sábado, 14 de agosto de 2010

El problema no es la crisis del Capitalismo, el problema es el Capitalismo.



La humanidad, una parte de la humanidad, los explotados, los generadores de riqueza, la clase obrera y todos aquellos que venden sus fuerzas de trabajo, ni hablar de los que están privado de ello, los que han perdido el “privilegio” de ser explotados, viven y mueren sin mayores esperanza. Padecen los designios de la taza de ganancia, subsidian las perdidas de esta con mayor explotación, con menos derechos laborales, con sindicatos amputados en conciencia y con gobiernos dóciles con el capital y duro y represivo con los reclamos de los trabajadores.
El rasgo saliente de la época esta pautado por mas de 950 millones de hambrientos, por mas de 4.800 millones de pobres, mas de 1.000 millones de desocupados, mas del 50 por ciento de la población mundial activa sub.-ocupada, o en negro, 113 millones de niños no tengan acceso a la educación, mas de 12 millones de niños mueran todo los años como consecuencia de enfermedades curables. La región, América Latina, nuestro país no esta al margen de las peripecias de las clases dominante, de las necesidades de los centros de poder. La clase obrera no ha podido recomponerse de la escalada fascista de los 70, no ha podido forjar una estrategia en dirección a la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Sin dudas que la caída del Socialismo Real colaboro negativamente para ello. Nunca el liquidacionismo en sus diversas modalidades tuvo el camino más fácil.
La conciliación, el desmonte ideológico, la ausencia de debate político dio rienda suelta al nuevo “patrón” de acumulación. En nuestro país desde el Obelisco en el 83 y de ahí para adelante se fue componiendo el puzzle. No deberíamos haber olvidado que en aquel estrado estaba Pereira Revelbel, y otros. Luego aparece la necesidad introducida “de la sala de la buena vecindad”. La “concertación para el Desarrollo”, como capitulo y corolario de lo que ya había pasado. Finalmente la clase obrera como furgón de cola de la Burguesía, se fue legitimando contra el grito de pequeños componentes clasista, que según la mayoría conciliadora y domesticada, no entendíamos nada “…el mundo había cambiado…”, es necesario políticas de Estado. Caramba, este ya había dejado de ser un órgano opresor creado por las clase dominantes, desaparecía el carácter de clase del Estado, bueno, lucha de clase solo existía en el recreo de algunas escuelas.
Lacalle, Sangunetti, Batlle, pasarían a ser antidiluvianos, otros lo superaban con holgura. No vendrían estos otros de ningún partido fascista, eran y son en su mayoría, salvo los advenedizos de última hora, emergentes de los 60, algunos con olor a pólvora y tiros varios. Como el actual Presidente de la Republica José “Pepe” Mujica. El que habla de la cooperación de patrones y obreros, llama a gritos a los inversores, país libre de resistencia obrera, domesticado y auxiliado por la mayoría de la dirección actual del PIT-CNT.
Claro que estos Señores olvidan que hay memoria, y que no todos tienen el hábito del ladrón, creen que son todos de su propia afición. No, ni antes, ni ahora. La clase obrera responderá y estará a la altura de las circunstancia, la ideología del Proletariado ya es patrimonio de la humanidad, de una parte naturalmente. Ella sigue alentado a subvertir el orden Burgués, a romper con las cadenas de la explotación, con la historia de los cantegriles, de los hijos de la clase obrera empujados a la delincuencia, a la “pasta base” como intento de evadirse de la frustración, la poesía lo define muy bien “…la esperanza llora en la noche…”, gracias Pablo. Pablo Estramin, el mismo que en el velorio de German Araujo, echo a uno de los liquidacionistas, a León Lev, en un acto de dignidad y heroísmo proletario.
Compañeros, Camaradas, todo es posible, la voluntad de las mujeres y hombres que no renuncian a un mundo mejor, que no tienen nada para perder salvo sus cadenas, está y estará. Está y estará porque las reservas no le pertenecen a los que se vendieron “por un plato de lentejas”. Esta en cada fábrica ocupada, en cada movilización, en cada reclamo y en todas las organizaciones que no sucumbieron ante el liquidacionismo.
Mentira, no es el Capitalismo la estación Terminal, es el final en todo caso para los traficantes de sueños, para ellos el basurero de la historia.
El problema no es la crisis del Capitalismo, el problema es el Capitalismo. Terminar con el problema es comenzar a organizarse, a señalar a los conciliadores, a los que en los Consejos de Salarios brindan con los patrones, o los que “moquean” con cargos de gobiernos y enlodan la historia de rebeldía y dignidad proletaria de los Duarte del Sindicato de FUNSA.
Compañeros, Camaradas no todo está perdido, esta es la hora de la Unidad, de unir se trata, para avanzar, para no renunciar, “… porque el corazón ya no quiere entonar mas retirada…”

Orlando Zeballos
Refundación Comunista

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