sábado, 22 de diciembre de 2012

Cuba y Puerto Rico Fueron Sometidos por la Fuerza al Dominio Imperial



La Invasión de los Estados Unidos a Cuba en 1898, justificada so pretexto de defender los intereses norteamericanos en la Isla y de apoyar a los cubanos en su lucha contra el colonialismo y el despotismo español respondía, en realidad, a otros designios.
Ya José Martí lo había anticipado en carta escrita poco antes de morir. En ella preconizaba los verdaderos motivos imperiales. Querían adueñarse de las Antillas Mayores como bases para la proyección de sus designios Imperiales. Pretendían imponer el dominio colonial sobre Cuba, Puerto Rico y República Dominicana, afianzar su control y protección del canal de Panamá y lograr el apoyo de los intereses de la burguesía cañera de tendencia anexionista en las tres islas. Desde ellas podrían ejercer su dominio sobre México, Centro y Suramérica. La Doctrina Monroe finalmente se imponía sobre el Hemisferio.
Estrada Palma, como muchos de los pitiyanquis que eran independentistas contra España en Puerto Rico, era en el fondo anexionista. Desgraciadamente para Cuba y para Puerto Rico la innecesaria muerte de Martí dejó libre el camino para que Estrada Palma de inclinación anexionista, aceptara los oprobiosos términos de la Enmienda Platt. Así Cuba consentía a ser invada por los EUA. ¿A quien o quienes le temían? Obviamente no era al grupo de hacendados anexionistas. Le temían a la demostrada capacidad de sublevación de un ejército multi-racial como el que Maceo y Máximo Gómez habían dirigido por tres décadas no solo contra España; sino también contra los hacendados más incondicionales en la parte occidental de Cuba.
Lo cierto es que, una vez muerto José Martí ya no existió la capacidad de Cuba de enfrentarse a los designios imperialistas de los Estados Unidos sobre Cuba y Puerto Rico. Las tropas de los Estados Unidos utilizaron el mazo la zanahoria y el engaño en sus negociaciones con Cuba. La oferta que le hicieron a Cuba fue que escogieran entre el dominio colonial completo con la presencia continua de los ejércitos de los Estados Unidos o una independencia fallida sometida al poder de los Estados Unidos. El Imperio naciente de ese país logró forzar la mano de la delegación cubana a aceptar el artículo III de la Enmienda Platt mediante el cual Washington se arrogaba y Cuba consentía a legitimar el derecho de los EUA a invadir militarmente a Cuba con el propósito de “proteger “ a Cuba de cualquier intervención foránea y de cualquier insurgencia interna que atentara contra el poder que el Sugar Trust ejercería sobre Cuba hasta 1959.
Largos meses duró la negociación que giraba en torno a varios de los artículos de la Enmienda Platt. La delegación cubana inicialmente intentó suavizar las disposiciones de la Enmienda pero pudo más la amenaza de los Estados Unidos de no retirarse de tierras cubanas y anexarse a la Isla. Esta amenaza, combinada con la oferta de beneficios de la cuota azucarera, a su vez condicionada a la aceptación de Cuba a ser intervenida militarmente y a dar su consentimiento a la presencia de bases usamericanas en su territorio acabó prevaleciendo. La alternativa ofrecida era imposible de rechazar.
Ya para Junio 12 de 1901 la Convención Cubana, por votación de 16 a 11 se vio forzada a la Enmienda Platt tal y como esta había sido aprobada en el Congreso. El delegado José N. Ferrer que inicialmente si oponía a aceptar la Enmienda se dio cuenta de que el Congreso no daría marcha atrás en su determinación de asumir el dominio colonial directo de Cuba. En su voto explicando las razones de su cambio de posición toma nota de las recientes decisiones del Tribunal Supremo de los EUA en los casos insulares. En ellos se legitimaba el ejercicio del poder colonial del Congreso bajo la cláusula territorial sobre Puerto Rico. Los hacendados cubanos, sobre todos los de occidente, vieron la señal. Era mejor aceptar un estatuto semi-colonial que les permitiera un mínimo de gobierno propio que acceder a que el Presidente de los EUA y el Congreso, en virtud de la cláusula territorial, impusieran su dominio absoluto sobre la joven República fallida como habían hecho con Puerto Rico.
Tanto Cuba como Puerto Rico fueron considerados botín de guerra. Ninguna de los dos colonias españolas, independientemente de los acuerdos adoptados en 1897 con Puerto Rico, tuvo la oportunidad de participar en las negociaciones del Tratado de París. A pesar de las amenazas que pesaban sobre Cuba de no aceptar los términos del Congreso 16 miembros de la Comisión votaron a favor de incorporar la Enmienda Platt a la Constitución de Cuba.
Cuatro de los que se oponían se ausentaron y 11 miembros de la Convención Constituyente, paraa honra suya y del pueblo cubano, votaron en contra. Nueve de los once patriotas eran de la provincia de Oriente. Sus nombres forman para siempre parte del Cuadro de Honor de Cuba. La corriente más acomodaticia, de tendencia anexionista había prevalecido. El Imperio había dominado a Puerto Rico con muy poco relativo esfuerzo, había finalmente doblegado a la insurgencia filipina al capturar a Aguinaldo el 6 de marzo de 1901 en su guarida secreta quebrando así la heroica resistencia del pueblo filipino y finalmente había logrado someter a Cuba a 58 años de colonialismo bajo la Enmienda Platt.
Por eso pienso que, aunque ciertamente prevalecieron los hacendados más inclinados a aceptar las condiciones impuestas por los EUA y consentir así a ceder su soberanía a los requerimientos del naciente Imperio, no es justo afirmar que Cuba había abandonado a Puerto Rico a su suerte. Cuba no estaba en posición de apoyar a Puerto Rico cuando ni siquiera estuvo en posición de defenderse a si misma del deshonroso papel de consentir a las imposiciones del Congreso. Nuestra principal querella no debe ir dirigida contra el pueblo cubano. Nuestro conflicto era y sigue siendo con el Imperio de los EUA.
No sería hasta 1959 que el heroico pueblo cubano lograría afirmar su verdadera vocación independentista al derrocar el Gobierno de Fulgencio Batista y finalmente defender su soberanía en playa Girón. Puerto Rico acabaría consintiendo al colonialismo el 25 de julio de 1952 y no sería hasta el 6 de noviembre de 2012 que finalmente retiraría su consentimiento al colonialismo en el Plebiscito de este año.

Salvador Tió

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