jueves, 30 de marzo de 2017

La masacre de Mosul




Estados Unidos y la OTAN hacen de Irak un pantano de sangre: 200 civiles asesinados.

Por lo menos 200 civiles murieron por bombas norteamericanas en un edificio de la barriada de Al Jadida en Mosul, la ciudad asediada desde hace seis meses por fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos y la OTAN. Según el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos ya son 700 los civiles muertos desde que comenzó la campaña en octubre del año pasado, hay unos 200 mil desplazados y otras 500 mil personas atrapadas en el entramado de callejuelas de la Ciudad Vieja de ese Alepo iraquí; es decir, como la ciudad siria masacrada, Mosul fue un centro comercial y cultural de primerísima importancia.
Así, la ofensiva que según el Departamento de Defensa debía durar “algunas semanas” lleva ya medio año, y el general Igor Konashenkov, portavoz del Ministerio de Defensa ruso, ha dicho que Mosul no caerá “hasta 2018” (Europa Press, 27/3). Esa telaraña política y militar se transforma en un pantano sanguinolento, al punto que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha denunciado el uso de armas químicas por parte de la coalición.
En verdad, la telaraña ya se parece a la derrota aun si Mosul fuera ocupada en el curso de este año. En los cien días de la campaña el ejército iraquí ha sufrido 500 muertos y 3 mil heridos, de acuerdo con un informe oficial del general Joseph Votel, jefe del Mando Central del Ejército de los Estados Unidos. Esa cantidad de bajas es ya una catástrofe para las fuerzas atacantes.
Mosul, de 1,5 millón de habitantes, fue tomada por Estado Islámico (EI) en junio de 2014, cuando 30 mil soldados iraquíes huyeron vergonzosamente ante el avance de apenas 800 milicianos. Desde entonces la ciudad estuvo bajo sitio hasta que, en octubre del año pasado, comenzó la ofensiva por tierra y aire con los resultados que se ven ahora.
La ciudad está bajo el ataque de 80 mil soldados con el respaldo aéreo de los Estados Unidos. Resultaría desde todo punto de vista imposible que apenas 8 mil yihadistas de EI pudieran oponer una resistencia eficaz durante tanto tiempo si se tratara de una ofensiva coherente. No lo es. El ataque comprende a fuerzas del corrompido ejército iraquí, junto con peshmerga kurdos aliados de Turquía, milicias chiítas y, en noroeste, kurdos del PKK enfrentados militarmente con los kurdos pro-turcos. Turquía mantiene a su vez tropas estacionadas cerca de Mosul. Los kurdos de la Región Autónoma del Kurdistán, aliados de Ankara, exportan petróleo por los puertos turcos del Mar Negro, pero en algún momento chocarán con el gobierno de Recep Erdogan a pesar del precario acuerdo que tienen hoy.
Estados Unidos ha sufrido en Irak un fracaso estratégico. A 13 años de la ocupación del país por sus tropas, que derrocaron a Saddam Hussein y lo asesinaron tras una parodia de juicio, deben ahora luchar militarmente para ocuparlo de nuevo, y no pueden lograrlo sino a costa de bajas enormes y masacres atroces, de catástrofes humanitarias. Y no se trata de Mosul sino de la guerra reaccionaria entre potencias predadoras en Siria. Irak es una continuidad de la catástrofe siria.
La caída de Mosul –que Moscú prevé recién para 2018− no terminaría la guerra ni mucho menos. Falta aún la batalla por Raqqa, otro bastión de EI en Siria. Y en la misma Mosul aún deberá resolverse la pugna entre las fuerzas contrapuestas que componen la coalición atacante, y la de todos ellos con los monopolios petroleros instalados en la región. La lucha cruenta por la renta petrolera ha recrudecido por la baja en el precio del crudo
Estas calamidades exigen la intervención decidida de los trabajadores de la región, de todo el Oriente Medio incluidos los del Estado sionista. Basta de masacres, fuera la piratería imperialista. Por una salida obrera y socialista.

Alejandro Guerrero

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