miércoles, 9 de noviembre de 2016

La “maldición de la prosperidad” ha terminado.

Un día sí y otro también, los voceros de la derecha tradicional a través de sus más prestigiosos economistas critican al progresismo por algo así como “no haber aprovechado la oportunidad” y “haber desperdiciado la bonanza”, fruto de un extraordinario shock externo positivo que no se utilizó según ellos para realizar ajustes de fondo o para ahorrar realizando una política contra cíclica, nosotros en cambio plantearemos a continuación que este argumento es válido y falso a la vez por motivos muy diferentes a lo manifestado por unos y otros.
La “bonanza relativa” permitió mantener por una década políticas inconsistentes y eso se terminó.
¿Por qué tanta dureza en los últimos conflictos gremiales? ¿Por qué tanta inflexibilidad del gobierno? Ellos dicen que no tienen más recursos para contemplar los reclamos, eso es en parte cierto, lo es porque no están dispuestos a gravar lo que hay que gravar, al complejo agro exportador, los latifundistas y el capital extranjero más o menos golondrina.
Pero lo es también porque apostaron estratégicamente a una re-primarización de la economía, olvidando una de las leyes económicas que rigen las relaciones entre el Primer Mundo y el Tercero, la establecida por el gran economista argentino Raúl Presbich: el deterioro de los términos de intercambio.
Esta ley establece que en los últimos 150 años, 130 de ellos los precios de las materias primas que América Latina exporta han tendido a la baja, mientras que han aumentado los precios de los productos manufacturados que importa, como vemos la constante es que cada vez debemos producir más y mejor para obtener menos a cambio de nuestro trabajo; en virtud de la misma es irreal pretender lograr un desarrollo económico sostenido en el tiempo en base al aumento absolutamente coyuntural y pasajero de los precios de las materias primas.
Lo que debemos estudiar no es lo puntual sino las tendencias estructurales, somos un país sometido al imperialismo y ocupamos el rol que se nos ha adjudicado, había otras alternativas pero el elenco político gubernamental eligió el camino más fácil y prometedor a sus intereses a cortísimo plazo, pero no pensó nunca en el desarrollo nacional.
Por otra parte a diferencia de lo que sucedió en nuestro pasado con el neobatllismo y los tipos de cambio diferenciales e incluso con las detracciones planteadas por Azzini durante el primer gobierno blanco, en esta oportunidad no hubo ninguna política destinada a socializar por lo menos un porcentaje de las ganancias extraordinarias obtenidas por ejemplo por los productores sojeros que recibieron precios espectaculares por sus cultivos a costa de un aumento en la contaminación ambiental y la destrucción creciente de nuestro eco sistema que pagamos todos, es decir las ganancias fueron privatizadas como siempre y las pérdidas y costos socializados.
Ahora bien, lo poco que se recaudo sirvió para generar una muy limitada política de redistribución de la riqueza sin pagar los costos reales de la misma, es decir se efectivizó una política de la mentira, porque se otorgaron algunas migajas a los sectores marginales y cierta inversión en las políticas sociales sin afectar en modo alguno los intereses de las clases dominantes.
Fue la política de la ilusión, y las ilusiones son sólo eso, se pueden mantener un tiempo hasta que chocan con la cruda realidad, hubo sí entonces una oportunidad pérdida la de realizar como mínimo algunas de las siempre postergadas transformaciones estructurales contando con un volumen mayor de recursos y el apoyo de determinados sectores sociales.
¿Cuántos cientos de millones de dólares se fueron impunemente del país destrozando el aire y las aguas, que hubiera pasado si se hubieran quedado aquí, recaudando y desestimulando estratégicamente este tipo de producción a la vez?
Claro, el efecto derrame y la ilusión de cierta prosperidad, crearon en la sociedad un efecto anestésico: ¿por qué arriesgarse a impulsar cambios estructurales que pusieran en riesgo todo lo logrado si se iba mejorando? Precisamente porque esta mejora era inconsistente y estaba destinada a no durar, ya que contradecía una de las leyes económicas fundamentales como la que hemos señalado.
Por eso también la tan mentada prosperidad se transformó en una maldición, posibilitó recursos (en mucha menor medida que en otros países u otros tiempos, fruto de la política de compromiso con la oligarquía tradicional y el capital extranjero) por una fase de tiempo, y estos alcanzaron para lograr la desmovilización popular y el seguidismo a la política progresista.
Aunque no parezca popular impulsamos la política de la VERDAD.
¿Para qué clase? ¿A quién beneficia? ¿Qué hacer?, son preguntas que hemos hecho este tiempo y hemos procurado contestar partiendo del criterio de la Verdad, nosotros no somos los dueños de la verdad absoluta, pero sí adherimos a una filosofía de la praxis que es absolutamente verdadera, y lo es para los intereses de nuestra clase social que encarna a su vez a los de la inmensa mayoría de los orientales, otros tendrán sus verdades que representan a otros intereses sociales.
El progresismo representando a la pequeña burguesía lumpenizada culturalmente en alianza con importantes sectores de la oligarquía tradicional y el capital extranjero elaboró un discurso económico basado en la fórmula “crecer y repartir”, versión remasterizada del sanguinettista “hay que dejar crecer la torta primero”, pudo sostener así algunos gestos asistencialistas y demagógicos para su clientela y generar la ilusión de una redistribución en base a el excepcional aumento de los precios internacionales, que como hemos dicho no podía durar.
¿Qué debería haber hecho un gobierno nacional, popular, anti oligárquico y antiimperialista? Como mínimo recuperar una parte significativa de los extraordinarios beneficios obtenidos en este periodo, y aprovechar estos recursos más otros para avanzar en la nacionalización y socialización de sectores claves de la vida económica invirtiendo la tendencia de los últimos 60 años.
Qué oportunidad maravillosa pérdida para nacionalizar la industria frigorífica y con ella parte fundamental del comercio exterior: ¿acaso no existieron condiciones de sobra para lanzar un frigorífico nacional con monopolio del abasto interno en todo el país?, ¿acaso hoy la crisis de Fripur no abre una oportunidad maravillosa de nacionalizar y socializar la industria del pescado, crear una flota pesquera nacional, e industrializar el producto para generar trabajo genuino y empezar a romper el rol que el mercado mundial capitalista (es decir el imperialismo) reserva para nuestra nación?
Al operar de la forma que lo hizo el progresismo anestesio por un tiempo a los sectores populares y pospuso la demanda de cambios de raíz hasta el momento en que se le acabara el dinero para largar huesitos para la olla, y esta hora a llegado, ahora las burocracias dirigentes y los sectores políticos del gobierno no tienen más margen para jugar a la política del disimulo, es en el desierto de lo real en que encontramos la oportunidad de transformar, crear y avanzar.
La única solución, gozosa para nosotros y dolorosa para los enemigos de la publica felicidad es el SOCIALISMO a la uruguaya, sin recetas ni manuales y profundamente artiguista, hacia allí vamos: ¿te sumas?.

Andrés Freire

Comentario de Orlando Zeballos

Hace Andres Freire un análisis que en general comparto y lo tomo dando mi opinión, lo hago también con intención de abrir la polémica, el debate. Esta es mi opinión: Es un análisis de economía política que comparto en general, describe la anatomía de los reformismo, este el uruguayo es uno de los muchos que surcan o surcaban la región. Andres reitera el aspecto de la "ilusión" y también comparto, agrega que su opinión es también parte fundamental de una concepción de mundo negadora de esté actual modo de producción. Lo que creo en mi opinión y sobre todo amparado en un profundo, extenso y solido materialismo histórico es que "fuera del PODER todo es ilusión". Se desprende de su argumento que aun hoy hay margen para un proceso gradual de ínterpenetracion y desplazamiento. Es decir Andres sostiene una formulación fallida sin ningún sostén histórico, empírico, no existe ningún ejemplo en toda la historia que esta formulación haya triunfado en algún lugar del mundo. Este planteo negaría una de las principales leyes de la dialéctica que es la UNIDAD Y LUCHA DE CONTRARIOS y la resolución y tratamiento de las contradicciones, a saber: contradicción fundamental y contradicción principal, omito las no antagónicas que para el caso seria vital, de ella y su forma depende la construcción de la fuerza motriz y la fuerza dirigente o vanguardia.

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