martes, 29 de mayo de 2012

Julio Castro, historia de un hallazgo




En octubre de 2011 fue encontrado su cuerpo en el Batallón 14 de Infantería y en mayo de 2012 se realizó su velatorio público, donde el maestro estuvo rodeado de sus compañeros, familiares y militantes por los derechos humanos. Por RebelArte, Uruguay

Por ANRed - Sur (redaccion@anred.org)

Julio Castro nació en Florida en 1908. Fue maestro, y desde los inicios de su vida se comprometió con la lucha de su pueblo. Militó en la Unión Nacional del Magisterio, en la Federación de Asociaciones Magisteriales del Uruguay, y a partir de 1945, en la Federación Uruguaya de Magisterio. Además de su labor como maestro, se desenvolvió como periodista siendo responsable del Semanario Marcha.
Según el Informe Final de la Comisión para la Paz , Julio Castro fue detenido en la vía pública el 1 de Agosto de 1977 y trasladado a un centro clandestino de detención de la Avenida Millán Nº 4269, donde fue sometido a torturas a consecuencia de las cuales falleció el 3 de agosto de 1977 sin recibir atención médica.
Ésta “historia de un hallazgo” muestra las diversas situaciones vividas en torno al descubrimiento de la fosa en la que yacía Julio Castro:
•El 21 de octubre de 2011, se hallan en el Batallón 14 de Infantería de Toledo, Canelones, restos humanos. El Antropólogo López Mazz hace público el hallazgo luego de meses de intenso trabajo junto a su equipo. Comienzan las hipótesis, las idas y vueltas, las certezas y las incertidumbres. Se adelanta que serían los restos de un hombre porque se halla un zapato con horma masculina y ropa con iguales características.
•El 1 de diciembre de 2011, López Mazz hace público en conferencia de prensa -luego de realizadas las investigaciones pertinentes- que los restos son del maestro Julio Castro.
•El 2 de diciembre de 2011, se realiza un acto en homenaje a Julio Castro en Plaza Libertad convocado por ADEMU (Asociación de Maestros del Uruguay). Entre túnicas y moñas de los maestros, y la participación de cientos de personas, se desarrolla la actividad con rostros sentidos por la noticia, entre emoción y tristeza.
•El 10 de diciembre de 2011, se realiza un escrache a Ricardo Zabala, uno de los secuestradores de Julio Castro. Plenaria Memoria y Justicia convoca a trasladarse al domicilio del torturador para “hacer carne la condena social ante la falta de justicia”. El 6 de marzo de 2012, Ricardo Zabala fue procesado y encarcelado por “complicidad en homicidio especialmente agravado” por el caso de Julio Castro.
•El 11 de mayo de 2012, se realiza el velatorio público del pedagogo Julio Castro. Rodeado de familiares, compañeros y militantes por los derechos humanos, Julio Castro fue "despedido" en el Museo Pedagógico ubicado en Plaza Cagancha. Luego de realizado el velatorio público, los familiares realizaron un sepelio y el sábado 12 de Mayo, los restos del maestro fueron llevados al cementerio.

Existen, están, nos gritan, callan. Los desmemoriados, los impunes y sus cómplices se desviven en negarlos impunidad tras impunidad, pero ellos existen, están, nos gritan, callan.
Un maestro que estaba desaparecido aparece en todos los rincones de una marcha que otros maestros organizaron para que Julio esté codo a codo. Una semana después, Julio vuelve a aparecer en todos los carteles que un nutrido grupo de manifestantes porta en sus manos, camino a escrachar y a condenar al torturador y ex policía Ricardo Zabala, quien fuera uno de los secuestradores del maestro. Julio aparece en la memoria de miles, en la conciencia de un joven o una muchacha que se apresta a luchar por las mismas causas que él sostuvo, otro compañero desaparecido se impone en una bandera, en un póster, en los recuerdos y charlas con los compañeros más veteranos; aquel compañero o compañera que mataron en tal año, grita presente en los sueños rebeldes de esta joven compañera o de aquel viejo militante. La vecina de la esquina recuerda al muchacho o a la muchacha que mataron los milicos, o lo torturaron, o la desaparecieron.
La verdad se hace impostergable, el castigo necesario. Nuestra memoria lo exige, nuestra dignidad lo reclama. ¡Salud Julio Castro!

Entierro de un maestro, que dejó la túnica en la memoria de su pueblo.

Julio Castro era maestro rural, periodista, militante, un hombre de su pueblo, lúcido, y entregado de lleno a la lucidez de ese pueblo del que era parte. Todo eso ya lo sabemos, lo hemos leído, escuchado, charlado con compañeras y compañeros, lo hemos meditado en la más solitaria de nuestras noches y en el más colectivo de nuestros días.
Hoy el Museo Pedagógico anocheció estremecido. No estremecido de solemnidad; quedó asombrado al ver irse los restos de un hombre que jamás será sus restos. Hay hombres que quedan impregnados en la memoria de su pueblo, son los hombres que lo entregaron todo por su pueblo, incluso su vida. Es el caso del nunca ido Julio Castro, ese que estará presente en la memoria de miles y en los estandartes de otros tantos. La barbarie miliquera se empeñó en matarlo, ignorando que los compañeros que murieron luchando, no se despegan de la memoria colectiva, por lo tanto viven en cada lucha. Compañero de la túnica y la pluma, siempre vivo, va un hasta siempre de ésos llenos de memoria; "por eso tu muerte no se llora, simplemente la izamos en el aire".

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