martes, 14 de marzo de 2017

A 134 años de la muerte de Karl Marx, notas sobre su legado




“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversas maneras el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” Karl Marx.

Karl Marx murió un día como hoy 14 de marzo pero de 1883 en Londres, sumido en la pobreza y en la persecución por parte de la burguesía europea.
Él y su familia llegaron a Inglaterra en 1849 después de un éxodo por Prusia, Francia y Bélgica, expulsados por los gobiernos reaccionarios de aquellos países. Las clases dominantes lo veían como un verdadero peligro para la conservación del orden existente.
Así fue que en aquella isla escribió su obra más pertinente, El capital, la cual es el estudio más profundo acerca del funcionamiento del capitalismo.
Pero no hay que confundirse con este personaje, que no fue sólo un gran intelectual que desarrolló teorías que han servido de base para las Ciencias Sociales actuales.
Marx ante todo era un revolucionario, un hombre de acción que desde su militancia sintetizó los aprendizajes de la lucha política para convertirlos en una ciencia. Por ello su nombre ha servido para denominar a la teoría y a la práctica revolucionaria de quienes siguiendo su pensamiento se sumaron a la lucha contra la clase capitalista, el marxismo.
Siempre mantuvo su relación con círculos de obreros e intelectuales revolucionarios, quienes conocían su nombre, su obra y su militancia política sin que se pudiera poner en duda aquélla.
Cuando Marx murió, su inseparable amigo y colaborador, Federico Engels, le anunció al mundo que se había extinguido una las mentes más brillantes de la época, y de uno de los dirigentes más prominentes del movimiento obrero. Desde ese momento Engels se comprometió a continuar la obra de Marx tanto teórica como práctica.
Transmitió los hilos de continuidad a las nuevas generaciones sobre su legado, para explicar la manera en que el capitalismo explota a la clase obrera, y también el cómo las miserias que el capitalismo crea pueden ser transformadas, expropiando a los explotadores de los medios de producción, tomando el poder del Estado.
Estas lecciones fueron distorsionadas por la segunda generación de marxistas quienes decidieron traicionar estas ideas, como fue el caso de Karl Kautsky apoyado por detractores como el revisionista Eduard Bernstein. Ellos expresaban la adaptación de las organizaciones sindicales y socialdemócratas al orden de la burguesía. Pero fue en esos momentos cuando una tercera generación de marxistas comenzó a destacar por su perspectiva crítica, estratégica y revolucionaria, como era el caso de Rosa Luxemburgo, Lenin, Trotsky entre otros.
Esta tercera generación de marxistas rescató el legado de Marx que buscaba ser sepultado por el reformismo, un legado en el que se transmitía que sólo el derrumbe del capitalismo mediante la fuerza de la clase obrera podría traer un verdadero cambio. Era necesario construir una organización independiente, que estuviera al servicio de los trabajadores, que les sirviera de instrumento político para forjar su propia representación. Ésa era la esencia del Manifiesto del Partido Comunista, “la constitución del proletariado en clase y por lo tanto en partido” o, dicho de otra manera, la constitución de la clase obrera como sujeto de acción en la lucha por sus propios intereses.
Marx, el hombre, murió, pero sus ideas, su práctica y sus lecciones permanecen vivas y hoy son más vigentes que nunca, la primera de ellas es la incesante crítica al capitalismo como sistema que mantiene la esclavitud del 99% de la humanidad.
De esto se deriva la necesidad de la construcción de organizaciones revolucionarias que dirijan a la clase trabajadora para transformar la sociedad según propios intereses, una clase cuya fuerza empuja los engranes de este sistema, deshaciéndose de la vieja clase capitalista que sólo puede existir sangrando al conjunto de asalariados y despojándolos del fruto de su trabajo, oprimiendo así a los verdaderos productores de la riqueza.
Karl Marx dejó un legado revolucionario para las futuras generaciones, que sirvió como guía, por ejemplo, para el partido bolchevique en 1917 y que hoy, un siglo después, ante la crisis actual por la que el capitalismo está atravesando se hace necesario plantearse esa misma perspectiva estratégica de lucha.
Hoy, que apreciamos por todas partes cómo este sistema sólo ha engendrado precarización laboral, mayor opresión de género, falta de oportunidades para jóvenes, despojo de los pueblos originarios, guerras y un mundo superfluo y vacío basado en la posesión de mercancías, sólo accesibles paa un pequeño porcentaje de la sociedad.
Tenemos que reflexionar cómo terminaremos con toda forma de explotación y opresión. Creemos que Inevitablemente será siguiendo el legado de Marx aún vigente: destruir el capitalismo y construir un nuevo mundo. Como escribiera León Trotsky en a 90 años del manifiesto Comunista: " según Marx ningún orden social desaparece de escena antes de agotar sus potencialidades latentes. Sin embargo, aún un orden social anticuado no cede su lugar a un orden nuevo sin oponer resistencia".
Y las generaciones de hoy tendremos que preparar el triunfo de esa clase obrera que logrará por fin, luego de tantos tropiezos, aplastar esa resistencia definitivamente, bajo la divisa marxista: Trabajadores del mundo ¡uníos!

Rafael AR Escalante

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