viernes, 2 de octubre de 2009

Honduras: más temprano que tarde



El tirano sonriente que hoy pasea su arsenal por Honduras habla de paz. El tirano habla de democracia mientras mantiene congelada su absurda sonrisa. El tirano, como sus siniestros soldaditos de la muerte, no tiene rostro.
La paz que busca el tirano es la paz de los cementerios. El tirano cree que el mundo sigue detenido en aquellas épocas oscuras donde si no es por las buenas, será por las malas. Sin embargo el tirano sigue hablando de democracia y de paz. El único recurso que le queda al tirano es el autoritarismo, la impunidad, la represión, la muerte para quien no piense igual que ellos, ni se someta a sus pies. Cuando no hay argumentos para convencer sólo resta la cobardía de la tortura, la violación, el ultraje. Eso sí, con la cara tapada y desde oscuros escuadrones de la muerte. Cobardes. Mil veces cobardes.
El pueblo, en cambio, recuerda. Recuerda la propia y larga historia de opresión. Pero también recuerda las dictaduras brutales más allá de sus fronteras. No es casual que la foto de estos golpistas del siglo XXI sea tan similar a la foto de Pinochet del siglo XX. Recuerdan y por eso hoy no callan. Recuerdan y resisten. Recuerdan y luchan. Con las manos limpias. Con la cara en alto. Sin pasamontañas que oculten sus rostros, sin armas, con la sola fuerza de su dignidad entre las manos. Mujeres, hombres y niños decididos a que no les roben más el futuro.
Entre tanto, los flamantes funcionarios del golpe sonríen apoltronados en los sillones que hoy los tienen de huéspedes por un tiempo, mientras sus bestias oscuras y cobardes rastrillan el país. Pueblo a pueblo. Calle a calle. Casa a casa. Desnudan sus miserias y rencores gozando con ese festival de armas que los hace sentir poderosos. Armas químicas. Armas de plomo. Armas que les regalan la oportunidad de practicar la arrogancia, la impunidad y el goce de creerse fuertes.
Honduras y su gente saben que esta lucha vale la pena. Han perdido mucho en estos 94 días de resistencia, pero mucho más han ganado demostrándose a sí mismos y al mundo que la dignidad puede contener a todos los miedos. Las bestias golpistas no conocen la palabra dignidad, su vida está atravesada por la palabra “intereses” y desde allí todo es mezquino, tenebroso, maloliente. No entienden, porque desconocen el sentido del otro, que más allá de una lucha de clases lo que está germinando en ese país es una cultura de liberación, contra una cultura de dominación.
Visto que tanto se asocia esta metodología de Micheletti con la de Pinochet -salvo el detalle que este títere no mató al presidente constitucional porque creía que esto era un paseo- recordemos las últimas palabras de aquel otro presidente masacrado por el mismo fascismo:
“Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.”
Cuando ese hombre libre pase por Honduras lo hará a cara descubierta, recuperando la alegría que da la construcción colectiva. Más temprano que tarde.

Virginia Giussani

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