitalismo). Nos centraremos básicamente en tres: la importancia del desarrollo de las ciencias naturales para una comprensión profunda del mundo y de la historia humana, el problema concerniente a la coevolución de las especies, y el problema del desarrollo sostenible de la agricultura, ante la industria capitalista, en el conflicto de la contradicción entre la ciudad y el campo.

La marcha triunfal de las ciencias naturales

Lenin, en Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo (1913), señalaba que, en la lucha contra toda la escoria medieval arraigada en las instituciones y en las ideas, “el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía”, y que, por eso, los enemigos de la democracia “empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de difamar el materialismo en defensa de las diversas formas del idealismo filosófico”. Para el viejo bolchevique “Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que significaba toda desviación de esa base”.
Mientras Marx hizo extensivo el conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana, dando nacimiento al materialismo histórico, Engels aportó con la relación más directa entre el marxismo y la ciencia. Tanto para él, pero también para Marx, una concepción materialista y dialéctica de la naturaleza no sólo era posible sino que, en gran parte, ya la había proporcionado para el mundo natural El origen de las especies de Charles Darwin. En el viejo prólogo del Anti-Dühring, obra considerada por Lenin “de cabecera para todo obrero con conciencia de clase”, Engels destacaba que el potente desarrollo de las ciencias naturales planteaba la necesidad de superar los límites del pensamiento formal aristotélico, así como de ordenar desde el punto de vista teórico los resultados de las investigaciones científicas. A esta concepción materialista del mundo, cuyos orígenes se remontaban al pensador griego Epicuro, Marx y Engels incorporan a través de una síntesis la dialéctica hegeliana, la doctrina del desarrollo -en palabras de Lenin- “en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo”.
Esto puede observarse cuando en una carta enviada por Marx a su amigo Engels, el primero, a partir de sus observaciones sobre la teoría de la evolución de Darwin, le dice al segundo que “el descubrimiento de Hegel en relación a la ley de que los cambios meramente cuantitativos se vuelven cambios cualitativos… se sostiene igualmente bien en la historia como en la ciencia natural”. La naturaleza, en otras palabras, es ella misma dialéctica, de modo que las teorías adecuadas en las ciencias naturales deberán tener necesariamente una estructura dialéctica. El libre movimiento de la materia, según Marx “no es más que una paráfrasis del método con el que tratamos a la materia, es decir, del método dialéctico”. Mientras que para Engels “no se trata de construir las leyes de la dialéctica de la naturaleza sino de descubrirlas en ella”, por su parte, para el ruso, “los recientes descubrimientos de las ciencias naturales como el radio, los electrones o la trasformación de los elementos, son una admirable confirmación del materialismo dialéctico de Marx”.
En El rol del trabajo en la transformación del mono en hombre, Engels señala que “en efecto, cada día aprendemos a comprender mejor las leyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectos inmediatos como las consecuencias remotas de nuestra intromisión en el curso natural de su desarrollo”. Para el alemán, “sobre todo después de los grandes progresos logrados en este siglo por las ciencias naturales, nos hallamos en condiciones de prever y controlar cada vez mejor las remotas consecuencias naturales de nuestros actos en la producción”.

Coevolución

Esta concepción de control lejos de tratarse de una concepción prometeica -en palabras de Engels, como de “un conquistador sobre un pueblo conquistado”-, se basa en una visión de interdependencia de la sociedad y la naturaleza, cuando dice “cuanto más sea esto una realidad, más sentirán y comprenderán los hombres su unidad con la naturaleza, y más inconcebible será esa idea absurda y antinatural de la antítesis entre el espíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, el alma y el cuerpo”, idea que Engels denuncia comienza a difundirse por Europa con la decadencia de la antigüedad clásica y adquiere su máximo desenvolvimiento en el cristianismo medieval.
Esta idea de coevolución heredada a partir de sus análisis de la obra de Darwin se manifiesta con mayor claridad al analizar la situación de “los italianos de los Alpes, que talaron los bosques de pinos de las laderas del sur, conservados con tanto celo en las laderas del norte”. Por una parte, según Engels, estos “no tenían idea de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región, y mucho menos podían prever que al proceder así privaban de agua a sus manantiales de montaña la mayor parte del año”. Por otra parte, con este proceder también generaban además que las laderas de las montañas pudiesen, “al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie. (…) Así, a cada paso, los hechos nos recuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza no es como la de un conquistador sobre un pueblo conquistado, no es el dominio de alguien situado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, por nuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro, pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en su seno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste en que, a diferencia de los demás seres, somos capaces de conocer sus leyes y de aplicarlas de manera juiciosa”.
Gracias a un conocimiento de la evolución y la aplicación de la dialéctica hegeliana, Engels logra trascender las formas mecanicistas del pensamiento, algo de gran importancia, puesto que en su visión (como en la de Marx) la concepción de la historia natural que salía del análisis de Darwin era la que permitía entender la naturaleza en términos de surgimiento. En su plan para la Dialéctica de la naturaleza, obra inconclusa de 1876 y que solo se conocerá en 1925, Engels indicaba que la discusión en torno a los “límites del conocimiento” en relación con la biología deberían comenzar con el electrofisiólogo alemán Emil Du Bois-Reymond, cuya tradición también se remontaba a Epicuro, y quien en las décadas de 1870 y 1880, había argumentado que la teoría evolucionista podía proporcionar la respuesta al origen de la vida, precisamente porque la relación de la vida con la materia es una relación de surgimiento.
Según Bellamy Foster (La ecología de Marx), “fue este naturalismo complejo, dialéctico, en el que se veía a la naturaleza como prueba de la dialéctica, el que explica la brillante colección de ideas ecológicas que impregna el pensamiento tardío de Engels”. Este, en Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (otro libro de cabecera “para todo obrero con conciencia de clase”, según Lenin), argumentaba que la revolución darwiniana y el descubrimiento de la prehistoria habían hecho posible, por primera vez, un análisis de la “prehistoria de la mente humana… que a través de diversas etapas de la evolución, desde el protoplasma de los organismos inferiores, simple y carente de estructura pero sensible a los estímulos, continuaba ascendiendo hasta el pensante cerebro humano”.

Sustentabilidad

Si Engels se sumergía en las profundidades de la teoría de la evolución de Darwin para extraer de ella un análisis de la coevolución de las especies, Marx se volcó de lleno al estudio del trabajo del químico agrícola alemán Justus Von Liebig, para sumergirse en las profundidades del problema de la tierra y su desarrollo sustentable.
En la década de 1860, cuando Marx escribía El Capital, este había llegado al convencimiento de la insostenibilidad de la agricultura capitalista debido a dos hechos: el sentimiento más general de crisis en la agricultura europea y norteamericana ligada a la disminución de la fertilidad natural del suelo, y un giro en la obra del propio Liebig a partir de 1850 hacia una fuerte crítica ecológica del desarrollo capitalista. Justamente en este periodo (1830-1880) es cuando se da lo que muchos historiadores de la agricultura consideran la Segunda revolución agrícola, subproducto de la gran Revolución industrial británica del siglo anterior, caracterizada por el crecimiento de la industria de los fertilizantes y el desarrollo de la química de los suelos. Si bien en un primer momento, tanto Marx como Engels, incluido el propio Liebig, reaccionaron ante esta revolución tecnológica de la agricultura llegando a la conclusión de que, en el futuro cercano, el progreso agrícola podría dejar atrás a la propia industria, esta valoración optimista dejaría lugar en la década del 60 a una comprensión mucho más sofisticada de la degradación ecológica en la agricultura.
Es significativo que Marx le haya comentado a Engels, un año antes de la publicación de El Capital, que al desarrollar la crítica de la renta de la tierra, haya tenido que vérselas con “la nueva química agrícola que se está haciendo en Alemania, en particular Liebig y Schönbein, que tiene más importancia para esta cuestión que todos los economistas juntos”. En efecto, todas estas tempranas teorías de la economía clásica adolecían de la falta de comprensión científica de la composición del suelo, algo que se manifestaba con mayor agudeza en Ricardo y Malthus. Esto se debía fundamentalmente al estado en el que por entonces se hallaba la química agrícola, lo que provocaba que las causas reales del agotamiento de la tierra fuesen desconocidas para cualquiera de los economistas que habían escrito acerca de la renta diferencial. Marx, que había estado estudiando la obra de Liebig desde la década de 1850, estaba impresionado por la introducción crítica a la edición de 1862 de su Química orgánica en su aplicación a la agricultura y la fisiología, integrándola dialécticamente con su propia crítica de la economía política que ya había bosquejado en los Grundrisse de 1858.
En la Química Orgánica (1840) Liebig había diagnosticado que el problema se debía al agotamiento del nitrógeno, el fósforo y el potasio, nutrientes esenciales de la tierra que iban a parar a las cada vez más crecientes ciudades y que no solo no eran restituidos a la tierra sino que además contribuían a la contaminación urbana. Lo primero era parcialmente resuelto con el desarrollo de la implementación del sistema de fertilizantes sintéticos, pero esto llevó al desarrollo a su vez de una dependencia casi total en todos los países del uso de estos fertilizantes. Para la introducción de 1962 de la Química Orgánica, Liebig muestra un giro a través de una crítica terrible de la agricultura capitalista británica al señalar que “si no logramos que el agricultor tome una mejor conciencia de las condiciones bajo las cuales produce, y no le damos los medios necesarios para el aumento de su producción, las guerras, la emigración, las hambrunas y las epidemias necesariamente crearán las condiciones de un nuevo equilibrio que socavará el bienestar de todos y finalmente conducirá a la ruina de la agricultura”.
La conclusión fundamental que saca Marx sobre estas cuestiones se puede sintetizar de la siguiente manera: la producción capitalista no solo destruye la salud física de los obreros urbanos y la vida espiritual de los trabajadores rurales, sino que a la vez “perturba la circulación material entre el hombre y la tierra, y la condición natural eterna de la fertilidad durable del suelo, volviendo cada vez más difícil la restitución a este de los ingredientes que le son quitados y que son usados en forma de alimentos, ropa, etcétera”. Es elemental aquí el concepto que expone de metabolismo entre la sociedad y la naturaleza (que ya venía abordando desde los Grundrisse), específicamente al decir “entre el hombre y la tierra”. Para Marx, la relación unilateral y antagónica entre la ciudad y el campo, basado en el desarrollo del comercio a grandes distancias, llevaba a un despojo irreparable de los nutrientes del suelo por parte de la industria capitalista, “socavando al mismo tiempo las dos fuentes de donde mana toda riqueza: la tierra y el trabajador”. Para Marx, cada progreso de la agricultura capitalista, cada progreso en el arte de incrementar su fertilidad por un tiempo “es un progreso en la ruina de las fuentes durables de fertilidad”.
Marx señala que se trata de “una fractura irreparable en el metabolismo social, metabolismo que prescriben las leyes naturales de la vida misma”. Los dos elementos concretos en los que se apoya Marx para esta definición son, por un lado, la inevitable unidad del desarrollo industrial entre el campo y la ciudad, en la que esta última no solo despoja al primero de sus nutrientes sino que también le brinda a través del comercio los suministros para tal agotamiento. Por otro lado, reduce la población agraria “a un mínimo siempre decreciente y la sitúa frente a una población industrial hacinada en grandes ciudades”, proyectando socialmente de este modo la fractura metabólica con la tierra.
Esta discusión, lejos de desaparecer, se mantiene en el marxismo de la Segunda Internacional. Figuras como August Bebel, Karl Kausky, Vladimir Lenin y Rosa Luxemburg incorporaron estas cuestiones a sus preocupaciones. Esto lo trataremos en otra ocasión.

Roberto Andrés
@RoberAndres1982

miércoles, 28 de septiembre de 2016

A 23 meses de Ayotzinapa : Fue el Estado




A dos años de la desaparición de los 43 normalistas. El movimiento por la aparición con vida y el pedido de justicia en México, manifestaciones artísticas también visibilizaron este reclamo.

En el día de ayer, al cumplirse dos años de la desaparición forzada de los 43 normalistas en Iguala, se realizó una importante marcha encabezada por los familiares y donde participaron cientos de organizaciones populares, estudiantiles y trabajadores.
La indignación tomo nuevamente el espacio público y en una nutrida marcha no faltaron las representaciones a los responsables por medio de performances.
Antes de que comenzara la marcha, el artista plástico Gabriel Macotela recreó los rostros de los 43 normalistas desaparecidos sobre el asfalto con pintura blanca, frente al Ángel de la Independencia.
El artista mexicano desde hace dos años viene denunciando con sus obras, y también lanzó una convocatoria para que todos los artistas realicen obras sobres “Los muertos de este gobierno”, llamándolos a exponer en las plazas y en los espacios públicos con la idea de culminar con una exhibición nacional y la donación de obras a los familiares.
Desde los hechos de la noche de Iguala, se multiplicaron las expresiones del arte en reclamando la aparición con vida de los estudiantes de Ayotzinapa.
Se organizaron diversas acciones artísticas para visibilizar el reclamo planteando claramente que lo que pasó fue un crimen del Estado. Sumaron sus voces actores, actrices, directores, cineastas, artistas plásticos, ilustradores, escritores, periodistas, docentes, intelectuales y poetas, trascendiendo las fronteras de todo México, visibilizando el reclamo en festivales, entregas de premios, etc.
Ilustradores mexicanos crearon #IlustradoresConAyotzinapa, para acompañar y visibilizar la lucha por justicia.
Empezó con un Tumblr con las ilustraciones donde cada artista representaba la imagen de un joven desaparecido para subirlo a la red, acompañado de la frase “Yo, quiero saber dónde está…”.
Esto fue creciendo y a partir de todas las colaboraciones, hoy impulsan un proyecto más ambicioso. “Quienes en un inicio convocamos a #IlustradoresConAyotzinapa hoy sentimos la necesidad de convertir el proyecto en algo más. Es por eso que, con las ideas y el trabajo de diseñadores, editores, periodistas y escritores –todos ellos generosos– le estamos dando forma a un libro que será memoria del proyecto. El libro será editado en formato impreso y digital, bajo licencia de creative commons. Su distribución será a través de un donativo cuya recuperación será destinada a los padres de los muchachos desaparecidos, para sumarse y ayudarles en su búsqueda y lucha. Los recursos para preparar esta edición serán reunidos a través de una subasta de arte, de un fondeo y de los donativos específicos, a los cuales invitamos a sumarse para hacer posible esta obra”. De Ilustradores con Ayotzinapa.
México es una herida abierta, los familiares siguen sin saber el paradero de los jóvenes y todo el movimiento aportó al cuestionamiento a la política represiva del Estado, y la exigencia de Fuera Peña Nieto. A dos años #TodosSomosAyotzinapa.

Carmela Torres

martes, 27 de septiembre de 2016

La gran biblioteca del comunismo alemán




Biblioteca del archivo estatal alemán en la iglesia del antiguo cuartel de las tropas estadounidenses en Lichterfelde, Berlín

Después de la caída del muro de Berlín, el Estado alemán se hizo cargo del legado de las organizaciones de masas de la República Democrática Alemana
En el Archivo Estatal se encuentran más de un millón de libros, en su mayoría sobre teoría marxista, documentación de los sindicatos y de otras organizaciones

Justo después de la caída del muro fueron destruidos miles de libros, algunos incluso acababan de ser impresos. Todo lo relacionado con el sistema comunista debía desaparecer de la noche a la mañana. Esta transformación resuena hasta hoy día, cuando de vez en cuando se oyen reivindicaciones como la que realizaba hace un par de semanas el secretario general del Consejo Económico del partido de Merkel, la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU). Wolfgang Steigert pedía cambiar el nombre a las 550 calles que en ciudades del este de Alemania aún conservan el nombre de Karl Marx, como un signo del pasado comunista. Steigert pide también que se cambien las calles que llevan el nombre de Friedrich Engels, Rosa Luxemburgo o Karl Liebneckt.
En el archivo estatal se encuentra una parte de esos libros que sí consiguió ser rescatada. La institución tiene su sede en el barrio de berlinés de Lichterfelde, en el suroeste de la ciudad. Desde el centro se tarda casi una hora en llegar al lugar, un antiguo cuartel militar estadounidense. De hecho, la biblioteca del archivo es la antigua iglesia donde se hacían los servicios religiosos para las tropas. Dentro del archivo existe un organismo controlado por el Estado que se encarga de custodiar las obras y documentos legado del pasado comunista, que es la Fundación-Archivo de los Partidos y Organizaciones de Masas de la RDA (SAPMO en sus siglas en alemán).
El exministro de estado para la Cultura Bernd Neumann recordaba en 2013 que “la colección contiene también documentos del inicio del movimiento obrero alemán e internacional a partir de 1803, como por ejemplo documentos del partido comunista KPD”.
El organismo fue creado en 1992. Su trabajo de conservación es impecable y apolítico. Los ejemplares se encuentran custodiados en un edificio gigantesco de hormigón en el que el Archivo Nacional, el Bundesarchiv, almacena hasta 1,7 millones de libros. No todos son los de la fundación del archivo de la RDA. También hay obras de la Alemania nazi o incluso de la época anterior. Al fin y al cabo, el objetivo del archivo nacional es “asegurar la transmisión del legado de los órganos centrales de la República Federal Alemana, de la República Democrática Alemana, del Reich Alemán y de la Confederación Germánica”.
El archivo de la RDA es especial, así como lo fueron las circunstancias de Alemania a finales de los 80 y el proceso de reunificación, ejemplarmente pacífico en comparación con otras exrepúblicas soviéticas. Además de los archivos en sí del estado, que suman 11,5 kilómetros de actas, en él se recogen los documentos personales de los jefes del partido Partido Socialista Unificado de Alemania, el SED, Walter Ulbricht y Erich Honecker.
No solo se encuentran archivos propios del Gobierno, sino que en su conjunto transmite una idea de cómo fue la RDA, explica en su despacho Elrun Dolatowski, la directora de la biblioteca de la Fundación .
Solamente la biblioteca del antiguo Instituto para el Marxismo-Leninismo se compone de más de 600.000 obras. Libros sobre teorías marxistas que tras la caída del telón de acero parecen estar en desuso. La economista Anneli Echterhoff, que dirige un curso de lectura de El Capital de Karl Marx en la Fundación Rosa Luxemburgo, explica cómo lo que hace unas décadas era lectura obligatoria en Alemania del Este, hoy no se enseña en las universidades, de ahí el interés de algunos estudiantes: “Para los cursos de 2016 hemos tenido 160 inscripciones”.
Para consultar los títulos recogidos en el archivo no es necesario más que realizar una petición por escrito, ya que la mayoría se encuentra en el almacén, al que no tiene acceso el público. Un edificio gris, por dentro y por fuera, en el que estanterías rodantes ahorran un espacio precioso. Salas y salas llenas de códigos bibliotecarios. La consulta, online, se realiza a través de la web del archivo nacional. Muchas de las obras se encuentran asimismo digitalizadas.
Lo cierto es que no todos los libros tuvieron tan buen destino. De hecho, buena parte de los alemanes parece desconocer la existencia de la fundación. Historiadores, estudiantes o periodistas suelen ser los usuarios de la colección. Si se busca en Google “Fundación SAPMO” en la sección de noticias aparecen menos de una decena de artículos, sobre todo de la sección de historia de los medios, y la Institución aparece como fuente, no como objeto noticioso. Por el contrario, si introducimos las palabras “archivo RDA” aparecen innumerables noticias, eso sí, ligadas a otro archivo: el del servicio secreto del antiguo Ministerio para la Seguridad del Estado o Stasi.
Los propios trabajadores del archivo explican que antes de que se escribiese la ley que determinaba el destino de las obras, algunas empresas estatales se deshicieron de parte de sus archivos. De ahí que aquí llegase solo una parte del contenido de las bibliotecas de las empresas y organizaciones estatales.
Un par de personas se han dedicado a rescatar estos libros. Como el actor Peter Sodann, nacido en Sajonia y que vive en el pueblo de Staucha, entre Dresde y Leipzig. Su colección es una de las mayores recopilaciones privadas de literatura editada durante los cuarenta años que duró la RDA. Más de medio millón de títulos están conservados en un almacén. Sodann ha llamado a su biblioteca La casa del olvido y puede visitarse.
También el pastor Martin Weskott almacena en la ciudad de Katlenburg, cerca de Göttingen, unos 700.000 ejemplares según él mismo, que fueron editados durante el periodo socialista. Según explicaba al periódico Die Welt, comenzó a rescatar libros en 1991 cuando vio una foto en un periódico de un almacén de reciclado en la ciudad de Leipzig al que se habían llevado cientos de libros para destruirlos. Su almacén también puede visitarse los domingos después de la misa.
Estas bibliotecas particulares y la colección de la Fundación SAPMO son el lugar ideal para los interesados en conocer más sobre la vida y política de la República Democrática Alemana.

Carmela Negrete
Berlín

lunes, 26 de septiembre de 2016

“Santa” Teresa de Calcuta: una títere fanática de la clase dominante




La Madre Teresa (1910-1997) ha sido beatificada por el Papa Francisco I, después de una serie de milagros que fueron sacados de los registros actualizados de toda su vida provenientes de sus clínicas para los pobres en la India y donde el papel de la medicina moderna estaba convenientemente escondido debajo de la alfombra. Estos años de crisis y revolución han sido un periodo de escasez para la Iglesia Católica, la cual se ve forzada a producir una serie de santos para mantener su atractivo.

De hecho, el negocio de hacer santos está prosperando en estos días (en tres años Francisco ha canonizado a 29 santos). El papa Francisco también ha sido cuidadoso para cubrir con un barniz la jerarquía de la Iglesia Católica y su cementerio de santos con un brillo de justicia social. Francisco ha intentado pintar a su más reciente santa como una amiga de los pobres, una mujer que “hizo oír su voz ante los poderosos de este mundo, para que pudieran reconocer su culpabilidad por el crimen de la pobreza que ellos crearon”. La verdad; sin embargo, está muy lejos de las adulaciones de Francisco a esta “santa de las cloacas”.

Una entusiasta de la pobreza y del sufrimiento

La Madre Teresa nació en Skopje en 1910, en una familia albanesa, como Anjezë Gonxhe Bojaxhiu. Tomó sus votos religiosos a una edad temprana y se trasladó a la India para unirse a la obra misionera de la Iglesia Católica. Aparentemente, afligida por la miseria a la que se enfrentaban las masas indias, en 1950 creó su propia casa de caridad, las Misioneras de la Caridad, y comenzó a dar tratamiento médico a los moribundos pobres de Calcuta. Pronto comenzó a ser venerada como una amiga misericordiosa de los desfavorecidos, con la ayuda del periodista reaccionario de la BBC Malcolm Muggeridge, quien hizo mucho para promulgar sus milagros. Sin embargo, ella no era una amiga de los pobres sino una apologista de la pobreza. Ella decía: “Yo creo que es muy hermoso para los pobres aceptar su destino, para compartirlo con la pasión de Cristo. Creo que se le ayuda mucho al mundo con el sufrimiento de los pobres”. Sus “clínicas” hicieron mucho para promover ese sufrimiento. Prestigiosas revistas médicas, como The Lancet, han informado que, a pesar de la generosa financiación de la fundación Teresa, estos centros eran (y son) caracterizados por su precariedad, por la negligencia de las normas de higiene básicas, por el hacinamiento, por el desconocimiento de los protocolos médicos modernos y por un personal de baja cualificación.
Estas enfermerías nauseabundas no estaban destinadas a curar a los pobres. Muchos entraban a estos centros con problemas menores y salían muertos. Estos eran lugares donde los pobres eran traídos a morir, incapaces de pagar por algo más fuera de la podredumbre del capitalismo indio. Ellos también recibían, ¡pobres infelices!, su respectiva dosis de proselitismo católico. Pero estas clínicas ni siquiera aliviaban el dolor de los moribundos. Para la Madre Teresa el dolor era una recompensa celestial, “el más hermoso regalo para una persona es que pueda participar de los sufrimientos de Cristo”. En efecto era ¡un “hermoso” regalo! Una vez le dijo a un paciente de cáncer angustiado: “Usted sabe que este terrible dolor solo es el beso de Jesús”. Pero la misma Teresa no practicaba lo que ella predicaba. Ella recibía su tratamiento médico en caras clínicas privadas de California y Roma.
La madre Teresa, al pertenecer a la extrema derecha de la jerarquía católica, se opuso firmemente al aborto, al matrimonio homosexual y al divorcio. En el discurso pronunciado después de recibir el premio Nobel de la Paz, se refirió célebremente al aborto como “la más grande amenaza para la paz mundial”. Parece que la única vez que ella realmente se preocupó por la vida era cuando estaba en el útero. Después de eso la gente era animada a morir en la miseria y el sufrimiento. Al recibir un premio de la Organización Mundial de la Salud, se refirió al SIDA como una “justa retribución por la inapropiada conducta sexual”.

Una amiga de asesinos y dictadores

La filosofía de la Madre Teresa, la cual pedía a los pobres aceptar pasivamente su destino, era extremadamente útil para que los ricos y los poderosos mantuvieran a los oprimidos en cadenas. ¿Qué podría ser mejor que enseñar a los explotados a abrazar su suerte con la esperanza de una vida mejor en el más allá, sin cuestionar la injusticia terrenal, y sin demandar un tratamiento adecuado cuando enfermaban, sino solamente buscar caridad en centro de cuidados que estaba en precarias condiciones y hacinamiento? En 1983, la planta de la multinacional estadounidense Union Carbide en la India explotó, causando terribles muertes y heridas en muchos otros. Esto fue claramente provocado por la política de la empresa de ahorrar dinero con las medidas de seguridad. El comentario de la Madre Teresa fue: “Esto pudo haber sido un accidente, es como un fuego que pudo estallar en cualquier lugar. Es por eso que es importante perdonar. El perdón nos ofrece un corazón limpio y la gente será cien veces mejor después de darlo”. Así que en lugar de organizarse para luchar contra la Union Carbide las víctimas de este terrible crimen del capitalismo debían simplemente aceptar su suerte.
No es sorprendente que la Madre Teresa se haya hecho amiga de uno de los dictadores más salvajes del mundo y haya recibido donaciones lujosas de todo tipo de mafiosos y oligarcas. En 1981, viajó a Haití para ser galardonada con la “Legión de Honor”, por el corrupto y brutal dictador Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier. Durante su visita, Teresa remarcó que ella “nunca había visto a la gente pobre mostrarse tan familiar con su jefe de Estado”. Este jefe de Estado, tan familiar con su pueblo, seria derrocado cinco años después en una insurrección popular. Ella también recibió donaciones, títulos y ovaciones de la talla de Ronald Reagan, quien en ese tiempo estaba realizando prácticas de complicidad en los asesinatos de sacerdotes católicos socialistas en El Salvador, o la junta militar de Guatemala. Cuando Teresa visitó Guatemala en 1979, la dictadura estaba llevando a cabo una campaña salvaje de contrainsurgencia contra las guerrillas comunistas y de genocidio contra la población indígena. Cuando se le interrogó sobre su visita, su único comentario fue que “todo parecía tranquilo en los lugares a los que fuimos. Yo no me involucro en ese tipo de política”.
Teresa también recibió enormes donaciones de mafiosos y ladrones como el archiconservador financiero y asesor de Nixon: Charles Keating, involucrado en un gran escándalo de fraude. Teresa intercedió en su favor ante el juez de California que lo enjuiciaba, refiriéndose a este estafador como “amable y generoso ante los pobres de Dios”, y predicó al juez acerca de las virtudes del perdón. El fiscal del caso decidió enviar a Teresa una carta pidiéndole devolver el dinero que le había donado Keating, pero fue en vano. En efecto, la caridad de la madre Teresa era notoriamente opaca. Las solicitudes de los periodistas para acceder a los libros contables de la organización son constantemente denegadas. Uno solo puede preguntarse a dónde va a parar el dinero de esta caridad (la decima más rica de la India) seguramente no a la mejora de sus desmejoradas clínicas.

La jerarquía de la iglesia y la clase dominante

¿Por qué los apologistas de la pobreza y la explotación, como la Madre Teresa, son canonizados, mientras los verdaderos cristianos luchadores por la justicia y la igualdad, como Hugo Chávez contra quien la Iglesia Católica mantenía un conflicto permanente y conspiraba en su contra, o el arzobispo Oscar Romero (asesinado por mercenarios de Ronald Reagan), o Jean-Bertrand Aristide (cuyo gobierno el Vaticano no reconoció), son despreciados o rechazados por las autoridades de la Iglesia? El intento por parte de Francisco de pintar a la Madre Teresa, quién era una fundamentalista sádica, como una defensora de la justicia social es cínico e hipócrita. Pero, de nuevo, el propio Francisco tiene un oscuro pasado al combatir a los sacerdotes de izquierda de la Teología de la Liberación y de complicidad con la viciosa dictadura de Videla en Argentina. La demagogia de Francisco sólo refleja la presión hirviente desde abajo, a medida que las bases cat´licas quedan expuestas a la actual ola de radicalización y de fermento revolucionario, y pierde la fe en las corruptas autoridades de la Iglesia.
Jesucristo expulsó a los mercaderes del templo –pero ellos pronto se colaron por la puerta de atrás. Desde hace siglos, la jerarquía de la iglesia católica ha sido deliberadamente aliada de la clase dominante, dando una justificación ideológica a la miseria de las masas y a los privilegios de las élites –recibiendo una retribución generosa a cambio de sus servicios. A lo largo de la sociedad esclavista, del feudalismo, del colonialismo y del capitalismo moderno, los amos han ido cambiando, pero el objetivo sigue siendo el mismo: asegurar la sumisión de los pobres ante la injusticia y la explotación. Y la Madre Teresa ha sido uno de los títeres más serviles de los ricos y de los poderosos –ella ha sido una agente de los mercaderes del templo. Jesucristo dijo que es más fácil que un camello pueda pasar por el ojo de una aguja, a que un rico pueda entrar en el cielo. Solo podemos imaginar que lo mismo se aplica para los traficantes y predicadores de los ricos. Los marxistas no creemos en el cielo –pero si el cielo existiera, estamos seguros de que la Madre Teresa no sería admitida en él.

Arturo Rodríguez

domingo, 25 de septiembre de 2016

Estados Unidos: un nuevo fusilamiento desata protestas masivas en Charlotte




Las protestas en la ciudad de Charlotte (Carolina del Norte), convulsionada por el asesinato del afroamericano Keith Lamont Scott a manos de la policía, constituyen según The Washington Post, “una de las respuestas más candentes a un tiroteo en cualquier ciudad desde la ola de protestas a nivel nacional que se inició en Ferguson, Missouri, hace dos años” (22/9).
La policía mantiene la versión de que Scott se encontraba armado al momento de su asesinato por parte del agente Brentley Vinson, pero sus familiares aseguran que lo que llevaba en las manos no era un arma, sino un libro, y varios testigos afirman que fue asesinado de cuatro tiros a quemarropa (actualidad.rt.com, 22/9). El homicidio tuvo lugar menos de una semana después del que se llevó la vida de otro negro desarmado, Terence Crutcher, en Tulsa (Oklahoma), el pasado viernes 16; y del asesinato del Darren Seals, líder de las protestas de Ferguson.
El crimen racista fue el acicate para dos noches de intensas protestas, en que los manifestantes alzaron las consignas de “La vida de los negros importa” (el nombre del movimiento contra estos crímenes raciales), “¡Sin justicia no hay paz!” y “Dejen de matarnos”.
Luego de la subsiguiente represión por parte de la policía (con gases lacrimógenos, balas de goma, granadas aturdidoras y por lo menos 44 detenidos) y crecientes enfrentamientos, el gobernador de Carolina del Norte, Pat McCrory, decretó el Estado de emergencia. El cuadro dio así un salto en intensidad, ya que se han incorporado a la represión centenares de militares de la Guardia Nacional, así como la Patrulla de Caminos. La militarización va a tono con la defensa cerrada de las fuerzas de seguridad por parte del mandatario.

Violencia estatal

El Washington Post ha publicado un pormenorizado estudio de la violencia policial en 2016, que con 706 asesinatos en la cuenta se halla ya al mismo nivel que en mismo período de 2015. Casi la totalidad de estos hechos quedan impunes.
En otro estudio del mismo medio de julio se revela que un negro tiene 2 veces y media más de posibilidades de ser asesinado por un policía que un blanco.
El Estado de emergencia decretado por el gobernador es la expresión última de un Estado de emergencia que se ha transformado en permanente en los Estados Unidos. El objetivo de ese estado policial es mantener a raya a las masas en un cuadro de bancarrota capitalista, acentuamiento de la polarización social y guerras imperialistas.
Por eso, el problema de fondo es de clase (cabe señalar que el asesino de Scott también era afroamericano y que Obama, el primer presidente negro, envió la Guardia Nacional en reiteradas ocasiones a sofocar las rebeliones populares contra los casos de gatillo fácil en distintos puntos del país).
Sólo la clase obrera, estructurada en partido y acaudillando al resto de las capas explotadas, puede derrotar el estado policial yanqui y abrir una salida frente a la crisis.

Tomas Eps

sábado, 24 de septiembre de 2016

La crisis llegó al agronegocio




Bayer ha comprado a Monsanto por 57.000 millones de dólares. La nueva compañía se convertiría en la más grande del mundo, con una venta asegurada del 29 % de las semillas y el 24 % de los pesticidas a escala mundial.
Monsanto es el pulpo que se identifica históricamente con los organismos genéticamente modificados (OGM), en base al predominio de su maíz, soja, algodón y otros cultivos manipulados para ser resistentes a los herbicidas.
La fusión forma parte de un proceso de conjunto. En los últimos meses se han apareado ChemChina con la suiza Syngenta y Dupont ha acordado combinar sus departamentos de cultivos con Dow Chemical, como primer paso de una unión.
La nueva empresa Bayer llevaría a un extremo lo que ya es un agudo proceso de concentración.

La crisis capitalista

Las fusiones han sido dictadas por la crisis mundial. La sobreproducción ha provocado un derrumbe de los precios de las materias primas. Desde 2013 se han producido muchos más millones de toneladas de soja, maíz y trigo de lo que la población puede adquirir. La única opción que les ha quedado a las “cuatro grandes” es consolidarse con la expectativa de monopolizar aún más los mercados y descargar la crisis, vía nuevos ajustes, sobre los trabajadores.
Hasta la crisis de 2008, los gobiernos imperialistas y estas empresas fueron responsables de un gigantesco proceso de confiscación económica que afectó al conjunto de los trabajadores de todos los países. El precio de las materias primas alimenticias subió un 150% entre 2002 y 2008, sin ninguna relación con la oferta y la demanda de alimentos. El aumento tuvo características ferozmente especulativas -la inversión en índices vinculados con el negocio de las materias primas creció veinte veces entre 2003 y 2008.
En ningún lugar del mundo el aumento de salarios se aproximó a estos niveles de aumento de los alimentos. La baja que se operó después no volvió al punto de partida, pero continúa procesándose y afecta todo el circuito de la llamada nueva agricultura, caracterizada por la aplicación del capital financiero al campo en todos los órdenes -desde los fertilizantes y semillas hasta la comercialización, pasando por la siembra, el cuidado y la cosecha.

Una carrera que no se puede sostener

Ahora, la caída de los precios se produce en medio de costos crecientes para los productores. El gasto en semillas de cultivos se ha multiplicado por casi cuatro veces desde hace veinte años, cuando Monsanto comenzó a aparecer como la cara pública de estas variedades.
El rendimiento de los cultivos, en una proporción importante, no logra mantener el ritmo del aumento del costo de las semillas. Un productor norteamericano paga 85 dólares la bolsa de semillas de soja genéticamente modificadas, casi cinco veces lo que pagaba hace dos décadas. “En la próxima primavera boreal, ese productor planea sembrar muchos de sus campos de maíz y soja con semillas no biotecnológicas” (Wall Street Journal, 16/9).
Existe otro problema, que hacía aún más precaria la situación de Monsanto. Durante años logró enormes beneficios a través de la venta de su herbicida glifosato (conocido como Roundup) en conjunto con cultivos modificados genéticamente para resistir al glifosato (conocidos como Rondoup Ready). Esta transformación parece haber llegado a un límite: no solo en Estados Unidos sino en otra partes del mundo, cada vez más las malas hierbas desarrollan resistencia al glifosato y están provocando una loca carrera, aplicando más herbicida o buscando un reemplazo.

59 y 64% del mercado: ¿A dónde vamos?

Si todas las fusiones terminaran siendo aprobadas, las tres mayores compañías que quedarían en pie (Bayer, ChemChina Syngenta y Dow Dupont) venderán el 59% de las semillas patentadas en el mundo y el 64% de todos los pesticidas, y Bayer sola el 70% de las semillas de algodón en Estados Unidos. Va de suyo que los “tres grandes” agudizarán aún más su política actual de centrarse en los cultivos más rentables y hundir la biodiversidad agrícola. “A medida que estas industrias se consolidan, dirigen la investigación hacia lo que se supone que son los rubros que ofrecen mayores ganancias, productos básicos como el maíz o la soja”, denuncia un investigador (Howard, Universidad de Michigan, AFP, 16/9).
El monopolio y las patentes de semilla y pesticidas no son sólo insoportables para la cadena de valor agrícola, sino un peligro para la humanidad.
De cualquier modo, la fusión encierra la posibilidad de un nuevo capítulo de la crisis. El año pasado Monsanto quiso comprar Syngenta, el mayor productor de agroquímicos del mundo. Después de que el acuerdo fracasara, el CEO de Syngenta planteó la endeblez de las operaciones en curso por “la saturación de los mercados” y la “ausencia de innovaciones”. Se podría decir lo mismo de la fusión Bayer-Monsanto.

Una salida anticapitalista

Las fusiones fortalecen a los responsables de la catástrofe alimentaria internacional, que tiene una raíz capitalista y está directamente vinculada con la crisis mundial. Para atacar la crisis corresponde atacar al capital. La expropiación de las tierras -seguida de un arrendamiento masivo a cooperativas de chacareros y peones sin tierra- y de los grandes pulpos alimentarios y comercializadores responde a una necesidad general de los trabajadores para hacer frente a la crisis.

Christian Rath

viernes, 23 de septiembre de 2016

A un año de la represión del CODICEN




Estudiantes se movilizaron este jueves al cumplirse un año del desalojo y represión en el CODICEN, en el marco del reclamo de 6% del PBI para la educación pública.

jueves, 22 de septiembre de 2016

‘El Talón de Hierro’, una obra pionera de la literatura socialista




Presentamos aquí un libro distinto a los habituales de la Fundación Federico Engels. Distinto no por su contenido ideológico, sino por su género, ya que se trata de una novela escrita por un autor que ha pasado a la historia por su compromiso con la causa de los oprimidos. Hemos escogido El Talón de Hierro, de Jack London, para inaugurar nuestra nueva colección “Literatura de Combate”, dedicada a novelas, memorias y otras obras literarias identificadas con el socialismo y la revolución, pero que no se encuadran en el terreno de la teoría marxista, que hasta ahora constituye el grueso de nuestro catálogo.
Jack London (1876-1916) nació en la ciudad estadounidense de San Francisco cuando el país ya había salido de la Guerra de Secesión (1861-1865) y emprendía la senda para convertirse en la gran potencia capitalista mundial. En aquella época, la industrialización, el ferrocarril y las minas de oro alimentaron la más brutal explotación de una joven clase obrera nutrida por el aluvión de la emigración europea. London, hijo de una exesclava, aprendió a leer y a escribir de manera autodidacta. Con 14 años comenzó a trabajar como recolector furtivo de ostras. Tras un viaje a Japón en 1893, retorna ese mismo año a unos Estados Unidos azotados por la crisis económica y los disturbios laborales. Tras un tiempo vagabundeando, comienza a trabajar de doce a dieciocho horas diarias en la conservera Hickmott. En 1897 se va a buscar trabajo en las minas de Alaska, donde las condiciones extremas lo hacen enfermar de escorbuto. Esos años forjaron su conciencia socialista y engendraron sus primeros relatos describiendo la miseria de la clase obrera.
En 1896 se afilia al Partido Laborista Socialista, que abandonaría en 1901 para unirse al recién fundado Partido Socialista de América. Su actividad militante provocó su arresto en 1897. Fue candidato a alcalde de Oakland en dos ocasiones (1901 y 1905), ciudad donde se instaló tras abandonar Alaska, logrando en ambas ocasiones un escaso apoyo. En 1906 emprendió una gira por el país dando conferencias sobre el socialismo. En esos años publicó ensayos de temática socialista, como “La guerra de las clases” (1905) y “Revolución y otros ensayos” (1910).
Y en medio de toda esa actividad militante y socialista, Jack London escribe la novela que ahora presentamos, publicada en 1908. En 1903 y 1906 habían visto la luz respectivamente La llamada de la selva y Colmillo blanco, que junto con El Talón de Hierro son sus obras más conocidas.
A comienzos del siglo XX, el mundo vivía un período de fuertes convulsiones en la lucha de clases, que acabarían por conducir a la Primera Guerra Mundial. Los conflictos entre las potencias imperialistas (Gran Bretaña, Francia, Alemania), los levantamientos obreros en diferentes países de Europa y, sobre todo, la Revolución Rusa de 1905 marcaron profundamente a Jack London y lo llevaron a escribir esta obra.
El Talón de Hierro narra la historia de Ernest Everhard, un revolucionario estadounidense capturado y ejecutado en 1932 por haber tomado parte en una frustrada revolución obrera, la Comuna de Chicago. La novela, presentada en forma de relato escrito en primera persona por su viuda, Avis Everhard, nos describe el funcionamiento del sistema capitalista y cómo la oligarquía industrial implantó el Talón de Hierro, su dictadura.
En esta obra, Jack London realiza una dura crítica del capitalismo, que por aquellos años ya había dejado de ser el sistema de “libre competencia” de comienzos de la Revolución Industrial y se había convertido en capitalismo monopolista de Estado, como tiempo más tarde denunciaría Lenin en su conocida obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, editada recientemente por nuestra Fundación. Pero, sobre todo, El Talón de Hierro nos habla de la necesidad de la lucha revolucionaria para conquistar el socialismo.
En sus páginas encontramos ideas reflexivas y profundas que beben de la mejor tradición socialista: “Cinco hombres bastan ahora para hacer pan para mil personas. Un solo hombre puede producir tela de algodón para doscientas cincuenta personas, lana para trescientas y calzado para mil. Uno se sentiría inclinado a concluir que, con una buena administración de la sociedad, el individuo civilizado moderno debería vivir mucho más cómodamente que el hombre prehistórico. ¿Es así? (...) Si la capacidad productiva del hombre moderno es mil veces superior a la del hombre de las cavernas, ¿por qué en Estados Unidos hay actualmente quince millones de habitantes que no están alimentados ni alojados adecuadamente y tres millones de niños que trabajan? (...) Ante este hecho, este doble hecho —que el hombre moderno vive más miserablemente que su antepasado salvaje, mientras su capacidad productiva es mil veces superior—, no cabe otra explicación que la mala administración de la clase capitalista, que son ustedes malos administradores, malos amos, y que su mala gestión es imputable a su egoísmo”.
También contiene enérgicos llamamientos a favor de la acción transformadora y la conquista del poder por los oprimidos:
“Nuestra intención es no solamente tomar las riquezas que están en las casas, sino también todas las fuentes de riqueza, todas las minas, todos los ferrocarriles, las fábricas, los bancos, los almacenes. Eso es la revolución. (...) Queremos tomar en nuestras manos las riendas del poder y el destino del género humano. Estas son nuestras manos. Ellas les arrebatarán su gobierno, sus palacios y su dorada comodidad, y llegará el día en que ustedes tendrán que ganarse el pan con el sudor de su frente, como el campesino o como los pobres y hambrientos empleados de sus ciudades. Aquí están nuestras manos. ¡Son manos fuertes!”.
Jack London también fustiga con dureza a todas las instituciones que sostienen este sistema de explotación, desde la Iglesia —“niños de seis y siete años que trabajan toda la noche en turnos de doce horas. Nunca ven la santa luz del día. Mueren como moscas. Los dividendos se pagan con su sangre. Y con esos dividendos se levantan magníficas iglesias en Nueva Inglaterra”— a los dirigentes serviles de las organizaciones políticas y sindicales reformistas —“los políticos de los viejos partidos (...) esbirros, lacayos de la plutocracia (...); los miembros de esas castas obreras, de esos sindicatos privilegiados, se esforzarán por transformar sus organizaciones en corporaciones cerradas”—, pasando por la clase media, “el corderito temblando entre el león y el tigre. Será de uno o de otro”.
Y, por supuesto, denuncia la guerra imperialista como una carnicería lucrativa para la burguesía: “Además, las hostilidades consumirían muchos excedentes nacionales, reducirían los ejércitos de parados que amenazaban a todos los países y darían a la oligarquía tiempo para madurar sus planes y realizarlos”.
El Talón de Hierro es una obra de ficción, pero se sustenta en numerosos hechos y personajes reales que aparecen tanto en el texto como en las abundantes notas escritas por London (que están debidamente indicadas; las que no, son de nuestra autoría): datos, libros, declaraciones, la ley de Milicias, la anulación judicial de la ley que prohibía el trabajo infantil en Pensilvania y de la que limitaba la jornada laboral de los panaderos neoyorquinos, las Centurias Negras rusas, la Agencia Pinkerton y sus matones, el caso Moyer y Haywood y las palabras de Eugen V. Debs sobre el mismo, James Farley y su tren de rompehuelgas, etc.. Aunque en ocasiones London mezcla lo real con lo novelesco (Farley no murió asesinado por la viuda de un huelguista, sino de tuberculosis), la fuerza de sus ideas son el reflejo de una dura realidad.
Con El Talón de Hierro, London se convirtió en un analista de su época y del futuro, anticipando incluso lo que después sería el fascismo. Y pudo preverlo gracias a la perspectiva de clase y socialista que recorre todo el libro.
En la actualidad vivimos una época muy parecida a la que aquí nos describe Jack London, con turbulencias económicas, enfrentamientos imperialistas y estallidos sociales, que dan lugar a revoluciones y contrarrevoluciones. De una forma sencilla, con un lenguaje directo y sin concesiones, El Talón de Hierro nos ayuda a comprender los entresijos del sistema capitalista en su período de decadencia y las artimañas de la burguesía para perpetuarse en el poder. Pero sobre todo nos transmite la necesidad de que la clase obrera se organice y luche de forma revolucionaria por transformar la sociedad, la única manera de alcanzar el socialismo.
El Talón de Hierro recibió los elogios de León Trotsky, que lo leyó animado por la hija de London, Joan, a quien después envió la carta que sigue a esta nota, así como del escritor Anatole France, cuyo prólogo a la primera edición francesa, en 1923, también incluimos aquí. Esos elogios no son para menos, puesto que esta obra contiene enseñanzas magistrales que conviene no olvidar: “El poder será el árbitro. Siempre lo fue. La lucha de clases es una cuestión de fuerza. Pues bien, así como su clase derribó a la vieja nobleza feudal, así también será abatida por otra clase, la clase obrera”.

Izquierda Revolucionaria
Mayo de 2016

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Brasil: crecen las luchas contra el ajuste




Dos semanas de huelga de los trabajadores bancarios

Los trabajadores bancarios ingresaron en la segunda semana de huelga en reclamo de un aumento salarial que contemple la inflación acumulada (9,5%) más un 5% de aumento real, así como mejoras en las condiciones de trabajo.
La medida asombra por su contundencia: un informe del diario O Globo del 20/9 que registra la situación estado por estado indica que en casi todos ellos más del 70% de las sucursales adhieren a la huelga.
Finalizada la primera semana de la medida de fuerza, la cámara patronal realizó una propuesta de aumento del 7%, que fue rechazada por estar debajo de la inflación. Los bancos argumentan que el país se encuentra en crisis, pero los trabajadores han puesto de relieve las fabulosas ganancias que aquellos amasaron en el último tiempo, incluyendo las administraciones ‘progresistas’ de Lula y Rousseff. En palabras de un referente del Sindicato de los Bancarios de San Pablo, “los banqueros no tienen crisis, visto los beneficios que han obtenido en los últimos años. Si tomamos los balances de los mayores bancos brasileños en los últimos seis meses, lo que vemos son beneficios cada vez mayores” (Correio da Cidadania, 14/9).
La crisis brasileña, en verdad, intenta ser descargada por el gobierno y las patronales sobre los hombros de los trabajadores.
El gobierno impulsa un paquete de medidas antiobreras que incluye la elevación de la edad de retiro y una reforma laboral flexibilizadora que “legaliza la contratación temporaria incluso por pocas horas y permite ampliar la jornada de trabajo de 8 a 12 horas diarias” (Página 12, 10/9), manteniendo la jornada de 44 horas semanales pero adecuando su distribución a los caprichos de la patronal.
Por este motivo, los metalúrgicos del ABC paulista preparan una jornada de lucha para el 29 de septiembre.
En medio de esta ofensiva capitalista, la huelga de los bancarios reviste particular importancia para el movimiento obrero y el pueblo brasileño, que enfrenta en las calles a Temer.
La impopularidad del presidente golpista quedó en evidencia en las multitudinarias manifestaciones que reclamaron “Fuera Temer”.
La CUT elude, sin embargo, la convocatoria a la huelga general para quebrar el ajuste y el PT intenta circunscribir las movilizaciones al reclamo de nuevas elecciones.
Ambos se comportan, así, como un factor de aseguramiento de la gobernabilidad.
Por el triunfo de los trabajadores bancarios. Fuera Temer. Por la huelga general para quebrar el ajuste.

Gustavo Montenegro

martes, 20 de septiembre de 2016

Brasil: La clase obrera debate la huelga general




Del 1° al 3 de septiembre se realizó en Florianópolis el IX Congreso del Sindicato de Trabajadores Municipales (Sintrasem). Con la presencia de 200 delegados, en representación de 8.000 afiliados, se debatió la situación política del Brasil y las tareas a encarar por el movimiento sindical y la clase obrera en la nueva etapa postgolpista. Seis organizaciones de la izquierda brasilera presentaron tesis que fueron editadas y distribuidas: Esquerda Marxista (Corriente El Militante Internacional), Unidade Classista (PCB), ConLutas-PSTU, Unidos vamos a Luta-CUT (O Trabalho, ex lambertistas), Intersindical Central da Classe Trabalhadora (PSOL) y Tribuna Classista (CRCI en Brasil). El PO de Argentina fue invitado por Tribuna Classista, con aval de la dirección del Sintrasem, para intervenir en el debate nacional e internacional.

Sobre la huelga general

El debate central giró sobre el balance del gobierno del PT y la necesidad de enfrentar la ofensiva del gobierno Temer con la huelga general. La consigna “Fora Temer” dominó las deliberaciones del congreso y es una medida del rechazo que despierta el nuevo gobierno entre los trabajadores.
Algunas corrientes llaman a impulsar la huelga general, pero este planteo no es acompañado por un balance y una ruptura política con el PT y sus burocracias en las organizaciones obreras. Al contrario, para algunos sectores se plantearía una presión sobre la dirección de la CUT, para que la Central “vuelva a ser punto de apoyo nuestras luchas, presionando para que su dirección pase de los discursos a la acción”. Pero la CUT fue el corsé que restringió la lucha independiente de la clase, convirtiendo los sindicatos en oficinas del PT y el gobierno. En nueve meses del proceso de impeachment golpista, estas direcciones burocráticas bloquearon toda movilización independiente contra los golpistas, subordinándose al gobierno Dilma, que llevaba adelante el ‘ajuste’ contra los trabajadores. Concluido el juicio político, la política del PT es asegurar la gobernabilidad. La CUT viene pateando una medida de fuerza, mientras se acentúan y multiplican en todo el país las movilizaciones populares.
Enfrentados a estas tendencias se encontraban corrientes defensoras activas de un plan de lucha y de la huelga general, partidarias, asimismo, de rechazar la política de colaboración de clases. El eje de ese rechazo giró en torno de la ruptura del Sintrasem y de todas las organizaciones obreras con la CUT, la desafiliación y salida de la misma. Esto lo levanta la Unidade Classista (PCB), un ala del viejo PC que enfrentó al PT, y el PSTU, que dirige una pequeña central alternativa (Conlutas). La ruptura de las organizaciones obreras con la burguesía se transformó en la ruptura de la CUT; la batalla por un planteamiento, reagrupamiento y programa de independencia de clase, es sustituida por una lucha faccional de aparatos. El ABC de quienes nos reclamamos clasistas es la defensa del frente único de la clase obrera en todos sus niveles, y pelear en todos los sindicatos y centrales por una nueva dirección revolucionaria basada en un programa revolucionario de independencia política.

Perspectiva política

Las deliberaciones del congreso de los trabajadores municipales es un botón de muestra de la necesidad y de la posibilidad de una respuesta colectiva de los trabajadores. La izquierda clasista tiene una oportunidad de presentar un programa de conjunto frente a la crisis y de plantear una alternativa política de clase. Sin embargo, tiende a limitar sus perspectivas a las elecciones municipales de octubre, lo cual -importa señalarlo- pasó desapercibido en el congreso. No hubo planteos de apoyo a alguna lista para dichos comicios. La izquierda no va unida en torno de posiciones de independencia política. Algunos apoyan a fracciones del PT (que van incluso en alianzas con sus viejos aliados devenidos en golpistas) o a candidaturas burguesas u oportunistas (PSOL). El PSTU se ofrece como un canal independiente, pero minoritario y con algunos planteos confusos.
Hay que abrir un debate para desarrollar la consigna “Fuera Temer” y la huelga general, en función de una crisis de poder con una posible irrupción de masas.
Esta perspectiva política fue desarrollada por Tribuna Classista -y apoyada por muchos delegados-, quien llamó a impulsar la convocatoria a un congreso de trabajadores nacional, para discutir los planteos políticos que permitan construir una alternativa política y sindical independiente de los trabajadores.
La experiencia de la lucha del PO en la Argentina y la construcción del FIT fue vivazmente seguida: nuestro planteo de lucha contra el golpe sin apoyar al gobierno de Dilma, la necesidad de una delimitación implacable del nacionalismo burgués y del frentepopulismo, el rechazo a los pseudofrentes de resistencia contra Macri que ahora dice impulsar el kirchnerismo, el combate por un plan de lucha independiente contra los planes ajustadores del gobierno nacional y los gobiernos provinciales del PJ y la lucha por una nueva dirección con un programa clasista revolucionario en todas las centrales.
Un hecho distintivo: en el cierre del congreso se pasó el video donde el diputado del PO-FIT, Néstor Pitrola, enfrenta a la diputada Carrió para repudiar el golpe de Temer y señala que en Brasil se está abriendo camino la lucha por la huelga general.

Rafael Santos

Vigilia por Diyab y un pedido de compromiso al gobierno

El grupo Vigilia por Jihad Diyab realizó una jornada de difusión y vigilia en apoyo al refugiado en la tarde delpasado viernes en la Plaza Libertad y en Cancillería. El ex Guantánamo expresó en las últimas horas que si el gobierno afirma su compromiso a encontrar una solución él abandona la huelga líquida, dando tiempo hasta hoy domingo para responder.

El pasado viernes se realizó la Vigilia por Diyab, empezando en Plaza Libertad pero que culminó en el edificio de la Cancillería a pocos metros de allí sobre la avenida 18 de Julio, a las 19h. Los concurrentes colocaron en el lugar velas y pancartas, pidiendo a las autoridades responsables, el gobierno uruguayo como el de Estados Unidos, dar una solución a la situación del refugiado: “que cumplan con las gestiones necesarias para la reunificación familiar de Jihad allí donde esta sea posible, y que se acabe con la persecución política contra este refugiado”.
Por otro lado, el Sindicato Médico retiró su asistencia luego que Diyab pidió se le retirara el suero que estaba recibiendo luego del desmayo que tuvo esta semana.

La salud de Diyab

Luego de haber entrado en un coma superficial el día miércoles, fue asistido por la Comisión de Derechos Humanos del Sindicato Médico del Uruguay, que le suministró suero para hidratarlo, el cual fue retirado a pedido de Diyab cuando éste pudo despertar. A raíz de este pedido el SMU retiró la asistencia y el monitoreo que le estaba ofreciendo al refugiado, “Cuando no están dadas esas condiciones, cuando la persona dice que quiere llegar hasta las últimas consecuencias, el protocolo habilita a retirarnos, porque no le podemos garantizar que vaya a lograr lo que quiere siguiendo este tipo de cosas” declaró Galzerano en el semanario Brecha una de las médicas del SMU y agregó “Esta situación excede a todas las huelgas de hambre que hemos tenido, es la más grave”. También dijo que si Diyab abandonaba la medida de huelga seca (no ingerir líquidos) el SMU volvería a prestarle asistencia.

Intervino la justicia penal

En la semana también intervino la justicia penal a través del juez Carlos García Guaraglia, tras una denuncia del Ministerio de Salud en algunas versiones de prensa, en otras que fue tras una llamada de la Dirección General de Información e Inteligencia Policial. A consecuencia concurrió una delegación de tres médicos forenses del Instituto Técnico Forense, acompañados de tres policías, los cuales elaboraron un informe que elevaron al juez. Por haber recuperado la conciencia Diyab, se decidió no intervenir por ahora.

El pedido de compromiso al gobierno y las gestiones de Nin Novoa en Estados Unidos

En un comunicado por video de Diyab del pasado viernes según lo traducido, indicó que a partir de este encuentro Diyab le transmitió a esta delegación que él empezaría a tomar líquidos si el gobierno asume el compromiso, con un plazo establecido de máximo siete días para llegar a una solución, también agregó que el plazo para recibir la propuesta del gobierno debería ser hasta hoy domingo, de no haber respuesta Diyab continuaría con su huelga de hambre seca. Según versiones de prensa Christian Mirza, que es el nexo en la comunicación del gobierno con los ex presos de Guantánamo, anunció que le llevará una contrapropuesta a Diyab el día lunes y agregó que "La idea del video no fue bien recibida por el gobierno.”
En ese sentido, trascendió también que el gobierno uruguayo a través del canciller Nin Novoa, que viajó a EEUU, está realizando gestiones para lograr una solución del asunto a partir de lograr una triangulación con el gobierno norteamericano, a lo que se agrega la llegada de Vázquez para concurrir a la Asamblea General de la ONU en Nueva York. Aunque se tienen bajas expectativas al respecto, ya que las autoridades norteamericanas consideran que el caso Diyab corresponde solucionarlo a Uruguay, posición que ya había sido ratificada en una declaración de la embajadora Kelly Keiderling la semana pasada.

Sebastián Artigas

sábado, 17 de septiembre de 2016

Robótica, productividad y geopolítica




Los temores del G-20 en Hangzhou. Fenómenos políticos y nuevos experimentos. Acuerdo Transpacífico, globalización, democracia liberal y autonomía nacional. Estados Unidos y China: tecnología y productividad.

Hace unos días culminaba la reunión del G-20 en Hangzhou, China, concluyendo en su declaración que el año 2016 podría ser el más peligroso económicamente desde 2009. El organismo realizó múltiples advertencias entre las que resaltan el crecimiento de la desigualdad, el descenso o estancamiento del ingreso real de entre el 65 y el 70% de los hogares en las economías avanzadas, la inseguridad en el mercado laboral, la crisis mundial de refugiados sin precedentes, o el riesgo de una escalada proteccionista y la necesidad de señalar las “ventajas” de la globalización, entre muchos otros. Entre tantas apreciaciones más o menos esperables, llama la atención la referencia simultánea tanto a la debilidad de la inversión y la productividad en “algunos países” –léase, los centrales- como a la necesidad de enfrentar una “próxima revolución de la producción”.
Esta esquizofrenia discursiva es en gran parte reflejo de la “esquizofrenia empírica” que combina extraordinarios avances tecnológicos con un alarmantemente débil incremento de la productividad durante los últimos años. Como desde variados ángulos abordamos en diversos artículos, mucho tiene para decir la profundidad de la crisis capitalista mundial en curso respecto del dualismo que enfrenta a la productividad con la tecnología en general y con la robótica en particular. Esta contradicción –un hecho a la vez no ordinario pero tampoco original en la historia– es manifestación del carácter extraordinario del estancamiento económico que se desarrolla ante nuestros ojos.

Fuera de lo común (la ortodoxia y lo extraordinario)

Analizábamos hace algún tiempo en Estancamiento secular, fundamentos y dinámica de la crisis, diversas características que permiten conjugar el proceso que se inició en 2008 con las más grandes convulsiones económicas de la historia del capitalismo. Mencionábamos allí como definición más general que mientras la crisis actual destaca por lo que tiene de específico y original, comparte con aquellas de 1873, 1929 o 1970, la particularidad de estar llamada a trastocar la anatomía mundial en términos tanto económicos como políticos y geopolíticos. En algunos aspectos –y como suele suceder- la realidad nos sacó ventaja, proporcionando nuevos argumentos.
Como también planteamos desde esta columna, una crisis no catastrófica pero persistente acabó derivando en nuevos fenómenos políticos que podrían –al menos en el mediano plazo- desbaratar la estratagema de las “elites dirigentes” que bastante pericia mostraron en la administración de la crisis durante los últimos años. En un sentido Donald Trump y Bernie Sanders, pueden interpretarse como símbolos anticipatorios de una eventual y futura necesidad de políticas más “radicales” que el actual gradualismo ordenado del establishment. Entre ellas, experimentos bonapartistas de derecha o posibles “new deals”.
No puede descartarse que una mutación en la gestión de la crisis termine derivándose no de una nueva catástrofe económica directa –nunca descartable- sino de las consecuencias políticas de casi ocho años de estancamiento. La letanía poco convincente del G-20 respecto de la ineficacia de las políticas monetarias y la necesidad de poner en práctica medidas urgentes que estimulen la demanda, incluyendo obra pública, fin de la austeridad y aumentos salariales, adquiere el formato de un discurso preventivo.
Concomitantemente los efectos larvados de una economía estancada transformados en nuevos fenómenos políticos -cuyo desarrollo alcanzó velocidad de crucero durante el último año- tienen consecuencias sobre las relaciones interestatales. La crisis de los tratados comerciales que se expresa tanto en las negociaciones post Brexit como en las turbulencias en Estados Unidos alrededor del Acuerdo Transpacífico (TPP), promete repercutir sobre la geopolítica y otra vez sobre la economía. El TPP que busca agrupar al 40% de la economía mundial excluyendo a China y manteniendo la influencia norteamericana en el Pacífico es considerado el pivote del giro asiático de Obama. Es visto a su vez como un factor de agudización de los efectos desindustrializadores y deslocalizadores de la globalización en tanto busca nuevas ventajas externas para las multinacionales norteamericanas destruyendo puestos de trabajo, reduciendo salarios y rebajando aún más la calidad del empleo en Estados Unidos. Justamente la oposición a este acuerdo es un puntal de la campaña de Trump, fue un eje de la de Sanders y obligó a Hillary a prometer que acabaría con el tratado, contra su programa original.
Un reciente artículo de Financial Times advierte que una ocasional presidencia de Donald Trump podría provocar la reestructuración del poder en Asia y una reconfiguración geopolítica. Un mayor aislacionismo norteamericano podría empujar a sus aliados a los brazos de China, principal rival de Trump. Los autores señalan que Tokio y Seúl se preparan para enfrentar los cambios que vendrán después de las elecciones estadounidenses. Cambios asociados fundamentalmente a un incremento de los gastos de defensa y la posible defunción del Acuerdo Transpacífico que según ciertos analistas –que por su puesto buscan influir políticamente- podría significar el fin de la globalización liderada por Estados Unidos. Quizá lo más interesante del artículo arriba mencionado es la afirmación de que incluso una victoria de Hillary –altamente probable a pesar del nuevo repunte de Trump, agregamos- podría acelerar estos cambios y que más allá de que Trump sea o no elegido presidente, el lado oscuro del aislacionismo seguirá infiltrando la política estadounidense pudiendo volverla más cerrada.
En un sentido más “ideológico” se pronuncia Martin Wolf en consonancia con las declamaciones utópicas del G-20 que bregan por un equilibrio entre los derechos de los inversores internacionales, los de los Estados y otras partes involucradas en lo que hace a acuerdos sobre comercio e inversión. Wolf vincula bien política y geopolítica señalando las incompatibilidades entre democracia liberal, autonomía nacional y globalización económica, sobre todo en momentos en que –como dice- un brebaje envenenado de incremento de la desigualdad y disminución del crecimiento de la productividad vuelve a la democracia intolerante y al capitalismo ilegítimo. Las migraciones masivas como factor común de la globalización resultaron -en la visión de Wolf- responsables de los mayores conflictos entre las libertades individuales y la soberanía nacional, creando fricciones entre la democracia nacional y las oportunidades de la economía global. Algo de esto analizamos desde esta columna conceptualizándolo como fracaso del éxito neoliberal.
Wolf teme por el matrimonio entre democracia liberal y capitalismo global y advierte sobre el mayor fantasma de lo que en una suerte de reedición de los escenarios de los años ’30, podría dar lugar a aquello que define como un “capitalismo nacional controlado”. En su afán por salvar el par democracia liberal/capitalismo global, retorna a la cuestión de los tratados comerciales preguntándose un tanto retóricamente si vale la pena promover nuevos acuerdos internacionales que repriman las regulaciones nacionales en favor de las corporaciones existentes. Acordando con un consejo de Summers, recomienda priorizar el “poder de los ciudadanos” frente a la “armonía creada” o las “barreras derribadas”. Remata sentenciando que no se pueden perseguir a toda costa las ganancias que produce el comercio. O sea, moderación y una suerte de propaganda “aislacionista” preventiva o alguna concesión a la “autonomía nacional”, para salvar el globalismo…

China: entre la geopolítica y la robótica

A todo esto, en el terreno de las alianzas geopolíticas las hipótesis de realineamientos abundan en Siria –otra de las mayores preocupaciones del G-20- como el “salón de baile” en el que empiezan a probarse nuevas y aún indefinidas relaciones peligrosas. Dentro de esas hipótesis –entre las que se inscribe la escalada de un nuevo escenario de guerra fría ruso norteamericana- hay quienes especulan que desde el ascenso al poder del reformador liberal Xi Jinping, China estaría abandonando la aversión a la intervención militar en conflictos extranjeros. Analizamos reiteradas veces los problemas de la transición china y su relación con el bajo crecimiento global que desde hace dos largos años tienden a convertirla de un salvoconducto para los capitales excedentes del mundo desarrollado en un competidor por los espacios mundiales de acumulación.
La necesidad de abandonar un sistema trabajo-intensivo, incrementando la tecnificación, la robótica y la productividad, tiene dos vertientes y dos objetivos. Se deriva tanto de los límites externos del “modelo exportador” de productos de bajo valor agregado como de la pérdida relativa de la ventaja salarial y la -también relativa- escasez interna de mano de obra. Los objetivos se sintetizan por un lado en la necesidad de un giro ofensivo en la captación de nuevos mercados tanto para la producción -utilizando mano de obra barata en el exterior- como para la realización de mercancías y la adquisición de tecnología. Y, por el otro, en la necesidad de crear una base nacional de consumo lo suficientemente amplia.
En última instancia y en términos marxistas, se trata de la meta combinada de incrementar la obtención de plusvalía absoluta afuera y de plusvalía relativa al interior de China. Cuestión esta última que –además del disciplinamiento de la fuerza de trabajo- permitiría el aumento concomitante de ganancias y salarios reales a costa de la reducción del salario relativo. Consiste en el dificultoso intento de forjar la base social de franjas obreras comparativamente bien pagas –condición necesaria de toda nación imperialista- que en los países centrales se debilita progresivamente poniendo en cuestión el statu quo vigente. Dicho más prosaicamente: China ansía conquistar internamente lo que Estados Unidos y el Reino Unido están perdiendo y que ya arrojó la aterradora consecuencia del vertiginoso ascenso de Trump, el UKIP, el ala ultraderecha del Partido Tory y en definitiva, el Brexit.
En el último tiempo, como señala otra nota de Financial Times, el gobierno chino está promoviendo la automatización y en 2014 Xi Jingping reclamó una “revolución robótica” encaminada a transformar “a China y al mundo entero”. Pero los contrastes en este campo –como en todos- resultan conmovedores en el gigante asiático. China poseía en 2015 alrededor de 36 robots cada 10.000 trabajadores industriales según la Federación internacional de la robótica (FIR).
Esto significa una concentración de robots 14 veces menor que la de Corea del Sur, 10 veces menor que la de Alemania y alrededor de 2,5 veces menor que la de Estados Unidos. Sin embargo y también según Financial Times, desde 2013 China habría estado adquiriendo más robots industriales por año que ningún otro país, incluidos los gigantes de fabricación de tecnología high-tech como Alemania, Japón y Corea del Sur. De acuerdo a la FIR, en el curso de este año China superaría a Japón como mayor operador de robots industriales del mundo, haciendo gala de un ritmo de cambio “único en la historia de los robots”.
La necesidad de incrementar la productividad exige a su vez transformar en parte la fisonomía y el destino de los capitales chinos, privilegiando la adquisición de tecnología por sobre la de materias primas. En pos de la consecución de este objetivo y según otro artículo de Financial Times, Alemania se está convirtiendo en el principal blanco chino en la búsqueda tecnológica. En lo que va de 2016 China adquirió casi tantas empresas alemanas como en todo el año 2015 y entre el 35 y el 40% de la inversión en Alemania durante el año en curso provino de China.
Recientemente tras la conmoción de la elite política alemana, la aparente insatisfacción de Merkel y múltiples idas y vueltas, la empresa china de electrodomésticos Midea terminó adquiriendo –en lo que representó la mayor adquisición china de una empresa alemana- el 95% de las acciones de Kuka, una de las empresas de ingeniería más innovadoras del país, la más conocida por la utilización de grandes robots industriales en la fabricación de autos y aviones –según Financial Times- y que está incursionando además en máquinas más inteligentes para enviar y recibir datos desde la nube y conectar con “Internet de las cosas”. Antes de la compra de la mayoría accionaria, Kuka acababa de lanzar al mercado el robot estrella Liwa, un “asistente inteligente de trabajo industrial” que hasta es capaz de servir un vaso de cerveza o preparar una tasa de café.
La necesidad china de captar tecnología, conquistar nuevos mercados, reconvertir la economía contrayendo el crecimiento –sin caer demasiado- y lograr una mayor injerencia internacional en el terreno político y militar, se verá en gran parte condicionada al menos por dos factores. Por un lado, las múltiples contradicciones acumuladas –entre ellas un crecimiento de la deuda privada en un 70% con respecto al PBI entre 2007 y 2014- que impiden excluir la posibilidad de un estallido interno. Por el otro, el giro está en buena medida sujeto al nuevo mapa geopolítico en curso de configuración, una parte significativa del cual resultará influenciado por las derivaciones políticas de casi ocho años de estancamiento económico como señalamos más arriba. En lo inmediato y como consecuencia del Brexit, el proyecto conjunto chino-británico con inversión china para construir la central nuclear Hinkley Point, quedó momentáneamente bajo revisión. El proyecto es la estrella de la nueva relación entre China y el Reino Unido y es fundamental para una mayor presencia militar internacional del gigante asiático. Habrá que ver cómo se desarrolla el próximo capítulo ya que muchas voces señalan que luego de la salida de la Unión Europea la relación comercial entre el Reino Unido y China suena clave. Y, por otra parte, muy distinto será el escenario si China sufre un cerco con el Acuerdo Transpacífico que si una eventual defunción del TTP le otorga más aire para avanzar.

Paradojas globales

Volviendo al inicio y sólo para apuntar una líneas de lo que profundizaremos en una próxima entrega, parece impensable abordar la brecha entre innovación tecnológica y productividad, independientemente del actual entramado múltiple de la economía, la política y la geopolítica, que la condiciona. La paradoja de la globalización, la democracia liberal, el Estado y las consecuencias de la crisis -que tan bien describe Martin Wolf- es en realidad el sustrato de la paradoja entre las nuevas tecnologías y la productividad.
Las magras oportunidades para la acumulación del capital en Estados Unidos que explican el proceso de deslocalización –tratados de libre comercio, incluidos- y por tanto, la escasa inversión interna, exigen imperiosamente la obtención de nuevo “espacio virgen” y fuentes externas de mano de obra barata. Por lo que un proceso de inversión en territorio nacional que permita la aplicación en gran escala de las nuevas tecnologías, sustrato único de un incremento enérgico de la productividad, resulta inimaginable en la situación actual de la economía norteamericana. Se trata de una paradoja bastante insalvable -por ahora- aunque esta “normalidad” se está volviendo indigerible y opone de forma casi explícita las necesidades del capital con los intereses de la base social que le da sustento. La contradicción hace pensar la necesidad/posibilidad –en el mediano plazo- de un giro político frente a la gestión de la crisis económica, cuestión que explica los temores de Wolf de escenarios similares a aquellos de los años ’30. Si –al menos por ahora- y como planteamos en La “furia populista” que conmueve al mainstream, el discurso de Trump rebalsa de demagogia discursiva porque no expresa los intereses inmediatos del gran capital “globalizado”, el desarrollo de aquella contradicción está llamada a crear nuevos escenarios. Y es importante señalar que sólo hipotéticos experimentos de mayor “control” estatal sobre el capital podrían proponerse una resolución del aparente contrasentido entre avance tecnológico y productividad. Aunque por lo que nos dice la historia y como muy bien lo expresa Robert Gordon en su mirada retrospectiva de Ascenso y caída del crecimiento americano, sólo el poder de la Segunda Guerra Mundial cerró contundentemente la brecha entre desarrollo tecnológico y productividad manifiesta a lo largo de las décadas del ’20 y el ‘30. Como ya alertamos, dedicaremos a este asunto una próxima entrega.
En el caso de China un salto cualitativo en la tecnificación, la “robótica” y la productividad –amén de los condicionamientos señalados en el apartado anterior- resulta inimaginable desligado de la exportación de capitales, la conquista de nuevos mercados, la captación de fuentes de tecnología o la transformación de su estructura productiva. El llamado “giro al mercado interno” es complementario de la exportación de capitales, lo cual significa que el objetivo de superar la baja productividad endémica, discurre en paralelo con la necesidad de conquistar nuevos espacios en el mundo para enfrentar lo que empieza a manifestarse como problemas de sobreproducción y sobreacumulación. Xi Jinping lo expresó con toda claridad: “No sólo tenemos que actualizar nuestros robots, también tenemos que capturar mercados en muchos lugares”. Una suerte de trilogía entre robótica, productividad y –probablemente- mayor militarismo, inescindible de la profundidad de la crisis económica y sus derivaciones políticas y geopolíticas. Por algo la voz de mando de la “revolución robótica” acompaña la conversión de China en un competidor por los espacios mundiales para la acumulación del capital.

Paula Bach

jueves, 15 de septiembre de 2016

Paro parcial del PITCNT y paro general de la Educación




Miles de trabajadores en las calles, en el marco del paro parcial del PITCNT y paro general de la educación. Compartimos un video.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

El golpe de Estado en Chile y su contenido de clase anti obrero




Los primeros movimientos de tropa comenzaron la madrugada del 11. A las 6 de la mañana efectivos navales ocuparon las calles de Valparaíso y a las 9 ya se escuchan disparos en Santiago que terminan al mediodía con el bombardeo de La Moneda. El golpe anti obrero estaba en marcha.

El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 tuvo un claro contenido de clase. Los empresarios nacionales y extranjeros, dueños de las fábricas y empresas, de los monopolios de las riquezas nacionales, estaban perdiendo su poder y veían amenazada las bases de su dominación.
La clase obrera ya no se limitaba al programa de gobierno de la Unidad Popular, sino que avanzaba más allá. A la nacionalización del cobre y la creación del Área de Propiedad Social propuesta por el gobierno de Allende, que permitió nacionalizar el cobre y otras áreas de la economía, la clase obrera inició su propio programa de toma de fábricas y expropiación, sobre todo impulsadas por los Cordones Industriales, organismos que se formaron a mediados del año 1972 como una respuesta al paro patronal de los empresarios y camioneros.
Los Cordones Industriales se propusieron como una organización de trabajadores a nivel local (en la fábrica), territorial (en la comuna y junto a otras organizaciones de la zona) y tendencialmente nacional (coordinadora de Cordones Industriales), aunque no alcanzaron a desarrollarse producto del golpe de Estado. Iniciaron un proceso de toma de fábrica, para enfrentar el lock out patronal; se preocuparon de los problemas del abastecimiento –afectada por el paro de transportes- y la distribución, haciendo convenios entre fábricas, con organizaciones poblacionales y sociales para distribuir sus productos; también de la gestión de las empresas. Embrionariamente, eran organismos de auto organización e independencia de clase que comenzaban a plantear el problema del poder a nivel territorial y potencialmente en el poder político y el Estado.
Los Cordones industriales fueron criticados por la CUT, que los acusaba de paralelismo y estuvieron en permanente tensión con Allende y el gobierno. Como señalaba una carta del Comando Coordinador de los Cordones, fechada el 5 de septiembre de 1973 “Antes, teníamos el temor de que el proceso hacia el Socialismo se estaba transando para llegar a un Gobierno de centro, reformista, democráticoburgués que tendía a desmovilizar a las masas o a llevarlas a acciones insurreccionales de tipo anárquico por instinto de preservación. Pero ahora, analizando los últimos acontecimientos, nuestro temor ya no es ése, ahora tenemos la certeza de que vamos en una pendiente que nos llevará inevitablemente al fascismo”.
Tras el bombardeo a La Moneda y el suicidio de Allende, los partidos de la Unidad Popular y el MIR se repliegan. Se había llamado a no resistir. En las fábricas y los cordones, cientos de trabajadores esperaron por horas y días, la llegada de las armas o a los militares constitucionales de los que hablaba la Unidad Popular. Lo cierto es que los únicos que llegaron fueron los allanamientos masivos, en los que fueron detenidas miles de personas y trasladadas a los campos de detención masivos, mientras se producían las primeras ejecuciones.
En síntesis, el golpe de Estado y la dictadura tuvo como primer objetivo enfrentar al gobierno de la Unidad Popular y, especialmente, la organización obrera, popular y estudiantil que se expresaba en la organización de los Cordones Industriales o las Juntas de Abastecimiento Popular, para terminar instalando un proceso refundacional, con la aplicación del modelo neoliberal y la destrucción de los basamentos tradicionales del poder político y económico que sustentaron la nación durante largas décadas

La dictadura cívico-militar

Tras el golpe, se instaló una dictadura cívico-militar que duró casi dos décadas y que produjo importantes transformaciones en el país. La dictadura se sustentó en la Doctrina de Seguridad Nacional, considerando como enemigos de la nación a las organizaciones sindicales y de izquierda, utilizando una política basada en la represión y el terror, proscribiendo los partidos políticos y las instituciones como el Congreso o los partidos políticos, ilegalizando muchas organizaciones sindicales, imponiendo el toque de queda durante largos periodos, con detenciones masivas, allanamientos a empresas y poblaciones, clausura de muchos medios de comunicación. Las violaciones a los derechos humanos se hicieron masivas, con miles de detenidos, torturados, ejecutados, desaparecidos y exiliados.
La dictadura buscó desmantelar los derechos económicos, políticos y sociales conquistados durante años por los trabajadores, los sectores populares y las capas medias, en el ámbito económico, se impulsó la desregulación y apertura a los mercados extranjeros, la financierización económica, la privatización de empresas y servicios públicos para reorganizar la estructura del país; en lo político, se instaló el autoritarismo y se modificó la constitución, en el año 1980, implementando entre otras cosas el sistema binominal y los senadores designados, en lo social se promovió el individualismo, consumismo y el miedo; en suma, un proyecto asociado al modelo neoliberal que modificó sustancialmente la sociedad chilena.
Para lograr este objetivo, era necesario además doblegar al movimiento sindical y los trabajadores, modificando las relaciones laborales y la estructura productiva del país. No solo se reprimió y persiguió a las organizaciones sindicales y sus dirigentes y activistas. Además se inició un proceso de reestructuración y autoritarismo para impedir su funcionamiento. La CUT y otros sindicatos fueron ilegalizados, se expropió sus locales, también se prohibió, con el Bando Militar N° 36 el derecho a huelga, la negociación colectiva, las elecciones sindicales y la posibilidad de demandar reajustes salariales por tiempo indeterminada. Toda reunión sindical debía ser avisada previamente y debía contar con un veedor militar. Además, se crearon nuevas organizaciones afines a la dictadura, para tratar de cooptar al movimiento sindical. Esta política cristalizó en el Plan Laboral del año 1979, que impuso la lógica neoliberal en las relaciones capital-trabajo.

El Plan Laboral Piñera

El Plan Laboral, elaborado por el Ministro de Trabajo José Piñera, marcó un hito en las relaciones entre el capital y el trabajo, culminando un ciclo de fuertes ataques a los derechos laborales. La dictadura se concentraba específicamente en desarticular al movimiento sindical como fuerza política y social, atacando específicamente la relación con los partidos y la política, promoviendo un sindicalismo corporativo o gremial y tratando de atomizar la organización obrera. Según anunciaba Piñera, el objetivo del Plan era claro “lo que se decide es si se les entrega a los sindicalistas el poder para paralizar la economía y tomar como rehén al país; lo que se decide es se decide es si los dirigentes sindicales pueden llegar a tener en nuestra sociedad más poder que los parlamentarios” . En lo laboral, se instalaba la idea de la productividad, atando los salarios a este mecanismo, como también se proponía terminar con la “sindicalización obligatoria… las negociaciones por rama y no por empresa, la huelga con caracteres de chantaje al empresario” .
El Plan Laboral tuvo como eje quebrantar la unidad sindical al posibilitar la existencia de múltiples sindicatos en una misma empresa, estableciendo además la voluntad individual de afiliación y del pago de la cuota sindical, asociando democracia e individuo a la idea de libertad de elección para afiliarse a las organizaciones sindicales, prohibiendo la existencia de sindicatos en los servicios públicos y empresas estratégicas. Este ideario se relacionaba sin duda con el modelo neoliberal que se estaba instalando, cuya concepción de libertad se basaba en un individuo aislado y atomizado. Así, se restringió la negociación colectiva por rama, se anulaba en la práctica el derecho a huelga, al posibilitar la contratación de reemplazantes. También se alentaba la negociación individual, permitiendo que los trabajadores pudieran pactar con la empresa por su cuenta, se propuso además que los empresarios pudieran declarar el lock-out, como medida de presión contra las demandas laborales.
En definitiva, este nuevo plan laboral tenía por objetivo “eliminar al movimiento sindical en su condición de agente socio-político nacional; a constreñirlo a un papel negociador débil en el terreno económico-reivindicativo; y a dejar paso libre a las ‘Leyes del Mercado’ en el plano de las Relaciones Laborales” , el empleador tenía amplias libertades para despedir, negociar los salarios, horarios y demás condiciones de trabajo.

La transición y la postdictadura

La dictadura buscó desarticular y derrotar al movimiento de trabajadores, utilizando la represión, la reconversión productiva y la implementación de una nueva institucionalidad laboral para sus propósitos. La clase trabajadora y sus organizaciones se organizaron para enfrentar estas políticas, realizando importantes acciones de resistencia como paros legales e ilegales, trabajo a desgano, manifestaciones y protestas, pero no lograron paralizarlas. El centro de su acción se enfocaba en la lucha contra los planes económicos y contra la dictadura, demandando la vuelta a la democracia.
A pesar de las importantes movilizaciones, las numerosas y largas huelgas, el ciclo de luchas y reactivación terminó con la imposición del Plan Laboral, que significó una nueva derrota para el movimiento sindical, consolidando un modelo sindical y laboral neoliberal que posteriormente la Concertación de partidos por la democracia profundizó.
La lucha contra el Plan Laboral impulsó una cierta convergencia sindical, que se materializó en la creación del Comando Nacional de Trabajadores, convocando a la primera huelga general contra la dictadura en el año 1983, tras los devastadores efectos de la crisis económica internacional y nacional. Sin embargo las protestas también fueron derrotadas por la política de los acuerdos entre la dictadura y la oposición (que más tarde se agruparía en la Concertación de Partidos por la Democracia), marginando nuevamente a los trabajadores y sus demandas, para organizar una transición pactada que no rompió con la política laboral, ni con el resto de la herencia de Pinochet. Los gobiernos concertacionistas sostuvieron el modelo económico y social de la dictadura; respecto del mundo del trabajo privilegiaron la continuidad por sobre la ruptura justificado por el discurso de la amenaza a la democracia y la estabilidad económica como también por que las relaciones laborales que impuso la dictadura eran parte de la columna vertebral del modelo. Las organizaciones sindicales predominantes, asimilaron también este discurso, lo que se materializó en las políticas de diálogos y acuerdo social que impulsó la CUT durante los gobiernos concertacionistas.
Sin embargo, hoy se reabre el debate estratégico sobre la reemergencia de la clase trabajadora y sus organizaciones, como también la necesidad de luchar contra el código laboral que viene desde la dictadura, una de las grandes demandas del movimiento sindical y que la reforma laboral de Bachelet prácticamente no toca.

Ana Lopez
@analopezd Historiadora