jueves, 25 de abril de 2024

La juventud universitaria de Estados Unidos se rebela contra el genocidio palestino


Demócratas y republicanos cierran filas en favor del sionismo. 

 Una creciente movilización de la juventud universitaria ha invadido los campus y calles de las distintas casas de estudios a lo largo y ancho de los Estados Unidos. El centro de las movilizaciones y acciones ha sido tomado por los estudiantes de la Universidad de Columbia, quienes el pasado jueves 18 sufrieron una feroz represión - que llevó a la detención de 100 estudiantes, docentes y otros manifestantes - habilitada por el gobierno de Nueva York y su propia rectora, Minouche Shafik. 
 Lo que pretendía ser una acción aleccionadora fue el comienzo de una rebelión que se va generalizando en diversas universidades del país, con epicentro en Nueva York. En los últimos días, cientos de estudiantes fueron detenidos en Columbia, Yale, la Universidad de Nueva York (NYU, por sus siglas en inglés) así como se han instalado campamentos y líneas de piquetes en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Emerson, Tufts, Brown o Stanford en la costa oeste. Así como en Michigan, Boston y otras ciudades. (El País, 22/04) 
 Los demócratas y republicanos, nucleados en el Comité de Educación, han convertido las citas a diversos rectores en una casa de brujas y el llamado a realizar una purga de estudiantes y docentes que no se alineen con la política genocida del sionismo. Allí quienes más han utilizado el recurso del “antisemitismo” son los diputados alineados a Trump, un supremacista declarado. Estas convocatorias han generado las renuncias de las rectoras de Harvard y Boston. Ahora, se ha iniciado una campaña contra la rectora de Columbia por su “permisividad” ante los grupos propalestinos.
 La intromisión policial, habilitada por la propia rectora de Columbia, es la primera acción policial en los campus universitarios desde 1968 cuando la juventud universitaria se levantó en masa contra la guerra de Vietnam. Los estudiantes y docentes denuncian que sufren una persecución de parte de las autoridades, quienes han decidido desde suspender clases presenciales, cerrar los campus, suspender a estudiantes hasta su expulsión o inhabilitación por tiempo indefinido hasta que reconozcan sus “actos antisemitas.” 
 Joe Biden ha celebrado estas persecuciones al asegurar en un comunicado de la Casa Blanca el pasado domingo, que no puede permitirse el “antisemitismo flagrante, censurable y peligroso, que no tiene cabida en absoluto en los campus universitarios ni en ningún lugar de nuestro país." (Clarín, 23/04)
 Los grupos constituidos en cada universidad han demostrado una amplía composición de estudiantes y docentes pertenecientes a la comunidad judía. Lo que ha terminado por tirar por el suelo la provocación de la derecha republicana y los grupos trumpistas. Es un golpe político al sionismo y sus aliados internacionales en su empresa bélica. "Hoy es el discurso sobre Israel-Palestina. La semana que viene, será sobre la raza, el género, las vacunas o el clima", asegura el profesor Joseph Howley de Columbia y perteneciente al comité de solidaridad con Palestina. (Clarín, 23/04) 
 El gobierno de Biden viene sufriendo un distanciamiento cada vez mayor con la juventud, sobre todo la universitaria que históricamente se ha volcado en las elecciones por un voto progresista. Algo que ha puesto en jaque su propia campaña por la reelección. Sucede que las reivindicaciones de los estudiantes van desde la exigencia de comunicados oficiales de las universidades condenando el genocidio palestino y la exigencia inmediata de un cese al fuego hasta el reclamo por la cancelación de todos los contratos de investigación y desarrollo destinados a empresas israelies, armamentisticas o que tengan aplicación práctica en el terreno de combate. (El País, Los Angeles Times, CNN) 
 Tomado en su conjunto, el movimiento ascendente de la juventud estadounidense, empalma como un rechazo consciente a la empresa bélica del sionismo con la complicidad de Estados Unidos y un rechazo, más general, a la guerra mundial que la OTAN ha expandido por todo el planeta con epicentro en Europa y Medio Oriente, requisito previo para una ofensiva total sobre China.
 Este quiebre, al igual que en el pasado durante la guerra de Vietnam, muestra el profundo desequilibrio del imperialismo estadounidense en su “frente interno”. A todo este torrente, se le suman una camada de jóvenes activistas fabriles y sindicales junto a un renacimiento de los movimientos de la juventud negra (Black Lives Matters) y la mujer.
 Esta primavera de la juventud estadounidense es un revulsivo sobre el conjunto de la situación política. La puesta en movimiento de las fuerzas elementales de la juventud ante el planteo de la guerra y la reacción política de un imperialismo decadente. 

Joaquín Antúnez
 24/04/2024

miércoles, 24 de abril de 2024

Los sionistas preparan la masacre en Rafah mientras se hallan cientos de palestinos enterrados en fosas comunes


Equipos de defensa civil palestina encontraron el domingo una fosa común en el interior del Complejo Médico Nasser de Khan Younis, en el sur de Gaza. La mayoría de los 300 cadáveres de niños, mujeres y ancianos proceden sólo de una de las por lo menos tres fosas comunes encontradas en el lugar. "Esperamos hallar otros 200 cadáveres en la misma fosa en los próximos dos días, antes de empezar a trabajar en las otras dos", declaró a Reuters Ismail Al-Thawabta, director de comunicación del gobierno de Hamás.
 Yamen Abu Suleiman, director de Defensa Civil en Khan Younis, dijo a CNN que algunos cadáveres tenían las manos y los pies atados, “y había señales de ejecuciones sumarias. No sabemos si fueron enterrados vivos o si fueron ejecutados”. Otros "estaban sin ropa, lo que sin duda indica que fueron detenidos y torturados antes de que los mataran", agregó. También había cadáveres con uniforme del personal de salud o vendados, lo que hace presumir que ejecutaron a médicos y pacientes. 
 Las tropas de ocupación sionistas asaltaron en la noche del 14 al 15 de febrero las instalaciones del hospital Nasser, el mayor complejo hospitalario del sur de la Franja, y tomaron el control durante semanas A pesar de los pedidos de clemencia de Médicos Sin Fronteras, ordenaron la evacuación de miles personas desplazadas que se refugiaban en el hospital. Se retiraron el 7 de abril, dejando la ciudad en ruinas.
 Aparentemente, el ejercito sionista “también desenterró cadáveres para buscar rehenes de Israel, hicieron pruebas de ADN y después mezclaron todos los cadáveres”, explicaron algunos pobladores que buscan los restos de sus familiares. Israel negó haber hecho fosas comunes pero admitió que sacó docenas de cuerpos para realizar pruebas de ADN, “antes de devolver los restos en contenedores” (CNN 22/4).
 Estas no son las primeras fosas comunes que hace el ejército sionista para ocultar asesinatos masivos de civiles. La semana pasada se encontró una nueva fosa común en el hospital Al Shifa, el complejo sanitario más grande de Palestina que fue reducido a escombros. Israel ha convertido los hospitales de Gaza en campos de exterminio. 
 Mientras muchas personas esperaban en el patio del hospital Nasser reconocer los restos de sus familiares para volver a enterrarlos, el lunes los tanques sionistas volvieron a ingresar a Khan Younis. También prosiguen los ataques aéreos en la ciudad de Rafah, donde las incursiones nocturnas mataron el domingo a 22 personas, entre ellas 18 niños. 
 Los principales medios de comunicación estadounidenses han ocultado la existencia de fosas comunes. Por ejemplo, los tres principales periódicos estadounidenses, el New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal (WSWS 23/4). Los crímenes de guerra debilitarían la furiosa campaña del gobierno y todo el establishment contra los estudiantes y docentes propalestinos. 
 Sin embargo, el descrédito del Estado sionista es ilevantable. Volker Türk, alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, se ha mostrado “horrorizado” y exigió una investigación “creíble e independiente” sobre “el hallazgo de fosas comunes frente a varios hospitales con centenares de cadáveres”.
 Por otra parte, una investigación independiente encargada por el secretario general de la ONU, António Guterres, ha concluido que “Israel no aportó pruebas que demuestren que personal de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, esté vinculado a organizaciones islamistas como Hamás”. 
 No solo eso: la UNRWA citó el testimonio de trabajadores de la agencia que estuvieron presos por el ejército y fueron obligados a confesar falsamente que habían participado en el ataque del 7 de octubre. Para “convencerlos” los sometieron a “golpizas por parte de interrogadores y médicos que trabajaban con el ejército, así como ataques de perros y amenazas de violación y asesinato".
 Las falsas acusaciones israelíes fueron la excusa para que 16 países cortaran las contribuciones a la UNRWA, que es el principal canal de ayuda humanitaria no solo para los palestinos de Gaza, sino para las comunidades de refugiados palestinos de toda la región.
 Aunque el cínico del secretario de Estado Anthony Blinken afirmó que Estados Unidos “está preocupado” por supuestas violaciones a los derechos humanos en Gaza, las investigaciones que confirman torturas, falsificación de información, ejecuciones sumarias masivas y fosas comunes, se producen en un momento en que Estados Unidos aprobó 13.000 millones de dólares en ayuda militar, dando luz verde a Israel para que continúe el genocidio. La Cámara de Representantes de Estados Unidos votó otros $26 mil millones en nueva ayuda militar.

 La masacre anunciada

 Un comunicado de la Casa Blanca, este lunes, confirmó el aval de Biden a la avanzada sionista sobre Rafah, más allá de sus mentirosos rezongos. En reuniones de alto nivel, Estados Unidos e Israel “acordaron el objetivo compartido de ver a Hamás derrotado en Rafah", dijeron. El Wall Street Journal informó cómo piensan llevar a cabo la masacre.
 Israel comenzará inmediatamente a desplazar a la población de Rafah -por lo menos 1,5 millón de refugiados- para preparar un asalto definitivo. Se supone que los ubicará en tiendas de campaña en Khan Younis y otras ciudades. 
 La operación, dice el Wall Street Journal, “duraría dos o tres semanas y se realizaría en coordinación con Estados Unidos, Egipto y otros países árabes como los Emiratos Árabes Unidos". Después se tomarían otras seis semanas para reducirla a polvo mientras buscan rehenes y comandos de Hamás. 
 El informe llegó mientras el portavoz del Departamento de Estado de EE. UU. Matthew Miller, dijo: "No queremos ver a los palestinos evacuados de Rafah a menos que sea para regresar a sus hogares" (Times Of Israel 23/4).
 La rebelión de los estudiantes y docentes norteamericanos contra su gobierno, los bloqueos a las fábricas de armas es el camino para frenar el genocidio palestino y para derrotar a sus cómplices. 

 Olga Cristóbal 
 23/04/2024

lunes, 22 de abril de 2024

Intervencionismo yanqui: si capturo al culpable de tanto desastre lo va a lamentar.


Periodismo independiente prohíbe llamar genocida a Israel


EE.UU. cómplice de genocidio


Washington usó su poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para sabotear el ingreso de Palestina como miembro de pleno derecho de Naciones Unidas en el marco de un proceso que llevaba paralizado desde 2011. Pese al abrumador apoyo de 12 de los 15 integrantes del Consejo, a los palestinos se les seguirá negando el derecho a tener su propio Estado y deberán conformarse con el estatus de observador no miembro que tienen desde 2012. Resulta muy significativo que la última vez que un país vetó el ingreso de otro a la ONU fue en 1976, cuando el propio Estados Unidos impidió la admisión de Vietnam tras haber perpetrado el genocidio de más de 3 millones de vietnamitas, de haber arrojado sobre esa nación campesina más bombas que todas las que se emplearon en la Segunda Guerra Mundial y de cometer uno de los mayores crímenes ambientales de la historia: el lanzamiento de napalm y otros agentes químicos que mantendrán la tierra envenenada durante siglos. 
 Como denunció la Autoridad Nacional Palestina, se trata de un boicot inmoral, injusto e injustificado, que muestra el desprecio de Washington por la vida humana y por la voluntad de la comunidad internacional. Y, en efecto, la agresiva política estadunidense hacia Palestina, su pueblo y sus derechos legítimos representa una agresión evidente contra el derecho internacional humanitario, y alienta la continuación de la guerra genocida israelí contra la población en la franja de Gaza y Cisjordania. Al respecto, debe remarcarse que la masacre no afecta únicamente a los gazatíes, sino que los colonos israelíes establecidos de manera ilegal en Cisjordania asesinan de forma tan rutinaria como impune a la población árabe que sobrevive en los jirones de tierra que la potencia colonial no les ha robado todavía.
 El reconocimiento de Palestina como integrante de pleno derecho en la ONU no sólo es un derecho inalienable de su pueblo, sino un auténtico asunto de vida o muerte: en momentos en que sus hogares son arrasados y sus vidas segadas por las bombas, las balas y el hambre convertida en arma, la membresía en ese organismo les brindaría un inestimable recurso de defensa diplomática. Asimismo, haría posible la acción solidaria de organismos y estados que no se encuentran alineados con el sionismo y sus planes de limpieza étnica. 
 Al impedir este alivio mínimo a bebés, niños, mujeres, ancianos y hombres inocentes que mueren cada hora bajo la agresión israelí, Estados Unidos desnuda la hipocresía y el sadismo que guían su política exterior. La crueldad es tal, que la Casa Blanca cierra a los palestinos cualquier oportunidad de defenderse al mismo tiempo que impulsa el envío de 26 mil millones de dólares en ayuda militar a Tel Aviv; es decir, otorga un veto para atarlos y misiles para matarlos. Ante estos hechos, sólo queda concluir que Washington es el principal patrocinador y cómplice del genocidio contra el pueblo palestino, el más terrible del siglo XXI y el primero transmitido en tiempo real para oprobio imborrable de Occidente.

 Editorial de "La Jornada" | 20/04/2024

domingo, 21 de abril de 2024

Los batallones paramilitares del fascismo sionista


El secretario de Estado norteamericano Antony Blinken sancionará al batallón Netzah Yehuda del ejército israelí por violaciones a los derechos humanos en Cisjordania. Blinken admitió que había “tomado algunas decisiones” que difundirá en los próximos días. La información, del portal de noticias Axios, levantó una ola furibunda en el gobierno de Israel: sería la primera vez que Estados Unidos sanciona a una unidad militar sionista. Otras unidades de ejército y la policía no serán sancionadas “después de haber corregido su comportamiento” (sic). 
 El Departamento de Estado comenzó a investigar al batallón Netzah Yehuda a finales de 2022, estaba acusado de “graves actos de violencia contra civiles palestinos”, informó Haaretz en ese momento. Entre ellos, el asesinato del estadounidense palestino Omar Assad, de 80 años, en enero de 2022, que fue amordazado y estaqueado en el suelo en pleno invierno hasta que murió. 
 Hace meses, un equipo del Departamento de Estado que investiga violaciones de derechos humanos recomendó a Blinken que cancelara la ayuda estadounidense a numerosas unidades militares y policiales israelíes que operan en Cisjordania. Los “incidentes” investigados ocurrieron antes del ataque de la resistencia palestina a Israel, el 7 de octubre.
 La ley Leahy, de 1997, prohíbe que fuerzas militares y policiales extranjeras acusadas "de manera creíble” de haber cometido violaciones de derechos humanos, reciban ayuda y entrenamiento de los programas de Defensa de Estados Unidos. Ese será el “castigo”. 
 El batallón Netzah Yehuda se formó como una unidad especial para soldados ultraortodoxos. Por eso, como una excepción a las leyes israelíes, está integrado solo por hombres. Como era previsible, la unidad estacionada en Cisjordania se convirtió en el destino de muchos "Jóvenes de las Colinas", una organización paramilitar de adolescentes fascistas, hijos de los colonos de los asentamientos ilegales, que se proponen expulsar a los palestinos apelando a la quema de sembradíos y viviendas. Por lo menos 2.000 palestinos ya debieron abandonar sus aldeas para salvar la vida. 
 Algunos de los jefes de estas bandas criminales hoy integran el gabinete del ministro de Seguridad, Ben Gvir, un colono fascista que no solo festeja las masacres de palestinos sino que dirige personalmente las golpizas contra palestinos en Jerusalén o contra judíos ortodoxos antisionistas de Israel. 
 Los batallones de colonos fascistas se han multiplicado después del 7 de octubre. Con la excusa de que el ejército estaba concentrado en Gaza, el gobierno de Netanhayu reforzó el armamento civil en los asentamientos y creó nuevos batallones oficiales, nutridos por Jóvenes de las Colinas y otras bandas similares. 
 El gobierno israelí reaccionó con indignación ante la noticia. "No se deben imponer sanciones a las Fuerzas de Defensa de Israel", escribió el primer ministro Benjamín Netanyahu en su cuenta de X (antes Twitter) y agregó que su gobierno "actuará por todos los medios contra estas medidas". Netanyahu dijo que, "en un momento en que nuestros soldados están luchando contra los monstruos del terror, la intención de imponer sanciones a una unidad de las FDI es el colmo del absurdo y de una baja moral". 
 Ben Gvir calificó a las posibles sanciones como una "línea roja" y dijo que espera que el ministro de Defensa israeli, Yoav Gallant, no se someta "a los dictados de Estados Unidos" y "respalde por completo a los miembros de este batallón". Si eso no ocurre, Gvir está dispuesto una vez más a burlar la ley: absorberá al batallón dentro de la Policía Nacional y del Ministerio de Seguridad Nacional. 
 Incluso Benny Gantz -líder de la oposición que se sumó en octubre al gabinete de guerra israelí- condenó las sanciones porque "sentarían un precedente peligroso y enviarían un mensaje equivocado a nuestros enemigos comunes en tiempos de guerra". Añadió que "el batallón Netzah Yehuda es una parte inseparable de las Fuerzas de Defensa de Israel. Está sujeto al derecho militar y es responsable de operar en pleno cumplimiento del derecho internacional".
 Unos 490.000 israelíes viven en asentamientos ilegales en Cisjordania, ocupada por Israel, en lo que se considera una violación del derecho internacional. Los ataques sionistas en los territorios ocupados han aumentado desde octubre, causando alrededor de 460 muertos, según el Ministerio de Sanidad palestino.
 El viernes 19, en una acción coordinada entre Estados Unidos y la Unión Europea, también se impusieron sanciones contra Ben Zion Gopstein, un colono ultraderechista, fundador de Lehava, “una organización implicada en la violencia desestabilizadora en Cisjordania”, según el Departamento de Estado. Gopstein integra el Gabinete de Zvir. 
 Al mismo tiempo, el Departamento del Tesoro congeló los bienes de dos entidades del lobby sionista norteamericano, el Fondo Monte Hebrón y Shlom Asiraich, por violar las sanciones estadounidenses que prohíben financiar a colonos involucrados en asesinatos de palestinos en Cisjordania. 
 Por su parte, un comunicado de la Unión Europea incluyó el viernes en su lista negra a Lehava -una organización paramilitar que se opone a cualquier contacto entre judíos y no judíos- y a los Jóvenes de las Colinas. También sancionó a varios líderes de grupos de extrema derecha que actúan en Cisjordania por abusos como "tortura y tratamiento cruel, inhumano o degradante" y "la violación del derecho a la propiedad y a la vida privada y familiar de los palestinos en Cisjordania".
 La “lista negra” significa que no pueden ingresar a la Unión Europea y que “eventuales activos que posean en el bloque europeo resultarán congelados”. 
 Algunos asesinatos datan de 2015 (DW 21/4). Como se ve, se han tomado su tiempo. Ben Gvir respondió que la represalias contra Lehava y los colonos son "parte de una calumnia antisemita de elementos que odian a Israel”, un argumento que lo hermana con las más progresistas universidades norteamericanas, que han expulsado a alumnos y profesores solidarios con la causa palestina. La invasión a Gaza, que ha inundado los ojos de la humanidad de cadáveres de niños, no forma parte de sus investigaciones. 
 El alto representante de la UE para la Política Exterior, Josep Borrell, ha declarado repetidamente que la violencia de los colonos en Cisjordania “es uno de los mayores obstáculos para la paz futura en la región, ya que estos se oponen a la solución de los dos Estados, que daría la condición de Estado a los palestinos”. 
 La súbita sensibilidad de Biden y la Unión Europea ante la barbarie sionista en Cisjordania tal vez deba entenderse en el contexto del empantanamiento de la invasión a Gaza. Como lamenta The Economist: “Israel contaba con la simpatía y el amplio apoyo de gran parte de Occidente” hasta el 7 de octubre. Seis meses después, “gran parte de Gaza yace en ruinas. Más de 34.000 palestinos han muerto. La población civil desplazada se enfrenta a la hambruna”. Pero lo que preocupa al Economist es que Israel “ha perdido la batalla por la opinión pública mundial” y su Ejército está acusado “de dos fracasos catastróficos. Primero, que no ha logrado sus objetivos militares en Gaza. Segundo, que ha actuado de forma inmoral y ha quebrantado las leyes de la guerra”. Para más datos, “la estrategia militar de los altos mandos ha fracasado y la disciplina entre las tropas está severamente deteriorada”. (The Economist 11/4) 
 Respecto de la cháchara sobre los “dos estados” esgrimida por Biden como alternativa para la “reconstrucción” de Gaza, se estrelló la semana pasada, cuando Estados Unidos vetó la entrada de Palestina como miembro pleno de la ONU. 
 Más allá de las hipocresías imperialistas, los crímenes contra los palestinos en Cisjordania no es cosa solo de bandas fascistas. Este domingo se cumple una huelga general en repudio los bombardeos sistemáticos contra los gazatíes que intentan huir de Rafah y a la mortífera incursión sionista en el campo de refugiados de Nur Shams, que se extendió desde el jueves hasta la madrugada del domingo. Se informan por lo menos 15 muertos, el Ejército no dejó entrar a las ambulancias hasta que se retiró.
 La huelga "paralizó todos los aspectos de la vida" en Cisjordania, según la agencia de noticias oficial palestina, Wafa, con tiendas, escuelas, universidades y bancos cerrados y paro total del transporte público. 

 Olga Cristóbal 
 21/04/2024

Con fake news, Milei busca echar lastre para desactivar la rebelión universitaria


Este 23 de abril, copemos Plaza de Mayo. Milei y su tropa buscan desactivar la rebelión universitaria que se viene abriendo paso a todo vapor. 

El gobierno divulgó una fake news al anunciar que habría llegado a un acuerdo con el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), el organismo que nuclea a las casas de estudio del país y del cual participan sus rectores, para aumentar un 70 por ciento los gastos de funcionamiento de las universidades. “Queremos sentarnos a dialogar, pero la propuesta sigue siendo insuficiente”, dijeron desde el CIN. El movimiento educativo tiene la tarea de profundizar la lucha en defensa de la educación pública. 
 La propuesta se sumaría al incremento del 70 por ciento que el Ejecutivo anunció el 14 de marzo con el propósito de golpear el paro docente universitario y aminorar las tensiones en el movimiento educativo. Ese dinero nunca apareció. Los gastos de funcionamiento de las universidades representan un 10 por ciento del presupuesto –el 90 por ciento se utiliza para pagar los salarios. Para los sueldos, el gobierno propone un miserable aumento del 8%. Este 140 por ciento de aumento total, que todavía no se otorgó, está muy por debajo de la inflación interanual de marzo, la cual ascendió a un 287,9%. 
 El gobierno de Milei echa lastre porque sabe que la marcha federal educativa, que tendrá lugar el martes 23 de abril, será masiva y también un factor de agudización de la lucha de clases en general. Durante estas últimas semanas se han realizado paros de profesores universitarios, asambleas docentes-estudiantiles, clases públicas, ruidazos y otras acciones de lucha en distintas universidades del país. Y ese proceso empezó a replicarse en otros lugares de estudio, como los institutos terciarios, cuyos estudiantes y docentes nutrirán las filas de la movilización al igual que los del nivel secundario. 
 El movimiento educativo argentino se puso de pie y tiene el desafío de ir a fondo hacia un plan de lucha cuyo norte sea quebrar la política del gobierno, que quiere liquidar la educación pública. El paso de la motosierra libertaria sobre el presupuesto universitario ya ha provocado que algunas casas de estudio deban reducir el consumo de luz y la utilización de algunas de sus instalaciones (Medicina, Farmacia, Económicas, etc.). 
 Además, el gobierno ataca el salario del gremio y se apresta a cercenar la organización de los estudiantes y los docentes a la cual presenta como una fuente de adoctrinamiento. Derrotar a Milei es condición sine qua non para evitar que la educación pública se derrumbe completamente y caigan junto a ella sus estudiantes y trabajadores, así como para conquistar todos los reclamos del movimiento educativo: aumento real del presupuesto, suba de los salarios docentes, becas y boleto para los estudiantes, etc. 
 Por otro lado, la posición del CIN debe alertarnos. Los rectores reproducen la política dialoguista que los partidos capitalistas a los cuales responden desarrollan en el Congreso o desde las propias oficinas gubernamentales. Se ha montado un espectáculo en el que todo tipo de personajes aparecen para hacer demagogia: Emiliano Yacobitti, vicerrector de la UBA miembro de la UCR –partido que integra el gobierno nacional y está a favor de la reaccionaria Ley Ómnibus– y quien desde su lugar como autoridad universitaria avaló el robo de Massa a los jubilados, ahora “denuncia” los números del ajuste.
 Los rectores quieren llegar a un acuerdo con el gobierno para sostener una educación pública ajustada y sometida a los negocios capitalistas, y para preservar su condición de funcionarios millonarios y privilegiados. Estos elementos acompañaron a todos los gobiernos enemigos de la educación, defienden el régimen educativo impuesto por el menemismo (Ley Federal de Educación, Ley de Educación Superior), promueven la introducción de posgrados arancelados y convenios que colocan a las universidades al servicio de las empresas, etc. Al igual que las burocracias sindicales, los rectores buscan contener al movimiento de lucha y garantizar la gobernabilidad. Ya lo hicieron en 2018, cuando pactaron con el gobierno de Macri, jugándosela por la derrota de una rebelión educativa que tuvo expresión en tomas de universidades y escuelas y en una movilización masiva. 
 Por eso es muy importante que el movimiento de lucha adopte una posición política independiente y no deposite ninguna confianza en los rectores ni en los sectores ligados a los partidos patronales responsables tanto del ascenso de Milei al poder como de la situación crítica en la que se encuentra la educación pública. Hay que seguir impulsando asambleas, clases públicas, paros e instancias de acción. El 23 debemos copar Plaza de Mayo, con la mira puesta en seguir luchando hasta propinarle una derrota al gobierno derechista. 

 Nazareno Suozzi

sábado, 20 de abril de 2024

Un intento por quebrar la marcha del 23 en Argentina


Multipliquemos las iniciativas de lucha por una movilización masiva. 

 El aparato de propaganda del gobierno liberticida salió a difundir la versión de un “acuerdo” con las universidades nacionales, en relación a la crisis presupuestaria que ha conmocionado a las casas de estudio. Según el gobierno, “consensuó” con los rectores un aumento del 70 % para marzo y de otro 70 % en abril para los ´gastos operativos´ de las universidades, los cuales sólo afectan a la décima parte de sus erogaciones. El otro 90 % lo conforman los salarios docentes y no docentes. Si la versión del gobierno fuera cierta, estaríamos ante una recuperación de apenas el 14 % de los recursos confiscados, cuando correspondería un aumento del 300 %. En cualquier caso, el Consejo de Rectores niega que incluso esa ínfima partida de fondos se hubiera transferido, y que sólo se trató de un “ofrecimiento informal”. Hace un mes, el gobierno había reboleado un “aumento del 70 %” para los gastos de las universidades, que nunca se concretó. Las “ofertas oficiales” son una improvisación con un solo objetivo: golpear la asistencia a la marcha del martes 23, haciendo correr la versión de que la crisis de las universidades ya estaría solucionada. 

 Ascenso estudiantil y docente 

La operación del gobierno sólo se explica por la magnitud que ha alcanzado la convocatoria: en los últimos días, el movimiento de clases públicas –convertidas en verdaderos piquetes- ha ganado a las principales universidades de la UBA, como pudo verse en Psicología, Filosofía, Sociales, en los abrazos al Hospital de Clínicas y a los pabellones de Exactas. El ascenso universitario, por otra parte, ha llegado a las principales casas de estudio del país. Entre otras, en Tucumán, en el Comahue y en las universidades del conurbano bonaerense. La concurrencia al 23 ha sido tomada por la docencia y el estudiantado de colegios secundarios, e incluso por centros de estudiantes de universidades privadas –como la UADE-. Es que la liquidación y privatización de la universidad pública refuerza la voracidad de los capitalistas de la privada, cuyos estudiantes están siendo golpeados por aranceles insostenibles. La marcha del 23, a esta altura, reviste un carácter definidamente político, incluso con independencia –y hasta con la oposición- de muchos de sus convocantes. Quienes han resuelto concurrir ven en ella la oportunidad de asestarle un golpe al gobierno antiobrero. La juventud que ocupará las calles el 23 es la punta del iceberg de una crisis social que se extiende al conjunto de sus propias familias, golpeadas por la miseria salarial y jubilatoria, los tarifazos, la disparada de los alimentos y los alquileres. 
 A la luz de esta realidad, la operación de Milei y de sus “Goebbels” en frasco chico contra la marcha del 23 supera largamente al regateo de porcentajes y cifras con las autoridades universitarias. Es un intento por menguar la fuerza de una gran demostración política contra el gobierno, que podría ser la punta de lanza de una reacción de alcance general.

 Rectores 

El comunicado de los rectores ante la “fake” oficial ha sido, en el mejor de los casos, ambiguo. Aunque desmiente la existencia de un acuerdo, reivindica la apertura de un “diálogo”, o sea, da cuenta de una negociación en curso cuyos términos la comunidad universitaria desconoce. Los rectores no destacan el carácter ultralimitado de los ´anuncios´, sino que no se han concretado aún. No denuncian la intención de dejar afuera de los reajustes a los docentes y no docentes. En simultáneo a la “fake” oficial, las centrales sindicales universitarias informan que el gobierno ha dispuesto ¡un 8 %! de reajuste salarial a marzo, lo que consolidaría una pérdida en los salarios docentes universitarios del orden del 50 % en el lapso de los últimos cuatro meses. La destrucción del salario de los profesores no solamente constituye el grueso del ajuste presupuestario de la universidad en términos numéricos. Es también el hilo conductor de un proceso de vaciamiento de la educación superior, por un lado, y de privatización de su estructura interior, por el otro. La pulverización salarial empujará a muchos docentes e investigadores a la emigración o, en su defecto, a buscar alternativas en la universidad privada. Al interior de las universidades públicas, mientras tanto, se reforzará la presión para complementar esos salarios miserables con los ingresos que provengan de contratantes privados. Así, se reforzará la sujeción de la investigación científica a las corporaciones capitalistas, algo que se encuentra vigente bastante antes de Milei. Las ambigüedades del Consejo de Rectores delatan por dónde pasa la ruta de un eventual acuerdo con la camarilla de Milei-Caputo: conseguir unas migajas para los “gastos operativos”, mientras se entierran los salarios y las jubilaciones docentes. 
 Al igual que Milei, el Consejo de Rectores también mira más allá de la Universidad: en definitiva, sus integrantes responden en su mayoría a los partidos que están articulando en el Congreso los términos del paquete antiobrero del DNU y la ley Bases. Ello vale en primer lugar para Emiliano Yacobiti, el vicerrector de la UBA y diputado radical. En definitiva, el acuerdo reaccionario de la Ley Bases, que incluye una reforma laboral, la restitución del impuesto al salario, la confiscación del Fondo de Garantía del ANSES y la privatización de empresas estatales es incompatible con la sobrevivencia de la Universidad Pública. El arco político que se mueve detrás de los rectores también le teme como la peste a un “estudiantazo” y a una rebelión popular, la cual no solo colocaría en el banquillo a Milei sino también a su amplio arco de complicidades. 

 Con todo a la marcha del 23 

Las maniobras de los rectores son un severo llamado de atención a las federaciones sindicales docentes, pues delatan la intención de erigirse como negociadores “en bloque” del presupuesto universitario, incluyendo -y eventualmente a expensas de- los salarios. De conjunto, se plantea que el activismo universitario multiplique las acciones para movilizar e interesar a la gran masa del estudiantado y de la docencia, que vive en estas horas un despertar político. Parte de ese esfuerzo reside en clarificar los problemas políticos planteados en torno de la crisis universitaria. Terminar con el gobierno golpista y privatizador, que es la voluntad que se pondrá de manifiesto este 23, exige autoconvocarnos e impulsar una lucha independiente del Estado y de los múltiples socios y cómplices de la camarilla libertaria. 

 Marcelo Ramal
 19/04/2024

viernes, 19 de abril de 2024

La extensión de la violencia sionista en Palestina


El martes a la noche, mientras la prensa burguesa y los jerarcas occidentales -incluyendo sus aliados árabes y las tristes comparsas estilo Milei- se desgañitaban por la respuesta “del Estado terrorista de Irán” al sangriento ataque de Israel contra el Consulado en Damasco, el ejército sionista continuaba sin pausa la limpieza étnica contra los palestinos. 
 Los ataques se centraron en el norte y centro de la Franja de Gaza, en Beit Hanoun y el este de Jabalia. "El ejército de ocupación estableció un centro de interrogatorios detrás de la escuela que alberga a cientos de desplazados", denunció Hamás en un comunicado: "Las mujeres fueron obligadas a quitarse el hijab y los hombres desnudados. Todas las familias de Beit Hanoun fueron obligadas a marcharse y varios jóvenes fueron arrestados".
 El mismo martes, un dron israelí mató decenas de personas, la mayoría niños, del campamento de refugiados de Al Maghazi. Otros fueron asesinados en la ciudad de Gaza y en el campamento de refugiados de Nuseirat, invadido por tropas terrestres, que sigue siendo bombardeado mientras se escribe esta nota. 
 El ejército sionista atacó también las inermes caravanas que pretendían huir de Rafah y volver a su hogar. 
 Israel ya asesinó más de 33.843 gazatíes desde octubre a la fecha. Unas 10.000 son mujeres y 15.000 son niños. El número de heridos llega a 76.575 y se calcula que por lo menos 8.000 personas permanecen bajo los escombros. La invasión ha forzado el desplazamiento de más del 82 % de la población y la ha dejado al borde de la hambruna. Las ONG internacionales alertan sobre que alrededor de 20.000 niños cuyos padres y madres han sido asesinados deambulan famélicos. 
 Los Estados árabes que se aliaron con Israel y Estados Unidos para bloquear la respuesta de Irán “se enfrentan ahora a las consecuencias a la luz de la ofensiva de Gaza, para explicar a su opinión pública su coalición sin precedentes” (Haaretz 17/4). Jordania está sacudida por movilizaciones y también por las declaraciones de Abu Ali al Askari, un alto mando de Kataeb Hezbolá, la poderosa milicia proiraní en Irak, que dijo que podrían proporcionar a sus aliados en Jordania “armas ligeras y medianas, misiles tácticos, proyectiles antitanque y toneladas de explosivos” para “12.000 combatientes” en defensa de los “hermanos palestinos” (16/4).

 Pogromos en Cisjordania

 En represalia por el asesinato de un colono cuyo autor se ignora, pero fue adjudicado a los palestinos, “miles de colonos armados, escoltados por el ejército israelí, invadieron aldeas palestinas de Cisjordania, incluidas Al-Maghayer, Khirbet Abu Falah, As-Sawiya, Deir Dibwan y otras en la zona al norte de Ramallah y al sureste de Naplusa”. 
 Las fuerzas israelíes “protegieron a los colonos, bloquearon las entradas a las aldeas e impidieron que las ambulancias de la Media Luna Roja Palestina atendiera a los heridos”. El informe es de Médicos del Mundo. 
 La violencia sionista se extendió a toda la Cisjordania y dejó cuatro muertos y un tendal de heridos -incluido un periodista judío del diario Yediot Ahronoth, al que los colonos apalearon y desnudaron-.
 Netanhayu ha reforzado el armamento de los colonos y los incorporó como reservistas al ejército regular que actúa en Cisjordania. “El velo de la guerra en Gaza ha permitido a Israel profundizar sus crímenes a gran escala, no solo en toda Cisjordania, sino también en el territorio ocupado de Jerusalén Este”, apunta la periodista palestina Dalia Hatuqa.
 El Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas denunció que entre el 1 de noviembre de 2022 y el 31 de octubre de 2023 se añadieron 24.300 viviendas familiares a los asentamientos israelíes en Cisjordania. Israel da amparo legal a los colonos desconociendo el carácter de territorio ocupado de la Cisjordania y calificándola como “tierra estatal”. La ONU documentó más de 700 ataques de colonos desde el 7 de octubre de 2023 y el promedio diario se duplicó de dos a cuatro en 2024. Más de 2.000 palestinos debieron huir de sus aldeas y ya no pudieron regresar. 
 La política de expropiación de Cisjordania coincide con la negativa tajante de Netanyahu a rediscutir la creación de un Estado palestino, ni siquiera con las limitaciones “municipales” que fijaron los acuerdos de Oslo. Y se enfrenta a la estrategia de Joe Biden, que propone remozar a la Autoridad Palestina y entregarle el control administrativo de la “reconstrucción” de Gaza.

 Pogromos en Jerusalén, golpizas en Tel Aviv 

Los pogromos avanzaron también contra los judíos antisionistas. La policía allanó Mea Shearim, un barrio de judíos religiosos de Jerusalén, para retirar banderas palestinas. El lunes a la noche, la policía y el ejército israelí tomaron por asalto la Sinagoga y desalojaron a los ultraortodoxos que rezaban allí. Hay ancianos y niños hospitalizados.
 La represión no solo se descarga contra las movilizaciones de religiosos que se niegan a servir en el ejército, como pretende el Gobierno, sino que el martes fueron apaleadas las esposas de los rehenes en poder de la resistencia palestina que se manifestaban frente a la casa de Netanhayu exigiendo que retome las negociaciones para su liberación. 
 A pesar de que la mayoría absoluta de la población israelí avala el objetivo sionista de arrasar Gaza, numerosas voces advierten que Israel está perdiendo su guerra de exterminio y debería replegarse para preparar una guerra regional a gran escala como ya consignó Política Obrera. 
 “Decir lo que no se puede decir: Israel ha sido derrotado -una derrota total. No se alcanzarán los objetivos de la guerra, no se devolverá a los rehenes mediante presión militar, no se restablecerá la seguridad y no se pondrá fin al ostracismo internacional de Israel.” El balance pertenece a uno de los columnistas estrella del diario Haaretz, de Tel Aviv. 
 En la misma línea, el experto Yagil Levy afirma que “la guerra de Gaza deja al descubierto un ejército israelí desintegrado. El desmoronamiento del ejército se intensifica cuando los comandantes sobre el terreno tienen claro que el sacrificio de sus soldados no se traduce en ningún logro, que sólo pueden ser logros políticos", explica. (Haaretz 18/3). 
 Levy se refiere a los incidentes protagonizados por el comandante de la 98ª División, el general de brigada Dan Goldfuss, y por el comandante de la 99ª División, el general de brigada Barak Hiram, como “un síntoma más de la desintegración de la cadena de mando de las FDI”. Goldfuss abandonó la habitual neutralidad de los militares israelíes en el frente y pidió a los líderes políticos que "cada uno tome su parte" del esfuerzo militar, en alusión a los judíos ultraortodoxos, que pueden abstenerse de hacer el servicio militar. Hiram fue sancionado porque demolió una universidad en la Ciudad de Gaza sin consultar con su comandante. 
 The Economist corrobora los temores sobre la suerte del Estado sionista: “En un momento de poderío militar, Israel parece profundamente vulnerable” se titula un editorial donde reclama que Estados Unidos lo ayude a “salir del infierno de Gaza”. Un alto el fuego temporal y la liberación de rehenes podrían provocar un cambio de gobierno de Israel; el resto de los combatientes de Hamás en el sur de Gaza podrían ser contenidos o desaparecer; y desde los escombros podrían comenzar conversaciones sobre una solución de dos Estados, respaldadas por Estados Unidos y sus aliados del Golfo”. 
 Si esto no sucede, pronostica el semanario británico, Israel podría quedar atrapado “en la trayectoria más sombría de sus 75 años de existencia, caracterizada por una ocupación interminable, políticas de extrema derecha y aislamiento… en un conflicto que es la principal amenaza a su seguridad". (23/3) 
 Haciendo oídos sordos a cualquier advertencia, el gobierno sionista persiste en su fuga hacia adelante que parece tener como próximo destino Rafah, al sur, en la frontera con Egipto. Es justo adonde el ejército israelí dio orden de dirigirse al más de un millón de habitantes del norte, al principio de la guerra. 
 El ejército acaba de llamar a filas a miles de reservistas para “actividades operativas en el frente de Gaza” y el ministro de Defensa, Yoav Gallant, se reunió este lunes para “debatir una serie de medidas en preparación de las operaciones en Rafah, con énfasis en la evacuación de civiles y la expansión de las actividades relacionadas con la entrega de comida y equipamiento médico”. 
 Según El País de Madrid (17/4), la invasión de Rafah “podría convertirse en parte de la prometida respuesta a Teherán”. El sionismo prepara una verdadera carnicería. Un sondeo difundido este lunes por la Universidad Hebrea de Jerusalén afirma que un 44 % de israelíes apoya invadir Rafah, aunque supusiese una crisis en las relaciones con Estados Unidos, frente a un 25 % que se opone y a un 31 % de indecisos. 
 Aunque, como dice alguno en la Biblia, dios ciega a quienes quiere perder. 

 Olga Cristóbal 
 17/04/2024

jueves, 18 de abril de 2024

Los peligros de una pandemia permanente


Los peligros de una pandemia permanente 

Existe una correspondencia multidireccional entre el despojo del pensamiento crítico –entendido como la posibilidad de cuestionar y trastocar la realidad y lo establecido– y la irradiación de la desinfodemia digital. El triunfo reciente de la post-verdad coincide plenamente con el retraimiento de los procesos cognitivos, la entronización de las emociones y con la inoculación del odio en la nueva plaza pública. Es el terreno de la lucha en torno a la construcción de significaciones, así como del relativo a la apropiación y privatización de la conciencia 

 A su vez, una paradoja se generaliza en la era de la información: ante la exponencial irradiación de datos e información, no siempre verdadera, se impone una limitada capacidad humana para procesarla o asimilarla y se abren senderos para germinar a un individuo desinformado y sujeto al engaño y a la manipulación de las emociones. Para llegar a ello, dos tendencias se imponen: la lapidación del pensamiento crítico como posibilidad de plantear la duda, por un lado; y, por otro, no sugerir siquiera la existencia de la mentira por considerarse políticamente incorrecto. 
 El ataque masivo de desinformación y de mensajes preñados de odio no es nuevo. En la Roma antigua el futuro César Augusto mandó crear las llamadas monedas de Marco Antonio para difamar con ellas a este adversario político colocándolo como alguien manipulado por Cleopatra. En la Europa feudal circulaban noticias falsas en torno a los judíos y sus supuestas prácticas de sacrificar a niños para ofrecer su sangre. Incontables guerras estuvieron precedidas o se desplegaron al influjo de noticias falsas jamás verificadas (el supuesto ataque por parte de España al acorazado de Maine y que detonó la guerra entre Estados Unidos y el país ibérico; la supuesta fábrica de cuerpos alemana esgrimida por diarios británicos en 1917, etc.). El Tercer Reich también ejercía esas noticias falsas para justificar el Holocausto. En las décadas recientes destaca la niña kuwaití que declaró en 1990 ante el Congreso de los Estados Unidos una supuesta atrocidad respecto a niños recién nacidos que eran sustraídos por los militares iraquíes de los hospitales de Kuwait; o, bien, las supuestas bombas de destrucción masiva endilgadas al gobierno iraquí en el 2003 por parte del gobierno de los Estados Unidos para justificar una segunda invasión militar. El caso, en 2016, de Cambridge Analytica, o del Pizzagate, que incidieron en las elecciones estadounidenses de ese año. Generalmente, se parte de la identificación de un “enemigo” falso, se le atribuyen rasgos negativos que incentivan las emociones primarias de los receptores, y finalmente se influye sobre su percepción para formar opinión pública desdibuijada. Se pretende escandalizar a la audiencia con esas noticias falsas creadas deliberadamente para, por lo regular, ensalzar, desprestigiar o ningunear a alguien o a algo. La gran diferencia con las epidemias de desinformación de antaño es la instantaneidad y la simultaneidad que signa a los flujos masivos de información actuales, así como la relevancia inédita que asumen las redes sociodigitales hasta gestar un vértigo de celeridad (des)informativa que se torna incontrolable. A este carácter inédito se suma la emergencia y expansión de una industria mediática de la mentira, que opera de manera transnacionalizada y global.
 En medio del maremagnum de información, se torna complicado distinguir entre la realidad y lo que es falso, manipulado y/o distorsionado. Ello abre riesgos y desafíos en los asuntos públicos; sin embargo, el mayor de ellos es la nulificación de la capacidad del individuo para creer en el otro. Abriéndose así una era de la desconfianza masiva que cercena el ejercicio de la ciudadanía y distancia a unos individuos respecto a sus semejantes. Si la praxis política está mediada por el sentido colectivo de la confianza y la deliberación sobre lo común, pero las espirales desinformativas dinamitan dicha confianza, entonces toda posibilidad de abrir cauces de cohesión social y de edificación de proyectos de nación se diluyen. 
 La celeridad de la (des)información se torna incontrolable incluso hasta para los propios Estados. Las posibilidades de verificarla o contrastarla escapan a toda capacidad individual. Frases, imágenes, libelos, audios o videos circulan sin que existan posibilidades de mediación y procesamiento por parte de las audiencias no pocas veces pasivas e indefensas. El sensacionalismo ataca el neocortex y opaca toda voluntad de razonar por el golpe de efecto inmediato. Si en ello las emociones desempeñan un papel crucial, tanto líderes como audiencias pueden ser presas de esa pandemia desinformativa. 
 El sistema de esa industria mediática de la mentira opera de la siguiente forma: la noticia falsa se elabora en las mesas de redacción o en las oficinas de las editoriales, se difunde de manera masiva incluso recurriendo a las multiplataformas y se instala como sentido común a medida que la comentocracia o los falsos intelectuales o predicadores que opinan de todo se encargan de extender ideas sin sustento y que no soportarían el fuego de la contrastación empírica. 
Se trata de un sistema monopolico global regido por la calumnia y la difamación respecto al supuesto “enemigo” imaginario. Sin embargo, también pueden ser individuos aislados que disponen de un teléfono móvil y de una cuenta en alguna red sociodigital quienes difunden afirmaciones infundadas que proliferan en el ciberespacio. Se trata de dispositivos de control de la mente, las emociones y la conciencia. La (des)información es un proceso de inmovilización de los cuerpos y un estado de sitio psicológico que empequeñece o nulifica la capacidad de discernir, procesar y decidir. En ello juega un papel crucial el incentivar el miedo al exponer a los individuos a un estado de vulnerabilidad permanente que minimiza su autoestima. 
 Programas de entretenimiento, telediarios o noticieros, encabezados de periódicos, mesas de opinión, ejércitos de bots y trolls en el ciberespacio, entre otros, conducen y controlan el debate público a partir de la manipulación simbólica y el ataque y ninguneo indiscriminado al “enemigo” en turno. No pocas veces sus predicadores recurren a participaciones teatralmente incendiarias fundamentadas en la banalidad y en el tono alarmante. En tiempos electorales se activa toda una maquinaria de difamación para embestir a diestra y siniestra, sin más fin que la aniquilación semiótica del otro. 
 Esta industria mediática de la mentira se fundamenta en mensajes que apuestan a lo efímero; de tal manera que se trabaja para que triunfe la desmemoria y el olvido, la indiferencia y el anestesiamiento mental. Ello se observó con la sobrecargada de (des)información en los momentos más álgidos de la pandemia del Covid-19. El dogmatismo se mezcló con el histrionismo, la fatalidad con la ausencia de referentes sistematizados, la misericordia con el catastrofismo, el social-conformismo con la crisis de esperanza. De tal manera que con la pandemia se apostó por una desestructuración de la memoria y de las identidades en el concierto de una nueva religión en busca de feligreses: el higienismo y su consustancial dictadura de la obsesión compulsiva por el dato. El Johns Hopkins Coronavirus Resource Center fue la muestra clara de ello. 
 Las guerras de hoy en día se despliegan, sobre todo, en la mente. Son guerras mediático/digitales y, por tanto, son guerras simbólicas para dominar la construcción de significaciones y el sentido mismo de lo público. Se trata de una cruenta disputa por la conciencia y la hegemonía de narrativas. 
 El objetivo último de la viralización de la mentira es preservar el statu quo al instalar la resignación, maniatar la conciencia y al emboscar todo indicio de pensamiento crítico. Instalar el desahucio mental como estilo de vida es una prioridad de los poderes fácticos que hasta los totalitarismos del siglo XX envidiarían con desmesura. Odio, miedo, indignación controlada, resentimiento, sectarismo, chantaje, terror, negacionismo y escepticismo, le dan forma a la ideología supremacista dotada de una perspectiva del mundo que se pretende como única e incuestionable. De tal manera que la mente es el nuevo escenario donde fincar la derrota y postración de las masas atomizadas. 
 El ataque de los mass media a la conciencia es también un ataque masivo contra las clases sociales depauperadas y excluidas. A su vez, el sensacionalismo y la nota roja son un espectáculo exhibicionista y un negocio. Los asesinatos, los crímenes y las tragedias son transmitidos en tiempo real, incluso con participación de los internautas que viralizan algún video sangriento en segundos. 
 Esta invasión mediática de la mente es ya un problema de salud pública que no es atendido ni regulado. El colapso de las emociones y los imaginarios de las audiencias pasivas es un asunto que no es atendido por los Estados pese a los altos grados de morbilidad. Cuando se cuestiona la mentira, la banalidad, la denostación y el negocio mediático de la muerte, los empresarios criminales de los mass media alegan ataques a su derecho sagrado de la libertad de expresión. Si un gobernante osa en contener o cuestionar a esta jauría mediática y digital, de inmediato es acusado de dictador. La verdad es dinamitada y reducida a rescoldos humeantes del pasado; en tanto que los hechos y la realidad no cuentan ante lo efímero de las narrativas post-factuales. Se trata de mercenarios de la desinformación que trafican con la subjetividad como divisa de sus opiniones desorbitadas. Más todavía: en medio del nihilismo postmoderno, los poderes fácticos que controlan los mass media y los sistemas multiplataforma instalan toda una furibunda epistemología de la mentira teatralmente construida con ejércitos de comentócratas, francotiradores que conducen telediarios y demás sicarios que deambulan por el ciberespacio y las redes sociodigitales. 
 La trivialización mediática solo evidencia el páramo intelectual en el cual está instalado el debate público. La misma mercadotecnia empleada para la promoción de mercancías es usada para posicionar mesiánicamente a algún político, generalmente sin proyecto de nación. Entonces, la ideología de la democracia es reducida a un botín expoliado por la voracidad de los oligarcas y el desencanto de los ciudadanos. 
 Las ruinas y escombros dejados a su paso por el huracán del fundamentalismo de mercado de los últimos cuarenta años muestran a una sociedad fracturada, fragmentada y carente de referentes ideológicos y de fe en las instituciones. Abriendo ello el terreno propicio para el extravío de la vocación ciudadana y la acción colectiva proactiva. Dinamitadas instituciones como la familia y reducidos al mínimo los mecanismos de protección y seguridad social, la orfandad ideológica y la ausencia de conciencia de clase solo son síntomas de una sociedad colapsada y expuesta a la tergiversación semántica y a la desconfianza. El asalto a la razón no solo fue azuzado por las filosofías nihilistas, sino también por quienes instalaron y potenciaron al homo digitalis en medio de la intriga, la conspiración y la barbarie mediática. Al unísono de la entronización del individualismo hedonista, la razón y la palabra fueron lapidadas. El espectáculo mediático no es mediado por el ejercicio del pensamiento entre las audiencias; por tanto, cuanto circula por las pantallas de televisión o de teléfonos móviles, sea descarnado, sujeto a exageraciones y regido no pocas veces por la ira y el sinsentido. De ahí que se llegase al extremo de suplantar el razonamiento colectivo en la praxis política y en el abordaje de los problemas públicos. Al exaltarse las emociones desde las pantallas, se achican los márgenes para la razón. Mentira, desinformación, demagogia y tonos bufonescos y rabiosos se combinan en la plaza pública para asfixiar todo sentido de comunidad y para consolidar una atomización solo movilizada por el voto sexenal. 
 Si la desinfodemia y la pandemia digital campean a sus anchas con total impunidad es porque el individualismo echó raíces en una sociedad deshilvanada, desconfiada y sin suficientes mecanismos de cohesión. Son ya varias décadas de dominación ideológica inoculada desde la familia, la escuela, la empresa, la mercadotecnia, la música, el cine, la estética, las organizaciones estatales, las iglesias, los mass media, la Internet, el anestesiamiento de las universidades, etc. La racionalidad de la competitividad a ultranza y la ideología de la meritocracia condujo a una lucha sin cuartel de todos contra todos y a un callejón sin salida donde el aparente éxito, prestigio y confort individuales no se traducen automáticamente en un sentido comunitario que posibilite a los individuos contener las oleadas desinformativas cuya finalidad es el mercadeo de intereses creados y de la sangre ajena y derramada por obra y gracia del crimen. Es el triunfo del pragmatismo, del hedonismo y del escepticismo exacerbados. Ese fundamentalismo de mercado impregna, salvo honrosas excepciones, a casi todo aquel individuo que se posiciona desde los medios convencionales y desde allí difunde algo que denomina noticia. Financistas no faltan y la pluma y el papel en blanco se venden al mejor postor. No importa reivindicar la verdad; importa el sensacionalismo y someter el pensamiento a un régimen empresarial totalitario que explota al periodista y lo hace traicionar al sentido común y apartarse de la realidad. 
 La realidad social y la verdad en torno a ella es patrimonio de las sociedades, pero son expoliadas por la monopólica industria mediática de la mentira que denigra la conciencia humana. Al trapicheo desinformativo y a las injurias tiiene que oponerse la reivindicación de la dignidad humana y del sentido común para que la desciudadanización no se agrave.
 La desinformación y la pandemia digital son piloteadas por seres patológicos que hacen de la mentira una obsesión, un modus operandi y un modus vivendi. Se trata de un estilo de vida fundado en la injuria y el clasismo; en una guerra frontal contra las clases populares y empobrecidas que consiste en criminalizarlos, ningunearlos, invisibilizarlos y silenciarlos. El terreno es el de la simbólica y en ella se construye y entreteje el poder y los dispositivos de control del cuerpo, la mente, la conciencia y la intimidad. Lo lamentable de esto es que no pocos individuos aceptan esta dominación simbólica, la consienten, la legitiman y la asumen hasta con resignación y desenfado. Esa es la batalla ganada a través del social-conformismo. Por ello es importante que las sociedades se cuestionen a sí mismas respecto a su capacidad para construir y procesar narrativas alternativas que brinden una racionalidad y un sentido distintos a los que se pretenden hegemónicos. 
 Trasladados los antagonismos y conflictividades sociales al terreno de las ideas, las plutocracias comprendieron que el desarrollo tecnológico puede llevar consigo una difusión e imposición de narrativas, cosmovisiones, racionalidades y sentido en tiempo real y con una alta capacidad de diseminación y penetración. De ahí que las tecnologías no sean neutrales, sino que las conversaciones son conducidas a partir de criterios pre-establecidos. 
 Romper esta lógica de la dictadura de las narrativas hegemónicas supone construir narrativas alternativas que subviertan las significaciones predominantes. El cultivo del pensamiento crítico es una primera condición, la segunda es la regeneración de la cohesión social. Pero el círculo no se cerrará sin la construcción de movilizaciones que se apropien creativamente de las tecnologías de la comunicación y la información desde los márgenes. Para ese conjunto de mínimas condiciones se precisa de una universidad pública que salga del ostracismo y de la falta de imaginación creadora.

 Isaac Enríquez Pérez | 15/04/2024