sábado, 10 de octubre de 2009
A la “Negra Sosa”. Responso por milonga
Montevideo, 9/10/02
“Zambita para que canten,
los humildes de mi tierra
si hay que esperar la esperanza
mas vale esperar cantando”.
Mercedes: te escribo en nombre de una generación de cantores, que en los albores de los 60, nos propusimos darle al canto de nuestro pueblo, una orientación y dimensión distinta, del mero tradicionalismo. Que reconociera por fin al hombre, al hacedor de panes y de casas y también de canciones, a partir de sus esperanzas, de sus dolores, de sus rebeldías, de su sed de justicia. Y que también estuviera comprometido con su tiempo histórico, con la dignidad y con la vida. Hacíamos nuestras primeras armas, buscábamos, nos preguntábamos, nos urgíamos, en medio de agitadas luchas sociales , también con la estrella de Cuba iluminando caminos. En ese tiempo tu llegaste a estas tierras orientales.
Recuerdo que nos conocimos en Teluria, una noche en la que había poca gente, muy pocos parroquianos. Después de la presentación en la que se menciono tu condición de Tucumana acompañada de tu bombo y Matus en la guitarra, cantaste Zamba de los Humildes y un tema del Moncho Ayala
“Algo se mueve en el fondo del Chaco Boreal … “
Desde el primer momento, la hondura, la fuerza de tu voz, conmovió a aquel auditorio, entre los que me contaba, profundamente. La flecha estaba en el aire, y había dado en la diana. Llego directo a nuestros corazones y los cautivo para siempre.
Poco sabíamos del Tucumán, algunos si conocíamos las historias de los obrajes, de los cañaverales, otros de “la Luna Tucumana” de los “ Tafi del valle”. Y entonces comprendimos, que aquella voz, con esa fuerza, esa hondura, esa ternura, esa firmeza, era la voz de los desamparados, de los explotados, de los trabajadores, de los proletarios, que repetían su historia a lo largo y ancho de América, de nuestra América. Aquella voz estaba emparentada con la voz de Cuba recién liberada de la tiranía construyendo un mundo nuevo. Donde entre otros el rosarino Ernesto CHE Guevara – medico y jefe guerrillero, Comandante y comunista, Ministro y trabajador voluntario, devenido cubano por derecho propio, había puesto su brazo, su vida generosa, su inteligencia y convertido en héroe, paseaba por la isla Caribeña, con su asma y su mate, su estampa aguerrida de paisano del sur como nosotros, con los mismos anhelos, la mismas rebeldías, la misma ternura, su mirada firme y su sonrisa ancha, su confianza en el futuro, sus energías de constructor junto a los humildes, de ese mundo que soñamos y por el cual vivimos, y también estamos dispuestos a morir.
Tu voz estaba emparentada con todo ello. Porque en tiempos de amor y de combates, nuestros pueblos, todos los pueblos, paren de sus entrañas los seres que serán emblemáticos en su lucha por la liberación. Los paren,fundamentalmente de sus entrañas proletarias. Los cantores, los poetas, los artistas, los jefes políticos revolucionarios, son hijos de los pueblos, de sus luchas, de su propia historia. No son seres venidos de otros mundos, no bajan del Parnaso para orientar, ejemplificar, para ser símbolos impolutos. Son seres de carne y hueso, hechos de esperanzas, dolores y rebeldías acumuladas a lo largo de su historia.
Nuestra América rugía cual un volcán, tronaba como esos ríos majestuosos que bajan de las altas cumbres, soplaban con sus vientos de justicia … Tu voz tenia que ver con todo eso. Más no solo era la voz. Era tu conciencia de mujer americana, pobre de toda pobreza, luchadora, de madre que lloraba la injusticia y el hambre del hijo frente “al único plato de sopa que había para comer”,- recuerdas, mi corazón te vio y compartió solidario ese llanto como una ofrenda de amistad profunda . Tú voz decía, se volcaba en el canto para hablarnos de lucha y de ternura, mas allá de las penas personales, … “metale a la marcha, metale al tambor, metale que viene la revolución”. Y otra vez … “paz para mi tierra, cada día mas roja con la sangre del pobre mensu”.
Algunos plumíferos alquilados, Negra querida, derramaran ríos de tinta para demostrar que eras una santa, una rara belleza de cantora insuperable, una demócrata a secas, - es decir burguesa – una gran artista que lo eres, para borrar tu linaje de pobre, de trabajadora, tu compromiso con tu pueblo, con los trabajadores, con los cabecitas negras de todas partes, con esos que un día después de tanto padecer, cansados de tanta explotación , descubren que llevan un mundo nuevo en sus entrañas, se organizan y hacen las revoluciones y asaltan los cielos con las manos y con lo que tienen a mano.
Tu voz de timbres ancestrales, de dolor y vejaciones seculares de “la raza vieja”, de la pachamama esquilmada y saqueada por los conquistadores y cuyos productos convertidos en capital fueran a parar a las banqueros medievales que los acumularon para luego financiar la revolución industrial, y después instalar en el poder a los nuevos amos, tu voz, se levanta para acusarlos, para condenarlos. Tu voz es la lámpara de los mineros en el fondo de los socavones, sus pulmones rotos por la silicosis, del campesino sin tierra, de los perseguidos por luchar, de los que vieron a sus hijos e hijas llenar las cárceles, los cuarteles, los burdeles adonde los patrones sacuden sus espasmos venéreos de bestias en celo, sobre nuestras hermanas presas en la trampa maldita del lupanar. Tu voz es la razón y el sentir proletario y la de todos aquellos que sienten por su sensibilidad, arder la sangre ante las injusticias y se levantan como el “Aleixadinho” Portinari, como Nicolás Guillen, o Neruda, o González Tuñon, Armando Tejada Gómez, o Alma-Fuerte, o Siqueiros, o Guayasamín, o nuestros Paco Espinola, Galeano o Idea Vilariño, o Aquiles Nazoa, o Elbio Romero, o Roa Bastos, o Alejo Carpentier, o Roque Dalton, o Cortazar, o don Ata maestro y padre de cantores, padre nuestro y de muchos.
Tu voz, Negra, tu arte, tus canciones son el bálsamo para tantas heridas, tantos desencuentros, tantas angustias, tantos tormentos, pero también son el grito acusatorio, la condena para aquellos que en nombre de la democracia occidental y cristiana, reservaron para si todos los derechos, todos los privilegios, todas las propiedades, todos los abusos y todas las hostias consagradas,(con el perdón del crucificado Nazareno) y todos los perdones humanos y divinos, y condenaron a nuestros pueblos al tugurio maloliente, al rancho miserable y su vinchuca, a la niñez descalza y sin escuela, sin pan y sin infancia, a la inmensa mayoría, a todas las privaciones y sufrimientos, al escarnio y a las masacres sucesivas, al palo y a la cárcel por revoltosos, al despojo, porque el pueblo no tiene propiedad privada ni puede tenerla, solo tiene sus manos laboriosas, su alma generosa, y su canto. Tu sos eso, Negra y nadie puede acallarlo, soslayarlo. Y si alguno lo hace, me siento en el derecho y el deber de reivindicar tu condición, porque aquellos ”son los materiales que forman tu canto, y el canto de todos que es el mismo canto” al decir de Violeta.
Por ello cantaste a la “Maestra Argentina”doliente y abnegada,, a Alfonsina, a Juana Azurduy la Coronela, a Violeta “gracias a la vida”,a las mujeres que dieron de si, mas que su condición de genero, dieron testimonio de la dignidad aun en el dolor y la desesperación, en la angustia y los tormentos, en medio del combate.
Por eso te recuerdo en Cuba, con Armando Tejada y con el “moncho”Ayala, disfrutando, discutiendo, sobre la Revolución, sobre la función del canto y los cantores, en fin, sobre que ética y que estética, en estos tiempos, y a la vez defendiendo la Revolución con uñas y dientes “Basta ya que el yanqui mande”.
O corriendo por una calle de Estocolmo para saludarnos y abrazarnos, como hermanos queridos que hace tiempo no se ven, y celebrar el rencuentro y la lucha contra los criminales de uniforme, sotana o frac, que asesinaban a nuestros pueblos, torturaban y desaparecían a miles, y robaban sus hijos para repartírselos como botín de guerra, y reclamamos al mundo su condena. O mas tarde en Madrid, cuando recibimos a Sampayo, recién liberado tras 9 años de prisión por ser consecuente en los hechos y en el canto, o cuando cantamos juntos con el Quilapayun en solidaridad con Chile, o cuando nos encontramos en un recital tuyo junto al Inti Illimani en Buenos Aires, y me invitaste a tu casa a compartir con León, el negro Heredia y otros, vino, empanadas y canciones. Rito de amigos y cantores.
Pero también te recuerdo en actos de solidaridad aquí en Montevideo, con la CNT en el palacio Peñarol y mil recuerdos mas, que hablan de ti, de tu entereza, de tu compromiso total con el arte, con el pueblo, con nuestro tiempo, con nuestro ser “cantores con fundamento”, de tu solidaridad.
Después pasaron años, horrores, la antivida, la muerte, el fascismo, pero también la lucha. Y con la lucha el canto, y con el canto renacía la vida … y ahí estabas tu, y estábamos los cantores, los que no claudicamos, los que no fuimos vencidos, los que jamás nos arrodillamos, los fieles, los combatientes del arte y de la vida.
Negra querida: esto que di en llamar “responso por milonga” es mas bien un “Gloria”, porque nuestros pueblos te glorifican desde ahora y para siempre, porque a ellos perteneciste y perteneces. Porque ya eres parte del “gran espíritu” y vuelas libre por montañas, pampas y llanuras derramando amor y canciones sobre todo entre los mas pobres.
En un rincón del alma, esta madrugada, mi corazón hará un ritual con hojitas de coca, como los mineros, para celebrarte; y bailara y danzara después para ahuyentar los males y pedir que mi tierra de cantor, tenga todavía buenas cosechas, hermanita querida, porque como a todos nosotros hoy, “vienen a convidarnos a tanta mierda” y nosotros estamos como vos, dispuestos a resistir, a luchar y a vencer, a no dejarnos derrotar, a vencer o morir. A cantar. “Yo me muero como vivi”. En definitiva Negra: seguimos en lo mismo, porfiados, mas convencidos que nunca, mas firmes, mas dispuestos.
Desde tierra Oriental te saludamos con amor “emocionados, que mas da emocionados” Daniel, Alfredo, Sampayo, el “gallego Capella”el Nacho Suárez, tantos otros y yo, NEGRA DEL ALMA
“Como un canto de la tierra,
hay que cantar esta zamba,
nacida de los humildes
sembradores de esperanza.”
Así será.
Yamandu Palacios
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