domingo, 15 de noviembre de 2009

VENEZUELA BOLIVARIANA: UNA MIRADA DESDE LA ASAMBLEA POPULAR

El siglo XX fue diferente al anterior... y al nuestro
Cien años atrás el mecanismo mundial más eficiente para el saqueo y la opresión, el Modo de Producción Capitalista, entró en la fase llamada "imperialista". Recordemos uno de los rasgos de esta nueva fase: la colosal inversión de capitales de los países ricos en la periferia. Por ello los pueblos de los continentes más saqueados cobraron un nuevo significado económico y, potencialmente, político.
El capitalismo en esencia era el mismo, y por eso la revolución mundial en el siglo XX debió resolver los temas ya establecidos en el siglo XIX. Pero la geografía de la lucha de clases se había hecho más compleja. El primer Estado Obrero del nuevo siglo no surgió en Londres ni en Berlín. Tampoco en París, donde los obreros habían tomado el control por unos meses en el siglo anterior, en 1871.
En el siglo XX, en 1917, fue en el atrasado imperio euroasiático de Rusia donde la alianza obrero-campesina asaltó el poder con éxito. Eso le exigió al Gobierno Revolucionario reflexionar sobre las pautas culturales y las aspiraciones de las minorías nacionales asiáticas que debían incorporarse a la construcción socialista.
En la mitad del siglo XX China, el país con mayor población rural del planeta, también inició la construcción del comunismo.
El sistema imperialista, aunque momentáneamente golpeado, todavía en 1965 seguía produciendo las tres cuartas partes de la producción industrial mundial, lo cual preocupaba mucho al Che. Para los estados obreros en el siglo XX el desafío de sobrevivir exigía mantener muy firmes sus principios. Además surgían problemas nuevos a cada instante.
Desde 1945, por ejemplo, Berlín estaba dividido. En su Zona Oriental, que operaba como capital de un Estado Socialista, los precios eran mucho más baratos; pero desde la zona ocupada por Estados Unidos se infiltraban permanentemente grupos de provocadores con ropaje "democrático" y se introducían sumas cuantiosas de dinero que desabastecían la parte oriental y hacían imposible la planificación económica. Esa fue la explicación del Muro de control. Desde luego, cuando se desvirtuó el modelo el Muro pasó a jugar otro papel.
Finalmente todo ese proceso europeo colapsó.
En 1990 debió cambiarse nuevamente la estrategia
En las últimas décadas del siglo XX la URSS entró ya en un proceso de total descomposición interna. Para los países que habían integrado su comercio a la URSS, como Cuba, y que no quisieron rendirse al imperialismo, les llegaron tiempos aún más duros y heroicos. China en cambio se acomodó a una economía de mercado soberana, nacionalista y altamente destructora del medio ambiente. ¿No tenía otra alternativa? Sí, pero en su gobierno los revolucionarios fueron sustituidos por los "pragmáticos".
El tema ambiental nos lleva a un problema teórico nuevo, propio del siglo XXI. Dada la crisis planetaria (cuya expresión más preocupante es el efecto invernadero) la supervivencia de la Humanidad está en peligro. El imperio busca la supervivencia de una élite privilegiada. Para ello incorpora al modelo de intervención imperialista el saqueo ambiental planetario, como un rasgo nuevo, adicional, que no cambia la esencia de la explotación capitalista. Un planeta cloaca con pequeñas burbujas de bienestar para una minoría privilegiada que siga consumiendo y derrochando: ese es el plan. Y ya no hay potencias que, (como la URSS en los años 30, como China en los 60) propongan un modelo atractivo de desarrollo diferente ni una posibilidad al menos de alianzas en un plano de total igualdad.
Bien, en un contexto adverso pueden hacer ciertos repliegues programáticos. Pero para avanzar, no para rendirse.
Un ejemplo de rendición incondicional es el gobierno del Frente Amplio del Uruguay.
En el otro extremo, un ejemplo de ajustarse el cinturón y mantener los principios revolucionarios es Cuba.
Un ejemplo de cómo pese a todo aún se puede y se debe avanzar es Venezuela.
La propuesta de Chávez es a la vez realista y firme. El Estado utiliza inicialmente la legalidad burguesa aprovechando sus mecanismos formalmente democráticos. Lo puede hacer gracias a al impulso de un fuerte movimiento popular que desborda los cauces de una contención que no reaccionó a tiempo. Líder, equipo y pueblo organizado constituyen un movimiento que tienen sus mayores éxitos políticos cuando actúa armónicamente. Pero además, rodeado de amenazas, el Estado bolivariano impulsa una política de alianzas pacíficas a nivel continental. Para no quedar aislado hay que aislar a los enemigos principales, o sea, a los peones más descarados del imperialismo, y ser tolerante con los pusilánimes y hasta con los vendidos a medias, para no darles pretexto a que se unan más ostensiblemente a los enemigos descarados. Estos últimos son las bases de agresión del enemigo principal.
En Venezuela la economía debe jugar un doble papel: por un lado garantizar la supervivencia del proceso (y eso implica aceptar por el momento concesiones capitalistas y contaminación) y por otro se debe avanzar por la senda de la recuperación de la tierra para quienes la trabajan y para quienes la han gestionado por milenios, para lograr así la seguridad alimentaria y terminar con la exclusión social.
Pero al mismo tiempo hay que preparar la defensa militar. No hay nada más antiecológico que la defensa armada de un territorio. No hay nada más vertical que su ejecución consecuente: la necesaria creatividad popular, la flexibilidad táctica y el arte operativo se coordinan y se subordinan estratégicamente desde la verticalidad del mando, verticalidad conscientemente aceptada. Además, en un mundo regido por el mercado, la demanda de recursos y divisas convertibles para gastos de defensa es una sangría muy dura.
Todo esto genera contradicciones sociales y políticas que no son achacables siempre a errores de conducción. El arte de armonizar lo necesario con lo deseable sin perder la brújula revolucionaria no admite recetas e implica a veces virajes sorpresivos.
Venezuela reconoce el derecho de los pueblos originarios a la tierra. Pero Venezuela amenazada a la vez necesita el subsuelo que tiene petróleo, minerales raros, carbón... y ahora aparece coltan en su suelo amazónico. En alianza con nuevos países industrializados, que compiten con USA, Venezuela puede explotar estos yacimientos viejos y nuevos y logar una extraordinaria autonomía económica, en tiempos en que ya tiene su propio satélite de comunicaciones y avanza en la instalación del cable de fibra óptica hacia Cuba. Las urgencias tecnológicas son mayores cuando el peligro de guerra se acentúa.
Es en ese contexto que debemos ver el conflicto en la sierra fronteriza venezolana-colombiana donde los Yukpa se levantan por sus derechos ancestrales. En el conflicto hay aspiraciones legítimas pero se mezcla la manipulación política de la derecha, y la acción encubierta de las tropas especiales colombianas infiltradas. Lo que no podemos saber desde acá es la dosis en que actúa de cada factor. Tampoco podemos saber hasta dónde incide un sector corrupto infiltrado en el propio Gobierno Bolivariano, del que no sólo tenemos referencias sino que lo hemos visto actuar con nuestros propios ojos en breves incursiones a la Patria de Bolívar.
La Asamblea Popular es parte del proceso continental
Para nosotros la interacción con las luchas sociales de la región no son sólo temas de principios sino de supervivencia. Ese es nuestro legado artiguista.
La Asamblea Popular se pronuncia unánimemente por el derecho del pueblo venezolano a construir en paz su camino bolivariano, que es un tramo esencial del camino común. Al mismo tiempo condena con la mayor resolución las bases yanquis que hacen de Colombia hoy una colonia sometida.
Pero no podemos apreciar desde aquí cada acontecer concreto y no siempre estamos en condiciones de juzgarlo. Informaciones contradictorias llegan a veces de las zonas más conflictivas. En la duda, en cada caso estamos con los pueblos originarios. La alianza obrero-campesina, de cuya necesidad sigue dependiendo la redención del planeta, hoy incorpora en América Latina la visión de Comunismo Originario de los pueblos que han sobrevivido 500 años de genocidio.
Y una guerra defensiva, por el futuro de todos nosotros, o es popular (en el sentido más amplio del término) o se pierde.
La decisión combativa y la organización del pueblo son lo principal. Con el costo equivalente de compra y mantenimiento de un solo avión caza-interceptor se pueden equipar y dislocar milicias populares de tropas territoriales en vastas zonas de un país de los nuestros. Pero no usar el poder y los recursos económicos del Estado Revolucionario en defensa del proceso en su conjunto sería dar un paso atrás. Eso, en el caso venezolano, significa que el armamento ruso, por ejemplo, es imprescindible y para ello los recursos son necesarios.
La Asamblea Popular debe estar muy atenta a estos procesos y debe confiar en la sabiduría de los pueblos que marcan el camino y de sus conductores, aunque siempre pensando con cabeza propia: ningún proceso está vacunado contra las desviaciones.
Si nuestro corazón vaga por la sierra, pregunta por los Yukpas, nuestro cerebro y nuestra conciencia hoy deben alinear con Chávez.
Estamos con Chávez. Como Asamblea Popular no esperemos por ahora, ni de Cuba, ni de la Venezuela bolivariana, ningún tipo de reciprocidad explícita. En la lucha por la Paz las relaciones Chávez - Tabaré Vázquez le son necesarias. Y aún así, en esta hora ¡todos estamos con el Gobierno de Venezuela! Ahí está hoy el teatro de operaciones más candente de nuestra revolución continental. Mañana puede ser la resistencia cordillerana argentina-chilena contra la minería salvaje, o la pampa argentina contra la soja o los pueblos del Chaco contra las bases yanquis en el Paraguay. Nunca nos olvidamos de la Cuba heroica, siempre amenazada. No perdemos de vista la lucha boliviana y la de los pueblos ecuatorianos. Pero hoy, en esta coyuntura, debemos ver que en la resistencia haitiana y hondureña y ante todo en el pueblo venezolano van el honor, el cerebro y la conciencia de todos nosotros.

Gonzalo Abella

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