lunes, 20 de agosto de 2007

Chávez, el marxismo y la revolución venezolana.


A propósito de las definiciones del líder venezolano.

“De cada quién según su capacidad,
a cada cual según su necesidad”
Carlos Marx

“Para la dialéctica, no hay nada definitivo,
absoluto, ni sagrado...”
F. Engels

El comandante Chávez, aparentemente, ha fijado posición respecto del marxismo-leninismo en su programa “Aló presidente”, y, para muchos que adherimos a los postulados de Marx, Engels y Lenin, ha sido un golpe duro de digerir. Fundamentalmente por el innegable peso del líder venezolano en la formación de la opinión de vastos sectores de las masas latinoamericanas.
El comandante tiene todo el derecho a decir lo que piensa, y a obrar en consecuencia. Tiene todo el derecho a no ser marxista, y construir su proyecto político bajo otros postulados. En todo caso, el futuro dejará en claro lo acertado o no de tal opción, expresado en la suerte de la Revolución Bolivariana.
De lo que estamos seguros es de que el compañero no tiene derecho a tergiversar el significado y la esencia del marxismo.
Si lo que se quiere es enviar un claro mensaje a los pueblos de que no se repetirán los errores cometidos en lo que se conoció como Bloque de Países “Socialistas”, creemos que se ha equivocado el análisis. Porque es cierto que los errores (y horrores) existieron, pero justamente por haberse alejado de los postulados del marxismo-leninismo, y no al contrario.
Repasemos entonces los dichos de Chávez..
“El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no tomará las banderas del marxismo-leninismo porque es una tesis dogmática que ya pasó y no está acorde con la realidad de hoy”

¿Es el marxismo dogmático?

Una de las vertientes filosóficas a las que Marx adscribió y en la cual apoyó toda su construcción intelectual fue el materialismo. El materialismo, en una somera descripción, es una concepción filosófica que establece que la esencia de la realidad es la materia. Todo está compuesto por ella: el Universo, las galaxias, los planetas, la vida, las diferentes especies, el ser humano. De la materia surge el pensamiento, el mundo de las ideas, no al revés. De ello se derivan las diferentes formas de organización de la sociedad. El ser humano entonces es el que modela su propio mundo, la sociedad en la que vive.
Otro aspecto fundamental del pensamiento marxista es la dialéctica. ¿Qué nos dice la dialéctica? Sencillamente, que la realidad no es estática, se modifica en forma continua, se desarrolla por la permanente contradicción entre opuestos, que éstos pueden sintetizarse en uno que a su vez generará otra oposición. Es el movimiento, el cambio permanente.
El marxismo entonces nos dice básicamente que el hombre no es objeto de una idea que lo engendró, sino que es constructor de su propio destino. Que esa construcción se desarrolla en el ámbito social, la que a su vez genera contradicciones entre los diferentes intereses que surgen al relacionarse los individuos a través de los medios de producción. Que esas contradicciones son el motor de la historia.
Todo lo contrario a lo estático, que es la característica principal de lo dogmático.
El dogma no admite contradicción. No admite discusión.
El marxismo indica que allí donde haya un pensamiento, puede haber otro contrario. En el debate encuentra su confirmación.
El dogma es conservador, estigmatiza toda posibilidad de cambio.
El marxismo se ve reflejado en el movimiento, en el cambio permanente. En aquello que revoluciona la realidad.
Entonces, como dijo el comandante Chávez, ¿es dogmático el marxismo?
Podemos afirmar rotundamente que no.
¿Ya “pasó”?
Si nos atenemos a lo antedicho, queda claro que el método marxista de análisis de la realidad sigue vigente.
¿No está acorde con la realidad?
El marxismo se nutre de la realidad para explorar los caminos posibles de cambio. Si no estuviera acorde con ella, no sería marxismo.
Sigamos con Chávez:
“tesis como la de la clase obrera como el motor del socialismo y de la revolución están obsoletas”. "El trabajo hoy es otra cosa, es distinto, está la informática y la telemática, y Carlos Marx ni siquiera podía soñar con estas cosas".

El papel de la clase obrera

Aquí la cosa se pone más seria, porque pone en cuestión los objetivos de la Revolución Bolivariana, por lo menos en el pensamiento de su líder.
Porque si el Comandante Chávez no quiere ver como vanguardia de la revolución a la clase obrera, ¿a quién ve?
Tal vez se haga eco de las nuevas teorías post-marxistas que aseguran que la clase trabajadora como tal está en vías de extinción. Sin embargo, concienzudos estudios indican que los trabajadores en el mundo rondan los ¡2800 MILLONES! Casi la mitad de la población mundial, y la absoluta mayoría de la población activa (tengamos en cuenta que casi un tercio de la población está compuesta por menores de edad, y casi un 10% es mayor de 65 años).
¿Se basará entonces en los cambios en los medios de producción desde la época de Marx hasta la actualidad?
Eso no cambia la contradicción fundamental del sistema burgués que señala el marxismo, que es capital-trabajo. Y cuya expresión es la apropiación de la riqueza que producen los trabajadores por parte de los patrones, lo que Marx denominó plusvalía.
Eso no ha cambiado, sigue vigente más que nunca en la actualidad.
Si la burguesía es hoy la clase dominante porque posee los medios de producción y de servicio... ¿quién otra que la clase trabajadora está en condiciones de reemplazarla en la dirección de la humanidad?
Sigamos con las frases polémicas:
“El socialismo venezolano acepta la propiedad privada
Estatizar es aferrarse a un dogma”

¿Puede haber socialismo con propiedad privada?

Los marxistas debemos admitir que hubo varias vertientes “socialistas” antes de Marx y Engels. Visiones románticas de bucólicas sociedades donde todos los seres humanos son hermanos por voluntad propia, más allá de los condicionamientos que impone la realidad.
Pero lo que deben admitir los no marxistas es que sólo el marxismo le dio basamento científico al pensamiento socialista. Que se sumergió en los intrincados vericuetos del desarrollo de la sociedad humana, en su historia, en su filosofía, en su sociología, en su economía, en su política. Explicó la esencia de la explotación del hombre por el hombre en el capitalismo, y con ello nos dio la posibilidad de generar las herramientas para terminar con ella.
El marxismo explica claramente que el carácter fundamental del sistema burgués es la propiedad privada de los medios de producción. Que toda la sociedad está estructurada para preservar ese privilegio. Que las instituciones del estado burgués existen con esa sola finalidad. Que de esta manera, através del estado burgués, la burguesía explota y oprime a las demás clases. Y que sólo podrá haber socialismo si esas clases se rebelan y le arrebatan los medios de producción a los burgueses, para luego socializarlos. El carácter fundamental del socialismo, entonces, es la abolición de la propiedad privada de los medios de producción.
¿Puede haber socialismo allí donde exista la propiedad privada burguesa?
Es obvio que no.

Lenin

Hasta ahora nos hemos referido sólo a Marx y a Engels, pero no podemos dejar de lado a Lenin, ya que Chávez señaló concretamente al marxismo-leninismo.
Lenin era un marxista. Posiblemente el más brillante de todos, porque interpretó cabalmente la esencia del marxismo: el espíritu crítico, el antidogmatismo, la necesidad de llevar la teoría a la práctica, de intentar cambiar la realidad partiendo de los datos de la realidad. Lenin fue un revolucionario dentro del marxismo, no se conformó con lo escrito, vio la posibilidad de cambio donde no había sido previsto.
Y lideró la primera revolución proletaria triunfante de la humanidad, en un país pobre, atrasado, en alianza con el campesinado. ¡Eso, en definitiva, es el espíritu marxista! ¡No dar nada por acabado, revolucionar lo establecido, aunque lo establecido lo haya escrito Marx! ¡El propio Marx lo hubiera aplaudido!
Todo lo contrario al dogmatismo.
Dicho esto, puede parecer entonces una contradicción citar a Marx, Engels y Lenin, pero justamente en esa contradicción se afirma el acierto del pensamiento marxista. Y es, justamente, porque la realidad lo legitima.
Como hemos dicho, el comandante Chávez tiene todo el derecho a elegir sus propios caminos. Nosotros, los marxistas, vamos a apoyar el proceso revolucionario venezolano incluso con nuestras vidas, siempre y cuando contribuya a la liberación del pueblo de todos sus yugos, no sólo del imperialismo. No debemos ahorrar críticas cuando sea necesario hacerlas, como en este caso.
Y vamos a luchar para que el verdadero socialismo triunfe en Venezuela, única manera de lograr una sociedad justa, libre de las lacras de la explotación y la miseria.
Seguramente el compañero Chávez esté luchando por lo mismo, y no estará entonces más que siguiendo los postulados del marxismo-leninismo aunque lo niegue.

Gustavo Robles
Partido Comunista de los Trabajadores de Argentina

lunes, 13 de agosto de 2007

A Lenin




Para los campesinos de mi patria
quiero la voz de Lenin.
Para los proletarios de mi patria
quiero la luz de Lenin.
Para los perseguidos de mi patria
quiero la paz de Lenin.
Para la juventud de mi patria
quiero la esperanza de Lenin.
Para los asesinos de mi patria,
para los carceleros de mi patria,
quiero el odio de Lenin,
quiero el puño de Lenin,
quiero la pólvora de Lenin.

Roque Dalton

domingo, 5 de agosto de 2007

SOBRE LA REFUNDACIÓN DEL COMUNISMO.




La tarea que nos hemos propuesto es enorme: aportar al triunfo de la revolución socialista en nuestro país, es una tarea inmensa. Decimos “aportar” pues consideramos que la misma, si bien será el producto de las luchas de las masas, necesitará de una vanguardia firme y probada que es necesario construir, y nuestra aspiración, es formar parte de la misma. Para eso estamos trabajando.
Debemos reflexionar y mucho, sobre la propia historia del marxismo, sobre cuáles fueron las causas que facilitaron sus desviaciones. El por qué los procesos donde la clase obrera logró conquistar el poder, culminaron al cabo de muchos años con el triunfo de la contrarrevolución burguesa, encabezada, en muchos casos, por los mismos partidos que décadas antes habían llevado adelante la revolución. Debemos reflexionar y ahondar en las causas que no permitieron instalar en esas sociedades nuevos valores y normas de conducta en millones de hombres.
Una explicación facilista, puede intentar justificar estos hechos argumentando traiciones y personalismos. En ese sentido afirmamos que la historia no puede explicarse solamente por las traiciones. Es en el materialismo histórico y en el materialismo dialéctico, donde encontraremos esas respuestas. Indagando en el conjunto de las relaciones sociales de la época y su reflejo en la conciencia de los hombres. Todo esto seguramente, revelara ausencia de madurez histórica de una clase, para imponer sus intereses y sostenerlos en el tiempo, en la incapacidad para construir una nueva sociedad, para luchar contra todas las desviaciones y traiciones. A los revolucionarios les compete encontrar y profundizar esas explicaciones, sin omitir el papel que jugó y jugara la burguesía. sin resbalar en teorías reaccionarias que tratan de presentar a las revoluciones obreras como algo imposible, como una desviación en el camino de la humanidad.
Existen una serie de problemas que el estudio, la teoría y la práctica nos ayudaran a esclarecer. Y por supuesto, nosotros no tenemos la vanidad de poder realizar esta inmensa tarea solos. Esta, es una tarea que debe ser asumida por cientos y miles de intelectuales de nuestra clase en el ámbito nacional e internacional, siguiendo el camino inverso que hasta ahora han seguido muchos “perfeccionistas del marxismo”, quienes a través de sus conclusiones, lejos de mejorarlo, se han dedicado a intentar mellar su sentido revolucionario.
Nuestro aporte es en todo caso mucho mas modesto. Aquí lo que intentamos es seguir el pensamiento de Mariategui cuando afirmaba “Que el mejor camino para lograr la superación del marxismo, es haciendo la revolución”.
Hoy el estado teórico al que a sido llevado el marxismo es alarmante. Una larga practica reformista, impregnada de mecanicismo, dogmatismo y economicismo han afectado hasta los cimientos del mismo, salir de esta situación no será fácil. Incluso hoy hay temas como el de la dictadura del proletariado, la guerra popular, los preparativos para la misma etc., que son temas tabúes para mucha gente que se dice marxista y se presentan como tales frente a las masas.
Salir de este verdadero pantano al que hemos sido llevados, necesariamente llevará tiempo. Debemos reconocer que en definitiva ni los fundamentos ideológicos, ni los procesos sociales que se fueron construyendo, fundamentalmente en la URSS y en China, mas allá de algunos logros importantes que demostraron lo correcto de muchas tesis del marxismo y reafirman su carácter revolucionario, han logrado elevar al mismo, a un plano superior y como consecuencia de esto, esas sociedades han retrocedido a épocas que se consideraban en vías de superación. El Trotskismo, que se desarrolló como una corriente critica a muchos aspectos de estos procesos, tampoco ha logrado constituirse en una teoría superadora de estas visiones. Por el contrario, allí también prevalecen las concepciones reformistas y oportunistas, cuando no, las francamente reaccionarias.
Es justo reconocer, entonces, que existen compañeros que provienen de estas corrientes de pensamiento, que al igual que nosotros, se están replanteando una serie de concepciones, y estamos seguros que con muchos de ellos coincidiremos en los esfuerzos tendientes a la construcción del partido unificado de la revolución.
Las tareas son enormes, como las dificultades. Aquí deberemos combinar la paciencia, el estudio, la práctica y la mayor firmeza para defender cada posición conquistada, sin permitir que nada ni nadie nos haga volver atrás, recuperando la teoría y la practica revolucionaria, ladrillo a ladrillo. Es allí donde debemos tener una alta valoración de cada uno de nuestros aciertos políticos, y ser firmes para corregir cada uno de nuestros errores.
En definitiva: el marxismo como teoría y práctica revolucionaria ha acumulado un inmenso tesoro al que debemos recurrir mas, porque en definitiva se trata de colocar los viejos y nuevos problemas de la revolución sobre esas bases, rompiendo resueltamente con el reformismo y el oportunismo, que siempre, más tarde o más temprano, terminan conduciendo al camino de la contrarrevolución.

Refundacion Comunista: Sobre los metodos de Lucha

El final de la guerra fría, significó un reordenamiento en el orden mundial, un cambio de la correlación de fuerzas a escala planetaria. Al mismo tiempo el papel hegemónico del Imperialismo marca la impronta de la época, sin poder por ello ocultar su profunda crisis, esta de carácter terminal.
El criterio belicista de los EEUU es una necesidad existencial, que sufren los pueblos del tercer mundo y todos aquellos que se oponen a su política anexionista.
A poco menos de un año de comenzado el nuevo milenio, la orientación en la Casa Blanca cambiaría radicalmente. Con el gobierno republicano asciende al poder el “integrista y fundamentalista” George W. Bush, con él los “halcones” y el fascismo.
A partir del 11 de setiembre del 2001 el gobierno de EEUU, ha lanzado entre otras medidas, una profunda ofensiva ideológica y política, tendiente a crear el máximo de confusión, sobre los métodos y formas de lucha, que en el curso del desarrollo de los mismos, van poniendo en práctica los pueblos, sus clases oprimidas y las organizaciones que lo representan.
Esta campaña tiene como objetivo principal, desacreditar la lucha revolucionaria de los trabajadores y los pueblos, aislar a las vanguardias que se van conformando durante las luchas, crear las condiciones politicas para poder reprimirlas y llegado el caso, eliminarlas físicamente.
Estados Unidos y quienes lo acompañan se plantean elevar al terrorismo como política mundial con el fin de asegurar su dominio a escala planetaria.
Esta descomunal campaña política ideológica, reproducida por la mayoría de los medios masivos de comunicación, arrastra también a buena parte de los sectores democráticos y antiimperialistas y a un considerable numero de fuerzas de izquierda, que desde una condena general del llamado terrorismo, no se preocupan de esclarecer frente a las masas, las formas y métodos de la lucha de clase, su desarrollo, la vinculación dialéctica entre los mismos, contribuyendo de este modo a generar confusión y parálisis en el movimiento popular, a privilegiar el pacifismo, el parlamentarismo y toda otra forma de lucha que de hecho, rechazan los métodos y formas de lucha, en donde los pueblos y sus organizaciones despliegan la violencia revolucionaria en combinación con otras formas de lucha, con el objetivo de poner fin a la explotación, el hambre y la miseria de millones de personas. Objetivo que no se puede lograr sin derrocar a la burguesía del poder, poner fin al capitalismo y sus consecuencias, y abrir paso a la construcción del socialismo.
En este cuadro, se hace imprescindible reafirmar que la lucha antiimperialista se hace extensiva al oportunismo y a la conciliación, de lo que se deduce la importancia de fijar posición.
1)La burguesía considera toda acción de lucha de los trabajadores y los sectores populares como actos subversivos violentos, que atentan contra sus leyes y orden. En determinadas ocasiones, llegan al extremo de considerar a las más elementales formas de lucha como las huelgas, cortes de rutas, piquetes, etc., como una forma de terror que se ejerce contra una parte de la población.
2)Al tiempo que difunde esta opinión, intenta ocultar que desde el aparato del estado, - que no es otra cosa que el aparato de dominio de una clase sobre otra, - y a medida que crecen las luchas de los trabajadores y el pueblo, la burguesía, profundiza todos los mecanismos de represión utilizando la justicia, las cárceles, los servicios de información, los grupos parapoliciales, hasta llegar a la aplicación lisa y llana del terrorismo de estado.
3)Para enfrentar esta política, los trabajadores y las fuerzas populares, van ampliando y profundizando sus formas de luchas, combinando unas con otras, reemplazando las anticuadas y ahora inservibles, por otras más efectivas para la nueva situación dada. Desde esta perspectiva afirmamos que es un deber de las fuerzas revolucionarias, organizar, alentar y contribuir a desarrollar todas las formas de lucha que las masas desarrollen para conquistar sus objetivos, tanto los inmediatos como los históricos. No hacerlo, es apartarse del camino revolucionario, es claudicar política e ideológicamente frente al enemigo, es arrastrar a los trabajadores y al pueblo a la confusión y la parálisis.
4)Que en este sentido el marxismo-leninismo, hace ya mucho tiempo que delimito su posición frente a otras corrientes del campo popular, que negando el papel de las masas en los cambios históricos, empujadas por la desesperación, la inmadurez política o ideas falsas sobre la lucha de clases, emprenden acciones al margen de las mismas, renunciando al trabajo paciente de educación en las ideas del socialismo, a desarrollar el espíritu, la disciplina y la organización revolucionaria en el seno de la clase obrera y los sectores oprimidos por el capital, e intentan reemplazar a las mismas por la acción individual o de un grupo.
5)Que si bien los marxistas rechazan el terror individual como forma apta para la lucha de clases, por su carácter desorganizador de las masas, que reduce a las mismas a simples espectadoras y en definitiva porque resulta inocuo frente al enemigo; al mismo tiempo considera, que en el marco de las luchas de las masas y en función de las necesidades de esa misma lucha, es un deber de los revolucionarios llevar a delante medidas de castigo contra los elementos provocadores, los contra revolucionarios, los torturadores y toda clase de elementos que se ensañan contra los trabajadores y el pueblo.
6)Que considerar actos terroristas estas y otras acciones que en el curso de las luchas los pueblos y sus vanguardias ponen en practica, no solo es hacerle el juego a la burguesía y confundir a los trabajadores, sino también, constituye una claudicación en el terreno ideológico y practico que facilita la labor del enemigo en su política por aislar y exterminar a la vanguardia revolucionaria.
7)Estos problemas, de enorme importancia para contribuir al avance del proceso revolucionario, deben ser planteados con la máxima claridad, en momentos en que el Imperialismo yankee se plantea extender a nivel mundial su guerra contra los pueblos e impedir por todos los medios a su alcance la formación de una organización revolucionaria capaz de desarrollar todas las forma de lucha. América Latina es considerada por los yankees como parte del teatro de operaciones en donde Cuba, las FARC, Venezuela, Bolivia han sido incluidas como parte de los movimientos “cuasi” terroristas.
En nuestro país, en complicidad con el cogobierno del NM-EP-FA-Partido Colorado y Blanco, se plantean introducirse como “cuña”y romper todo intento de Unidad de los pueblos. De todas formas, es utilizar a nuestro país como una base desde donde controlar todo el Cono Sur. Esta situación nos plantea a los trabajadores, campesinos pobres, a los pueblos indígenas, a los jóvenes, mujeres y a las fuerzas antiimperialistas y revolucionarias de toda América Latina, tareas que tendremos que saber cumplir con responsabilidad, serenidad y la firmeza, que la situación requiere.
8)Que teniendo en cuenta la experiencia vivida en nuestro país, todos tenemos la obligación de no repetir los errores y aprender las lecciones de la historia. En la década de los 60-70 muchas organizaciones fueron caracterizadas como terroristas, porque en sus accionar supieron combinar las distintas formas de lucha, desde lo electoral, hasta la armada. Esta caracterización, en su momento fue amplificada por distintas organizaciones, incluso de izquierda, que hoy, 30 años después, reivindican a muchos de estos compañeros como verdaderos revolucionarios.
9)Que desde esta perspectiva manifestamos nuestra más amplia solidaridad, con todos los pueblos del mundo que luchan por su liberación, por la independencia, contra el imperialismo y por el socialismo.
A modo de síntesis, se hace necesario aclarar y afirmar un aspecto que nos parece central: el imperialismo le a declarado la guerra a la humanidad, entendiéndose esta, por los pueblos que luchan contra la explotación y el saqueo, entre otras cosas. Por lo tanto conviene precisar que, estamos en guerra, y que la guerra, a pesar de los escandalizados “pacifistas”, es violenta. Guerra, violencia y terrorismo, reinstalan un debate que no es nuevo, que en el fondo intenta justificar la violencia de arriba, el terrorismo, la guerra que desatan los enemigos del pueblo, de la clase obrera, de los sectores expulsados y cantegrilizado por las ortodoxas politicas imperialistas que ejecutan la derecha y para no ser menos, también el “progresismo”. Quienes dicen defender la vida en general, que están contra toda guerra o contra la guerra en abstracto, detrás de esas orientaciones, se esconde siempre el interés de clase funcional al imperialismo. Es esta también una forma de desligitimar toda actividad de resistencia violenta a la opresión, por parte de los pueblos o de cualquier sector oprimido o sosguzgado en el mundo. En principio, no repudiamos al terror en abstracto, ni descartamos a priori ningún método de lucha que puedan utilizar los pueblos contra sus agresores y opresores. Mucho menos estamos dispuestos a sumarnos en estas condiciones concretas, a sostener el paraguas del antiterrorismo, con que el imperio pretende oxigenar su campaña neocolonialista en Oriente, Asia, en fin, en todo el mundo.
Frente a este tipo de hechos hay que realizar un análisis de clase. En cada caso delimitar quien ejerce el terror, la violencia o el método que sea. En el contexto de una guerra que esta en curso ¿qué intereses concretos de clase la promueven- cual es el contenido de esos intereses y que es lo que se debe repudiar?. Lenin dijo a este respecto en su momento “...que al terror blanco había que oponerle el terror rojo...”, y esto es olvidado habitualmente, aun por los que se dicen Leninistas.

Por la Unidad Obrero -Campesino
Por la Unidad Latino Americana
Por la Unidad Antiimperialista
Por la liberación y el Socialismo

Refundacion Comunista

Cuadernos para la militancia

Refundacion Comunista es un destacamento en la perspectiva de la construcción del partido de la revolución.
Evaluamos varios aspectos a tener en cuenta- el partido como un proceso vivo de construcción, que parte del propio rescate de la esencia revolucionaria del marxismo-leninismo, enriquecido por los aportes de la lucha de clases a lo largo de la historia-, saber interpretar desde el propio análisis de clases nuestra realidad y en medio de esto avanzar en la construcción de esa organización revolucionaria.
Si creyésemos que con empezar a recorrer ése camino ya somos el partido, no entenderíamos la labor que tenemos por delante, ni nuestra propia responsabilidad asumida.
Cuando hablamos de construcción viva, pensamos que existe una relación dialéctica entre lo universal, que son los objetivos de la clase obrera desde su nacimiento, como partido independiente, a partir del manifiesto comunista, y lo particular, que es como se desarrollara la lucha de clase en nuestro país. Reconocer y actuar sobre esas particularidades, depende de cómo concibamos esa construcción en la lucha practica concreta, que se da a partir de construir en las propias luchas, donde palpita la resistencia de nuestro pueblo, para aportar a construir los instrumentos que permitan ayudar a pasar estas luchas a planos superiores, para derrotar a nuestro enemigo de clase que es causante de nuestros sufrimientos.

Concebimos la célula como el partido.

Estas palabras encierran un pensamiento, que parece una perogrullada, pero de tan simple que parece no lo es. Es una concepción que revaloriza aspectos del marxismo-leninismo y que hace a nuestra concepción de partido. No hay éxito de la lucha por la conquista del poder, si no comenzamos por la construcción de ése partido, que es la construcción de una gran red de organismos básicos, revolucionarios dispuestos a llevar adelante en todos los rincones de nuestro suelo. Cuando afirmamos que existen posibilidades de construir una respuesta revolucionaria en nuestro país, lo decimos porque también creemos que se pueden construir los instrumentos necesarios para esa respuesta, y uno de ellos es la organización revolucionaria.
En la célula se concentran los objetivos de la organización revolucionaria, hoy destacamento. Allí se definirá la lucha de clase, su caracterización, esos son los “petit” estados mayor de la revolución.
No existe unidad, alianza o superestructura, que pueda reemplazar la actividad viva de los revolucionarios en cada fabrica, asentamiento, barrios, universidades, liceos, escuela. Pero así mismo es irreemplazable el organismo del partido, por lo tanto la célula, es por ahí donde el partido se vincula a las masas, y respira el partido a través de sus cuadros, dotados del arsenal ideologico-politico, siendo estos, raíz, tronco y rama en la clase obrera.
De como desarrollemos nuestros organismos (células) dependerá el éxito de nuestros objetivos fundamentales.
Para eso tenemos que actuar, conocer cada lugar en el que militemos, estudiar para hacer conocer las ideas del marxismo-leninismo y que los hijos de nuestra clase, reconozcan en las ideas revolucionarias su organización y luchen por una sociedad libre de explotación.
No partimos de cero, venimos de una historia de lucha, resumida en las cabezas y corazones de tantos y tantos camaradas hoy desplazados por una concepción reformista y liquidadora de la mejor historia del partido de los comunistas. Somos asimismo, continuadores de un proceso de debate y estudio, el cual debemos profundizar y estudiar mas y mejor.
Contamos con las herramientas que nos da el marxismo-leninismo, que no es un dogma, sino una guía para la acción y con la experiencia de lucha de nuestro pueblo y los pueblos hermanos, que batallan cotidianamente contra el mismo enemigo y con pequeñas herramientas que vamos construyendo a diario.

Organización de Cuadros

La organización revaloriza la frescura conspirativa-clandestina del marxismo-leninismo. Por ello se deduce que esta, es una organización de cuadros, preparada para operar en el seno de las masas, de ello surge la importancia de la selección del cuadro:
1)La mas profunda fidelidad a la causa obrera y al partido, probado en la lucha, en la carcel, ante los tribunales y fundamentalmente al enemigo de clase.
2)La mas estrecha vinculación con las masas: vivir para los intereses del pueblo, sentirle el pulso a las masas, palpar su disposición de animo, sus necesidades y aspiraciones. Ganar el respeto y aprecio de las masas, el prestigio de los dirigentes de nuestra organización, del partido, debe basarse, ante todo en el hecho, de que las masas populares vean en ellos la experiencia y capacidad para resolver, cooperar en todos los planos. Eso implica decisión, convicción, y dedicación a la lucha.
3)Es fundamental que el cuadro, sepa orientarse por si mismo en una situación dada y no tener miedo a la responsabilidad por la decisión adoptada. Quien dude y vacile frente a la necesidad de tomar una decisión, no debe considerase cuadro. Ser comunista es demostrar iniciativa, y no estar supeditado solo a lo que se le dice.
Un cuadro es aquel que no se deja dominar por el temor y el miedo, en la hora de la represión o la derrota. El cuadro se desarrolla y crece cuando se le plantea la necesidad de resolver por su propia cuenta los problemas concretos de la lucha y asume la responsabilidad que esto supone.
4)Disciplina y temple bolchevique, para la lucha de clase contra el enemigo, como para combatir inflexiblemente las desviaciones, el revisionismo, y las ofensivas renovadoras, que siempre encubren las concepciones del enemigo.
Finalmente un aspecto que direcciona la tarea del cuadro en esta realidad concreta: el cuadro se inserta en el movimiento de masas, debe diferenciar aquello que denominamos “aspectos subjetivos de la revolución” que solo se extinguirán gradualmente cuando triunfe la revolución, de aquellos otros de carácter transitorios, que surgen por la propia dinámica productiva y social, de lo que se deduce, el carácter dinámico y cambiante del modo de producción capitalista.
En esta línea de razonamiento, el cuadro debe trabajar para la afirmación de los “aparatos subjetivos” en una orientación revolucionaria, librar la lucha ideológica, ante los desvíos reformistas y claudicantes. Estas son luchas a termino, no de a ratos perdidos, agotado este proceso de lucha, la organización-el partido- valorara si la unidad visible es funcional a la revolución o si por el contrario esta unidad opera como amortiguador de la lucha de clases, si esto fuere así, revelara que nuestra acción por muy sacrificada y generosa que sea, no ha logrado revertir el estado de situación. Este análisis es fermental, de ahí surgirán las hipótesis a seguir, entre las que no debe descartarse la acción fraccional y rupturista. Al mismo tiempo que un amplio llamado a la Unidad para la creación de un ámbito que sintetice la unidad clasista y combativa.
El cuadro se inserta en el movimiento de masas, luego de un análisis exhaustivo, de la valoración justa de las distintas concepciones que operan en el movimiento, pasara a la acción decidida. Eligira lo que denominaremos un enlace, buscando al mismo tiempo que sea un individuo con peso y ascendencia en las masas; resuelto este aspecto, nos ligamos al trabajo y propenderemos y exhortaremos, sobre la necesidad de organizarse, levantar las reivindicaciones mas sentidas, el cuadro operara en esta instancia a través del enlace en los aspectos- organizativo, reivindicativo-. Gradualmente operara el cuadro en los aspectos políticos, desentrañando el fenómeno al nivel de comprensión del enlace y de las propias masas. El trabajo ideológico y el posible reclutamiento, estará supeditado a la valoración del cuadro. En síntesis el trabajo del cuadro en instancia de masas, es desarrollar y desenvolver la acción de estas, o sea transformar a masas pasivas en masas revolucionarias, con un nivel de reclutamiento selectivo, operación “bisturí”.
Finalmente de lo que se trata, es introducir en la acción espontánea y ciega de las masas, el aspecto consciente.

SOBRE EL PARTIDO

Es evidente que muchos de los problemas arriba mencionados, están directamente relacionados a como concebimos el partido, a su rol, al tipo de funcionamiento y a su estructura orgánica.
Al analizar estas cuestiones no debemos olvidar que en el primer lugar donde han impactado las concepciones reformistas y oportunistas, sean de derecha o de izquierda, ha sido en la teoría del partido. Esto no es casual dado el lugar que el mismo ocupa en el proceso revolucionario, en la dirección de la clase y de las masas.
Si las ideas que fueron prevaleciendo en el movimiento revolucionario se fueron apartando del camino correcto, si una burocracia determina por si lo que es o no es correcto, si se debilitan los lazos con la clase y las masas en general, si se debilita el desarrollo de la democracia obrera y socialista, si el método de la persuasión es reemplazado por el ordeno y mando, si el trato fraternal entre camaradas es desplazado por la intolerancia y los calificativos, si el trabajo colectivo es sustituido por las decisiones de un grupo o un individuo, si el lugar del debate franco y abierto es reemplazado por “operaciones” y “hechos consumados”, es lógico que consciente o inconscientemente, el primer paso en este proceso tenga como resultado liquidar al partido como vanguardia en la lucha revolucionaria.
La experiencia histórica, ha demostrado que se puede mantener la estructura orgánica, que se pueden seguir repitiendo los mismos conceptos políticos y organizativos, pero vaciados de contenido revolucionario. Las células pueden existir, pero desde el punto de vista revolucionario ser una cáscara vacía. En esto hay una lógica de hierro: una política reformista necesariamente va a construir en su contenido, estructura y funcionamiento un partido apto para la lucha reformista y no un partido apto para la revolución.
Nosotros podemos afirmar teniendo en cuenta la realidad de los diversos partidos obreros en nuestro país y en buena parte del mundo, sean de la tendencia que sean, que lo que se impuso como concepción de partido no es la que Lenín representaba y sobre la que con tanto esmero y teson argumentó. Su lugar a sido ocupado por otras variantes, con resultados, en muchos casos catastróficos, que hoy, todos conocemos.
Debemos reflexionar profundamente sobre este hecho objetivo, perfectamente comprobable, pues la mayoría de nosotros venimos de esa tradición, estamos impregnados por ella, y si bien los debates y discusiones que estamos haciendo, muestran los esfuerzos que realizamos para replantearnos todos los problemas, debemos estar atentos y vigilantes para no caer en lo mismo que criticamos.
Nosotros hemos sostenido que el “el sujeto social” presenta en la realidad, diversos estados de conciencia, normalmente asociados a niveles de organización político social. El Partido debe expresar el peldaño más alto de la conciencia socialista, y organizar a los miembros más decididos de la vanguardia de los trabajadores, en un instrumento de nuevo tipo” (organización de cuadros, conspirativo, clandestino).
Por lo tanto si el Partido ocupa el nivel más alto, tanto desde el punto de vista de la conciencia, como de la organización que puede alcanzar la clase, se debe comprender, que es el elemento más complejo y difícil de comprender, pues en el se deben sintetizar tanto la teoría como la practica de la clase, la experiencia histórica de la misma, tanto a nivel nacional como internacional, la voluntad de lucha, la moral y los gérmenes de una nueva ética. Alcanzar este nivel no es sencillo, y la experiencia histórica ha demostrado que también es muy difícil mantenerlo a lo largo del tiempo.
La conciencia revolucionaria y socialista se forja en la lucha por el poder, se basa en el conocimiento científico de la sociedad, esta conciencia no brota espontáneamente de la lucha entre “patrones y obreros”, sino que tal como lo planteó Engels, la teoría marxista, se formó en base al conocimiento de la moderna ciencia económica, de la filosofía clásica, el socialismo anterior y las luchas prácticas de la clase obrera.
Históricamente existen muchas discusiones en torno a estas cuestiones (polémicas de Lenín con Luxemburgo, Trotski, etc.) ¿El partido se construye desde arriba hacia abajo, o desde abajo hacia arriba?.
Lenín siempre sostuvo la primer posición, es decir solo desde una sólida teoría, desde una estrategia lo más acertada posible de lucha por el poder, se puede construir una organización revolucionaria, se puede librar de manera consecuente la lucha por ir elevando a círculos cada vez más amplios de la clase, a la conciencia revolucionaria, develando ante los ojos de millones de trabajadores las causas de la explotación, el papel del estado, el conjunto de las relaciones sociales, el carácter histórico y transitorio de las formaciones económicas sociales, etc.
Para Lenín, “el arriba” significa comprender a fondo la importancia de estudiar y conocer la teoría “sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria” y esto no significa subestimar en lo más mínimo la práctica. Lenín afirma que la teoría “adquiere su forma definitiva sólo en estrecha vinculación con la actividad práctica de un movimiento verdaderamente de masas y verdaderamente revolucionario”.
Y para que se comprenda bien la relación entre la teoría y la práctica agrega “Al subrayar así la necesidad, importancia y magnitud de la labor teórica de los socialdemócratas, en manera alguna quiero decir que dicha labor deba tener prioridad respecto de la labor practica, y mucho menos que la segunda sea aplazada hasta la terminación de la primera... Todo lo contrario, la labor practica de propaganda y agitación debe tener siempre prioridad... la labor teórica solo da respuesta a los problemas que surgen de la segunda”.
Entre teoría y practica existe una relación dialéctica, la práctica eleva y desarrolla a la teoría, al mismo tiempo que la teoría ilumina a la práctica. Si estos dos aspectos permanecen separados, o se absolutiza cualquiera de ellos, se desarrollarán deformaciones que obstaculizarán las perspectivas revolucionarias, y así como vemos a “grandes marxistas” que dominan todos los secretos de la teoría, pero que a la hora de la practica terminan subordinándose a la burguesía, observamos también a grandes luchadores, que en el plano de la política y la ideología también terminan subordinándose a la misma.
Así como la clase no nace revolucionaria, tampoco nadie individualmente nace revolucionario, todos nos hacemos revolucionarios en un proceso largo y contradictorio en la medida que sepamos vincular el estudio de los problemas con la práctica transformadora de la realidad.
En la concepción de Lenín, como vemos no hay contradicción, entre el partido y el movimiento de masas, hay si una clara delimitación determinada por los distintos niveles de conciencia. El partido es una organización de cuadros formado por verdaderos intelectuales de la clase, que trabajan por ampliar, elevar y desarrollar la conciencia de las masas, a su vez estas, organizadas de distintas maneras, destacan de su seno a una vanguardia social, muchos de los cuales van avanzando hacia las posiciones revolucionarias, aprendiendo mutuamente, ínter influenciándose, con momentos en donde el partido avanza “un paso delante de las mismas” y en otros, queda rezagado.
Sin esta delimitación, entre el partido y el movimiento de masas, no hay “casi una fusión por así decirlo”. El partido debe estar formado por cuadros marxistas, pero estos cuadros, sin el contacto vivo y dinámico con la vanguardia social, se transforma en una secta.
Por supuesto que la burguesía trata de separar a los revolucionarios del resto de los trabajadores, utilizando todos los medios legales e ilegales a su alcance, a su vez los revolucionarios debemos esforzarnos por estrechar vínculos con estos, AQUÍ SE EXPRESA PARTE DEL COMBATE ENTRE LOS DOS SECTORES CONCIENTES DE LA SOCIEDAD.
La burguesía aprendió de sus tropiezos y derrotas a lo largo de la historia, por eso trabaja para impedir esta fusión y separar a las masas de las ideas revolucionarias, corromper y cooptar, amenazar, despidir, encarcelar, torturar y asesinar a los obreros revolucionarios que ponen en peligro la supervivencia del sistema capitalista
El partido revolucionario es el instrumento apto para enfrentar esta lucha. Al mismo lo debemos concebir como un sistema complejo de organización, con células, grupos de aspirantes, círculos de estudio, grupos de compañeros dispuestos a construir el partido único de la revolución etc. En donde nos vayamos capacitando para combinar un trabajo amplio de masas con el trabajo conspirativo, donde aprendamos a combinar en un solo hilo conductor la estrategia con la táctica.
Donde exista una célula está el partido, donde este un militante está el núcleo inicial de la célula. Nosotros debemos desterrar toda visión metafísica sobre el partido, el considerarlo una especie de abstracción, que lleva a no pocos compañeros a creer que independientemente de lo que ellos hagan, de sus pocos esfuerzos personales, el partido sigue actuando. El partido, es tan fuerte, como fuerte sea la preparación de sus integrantes, su nivel político, su grado de organización y vinculación con las masas.
La otra concepción sobre la construcción del partido, la que privilegia la construcción desde abajo, la que supone que lo importante es “crecer” o “juntar” y que luego el partido va ir depurando, ordenando y seleccionando, tiende a privilegiar los aspectos espontaneístas, que prevalecen entre las masas y olvida un hecho fundamental: si se quiere avanzar en la lucha revolucionaria, la mayoría de las veces el partido, más que depurar y seleccionar, se ve obligado a librar una verdadera batalla contra las ilusiones, prejuicios y creencias de las masas. Es decir llevar adelante la lucha contra el elemento inconsciente, y esto es imposible sin una sólida teoría y estrategia de lucha por el poder.
Esta concepción, no tiene en cuenta que mientras se mantenga el dominio político de la burguesía, la propia conciencia de las masas obreras y explotadas estarán atravesadas por las más diversas corrientes burguesas y pequeño burguesas y que inclusive, aun durante mucho tiempo después de la toma del poder, esta influencia se seguirá manteniendo en una parte de la misma.
Estas posiciones tienden a rebajar el papel de la teoría, si los obreros saben del carácter irreconciliable de su enfrentamiento con los capitalistas sin necesidad de que el partido se los explique, el papel de este se puede reducir a “mostrar los medios de lucha e impulsar hacia delante” por lo tanto su táctica estará centrada en movilizar “ a fin de ejercer una presión racional sobre grupos y partidos políticos” tal como planteaba Trotski (Osvaldo Garmendia).
Apoyar el crecimiento del partido en estas concepciones, es arrastrarlo hacia el reformismo. Es justo que nos planteemos ir hacia las masas, lo que debemos hacer en todas las circunstancias. Pero debemos establecer claramente como vamos, con que política, con que principios y fundamentalmente comprender, lo que decíamos al principio, la conciencia revolucionaria no brota espontáneamente, esta se forma y se desarrolla en una esfera superior a la de la lucha económica, a la de la lucha sindical. Y si bien es cierto que no existe una barrera infranqueable entre lo espontáneo y lo consciente, - siempre lo espontáneo contiene elementos de conciencia, - nosotros no podemos rebajar nuestra política y principios para adaptarnos a la misma.
Esclarecernos sobre estos problemas es de suma importancia, pues tal como hemos afirmado, la construcción del partido de la revolución en nuestro país, es una tarea a resolver y es importante que desde el principio encaremos esta tarea sobre las bases más firmes posibles. Siempre hemos sostenido que la construcción de dicho partido será una tarea colectiva, en donde tomaran parte seguramente muchos compañeros que hoy militan en otras organizaciones de izquierda y que se están planteando los mismos problemas que nosotros; que participarán compañeros que hoy no forman parte de ninguna organización, pero que vienen reflexionando sobre la necesidad de construir una organización de este tipo. Por lo tanto es vital que nosotros avancemos en esta discusión, que nos nutramos de la mayor cantidad de argumentos posibles y que avancemos en nuestra política de unidad de los revolucionarios.

Refundacion Comunista
Orlando Zeballos
Laura Mattos
Yamandu Palacios

Por la Refundación Comunista, proletarios de todos los países, uníos.