sábado, 3 de septiembre de 2016

Uruguay critica la destitución de Dilma Rousseff




Uruguay hizo declaraciones críticas sobre la destitución de Dilma Rousseff. Roces diplomáticos del conflicto geopolítico que asoma en la región.

Siguen las divergencias en el Mercosur. Primero ligadas a la participación de Venezuela al interior del bloque. Ahora en relación al golpe en Brasil. Los juegos diplomáticos de una lucha geopolítica en curso.
Uruguay engrosó la lista de los países que criticaron el impeachment de Dilma Rousseff. En un comunicado que la presenta como “electa legítimamente por el pueblo brasilero”, la canciller uruguaya declaró considerar “una profunda injusticia” la destitución de la presidenta, a pesar de la “legalidad invocada”.
El pasado jueves, luego de la votación que anuló el mandato de la líder del PT en el Senado, los gobiernos de Bolivia, Ecuador y Venezuela solicitaron a sus embajadores dejar el país. Los embajadores brasileros en los tres países mencionados también retornaron a su país, según informa Itamaraty.
El comunicado uruguayo amplia la distancia entre la diplomacia de los dos países, que ya ha expuesto sus diferencias al interior del bloque del Mercosur. Incluso Uruguay acusó a José Serra (PSDB), actual ministro de Relaciones Exteriores, de intentar comprar a la cancillería del país vecino para que se posicionara de manera similar a Brasil frente a la cuestión venezolana. El país vecino se negó y denunció el chantaje de los golpistas brasileros.
Uruguay defiende la pose de Venezuela en la presidencia semestral frente a la oposición brasilera y, desde entonces el bloque está dividido y acéfalo. Por un lado, el gobierno de Macri de Argentina saluda al gobierno golpista, por otro Bolivia y Venezuela convocan a sus embajadores y Uruguay hace críticas públicas.
El gobierno golpista de Brasil actúa junto a la Argentina como sustento del intento de fortalecer una derecha más pro imperialista en toda la región. De ahí los recurrentes choques con Bolivia y Venezuela, y ahora con el vecino del sur.
Se trata de una guerra en el terreno diplomático, primeros síntomas de un conflicto geopolítico que se está abriendo en el continente, en el contexto de reubicación estadounidense en la región y la crisis de los gobiernos pos-neoliberales, ahora agravada por el golpe en Brasil.

Daniel Andrade

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