domingo, 31 de agosto de 2014

Che: el Pensador, la Teoría, la Crítica y el Legado




La obra de Ernesto Che Guevara es una de las cumbres de la historia del pensamiento político cubano; al mismo tiempo, él fue uno de los más prominentes entre los pensadores que participaron en el proceso de universalización del socialismo y el marxismo que sucedió en el siglo XX. Su actuación y su concepción constituyen una de esas expresiones supremas del radicalismo que existen siempre dentro de la compleja diversidad de componentes que contiene el campo de cada revolución. Fue un caso análogo al que constituyó José Martí respecto a la Revolución del 95, que pudiéramos sintetizar mencionando cinco rasgos principales de las ideas y la actuación martianas: el tipo de política insurreccional que promovió –que era a la vez el arma indispensable y la escuela para transformar a los participantes–, y la práctica que hizo de ella; su propuesta de convertir la independencia en una liberación nacional y de forjar una república nueva; el extraordinario y singular cuerpo de ideas que desarrolló, que entre otros aspectos contiene una interpretación pionera de comprensión y crítica del mundo moderno, y postula la necesidad de revolucionarlo desde la perspectiva de los que fueron colonizados; la consecuencia absoluta entre sus ideas y su conducta; y el alcance de los cuatro rasgos citados, que trascendió mucho a un mero enfrentamiento de las circunstancias en que actuó.
Expondré algunos aspectos seleccionados de la actuación y la concepción del Che que dan cuenta de ese papel descollante que tuvo en el pensamiento cubano, en la universalización del socialismo y el marxismo y en el radicalismo revolucionario. Su examen también puede sintetizarse en cinco rasgos, referidos al tipo de política que promovió y practicó, la propuesta que hizo, el extraordinario y singular cuerpo de ideas que desarrolló, la consecuencia absoluta entre sus ideas y su conducta, y el alcance superior de su actuación y su concepción respecto a sus circunstancias. Lo haré en forma más bien telegráfica y destinada a estimular el diálogo.
En el proceso de la insurrección y hasta su muerte durante la primera etapa de la Revolución en el poder –la que va de 1959 a inicios de los años setenta–, el Che compartió con Fidel la colosal aventura de la Revolución y lo siguió siempre, como el líder supremo del proceso y como un pensador radical excepcional. En el transcurso de aquellos años, Fidel debió asumir sobre todo las funciones de dirigente máximo y de educador popular, y el Che, que desempeñó un cúmulo de responsabilidades prácticas en numerosos terrenos, elaboró al mismo tiempo una obra teórica que es el más importante monumento intelectual de la Revolución, obra que ha resultado muy trascendente para la estrategia y el proyecto cubanos hasta el día de hoy, y que lo será en el futuro que alcanzo a pensar.
Las revoluciones son procesos complejos, que para triunfar deben subvertir y negar el orden vigente, demoler sus instituciones y desvalorizar sus símbolos; promover el carácter libertario e implantar disciplinas férreas, hacer de la unidad un valor superior, ser muy desafiantes y llegar a ser respetables, y construir un nuevo orden que reúne creaciones, adaptaciones, nuevas relaciones, instituciones, valores y costumbres, permanencias; en suma, un orden que combina promesa y administración, defensa y autocrítica, novedades y rutina. Si se estudia, se puede historiar el proceso, periodizarlo y hacer valoraciones sobre su curso. Alguna vez se ha propuesto el símil de un péndulo para mostrar el ciclo que suele caracterizar el curso y el mundo ideal de las revoluciones: primero, avances hasta un punto de máximo radicalismo; después, detenciones, retrocesos y estabilización. El péndulo, que había oscilado hasta un punto máximo hacia delante, hace giros cada vez menores y se va deteniendo al centro de la escena, pero el eje que lo sostiene se ha trasladado ya a un punto mucho más adelantado que el que ocupaba al inicio del ciclo. Martí y el Che habrían llevado el péndulo a su máximo punto de avance.
Aunque fueron hombres de acción que con ella colmaron sus vidas y llenaron sus épocas, y esa actuación y sus virtudes constituyen un tesoro moral y un ejemplo imperecederos, cuando volvemos –como hacemos hoy– sobre aquellos líderes radicales, lo principal que atendemos es a sus ideas y sus propuestas, porque en ellas reside lo fundamental de su trascendencia y de la utilidad que podemos obtener de ellos. Por cierto, el hecho de haber sido muy superiores a sus circunstancias les suele acarrear una posteridad inmediata sumamente difícil, precisamente porque resultan irreductibles a las concesiones y retrocesos que forman parte, junto a los avances, de la estabilización que se produce durante las posrevoluciones, mientras que su peso simbólico es enorme y se les identifica con la revolución.
La mundialización de su sistema ha sido un destino inevitable para el capitalismo, un tipo de dominación que es singular en la historia humana. Desde que ella comenzaba, el joven pensador alemán Carlos Marx les planteó a los anticapitalistas el requisito de la mundialización de la revolución para que esta pudiera tener posibilidades de vencer. La consigna final del Manifiesto Comunista no es una frase feliz: es una tesis. Pero el modo fundamental de ser de la mundialización capitalista ha consistido en las colonizaciones de la mayor parte del planeta, y, por otra parte, el ámbito de todas y cada una de las revoluciones sucedidas contra la dominación capitalista ha sido el nacional. Esas dos realidades han sido una gran fuente de tensiones, contradicciones y retos para las concepciones y las prácticas revolucionarias opuestas al dominio capitalista, y más de una vez han tenido inclusive consecuencias trágicas. El socialismo marxista ha vivido desde hace más de un siglo esos desafíos entre las ideas, los movimientos y las luchas que se han representado como prioritarios –o que han asumido en política– los antagonismos de clases sociales o la necesidad de liberar las naciones, o han hecho intentos diversos de combinar esos dos polos.
Otros dos condicionamientos que han marcado la historia del socialismo marxista han sido más graves. El primero y más general es el de la renuncia en muchas situaciones y casos a la pretensión de derrocar al capitalismo e implantar poderes socialistas, y la consecuente adecuación práctica a constituir solamente formas de oposición muy limitadas al sistema de dominación, que le resultan funcionales a este, o incluso a colaboraciones con ese sistema. El segundo, el curso de la experiencia que se inició con el triunfo de la Revolución de Octubre en Rusia y terminó en 1991, llena de eventos y procesos que no puedo tratar aquí. Apunto al menos que entre la segunda posguerra mundial y los años sesenta su impacto general era muy contradictorio. Por un lado, el inmenso prestigio ganado en aquella guerra, el ser para muchos la antítesis del capitalismo imperialista, genocida, guerrerista y sujeto de una crisis prolongada, y la conversión de la URSS en una enorme potencia, rival de Estados Unidos, el nuevo campeón único del campo capitalista. Por otro, la dictadura del grupo que en los años treinta liquidó la Revolución bolchevique, hasta mediados de los años cincuenta, y, desde entonces, tímidas y muy parciales reformas desde arriba. Y una política mundial creciente, pero sujeta al convenio de esferas de influencia de 1945 con el imperialismo, por lo que manipulaba a los movimientos y la ideología de su campo y se guiaba por la razón de Estado en vez de por el internacionalismo.
Ernesto Guevara se crió en un ambiente en que eran muy fuertes la contradicción entre las perspectivas nacional y social, los condicionamientos prácticos de origen internacional y los conflictos que todo esto generaba. El paso decisivo que dio junto a Fidel y sus compañeros hizo que su vida política transcurriera en un medio en que se logró una victoria extraordinaria frente a los grandes obstáculos de la mundialización de las revoluciones: la insurrección y el triunfo de la Revolución cubana, su plasmación como una revolución socialista de liberación nacional y el predominio dentro de ella del socialismo cubano.
El Che fue hijo de la ruptura y la destrucción del orden dominante en Cuba, que permitió movilizar y concientizar a escala permanente y profunda al pueblo, y que unidos poder revolucionario y pueblo se apoderaran del país, lo reorganizaran y repartieran la dignidad humana, las riquezas y las oportunidades a partir de los principios de la justicia social y la igualdad de derechos, base social del edificio político de la Revolución desde entonces hasta hoy. Un proceso que aprendió de inmediato a defenderse, derrotó a sus enemigos y se enfrentó victoriosamente a los intentos de Estados Unidos de acabar con la Revolución, que obtuvo la soberanía nacional plena y tuvo un pensamiento propio, y que se vio obligado a ser crítico y contradecir al tipo de socialismo establecido por el sistema de la URSS, el campo de países y organizaciones que lideraba y el llamado movimiento comunista internacional y la ideología teorizada que llamaban marxismo-leninismo.
Al mismo tiempo, la segunda gran ola revolucionaria del siglo XX se había extendido por el llamado Tercer Mundo y obtenido algunas grandes victorias, combatía en Viet Nam y en otros lugares; y transcurría en el marco de numerosos intentos de consolidar las independencias, lograr desarrollos económicos nacionales y coordinar posiciones en esos tres continentes, y en el de un rechazo virulento a las políticas imperialistas que fue compartido por sectores internos en varios de esos mismos países, los cuales aportaron, además de sus críticas y resistencias, novedades importantes en el campo de la vida social y las relaciones interpersonales. Esa ola también pretendió liberar al pensamiento revolucionario de sus ataduras, por lo que tuvo que incluir la crítica de gran parte de las posiciones y los instrumentos del socialismo existente.
Desde aquella coyuntura actuó y pensó Ernesto Che Guevara. Dadas la sólida argumentación y la densidad teóricas con que elaboró y presentó su concepción, elaboró la base de un cuerpo de pensamiento muy rico que todavía necesita, quizás, la mayor parte de su desarrollo, y, sin duda, la mayor parte de su experimentación práctica. La violentación de sus circunstancias en su teoría y en sus prácticas, el comunismo y el internacionalismo en su proyecto, y el socialismo de liberación nacional como vehículo de su actuación, son tres aspectos esenciales para comprender al Che.

DESCOLLANTE EN LA ACCIÓN Y EL PENSAMIENTO

Entre muchas cuestiones que podrían abordarse, quisiera destacar que Che comprende y expone que el radicalismo en la concepción teórica, la posición política y las nuevas creaciones de las personas y las relaciones sociales que él defiende y promueve, pertenecen a una nueva época. En ella les resulta factible a los revolucionarios irse por encima de las insuficiencias del despliegue del capitalismo en sus países, pero ya las revoluciones no pueden proponerse menos que el socialismo y la liberación nacional, conquistarlos en un único proceso, profundizar de manera sistemática en ambas direcciones, y ser internacionalistas. Esta no es una opción entre las adoptables, sino que es la opción, la única forma de evitar el retorno y la reproducción de la dominación capitalista sobre las personas y las sociedades, un destino inexorable que de no asumirse esa alternativa esperaría a la experiencia socialista al final de su camino. A la vez, Che plantea que esa concepción y esa posición práctica deben proveer la escuela imprescindible, el complejo y gigantesco proceso educacional permanente que irá forjando las liberaciones de las personas y las sociedades. Esto es lo que explica su urgencia, su tenacidad sin límites y su descomunal batalla intelectual.
El Che es uno de esos raros casos de una persona que es muy descollante al mismo tiempo en la acción y en el pensamiento. Es bueno recordar que Ernesto comenzó sintiéndose marxista cuando todavía no tenía experiencias políticas, en un ambiente en el que entre los que estaban en su caso predominaba la admiración por la URSS que había vencido a los nazis y por el socialismo y el marxismo de orientación soviética. Pero, ¿por qué este joven no se sumó a los seguidores ni se sujetó a aquella “línea”? Opino que varios factores lo ayudaron. Primero, la vastísima información y la contrastación de tendencias intelectuales y teorías que adquirió, mediante la lectura de una multitud de obras y el ejercicio de escribir sus comentarios a ellas, es decir, una posición activa de pensamiento y de preguntas pertrechada de copiosos estudios. Mientras que la mera asunción de la llamada cultura universal por estudiosos de nuestros países puede hacerlos desembocar en la condición de colonizados mentales, que en buena medida son extranjeros en su propia tierra, una actitud intelectual como la que asumió Ernesto suele ser una vacuna eficaz contra los dogmatismos y la dependencia.
Por otra parte, el joven Ernesto asumió un antimperialismo beligerante que nunca lo abandonará, y lo asoció acertadamente al anticapitalismo, un paso que puede parecer lógico, pero que era en realidad difícil en aquel tiempo, y aún hoy sigue siéndolo. Antes de ser capaz de compartir o enunciar tesis sobre esa cuestión, la resolvió con su praxis: se puso de parte de los humildes. Por el largo camino que recorrió entre Buenos Aires y Guatemala, a través de sus vivencias y sus reflexiones, fue transitando desde el ansia altruista de prestarles servicios a los desposeídos y desvalidos hasta el arduo reconocimiento de que era necesario asumir una posición política. De esa manera pudo identificar al imperialismo y las variantes del colonialismo como enemigos de los pueblos, y al capitalismo como la fuente de aquel sistema y de sus consecuencias de opresión, explotación y enajenación. Conocer ese desarrollo de Ernesto puede ser útil hoy, cuando muchas veces la preocupación por el mejoramiento humano –que es tan valiosa– no quiere o no ve la necesidad de pasar a la actuación política.
Esa posición de Ernesto lo apartó del eurocentrismo que caracterizaba al marxismo-leninismo, y de las formulaciones abstractas que priorizaban al llamado sistema socialista y a la “clase obrera” de los países industrializados como palancas de hipotéticos cambios que sucederían en un futuro indeterminado. Lo hizo inmune también al doloroso proceso de esterilización de su voluntad de entrega y sacrificio de por vida y sus abnegadas prácticas y resistencias, que sufrían tantos militantes. La revolución anticapitalista y antimperialista no estaba en el plan de aquel movimiento político, ni en el de su ideología teorizada. Por eso, lo decisivo fue que Ernesto buscó por el continente una causa revolucionaria a la cual entregarle todo su ser, no solo el pensamiento, hasta que la encontró.
En la etapa que siguió desde que se incorporó a la organización fidelista en México hasta el triunfo de la Revolución, lo fundamental fue la experiencia práctica. Cuando un periodista le pregunta en la Sierra, en febrero de 1958, si él era marxista desde antes de venir a Cuba, el Che le responde que en la guerra él ha tenido que olvidar todo lo que aprendió antes. Es decir, ha sabido desaprender, como un instrumento más de su desarrollo personal. Pero no ha abominado de la teoría, ni la abandonará nunca.
Como otras grandes personalidades, Che comparte diferentes inclinaciones. La vida y las prioridades asumidas le acotan sus campos de labor, pero sus propensiones más fuertes permanecen, reaparecen cada vez que pueden o marcan con su impronta los modos de aproximarse a los problemas y tratarlos. Su vocación teórica es muy poderosa. Ella le ayudará a exigirle su sentido a los hechos, las conductas y los problemas, a ser analítico y problematizar; es decir, a utilizar el único modo de buscar lo cierto, lo esencial y los caminos. Le dará contenidos más trascendentes a su decisión de entregarse a la actuación social y política revolucionaria, le brindará instrumentos para evaluar y para inscribir lo contingente y los eventos en una totalidad de los procesos de liberación social y humana, y trabajar con ellos en el taller de los conceptos y las teorías. El ejercicio permanente de esa vocación le aportará al Che una mayor capacidad para prever y hacer proyectos, para exponer sus ideas y para conducir a sus compañeros. Y por último, pero no menos importante, formará una mente capaz de inquirir, dudar, preguntar, desconfiar, derribar las prisiones de los lugares comunes, lo establecido, la reproducción de lo existente y lo que se considera posible, y atreverse a crear y ser original. En una palabra, ejercer la ciencia más difícil: la de la revolución.

PENSAMIENTO ABIERTO Y PODEROSO

Su elocuencia sencilla y ajena a la estridencia, su lenguaje claro, son los vehículos del pensamiento abierto y poderoso de este hombre que jamás olvida los fosos profundos mediante los que las sociedades de dominación han separado a los que cultivan el intelecto de la masa enorme de la gente común, la gente de abajo. Él siempre es uno con ellos, y ellos lo premian con su devoción, pero al mismo tiempo advierten la densidad de pensamiento que está siempre detrás de la calma decidida con que el Che aborda las cuestiones cotidianas y los grandes desafíos. La huella de la teoría, unas veces expresa y otras no, lo acompañó a lo largo de su vida.
El Che estuvo produciendo teoría marxista a partir del triunfo de 1959, desde puntos de partida que son los naturales para un revolucionario: el análisis de la política, la economía, las ideologías y las teorías, sus contenidos, sus métodos e instrumentos, sus condicionamientos y los conflictos en que participan. Eso hace conveniente aclarar que buena parte de sus proposiciones y su posición teóricas se encuentran precisamente en el conjunto de sus productos escritos y orales, y allí hay que buscarlos. A la vez, el Che estudiaba textos teóricos y los comentaba, y hacía exposiciones propias directamente teóricas. Estudiando unas y otras fuentes podremos encontrar al Che pensador y al filósofo.
Este hombre que se sabía histórico y estuvo tan consciente del papel que desempeñaba y de lo que debía hacer, se puso un límite en cuanto pensador: su entrega a las tareas prácticas y a la causa; y otro en cuanto a la libre exposición de su ideas: sus compromisos como dirigente revolucionario. Pero supo comprender –y este es un aspecto más de su grandeza– que a la Revolución cubana le era indispensable elaborar un pensamiento creador y eficaz, y que esa debía ser una de sus dimensiones importantes, y logró desplegar una actividad intelectual ejemplar al servicio de esa tarea. Che fue elaborando una concepción suya dentro del marxismo, cumplió los requisitos de ese tipo de trabajo y avanzó en el desarrollo de ella hasta donde la vida se lo permitió.
No emplearé tiempo en referirme al contenido de su concepción teórica, que desde hace más de veinticinco años he tratado de exponer en extenso; estoy seguro de que será manejada y debatida en el curso de este coloquio. Solo quiero afirmar que esa concepción, que hoy puede parecerles improcedente a muchos, nos muestra precisamente su carácter trascendente con su capacidad de servir como instrumento para comprender las circunstancias actuales y plantearse conductas y estrategias ante ellas, y para enfrentar el formidable desarme ideológico al que han sido sometidos los pueblos en las últimas décadas.
Por entender que es uno de los aspectos de su legado que puede ser muy útil para Cuba y para la América Latina en la actualidad, voy a referirme a su crítica al socialismo que llamaban “realmente existente”, crítica que evolucionó y se hizo cada vez más dura y fundamentada. Al hacerla, el Che no olvidó en ningún momento su responsabilidad como dirigente cubano. Para situarnos mejor ante su crítica, es preciso tener en cuenta la existencia de dos formas de socialismo en Cuba, que se iniciaron desde la tercera década del siglo XX y han tenido una historia de contradicciones y conflictos, y también de coexistencias y colaboraciones. Esas dos formas son el socialismo proveniente del movimiento comunista internacional y el socialismo cubano.
El movimiento revolucionario insurreccional contra la dictadura dirigido por Fidel –en el cual el Che se incorpora desde los días de México– tuvo que abocarse en la práctica a la victoria para que el socialismo seguidor del movimiento comunista internacional lo admitiera como una opción política decisiva. El carácter de la revolución –una noción que entonces era muy manejada por la izquierda– estuvo determinado por la praxis organizada y consciente de los revolucionarios, y no fue consecuencia de características de la estructura económica del país. Por eso pudo ser una revolución socialista de liberación nacional la que triunfó en 1959. Esos dos choques con los principios de la teoría-ideología del socialismo guiado por la Unión Soviética y el movimiento comunista de su campo pronto fueron seguidos por otros. Se fue haciendo obvio que este evento trascendental por haber sido inconcebible y por su increíble alcance, que conquistó la liberación nacional y social del país, estableció un poder popular fortísimo, enfrentó con éxito a sus enemigos y sus obstáculos y produjo colosales transformaciones de las personas, las relaciones y las instituciones, constituía, además, una herejía dentro del campo de las experiencias y las ideas socialistas.
En octubre de 1963, al planear un seminario de profundización sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento para los cuadros del Ministerio de Industrias, Che orienta relacionar y comparar los sistemas de dirección con la estimulación al trabajo y con la centralización. Comenta que hay que estudiar las relaciones entre el sistema de dirección y los problemas económicos y las concepciones de los países socialistas. Encerrarse en una “falsa concepción de la ley del valor”, dice, les hizo perder contacto con el mundo exterior. La productividad mundial dejó atrás a los países socialistas que, a diferencia de la USSS, dependían del comercio exterior.
En una reunión posterior analizan la norma soviética de premiar o castigar a las empresas si cumplen o no el plan. Se produce una lucha continua entre los aparatos centrales y las empresas, dice el Che, porque estas buscan tener metas menores para sobrecumplir fácilmente o arriesgar menos un incumplimiento; su éxito consiste en obtener mayores premios. “Se está estableciendo entre el aparato central y la empresa una contradicción que no es socialista, una contradicción que atenta contra el desarrollo de la conciencia”. Los dirigentes de empresas socialistas se van convirtiendo así en expertos en engañar al Estado, deformándose como individuos, y ante el obrero, la imagen del buen dirigente es la del que “sabe” organizar para “sobrecumplir” siempre. De ese modo, el sistema se va apartando de sus objetivos y la gente se va separando de aquellos que debían ser capaces de dirigirlos. El Che aprovecha para exponer con vigor las cualidades que debe tener un director de empresa.
En julio de 1964, Che comenta con sus compañeros: “cuando el cálculo económico llega, como debe llegar, a un callejón sin salida, conduce por la lógica de los hechos a tratar de resolverlo por el mismo sistema, aumentar el estímulo material, la dedicación de la gente específicamente a su interés material y por ahí al libre fuero de la Ley del Valor. Y por ahí al surgimiento en cierta manera de categorías estrictamente capitalistas”. Denuncia de manera categórica la apelación a tomar “como arma para luchar contra el capitalismo, las armas del capitalismo”. La autogestión intenta valorar al hombre por lo que rinde, dice, pero el capitalismo es el que sabe hacer eso perfectamente. Las motivaciones de “la sociedad donde la filosofía es la lucha del hombre contra el hombre, de los grupos contra los grupos y la anarquía de la producción” no podrán ser despertadas y utilizadas eficazmente para servir a una sociedad cuya base era el poder socialista. Esta exige control riguroso, control conciente, “la colaboración entre todos los participantes como miembros de una gran empresa (el conjunto de la economía), en vez de ser lobitos entre sí dentro de la construcción del socialismo”.
Opina que en vez de ir al fondo de los problemas, la práctica y el pensamiento de estos socialistas se deja llevar a la seguridad aparente de acudir a lo ya probado, reforzar el mercado, sus mecanismos y el estímulo material individual. Las reformas pueden relucir como “descubrimientos” que remediarían la falta de motivaciones suficientes en los actores económicos y lograrían la subordinación de la producción para el consumo a las demandas de sus consumidores, relacionar la rentabilidad con la venta del producto, etcétera. Esos experimentos y ensayos de política económica son, sin embargo, remedos de lo que el capitalismo hace eficazmente, porque lo universaliza y porque corresponde a las relaciones fundamentales de su sistema. Che cree firmemente que el socialismo no puede emplear los métodos capitalistas para resolver hipotéticamente sus problemas económicos a nivel de base, y mucho menos extrapolarlos a escala de la sociedad, porque todo eso contradice lo esencial de su sistema. “El único problema que hay es que cuando eso se traslada de una fábrica a todo el conjunto de la sociedad, se crea la anarquía de la producción y viene la crisis, y después tiene que venir el socialismo de nuevo”.
La última frase retrata al Che teórico revolucionario: existe una lógica de las sociedades, cuyo conocimiento debemos al propio marxismo; si la olvidamos, pagaremos un precio muy caro. Pero el socialismo no es un régimen determinado por el libre juego de las fuerzas económicas: después, tiene que venir el socialismo de nuevo. Es decir, tendrá que imponerse la acción conciente y organizada de los revolucionarios para recuperar el socialismo.

ESPÍRITU CRÍTICO Y EJERCICIO DEL CRITERIO

El Che insiste en desbaratar la imputación que se hace a sus ideas de mantener un desprecio “idealista” por el interés material, un simplismo que busca devaluarlas y rehuir la discusión. Nadie en sus cabales desconoce la fuerza y el arraigo del interés material, instalado a lo largo de la historia de las sociedades de dominación y multiplicado y refuncionalizado por el capitalismo. La elección está entre utilizarlo llana y acríticamente –aunque se pueda declarar o lamentar que sea nocivo–, o utilizarlo como un mal necesario, sin depender de él. Ser creativo desde la situación concreta e inevitable, y organizar un proceso de erradicación paulatina de los comportamientos económicos egoístas e individualistas. Ir forjando otro mundo de actuaciones y valores mediante una red de instrumentos diversos, económicos, sociales, políticos, legales, administrativos.
El Che aprendió –al mismo tiempo– a reflexionar sobre los problemas, la circunstancia en curso, las decisiones y la actuación inmediata; sobre los métodos, la organización y los fines mediatos; y a teorizar acerca de los asuntos fundamentales. La formidable experiencia práctica que realizó al frente de más de doscientos mil trabajadores industriales en esos primeros años sesenta ha sido sometida al olvido. Recuperar el conocimiento de su extraordinaria riqueza contribuiría a aumentar nuestras capacidades actuales. Y permitiría conocer al Che de los cómo, que es tan grande como el Che de los hechos históricos y las ideas expresadas en frases rotundas.
En aquel ámbito que tuvo como centro a Ernesto Che Guevara regía el principio de que la creación de otra realidad desde la existente, sin la cual no hay revolución socialista, tiene que incluir el espíritu crítico y el ejercicio del criterio, el fomento de la independencia y la capacidad de pensar y valorar con cabeza propia. Che estimulaba estas cualidades de manera sistemática. En el aspecto que estoy abordando, es impresionante la profundidad y el alcance del análisis teórico logrado, en medio de la tormenta de la Revolución, un avance que permitía una verdadera autonomía del pensamiento, salvado de no ver los graves peligros de la copia y el seguidismo, y no apto para conocer las deficiencias del socialismo existente y evitar o enfrentar la colonización mental, la apologética y la rutina.
El despliegue simultáneo de su concepción y de la profundización de la Revolución cubana lo llevan a hacer más general y más adversa su crítica del socialismo existente. Rechaza la noción tan repetida de que existe un sistema socialista mundial, porque los países del campo del socialismo también tienen desarrollos desiguales, como los del mundo capitalista: “…la práctica ha planteado el problema de contradicciones insalvables; de índole ideológica a veces, tienen siempre una base material, económica. De allí las posiciones que toman la URSS, China, Rumanía o Cuba, en problemas aparentemente desligados de la economía.” Al examinar conflictos bilaterales entre países del campo socialista, afirma que en la realidad “se dan fenómenos de expansión, de cambio no equivalente, de competencia, hasta cierto punto de explotación y ciertamente de sojuzgamiento de los Estados débiles por los fuertes”. Tacha al CAME de “olla de grillos” y plantea que los precios y la calidad de muchos artículos que venden los socialistas de Europa a los demás serían inaceptables en el mercado internacional capitalista. Reconoce que en este campo y en el de los créditos, la política de la URSS y China es más consecuente con el internacionalismo. Pero aclara que los precios fijos sostenidos a productos de países socialistas menos desarrollados, en el mejor caso, mitigan el intercambio desigual, pero no lo anulan.
No existe una confrontación planetaria principal entre el capitalismo y las supuestas tres fuerzas revolucionarias, como repiten las declaraciones del socialismo “realmente existente”, que las relacionan por orden de importancia: primera, el llamado sistema socialista mundial; segunda, la “clase obrera” de los países capitalistas desarrollados; y tercera, las luchas por la independencia y la democracia nacional en las “jóvenes” naciones del Tercer Mundo. La razón de Estado y los intereses económicos de cada país socialista, las esferas de influencia pactadas, la estrategia de potencias son la regla y la conducta usual. De la unión entre proletarios a escala mundial que preconizan las declaraciones dice el Che: “Falso de toda falsedad. No hay punto de contacto entre las masas proletarias de los países imperialistas y los dependientes; todo contribuye a separarlos y crear antagonismos entre ellos (…) el oportunismo ha ganado una inmensa capa de la clase obrera de los países imperialistas…” Sobre las revoluciones: “También es falso que el proletariado (…) sea el que cumpla el papel dirigente en la lucha de liberación, en la mayoría de los países semicoloniales”. Ya no se puede admitir la idea de que la burguesía nacional sea un factor progresivo en las luchas revolucionarias: “La lucha contra la burguesía es condición indispensable de la lucha de liberación, si se quiere arribar a un final irreversiblemente exitoso.”
También rechaza la consigna de la “crisis general del capitalismo”, supuesta teoría que deben acatar los partidarios del socialismo. No estamos en la “tercera etapa”; en realidad, dice, el imperialismo no agoniza: “ni siquiera ha aprovechado al máximo sus posibilidades en el momento actual y tiene una gran vitalidad (…) La tendencia es a invertir capitales propios en el aprovechamiento de las materias primas o en la industria ligera de los países dependientes”. La aguda competencia “provoca una incesante marea de innovaciones técnicas…”
Los jóvenes de hoy no han escuchado nada del “sistema socialista mundial”, “las tres fuerzas revolucionarias” o la “crisis general del capitalismo”, y seguramente sonríen al escuchar su explicación. Pero en aquel tiempo estaban entre los principales dogmas que debían admitirse como artículos de fe y esgrimirse para entender las cosas más importantes, acallar todo criterio diferente y “vencer en la lucha ideológica”. El Che y los que como él escogían actuar como revolucionarios en aquella época debían salir de esas prisiones y pensar con cabeza propia. Recordar hoy la falta total de asideros en la realidad que tenían aquellas consignas seudocientíficas es una lección contra la tendencia a admitir ser gobernados por frases vacías.

MADUREZ DE LA CONCEPCIÓN TEÓRICA DEL CHE

En los primeros meses de 1965 la madurez de la concepción teórica de Ernesto Che Guevara se hace evidente en El socialismo y el hombre en Cuba, uno de los textos fundamentales de la historia del socialismo en América Latina. Pero enseguida comenzará la última fase de su vida, en la que vuelve a dedicarse a la acción armada, ahora como dirigente internacionalista cubano que intenta contribuir al desarrollo de las revoluciones de liberación. Y ahora emprende también una tarea intelectual que considera indispensable: la necesidad de llegar a conclusiones sobre el socialismo realmente existente, asunto crucial para todos en el mundo, y la de ofrecer una alternativa revolucionaria desde las ideas de los pensadores de los países que han sufrido o sufren el colonialismo y el neocolonialismo, que quieren pelear por la liberación total de las naciones y de las personas, y por el avance de la revolución mundial.
“Es un grito dado desde el subdesarrollo”, escribe en “La Necesidad de este libro”, breve introducción a los Apuntes críticos a la Economía Política, un texto que contiene planteamientos trascendentales. Se refiere a El capital, de Carlos Marx, a las nuevas situaciones de la época imperialista, los aportes extraordinarios de Lenin y la detención ulterior del desarrollo de la teoría marxista. Enseguida expone las razones por las cuales hace la crítica de la Economía Política:
Creemos importante la tarea porque la investigación marxista en el campo de la economía está marchando por peligrosos derroteros. Al dogmatismo intransigente de la época de Stalin ha sucedido un pragmatismo inconsistente. Y, lo que es trágico, esto no se refiere sólo a un campo determinado de la ciencia; sucede en todos los aspectos de la vida de los pueblos socialistas, creando perturbaciones ya enormemente dañinas, pero cuyos resultados finales son incalculables (…) Nuestra tesis es que los cambios producidos a raíz de la NEP han calado tan hondo en la vida de la URSS que han marcado con su signo toda esta etapa. Y sus resultados son desalentadores: la superestructura capitalista fue influenciando cada vez en forma más marcada las relaciones de producción, y los conflictos provocados por la hibridación que significó la NEP se están resolviendo hoy a favor de la superestructura. Se está regresando al capitalismo.
Che confía en que muchos podrán sentirse atraídos por este “intento de retomar la buena senda”. A ellos se dirige el libro, “y también a la multitud de estudiantes cubanos que tienen que pasar por el doloroso proceso de aprender ‘verdades eternas’ en las publicaciones que vienen, sobre todo, de la URSS, y observar como nuestra actitud y los repetidos planteamientos de nuestros dirigentes se dan de patadas con lo que leen en los textos”.
Un largo camino había recorrido Ernesto Guevara en una década. La revolución había sido su maestra. En la guerra y desde el poder revolucionario se desarrolló su estatura como combatiente, dirigente y pensador, y ahora él –como reclamara Lenin sesenta años antes– debía, en justo pago, enseñarle algo a la revolución. Y lo logró. La aventura socialista de un pequeño país aislado producía un pensamiento capaz de continuar el trabajo excepcional mediante el cual Marx había encontrado ideas capaces de subvertir el control de las ideas de la sociedad por la clase dominante. Che escribió: “nosotros aportamos nuestro modesto granito de arena”. Y a los compañeros cercanos más estudiosos les pidió componer un “manual” cubano. Pensó seguramente que los que compartían su posición continuarían la campaña de difusión de las actitudes y las ideas más revolucionarias que con tanto ardor y sistematicidad él llevó a cabo en su última etapa en Cuba.
El acierto y el alcance de los planteamientos del Che acerca de la esencia y el destino del socialismo realmente existente solo se comprobaron veinticinco años después. Pero cuando hacia el final del siglo XX pareció que todo lo logrado por la humanidad se perdería, incluso la esperanza, el Che regresó. Celebramos ese regreso, que evidencia la resistencia de los pueblos y el valor permanente de las ideas y del ejemplo. Sin embargo, el pensamiento del Che ha seguido encontrando escollos y ha tenido que ir ganando espacios paulatinamente. Ese pensamiento es uno de los lugares principales de los combates actuales.

Fernando Martínez Heredia
Cubadebate
23 junio 2013

sábado, 30 de agosto de 2014

Represión del Filtro, 1994.




El audiovisual completo de 35 min. sobre la represión del Filtro, Uruguay 1994. Un documental que recopila imágenes y testimonios inéditos de diversas fuentes. Donde se narra paralelamente la historia del Guernica y la lucha del pueblo vasco, y la represión que el Estado uruguayo lanzó contra miles de uruguayos solidarios con el derecho de asilo a refugiados políticos vascos. Con el saldo de 2 muertos y cientos de heridos el gobierno del entonces presidente Luis A. Lacalle desato una represión sin precedentes en plena democracia. Hoy en día cada 24 de agosto se realiza una marcha recordando los hechos y reclamando justicia. Muchos de los policías responsables ascendieron los últimos años a cargos de jerarquía en el actual aparato represivo.

¿Por qué traicionaron a Gaza?




Pregunten a cualquier gobernante árabe y les hablará de los grandes sacrificios que sus países han hecho por Palestina y los palestinos. Sin embargo, tanto la realidad histórica como la actual dan testimonio no sólo de que no estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos ni mantuvieron la solidaridad con sus hermanos oprimidos, sino también de la traición oficial árabe a la causa palestina. La guerra contra Gaza y el dudoso papel jugado por Egipto en las conversaciones para un alto el fuego entre Hamas e Israel son buen ejemplo de ello.
Lean estos comentarios de Aaron David Miller, un investigador del Wilson Center, en Washington, para apreciar la profundidad de la inequívoca traición árabe. “Nunca he visto una situación así, con tantos estados árabes consintiendo la muerte y destrucción de Gaza y la paliza a Hamas”, decía Miller en The New York Times. “El silencio es ensordecedor”.
Miller explica el silencio árabe en relación a su odio hacia el Islam político, corriente que adquirió máxima importancia tras la denominada Primavera Árabe. Ese ascenso vio la llegada a los centros de poder de movimientos como los Hermanos Musulmanes en Egipto y al-Nahda en Túnez. La “Primavera Árabe” desafió, y al menos temporalmente deshizo, la hegemonía sobre el poder a causa de la corrupción de las elites árabes prooccidentales, desatando las energías de sociedades civiles históricamente marginadas.
El Islam político, especialmente el que está afiliado a una ideología islámica moderada conocida como al-Wasatiyyah (que podría traducirse como “moderación”), arrasó en los votos de varias elecciones democráticas. Al igual que la victoria de Hamas en las elecciones palestinas en 2006, otros movimientos islámicos siguieron su ejemplo durante el tiempo de la “Primavera Árabe”, abriendo un pequeño margen a la democracia y a la libertad de expresión.
El peligro de los movimientos islámicos políticos que no se adhieren a una ideología extremista como la del Estado Islámico y al-Qaida, por ejemplo, es que no resulta fácil descartarles como “extremistas”, “terroristas” y términos así. A veces, de hecho a menudo, parecen mucho más inclinados a jugar el juego democrático que los autoproclamados movimientos árabes “laicos”, “liberales” o “socialistas”.
La última guerra de Israel contra Gaza, que empezó el 7 de julio, se produjo en un momento en que al Islam político le habían desarraigado de Egipto y criminalizado en otros países árabes. Fue el primer ataque militar israelí importante contra Gaza desde el derrocamiento del Presidente de Egipto, democráticamente elegido y perteneciente a la Hermandad Musulmana, Mohammed Morsi, acaecido el 3 de julio de 2013. Aunque la guerra israelí se trocó en genocidio en el transcurso de escasos días (miles de personas asesinadas, miles de heridos y casi la cuarta parte de la población de Gaza sin hogar), la mayoría de los países árabes permanecieron en silencio. Fanfarronearon casualmente alguna que otra condena sin apenas significado. Sin embargo, Egipto llegó aún más lejos.
Poco después de que empezara la “Operación Borde Protector” de la guerra de Israel, Egipto propuso un más que sospechoso alto el fuego, algo que incluso le extrañó a The Times. “El gobierno en El Cairo… sorprendió a Hamas proponiendo públicamente un acuerdo de alto el fuego que cumplía todas las demandas de Israel y ninguna del grupo palestino (Hamas)”, escribió David Kirkpatrick el 30 de julio. Hamas, el principal partido palestino en el conflicto, al que el gobierno egipcio denomina también “terrorista”, no fue consultado y sólo se enteró de la propuesta a través de los medios de comunicación. Por supuesto, Benjamin Netanayahu acogió bien la propuesta egipcia; el Presidente Mahmud Abbas de la Autoridad Palestina, el principal rival de Hamas, y firme opositor a la resistencia armada (y, podría decirse que, en realidad, a cualquier forma de resistencia palestina) dio la bienvenida al “fraternal” gesto egipcio; otros gobernantes árabes se apresuraron a elogiar a Abdul Fatah al-Sisi, de Egipto, por su astuto liderazgo regional.
Desde luego que toda la historia no era sino una farsa que pretendía finalmente culpar a Hamas y a la resistencia en Gaza por negarse a poner fin al conflicto (un conflicto que no empezaron y del que son su principal víctima), y apoyar a Sisi como el nuevo icono de paz y moderación en la región; el tipo de “hombre fuerte” con el que al gobierno de EEUU le gusta hacer negocios.
Todo fracasó, por supuesto, por una única razón, la resistencia de Gaza se mantuvo firme, costándole a Israel serias pérdidas militares y ganándose la simpatía y el respeto mundial.
Pero no llegó respeto alguno de los tradicionales gobiernos árabes, faltaría más, incluidos aquellos que alaban la legendaria “sumoud” –entereza- del pueblo palestino en todas las ocasiones, discursos y sermones. El nuevo éxito de Hamas, que había ido cayendo en el olvido tras el derrocamiento de la Hermandad en Egipto y la ruptura de lazos con Damasco y Teherán, fue desconcertante e inmensamente frustrante para esos gobiernos.
Si Hamas sobrevive a la batalla de Gaza, la resistencia promocionará su entereza como una victoria ante el supuestamente ejército más fuerte del Oriente Medio. Netanyahu va a tener que afrontar consecuencias nefastas en casa. Los lazos entre Hamas e Irán podrían renovarse. El “campo de la resistencia” podría reavivarse una vez más. La victoria moral para la Hermandad y la derrota moral de Sisi (y su esperado papel regional) serían sorprendentes.
Entre varios países árabes e Israel se llegaron a alianzas de todo tipo para asegurar la desaparición de la resistencia en Gaza, no sólo de la resistencia como idea y sus expresiones prácticas, sino también de sus manifestaciones políticas, que van mucho más allá de los confines de la asediada Gaza.
Martin Indyk, ex cabildero de Israel y actual vicepresidente de la Brookings Institution en Washington, tiene una explicación: “Se produce un ‘alineamiento de intereses’ entre las naciones que no son aliadas pero que tienen ‘adversarios comunes’”, declaró a Bloomberg. “Como ven que EEUU está menos comprometido de lo que estaba antes, es natural que se miren unos a otros –silenciosamente, bajo cuerda, en la mayoría de los aspectos- para encontrar una forma de ayudarse entre ellos”.
Naturalmente, la última ronda de negociaciones de alto el fuego en El Cairo fracasó porque la parte que las alberga considera que el principal grupo de la resistencia palestina, Hamas, es un grupo terrorista y lo último que querría ver es un escenario en el que Gaza prevalezca sobre Israel. Si la demanda de la resistencia de poner fin al bloqueo se acepta, especialmente la exigencia de reactivar el puerto y el aeropuerto de Gaza, Egipto ya no dispondría de capacidad de apalancamiento contra Hamas, la resistencia ni el pueblo palestino en general.
Y si la resistencia gana –manteniendo a raya al ejército israelí y consiguiendo algunas de sus demandas- es probable que cambie el discurso político del Oriente Medio, donde los débiles, una vez más, se atreverán a desafiar a los fuertes exigiendo reformas, democracia y amenazando con la resistencia como una forma realista de conseguir esos objetivos.
Curiosamente, la victoria de Hamas en las elecciones legislativas palestinas de 2006 había reavivado la posibilidad del Islam político al conseguir sus objetivos a través de las urnas, lo que fue un presagio de la aparición del Islam político por toda la región tras la “Primavera Árabe”. Cualquier victoria de la resistencia palestina puede también considerarse peligrosa por quienes quieren mantener el statu quo por toda la región.
Algunos dirigentes árabes continúan declarando su firme apoyo a Palestina y a su causa. Sin embargo, la “Operación Borde Protector” ha dejado fuera de duda que esa solidaridad no es más que mera palabrería; y que, aunque discretamente, algunos árabes desean ver cómo Israel aplasta cualquier atisbo de resistencia palestina, en Gaza y en cualquier lugar.

Ramzy Baroud

Dinamo de Kiev: el equipo que desafió a Hitler




La historia del fútbol mundial incluye miles de episodios y anécdotas emocionantes y conmovedoras, pero sin duda ninguna es tan ruin como esta de la que hablamos hoy, la historia de los jugadores que formaron parte del Dínamo FC en los años 40.

Estos valientes jugadores se arriesgaron a jugar un partido a sabiendas de que si ganaban serían asesinados y, sin embargo, decidieron ganar. En la muerte dieron una lección de coraje, dignidad, vida y honor. Pero para entender esta difícil decisión, es necesario saber cómo es que que llegaron a participar en este decisivo encuentro, y por qué un simple juego de fútbol se convirtió en el momento crucial de sus vidas.
La versión más famosa de este juego se puso de manifiesto en la película Victory de 1981, protagonizada por John Huston, Stallone, Michael Caine, Ardiles y Pelé.
Pero sin duda es también la más alejada de la verdad, porque en la película, el juego termina en empate y ningún jugador muere. La realidad de los 11 jugadores ucranianos en un campo ocupado por los nazis era muy diferente y terminó mucho peor que en la ficción.
Todo sucedió durante la Segunda Guerra Mundial en el año de 1942, entre un combinado del ejército nazi y el Dynamo FC de Kiev de Ucrania. Uno de sus principales promotores fue Iosif Kordik, un hombre taciturno y cruel que sólo conocía una pasión: el fútbol. Como la mayoría de los aficionados al deporte en Ucrania, Kordik era un fan de Dynamo FC, un equipo que ya en la época fue uno de los mejores de Europa.
Caminando un día en las ruinas de su ciudad, Kordik sintió que su corazón latía más rápido cuando se encontró en una acera cara a cara con uno de sus ídolos, el arquero Trusevich. Para entender lo que le debe haber pasado por la cabeza en ese momento, imagina a nuestro México ocupado por el ejército enemigo, vemos a los campeones olímpicos andar en tren y de repente todo hambriento y en harapos, en una esquina está El Chicharito. Fue por lo menos un encuentro extraño, y más extraño aún, si añadimos que en la guerra se habían invertido los papeles y ahora él tenía más poder que su ídolo. Lo que en otros tiempos habría de culminar en las peticiones de autógrafos y alucinantes gritos, era el comienzo de un sueño: ver a Trusevich trabajando para Kordik.
Kordik, que trabajaba para los nazis, no le dio asilo ni hizo un acto de compasión humanitaria, sino que le gustaba la idea de estar rodeado de sus estrellas, y también de la miseria de los mejores jugadores del país y de muchos otros atletas de otras disciplinas . Además de un trabajo estable y un poco de pan cada día, él le ofrecía algo mucho más importante: la posibilidad de jugar al fútbol. En el patio de su panadería comenzó a formar un equipo de ensueño de Kiev y de Toda Rusia.
Unos pocos meses después de la invasión de Ucrania se inició el Start FC, y los nazis trataron de restablecer algún tipo de normalidad en la ciudad de Kiev al crear una nueva liga con seis equipos de fútbol formados por soldados alemanes o de ejércitos aliados del Reich, uno de colaboradores ucranianos y el FC Start.
Para la apertura del torneo los panaderos desnutridos en completos harapos se enfrentaban al equipo de lo colaboradores de barrigas rebosantes y ropas limpias. El equipo de Kordik con su arquero Trusevich ganó 7-2. Los jugadores de la fábrica de pan jugaron con camisetas rojas, y todos eran miembros del Partido Comunista. La victoria contra los empleados no fue la mejor publicidad para el gobierno de la esvástica, el entrenador Rukh, un ucraniano que trabajaba para los nazis, llevó a las autoridades a prohibir sus partidos, y a evitar que el Start FC jugara en el gran escenario de Kiev. Pero incluso después de ser trasladado a un estadio menor, nada les impidió continuar su racha de triunfos y victorias (se reivindicaron con una goleada de 11-0 ante el equipo rumano).
A medida que más y más gente abarrotaba pequeño estadio, Rukh guardaba soldados aburridos en el estadio grande. Los alemanes requirieron a Hungría un equipo llamado MSG, para derrotar a los ucranianos, pero todo fue en vano. Los jugadores-panaderos, incluso después de haber trabajado toda la noche en la fábrica, ganaron a los húngaros 5-1. Y en la revancha con un marcador de 3-2, Start mostró definitivamente que los alemanes deberían contener ese símbolo de resistencia. Por lo menos, así lo creían.

FC Start vs Flakelf “, el equipo de la Luftwaffe”

Según Andy Dougan, en el libro “Dynamo: Triumph and Tragedy in Nazi-Occupied Kiev“, el equipo convocado por los oficiales alemanes que estaban en Kiev fue el Flakelf, considerado en su momento un equipo de respeto, formado sólo por militares de Luftwaffe, la fuerza aérea alemana. Incluso este equipo sirvió como una herramienta de propaganda nazi y sus glorias eran un ejemplo para justificar la “superioridad de la raza aria”.
No sirvió de nada reclutar un equipo de “raza superior”. El 6 de agosto 1942 FC Start, que ya gozaba del respeto y la admiración de la gente de Kiev, azotó al poderoso Flakelf con un vergonzoso 5-1. Después de esta derrota, los alemanes descubrieron, al fin, que los inocentes panaderos que vestían la camiseta del Start FC en realidad eran ex jugadores del Dinamo de Kiev.
La orden de matar a todos los jugadores rápidamente llegó a Berlín. Pero los oficiales sabían que sólo matarlos no tendría ningún efecto. Peor aún, podrían crear mártires innecesarios, además de dejar la imagen en la población de jugadores ganadores que lucharon contra el nazismo. Decidieron organizar una revancha el mismo 9 de agosto.

El “juego de la muerte”.

El ambiente en Kiev era muy pesado, con provocaciones de ambas partes. Los soldados alemanes estaban avergonzados y la población eufórica con el suceso de los nuevos héroes. El estadio Zenit estaba lleno, también se había colocado al lado un cartel propagandístico de la revancha y antes del partido los jugadores del Start FC recibieron la visita de un oficial alemán que ordenó que al momento que el árbitro, también alemán, entrara en el campo habría de ser recibido por todos los jugadores con el saludo nazi, con las manos extendidas hacia adelante y gritando “Heil Hitler”.
Los jugadores del Flakelf hicieron el saludo, pero los jugadores del Start FC pusieron su mano derecha sobre su pecho y gritaron “Fizculthura”, un grito común a los atletas soviéticos de la época.
De hecho, además de los matices, los jugadores del Start FC sabían que estaban arriesgando sus vidas, pero no les importaba. Por segunda vez, el campo estaba rodeado de soldados. El arquero Trusevich, en la primera mitad había recibido una patada en la cabeza que lo dejó inconsciente durante varios minutos, ya que fue atacado por la multitud con todo tipo de objetos. Los alemanes anotaron primero, pero el primer tiempo terminó 2-1 a favor de los ucranianos. En el medio tiempo sufrieron nuevas amenazas de oficiales de las SS, incluso pensaron en dejar el juego, pero al final decidieron volver al campo. Y a pesar de todos los movimientos violentos de los alemanes que fueron ignoradas por el árbitro, fue una masacre! 5-3 para los ucranianos, más una humillación real que nunca se materializó, un sexto gol invisible: Alexei Klimenko, que fue como Maradona en Argentina, esquivo la defensa, incluyendo al portero, llegó a la línea de meta y en vez de anotar devolvió el balón al medio campo, anulando el gol, pero humillando completamente a los alemanes. La multitud se volvió loca y el árbitro terminó el partido antes de los 90 minutos.
Los alemanes actuaron aparentemente como buenos perdedores. FC Start jugó otro partido contra otro equipo y también ganaron este juego, pero pocos días después de terminada la fiesta: oficiales de la Gestapo vestidos de civil llegaron a la fábrica con una lista de nueve jugadores de la antigua Dynamo de Kiev. Uno a uno, fueron detenidos y trasladados a la sede de la policía secreta alemana. Todos los jugadores eran miembros del Partido Comunista, y Korotkykh Nikolai era un agente activo de la policía rusa, por lo que le dispararon al instante. El resto fue torturado sistemáticamente por días en el campo de concentración Siretz, conocido por fusilamientos masivos y sadismo salvaje de sus guardias. Sólo cuatro de los nueve jugadores lograron escapar, el resto murieron o desaparecieron sin dejar rastro.
Hasta ahora estos atletas son recordados por el Dynamo de Kiev. Delante de su estadio hay un monumento erigido en 1971 para honrar a los atletas que murieron defendiendo, por encima de todo, la libertad y el deporte. En el monumento están grabados las palabras:
“A los jugadores que murieron con la cabeza levantada contra el invasor nazi”.
El ejemplo de los jugadores del Dynamo sin duda ayudó a inflamar la resistencia a los nazis. El 06 de noviembre 1943 Kiev fue tomada por los soviéticos y la historia del juego se extendió entre las filas rusas, tomando el aire de leyenda al paso de los días.
Dicen que inclusive los jugadores del Dynamo, cuando se casan, depositan flores ante el monumento en honor a la memoria de los jugadores muertos. Y la gente que hasta ahora conserva las entradas de 1942 tienen acceso libre al estadio.

Fuentes:
mediavida.com/foro/6/los-nazis-y-el-dinamo-de-kiev-366678

jueves, 28 de agosto de 2014

Argentina: Fallo Griesa y estrategia K




La Argentina se encuentra en cesación de pagos independientemente de la cuestión de los Holdouts: la sentencia Griesa es sólo un disparador o detonante del problema de fondo que implica sostener una Deuda Pública impagable, tanto Externa como Interna.
Colocado en una gravísima encerrona financiera y legal - producto de sus propias responsabilidades en el manejo de la cuestión del endeudamiento y no sólo de circunstancias heredadas - la administración Kirchner trata ahora desesperadamente de diferir los efectos de la nueva Crisis de Deuda que le estalla este verano del 2014 (antes del rechazo de la apelación ante la Corte Suprema de los Estados Unidos del 16.6) pero lo hace sin querer reconocer el fracaso del Megacanje Kirchner-Lavagna de 2005-2010, que es la verdadera explicación de la crisis que en este momento vive la Argentina.

Ficciones versus realidades.

El gobierno engaña a la opinión pública sobre la realidad y gravedad del problema financiero insoluble de la Deuda Pública en base a tres ideas-eje que son tan falsas como inconsistentes:
1. Que la Argentina se está des-endeudando, cuando el stock de la Deuda viene creciendo a un ritmo promedio superior a los 10.000 Millones de Dólares (MD) por año.
2. Que la Argentina tiene solvencia y liquidez para atender el pago de los servicios de la Deuda, cuando en los hechos todas las cancelaciones de Capital se hacen con nuevas deudas e incluso parte de los intereses se capitaliza por anatocismo, cuando el Estado tiene Déficit fuertemente creciente y Balanza de Pagos negativa (esto es, déficits gemelos); y cuando el Tesoro no dispone de divisas para atender las transferencias al exterior, de modo que la política de pagos de la Deuda externa con Reservas Internacionales (RI) del Banco Central (BCRA) se sostiene con divisas que se compran con Deuda cuasi-fiscal (las Lebac/Nobac).
3. Que - en la formulación textual del gobierno - se dice “Queremos pagar pero no nos dejan” y “Los Fondos Buitre (FB) y el juez Griesa pretenden llevar a la Argentina al default”, cuando la Argentina ya se encuentra en default, que es cesación de pagos, porque las cancelaciones que se realizan se hacen íntegramente con nuevas deudas, en lo que constituye sólo un enmascaramiento del default.
Por ende, si la Argentina tiene cada vez más Deuda Pública, si los servicios de Capital e Intereses por esta Deuda provocan más Gasto y más Déficit Fiscal, y si este déficit se cubre con más deuda, el círculo vicioso de la Deuda Perpetua se cumple. Se cumple como ha venido ocurriendo desde hace 40 años de Historia Financiera Argentina.

Falsas expectativas y frustraciones

Aparentemente el gobierno Kirchner esperaba que después de haber hecho “buena letra” en materia de regularización de pagos externos las cosas le irían mejor este año:
- A fines de 2013 se aceptaron y financiaron con deuda nueva cinco laudos perdidos ante el CIADI (por 600 MD-Millones de Dólares).
- En Febrero de este año se convino una fuerte indemnización a Repsol por YPF pagando también con más deuda de nuevos bonos: 6.000 MD de Capital más 5.000 de Intereses a pagar.
- En Mayo pasado, después de haberse allanado a las exigencias totales del Club de París, la administración Kirchner llegó a un acuerdo sobre plan de pago en cuotas, reconociendo un monto de obligaciones por 9.700 ND que todavía no ha sido claramente explicado.
- Entre Marzo y Junio de este año el gobierno retomó la colocación de títulos públicos locales por 10.000 M$ (Millones de Pesos), pagando una tasa de interés del 28 % anual (BONAR 2017).
- Continuando con su política de pagos de Deuda Externa con reservas del BCRA, el gobierno ha seguido utilizando este mecanismo a través del Fondo de Desendeudamiento Argentino (FDA), que consiste en retirar divisas contra entrega de otros títulos de deuda, que son Letras Intransferibles a 10 años de plazo que no tienen capacidad de pago.
Habiendo dado todos estos pasos, el gobierno confiaba en que contaría con la predisposición favorable de la Corte Suprema de los Estados Unidos en su apelación de la sentencia Griesa, para avanzar en el cumplimiento de la Hoja de Ruta Boudou y volver con ello al Mercado Internacional de Capitales.
Pero el rechazo de la Corte (del 16.6) y el estrangulamiento de los plazos para el pago de los servicios de la deuda del Megacanje Kirchner-Lavagna (30.6) habrían estropeado las esperanzas del gobierno de poder diferir “pacíficamente” el pago a los holdouts hasta el 2015, zafar de los alcances de la cláusula RUFO y trasladar la mayor parte de los compromisos iniciales por nuevas obligaciones al futuro gobierno.
Esta desagradable sorpresa explica el desconcierto que lleva a las improvisaciones, desprolijidades y contradicciones en las acciones y dichos del gobierno, a las declaraciones desubicadas de la presidenta, del jefe de gabinete y del ministro de economía que se vienen haciendo “para la galería” contra los FB, el Juez Griesa y hasta el Gobierno Norteamericano cuando lo único que está en juego aquí es una definición concreta y expresa acerca del cumplimiento o no de un fallo emitido contra la Argentina:
- Si el Estado puede cumplir con la sentencia Griesa sin que la misma empeore aún más su posición jurídica y financiera, el gobierno debiera efectivizarla y listo, es decir, pagarla.
- Pero si el fallo es de cumplimiento imposible para el país - como lo es en realidad dado los efectos de la sentencia sobre el resto de los holdouts y el problema de la cláusula RUFO - entonces el gobierno tendría que notificar formalmente al juez esta situación blanqueando así el Default, como corresponde.
Aceptar un fallo - un fallo ya apelado y perdido en todas las instancias legales que el propio gobierno reconoció ante la justicia norteamericana - y eludir u obstaculizar después su cumplimiento es una contradicción mayúscula porque un fallo se cumple o no se cumple; y no se negocia.

Acciones mal improvisadas.

La “negociación” del fallo - con un mediador nombrado por el juez de por medio - no tiene sentido cuando la forma de pago de la sentencia no cambia el fondo de la cuestión, que es la incapacidad de pago de la Argentina frente al perfil de vencimientos de la Deuda, frente a la avalancha cierta del resto de los holdouts (estimada entre 20 y 30.000 MD) y frente a la apertura de un nuevo frente de tormenta jurídica de los bonistas del canje por la cláusula RUFO (que podrían llegar a reclamar más de 120.000 MD).
Ante esta situación, como agravante, el gobierno Kirchner actúa en sentido también contradictorio:
1. Soslaya el cumplimiento del fallo Griesa, aduciendo que el mismo es de “cumplimiento imposible” - como efectivamente lo es - pero no lo formaliza ante el tribunal, o sea, no le informa al juez dicha imposibilidad de pago (que significa default) como motivo de incumplimiento, sino que persiste en impugnar los términos de la sentencia y en afirmar que el país quiere pagar a los bonistas del canje pero el juez no se lo permite.
2. Como complemento de la inconsistencia anterior, el gobierno acepta la mediación abierta por el juez para negociar la forma de pago de su sentencia cuando la Argentina no tiene nada que negociar ya que el problema no reside en la forma de pago sino en las consecuencias ineludibles del fallo.
3. En lugar de blanquear su posición de manera directa y formal - una situación de default - el gobierno se embarca en una cadena de acciones y declaraciones destinadas a burlar el cumplimiento de la sentencia del juez lo que, con cada nuevo paso, complica y empeora aún más su propia situación de desacato.
El gobierno Kirchner trata así desesperadamente de dilatar de cualquier manera los tiempos del problema pero este comportamiento, cada día que pasa, agrava aún más su situación financiera y jurídica, externa e interna.

Tiempo versus acciones

A los fines de ganar tiempo - un tiempo que, en realidad, no le juega a favor sino en contra - la administración K incurre actualmente en una serie de chicanas que complican y descolocan cada vez más las posiciones oficiales frente a una realidad incontrastable:
a) En lo inmediato, están creciendo en forma exponencial los gastos por intereses a pagar, recargos por acumulación y por punitorios, honorarios directos e indirectos de letrados (no sólo de los abogados propios sino también de los demandantes y del mediador) y gastos administrativos de todo tipo.
b) La avalancha de reclamos del resto de los Holdouts - los bonistas que no entraron en el Megacanje Kirchner-Lavagna de 2005-2010 (hayan hecho o no juicio contra el país) - aumenta paralelamente en forma proporcional, agravada por el hecho que ya existen otras sentencias contrarias en firme (1.600 MD sólo en manos del mismo fondo NML-Elliot, de Paul Singer), estimándose - como dijimos - que el total de estos reclamos sumaria entre 20 y 30.000 MD.
c) Cualquiera sea el resultado que permita dilatar para el 2015 la efectivización de los pagos de la sentencia Griesa, eso no libra a la Argentina de otra tormenta de juicios por parte de bonistas del canje por la mala fe en tratar de esquivar el cumplimiento de las cláusulas RUFO y del Acreedor más Favorecido (MFC).
d) Por la cláusula Cross Default o de “incumplimiento cruzado” - firmada por este gobierno en el 2005 - el país se encuentra expuesto a la aceleración de los pagos de los bonistas del canje debido a que el Default dispara el derecho al reclamo de estos tenedores de bonos.
e) El proyecto de ley de pago local a los bonistas del canje reitera abiertamente la intención ya declarada del gobierno Kirchner de burlar el fallo Griesa, con lo que el país se coloca en una posición fáctica y legal de desacato ante el juez.
f) Después de haberle reconocido la competencia a ese “juez municipal” de Nueva York y de aceptadas todas las instancias legales de la justicia norteamericana, la misma administración Kirchner acomete una desubicada presentación ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya contra el gobierno de los Estados Unidos cuando no se trata de una cuestión entre Estados.
g) La posición política de la administración Kirchner - sostenida esencialmente “para la galería” y desconectada de los reales términos de la grave disputa en curso - no se corresponde con la posición jurídica del estudio Cleary ni con las verdaderas posibilidades legales de torcer los compromisos ya asumidos por el gobierno.
h) La actitud de dilatar y entorpecer las “negociaciones” con el mediador Pollack cuando, en la realidad, no hay nada que negociar sino la forma de pago, ha constituido un burdo intento de soslayar la lógica y necesaria formalización del default, que es la única forma de escapar a los efectos directos e inmediatos de la sentencia Griesa.
i) Convirtiendo a la Argentina - una vez más - en campo de experimentación y especulación extrema, se abre hoy una serie de posibles operaciones combinadas de triangulación por parte de los actores del Club y del Partido de la Deuda, la mayoría de las cuales se hace sobre la base de la variante Gramercy o de tercerización de la obligaciones, por compra de los derechos de la sentencia Griesa para renegociarla luego con el gobierno argentino.
j) El proyecto de ley del Poder Ejecutivo al Congreso, que busca cambiar la jurisdicción de pago y reabrir el canje es tan incompleto como tardío y no soluciona el fondo de la cuestión de la crisis de los holdouts, que es la incapacidad de pago.
En síntesis, la suma de malas improvisaciones de la administración K no sólo no ha conseguido resultados concretos frente a terceros sino que, por el contrario, ha agravado su posición, externa e interna.

Errores en la estrategia K

El gobierno trata de eludir el hecho que el Megacanje Kirchner-Lavagna del 2005-2010 (al que todavía llama “negociación exitosa”) ha fracasado y buscaría por ello dejar la puerta abierta para que sea el juez Griesa quien lo diga y “provoque” entonces el default (aunque el mismo ya ha sido declarado por la ISDA - la Asociación Internacional de Derivados y Swaps - lo que da derecho al reclamo de los seguros de default o CDS).
La sanción de un híbrido “default técnico” por la cuestión de los holdouts sirve de argumento para seguir pagando los servicios de intereses sobre las demás deudas del Estado y como modo de enmascarar el fracaso del Megacanje, presentando las cosas como si el default se derivase de una intervención exógena y no resultado de las propias falencias en el diseño de la reestructuración del 2005 y en su cumplimiento.
Pero el juez Griesa dictó el bloqueo o congelamiento del depósito argentino en el BoNY Mellon más no el embargo, con lo que los 539 MD siguen en un “limbo jurídico”, nuestro país continúa en rebeldía frente al cumplimiento de la sentencia, sigue expuesto al reclamo de bonistas del canje - que pueden invocar la aceleración de pagos por el default - y los tiempos se le acortan adicionalmente a medida que se acerca la fecha del próximo vencimiento de intereses del 30.9 por los Bonos Par.
El gobierno Kirchner oculta la real gravedad de esta situación y trata de taparla con toda una “puesta en escena” de declaraciones públicas y medidas improvisadas para cubrir lo que son, en realidad, sus propios errores en la estrategia legal seguida desde el origen frente a la demanda de los FB en Nueva York:
1. Porque insiste en porfiar que el Megacanje Kirchner-Lavagna fue un éxito cuando sus servicios no se pueden pagar y oculta que la quita efectuada fue compensada con los cupones ligados al PBI.
2. Porque aceptó sin cuestionar la legitimidad de los títulos reclamados pese a que los mismos estaban y siguen estando bajo investigación de la Justicia Argentina (causas Olmos I - con sentencia en firme desde el fallo Ballestero del año 2000) - Olmos II, Megacanje 2001, Olmos Gaona-Marcos y la más reciente de Mario Cafiero-Llorens-Negri sobre inconstitucionalidad de la prórroga de jurisdicción ante tribunales extranjeros).
3. Porque el Estado Argentino - que estaba y sigue estando bajo la vigencia de la Ley de Emergencia Económica 25.561 y conexas - si hubiera querido desarticular la estrategia de los FB debiera haber planteado el reconocimiento sólo de una Deuda auditada, aceptada como legítima y por el valor de compra de los títulos reclamados, no por el valor nominal de los mismos.
Después de haber cometido todos estos errores jurídicos, financieros y políticos, el mismo gobierno trata de presentarse ahora como campeón de una lucha contra los FB y contra las sentencias supuestamente parciales de un juez después que todas sus instancias de apelación le fueron rechazadas.

La Argentina como experiencia piloto

Estrictamente hablando, no fue Griesa quien torció arbitrariamente el criterio de interpretación del pari passu a favor de los holdouts sino el error del gobierno argentino de haber dictado la Ley Cerrojo 26.017 y sus modificatorias, con lo que le dio el argumento a los FB de haber sido excluidos de toda oferta.
El resultado fáctico de esto es que, en definitiva, el país ha quedado peor y doblemente expuesto en la mira de todos los acreedores: desde los demandantes y el resto de los holdouts a los bonistas que entraron en el Megacanje 2005-2010, y desde el reclamo posible de todo acreedor tercero hasta los eventuales participantes de la “solución Gramercy”.
Todo ello, sin embargo, tendría una explicación final de otro orden, que es que la Argentina está sirviendo hoy - otra vez más - como experiencia piloto de una nueva forma de manejo internacional en materia de Crisis de Deuda Soberana y que, en este sentido, el gobierno Kirchner se encuentra alineado con el Sistema Financiero Internacional (SFI) en la búsqueda de nuevas fórmulas de salida consensuada - no de confrontación o discusión - en el tratamiento de casos particularmente complejos como el nuestro, cuyos lineamientos van siendo definidos experimentalmente (por prueba y error):
1. Buscando encauzar aquellos casos en que los títulos públicos no tengan Cláusulas de Acción Colectiva (CAC) y requieran, por lo tanto, innovaciones en el manejo de mayorías como sustituto de dicha carencia.
2. Avanzando en la instalación de la idea del híbrido de Default parcial, sectorial o “selectivo”, para mantener la ficción de capacidad de repago y evitar las reestructuraciones totales de Deuda.
3. Experimentando - por aproximaciones sucesivas y en el terreno práctico - la instauración de nuevos mecanismos diseñados por el SFI (con el viejo proyecto Anne Krueger del FMI como modelo) para el encauzamiento de casos rebeldes o complicados como el de la Argentina.
En este contexto, uno de los capítulos centrales es despejar las acciones entorpecedoras de los FB contra países deudores como el nuestro, porque las mismas terminan bloqueando la colocación de nuevas deudas en los Mercados Internacionales de Capital y, más específicamente, de bonos de Países Emergentes en la Bolsa de Nueva York.
El gobierno Kirchner se ubica así - en los hechos y más allá de todas sus declaraciones altisonantes - como estrecho aliado del SFI y en contra de los FB, a través de una lucha de desgaste, en la búsqueda de “soluciones” institucionales para los casos de default y reestructuración de deuda soberana, aunque sin cambiar el sistema de endeudamiento perpetuo que rige en la Argentina y en la mayor parte del mundo.
Después de haber hecho la buena letra antes citada con el acuerdo de los laudos del CIADI, con la indemnización a Repsol por YPF y con el nuevo arreglo con el Club de París, después de haber comenzado a emitir deuda nueva de bonos en pesos (con el Bonar 17), después de haber traspasado la mayor parte de su Deuda Externa con Terceros a Deuda intra-Estado para descongestionar el perfil de vencimientos de su Deuda Total sin bajar su monto sino, por el contrario, aumentándolo; después de todo esto, el país estaría en condiciones de completar la Hoja de Ruta Boudou, que tiene por objeto volver al Mercado Internacional de Capitales, precisamente para tomar más Deuda Externa.
Esto ya se había comenzado a hacer con algunos emprendimientos de obras públicas e infraestructura, a través de diversas provincias (particularmente Buenos Aires y la CABA) y con algunas empresas de capital público (con YPF a la cabeza); y a ello se sumaría la nueva Deuda Externa que, directa o indirectamente, contraiga el BCRA (caso swap de monedas con China), ya que nuevas colocaciones abiertas del Estado Central en el mercado financiero externo no serían factibles a corto plazo.
De allí que para la vuelta a la colocación de deuda externa a más largo plazo se espere, en principio, a la asunción del nuevo gobierno en 2015, que sería el reestructurador de todo el cúmulo de deudas que actualmente se están contrayendo sin capacidad de repago, más las que se agreguen con la actual crisis de los holdouts.
Es la forma en que las estructuras de poder financiero manejan las decisiones del Estado y condicionan el financiamiento de las Políticas Públicas.

En conclusión: Default o más deuda

El default, como reconocimiento de la cesación de pagos, es la única alternativa hoy viable para sustraerse a la encerrona legal y financiera en que la administración Kirchner ha metido a la Argentina: es la forma necesaria de “barajar y dar de nuevo” en el marco de la nueva crisis de deuda que estamos viviendo, porque la otra alternativa es volver a tomar más deuda externa e impagable.
Frente al dilema de ir a un nuevo Default o tomar Deuda Externa, y en lugar de continuar con el enmascaramiento de la Crisis de Deuda, nuestro país debe blanquear su default, debe sincerar su cesación de pagos para poder replantear los términos de una nueva y diferente reestructuración de su Deuda Pública.
La Argentina tiene que blanquear el default porque el país no tiene solvencia ni liquidez fiscal para afrontar los servicios de la Deuda, como no sea tomando nuevas deudas y capitalizando obligaciones por intereses y por juicios perdidos.
Pero el default no es una solución en sí misma porque no es punto de llegada sino punto de partida: producida la suspensión de pagos, debe realizarse una Auditoría integral de las acreencias para determinar su legitimidad y debe establecerse la verdadera capacidad de pago futura del Estado para - recién con estos dos elementos perfectamente definidos - ir a una reestructuración forzosa y no voluntaria de la Deuda Pública.
Es la única manera de enfrentar la encrucijada de las crisis nacionales de Deuda Soberana, por medio de conversiones forzosas de Deuda, a través de la toma de decisiones de un Estado Soberano.

Héctor Giuliano

Nota:
- Artículos anteriores del autor sobre este mismo tema: Fallo Griesa y nuevo default argentino (25.7), Holdouts: la Argentina no tiene nada que negociar (4.7), La Argentina tiene que ir al Default (28.6), Holdouts: Default o más Deuda (25.6) y Fallo de la Corte y alternativa de un nuevo Default (18.6), todos del corriente año 2014.

4 de agosto de 1914: La gran traición y colapso de la II Internacional




Este año, se cumplen no sólo 100 años desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, sino también el centenario de otra debacle: el colapso de la II Internacional, el organismo internacional que reunía bajo su bandera a todos los partidos obreros de masas.
No fue La guerra que terminará con la guerra, como sostenía de manera optimista el título del libro de 1914 de HG Wells, sino el punto de partida de una crisis mundial más profunda. La "Gran Guerra" iba a durar más de cuatro años con el resultado de diez millones de personas muertas, y decenas de millones más mutiladas y lisiadas. Las rivalidades imperialistas que causaron la guerra no serían eliminadas o disminuidas, sino que más tarde emergerían con venganza.
Este año, se cumplen no sólo 100 años desde el estallido de la Primera Guerra Mundial, sino también el centenario de otra debacle: el colapso de la II Internacional, el organismo internacional que reunía bajo su bandera a todos los partidos obreros de masas.
La II Internacional fue establecida en julio de 1889, en el centenario de la Toma de la Bastilla, y reunió a los partidos socialdemócratas de todo el mundo. Representaba el punto más alto del internacionalismo de la clase obrera y se basaba en los principios del socialismo mundial. Más importante aún, la Internacional Socialista se adhería formalmente a las ideas del marxismo. Su principal partido era el Partido Socialdemócrata alemán (SPD), encabezado por Karl Kautsky, August Bebel y Wilhelm Liebknecht, quienes habían estado bajo la tutela personal de Marx y Engels. Karl Kautsky, quien había editado los escritos económicos de Marx y había dirigido la batalla internacional contra el intento de Bernstein de revisar el marxismo, se había convertido en el teórico indiscutible de la Internacional. "Para nosotros no era sólo un partido de la Internacional, sino el Partido", explicó Trotsky. Hasta 1914, Lenin había rendido homenaje al SPD alemán como el "modelo de la socialdemocracia revolucionaria".
En 1914, el SPD alemán tenía más de un millón de miembros, 111 diputados en el Reichstag, el apoyo de un tercio del electorado alemán, 90 periódicos diarios y un gigante aparato partidario. Los dirigentes sindicales eran abrumadoramente miembros del SPD. "El Partido Socialdemócrata alemán se convirtió en una forma de vida", explicó Ruth Fischer, una comunista de Izquierda. "Era más que una maquinaria política; le dio dignidad y estatus al obrero alemán en un mundo propio".
Sin embargo, la Internacional Socialista había nacido en un período de auge del capitalismo. La capa dirigente del movimiento quedó bajo las presiones del capitalismo, que tenían un efecto profundamente corrosivo, empujando a los líderes en una dirección cada vez más reformista. Mientras que los dirigentes de los sindicatos y del partido comenzaban a acomodarse en la lucha cotidiana por reformas, la revolución socialista se posponía para un futuro lejano. Estas presiones ajenas, comenzaron a reflejarse a través de los compromisos de clase y de la adaptación. Las capas dirigentes en los sindicatos y en el parlamento, se elevaron por encima de las masas, adaptándose cada vez más a este nuevo entorno. Mientras que defendían la "dictadura del proletariado" y el "internacionalismo proletario" en palabras, en la práctica se habían pasado al Estado nación y al reformismo. Serían, sin embargo, grandes acontecimientos – a saber, la Guerra Mundial – los que expondrían este hecho.
Las resoluciones aprobadas por unanimidad en los Congresos de la Internacional Socialista, como en el famoso Congreso de Basilea de 1912, se oponían a la guerra que se avecinaba que era caracterizada como "una guerra imperialista" contra la cual "los trabajadores de todos los países deben establecer la fuerza de la solidaridad internacional del proletariado". La única razón por la que la propuesta de una huelga general contra la guerra no se acordó, fue sólo para evitar encomendar al movimiento cualquier táctica fija. Incluso cuando Austria declaró la guerra a Serbia, la Conferencia de Bruselas de la Internacional Socialista consideró que la guerra podría evitarse. El dirigente socialista francés Jaurès, que fue asesinado por un nacionalista francés y traicionado por su propio partido, había declarado que Francia quería realmente la paz. Keir Hardie declaró que "es indiscutible” que Gran Bretaña sería arrastrada a la guerra. La misma opinión tenía Hugo Hasse en relación a Alemania.
Sin embargo, estas ilusiones se hicieron añicos rápidamente. Tres días después, el 1 de agosto, Alemania declaró la guerra a Rusia, una declaración que cambió el curso de la historia. Todo el mundo esperaba que el SPD declarara su oposición, de acuerdo con sus principios. Pero, para sorpresa y consternación de todos, la dirección del partido alemán sostuvo que la declaración de guerra de Alemania era una "guerra defensiva" contra la agresión zarista. Esta traición significó el apoyo a la guerra imperialista, votando en el Reichstag el presupuesto para la guerra del Káiser.
El 4 de agosto de 1914, el presidente del Partido dio lectura a la declaración en el Reichstag alemán:
"Nos enfrentamos ahora con el hecho de hierro de la guerra. Estamos amenazados por los horrores de las invasiones enemigas. No decidimos hoy a favor o en contra de la guerra; simplemente tenemos que decidir sobre los medios necesarios para la defensa el país. Gran parte, si no todo, está en juego para nuestro pueblo y su libertad, en vista de la posibilidad de una victoria del despotismo ruso, que se ensucia a sí mismo con la sangre de lo mejor de su propio pueblo.
"De lo que se trata para nosotros es de alejar este peligro y salvaguardar la cultura y la independencia de nuestro país. Así honramos lo que siempre hemos prometido: en la hora del peligro no vamos a abandonar nuestra Patria. Nos sentimos de acuerdo con la Internacional, que siempre ha reconocido el derecho de cada nación a la independencia nacional y a la legítima defensa, al igual que nosotros condenamos, también de acuerdo con la Internacional, cualquier guerra de conquista. Exigimos que, tan pronto como el objetivo de la seguridad se haya logrado y los oponentes se muestren listos para la paz, esta guerra termine con una paz que haga que sea posible vivir en amistad con los países vecinos.
"Guiados por estos principios, vamos a votar a favor de los créditos de guerra".
En ese día fatal, no hubo una sola voz disidente en el Reichstag.
Cuando Lenin vio una copia del Vorwärts, el diario del SPD, que declaraba este apoyo a la guerra, se negó a creerlo y pensó que era una falsificación del Estado Mayor alemán. Paul Axelrod, dirigente menchevique, dijo que "la noticia fue un golpe terrible e impresionante. Parecía como si un terremoto hubiera sacudido al proletariado internacional. La tremenda autoridad de la socialdemocracia alemana había desaparecido de un sólo golpe". "Cuando llegó la noticia de que los socialdemócratas habían votado por unanimidad los créditos de guerra, no lo creímos", dijo Hermann Greulich de los socialistas suizos. "Fue un golpe pasmoso". "El voto del 4 de agosto ha quedado registrado como una de las experiencias trágicas de mi vida", escribió Trotsky.
Mientras que muchos comprendían que el SPD alemán no podía impedir el estallido de la guerra, por lo menos podría haber declarado su oposición política a la guerra y mantenido limpia la bandera del socialismo internacional. Esto habría conservado la credibilidad del partido y de la Internacional para la causa futura de la revolución mundial.
Unos días antes de la declaración de guerra, el SPD alemán se había levantado de forma "unánime" contra la guerra y había llamado a manifestaciones de protesta contra la guerra en Berlín. "Las clases dominantes, que en tiempos de paz te oprimen, te desprecian y te explotan, quieren usarte como carne de cañón", declaró el periódico del Partido, Vorwärts.
"En todas partes el grito que debe resonar en los oídos de los déspotas: '¡No queremos la guerra! ¡Abajo la guerra! ¡Viva la hermandad internacional". (Vorwärts 25 de julio, 1914)
Pero el 4 de agosto, el SPD había capitulado. Había votado en la práctica abandonar la lucha de clases y la revolución, en favor de una tregua política con la monarquía, los Junkers y la clase capitalista. Para ellos, el absolutismo alemán era malo, pero en comparación con el zarismo ruso, era visto como un mal menor. La prensa socialdemócrata no hablaba de otra cosa en su campaña para justificar sus acciones.
Bielefelder Volkswacht, 4 de agosto: "La consigna es la misma en todas partes: ¡contra el despotismo ruso y la traición!"
Braunschweiger Volksfreund, 5 de agosto: "La presión irresistible del poder militar afecta a todos. Sin embargo, los trabajadores con conciencia de clase no son meramente llevado a la fuerza. En la defensa de la tierra en la que viven, frente a la invasión de Oriente, siguen sus propias convicciones".
Hamburger Echo, 11 de agosto: "Tenemos que hacer la guerra, sobre todo, contra el zarismo, y esta guerra se libra con entusiasmo. En efecto, es una guerra por la cultura".
Los dirigentes del SPD incluso extrajeron citas seleccionadas de Marx y Engels de 1848, arrancadas de su contexto, para justificar la traición del Partido. Tal sofisma se hizo con citas que se referían a una situación completamente diferente en un período totalmente diferente de la historia.
A puertas cerradas, en realidad, el grupo parlamentario del SPD se había dividido en su apoyo a los créditos de guerra; 14 diputados, incluyendo su presidente Hugo Haase y Karl Liebknecht, votaron en contra. Pero en el Reichstag, todos los diputados del SPD acataron la disciplina del partido y votaron según lo acordado.
El periódico socialdemócrata austriaco-alemán Arbeiter-Zeitung publicado en Viena, declaró el 5 de agosto: "Alemania está unida en la lucha por su honor nacional, y permanecerá unida hasta la última gota de sangre". Era una guerra "por la causa sagrada del pueblo alemán."
En Francia, también en el fatídico 4 de agosto, la solicitud del gobierno de los créditos de guerra, fue acordada por unanimidad y sin debate por todos los partidos, incluidos los socialistas. Los socialdemócratas franceses, como los alemanes, votaron por unanimidad con los partidos burgueses en una unión sagrada para defender al país contra Alemania. Una vez más, la guerra imperialista se justificó como una "lucha defensiva" contra la agresión, sancionada por la Internacional. En unas pocas semanas, la dirección del Partido Socialista francés votó para designar a dos de sus dirigentes más conocidos, Jules Guesde y Marcel Sembat, en un gobierno de "defensa nacional". Léon Jouhaux, secretario general de la Federación Sindical, tomó el cargo de Comisario Nacional. Su manifiesto declaraba: "Toda la nación debe levantarse por la defensa de su tierra y su libertad en uno de esos arrebatos de heroísmo que siempre se repiten en horas similares de nuestra historia..."
Tan pronto como Alemania declaró la guerra a Bélgica, el Consejo General del Partido del Trabajo de Bélgica dio su apoyo al gobierno. En su reunión, decidió cancelar la manifestación por la paz prevista para el día siguiente y votar a favor de los créditos de guerra. Su manifiesto declaró que "puesto que este desastre es ahora un hecho establecido, estamos animados únicamente por el deseo de movilizar nuestras fuerzas lo más rápidamente posible con el fin de establecer límites a este ataque contra nuestro territorio nacional". Como resultado, el partido definió "actuar en interés de la democracia y de la libertad política de Europa".
En Gran Bretaña, como en Alemania, el Partido Laborista se opuso inicialmente a la carrera hacia la guerra y organizó manifestaciones contra la intervención. La ejecutiva de la Federación de los mineros de Gales del Sur llamó a una huelga internacional de mineros para evitar la guerra. George Lansbury había pedido a los trabajadores del transporte una "huelga contra la guerra". Keir Hardie había pronunciado discursos similares contra la guerra. La ejecutiva del propio Partido Laborista se opuso a la guerra. Sin embargo, una vez que se declaró la guerra y los parlamentarios del Partido Laborista debatieron la cuestión, rechazaron la propuesta de Ramsay McDonald de leer la declaración de la Ejecutiva del Partido Laborista en el parlamento y decidieron, en su lugar, votar a favor de los créditos de guerra. MacDonald fue obligado a renunciar y Arthur Henderson lo reemplazó como presidente y secretario del partido. En seis meses, Henderson se había unido al gobierno de Asquith como Presidente de la Junta de Educación,. Más tarde se le unieron otros dos diputados laboristas como Ministro de Trabajo y Ministro de Pensiones. Varios más tomaron otros puestos de niveles inferiores.
El Partido Laborista Independiente (PLI), que estaba afiliado al Partido Laborista, continuó su oposición a la guerra, aunque principalmente en líneas pacifistas. El Partido Socialista Británico, dirigido por el nacionalista Hyndman, en realidad apoyó la guerra. El Partido Laborista de inmediato cruzó la línea y se unió a los partidos capitalistas en una tregua política, mientras los dirigentes sindicales aplazaron la lucha sindical por lo que durara la guerra. Ambos animaban a los voluntarios a unirse al ejército ya que el servicio militar obligatorio no existía en Gran Bretaña. El Partido emitió un manifiesto culpando de la guerra al militarismo alemán, y declaró que "una victoria alemana significaría la muerte de la democracia en Europa".
Esta traición de los principales partidos de la Segunda Internacional llevó a una confusión colosal en todas partes. De los ocho países en guerra, sólo el PLI británico, los socialdemócratas serbios, y los dos partidos de Rusia, los bolcheviques y los mencheviques, salieron en completa oposición a la guerra y a sus propios gobiernos.
Una campaña masiva de propaganda militar, con el pleno apoyo de la mayor parte de la socialdemocracia, creó una ola sin precedentes de chovinismo. Millones de personas fueron atrapadas en esta histeria nacionalista, mientras que cientos de miles se alistaron para la "Gran Guerra". En tales circunstancias, era inevitable que el movimiento socialista se encontrara aislado. Con la mejor voluntad del mundo, la idea de una huelga general o acciones obstruccionistas no hubieran sido posible.
"Y por lo tanto no hay nada particularmente inesperado o desalentador en el hecho de que los partidos de la clase obrera no se opusieran a la movilización militar con su propia movilización revolucionaria", explicó León Trotsky en 1914.
"Si los socialistas se limitaran a expresar la condena de la presente guerra, declinaran toda responsabilidad por ello y negaran el voto de confianza a sus gobiernos, así como el voto a favor de los créditos de guerra, habrían cumplido con su deber a tiempo. Habrían tomado una posición de espera; el carácter opositor habría quedado perfectamente claro para el gobierno, así como para las masas. Otras medidas habrían sido determinadas por la marcha de los acontecimientos y por los cambios que los acontecimientos de una guerra debían producir en la conciencia del pueblo. Los lazos de unión de la Internacional habrían sido preservados, la bandera del Socialismo se habría mantenido sin manchas. Aunque debilitada por el momento, la socialdemocracia hubiera conservado una mano libre para una intervención decisiva tan pronto como se produjera el cambio en los sentimientos de las masas trabajadoras. Y es seguro afirmar que toda la influencia que la socialdemocracia podría haber perdido por tal actitud al comienzo de la guerra, se habría recuperado varias veces más, una vez que el giro inevitable en el sentimiento de las masas se hubiera producido". (León Trotsky, Los bolcheviques y la paz mundial, pp.176-77)
Los dirigentes de la Internacional fallaron en su deber de clase elemental y sucumbieron ante el veneno del nacionalismo, enfrentando trabajadores contra trabajadores.
El imperialismo cubre sus objetivos - conquista depredadora de las colonias, mercados, fuentes de materias primas, esferas de influencia, etc.- con las ideas de "proteger la paz contra los agresores", "defensa de la patria", "defensa de la democracia", y similares. Estas ideas son falsas hasta la médula. “La cuestión de si uno u otro grupo dio el primer golpe o fue el primero en declarar la guerra", escribió Lenin en marzo de 1915, ''no tiene importancia alguna en determinar la táctica de los socialistas. Frases sobre la "defensa de la patria", sobre la resistencia a la invasión del enemigo, sobre una guerra defensiva, y similares, son un engaño total a las masas de ambos lados... ". Por lo que a los marxistas se refiere, el significado histórico, objetivo de la guerra es lo único que tiene sentido. La pregunta clave es: ¿qué clase está librando la guerra y por qué lo hace? No debemos dejarnos engañar por las artimañas de la diplomacia, que siempre buscan representar al enemigo con el papel del agresor en cualquier conflicto.
Las acciones de los dirigentes de la socialdemocracia constituyeron la mayor traición al socialismo y a los trabajadores a nivel internacional. Como vehículo para la Revolución, la Internacional Socialista ahora estaba muerta. Rosa Luxemburgo la describió abiertamente como un "cadáver maloliente". Lenin hizo un llamamiento para que fuera enterrada y se formara una nueva Tercera Internacional.
"La II Internacional ha muerto, vencida por el oportunismo", escribió Lenin. "¡Abajo el oportunismo, y viva la Tercera Internacional, no sólo purgada de 'renegados' ... sino de oportunismo también. La Segunda Internacional tuvo su utilidad en el trabajo preparatorio de organizar de manera preliminar a las masas proletarias durante el largo período “pacífico” de la más brutal esclavitud capitalista y del más rápido progreso capitalista. ocurridos entre en el último tercio del siglo XIX y principios del XX. Para la Tercera Internacional recae la tarea de organizar a las fuerzas proletarias para una embestida revolucionaria contra los gobiernos capitalistas, para la la guerra civil contra la burguesía de todos los países, para la toma del poder y por el triunfo del socialismo".
Pero los internacionalistas revolucionarios de todo el mundo se vieron completamente aislados. Aparecieron como voces solitarias clamando en el desierto. Aparte de las cuatro partidos mencionados, había grupos e individuos dispersos, tales como Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht, quien lideró la Liga Espartaquista; John McLean, en Escocia, y James Connolly en Irlanda.
Las armas en Europa habían silenciado toda oposición. Era un silencio mortal. Karl Liebknecht, quien había aceptado inicialmente la disciplina del grupo y votado los créditos de guerra en agosto de 1914, se dio cuenta de que había cometido un gran error. Ya el 10 de septiembre, Liebknecht, Rosa Luxemburgo, Franz Merhring y Clara Zetkin habían emitido una declaración en contra de la postura adoptada por la mayoría de los socialdemócratas alemanes. Cuando se planteó nuevamente el voto en el Reichstag para renovar los créditos el 3 de diciembre, Liebknecht votó en contra, uno contra 110 diputados del SPD, y al instante se convirtió en un símbolo de la resistencia a la guerra.
La oposición a la guerra creció, a pesar de la policía y de la represión militar. Esto se expresó en una avalancha de panfletos contra la guerra, documentos y folletos, distribuidos ilegalmente por grupos pequeños en toda Alemania.
Una postura más revolucionaria fue tomada por el Partido Socialista Italiano a través de su periódico Avanti. "Se opuso al chovinismo y expuso los secretos motivos egoístas que se escondían detrás de los llamamientos a la guerra", explicó Krupskaya. "Fue respaldado por la mayoría de los obreros avanzados." En general, las voces contra el chovinismo, las de los internacionalistas, eran todavía muy débiles y aisladas.
El aislamiento de los revolucionarios en este período fue gráficamente ilustrado por la conferencia contra la guerra celebrada en Zimmerwald, en Suiza, en septiembre de 1915. Lenin dijo en broma que aun medio siglo después de la fundación de la Primera Internacional, todos los internacionalistas cabían en un par de vagones.
Lenin atacó incisivamente al oportunismo, que había destruido la vieja Internacional. Él no estaba dispuesto a hacer concesiones sobre esto. Se dirigió no sólo contra los socialchovinistas, sino también contra los pacifistas liberales que se oponían a la guerra. Explicó que el social-patriotismo era la idea de la defensa de la patria capitalista durante la guerra. Señaló que los objetivos declarados de la guerra imperialista: la democracia, la defensa de la libertad, etc., no eran más que una farsa para encubrir sus verdaderas intenciones de conquista y dominación. En oposición a esto, Lenin abogó por una política de "derrotismo revolucionario".
Ha habido una gran confusión sobre este término. Ciertamente, Lenin no quería decir con esto que la derrota del propio país es un mal menor en comparación con la derrota de un país enemigo. No somos chovinistas invertidos, como creen la mayoría de los ultraizquierdistas. Lo que en realidad quería decir era que una derrota militar como consecuencia del crecimiento de un movimiento revolucionario es infinitamente más beneficiosa para la clase obrera que la asegurada por la "paz civil" como consecuencia de la acción del enemigo. En la medida que no apoyamos a nuestro propio gobierno capitalista, tampoco estamos interesados en apoyar a los capitalistas de otros países.
"La consigna de la paz es a mi juicio incorrecto en el momento presente. Esta es una consigna filistea, de un predicador. La consigna del proletariado debe ser la guerra civil ", explicó Lenin.
"Objetivamente, debido al el cambio fundamental en la situación de Europa, esa consigna se deriva para la época de la guerra de masas. La misma consigna se desprende de la resolución de Basilea.
"No podemos ni “prometer” guerra civil ni “decretarla”, pero es nuestro debertrabajar en esta dirección si es necesario, por un largo tiempo."
Lenin vio que su tarea era trazar una línea divisoria entre los oportunistas y los auténticos revolucionarios a nivel internacional. Esa era la razón de su tono agudo. Lenin recalcó constantemente las lecciones de la degeneración de la vieja Internacional y la necesidad de construir una nueva Internacional, pero sobre bases políticas sólidas.
Lenin durante este período no dirigía estas ideas a las masas. Lenin estaba aislado en Suiza durante todo este período. Se dirigía a los cuadros del movimiento, para educarlos e instruirlos en estas ideas fundamentales. En sí mismos, el antimilitarismo y el derrotismo nunca podrían ganar a las grandes masas, que no querían un conquistador extranjero. Ese nunca fue el propósito de Lenin. Estaba dirigido solamente a los cuadros y sólo a los cuadros.
Tan pronto como la revolución de febrero estalló en Rusia en 1917, Lenin se apartó de la tarea de formar a los cuadros, y avanzó en el problema de ganar a las masas. Mientras se oponían a la guerra, ahora cambió todo el énfasis. Los bolcheviques conquistaron a las masas con las consignas "¡Pan, paz y tierra!" Y "¡Todo el poder a los Soviets!" Sobre esa base fueron capaces de tomar el poder en sus manos y proclamar la república soviética.
La victoria de los bolcheviques en octubre de 1917 transformó totalmente la situación mundial. Después de más de tres años de iniciada la Primera Guerra Mundial, las masas estaban cansadas de la misma. Su entusiasmo inicial se había evaporado por completo y se convirtió en su contrario. Se abrieron abiertamente a las ideas revolucionarias. Eso explica toda la serie de motines militares que tuvieron lugar, hasta terminar con la propia revolución alemana en noviembre de 1918. "No queremos una paz por separado con Alemania", explicó Lenin, "queremos la paz entre todos los pueblos, queremos la victoria de los trabajadores de todos los países sobre los capitalistas de todos los países".
Partiendo de un puñado aislado, los internacionalistas ahora tenían una audiencia masiva. Lenin no perdió tiempo en el lanzamiento de la nueva Internacional como el Partido de la Revolución Mundial. En marzo de 1919, el Congreso fundacional de la Tercera Internacional (Comunista) se reunió en Moscú. Para Lenin y los internacionalistas, este fue un gran triunfo y no menor que la histórica Revolución de Octubre. 1919 fue un año de revolución y contrarrevolución, con repúblicas soviéticas proclamadas en Budapest y Munich. Desgraciadamente, estas repúblicas pronto fueron barridas por la contrarrevolución y la revolución rusa quedó aislada. Sin embargo, la Tercera Internacional, bajo la dirección de Lenin y Trotsky, llevó la bandera de la revolución socialista mundial, basada en las ideas del marxismo revolucionario, que se convirtieron en el faro para millones de trabajadores en todo el mundo.
"Todo lo que un partido podía ofrecer de coraje, visión de futuro revolucionario y consistencia en una hora histórica, Lenin, Trotsky y los otros compañeros, lo han dado en gran medida", escribió Rosa Luxemburgo. "Todo el honor revolucionario y la capacidad de que la socialdemocracia occidental carecían estuvo representada por los bolcheviques. Su insurrección de Octubre no fue sólo la salvación real de la revolución rusa; fue también la salvación del honor del socialismo internacional".
Hoy en día, estas ideas y tradiciones son levantadas por la Corriente Marxista Internacional, que se levanta sobre las mejores tradiciones de la Tercera Internacional y de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Una vez más, en esta época de crisis y revolución, la tarea de construir un verdadero internacionalismo revolucionario sigue siendo la tarea clave en todas partes.

Rob Sewell
4 de agosto de 2014