sábado, 12 de mayo de 2012

Prostitución Infantil. No es un juego de niños




La explotación sexual comercial de menores es una práctica a la que la sociedad está habituada
Ella es una negrita flaquita. Además que la ves y no tiene nada, ¿viste? Es chiquitita, ¿entendés? Es una niña. ¡No tiene nada! Y ella se rescata espectacular, se rescata bárbaro. De repente vos la ves y tiene $ 500 o $ 600”, dijo Ricardo, un taxista. La "negrita”, cuenta, no tiene más de 11 o 12 años y la conoce porque un hombre de 65 años la pasa a buscar en su taxi para llevarla a cualquier hotel del centro de Montevideo. Tanto la conoce que si otro pasajero le pregunta si conoce alguna chica joven y linda para contratar sus servicios sexuales, Ricardo no duda en llevarlo hacia la calle donde ella trabaja "las 24 horas”. Ricardo, sin darle mayor trascendencia, no es más que un facilitador para la explotación sexual comercial infantil.
La mayoría de estas situaciones no se realiza en lugares donde las adolescentes son escondidas. Sus cuerpos son ofrecidos y demandados en los mismos lugares donde ocurre la prostitución adulta que está a la vista de todos pero en boca de unos pocos. El testimonio de Ricardo aparece en el libro Consumidores de sexo. Un estudio sobre masculinidad y explotación sexual comercial en Montevideo y área metropolitana, una reciente investigación realizada por la socióloga y antropóloga Susana Rostagnol para UNICEF a partir de entrevistas a hombres que pagan por sexo. Según el libro, la prostitución de menores de edad ocurre en los prostíbulos, casas de masajes, cines porno, whiskerías, discotecas y locales de karaoke (en general destinados a hombres asiáticos en los alrededores del puerto de Montevideo), donde llegan a cobrar hasta US$ 2.500 por varios días de compañía. "Hay una tolerancia muy grande hacia los varones que consumen sexo y hacia los varones que consumen sexo adolescente. Hay una vulneración de los derechos humanos de la que la sociedad se hace cómplice en la medida en que no denuncia”, dijo Rostagnol en entrevista con El Observador.
La sociedad uruguaya todavía no incorporó la idea de que se trata de un delito y una vulneración de los derechos humanos del otro, de lo que es responsable tanto el intermediario como el explotador, mientras que la sociedad ve con naturalidad que los hombres satisfagan sus deseos sexuales "al precio que sea”.

Historias de consumidores

La explotación sexual comercial de niños y adolescentes se refugia en el silencio y la invisibilidad. No es posible conocer la magnitud de la prostitución infantil ya que la ilegalidad del fenómeno, asociada a su relación con el crimen organizado, no permite avanzar en estimaciones.
Las denuncias por explotación sexual comercial de niños y adolescentes han ido en aumento pero, según los expertos, están muy lejos de las suposiciones de quienes estudian el tema. De 2007 a 2009 hubo 20 denuncias. Otras 20 se registraron en 2010. El año 2011 cerró con 41 denuncias. En materia judicial, entre 2009 y 2012 hubo 27 personas procesadas por distintos delitos relacionados con el abuso sexual contra niños y adolescentes. Según datos aportados por Luis Purtscher, presidente del Comité Nacional para la Erradicación de la Explotación Sexual Comercial y No Comercial de la Niñez y Adolescencia de Uruguay, seis correspondieron a delitos de explotación sexual, seis a contribución a la explotación sexual, seis a pornografía, seis por atentado violento al pudor, una por proxenetismo, una por trata y una por lavado de activos proveniente de la trata. Entre los procesados hubo siete desempleados, dos jubilados, un pensionista y dos amas de casa. El resto eran trabajadores informales. Todos son de condición humilde y ninguno tenía antecedentes penales. Las amas de casa eran madres de las menores. Vicente, un trabajador sexual encuestado en Consumidores de sexo, relata que en una casa de masajes de 10 chicas, ocho eran menores de edad, y que en estos establecimientos si el cliente pide los servicios de un varón, se le propone a un menor de edad para ingresarlo al circuito de prostitución. Pero también ocurre en la calle. Algunas chicas son presentadas a posibles clientes en las plazas y los invitan a pasar a apartamentos cercanos.

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En cifras

2.500 Dólares. Es la suma que pueden ganar las chicas que trabajan en los locales de karaoke de la Ciudad Vieja por varios días de servicio con marineros extranjeros.
32.000 Millones de dólares. La trata de personas es uno de los tres negocios ilícitos más lucrativos del mundo, al generar US$ 32.000 millones anuales.

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Una de las conclusiones es que no hay un perfil específico para los consumidores. La respuesta a la pregunta de si el cliente de prostitución adulta aceptaría contratar una adolescente es unánime: no habría reparos. Los hombres encuestados −desde docentes hasta marineros− hicieron hincapié en que no lo dudarían si la chica cumple con los "marcos de seguridad”, es decir, si está controlada sanitariamente y no van a ser sorprendidos por la Policía. Un marino de 52 años confesó: "Salí con una manteca que tenía 15 años. Es una forma de sacarse boleto”. La opción por un adolescente puede estar ligada a la mayor vulnerabilidad de este grupo etario con relación a los adultos. "Esta circunstancia parece ser aprovechada por los prostituyentes”, afirma el estudio. Desde el punto de vista psiquiátrico no pueden ser catalogados de pedófilos. Este perfil corresponde a un deseo sexual orientado a niños, en general dentro de su círculo de referencia. Los hombres que pagan por sexo adolescente solo buscan la oportunidad de compartir la cama con la más joven y la más linda posible. Es posible que los consumidores hasta sean, como apuntó Purtscher, "buenos padres de familia”. Por su parte, Rodolfo Martínez, coordinador del Grupo de Estudios sobre Temas de Explotación Sexual Comercial de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República, manifestó: "En el mundo del comercio sexual, donde hay adolescentes, todo depende de lo que esté al alcance, de los gustos y del precio que se pueda pagar”. El taxista entrevistado reconoció que si un pasajero le solicita colaboración para la contratación de menores con fines sexuales, no encuentra inconveniente en llevarlo y, por lo general, lo lleva con "la negrita”. Es más, gana dinero por esto: "Son viajes de dos o de tres gambas ($ 300) o de lo que sea. A esa hora no es fácil y yo tengo que comer. No le hago daño a nadie, lo único que hago es llevarlo”, relató. El mismo trabajador señaló que algunos colegas mantienen relaciones sexuales con menores durante el horario de trabajo pero, lejos de molestarse o sorprenderse, le preocupa que en medio del acto sea robado por la chica o por posibles cómplices y, por consiguiente, pierda su trabajo.
La investigación determinó que el nivel de tolerancia no lo da la edad cronológica, sino la apariencia de la persona prostituida. El único ‘pero’ de los entrevistados es si la chica o el chico −los varones también son víctimas de la explotación sexual− "no se bañó” o no contempla sus exigencias estéticas. Otros entrevistados afirmaron que después de que las chicas son "desfloradas”, no importa si tienen 12, 14 o 16, ya son "mujeres” porque no son más vírgenes o porque a esa edad ya se "desarrollaron”. Algunos informantes hablaron de lugares alejados especializados en vírgenes.
También está extendida la creencia respecto de que las adolescentes que se prostituyen aceptan esa situación y provocan a los hombres para que les paguen por tener sexo, quedando estos en una situación carente de responsabilidad. Andrea Tuana, directora de la ONG El Faro, única institución que atiende a adolescentes y mujeres víctimas de trata, recordó que al realizar una denuncia, un policía le contestó: "Con ese lomo, muy víctima no parece”.
Los testimonios recogidos por Rostagnol y su equipo no demuestran ni por un momento algo parecido a una conciencia sobre el delito que supone el consumo de la prostitución de menores. "A las jóvenes les gustan los veteranos”, "están desacatadas”, o "salen a hacerse una mema por $ 50 para ir a comprar un medio de pasta base”, son algunas de las justificaciones que presenta el discurso masculino para irse a dormir con la conciencia limpia. Otras hacen referencia a la supuesta ayuda económica que le dan al contratar sus servicios. La asociación con la pobreza es, para Martínez, una manera de mantener una distancia social y segura con el fenómeno: "La naturalización es tal que parece mantener cierto orden social: ellos son pobres y a los no pobres esto no les pasa”. Tuana completó que "estas justificaciones colaboran para que los ‘clientes’ se sientan impunes”. Y añadió: "Todo vale en cuanto se logre la satisfacción masculina”. La directora de El Faro apuntó que, por sobre todas las cosas, el poder de decisión que los prostituyentes creen que tienen las chicas es, en realidad, muy limitado, más si están inmersas en una red de trata.

Falencias del sistema

Para Martínez existe una "debilidad institucional” en lo que respecta a la prevención, protección y apoyo de las víctimas. "Hay un gran debe en los juzgados especializados en materia de Familia y en el Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay (INAU)”, apuntó.
El INAU no tiene registros de prostitución de menores de edad en situación de calle de los que, en muchos casos, se sabe que es su medio de vida. Tampoco existe un albergue especializado ni ningún programa de reinserción social.
En el caso de las inspecciones a locales donde se ofrece sexo, en especial los que son catalogados como "puntos de encuentro” por su presencia disimulada, "difícilmente” se pueda hacer algo más que levantar un acta y poner una multa. La División de Espectáculos Públicos es la que fiscaliza que no haya menores ejerciendo la prostitución. Sin embargo, la investigación señala que "no existe un mecanismo estatal único que haga la reparación y seguimiento del adolescente”. El libro presenta el caso de una chica de 16 años que fue vista en varias whiskerías luego de que un juez diera cuenta a sus padres. Purtscher reconoció la necesidad de contar con servicios especializados para las víctimas. Ya hubo un llamado para formar dos equipos para la identificación y apoyo de los menores prostituidos. Por ahora la única experiencia en funcionamiento es la de la ONG El Faro que solo tiene financiamiento hasta el 31 de agosto.

No es un juego de niños

La explotación sexual comercial de menores es una práctica a la que la sociedad está habituada.
27 personas procesadas por distintos delitos relacionados con el abuso sexual contra niños y adolescentes hubo entre 2009 y 2012.
41 denuncias por explotación sexual comercial de menores de edad se registraron en 2011.

Términos en claro

La prostitución es legal en Uruguay a partir de los 18 años (ley 17.515) y solo existe prostitución de adultos. Cuando se habla de "prostitución infantil o adolescente” se hace referencia a una situación de explotación sexual comercial, vinculada a una serie de delitos contra una víctima de entre 0 y 18 años. Para los expertos, el término "cliente” empleado para abordar este tema connota y lleva a que la niña, niño o adolescente sean percibidos como objeto de comercialización. En su definición y utilización común, el sustantivo "cliente” se asocia a una acción lícita. Sin embargo, esta persona es un delincuente para la legislación uruguaya vigente (ley 17.815). El delincuente será juzgado por los Juzgados del Crimen Organizado y castigado con penas de 2 a 12 años de penitenciaría.

María de los Ángeles Orfila

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