miércoles, 12 de diciembre de 2012

Las raíces de la esclavitud, el Imperialismo y el capitalismo



La filosofía vuelve a resurgir después de su desaparición como método para buscar la verdad.
¿Qué sentido tiene la filosofía cuando ya se ha encontrado la verdad? Gritaran los empiristas, positivistas, ilustrados y materialistas.
Solo hay una verdad. La verdad es lo que se ve y se toca. No hay nada mas que esa verdad. Lo demás es mentira y no existe. Esta máxima empirista realza al conocimiento que nace de los sentidos como verdad absoluta e inmutable. Pero esconde un engaño. Hace milenios un filósofo descubrió el átomo por razonamiento y especulación filosófica sin tener microscopio.
Aunque no pudiera probarlo empíricamente, demostró que existía. Esto significa que lo que vemos o lo que nos llega a nuestra mente por los sentidos es solo una parte de la realidad, no mas.
El hacer ver que esa parte de la realidad es la única que existe, es irracional y un pensamiento anticientífico que nos aleja de la verdad y reduce la realidad.
Si todo cuanto existe o si la realidad es lo que vemos, oímos y olemos, digamos que, en el mundo real no hay sitio para otra cosa.
La materia se reduce a Hylé, un árbol no es un árbol, es leña, y tiene así un valor único y exclusivamente económico que lo da el cambio o mejor dicho el mercado económico, haciéndose éste juez del valor de la materia sin conciencia ni vida. La materia objeto y no sujeto.
El sistema económico donde fluye las mercancías y su intercambio se convierte así en juez y da un valor económico de intercambio al objeto, sea hombre o materia prima o fuerza de trabajo…
La reducción del sujeto a objeto es un acto imprescindible para la propia “existencia” del objeto, ya que fuera del mercado su valor es la de la no-existencia. No tiene valor lo que no puede comprarse o venderse. Lo que no es útil.
La vida real es desplazada por una ilusión y por un sistema de pensamiento irracional y anticientífico que atenta contra la realidad y la verdad.
El doble movimiento sistema capitalista y antisistema socialista dentro los dos del sistema como gobierno y oposición retroalimentan este sistema irracional y anticientífico que solo puede ser corregido por medio del animismo social o “el devolver el alma a los objetos” para convertirlos en sujetos, y donde antes el árbol era hylé u objeto para hacer leña, ahora es ser vivo y sujeto elevándolo mas allá del valor economicista y del mercado, adquiendo su verdadero valor.
La vuelta a encantar el mundo pasa por animar el mundo de nuevo y donde todo era objetos y cuya única lógica era su intercambio y su utilidad o interés. Hoy es ser, valor superior al que las relaciones económicas les dan. El hombre deja de ser objeto el y sus relaciones y se convierte en sujeto vivo y pensante con conciencia cuyo valor va mas allá del valor como objeto que le señala el sistema económico materialista, sistema encargado de la destrucción del alma de las cosas para convertirlas en objetos.
Así ocurre que los bosques, el aire los ríos, los pueblos pasan a tener alma, conciencia, vida, y esto se contrapone a la explotación, el colonialismo, el imperialismo.
Destruir un bosque es un crimen en nombre del intercambio económico. Queda así desnudo el sistema y su deshumanización y brutalidad y barbarie.
“La verdad” no es lo que vemos. El ser o los seres comparten una energía común, sean estos malamentes animados o sean llamados vivos. Digamos que, el compartir esta energía primigenia común podemos decir que todo lo que vemos no es objeto, sino sujeto, es ser y está vivo.
El árbol, la piedra, la montaña adquiere así un valor inestimable que antes desconocíamos e ignorábamos. Todo hace parte de todo y no existe la individualidad, el UNO o lo independiente.
Tampoco existe la muerte. La filosofía en su movimiento de búsqueda hacia la verdad, hace ver que el hombre una vez pasada la vida se transforma en aire, tierra, otros animales y todos ellos comparten así algo común, esto es, esa energía primigenia de la cual todos seríamos objetos y no sujetos.
El desencantamiento del mundo ha traido el triunfo no de la ciencia, sino de la técnica, y ese desencantamiento ha llevado a buscar de amputar el alma a los seres para reducirlos a simples objetos, lógica necesaria para su explotación.
El hecho de reducir todo a objeto, crea un mundo donde es un inmenso mercado y donde ninguna fuerza debe oponerse “a la razón del mercado” esto es, a la muerte del ser para que pueda existir en un mundo artificial creado donde las leyes del mercado o del monopolio rigen el valor de pueblos y naciones y de recursos naturales.
El positivismo dio el poder temporal a la banca y la industria, el materialismo sin espíritu ni conciencia (materialismo negativo) entronizó esa parte de la realidad una vez “desencantada” y donde todo es objeto y ni vida. El empirismo creó un sistema que llamó científico pero que escondió una gran falsedad al ocultarse una parte de la realidad.
Podemos ver claramente que las guerras, la esclavitud, el mismo sistema capitalista, el imperialismo, sus raíces son pues una visión de la vida donde todo se reduce a objeto y donde el valor de las cosas es marcado por el sistema económico y sus relaciones.
Todo esto se ha hecho matando o buscando de matar la filosofía y buscando de destruir el espíritu (no la religión) de los seres, en nombre del desencantamiento, la ciencia y la racionalidad.
Pero es inútil. Este proceso de desencantamiento o de convertir o reducir todo a objeto busca de convertir todo lo vivo y la realidad en un gran mercado de objetos sin vida, buscando así el sistema capitalista de destruir sus fronteras materiales, sino también espirituales para llevar a cabo su voraz destrucción de los recursos naturales pero también del ser.
Antes de cortar un árbol, lo reducimos a objeto, luego adquiere valor y existe porque entra en el intercambio económico. Pero su valor no radica en que ya es, y que es mas que un objeto. Digamos que el sistema capitalista no solo hoy ha frenado el progreso científico, filosófico y espiritual, sino que busca de no hacer evolucionar la conciencia y que los humanos veamos todo desde una forma donde todo es objeto, inanimado, sin vida, porque así las grandes multinacionales tienen via libre en nombre del progreso y de la destrucción de las supersticiones para destruir recursos naturales y llevarse por delante a pueblos enteros como lo ocurrido con el gobierno de Brasil o el gobierno de China, siguiendo el modelo y el pensamiento occidental, uno creando una gran presa que se llevará por delante millones de hectáreas de árboles, y otro porque derribará cien montañas para crean una mega-ciudad, olvidando que el fin del ser humano es otro al de ser un simple objeto dentro de un mercado mundial que está destruyendo el mundo y la vida pero que ya de síntomas de parálisis y de disfuncionalidad que harán crear nuevas alternativas a un sistema capitalista mundial y a su paradigma economicista y técnica de ver el mundo.
El Ser es ser y no puede ser objeto.

Marco Terranova Tenorio.

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