martes, 25 de abril de 2017

Ley de Feminicidio, régimen y punitividad




La ley que tuvo apoyo unánime en Senadores prevé hasta 30 años de prisión. Hubo apoyo de algunos sectores feministas. ¿Es la ley que necesitamos las mujeres?

El martes pasado se votó por unanimidad el proyecto de ley que tipifica al feminicidio como delito y aumenta las penas a quien lo cometa. El proyecto de ley modfica el Código Penal incluyendo como agravante el asesinato de mujeres por su condición de género.

El régimen, entre el cinismo y lo políticamente correcto

Evidentemente la media sanción por unanimidad demuestra la pelea que el movimiento de mujeres viene dando hace años o décadas para que se visualice al feminicidio como una de las consecuencias más terribles de la violencia machista. Y haber logrado instalarlo en la agenda pública es lo que lleva a que todo el arco político no pueda menos que aprobar la tipificación del delito de feminicidio o femicidio.
Sin embargo, hay un cierto nivel de cinismo entre los representantes de los partidos del régimen que en la sesión del Senado alzaban su voz contra la violencia hacia las mujeres. Quienes votaron el proyecto de ley fueron “políticamente correctos”. Al igual que ante el debate de la cuota femenina, estos políticos utilizan demagógicamente el flagelo de los feminicidios tomando una demanda legítima de las mujeres pero asimilándola al régimen del cual son parte, un régimen basado en el patriarcado y el capitalismo – es decir, explotación y opresión.

Feminicidio y patriarcado

El texto del proyecto de ley votado en el Senado indica que el feminicidio sería un homicidio "contra una mujer por motivos de odio, desprecio o menosprecio, por su condición de tal".
Es correcto que desde el Estado se reconozca al feminicidio como un delito “especial” y se lo pueda tipificar ya que se trata de un asesinato provocado por la necesidad del hombre de imponer su voluntad a la mujer con la que mantiene – en las más de las veces - un vínculo íntimo. Son situaciones en donde los hombres no toleran un “no”, una negativa, una voz contraria a sus deseos, y la posibilidad de que la mujer no responda cien por ciento a los intereses de los hombres es lo que en la mayoría de los casos genera el hecho violento. Hombres despechados porque sus ex parejas construyen otras relaciones, novios ultra celosos que no soportan siquiera pensar que su “prometida” pueda conversar con otro especímen del género masculino, maridos que están acostumbrados a imponer sus deseos sexuales, sus normas en la casa, sus formas de vida a sus esposas e hijos e hijas y a quienes el golpe – hasta el asesinato – les parece de lo más natural y es una forma más de relacionamiento. Y un Estado que menosprecia las denuncias que radican las mujeres, que refuerza los estereotipos de género de que siempre es mejor que la mujer esté acompañada por un hombre y que nuestra vida no vale si el hombre no le da un sentido. De todo esto estamos hablando cuando desde el movimiento de mujeres hablamos de feminicidio. Es una manifestación – quizás la más cruel – del ejercicio del patriarcado. Nosotras no podemos, ni siquiera, decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas sino que siempre son otros quienes deciden.
El feminicidio como fenómeno es un problema social ya que no puede estar desligado de sostenimiento del patriarcado como sistema de opresión hacia las mujeres, reforzado por el capitalismo. Un problema del que ninguna de nosotras está exenta. Entonces ¿qué hacer?

Feminicidio ¿problema social o invidivual?

La llamada salida punitiva que frente al feminicidio reclama el aumento de penas y el endurecimiento del sistema represivo tiene el peligro de reforzar el aparato represivo del estado capitalista-patriarcal cayendo en el error de considerar a la violencia machista como un problema individual y quitándole toda raíz socio-histórica.
Además de que – como sucede en otros delitos como la rapiña – nadie va a dejar de cometer un ilícito por la cantidad de años de cárcel que le esperen, sabemos que la salida de aumentar las penas no aplica para estos casos de feminicidios ya que el problema fundamental es que la sociedad – y su Estado como principal responsable – reproduce todos los días en las escuelas, en las familias y en los medios de comunicación – la idea de sumisión de las mujeres con respecto a los hombres.
Por este motivo, a los feminicidios no los vamos a abolir con más penas – y con más poder de coerción del estado capitalista-patriarcal – sino que los vamos a combatir en la medida que podamos cambiar la situación de aislamiento de las mujeres llamándolas a la organización, a enfrentar la subordinación, la prepotencia patronal y marital, a levantar nuestra voz y exijir el respeto de todos nuestros derechos, a romper los mandatos sociales de sumisión.
Si los feminicidios son problemas sociales los vamos a solucionar cambiando la sociedad, es decir, una tarea que no es fácil ni de un día para el otro, pero es la única salida realista: acabar con este sistema basado en la explotación y la opresión, un horizonte que parece lejano pero que hay que ir preparándolo ahora mismo. Por eso decimos que cuando matan a una, nos organizamos miles!

¿Qué ley necesitamos las mujeres?

En este sentido, nos parece importante rescatar el proyecto de Ley de creación de un Plan Nacional de Emergencia contra la violencia hacia las mujeres presentado por el Diputado Nicolás del Caño del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) en la hermana República Argentina – disponible aquí y aquí. A diferencia del presentado por el Frente Amplio en nuestro país, el argentino plantea claramente la creación de refugios transitorios y planes de vivienda para las mujeres en situación de violencia de género, casas “refugio”, licencias laborales y atención de equipos interdisciplinarios para la atención a las mujeres que así lo requieran. Y su financiamiento se prevé en base a impuestos progresivos a las grandes fortunas y corporaciones inmobiliarias. Esto marca la clara responsabilidad que tiene el Estado en resolver nuestra demanda de #NiUnaMenos, y por eso se le exige.

Feminicidios y movimiento de mujeres

Lamentablemente el martes pasado vimos cómo en las barras del Senado que varias mujeres de distintos colectivos institucionales y hasta del PIT-CNT vitorieaban las intervenciones de los políticos. No nos sentimos represantadas por ellas, porque mientras ellas corean a los representantes del régimen capitalista y patriarcal, del otro lado hay muchas mujeres dentro del movimiento feminista que queremos acabar con este mismo régimen.
Por eso – y a partir de la fuerza que nos da la masiva manifestación del pasado 8 de Marzo en el marco del Paro Internacional de Mujeres - desde la Coordinadora de Feminismos del Uruguay y desde todos los colectivos y agrupaciones de mujeres tenemos que debatir profundamente acerca del carácter social de los feminicidios y alertar sobre las salidas punitivas que no hacen más que reforzar a un sistema que es nuestro enemigo. Esta es la pelea política que damos desde Pan y Rosas.

Karina Rojas
Montevideo

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