sábado, 8 de junio de 2013

Crece el desguace de Siria, Líbano e Irak




Un hombre sirio observa los escombros del que fue su hogar en la ciudad de Aleppo.

Un comentario reciente del New York Times resume el panorama actual de Siria: “Tres Sirias están emergiendo: una leal al gobierno, a Irán y a Hezbollah; una dominada por kurdos con vínculos con los separatistas turcos de Turquía e Irak; y una con mayoría sunnita que esta influenciada por islamistas y yihadistas” (16/5). Aunque el gobierno ha progresado en un número de frentes claves, Assad está haciendo pocos esfuerzos para reclamar áreas en manos de los rebeldes ubicadas en el norte y el este. En esa zona, grupos rebeldes, bajo la influencia kurda e islamista están luchando por establecer administraciones locales.

Líbano e Irak

“A medida que Siria se hunde en una guerra más violenta… va arrastrando a sus dos vecinos” (La Nación, 28/5). También está amenazada la unidad de Líbano. “Hace dos meses, dimitió su primer ministro Nijah Mikate y su sucesor, Taiman Salm, aún no ha sido capaz de formar gobierno. Encima, los partidos no se ponen de acuerdo sobre la ley que debe regir las elecciones legislativas, lo que amenaza con llevar al país a un vacío político “(ídem). Los sunnitas, instalados en el centro del país, están discutiendo la formación de una región propia, esto a pesar de que históricamente han representado la unidad estatal de Irak.

Petróleo

Las reservas de petróleo comprobadas de Siria ascienden a 2.500 millones de barriles, lo cual la hace uno de los mayores productores y exportadores potenciales de petróleo de todo el Medio Oriente. Siria posee también grandes reservas de gas natural, hasta ahora utilizado para el consumo interno. Desde 1964, las licencias para la prospección y explotación de los yacimientos están reservadas a las empresas estatales sirias. Ahora, el “Ejército Sirio Libre” se apoderó de importantes campos petrolíferos en la región de Deir Ezzor. Otros, en el área de Rumeilan, se hallan bajo control de los kurdos del Partido de Unión Democrática; hay choques por el control de estos espacios dentro del propio campo opositor. Turquía, Qatar y Arabia Saudita ambicionan controlar la energía por la vía de grupos adictos. Israel tiene también sus apetitos, en especial en las alturas del Golán y en las costas del Mediterráneo (véase Prensa Obrera Nº 1.270). Un aspecto fundamental es el control de la red interna de oleoductos y gasoductos.
Otra apuesta importante es el lugar de Siria como punto de confluencia de los corredores energéticos alternativos. La “guerra de los oleoductos” ya comenzó hace mucho tiempo. En 2003, cuando invadió Irak, Estados Unidos destruyó de inmediato el oleoducto Kirkuk-Baniyas que llevaba hasta Siria el crudo iraquí. A pesar de la oposición de Washington, Damasco y Bagdad han puesto en marcha el proyecto de construcción de dos oleoductos y un gasoducto que conectarán los yacimientos iraquíes con el Mediterráneo, y por lo tanto con los mercados externos, a través de Siria.
A esto se agrega el acuerdo concluido en marzo de 2011 entre Damasco, Bagdad y Teherán para construir un gasoducto que transportará, a través de Irak, el gas natural iraní hasta Siria y, desde ese país, hasta los mercados exteriores.

Conferencia en crisis

La ‘Conferencia de Paz’, acordada entre Estados Unidos y Rusia para este mes en Ginebra, no avanza. La crisis política se ha agudizado. Hezbollah ha intervenido para impedir la división de Siria y de Líbano; la Unión Europea ha incrementado la asistencia militar a las fracciones rebeldes; Rusia extorsiona con entregar a Bashar los cohetes SS 300, con gran capacidad para destruir ataques aéreos. Israel, por su parte, ha anunciado varios planes para atacar bases políticas y militares en Siria y en Líbano. “La conferencia podría fracasar antes de comenzar” (Clarín, 31/5).
El levantamiento de la juventud en Turquía, cuyo gobierno fomenta la guerra en Siria, viene en momento oportuno para recordar que asistimos a un período de tendencias revolucionarias en las masas. Estas tendencias son las únicas que pondrán fin a las guerras, acabarán con el imperialismo y las dictaduras, pondrán fin a la colonización sionista y abrirán la vía para la unidad socialista del Medio Oriente.

Pablo Heller

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