jueves, 10 de marzo de 2016

“La Gran Estafa”




Justicia adjudica la empresa a un consorcio canadiense. El desenlace que liquida cientos de puestos de trabajo.

Finalmente se conoció públicamente la oferta realizada por la empresa canadiense Cook Aquaculture para comprar FRIPUR. Los síndicos la evalúan como positiva, pero con el dinero que se recibiría solo alcanzaría para cubrir un tercio de la deuda que los viejos dueños, los hermanos Máximo y Alberto Fernández, mantenían con el BROU. Pero la empresa canadiense ya aclaró que no garantiza la utilización del 100% de la fuerza laboral, ya que reincorporarían a lo sumo unos 350 puestos de acá a tres años, la mayoría tripulantes de barcos y personal administrativo, y casi nadie de la planta. Es más, no quieren abrir el sector de procesamiento porque la canadiense tiene sus propios barcos “factoría”, que procesan y envasan en altamar. En varios medios, la empresa canadiense aclaró que lo que más le importa son los barcos. Y ni hablar de que no queda ni un peso para pagar la deuda con los trabajadores por sus haberes atrasados y sus créditos laborales. Toda una estafa para los trabajadores y trabajadoras.
Según manifestaron, y con legítima razón, los trabajadores y trabajadoras sienten que “esta situación es aún peor que la de antes, porque antes por lo menos teníamos esperanza de que el gobierno apostara a la empresa del emprendimiento cooperativo Fripur, con todos los trabajadores. Hoy por hoy, no tenemos eso ni nada”. Además, un tercio de la plantilla estaba en condiciones de jubilarse, pero con la desvinculación vio su proyecto hecho añicos. Hoy los trabajadores y trabajadoras cobran un seguro de paro de unos $ 11.000 pesos que no alcanza para nada, y que se corta de un momento a otro. La angustia y desmoralización reina en la mayoría.

“Razonable”

Frente a esta situación, la respuesta del gobierno fue siempre la misma: desentenderse desde un principio del resultado del conflicto y jugar al desgaste. No hicieron nada cuando los Fernández, esos explotadores y misóginos, abandonaron la fábrica dejando un tendal de desocupación, y re-direccionaron los préstamos otorgados por el Estado para su nuevo negocio, la energía eólica. El Estado hizo nada contra los patrones, los dejaron impunes y libres de toda culpa y cargo, obligando a los trabajadores a pagar los costos de las avivadas patronales. Lamentablemente, no nos llama la atención esto cuando los Fernández son amigos de Mujica.
Ahora, frente a la inminente resolución judicial, el gobierno dicen “ya está todo dicho”. El Ministro de Trabajo Ernesto Murro la tildó de “razonable”. Mientras que la Ministra de Industria Carolina Cosse manifestó que lo que tienen que hacer los trabajadores y trabajadoras es “reconvertirse” y pensar en trabajar en otra rama de la producción. ¡Qué declaraciones más cínicas!
Para los trabajadores y trabajadoras que pelearon, que soñaron, que confiaron en el gobierno, el impacto de la resolución judicial y de la actitud gubernamental, realmente es un golpe duro.

Un conflicto mal parido

El cierre de la fábrica, en agosto de 2015, tomó a los trabajadores y trabajadoras de planta sin una organización fuerte para enfrentar la situación. No solo no había organización sino tampoco experiencia político-sindical. Las mujeres trabajadoras, que sin nada, decidieron salir a la calle, lo hicieron confiando en la dirección del Sindicato Único de Trabajadores del Mar y Afines (SUNTMA) y del PIT-CNT, que les planteaban “no quemar gomas” y dejar todo el conflicto en manos de la negociación con “su” gobierno. La estrategia de lucha que propusieron (y a veces impusieron) fue la de una larga espera – que implicó una negativa a realizar medidas hacia afuera – y esperar a que los diputados se compadezcan de la desesperante situación de la plantilla y decidan “convencer” al Ejecutivo y al MEF para que pongan plata para reactivar FRIPUR. Lamentablemente, una estrategia que generó excesivas ilusiones en el gobierno, que paralizó la fuerza obrera y que generó desmoralización en la mayoría. El resultado de esta política es lamentable, y hoy lo vemos en este triste desenlace.

El contexto económico y una salida obrera

FRIPUR viene a sumar la lista de los cierres de unidades productivas de los últimos tiempos encabezada por ECOLAT y CHERY. Las consecuencias de la crisis internacional comienzan a impactar en nuestro país, y como siempre – inclusive con un gobierno que se dice “de izquierda” – la variable de ajuste son los trabajadores. El FA permite que la crisis la terminen pagando quienes trabajan toda la vida.
Es necesario comenzar un debate importante al interior de la clase trabajadora y del conjunto de los sectores populares, para ver cómo enfrentamos otras situaciones que puedan ocurrir. La crisis la tienen que pagar quienes la generaron: los patrones. Frente al cierre de fábricas, hay que ocuparlas y ponerlas a producir bajo el control de los trabajadores, y reclamar la estatización para poner la producción al servicio de la mayoría de la población. Para esto, tendremos que superar la política tanto del gobierno como de las direcciones sindicales oficialistas.

Karina Rojas
Montevideo

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