jueves, 31 de octubre de 2019

Chile: por la huelga general para echar a Piñera




Abajo la represión y las maniobras “institucionales” contra la rebelión popular

Tras la movilización de un millón de personas del viernes pasado en Santiago, el gobierno de Sebastián Piñera procedió a un recambio parcial de gabinete que dejó afuera algunas de las figuras más odiadas del régimen, como el ministro del interior Andrés Chadwick (uno de los máximos responsables de la represión, que había salvado su cabeza en una ocasión anterior, cuando el asesinato a manos de las fuerzas represivas del referente mapuche, Camilo Catrillanca, desatara una crisis política), o el ministro de Economía Juan Andrés Fontaine, que había llamado a los chilenos a levantarse más temprano para sortear el aumento del subte que detonó la rebelión (dado que de madrugada había un precio diferencial).
La maniobra de Sebastián Piñera cosechó algunos elogios en la oposición, pero no entre los manifestantes, que reclaman que se vaya el presidente y han puesto en tela de juicio todo el régimen democrático heredado del pinochetismo (“no son 30 pesos [monto del aumento en el subte], son 30 años”, se dice en las calles). El martes volvió a haber movilizaciones. Los estudiantes movilizados interpretan como una provocación la permanencia en el cargo de la ministra de Educación. La comunidad mapuche protagonizó una movilización de 5 mil personas en Temuco, que denunció la militarización de sus territorios. Decenas de miles de personas unieron en una caminata de protesta las ciudades de Viña del Mar y Valparaíso el pasado fin de semana. Pese a que el gobierno se vio obligado a levantar el toque de queda y el estado de emergencia, el ejército volvió a cargar contra las manifestaciones del lunes.
El movimiento obrero es otro de los factores de la rebelión. Este miércoles se desarrolló un nuevo paro general con movilizaciones convocado por la Unidad Social, que reúne a la CUT y otras organizaciones gremiales y sociales. Los portuarios se adelantaron, empezando el cese de tareas el martes. Lo mismo ocurre con la Confusam (trabajadores de la salud municipal), que denuncia el desfinanciamiento del sector sanitario y anticipó que retomará el paro el lunes 4, tras los feriados que habrá esta semana. Iniciaron un paro general este martes también los mineros de Escondida, en apoyo a las protestas y contra los “abusos” de la patronal.
También empiezan a desarrollarse en algunos distritos asambleas comunes de estudiantes y trabajadores. En tanto, la Unidad Social impulsa cabildos abiertos de debate ciudadano.

Instituciones

Como la represión no ha servido para detener la movilización popular (el Instituto Nacional de Derechos Humanos denuncia 20 muertos, 1.092 heridos y 17 querellas iniciadas por violencia sexual contra detenidxs, en tanto que la Justicia impuso la prisión preventiva a 380 de los arrestados, mientras el gobierno prepara las acusaciones), se ha puesto en marcha un operativo político que aspira a desactivar la rebelión por la vía parlamentaria-institucional.
Este operativo se basa, en primer lugar, en la discusión de una “agenda social” de reformas para emparchar el régimen pospinochetista, consensuada entre el oficialismo y un sector de la oposición (Democracia Cristiana, PS, radicales, etc.).
Al mismo tiempo, hay sectores que impulsan un plebiscito para reformar la Constitución. El Partido Por la Democracia (PPD), integrante de la Concertación Nueva Mayoría, presentó un proyecto de reforma constitucional con un único artículo que habilita al Congreso o al presidente a convocar un plebiscito para iniciar un proceso constituyente. En dicho plebiscito, plantea el PPD, los votantes deberían elegir el órgano encargado de llevar adelante el proceso: una Constituyente de “ciudadanos” electos a ese fin específico; el Congreso Nacional; o un mix de ambos. Es una variante de Constituyente absolutamente regimentada.
Beatriz Sánchez, la última candidata presidencial del Frente Amplio, se mostró proclive también a un plebiscito. “Hay una forma interesante y directa en que la gente puede participar y es a través de un plebiscito (constituyente)” (El Desconcierto, 29/10).
Mientras proclaman el rechazo a acuerdos de cúpula, en una carta que se acaba de dar a conocer, firmada por los presidentes de los principales partidos del Frente Amplio (Revolución Democrática, Comunes, Convergencia Social, Partido Humanista y Partido Liberal) invitan al nuevo ministro del Interior, Gonzalo Blumel, a sentarse a conversar y poner en marcha un "diálogo abierto y transparente". O sea, el FA fogonea una salida negociada con el gobierno. En este contexto, lo único que podría alumbrarse es un plebiscito amañado que oficiaría de salvavidas del régimen actual.
Una línea similar es la que sostiene la CUT (central obrera de Chile), que no promueve la partida de Piñera, sino que éste convoque a un proceso de diálogo a las organizaciones.
Pero el pueblo chileno ya decidió. El plesbicito ya se hizo en las calles. La movilización de millones expresa la voluntad de que se vaya Piñera ya mismo, no de un proceso constituyente tutelado por el gobierno.
El denominador común de estas iniciativas en debate es que buscan darle un cauce institucional al proceso e incluso preserva al mismo Piñera. Son un intento artero por estrangular la rebelión.
El Partido Comunista y algunos sectores del Frente Amplio impulsan en el Congreso una acusación constitucional contra Piñera, incluso a sabiendas de que tiene pocas chances de prosperar, dada la capacidad de bloqueo de la derecha (la iniciativa requiere un quórum especial) y las vacilaciones del PS. En la mejor de las variantes, inclusive, desembocaría en un nuevo proceso electoral o un nuevo presidente electo por el Congreso, donde son amplia mayoría la derecha y los concertacionistas.
La acusación contra Piñera es la variante más izquierdista de los planteos en danza para darle un cauce institucional al proceso de rebelión popular.
Lo que ha dejado planteada la movilización es que se puede y se debe echar a Piñera por medio de la movilización popular y la huelga general, para abrir paso a una Constituyente libre y soberana, convocada por las masas en lucha. En esta perspectiva, ha quedado planteado también el desarrollo de asambleas populares y un congreso de delegados de base del movimiento obrero, que incorpore representantes electos por el movimiento estudiantil y la población que participa activamente en la actual rebelión. La función de este congreso sería impulsar la huelga general y discutir un programa de salida a la crisis nacional, que remueva y ponga fin a la herencia pinochetista que se ha mantenido en pie en estos 30 años y proceda a una reorganización económica, social y política integral del país sobre nuevas bases sociales.

Gustavo Montenegro

Bolsonaro, incriminado en el crimen de Marielle Franco




A los más que numerosos elementos que vinculaban al clan Bolsonaro con el asesinato ,en marzo de 2018, de Marielle Franco -edil carioca del Partido Socialismo e Liberdade (PSOL) y referente de luchas populares- y su chofer Anderson Gomes, se sumó ahora un testimonio que implica con nombre y apellido al mandatario ultraderechista en la causa. El potencial de la causa para desatar una crisis política fue reconocido por el vicepresidente Hamilton Mourao, que salió al cruce sosteniendo que aquella “no hará caer al gobierno, pero perturba el buen funcionamiento de las cosas” (Télam, 30/10).
En marzo de este año habían sido detenidos los policías Ronnie Lessa y Elcio Vieira de Queiroz, los presuntos autores materiales de la balacera acometida contra Franco, ligados con el presidente y su familia por múltiples vías laborales, contables y domésticas y a las mafiosas milicias paramilitares que asolan los barrios populares, cuyos jerarcas fueron homenajeados por Flavio Bolsonaro -el hijo de Jair- en ceremonias oficiales.
Ahora, el noticiero de TV Globo, Jornal Nacional, recogió un testimonio filtrado de la investigación, del portero del complejo de viviendas en Río en el que vivían tanto el actual presidente -entonces diputado- como Ronnie Lessa. Acorde al sereno, aquel 14 de marzo de 2018, en horas previas al asesinato, Queiroz se hizo presente allí diciendo que iba a visitar la casa de Bolsonaro, desde la cual autorizaron su ingreso. Cuando el portero notó que el auto no se dirigía allí sino a lo de Lessa, avisó a la casa del actual mandatario, y desde allí le indicaron que estaban al tanto de su destino. Si bien el testigo afirma que fue el propio Bolsonaro el autorizante, algo difícil porque ese día estaba en Brasilia, de cualquier manera la orden provendría de su hogar. O Globo apunta en una carta que “la mera mención del nombre del presidente lleva a la Corte Suprema a analizar la situación”.
El gobernante respondió al informe con un video desde Arabia Saudita, donde se encuentra en una gira, en la que contradice a los gritos al portero, pese a que la Policía Civil de la ciudad confirmó que el ingreso de Queiroz figura en el libro de visitas. Incluso afirma, en clave mafiosa, que se comunicó con Sérgio Moro y que “‘nosotros’ le ‘vamos’ a tomar una nueva declaración al portero que reveló la información”. Hoy el ministro de Justicia (que ya debió poner las barbas en remojo más de una vez por las pruebas de sus operativos golpistas) acató y solicitó al Ministerio Público Federal que investigue tal testimonio (Vermelho, 30/10), buscando colocar como querellante al gobierno cuando debería estar en el banquillo de los acusados.
En este escenario, la lucha por el castigo para los responsables materiales y políticos del crimen de Marielle no puede quedar limitada a las acciones judiciales: reclama una comisión investigadora independiente con pleno acceso a los archivos y todas las garantías para su funcionamiento, y, ante todo, una masiva movilización de la clase obrera y el conjunto de los explotados. Las enormes jornadas contra las reformas educativas y previsional a mediados de este año mostraron el potencial de la lucha popular en Brasil, que es sin embargo contenida por las direcciones sindicales ligadas al PT y la centroizquierda, permitiendo avances de los planes de ajuste. Se hace preciso copar las calles por justicia para Marielle y por la derrota del gobierno mafioso y antiobrero de Bolsonaro.

Tomás Eps

miércoles, 30 de octubre de 2019

Granada o cómo hacer una revolución con nuez moscada




El 25 de octubre de 1983, un ejército invasor liderado por EE.UU. desembarcó en la pequeña isla caribeña con el objetivo de terminar con un incipiente proceso revolucionario que había comenzado cuatro años antes.

La fruta, el sacerdote y la joya

Granada es un país caribeño e insular, pequeño o diminuto dependiendo desde la óptica desde la que se lo mire. Con sus parcos 344 km cuadrados de extensión territorial, sólo la vecina San Cristóbal y Nieves le aventaja en pequeñez en toda nuestra extensión continental. Colonizada por Francia hasta el año 1762, y luego por Gran Bretaña, la isla alcanzó una discreta independencia formal en el año 1974, que sólo cambió el estatus legal de la sujeción granadina al capital británico, norteamericano y canadiense.
Su historia, como la del Caribe, es la historia del genocidio indígena de los pueblos Caribes y Arawaks, que implicó aquí una resistencia aún más tenaz que en otras islas. Es importante señalar la inscripción de Granada en la unidad histórica del Caribe. La dispersión insular, la diversidad cultural, las singularidades lingüísticas y las múltiples trayectorias coloniales bajo el impacto de naciones tan diversas como España, Francia, Inglaterra, Holanda, Dinamarca, EE.UU. y hasta Suecia y Escocia, no niegan su carácter unitario.
La historia de Granada es también la historia de la diáspora negra de las poblaciones africanas, la esclavitud como régimen de explotación y la plantación como forma de producción e inserción subordinada en un mercado capitalista mundial por entonces en plena gestación. Como el nordeste del Brasil, como Haití, como República Dominicana, como Barbados, como Cuba, y como tantos otros territorios, también Granada resultó maldita desde el día en que de sus suelos brotó vigorosa la primera caña de azúcar, introducida ya en la Isla La Española desde comienzos del siglo XVI.
Granada es, entre otras cosas y por todas estas vicisitudes mencionadas, un país angloparlante y negro, con un 95% de población afrodescendiente. Pero también es aún una nación agroexportadora, con un cierto desarrollo turístico y con una industria raquítica.
Fue en esta isla insumisa que Maurice Bishop libró sus batallas. Se trató de un político y abogado que condujo la llamada Revolución del Pueblo entre los años 1979 y 1983. Hijo de granadinos pero nacido en la vecina isla de Aruba, se formó intelectualmente en un colegio católico reservado para sectores medios y altos, lo que le permitió cursar sus estudios superiores en Gran Bretaña, como lo hacían gran parte de los privilegiados criollos. Pese a esto Bishop fue, como la inmensa mayoría de la población de la isla, descendiente de esclavos.
Su inspiración política provino del marxismo, tamizado por la cercana experiencia cubana, del llamado Black Power desarrollado en los EE.UU. por las comunidades negras, y de diversos movimientos de liberación nacional africanos como los de Mozambique, Angola y Guinea-Bisáu. Al decir de Peter David: “A su regreso de Inglaterra él se había convertido en dirigente del movimiento Black Power, después se involucró en discusiones más clasistas y profundizó sus estudios sobre marxismo, con una fuerte influencia antiimperialista y anticolonialista. Se trató de un período dinámico, no solo en Granada, sino a nivel internacional; donde estudiantes y trabajadores de todos los continentes protagonizaron luchas anticolonialistas y antiimperialistas, coyuntura en la que Maurice se iba transformando en el líder natural del pueblo granadino”.
Fue Bishop junto a otros dirigentes quién lideró el proceso de oposición a la dictadura militar de Eric Gairy. Y lo hizo a través de un instrumento político llamado Movimiento de la Nueva Joya (NJM, por su sigla en inglés) que surgió en 1973 de la fusión de dos organizaciones preexistentes. La primera, encabezada por el mismo Bishop, fue el Movimiento de Asambleas del Pueblo (MAP). La segunda, de Unison Whiteman, era el Esfuerzo Conjunto por el Bienestar, la Educación y la Liberación (JEWEL, voz inglesa que significa “joya”). El NJM tuvo una participación política destacada en la oposición a la dictadura de Gairy y a su fuerza de choque, los mangoose gang, alcanzando una importante influencia sindical y una más modesta presencia parlamentaria.

Sin sangre ajena: el triunfo revolucionario

La Revolución Granadina fue un acontecimiento singularmente límpido, bien orquestado, sin sangre. Iniciado como un putch protagonizado por apenas una media centena de militantes, el movimiento logró copar el cuartel del ejército y la única emisora radial de la isla. Desde allí, una apelación precisa a las masas granadinas, el enorme prestigio del que gozaba Bishop y el total descrédito de la dictadura de Gairy, lograron congregar decenas de miles de personas que ocuparon el resto de los emplazamientos estratégicos para alcanzar el triunfo de la revolución. Ésta logró anticiparse cuatro meses a la revolución protagonizada por el sandinismo en Nicaragua, en un contexto convulso en el que Centroamérica y el Caribe se radicalizaban con la coexistencia de tres revoluciones socialistas y con el auge de las guerrillas de El Salvador y Guatemala, el gobierno de Torrijos en Panamá, el avance electoral de fuerzas de izquierda en Jamaica y República Dominicana, etc. La base social del movimiento estuvo conformada por sectores obreros y campesinos y por una pequeña burguesía de maestros, empleados bancarios y trabajadores de la salud.
Y sin embargo, la consumación pacífica del golpe no implicó que los granadinos hayan renegado de la violencia demandada por la excepcionalidad de la revolución como proceso histórico. Así, al referirse Bishop de forma análoga a la revolución norteamericana, señaló que aún “cuando los falsificadores de la historia pretenden que la revolución norteamericana no fue más que una tertulia en Boston, fue una muy sangrienta tertulia”. Y pese a que Granada optó por evitar tribunales especiales o ejecuciones, no demoró en crear milicias capaces de defender militarmente al proceso, teniendo bien en claro el balance respecto de la experiencia chilena de la Unidad Popular. En palabras de Bishop, “la primera ley de la revolución es que la revolución debe sobrevivir”.
La Revolución del Pueblo se definió, en sus tareas inmediatas, como democrática, anti-oligárquica y anti-imperialista, pero pronto (y sobre todo a partir de 1981) comenzó a desarrollar una política nacionalista y socializante, orientada a la planificación económica, la propiedad estatal industrial y la nacionalización del comercio exterior. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con la dialéctica del proceso revolucionario cubano, Granada optó por no realizar expropiaciones masivas, y se afianzó de facto un régimen de economía mixta público-privada.
Como toda revolución, la granadina expresó la síntesis creativa de diversas tradiciones emancipatorias relegadas en sus elementos afines y contradictorios: el marxismo, el black power, el panafricanismo, el tercermundismo, el anti-imperialismo, e incluso un incipiente y nunca antes conocido nacionalismo específicamente granadino. Al decir de uno de sus dirigentes: “La Revolución en la que caminamos con Maurice enseñó al mundo sobre su firmeza y nuestros principios. Nos dejó el orgullo de ser granadinos y agitar nuestra bandera con amor en cualquier parte del mundo. (…) Cuando Maurice habló por primera vez nos dijo sobre el lugar de las y los granadinos en el mundo, sobre el hecho de que éramos una pequeña isla con unas grandes ideas y una gran revolución, que el tamaño del país no determina su lugar en la historia mundial”. Y más aún: “Las personas solían hacer trabajo voluntario los fines de semana (…); sólo esperaban hacer algo en su comunidad. Durante la Revolución todos éramos granadinos trabajando para Granada”.
A semejanza del Brasil, Granada no contó con un portentoso movimiento de liberación que lo emancipara de su metrópolis: la independencia fue más bien un proceso burocrático, organizado por arriba, ejecutado durante la presidencia de Gairy mediante un referendo, y que contó con la tutela y la aprobación del Reino Unido. Es en ese sentido que el NJM vino también a forjar una identidad y un orgullo nacional de cierta forma inéditos para la isla. Como dijo Bishop: “Nuestro pueblo ha tenido siempre una mentalidad de visa. Lo importante era poder subirse a ese próximo bote o avión que salía al exterior”. Es a lo mismo que se referían los autores de Elogio de la creolidad cuando afirmaban que los caribeños “fuimos deportados de nosotros mismos”.
La colonización cultural, que pretendía hacer de los granadinos unos “inglesitos negros” llegaba a tales de niveles de exasperación, que los niños del colegio debían ir cada año al parque central de la capital St. George´s a festejar el cumpleaños de la reina de Inglaterra, permaneciendo todo el día de pie bajo el sol abrasador de esta zona tórrida.

¿Cómo hacer una revolución con nuez moscada?

La historia de una revolución es siempre la historia de sus dificultades. Algunas son inherentes a la continuidad de estructuras socio-económicas capitalistas y coloniales que, pese al despliegue de una voluntad política organizada, no pueden ser barridas de la noche a la mañana. Otras tienen que ver con la presión externa de las potencias imperiales, que por todos los medios intentan sofocar el efecto contagio y disciplinar los malos ejemplos. Para dar cuenta de las dificultades colosales que ha de atravesar un proceso radical en una formación nacional de esas características, y para justipreciar las realizaciones de la Revolución del Pueblo, conviene subrayar que Granada dependía en primer lugar de la exportación de un irrisorio condimento: la nuez moscada. Pero también de otros productos agrícolas como el cacao y el banano, y de la animación comercial que producía un turismo escaso. La baja población nacional (apenas unos 110 mil habitantes para la fecha), y la constitución histórica y colonial de la isla, la relegó a contar con una industria raquítica y artesanal que generó una clase obrera pequeña y no demasiado estructurada. Si a esto sumamos la tendencia decreciente de los precios de los productos agrícolas, y el encarecimiento relativo de los insumos importados, podemos entender por qué Bishop afirmó en 1980 que “la revolución [no] es como el café instantáneo [que] nada más lo pones en la taza y listo”.
Es por eso que quizás, desde estas distancias, nos puedan parecer algo modestos los logros de la Revolución Granadina, pero no debemos olvidar que el mérito siempre corre parejo a las circunstancias. Entre ellos podemos citar la prácticamente total sindicalización de la clase trabajadora; la construcción de una democracia protagónica asentada en consejos en los barrios, parroquias y lugares de trabajo; y la creación y fomento a las organizaciones de masas de mujeres, jóvenes, campesinos y obreros.
Por otro lado podemos mencionar un crecimiento económico nada despreciable en un contexto recesivo global; la reducción del desempleo del 50% al 12%; el aumento del salario directo y del salario social indirecto; la práctica alfabetización de toda la población en apenas un año; una reforma agraria que afectó a grandes unidades de tierra que fueron puestas a producir bajo la figura de cooperativas estatales; la gratuidad de la atención médica; el primer seguro social nacional de la historia granadina; y una legislación progresiva hacia los derechos hacia la mujer, que estableció igual salario por igual trabajo, licencias por maternidad y que comenzó a castigar diversas formas de violencia sexual. Al respecto, decía Catherine Mapp, por entonces una joven de 22 años de la aldea de L’Esterre: “Por encima de todo, la Revolución es una revolución para las mujeres. Las mujeres definitivamente deberían verlo como un cambio en su dirección, algo que podría beneficiarlas directamente. Educación secundaria gratuita, distribución gratuita de leche, electricidad en nuestro pueblo y la Ley de maternidad”. El apoyo popular unánime al liderazgo carismático de Bishop, y la repulsa del golpe interno que lo desplazó del poder y acabó con su vida, serían una muestra clara de la valoración del proceso por parte de los y las trabajadoras granadinas.

Creer en los países pequeños: geopolítica de la revolución

Fidel Castro definió a la granadina como “una revolución grande en un país pequeño”. Y el intelectual martiniqués Édouard Glissant escribió alguna vez que creía en los países pequeños, en sus posibilidades de hacerse un sitio en este mundo de gigantismos, de grandes magnitudes en pugna. Es desde esta filosofía que la revolución granadina se arrogó el derecho de establecer una política internacional soberana. Bishop afirmó alguna vez en la capital St. George´s que la granadina era una “revolución internacionalista”, que “como revolución se acepta o no se acepta” y que no diferenciaba “entre grandes y pequeños en cuanto al derecho de los pueblos a determinar su propio camino”. En relación a las aspiraciones norteamericanas, fue aún más enfático: “Granada ya no está en el traspatio de nadie”.
La peculiar geopolítica de la revolución imprimió a la Granada de la Revolución del Pueblo diversas orientaciones en su política exterior. Pese a un comienzo cauto y sin ningún viso de antinorteamericanismo, naturalmente la revolución, socialista en su concepción, comenzó a aproximarse a la URSS y a los países del bloque soviético, en el marco de la polarizada organización global propia de la Guerra Fría. Sin embargo, el entusiasmo entre Granada y la URSS no fue exactamente recíproco. Mientras que para Cuba la proyección caribeña y continental de la revolución resultaba una necesidad vital, en el marco del distendimiento del período Bréznhev, inmiscuirse con los granadinos representaba una ofensa directa a los EE.UU. que en el debe y el haber otorgaba escasos rindes estratégicos para los soviéticos.
Si la URSS de Bréznhev y la Granada de Bishop resultaban primas lejanas de generaciones disímiles, mucho más profundos lazos históricos, culturales y geográficos ligaban a las revoluciones de Cuba y de Granada, expresados de forma inmejorable en la entrañable amistad que unió a Fidel Castro y Bishop hasta el trágico asesinato de este último. Y eso es porque la granadina fue también una revolución caribeña, dado que confrontó con su geopolítica regional la balcanización a la que el Caribe fue sometido por la miríada de potencias coloniales que han disputado esa frontera imperial desde 1492.
También fueron cercanas y significativas las relaciones con Nicaragua tras la toma del poder por parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Es interesante que Granada no fue sólo un receptor de solidaridad internacional de parte de las revoluciones cubana y sandinista, de la URSS y el bloque soviético, o de los países tercermundistas “no alineados”. Acompañó a su vez el proceso nicaragüense, enviando educadores a la Cruzada Nacional de Alfabetización, en particular a la zona de antigua colonización británica. Cabe destacar que la tensión entre el énfasis pro-cubano y el énfasis pro-soviético de la política exterior fue uno de los principales motivos de las divisiones intestinas del movimiento revolucionario entre el ala representada por Bishop y aquella representada por Bernard Coard, de quién hablaremos a su tiempo. También se desarrollaron amistosas relaciones con la República Cooperativa de Guyana.
La contracara de estas relaciones exteriores y de la cooperación entre naciones revolucionarias, fue el previsible aislamiento de Granada por parte de las naciones caribeñas que seguían completamente subordinadas a la política de Washington en lo que siempre estos consideraron su “lago interior”, en particular las islas anglófonas organizadas desde 1981 en la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS).
Respecto a los vínculos históricos de Granada, Peter David afirmó: “La Revolución propició cambios interesantes en nuestra política exterior. La primera fue ampliar nuestras relaciones, que antes de 1979 eran limitadas por las demandas de varios países, principalmente de Gran Bretaña, Canadá y los EE.UU.”. Naturalmente que estos antiguos vínculos de subordinación no fueron modificados de la noche a la mañana, pero al menos si recalibrados bajo nuevas correlaciones de fuerzas en un contexto mucho más favorable para las demandas soberanistas de la isla.
Por otro lado, cabe mencionar que la de Granada fue también una revolución negra, la segunda victoriosa del continente tras el triunfo de Haití en 1804, y como tal hizo parte de un giro panafricanista coincidente con los procesos de liberación nacional y social del continente africano. Fue por eso que, en un acontecimiento histórico, a mediados de 1980 los presidentes Samora Machel, de Mozambique, y Kenneth Kaunda, de Zambia, visitaron la isla. Como tal, Granada también se volvió miembro pleno del Movimiento de de Países No Alineados.
Echando una mirada retrospectiva, es de interés señalar que más allá del gigantismo de las grandes revoluciones del oriente como la china y la rusa, en América Latina y el Caribe el protagonismo ha sido de los países pequeños, desde Haití a Granada, desde Cuba a Nicaragua. Mientras que los eslabones más débiles fueron allí los países colosales aquejados de enormes distancias, aquí han sido sobre todo las pequeñas naciones caribeñas y centroamericanas los principales focos de radicalidad y productividad política.
La pregunta inevitable pareciera ser: ¿es acaso viable una revolución en un país de poco más de 300 kilómetros cuadrados? Para responderlo es interesante recordar el tamaño de la Inglaterra que señoreó por el mundo durante dos siglos, apenas cuatro veces más extensa. Lo que amenaza la viabilidad de una nación pequeña es en todo caso el capitalismo y el imperialismo, que requieren de la adición constante de magnitudes equivalentes que desalienten las irrefrenables tendencias expansivas del capital. Es esa tendencia la que produjo la Guerra Fría y la que hoy configura un nuevo escenario multipolar. Pero el hecho de que haya más polos no significa que desaparezcan las periferias, sino que éstas se regionalizan: la periferia norteamericana, la periferia china, la periferia europea, etc. Pareciera que, volviendo a Juan Bosch, nuevas y múltiples fronteras imperiales emergen en el mundo, en función de las imperiosas necesidades de las leyes del valor. Quizás la síntesis de una visión simultáneamente nacional, tercermundista y global sea el principal legado granadino, tal como lo expresara Bishop en su discurso del 13 de abril de 1979: “Somos un pequeño país, somos un país pobre, con una población descendiente de los esclavos africanos, somos parte del Tercer Mundo explotado, y definitivamente tenemos el desafío de buscar la creación de un nuevo orden económico internacional que dé lugar a una economía al servicio del pueblo y a la justicia social y por todos los oprimidos y explotados del mundo. No creemos en una economía al servicio de una minoría de la humanidad, sino al servicio de los que fueron explotados y de los que son explotados actualmente”.

Con sangre propia: la traición de la fracción estalinista

Quizás la más grande de las paradojas granadinas, este dada por el hecho de que la revolución que no derramó sangre ajena, derramó su propia sangre de forma trágica y abundante. Al decir de Fidel Castro, “de las propias filas revolucionarias surgieron hienas”. Contradictoriamente, las “hienas” que abortaron este destacado proyecto revolucionario lo hicieron bajo el argumento de forzar la marcha hacia el socialismo, descuidando las más elementales lecturas sobre las condiciones materiales de la isla y sobre la precaria ubicación de Granada en la geopolítica caribeña y global.
En torno a la figura de Bishop fue conformándose un cerco tendido por la segunda figura del proceso, Bernard Coard, y por el general Hudson Austin. Bajo las acusaciones del abandono del “marxismo-leninismo” (en su formulación pro-soviética y según los manuales del DIMAT, es claro), y con una crítica insistente en torno al presunto culto a la personalidad de Bishop, esta fracción, mientras demandaba un liderazgo compartido, fue conspirando hasta alcanzar una mayoría dentro de la propia dirección del proceso. El 13 de octubre Bishop fue destituido y encarcelado. Las bases del Movimiento de la Nueva Joya y las mayorías encuadradas en las nuevas estructuras que organizaban a los trabajadores, el campesinado, las mujeres y la juventud, comenzaron a agitarse declamando “queremos a Bishop, no a Coard” y bajo la consigna no Bishop, no revo, es decir, sin Bishop no hay revolución.
Si hemos de cuantificar el respaldo unánime del líder granadino, basta decir que el 19 de octubre unas 25 o 30 mil personas se movilizaron exigiendo su liberación: ni más ni menos que la cuarta parte de la población de la isla. Bishop se preparaba a dar un discurso desde el emblemático Fort Rupert, e incluso había hecho los arreglos necesarios con Radio Granada Libre para su transmisión. Ante el aislamiento que se precipitaba sobre la fracción de Coard, en un rápido y confuso episodio Bishop y otros miembros de la primera plana del gobierno fueron fusilados: en particular cuadros de la relevancia de Jacqueline Creft, Ministra de Educación y Ministra de la Mujer, el ya mencionado Unison Whiteman, quien se desempeñaba como canciller, y el dirigente sindical Vincent Noel. El balance del luctuoso final estaría a cargo de Fidel Castro. Será lapidario: “Según nuestro criterio, objetivamente el grupo de Coard hundió la revolución y abrió las puertas a la agresión imperialista. Sean cuales fueses sus intenciones, el atroz asesinato de Bishop y sus compañeros más fieles y allegados constituye un hecho que jamás podrá justificarse ni en esa ni en otra revolución”. El saldo previsible fue la desmoralización del pueblo, la desmovilización de los sujetos organizados, la confusión estratégica y el desarme de las milicias, importante reaseguro defensivo de la Revolución.

La invasión norteamericana: un golpe bajo, cruel y desproporcionado

Permítasenos volver una vez más al discurso de Fidel Castro, quién el 14 de noviembre de 1983 afirmó que: “El gobierno imperialista de Estados Unidos quiso matar el símbolo que significaba la revolución granadina, pero el símbolo ya estaba muerto. Lo habían destruido los propios revolucionarios granadinos con su división y sus errores colosales”. Se trata del juicio fulminante de quién fuera quizás la única autoridad moral para evaluar algo tan espinoso y contradictorio como una revolución derrotada. “Estados Unidos, queriendo destruir un símbolo, mató un cadáver, y a la vez resucitó el símbolo”, añadiría. Granada tuvo el triste privilegio de constituir el primer caso de aplicación, mediante el uso directo fuerzas norteamericanas, de la doctrina militar post-guerra de Vietnam, la misma que se tercerizó en Nicaragua mediante la utilización de los “contras”.
Para intentar comprender las razones de la invasión debemos atender tanto a las motivaciones reales como desmontar los ardides propagandísticos. Respecto a las primeras, es evidente que las administraciones norteamericanas veían con preocupación el desplazamiento del eje de radicalización política desde el Cono Sur hasta la región de Centroamérica y el Caribe, y querían contener a toda costa la expansión de revoluciones socialistas sui generis que ya tenían asiento en Cuba, Nicaragua y Granada, con la posibilidad cierta de replicarse en otros países como El Salvador y Guatemala.
La otra motivación era el peligro que representaba para el imperio el ejemplo de una revolución negra para las propias poblaciones afrodescendientes de los Estados Unidos. Durante una gira del líder granadino por el país, este llegó a congregar a 2500 personas en Nueva York, entre ellas a algunas influyentes personalidades negras y latinas del campo político, sindical, religioso e intelectual. Al decir de Bishop: “puede ser que descubramos en Estados Unidos más granadinos que toda la población de Granada”. Solo así puede entenderse que un informe confidencial del Departamento de Estado señalara a la revolución granadina como aún más amenazante que la cubana o la sandinista, dado que su líderes hablaban inglés y podían comunicarse directamente con el pueblo de los Estados Unidos, y a que eran negros y podían identificarse y ser identificados por la comunidad afrodescendiente.
Por último, aún bajo la sombra de la resonante derrota de Vietnam y al calor de las futuras elecciones presidenciales del año 1984, la aventura belicista fue utilizada, como sucede hoy en día, para cohesionar a la sociedad norteamericana bajo liderazgos reaccionarios. Como comentó un asesor presidencial al New York Times el 9 de octubre del año de la invasión: “Necesitamos una victoria importante en alguna parte para demostrar que podemos manejar la política exterior. No se trata de algún asunto en particular, como de generar confianza en la competencia del Presidente en materia externa”. De hecho, el sometimiento de Granada sirvió para tabicar el interés público por los problemas endógenos, disparando la imagen de Reagan, quién ganaría holgadamente las elecciones del año 1984.
Consideradas las motivaciones reales, repasemos los ejes en que se asentó la propaganda para preparar y justificar la invasión a nivel doméstico e internacional. En primer lugar la presunta utilización militar que tendría el aeropuerto civil que Granada estaba construyendo con el apoyo de ingenieros cubanos y con fuentes de financiamiento que provenían hasta de Europa. Nada más lejano de la realidad: los fines reales eran la construcción de un aeropuerto de envergadura internacional con el que la isla no contaba, para poder recibir aviones de gran porte y desarrollar la estratégicamente planificada industria turística. Como las “armas de destrucción masiva” de la administración de George W. Bush en nuestro siglo, el “aeropuerto de la URSS” no sería más que una torpe cobertura ideológica que finalmente caería bajo su propio peso.
Fue habitual el argumento, no por irrisorio menos utilizado, de que la diminuta Granada representaba una “amenaza para la seguridad nacional”, idéntico al esgrimido para sostener hasta hoy el bloqueo contra Cuba, y para justificar la ocupación de las Naciones Unidas de Haití en el año 2004. Esto, recordemos, en el marco ideológico de la polarización de la Guerra Fría y la “lucha contra el comunismo” y del acercamiento de Granada a Cuba y la Unión Soviética. También fue moneda corriente hablar de las presuntas amenazas y riesgos para los alrededor de 600 ciudadanos norteamericanos que residían plácidamente en Granada, en su mayor parte cursando estudios de medicina. Vale decir que su número era apenas menor que la totalidad de soldados granadinos con que se enfrentaron los norteamericanos, tras la liquidación interna del proceso. Tampoco podemos dejar de lado el trabajo preparatorio y coactivo de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial, que a través de su política de asfixia aislaron financieramente a la dependiente Granada, impidiéndole toda posibilidad de acceder a préstamos en el mercado global de capitales.
La excusa utilizada para la invasión fue el pedido de despliegue militar por parte de los socios de los Estados Unidos en la OECS. Sin embargo el gobierno de Reagan ya había hecho los preparativos necesarios en una operación llamada “Ambar y las Ambardinas” en el año 1981, en alusión inequívoca a la isla de Granada y a las pequeñas ínsulas Granadinas que se despliega como un rosario de perlas al sur de su territorio. Además, según lo mencionado por figuras relevantes de la Revolución como George Louison, Don Rojas y Kenrick Radix, la CIA ya estaba infiltrada para entonces en el gobierno, el partido, el ejército y las organizaciones populares. Para ilustrar lo desproporcionado de la invasión, que finalmente sería bautizada como “Operación Furia Urgente”, los Estados Unidos se valieron de 7 mil marines y 300 soldados de la OECS para enfrentar a un ejército y a unas milicias reducidas, desmoralizadas y en desbandada. Por otro lado, los 784 cubanos cooperantes, entre civiles y militares, ofrecieron una resistencia activa y altiva allí dónde fueron atacados por los invasores. La cauta ONU, como siempre, condenó la invasión sin ningún tipo de resultado ni incidencia por 108 votos negativos contra 9 favorables. Nuevamente, el juicio de Fidel Castro resulta conclusivo: “Ni desde el punto de vista político, ni militar, ni moral, Estados Unidos obtuvo victoria alguna. En todo caso, una victoria militar pírrica y una profunda derrota moral”. Al día de hoy el cuerpo de Maurice Bishop y el de los otros líderes revolucionarios aún no han sido encontrados. El propio Bernard Coard, que fue liberado tras pasar varios años en prisión, afirma que son las autoridades norteamericanas y la CIA las que conocen su exacto paradero.

Hacer revolución y converger el Caribe

Nuestras aspiraciones de integración latinoamericana y caribeña no siempre han convergido en la historia de los territorios que José Martí definiera como “Nuestra América”. A la existencia de nacionalismos sin región, de regionalismos sin sustrato nacional, de fenómenos de colonialismo interno, de escasas pero dolorosas guerras fratricidas, hay que sumar curiosos fenómenos de latinoamericanismo miope, por fuga, que miran sin ver nuestra entera extensión territorial, salteándose naciones, culturas, lenguas, regiones y hasta revoluciones enteras. Nuestro latinoamericanismo ha de incluir y religar el Cono Sur, al gigante brasileño, a los pueblos andinos, a las naciones del istmo centroamericano, a todas las islas del Caribe desde las grandes Antillas hasta las pequeñas ínsulas, a las nacionalidades y plurinacionalidades negras e indígenas, a los territorios soberanos y a los enclaves coloniales. Y también, valga la provocación, a los propios Estados Unidos, dado que en la “entraña del monstruo”, por migración voluntaria o forzosa, viven más de 30 millones de nuestros compatriotas.
Como ha quedado evidenciado, solo las Revoluciones pueden dar a nuestras naciones una proyección regional, y una plataforma firme y digna desde la cual enfrentarse a este mundo desquiciado por el capital. Granada, tras la derrota de su Revolución, perdió toda significación geopolítica y volvió, al decir del abogado Peter David, a convertirse en “una pequeña isla entre muchas en el Caribe”. Lo mismo sucedió con Haití. Lo mismo sucedería con Cuba si la más sólida de nuestras tentativas revolucionarias fuera derrotada.
Granada viene a reafirmar también que las revoluciones son hechos totales y multidimensionales, y que sólo su irrupción es capaz de garantizar el avance de agendas múltiples que nunca llegarían a buen puerto por andariveles dispersos, fragmentadas en reclamos sectoriales, rebeldías domesticables o pataleos corporativos. Las reivindicaciones obreras, campesinas, estudiantiles, profesionales, juveniles, de las mujeres, migrantes, negras o indígenas, podrán hacer “todo con la revolución, y nada contra la revolución”.
Por otro lado, resulta indudable que el Caribe y fue y sigue siendo el lugar de condensación de los más fabulosos experimentos políticos y sociales, la álgida frontera de numerosos imperios y la región geoestratégica donde los eslabones débiles de la colonialidad no dejan de saltar por los aires. Quién le dé la espalda a nuestro gran mar le dará, ingenuamente, la espalda a los enemigos que campean al norte y al este, y que predican desde hace 500 años la desunión y la discordia. Debemos honrar los esfuerzos anfictiónicos del Libertador Simón Bolívar, para que el Caribe vuelva a ser la bisagra de las diferentes regiones de Nuestra América, convirtiéndolo en un mar convergente, de encuentros culturales, abrazos migratorios, comercio justo, entendimientos lingüisticos, y solidaridad plena.
Algún día escribiremos, al lado de la historia revolucionaria de Haití el impensable, de Cuba la heroica, de Nicaragua la hermosa, la historia de Granada, la digna revolución de la nuez moscada. Mientras tanto, como decían y aún recuerdan los granadinos: Forward ever, backward never. Avanzar siempre, retroceder nunca.

Lautaro Rivara

Lautaro Rivara es sociólogo y periodista
@LautaroRivara

lunes, 28 de octubre de 2019

Elecciones Uruguay: el Frente Amplio llega al 40% en primera vuelta, pero va a un balotaje en desventaja




El candidato del Frente Amplio Daniel Martínez ocupa el primer lugar de la elección con diez puntos de diferencia del segundo en la contienda, Luis Lacalle Pou del Partido Nacional. Con estos números la oposición se hace con la mayoría en el senado y en la cámara de diputados. Talvi y Manin Ríos dieron su apoyo a Lacalle Pou y el candidato blanco parte con ventaja hacia el balotaje.

Los resultados del escrutinio provisorio ubican al Frente Amplio alcanzando el 40% de los votos, seguido de Luis Lacalle Pou del Partido Nacional con el 29%. Ernesto Talvi del Partido Colorado y Guido Manini Ríos de Cabildo Abierto se ubican tercero y cuarto con 12 y 10,5% respectivamente. El Partido Independiente pierde su senador y retrocede de tres diputados a uno. Unidad Popular perdió su representación parlamentaria y el PERI de César Vega ingresa por primera vez al Parlamento. La votación alcanzó el 90% del total del padrón electoral.
Con el ingreso de siete de once lemas a la cámara de diputados, se conforma el Poder Legislativo más fragmentado de la historia política del país y sin un partido con mayoría absoluta. Esto es importante teniendo en cuenta que en el próximo período la clase empresaria pugnará por la reforma laboral y jubilatoria (en la que los grandes partidos tienen acuerdo), así como también por un ajuste fiscal de las cuentas públicas y políticas devaluatorias tendientes a beneficiar al sector rural exportador.

Las reacciones de los candidatos

El candidato del Frente Amplio con un semblante visiblemente golpeado por el resultado llamó a redoblar la militancia para la segunda vuelta desde el estrado colocado en 18 de julio y Aquiles Lanza. Martínez se dirigió a los batllistas y wilsonistas y pidió su voto por proyecto político del oficialismo.
Desde el Hotel NH Columbia Ernesto Talvi felicitó a Martínez y Lacalle y definió su apoyo por este último, llamando a hacer una campaña de unidad entre blancos y colorados similar a la que le diera el triunfo a Jorge Batlle en 1999.
Por su parte, Guido Manini Ríos hizo uso de la palabra desde la puerta del hotel Holiday Inn ubicado en la intersección de Colonia y Florida. El ex Comandante en Jefe destacó la gran elección de Cabildo Abierto a solo 6 meses de su fundación y planteó que su postura hacia la segunda vuelta será desde la responsabilidad. En su discurso Manini Ríos llamó a apoyar a Lacalle Pou hacia la segunda vuelta y destacó que serán parte de una coalición de cambio.
Lacalle Pou fue el último de los candidatos en tomar la palabra. Consciente de que fue uno de los grandes ganadores de la jornada, fue enfático en su llamado a un gobierno “multicolor”. Lacalle sabe que es la oportunidad más importante para acceder al gobierno de los blancos desde el triunfo de su padre en 1989.
Con los resultados de este domingo los partidos de oposición alcanzan 17 senadores en un total de 30, mientras entre el Partido Nacional, Cabildo Abierto, Partido Colorado, Partido de la Gente y Partido Independiente alcanzan un total de alrededor de 55 diputados en 99.

El FA cae y se reestructura el sistema de partidos

Con relación a las elecciones de 2014 el FA sufre una fuerte caída de alrededor de siete puntos porcentuales, mientras que de conjunto avanza el voto opositor, teniendo como principal animador al ex Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, Guido Manini Ríos que ingresa al parlamento con una importante bancada de entre 10 y 11 diputados y 3 senadores para su partido Cabildo Abierto. Esta nueva formación política expresa un voto de antipolítica, así como también una necesidad de intervenir en política desde las Fuerzas Armadas. Cabe recordar que Manini Ríos fue ascendido a Comandante en Jefe por Fernández Huidobro en el gobierno de José Mujica y fue desde esa posición que rivalizó contra un gobierno que lo dejó crecer. Cuando fue destituido, Manini Ríos ya era una figura con una ascendencia importante en la derecha social, sobre todo en el interior del país.
Por su parte, Ernesto Talvi, el candidato liberal del Partido Colorado que había vencido en la interna al dos veces ex presidente Julio María Sanguinetti y se había ubicado con una intención de voto desafiante frente al mismo Lacalle, se desinfló sobre la recta final. Talvi, que basó su estrategia discursiva en recrear un ideario batllista que pudiera hacer retornar a los votantes colorados que se habían ido al Frente Amplio, cometió algunos errores posteriores a la elección interna como el no elegir como compañero de fórmula a Sanguinetti o negarle la posibilidad de inscribir una lista al senado a Pedro Bordaberry, lo que facilitó la fuga de esos votos hacia Cabildo Abierto.
Desde la victoria del Frente Amplio en 2004, la oposición de centro-derecha fue concentrada por los partidos blanco y colorado. En esta elección el bloque que va desde el centro hacia la derecha tiene tres actores de peso, que, en el escenario de un eventual triunfo blanco en el balotaje deberán intentar ponerse de acuerdo e incluso sumar fuerzas con el Partido Independiente y con el Partido de la Gente de Novick, lo que augura un bloque muy inestable.
Esta votación del Frente Amplio tiene su correlato lógico si tenemos en cuenta que la percepción popular acerca del desempeño del actual mandato presidencial de Tabaré Vázquez es altamente negativa. Es que Uruguay viene de cinco años de desaceleración económica con cierres de fábrica que redundaron en la pérdida de 60 mil puestos de trabajo, topes salariales y restricciones presupuestales que imposibilitaron que el Frente Amplio cumpliera con su promesa de campaña del 2014 de otorgar el 6% del PBI para la educación.
En Montevideo, el bastión histórico del Frente Amplio, la coalición cae levemente a 48% de los votos, mientras que en el interior del país se da el descalabro más importante para la fuerza de gobierno cayendo del 44% en 2014 a un 34% en el día de ayer. Un fuerte voto castigo contra el gobierno. Los factores que tienen que ver con esta caída esencialmente son: 1) la situación económica del interior 2) el conflicto con el sector ruralista que tuvo el surgimiento de Un Solo Uruguay, y 3) una fórmula presidencial que desde el principio se objetó que era demasiado “montevideana”.
La situación regional que tiene a la Argentina de Mauricio Macri hundida en una crisis económica de magnitudes catastróficas, o el estallido social en Chile contra las desigualdades del neoliberalismo más salvaje no han terminado de actuar como un aglutinador del voto por el candidato del Frente Amplio, que intentó instalar con fuerza la idea de la existencia de dos modelos de país y la idea de certezas por sobre las incertidumbres que representaría la oposición.
Otro factor que terminó no interviniendo en la campaña electoral fue el escándalo desatado a partir de la filtración de los audios de whatsapp del intendente de Colonia, Carlos Moreira del Partido Nacional, en el que se lo observa solicitando favores sexuales a cambio de renovar dos pasantías en la intendencia.
El corrimiento hacia el centro del espectro político por parte de los candidatos de los partidos fundacionales Lacalle y Talvi , con el objetivo de disputar esa franja del electorado al Frente Amplio, dejó un espacio hacia la derecha que terminó ocupando Guido Manini Ríos con la construcción de una derecha conservadora basada en su liderazgo caudillesco. La estrategia del ex comandante en jefe de las FFAA se basó en representar a las alas derechas del Partido Nacional y el Colorado, tomando como base a una estructura con un fuerte peso de la llamada “familia militar”, pero que también cuenta con el apoyo de importantes sectores civiles.
A la izquierda del Frente Amplio el Partido Ecologista Radical Intransigente aumentó su caudal electoral a 33 mil votos (1,43%), mientras el Partido Verde Animalista de Gustavo Salle obtuvo alrededor de 19 mil votos pero no le alcanzó para consagrar un diputado. Unidad Popular (UP) pierde aproximadamente 10 mil votos, por un lado perjudicado por la atomización del espacio electoral y la mayor oferta de candidaturas que disputaban sensibilidades similares como el voto anti-UPM o con causas ligadas al ambientalismo. También es posible que la UP haya pagado un costo importante por la postura de apoyo al campo en enero de 2018 por parte de algunas corrientes internas como el Movimiento 26 de Marzo.
Hacia la segunda vuelta que se celebrará el 24 de noviembre, Lacalle Pou larga como favorito para lograr el triunfo, ya que cuenta con los apoyos de Talvi y Manini Ríos y una mayoría parlamentaria para la virtual coalición opositora.

Triunfó el NO a la Reforma

Por su parte, el plebiscito que ponía en consideración la Reforma “Vivir sin miedo” fracasó y cosechó un 47% de los votos, un porcentaje parecido al 46% del SI a la baja de edad de imputabilidad en 2014. El resultado constituye un golpe a los intentos de militarización de la seguridad pública, que de igual manera cosechó números muy importantes en el interior del país en departamentos como Artigas (59%), Durazno (55%), Rivera (60%), Treinta y Tres (55%), Tacuarembó (55%), Lavalleja (60%) y Flores (56%).

Damián Recoba
Lunes 28 de octubre | 12:31

Primeros datos dan un escenario difícil para el Frente Amplio en el ballotage

Se conocen en estos momentos las primeras encuesta “boca de urna”. Aunque no permite conocer una tendencia y son datos muy preliminares si se confirman auguran un panorama difícil para el FA en el ballotage

Pasadas las 20,30 horas se comenzaron a conocer los datos de las encuestas a “boca de urna” de las distintas consultoras
Si bien son datos poco confiables, si se llegaran a confirmar marcarían que finalmente la votación del FA no fue tan alta como esperaban los más optimistas.
La remontada de estas últimas semanas generaron esperanzas en el Frente Amplio de que podrían llegar a un 43 o 44% de los votos.
Los datos que se observan en estos momentos dan algo más alto de lo esperado al Partido Nacional, pero sobre todo muestran que el ballotage no sería un escenario sencillo para el Frente Amplio.
Si su votación finalmente está en el entorno de los 40% las chances de Lacalle Pou aumentan en la segunda vuelta.
Se trata de datos muy preliminares que solo podrán ser confirmados en las próximas horas con los primeros datos oficiales .
La tendencia marca que la reforma represiva Vivir sin Miedo no logró los votos para su aprobación.

Hernán Yanes
Domingo 27 de octubre | 21:03

Una semana de rebelión que desnudó el “milagro” chileno




El levantamiento chileno cumplió este viernes su primera semana con más de un millón de personas movilizadas en Santiago. Sebastián Piñera ha pedido la renuncia a su gabinete de ministros, pero él mismo está en el centro de las imputaciones de los manifestantes. Para sostenerse en el poder, el mandatario ha apelado a una represión criminal. Pero se ha valido también de la complicidad de la oposición patronal, una parte de la cual nutrió su farsesca mesa de diálogo y otra parte de la cual no asistió pero tampoco reclama su salida del poder.
La rebelión chilena ha puesto en evidencia el verdadero rostro del régimen heredado del pinochetismo, que alternó en el poder a la derecha y a la Concertación, presentado como “modelo” por economistas y politólogos en todo el mundo. Y obligó al gobierno a reposicionarse, retrayendo los aumentos del transporte y anunciando un aumento mínimo en jubilaciones y salarios y la creación de un seguro de salud para enfermedades catastróficas (las más graves y costosas económicamente). La pareja del primer mandatario, Cecilia Morel, se hizo célebre con su homologación de la revuelta a una “invasión alienígena” y su reflexión de “compartir nuestros privilegios” para no perderlo todo. Algunos empresarios, sintomáticamente, han salido a anunciar aumentos salariales en sus compañías.
Para explicar la crisis, algunos medios liberales han enfocado la rebelión como un resultado paradójico del éxito del propio modelo. “El mayor nivel de vida de Chile y la aspiración de unirse al mundo desarrollado han creado mayores expectativas; el país ahora quiere medirse con sus pares de la OCDE en lugar de los latinoamericanos”, editorializó el Financial Times (reproducido por El Cronista, 23/10). En los diarios abundan los análisis en este sentido. “La clase media chilena vio la tierra prometida y quiere entrar”, dice un artículo de opinión de La Nación (23/10). A lo sumo, esta clase de análisis reconocen como una falla la enorme desigualdad en el país y llaman a un “modelo de crecimiento más inclusivo” (FT) para atenuar la conflictividad social.

¿Pero es así? ¿Estamos ante una especie de rebelión de la abundancia?

El “milagro” chileno, precedido por un proceso de reformas ajustadoras emprendidas a sangre y fuego por el pinochetismo (reforma laboral que conculcó derechos, reformas privatistas en educación, salud y pensiones), se asentó en una superexplotación del trabajo. El aumento en la productividad fue muy superior al de los salarios, engrosando los bolsillos de los capitalistas.
Todo esto contribuyó a una brutal polarización social. Mientras la mitad de la población se reparte el 2,1% de los ingresos, el 1% más rico concentra el 26,5% de los mismos (Clarín, 23/10). Comparativamente, “el 5% de ingresos más bajos en Chile está al mismo nivel que su equivalente en Mongolia y en Moldavia, mientras que el 2% de ingresos más altos tiene el mismo nivel que Alemania” (ídem, 24/10).
El régimen aprovechó también, sobre todo en el período que va de 2003 a 2013, el aumento del precio de las materias primas en el mercado internacional para obtener mayores ingresos por las exportaciones de cobre, que explican la mitad del total. A caballo de este proceso hubo una caída en los indicadores de pobreza. Ese boom, cebado por el crecimiento chino, comenzó su eclipse en 2013. Chile es una economía altamente dependiente de las oscilaciones de los precios de los minerales y de la inversión extranjera, lo que muestra también la fragilidad de las bases del “modelo”.

¿Qué ha dejado socialmente el “milagro” chileno?

En materia previsional, el sistema de capitalización impuesto en 1982 por el pinochetismo (las Administradoras de Fondos de Pensión) ha llevado a que los jubilados reciban apenas un tercio del ingreso promedio de su vida laboral. La pensión promedio es de apenas 200 dólares. En 2016 se produjeron movilizaciones de cientos de miles por este motivo.
Por su parte, el salario mínimo se ubica en 423 dólares (en nuestro país está en 250-300), en tanto que “la mitad de los trabajadores recibe un sueldo igual o inferior a 400.000 pesos (US$ 562) (BBC, 21/10). Estas cifras aumentarían ligeramente a la luz de los anuncios del gobierno como respuesta a la rebelión. En cualquier caso, se trata de sueldos modestos (en la precarizada Portugal es de aproximadamente 700 euros) en un país donde el costo de vida es muy alto.
La educación universitaria se encuentra arancelada. Al calor de la inviabilidad del modelo de endeudamiento (con altísimas tasas de interés), de un lado, y de la lucha estudiantil, del otro, se han ido produciendo algunos cambios, como la exención del pago para la educación universitaria en el caso de los sectores más empobrecidos.
En cuanto a la salud, el 80% de la población está englobada en un sistema público (el Fonasa) desguazado, con largas listas de espera y falta de hospitales y especialistas; mientras que en el régimen privado (Isapre, instituciones de salud previsional) abundan las quejas por los altos costos, “la baja cobertura, las preexistencias y el acceso restringido a centros de salud” (BBC, 21/10).
La población se ve obligada así a endeudarse. Actualmente un 26% de los chilenos tiene deudas vencidas, mayormente para hacer frente a deudas de educación o salud (El Economista, 15/7).
Si a esto añadimos el mal funcionamiento del sistema de transporte en Santiago (el fracaso del Transantiago obliga a largas esperas para tomar un colectivo), podremos entender que la rebelión de la juventud, las capas medias y los trabajadores responde a necesidades fundamentales que el “milagro” no satisface. Por todo esto, se popularizó en la revuelta la consigna “no es por 30 pesos [monto de la suba del subte que detonó las protestas], es por 30 años”.
En suma, la rebelión en Chile, precedida y preparada por los grandes procesos de lucha que han tenido lugar en el país, constituye una respuesta de las masas ante la precarización de sus condiciones de vida, y se integra en este sentido al pelotón de rebeliones populares que ha desatado la crisis capitalista (Ecuador, Haití, Puerto Rico, etc.).
El supuesto “milagro” chileno es inescindible de la superexplotación de sus trabajadores. Que es todo el régimen el que está en la mira ya lo había anticipado el ex presidente Ricardo Lagos, quien ya en 2016 había reconocido en una entrevista: “estamos todos cuestionados”.

Gustavo Montenegro

sábado, 26 de octubre de 2019

A 90 años del crack de Wall Street




La era histórica del colapso capitalista.

El 24 de octubre de 1929 pasó a la historia como el ‘jueves negro’, por el desplome de la Bolsa de Nueva York. El crack financiero de Wall Street abrió una prolongada fase de depresión económica, en Estados Unidos y en el mundo, solo interrumpida con la devastación de la Segunda Guerra Mundial y el ordenamiento internacional que emergerá después -cuyo mayor exponente será el acuerdo de Bretton Woods.
Una gigantesca burbuja especulativa se pinchó aquel jueves, llevando al colapso al epicentro financiero del mercado mundial. Estados Unidos había pasado a ser la mayor potencia imperialista en el orden surgido con la Paz de Versalles tras la Primera Guerra Mundial, y se había convertido en el principal acreedor y proveedor de la Europa derruida por la guerra. El crack de 1929 estalló en el punto más alto de la hegemonía yanqui en el plano internacional, y fue gestado justamente en las entrañas de su mismo poderío.

El sueño americano

El predominio norteamericano tuvo todas las características esenciales de la etapa monopolista del capitalismo, que se desenvolvieron a lo largo de la ‘prosperity’ de los años ’20.
La enorme potencia industrial yanqui -el 42% de la producción industrial global- se desarrolló en base a una concentración monopolista sin precedentes. El ritmo de las fusiones y adquisiciones de empresas casi se triplicó durante esa década. En 1926, la US Steel controlaba el 30% de la producción de acero, y los tres principales fabricantes de autos (Ford, General Motors, Chrysler) el 83% de la rama. Ocho grupos financieros detentaban el 30% de la renta nacional. Creció también la concentración del comercio minorista: en seis años, la Great Atlantic Pacific Tea pasó de 5.000 a 17.500 tiendas.
Por otro lado, se aceleró la exportación de capitales. Se multiplicaban las inversiones directas en el exterior, se crearon filiales de las grandes empresas norteamericanas en el extranjero, y se formaron sociedades que operaban exclusivamente fuera del país. “El deseo de introducir capital norteamericano en la industria europea constituía la quintaesencia de la política monetario-financiera de Estados Unidos en el período”[1]. Se incrementó una vez y media la emisión de préstamos exteriores y aumentó la suscripción de títulos extranjeros.
Así, Estados Unidos se alzaba victorioso. “Antes de la guerra Norteamérica era deudora de Europa. Esta última servía como fábrica y depósito principal de las mercaderías de todo el mudo. Más aun, Inglaterra, era el banquero central del mundo. Estos tres roles dirigentes ahora los cumple Estados Unidos, es la fábrica principal, el depósito principal y el banco central del mundo”, señalaba Trotsky en 1926[2], cuando advertía que el 60% de las reservas de oro se hallaban en EEUU. Los créditos otorgados por los norteamericanos eran la base para la estabilización de las monedas nacionales de Europa, lo cual interesaba al imperialismo yanqui como garantía del repago de las deudas. El capital financiero era el ariete inigualable para sojuzgar al resto de las naciones.

La burbuja

Exultante por la prosperidad obtenida, la burguesía norteamericana fue cobijando una descomunal burbuja especulativa. Eran tiempos de euforia en los mercados financieros, que permitían multiplicar los beneficios.
Entre 1925 y 1929 casi se triplicó el valor total de las acciones que cotizaban en la bolsa. Para participar del festival financiero, se tomaban préstamos a los bancos que, ante la creciente demanda, prestaban a corto plazo a una tasa del 12%, habiendo tomado prestado al 5% de la Reserva Federal. Los agentes de cambio prestaban a sus clientes aceptando como garantía los títulos comprados. Hasta los ahorros de los trabajadores eran invertidos en acciones de las compañías para las que trabajaban.
El verano de 1929 fue frenético en Wall Street. Seguía creciendo la actividad en el mercado bursátil, que redituaba cada vez mayores ganancias por una sencilla operación concertada. Los principales especuladores actuaban en común formando un pool, se cartelizaban para hacer subir el valor de sus títulos y acciones, lo que atraía a su vez a otros compradores que contribuían a mantener el alza de las cotizaciones. Las oficinas de los agentes de cambio pasaron la temporada abarrotadas de gente.
Esta euforia explica el desconcierto de la burguesía yanqui, que no quería ver la tormenta que se avecinaba. Un reconocido economista llamado Irving Fisher declaraba un mes antes del estallido que "los precios de las acciones han alcanzado lo que parece ser una meseta permanentemente alta". Poco antes, el propio presidente Herbert Hoover aseguraba que “en la América de hoy estamos más cerca del triunfo final sobre la pobreza de lo que ninguna tierra lo ha estado nunca en la historia”.

El crack

Durante los años de la prosperidad el rendimiento del capital se triplicó. Sin embargo, la burbuja especulativa era la expresión del intento de superar la caída de la tasa de beneficio, y una forma de eludir la creciente sobreproducción de capital. El crack del ’29 pasó a ser el ejemplo clásico de cómo el capital ficticio, que en un principio permite aplazar la crisis hacia adelante sobre la base de una valorización de capital puramente especulativa – es decir violando su propia ley de valor-, termina agravando las contradicciones y desencadenando un desplome de mayores proporciones.
Desde junio, en el comienzo del auge especulativo del verano de 1929, había empezado a caer la producción industrial, en particular el acero y el transporte ferroviario. Las empresas industriales norteamericanas –cuyas acciones estaban en la base de los vertiginosos negocios de la Bolsa de Nueva York- comenzaban a aumentar el stock de productos, porque ya no conseguían vender como antes. En el afán de elevar el consumo, se generalizó la venta a crédito – que llegó a abarcar el 15% del comercio minorista. La “balcanizada” Europa –como la denominó Trotsky tras el Tratado de Versalles- obligada a cancelar sus obligaciones con sus reservas de oro, no podía costear sus importaciones más que tomando nuevos créditos en dólares. Las contradicciones terminaron por hacer estallar todo el equilibrio aquel 24 de octubre.
El ‘jueves negro’ el pánico se apoderó de los centros financieros de EEUU. En la Bolsa de Nueva York, ante las primeras noticias de la caída en las cotizaciones de títulos y acciones, la desesperación por venderlas llevó a que cambiaran de mano casi 13 millones de acciones en la jornada. “Los títulos se vendían ya por nada. Las Bolsas de Chicago y Buffalo habían cerrado. Comenzaba a desarrollarse una ola de suicidios; once especuladores de reconocida fama se habían dado muerte hasta entonces”[3].
A las doce en punto, tuvo lugar una reunión en las oficinas de J. P. Morgan de Wall Street, que congregó a los representantes de los cinco principales bancos del país. Acordaron allí proceder a la compra de acciones de las principales compañías como US Steel o General Electric, para mantener el valor de las cotizaciones. Pero los esfuerzos serían en vano.
Tras algunas idas y vueltas durante el fin de semana, el desplome terminó de concretarse el martes 29. Se vendieron ese día en la Bolsa de Nueva York más de 16 millones de títulos cuando ya los empleados no dieron abasto y el resto ni siquiera pudo registrarse. El índice industrial del Times cayó un 43%, “cancelando las ganancias de los doce maravillosos meses anteriores”[4]. La crisis estaba solo comenzando, y afectaría al conjunto de la economía mundial.

La Gran Depresión…

Los años siguientes al crack financiero la Gran Depresión dominaría el escenario. La renta nacional, que había alcanzado en 1929 su punto máximo, caía a menos de la mitad tres años después. Los bancos restringieron los créditos y retiraron sus propios depósitos, lo que llevó a decenas de miles de empresas a la quiebra. La venta a crédito casi desapareció. La producción industrial cayó un 45%.
El desempleo se disparó desde 1,5 millón en 1929 a casi 13 millones en 1933, afectando a uno de cada cuatro trabajadores. “Había montones de casas pero permanecían vacías porque la gente no podía pagar el alquiler, les habían desahuciado y ahora vivían en improvisados hoovervilles (villas miserias llamadas así en alusión al presidente Hoover) construidos en vertederos de basura”[5].
Acorralado, el gobierno de Estados Unidos emprendió una medida hoy clásica: el rescate de las compañías consideradas demasiado grandes para quebrar, para lo cual creó la Corporación Financiera de Reconstrucción. La idea de que podía controlarse el proceso de eliminación del capital sobrante para evitar un caos fracasó estrepitosamente. Sin embargo, mostraba la tendencia a la intervención estatal para buscar reactivar la economía, que sería la consigna del New Deal, ensayado por Franklin Roosevelt luego de derrotar a Hoover en las elecciones de 1933. El New Deal (Nuevo Pacto) pretendía, sobre la base del dirigismo económico, estímulos e impuestos, recomponer un ciclo expansivo. Luego de algunos progresos episódicos, el naufragio de esta política sería evidente, ya que no logró remontar los índices de producción ni reducir la enorme desocupación estructural -solo absorbida recién con los requerimientos de la maquinaria de guerra en hacia la década del ‘40.

… y la guerra

Para 1932, la producción mundial había caído el 33% en su valor, mientras que el comercio mundial se había reducido un 60%. En el mundo los desempleados pasaron de 10 a 30 millones de trabajadores. Comenzaba así una era de destrucción masiva de fuerzas productivas, que tomaría luego otra magnitud con la Segunda Guerra Mundial. Solo la Unión Soviética, con su economía planificada, quedaría exenta de la arrasadora depresión económica.
La tendencia a los choques internacionales se intensificó a la luz del dislocamiento de la economía internacional. En 1930, Hoover firmó la ley del arancel Smoot-Hawley que aumentó los gravámenes a unos 20.000 productos importados para reducir la competencia, pero la medida llevó a que otros países respondan adoptando impuestos similares y se desencadenó una guerra comercial que terminó en un descenso de las exportaciones americanas. Le seguiría la carrera devaluatoria que determinó el fin del patrón oro -que regulaba el comercio y el sistema financiero internacional.
Este dislocamiento iría recrudeciendo cada vez más las tensiones entre bloques económicos, que a su vez tendían a la conformación de zonas monetarias y áreas de influencia. La crisis marcó el ocaso del liberalismo, las burguesías apostaron al proteccionismo estatal. Se prefiguraba el escenario de la conflagración bélica más grande de la historia, que volvería a poner de manifiesto la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y los estrechos límites de las fronteras de los estados nacionales.
La guerra, además de una colosal destrucción de fuerzas productivas y eliminación de capital sobrante, serviría para combatir el crecimiento de la lucha de clases al interior de Estados Unidos, donde se experimentó un fenomenal proceso de recomposición del movimiento obrero encarnado por la CIO (central de sindicatos por industria que se desarrolló en oposición a la AFL dominada la aristocracia obrera) y el progreso de organizaciones de izquierda, como el PC o el trotskista SWP. Las luchas obreras serían crudamente reprimidas “por el bien de la nación”. Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, el ascenso del fascismo expresaba el lanzamiento de las burguesías europeas al aplastamiento del movimiento obrero, explotando la crisis de dirección de la vanguardia revolucionaria.

La tendencia del capital al colapso

Lo que el crack de Wall Street puso sobre la mesa fue que si los Estados Unidos se habían erigido como la principal potencia imperialista del mundo, lo hacían en la época de declinación histórica del capitalismo y preso de sus contradicciones. La dependencia cada vez mayor del resto de los países respecto del imperialismo yanqui, había convertido a éste en dependiente del inestable mercado mundial.
El enorme estallido vino a confirmar categóricamente el acierto de la tendencia identificada por Marx sesenta años antes, sobre la tendencia al colapso del capital. La crisis -además de ser una consecuencia de la sobreproducción de mercancías y de capital, que había creado una gigantesca burbuja especulativa para sortear la saturación del mercado y elevar el beneficio- tenía su origen en la fortaleza del imperialismo norteamericano, cuyo dominio no podía más que acelerar las contradicciones que llevaron a la Gran Depresión.
La crisis de 1929 vino a demostrar que todas las contradicciones que derivaron en la Primera Guerra Mundial -es decir, la competencia despiadada entre monopolios en la que los Estados se convierten en los gendarmes de los trust de sus países- no podían más que agravarse con la nueva hegemonía del imperialismo yanqui, convertido en vendedor y banquero del mundo entero.
90 años después, las burguesías imperialistas advierten sobre las tendencias a una recesión global, el recrudecimiento de la guerra comercial y las devaluaciones competitivas. A ello se suman los choques militares en Medio Oriente y los levantamientos populares en América Latina. Son muestras de que la caracterización de que estamos en la etapa declinante del capitalismo conserva toda su vigencia. Luego de los salvatajes estatales posteriores a la crisis de 2008, vienen fracasando año tras año los incentivos financieros que han resultado en que un tercio de la deuda global tenga tasa negativas. El FMI advierte sobre los riesgos del superendeudamiento privado de las empresas de las ocho economías más grandes del mundo. En el primer semestre del año, las compras de oro de los bancos centrales se incrementaron un 93% respecto del año anterior, ante las expectativas de nuevas devaluaciones monetarias, agudizadas por los reclamos de Trump por reducir las tasas de interés. Una devaluación significativa del dólar, sin embargo, implicaría el desmantelamiento del sistema financiero norteamericano, que reposa sobre la ‘confiabilidad’ que ofrecen sus títulos.
Todo el escenario internacional anticipa nuevos cracks, que son la expresión de la anarquía capitalista. Como en 1929, la crisis es inseparable de una agudización de la lucha de clases, que es la arena en la que se resuelven la tensión entre el carácter cada vez más socializado de la producción y la centralización cada vez mayor de los beneficios. Como anticipara Lenin, la fase superior del capitalismo, con la concentración monopolista de la producción, crea la premisa del socialismo.

Iván Hirsch

[1] A. Stadnichenko, La crisis del sistema monetario del capitalismo
[2] L. Trotsky, Sobre Europa y Estados Unidos.
[3] John K. Galbraith, The Great Crash, 1929.
[4] Ídem.
[5] Howard Zinn, La otra Historia de los Estados Unidos.

viernes, 25 de octubre de 2019

Por encima del cerco de Piñera, llueven las denuncias contra la represión salvaje al pueblo chileno




Un enorme despliegue represivo ha sido dispuesto el gobierno derechista de Piñera en Santiago de Chile y en muchas ciudades del país trasandino. Las avenidas de Santiago se hallan ocupadas por el ejército y los carabineros, a quienes les han dado vía libre para reprimir no solo a los manifestantes, sino que también a personas aisladas. Un audio proveniente de Valparaiso y recibido por Prensa Obrera cuenta como la denunciante vio a los carabineros disparar a mansalva contra dos hombres que venían caminando. Piñera, en un discurso propalado al comienzo de la rebelión popular ha dicho sin pelos en la lengua que “estamos en guerra”, y sobre la base de esa consideración está actuando. Otro audio proveniente de Santiago ha denunciado la detención de mujeres jóvenes, quienes han sido desnudadas frente a militares hombres, que han abusado de ellas amenazándolas con violarlas y tocándolas en sus zonas genitales con la punta de sus fusiles. Andrónico Luksic, uno de los más grandes y acaudalados empresarios de Chile y amigo personal de Piñera ha declarado que hay que reprimir con todo rigor, que no hay condiciones en Chile para la democracia y que a los periodistas que hacen denuncias hay que borrarlos de la faz de la tierra. Resulta claro que el ejército y los carabineros actúan inspirados en la clase capitalista.
Los Angeles Times da cuenta de declaraciones de Patricio Acosta, presidente de la Cruz Roja chilena, quien el 20 de octubre informó que se han agotado sus insumos médicos. Tal es la magnitud y la gravedad de la represión del gobierno de Piñera. Es que el estado de excepción y el toque de queda, lejos de amainar el temporal popular, han actuado como un acicate contra el régimen pinochetista, cuya esencia continúa en pie (aunque amenazado por la insurgencia obrera y popular) y que se manifiesta en todos los órdenes de la vida de los chilenos (bajos salarios y pensiones, flexibilidad laboral, persecución sindical, salud y educación privatizadas y caras, además la constitución pinochetista aún vigente).
Con el correr de los días la situación represiva se ha agravado. Hoy, 23 de octubre, la fiscalía nacional de Chile declara la existencia de 5.485 detenidos, que han pasado bajo el control de datos, 1.642 de los cuales han sido detenidos durante la jornada huelguística de hoy. La cifra oficial ya es de 18 muertos. Frente a un fuerte operativo de censura tanto de medios como redes sociales, circulan versiones que hablan de más caídos por la represión y detenciones no oficializadas. Los carabineros y el ejército actúan impiadosamente y tiran de un modo indiscriminado: Ignacio Otero, cronista de TN, y su compañero camarógrafo, fueron heridos con balas de goma; manifestantes que participaban de un cacerolazo por la avenida Acoquimbo fueron objeto de disparos de balas de goma desde los techos de la Escuela Militar. Clarín denuncia que han habido 653 ingresos de urgencia en los hospitales públicos. Algo de gravedad extrema ha sido denunciado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (I.N.D.H): en la estación Boquedano de la Línea 1 del Metro funciona un centro clandestino de detención, remedando la noche negra pinochetista.
Aunque Piñera ha intentado echar lastre ofreciendo una negociación con los partidos opositores y anunciando mejoras en salarios y pensiones, es decir ofreciendo una zanahoria, no ha abandonado el garrote, que usa con todo rigor contra las masas oprimidas chilenas. Se encuentra aislado, muchos de los opositores no han concurrido a su llamado al diálogo, soltándole la mano, a sabiendas de que tiene sus días contados y puede provocarles desprestigio. Algo que desnuda la naturaleza de los intereses defendidos por la expresidenta Bachelet son sus declaraciones contra la violencia en general, que encubre a los asesinos de las fuerzas armadas y a Piñera mismo.
La crisis política abierta por la gran irrupción de las masas obreras y populares en la escena política chilena tiene una sola salida genuina y progresiva para los trabajadores y oprimidos que ocupan las calles: una salida propia e independiente de los trabajadores contra Piñera y todas las variantes de relevo del capital.
Contra la barbarie capitalista de Piñera y las fuerzas armadas reclamamos:
¡Que se vaya Piñera! Levantamiento del estado de excepción y el toque de queda. Libertad inmediata a todos los presos por luchar. Castigo a los represores. Cárcel a los responsables materiales e intelectuales de los asesinatos y torturas contra el pueblo y a los torturadores. Desmantelamiento inmediato de los centros de detención clandestinos. Satisfacción a todas las demandas populares. Por un gobierno de las organizaciones obreras y populares en lucha que convoquen a una asamblea constituyente soberana que anule la constitución pinochetista e imponga la satisfacción de los intereses de la clase obrera y los oprimidos.

Roberto Gellert

Marx inédito: Cuaderno de Londres Nº XIV, 1851.




Conversatorio sobre el libro "COLONIALISMO. Cuaderno NºXIV de Londres". Texto inédito de Karl Marx. Presentaciòn de Néstor Kohan y Walter Delgadillo. La Paz. Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, 7 de octubre de 2019.

jueves, 24 de octubre de 2019

Chile: claves de la rebelión popular




Sexto día de protestas en Chile. Este miércoles, cientos de miles de personas salieron a las calles en todo el país a pesar de que el martes a la noche el presidente Sebastián Piñera pidió perdón y anunció un paquete de medidas sociales tratando de calmar las protestas.
El paro de mineros, portuarios, trabajadoras y trabajadores de la salud y educación, estudiantes secundarios y universitarios impusieron una huelga general que se expresó en movilizaciones masivas en las principales ciudades del país.
Miles de manifestantes vienen desafiando noche tras noche el toque de queda y la militarización de las principales ciudades y se enfrentan a una represión brutal, que ha dejado muertos, heridos, violaciones a los derechos humanos, desapariciones.
Así y todo, el Fuera Piñera y fuera los milicos se escucha de norte a sur.
En este video te vamos a explicar por qué son tan profundas las causas que desataron la furia de la población de todo el país, cómo sigue y qué importancia tiene para el conjunto de América Latina.
El pueblo chileno ya no quiere seguir viviendo como hasta ahora. La promesa de éxito económico del neoliberalismo se concretó solo para unos pocos, que pueden disfrutar de servicios de salud de primer nivel, educar a sus hijos en colegios y universidades de excelencia y garantizarles el futuro. Pero en la otra cara de la moneda, el pueblo debe vivir con sueldos muy bajos, más de la mitad no llega a ganar 500 dólares.
Lo que puede parecer alto para otros países de Latinoamérica, en Chile significa un calvario, ya que la mayoría de los servicios públicos fueron privatizados en la dictadura de Augusto Pinochet. Eso significa tener una educación pública de pésima calidad que impide a la gran mayoría el ingreso a las universidades. Implica no poder ir a la universidad por no poder pagar las enormes mensualidades o endeudarse por 10, 15 años.
Significa tener una salud cara y de mala calidad, hasta morir en la fila de un hospital público, o gastar una enorme porción del salario para pagar un plan de salud, que tampoco garantiza una atención completa.
Significa la total precarización del trabajo, ya que los derechos laborales fueron eliminados durante la dictadura. Significa jornadas de trabajo extensas, con descansos acotados. Significa el mayor abuso patronal, varios sindicatos por empresa y por lo tanto sin poder de negociación. Significa enormes índices de muertes y enfermedades laborales.
Significa no poder jubilarse porque las pensiones pueden llegar a ser del 30% del salario, mientras los dueños de las administradoras de pensión ganan fortunas con la especulación sobre esos fondos.
La educación de mercado, la salud de mercado, los servicios privatizados, precarización laboral, son los grandes pilares del neoliberalismo que impuso la dictadura y no se modificaron desde entonces.
Por eso, si bien la rebelión empezó con los secundarios saltando los molinetes por el aumento de 30 pesos en boleto del metro, una de las consignas centrales de las protestas es “no son 30 pesos, son 30 años”.
¿Cómo sigue esto? El retroceso en el aumento del precio del metro y las medidas anunciadas son solo migajas y no alcanzaron para sacar a la gente de las calles. Sin embargo, el gobierno logró reunir a los principales partidos con representación parlamentaria, de la derecha y de la centroizquierda y el poder judicial, en una muestra de unidad del régimen.
El gobierno debe enfrentar, sin embargo, el enorme descrédito de la población en esas instituciones. El parlamento, por ejemplo, cuenta con menos del 17% de aprobación.
Los partidos que no acudieron a la mesa de diálogo del gobierno, el Partido Comunista, el Frente Amplio y el Partido Socialista, se han pronunciado contra la militarización y apoyan las movilizaciones, aunque buscan canalizarlas hacia el parlamento y lograr medidas parciales que les permita capitalizar el descontento en las urnas en el futuro.
La fuerza de la calle muestra que hay condiciones para imponer las demandas, empezando por “Fuera Piñera” y “Abajo el estado de emergencia”, pero para avanzar en todas las demandas más sentidas por el pueblo y los trabajadores de Chile.
La rebelión del pueblo chileno ya trajo nuevos aires para la lucha de los pueblos que se enfrentan a los ajustes de los gobiernos y el FMI en toda América Latina, por eso es clave seguir los acontecimientos.

La Izquierda Diario

miércoles, 23 de octubre de 2019

Multitudinaria marcha en Uruguay: "Milicos nunca más"




Las calles de Montevideo fueron este martes escenario de una movilización multitudinaria contra la llamada "Reforma vivir sin miedo" que habilita el uso de militares en "seguridad interior".

Desde la explanada de la Universidad hasta Plaza Cagancha una multitud se movilizó en rechazo a la propuesta de reforma constitucional que llevan adelante los impulsores de la campaña "Vivir sin Miedo". Esta reforma constitucional, que impulsa el senador del Partido Nacional Jorge Larrañaga, y otros sectores de la derecha, busca la utilización de militares y las Fuerzas Armadas en "seguridad interior" mediante un referéndum que se votará este domingo, junto a la jornada de elecciones presidenciales.
Organizada por la Articulacion No a la Reforma, que nuclea a distintos colectivos y organizaciones sociales, los manifestantes rechazan las propuestas que impulsa la derecha, entre ellas la participación de los miltares en tareas de seguridad interna, habilitar los allanamientos nocturnos y otras medidas de corte represivo y autoritario.
La movilizacíon cerró con espectáculos musicales en Plaza Cagancha.
Desde La Izquierda Diario Uruguay y la agrupación Pan y Rosas Uruguay participaron y convocaron a la movilización participando desde la columna de los Colectivos contra la Reforma.

LID
Miércoles 23 de octubre | 09:55

Campaña electoral y elecciones en Uruguay




Sería un ejercicio interesante preguntarse:
¿Por qué y cómo ocurre esto?
Desde luego que en el CAPITALISMO la clase dominante se da FORMAS diversas de dominar y gobernar.
En oportunidades y bajo la forma democrática burguesa las masas explotadas saltan el primer escalón de conciencia ( el reivindicativo y organizativo) y empujan a un segundo escalón, ese segundo es la UNIDAD POLÍTICA. Está se da con mucha amplitud, el asunto es que en algunos casos asumen fuerzas progresistas concierta influencia de izquierda. Esto paso y está pasando.
No me quiero detener en el aspecto de si lo hacen bien, regular o mal, seguro que diferente a las representaciones genuinas de la clase dominante. Este aspecto le genera un lío "teórico" al izquierdismo repetidor de fórmulas resecas y desde luego al oportunismo de izquierda que pretende siempre lograr una representación en el parlamento que le garantice recursos, esto también ocurre.
Ahora el asunto al que me quería referir de elecciones en Uruguay, como algo natural es el siguiente, es el que tuvo que ver con el ayer.
El ayer es Eduardo Bleier, el ayer del Paraninfo.
Bleier es ya el porvenir, es este presente y es el futuro que ayer agitó banderas.
La costumbre de esto que conocemos como elecciones, es la conquista a partir de la huelga general (15 días) sin renunciamientos de la clase obrera y 12 años de manera ininterrumpida, desde el 27 de junio de 1973 a 1985.
Las elecciones de OCTUBRE tiene mucho que ver con Bleier, con Paita, Bonilla, Miranda, Chávez Sosa y otros muchos. Con toda esa generación y la nuestra también (tiró porque me toca) con eso tiene que ver el 27 de octubre.
Entre tantos nombres Eduardo Bleier ocupa un lugar elevado, posiblemente el más alto, elevó para siempre la condición de COMUNISTA.
Octubre, el 27 tiene mucho que ver con la resistencia y la resistencia al golpe, a la tortura, a la máquina, es Bleier, en el se resume lo mejor y más abnegado de la resistencia y eso es también octubre en Uruguay.

Osbaldo Zuñiga

Los mitos del "milagro chileno"




La actual revuelta en Chile, que comenzó contra el alza el pasaje del metro, desnudó la realidad de un país que durante años fue tomado como un ejemplo del "éxito neoliberal". El cuestionamiento profundo a la herencia del pinochetismo dejó expuesta la miseria y la precarización social de millones de personas, mientras que una casta empresarial y política se enriquece cada día más. Una fractura social que parece haber tocado fondo en estos días.
Presentamos a continuación un artículo publicado originalmente en el suplemento Ideas de Izquierda sobre los mitos del capitalismo chileno.

El origen del mito

Desde 1990 al 2017, años de transición democrática, Chile pasó de una población de 13 a 17 millones de habitantes. En ese lapso tuvo un crecimiento del PIB acumulado del 748 %: de 33.000 millones de dólares de producción de bienes y servicios anuales, a 280.000 millones de dólares. El PIB per cápita pasó de 4.500 a 23.500 dólares, actualmente el mayor de América Latina. El viejo trauma de la inflación quedó atrás, y las crisis externas, como la asiática de 1998 o la del 2008, golpearon pero ninguna terminó en catástrofe, como la mayoría de las veces del siglo XX. La pobreza oficial se redujo de un 38,6 % en 1990, al 14,4 % el año 2015 y emergió una nueva clase media, que la llaman “pujante”.
Estas cifras constituyen un cierto paradigma: la idea del “milagro chileno”, el “jaguar” de América Latina. Símbolo de crecimiento económico, estabilidad política y progreso social. Es una alternativa “real” para los neoliberales y receta actual para gobiernos como Bolsonaro o Macri. También para los “nuevos liberales”, como Fundación para el Progreso, que recuperando la tradición vieja de Hayek y Von Misses de la escuela austríaca, se proponen enfrentar al “populismo de izquierda” con una defensa incondicional –y de algún modo, apoyando todas formas de lucha– de un supuesto “libre mercado” capitalista como único sistema social donde el bienestar y progreso es creciente para toda la sociedad. Chile es un ejemplo de ese fetiche realizado, y “amenazado” en sus defensas.
La dictadura cívico-militar sentó las bases de este desarrollo las últimas tres décadas, en las cuales se consolidaron a su vez sus bases, ampliando la modernización capitalista. Nadie puede negar que ha sido un cambio cualitativo en la estructura económico-social chilena, en las relaciones de producción del capital sobre el trabajo. Pero detrás de esas cifras está oculto el Chile real, de alguna forma desgarrado en contradicciones y antagonismos sociales crecientes en los “pilares” del capitalismo chileno. No solo son las bases del crecimiento, sino que a la vez las de un creciente malestar social, de profundas aspiraciones sociales y democráticas de millones de jóvenes y trabajadores, mujeres y pueblos oprimidos incapaces de ser satisfechas en los marcos del capitalismo chileno.

El milagro llegó tras la crisis y el shock

El plan económico de los Chicago Boys había sido esbozado previamente al Golpe del 11 de septiembre de 1973 como un programa económico frente a la crisis económica; luego, con sus representantes como ministros de la dictadura, lo aplicarían contra las masas trabajadoras. Conocido posteriormente como El Ladrillo y como “plan de recuperación económica”, desde el 78 se vivió una especie de terapia de shock económico: abrupta reducción del gasto fiscal (liquidando servicios públicos, reduciendo gasto en salud, educación o vivienda, privatizando empresas), drástica disminución de las importaciones para estabilizar la balanza de pagos, apertura comercial cuasi-absoluta y liberalización financiera, unido a una amplia privatización de empresas estatales (desde recursos estratégicos, industrias, hasta servicios esenciales, más de 500 empresas entre las que estaban CTC, Endesa, Entel, CAP, LAN).
En el ámbito social los principales cambios fueron: 1) el Plan Laboral que intentó desarticular legalmente a los trabajadores y el movimiento sindical a través de un profundo cambio en las relaciones laborales a favor del capital, reflejado actualmente en el Código del Trabajo, con sindicatos chicos y sin peso, negociaciones limitadas y ausencia de efectivo derecho a huelga; 2) la reforma de pensiones con la creación de las AFP, que destruyó el sistema de reparto y se basó en la capitalización individual, que tiene como principal objetivo entregar millonarios recursos al mercado de capitales y la bolsa; 3) la reforma en la salud, en la que el sector privado es el principal beneficiario de los recursos estatales, bajo instituciones de salud previsional privadas (ISAPRE) para el fortalecimiento de clínicas y negocios, debilitando el público Fondo Nacional de Salud (FONASA); 4) la reforma educacional, donde comenzó un proceso de privatización casi completa de la educación regulada por la relación entre “oferentes” y “demandantes” de servicios educativos, desmantelando progresivamente la educación pública.
La primera prueba de fuego de estas medidas fue la crisis económica de 1982, la mayor que conozca el país en las últimas décadas, que tuvo como consecuencia una catástrofe económica brutal sobre las masas. El PIB disminuyó un 14,3 % solo el primer año, el desempleo saltó al 30 %, la pobreza superó el 45 %. El régimen devaluó el peso en 18 % contra las masas trabajadoras, mientras rescataba el sistema bancario privado estatizando las deudas con la “intervención”, a la vez que abrió otra ronda de venta de empresas estatales como Chilectra y la Compañía de Teléfonos. El costo del “rescate” fue de 35 % el PIB, a base de la deuda pública externa, que ya en 1987 alcanzó el 86 % del PIB.
Es falso que el plan de shock neoliberal trajo mejores condiciones de vida para las masas. Desde el ‘78 al ‘89, las masas trabajadoras vivieron una década de penuria, crisis y degradación de sus condiciones. El “shock” catastrófico fue el papel sucio que jugó la dictadura (tras represión sistemática) para sentar las bases del crecimiento noventista. Entre 1990-97, el crecimiento anual promedio fue de 7,7 %, un PIB promedio inédito de crecimiento en el país. Pero no llegó de “milagro”, sino de una “catástrofe”. Ya entrando en 1998, no terminaban de recuperarse las condiciones pre-crisis y ya llegaban los golpes de la crisis asiática. El “milagro” para las masas trabajadoras, significaba más una “recuperación” que un nuevo salto.

Renta, apertura comercial y concentración económica

Durante la década de los 80, el plan de shock, implicó una enorme apertura al capital extranjero, una privatización sin precedentes de los recursos estratégicos y empresas estatales, y un saqueo basado en el principal recurso estratégico del país.
El cobre y la minería, que constituyen la quinta parte de la producción total del país, representan sin embargo casi la mitad de las exportaciones. Es clave, en el marco de una economía relativamente pequeña en el escenario internacional, el rol que juegan las exportaciones y en particular el cobre. Chile es una economía basada centralmente en dos bases centrales en la acumulación del capital: 1) la renta de la minería –no es la única, pero sí la principal–, y; 2) la alta tasa de explotación de la fuerza de trabajo. Ambas condiciones son ampliamente favorables para el desarrollo del capital, extranjero y nacional.
Según el estudio Nuevas Estimaciones de la Riqueza Regalada a las Grandes Empresas de la Minería Privada del Cobre: Chile 2005-2014, la renta económica, solo de las 10 grandes empresas de la gran minería privada, fue de 120.000 millones de dólares solo entre el 2005 y 2014. Esto sobre los 10.000 millones de dólares de ganancia anuales de estas compañías. Entre ellas predomina el capital extranjero: BHP Billiton o AngloAmerican, junto a otros grupos nacionales como el grupo Luksic con Antofagasta Minnerals. El 71 % de la producción está en manos privadas.
Solo la ganancia generada por la renta minera y la explotación laboral, podría financiar la gratuidad universal de la educación superior, resolver en un año el problema del déficit habitacional y las listas de espera. Sin embargo, son recursos que en su gran mayoría se fugan al extranjero, y cuyos precios se imponen en la bolsa de metales de Londres en la puja entre las grandes compañías multinacionales. Así está ocurriendo también con el recurso estratégico del litio. En el mar, los recursos están en manos fundamentalmente de 7 familias. Los bosques, con casi 3 millones de hectáreas en manos de los grupos Matte y Angellini, que controlan la industria de exportación de la madera.
La apertura económica de Chile, con 26 Tratados de Libre Comercio, está atada a las exportaciones a China, EE. UU., Europa y América Latina, fundamentalmente de: cobre y minerales; madera y celulosa; salmón, frutas y vino; y cuyo consumo de bienes de servicio son fundamentalmente importados, desde China, EE. UU. y Europa, y una total dependencia de la importación de maquinaria frente al desarrollo tecnológico. Un 25 % del PIB se va en importaciones. A través del DL 600 y la Inversión Extranjera Directa, prácticamente la inversión en su conjunto depende de capitales extranjeros, y un tercio de ella solamente va a la minería, y otro tercio en servicios financieros, es decir, en el desarrollo de las finanzas y los bancos (en este caso, el capital extranjero controla casi el 50 % del sistema bancario, encabezado por el banco español Santander, que tiene una cuota del 20 % del mercado financiero; los demás grupos nacionales los principales son BCI y Banco de Chile, en manos de Yarur y Luksic).
Así, la IED se vuelve en uno de los mecanismos privilegiados del saqueo y la dependencia frente al capital extranjero. El caso de la minería, la celulosa y madera, el salmón, los vinos y la fruta, no solo casi no hay “libre competencia”, sino que la concentración capitalista en un puñado de monopolios (u oligopolios) en las principales ramas de la economía depende fundamentalmente de la inversión extranjera de las grandes corporaciones imperialistas, quienes a su vez imponen los precios, y favorecen sus propias exportaciones. Aunque la balanza comercial no sea deficitaria, la dependencia extrema de una materia prima particular (el cobre) y la inversión extranjera, hace a Chile frágil de mayores golpes a la economía mundial.
El gran ejemplo chileno descansa fundamentalmente en este saqueo, junto a las condiciones favorables de explotación y precariedad sobre las masas trabajadoras.

Salarios, pobreza y desigualdad

La segunda base de la acumulación, la tasa de explotación con el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, muestra las paupérrimas condiciones a la que están expuestas millones de personas en el país. Según Fundación Sol, en su informe “Los verdaderos sueldos de Chile”, el 50 % de los trabajadores chilenos gana menos de $ 380.000 y 7 de cada 10 trabajadores menos de $ 550.000 líquidos”, y “el 84,1 % de las mujeres que tienen un trabajo remunerado gana menos de $ 700.000 líquidos”. El salario mínimo, de acuerdo a organismos internacionales como la OIT, es catalogado como “mini salario mínimo”. Mientras en las últimas dos décadas desde 1998 la productividad del trabajo creció cerca de un 90 %, los salarios reales solo un 20 % (es decir 70 % de ganancia).
Las pensiones son miserables. El 50 % de las y los jubilados recibe montos inferiores a los $ 170 mil. Los pensionados en Chile son mayoritariamente pobres, no por nada uno de los movimientos más masivos y con alta popularidad fue el movimiento No + AFP que develó esta crítica situación que afecta a por lo menos 3 millones de ancianos y ancianas.
Uno de los últimos estudios de Fundación Sol, “La pobreza del “modelo” chileno, la insuficiencia de los ingresos del trabajo y pensiones”, hace una medición de la pobreza donde se considera exclusivamente los ingresos del mundo del trabajo (ingresos laborales y pensiones contributivas). “La micro simulación basada en CASEN 2017 confirma la hipótesis de que la pobreza en Chile al considerar los ingresos del mundo del trabajo “supera con creces” al indicador oficialmente divulgado. Para el caso de las mujeres, la pobreza pasa de un 9 % a un 31,7 % mientras que en los hombres, de un 8,2 % a un 26,8 %. En el total, la pobreza pasa de un 8,6 % a un 29,4 %”, afirman desde la entidad.
En noviembre de 2017 la línea de la pobreza por ingresos en Chile para un hogar promedio de cuatro personas estaba establecida en $ 417.348. “Si consideramos solo a los asalariados del sector privado que trabajan jornada completa, el 50 % gana menos de $ 402.355, esto quiere decir que ni siquiera podrían sacar a su grupo familiar de la pobreza”, concluyen en Fundación Sol. Sumado a esto se registra que casi 1 millón de asalariados no tiene contrato de trabajo y el 80 % percibe sueldos inferiores a $420.000. En Chile, los trabajadores y jubilados son pobres.

Consumo basado en una creciente deuda de las masas trabajadoras

El acceso al consumo ha sido mediante el endeudamiento de las masas trabajadoras y sectores populares. El monto total de deuda de los hogares llega al 71,1 % del ingreso promedio de la clase trabajadora, unos 153.000 millones de dólares. De cada 10 pesos de ingreso de las familias, 7 pesos constituyen deuda. Solo en términos de carga financiera, es decir, aquella porción de ingresos que se destina al pago de intereses y amortizaciones, llega al 25 % de los ingresos. El crédito hipotecario (vivienda) alcanza casi el 38 % de la deuda, los créditos de consumo el 18,2 %, y las casas comerciales, compañías de seguros y cajas de compensación el 15,5 % del ingreso disponible. El 14 % del endeudamiento es con prestamistas no regulados, amigos o familiares (cuentas nacionales BC).
Según los datos del XXI Informe de Deuda Personal Universidad San Sebastián- Equifax, en junio de 2018, se registraron 4,48 millones de deudores morosos. Según el INE, el 70 % de los hogares está endeudado. En el caso de los jóvenes entre 18 y 29 años la cifra de endeudamiento supera los 3 millones, alcanzando un 21 %, centralmente por educación.

El intento de destrucción de los sindicatos y del movimiento obrero

Para poder sostener el crecimiento de la tasa de rentabilidad mediante una mano de obra de salarios relativamente bajos y mayores tendencias a la precarización sindical, un aspecto fundamental en la política neoliberal impuesta en dictadura fue pulverizar la organización sindical a través del Plan Laboral, posteriormente llamado Código del Trabajo. Creado por José Piñera, tuvo cuatro pilares claves. ¿Cómo hacer que exista un “derecho” laboral sin que los sindicatos, sus negociaciones y huelgas tengan fuerza, o mejor: no existan realmente existiendo formalmente. Un primer punto fue establecer sindicatos y negociación colectiva centrada en la empresa o establecimiento, y con “grupos negociadores” para conseguir un cierto “paralelismo” con los sindicatos. Esto en el marco de excluir a enormes grupos de trabajadores de la negociación colectivas, como las federaciones y confederaciones, los trabajadores públicos, profesores y negando el derecho también a negociar a los sectores estratégicos determinados cada 2 años arbitrariamente por el poder ejecutivo (según el artículo 6.º del DL 2.758, “no podrán declarar la huelga los trabajadores de aquellas empresas que: a) atiendan servicios de utilidad pública, o b) cuya paralización cause grave daño a la salud, al abastecimiento de la población, a la economía del país o a la seguridad nacional”). Hoy en día, solo el 8 % de los trabajadores tiene derecho a negociación colectiva, y un 2 % de la fuerza laboral tiene instrumentos colectivos de trabajo.
Un segundo aspecto fue el ataque a la huelga como herramienta de lucha. Para esto se impuso el concepto de “huelga que no paraliza” y el reemplazo en huelga que se utiliza hasta la actualidad, ahora “no permitido” aunque sí aplicado de facto por las empresas, y con “servicios mínimos” establecidos para los sindicatos.
La despolitización sindical y “libertad sindical” (para formar grupos paralelos al sindicato) fue otro concepto que abordó el Plan Laboral. Así se demuestra en el considerando n.º 7 del Decreto 2.756, el que plantea de forma explícita que “es indispensable que la organización sindical sea autónoma y despolitizada, para que pueda dedicarse a sus finalidades propias, evitando que sea instrumentalizada por grupos o intereses extraños a la propia organización”. Esto llevó incluso a que hasta la actual sea prohibición constitucional para dirigentes sindicales presentarse a elecciones populares sin renunciar a su cargo.
Esto lo hicieron tras la represión brutal a sangre y fuego contra uno de los movimientos obreros más avanzados de América Latina en aquella época, como fue el chileno, que vio nacer en 1972 las ocupaciones de empresas (llegaron a ser más de 500 empresas ocupadas por sus trabajadores tras el golpe del 29 de junio de 1973, antes del golpe final del 11 de septiembre), y el plan buscaba impedir una nueva tendencia a la organización de los trabajadores, para luchar por sus derechos, para impedir un rol protagónico en sus luchas y demandas y en las luchas de clases de la sociedad. Para la acumulación capitalista impuesta a la clase trabajadora no solo estaba la entrega de la renta y los recursos estratégicos al gran capital, manteniendo la dependencia de la inversión extranjera, sino otorgar las mejores condiciones posibles a aquella inversión, en impuestos, regalías, pero sobretodo, condiciones laborales favorable a la rentabilidad capitalista.

¿Quiénes se benefician con el “milagro”?

No solo las grandes compañías multinacionales del cobre, cuya renta y ganancia es el principal saqueo del país. También son los grandes grupos económicos nacionales, algunos de ellos de décadas de riqueza y acumulación, y otros tantos que hicieron su fortuna tras la dictadura militar, o los grupos creados con la apertura comercial de los TLC pos2000. Hay 3 familias: Angelini, Matte y Luksic, que controlan la mitad de los activos cotizados en la Bolsa de Valores de Santiago, y su patrimonio representaba (2011) el 12,5 % del Producto Interno Bruto (PIB).
El 8.° Informe de la Riqueza Mundial de 2017, del banco de inversión suizo Credit Suisse, revela que en Chile, dentro de un total de 13 millones de habitantes adultos, existen unas 57.000 personas que tienen más de un millón de dólares ($ 630 millones) o más. 79.000 chilenos son parte del 1 % más rico del mundo, lo que es equivalente a la población total de Papudo, Zapallar, Santo Domingo, Algarrobo y Concón juntas. Según la Fundación Sol, el 1 % de los considerados “ocupados”, que son capitalistas (gerentes, directores de empresas y empresarios) o pequeño-burguesía alta (médicos, abogados, ingenieros) tiene sueldos superiores a tres millones de pesos, que pueden alcanzar hasta los 30 millones de pesos mensuales. En el otro polo, el 70 % de los trabajadores tiene salarios inferiores a $ 400.000, bajo la canasta básica familiar, y más de 1 millón de jubilados cobran pensiones de menos de $ 140.000.
Por algo el 76 % de la población opina que el crecimiento ha favorecido exclusivamente a los ricos, y solo un 17 % reconoce haberse beneficiado del crecimiento.
El “milagro” no llega a todos, y es más bien un paraíso y “utopía” para las ganancias capitalistas, que para las y los trabajadores.

Ángela Suárez
Pablo Torres