jueves, 31 de mayo de 2012
El acto de los milicos
Comentando el artículo de Samuel Blixen "Marchas y contramarchas del acto "oficial"
UNO: El prehistórico borrador de Documento No. 5 (redactado por Eleuterio Fernández Huidobro en la Cárcel de Punta Carretas y nunca aprobado por el MLN) debería ser el punto de partida de cualquier reflexión sobre las marchas y contramarchas que puedan dar los ex-guerrilleros que actualmente constituyen el Poder Ejecutivo. En aquél documento, Fernández estableció la posibilidad de que el Ejército se convirtiera en partido del desarrollo económico y social nacional, a imagen y semejanza de lo que ocurría en el Perú de Velazco Alvarado. Fenómeno conocido como los militares "peruanistas". Con esa concepción en su cabeza, en 1972 Fernández encabezó las "conversaciones" en el Batallón Florida, en las cuales incluso trasladó una propuesta de "rendición incondicional" a los compañeros que seguían peleando en las calles de Montevideo. En su libro "La Tregua Armada" Fernández autocritica las "negociaciones" con los mandos militares en el sentido de que solamente se pudo influir en un sector muy pequeño de la oficialidad. De hecho, que uno recuerde, la influencia estuvo reducida a un único oficial, pues el resto de los "capitanes del Florida" están todos presos o acusados por gravísimos delitos de lesa humanidad. Es decir, Fernández no dice "me engañé, la naturaleza de los ejércitos es someter al pueblo, nunca liberarlo" sino que lamenta no haber podido desarrollar más plenamente su concepción del ejército-partido del desarrollo nacional. Esa concepción preside todas sus actitudes actuales.
DOS: La llegada a la presidencia de Mujica está siendo una segunda oportunidad para poner en práctica las ideas de 1971. Topolansky lo expresa de una manera muy brutal y partidizada: quiere que un tercio de la oficialidad y la mitad de la tropa voten por el Frente Amplio. Huidobro le dió con un caño en los medios masivos y en el parlamento. "Estúpida, no queremos que las fuerzas armadas se conviertan en un partido más frenteamplista", le dijo a la senadora, sin mostrar su carta en la manga: "nosotros queremos unas fuerzas armadas que sean EL PARTIDO DEL PUEBLO y, por supuesto, nena, que el gran ideólogo de ese superpartido seré Yo, Yo y nadie más que Yo".
Por supuesto que parece un delirio... pero, no es delirante la orden del general al mando de la División No. 1 del Ejército?. No es delirante haber intentado hacer un acto político con todos uniformados? Es posible seguir preguntándose eternamente que hubo detrás de ese "sainete" de los mandos superiores del Ejército apoyados en y por el Ministro Fernández. Bueno, eternamente no, porque una mañana oh sorpresa! un comunicado de prensa nos informará que los dos demonios ahora son uno solo.
TRES: Por qué Mujica no destituye a Fernández cuyas intenciones son tan evidentes y él conoce mejor que cualquiera? Será demasiado tarde para destituirlo o no se quiere hacerlo? Estas preguntas deberían hacérselas los actores que se mueven en las tablas del escenario frenteamplista: Moreira, Lorier, Bayardi, Rubio, etc. y también algunos periodistas que manejan la información porque fueron protagonistas de los últimos cincuenta años de historia.
POR EL BLOG DE NOTICIAS URUGUAYAS
JORGE ZABALZA
MARCHAS Y CONTRAMARCHAS DEL ACTO “OFICIAL” EN HONOR A LOS CUATRO SOLDADOS CAÍDOS EN 1972
Operación abortada (a medias).Samuel Blixen
Publicado el 28 mayo, 2012 por Sancho
http://www.estaesmia.com/index.php/archives/2115
En una resolución salomónica de último minuto, José Mujica limitó los alcances del homenaje del Ejército a los cuatro soldados caídos el 18 de mayo de 1972. El general Aguerre y el ministro Fernández Huidobro se molestaron.
Cómo se llegó a esa especie de sainete que se inició con una orden del comandante de División de Ejército I –convocando a todas las unidades militares de Montevideo a concentrarse en el cantero central de avenida Italia para homenajear a los cuatro soldados caídos el 18 de mayo de 1972– y que terminó con una desautorización al comandante del Ejército y al ministro de Defensa Nacional, es algo todavía inexplicable para muchos referentes del Frente Amplio –dirigentes, candidatos, parlamentarios– que a lo largo de la semana pasaron de la sorpresa o el estupor a la toma de posiciones.
La revocación parcial del homenaje, por parte del presidente José Mujica, provocó el malestar del ministro Eleuterio Fernández Huidobro y del general Pedro Aguerre, que se sintieron desautorizados, pero difícilmente atenúe el impacto en las Fuerzas Armadas de una iniciativa considerada como un cambio sustancial en el relacionamiento del gobierno con los militares y cuyas intenciones resultan todavía inescrutables. “Es una maniobra perfecta. Sus consecuencias serán desastrosas, creará confusión en los cuarteles, ya sea que se concrete el homenaje como que se suspenda. Me imagino el tenor de las conversaciones en los casinos de oficiales”, aseguró a Brecha un experto del gobierno en asuntos militares. La opinión fue vertida antes de que se conociera la vuelta de tuerca de última hora del presidente Mujica, quizás influenciado por las reacciones en el Frente Amplio, muchas coincidentes con una tajante declaración de la organización Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, que tempranamente –mientras otros dudaban y especulaban– alertó sobre la inaceptable injerencia del Ejército en asuntos políticos, patrocinada por el propio ministro de Defensa.
GESTACIÓN. La intención del ministro Fernández Huidobro de modificar las políticas impulsadas por Tabaré Vázquez primero (eliminación del Día de los Caídos en Defensa de las Instituciones Democráticas) y José Mujica después (elección del 24 de mayo como Día del Soldado Caído en Acto de Servicio) para desactivar las celebraciones que algunos oficiales retirados realizaban en ostensible reivindicación de la dictadura, quedó admitida de alguna manera el pasado 14 de abril con una orden ministerial por la cual, en todas las unidades militares, se leyó una proclama en la que se homenajeó a “todos los caídos del 14 de abril de 1972″. Al englobar a todos, militantes de uno y otro bando, el Ejército homenajeaba a los ocho guerrilleros muertos ese día, pero también a los policías y civiles del Escuadrón de la Muerte. Para muchos fue un paso más en la consolidación de la política de los dos demonios que el ex guerrillero y hoy ministro parece prohijar.
Ahora, en la inminencia de un nuevo 18 de mayo –que recuerda el día de 1972 en que cuatro soldados que hacían guardia en el domicilio del comandante del Ejército murieron en un combate con tupamaros– el ministro autorizó un homenaje masivo del Ejército. Hasta ahora, los homenajes a los cuatro soldados en avenida Italia y Abacú, donde se levanta un monolito recordatorio, eran organizados por los centros de militares retirados, aunque en ocasiones, como en 2011, participaban mandos en actividad. Según el relato de varios legisladores frenteamplistas que prefirieron mantener el anonimato, el general Pedro Aguerre le planteó al ministro Fernández Huidobro su preocupación por el acto que organizaban los clubes militares para hoy viernes. Aguerre, en cuyo comando general del Ejército autorizó que se instalara una oficina de oficiales retirados, manejaba la versión de que los discursos de los “ultras” retirados iban a ser particularmente radicales y que iban a atacarlo a él personalmente. Propuso, como estrategia de unificación de militares en actividad y en retiro, que el Ejército asumiera por primera vez la organización del acto, dándole un carácter institucional que limitaría el margen de maniobra política de los retirados. En la versión 2012 del 18 de mayo habría un solo discurso, que sería pronunciado por el propio comandante del Ejército. Las versiones dicen que el ministro dio el visto bueno al plan, aunque otros intuyen que es autor del mismo en buena medida.
PARTO. Para el viernes 11 todas las unidades militares de Montevideo que componen la División de Ejército I habían sido debidamente notificadas de la orden emitida por el comandante en jefe y avalada por el ministro de Defensa para el acto del viernes 18. El comandante de la División, general Sergio D’Oliveira, había firmado un detallado documento titulado Orden de Operaciones, que no dejaba nada al azar: “Organización de la fuerza de desfile: A) Efectivos participantes. 1. Totalidad del personal superior y subalterno disponible. I) Situación. A) El próximo 18 de mayo se cumplen 40 años del día en que fueron asesinados cuatro soldados que cumplían con su deber de custodios del orden y la seguridad, en el marco de la ley. II) Misión. A) Participar el 18 de mayo de 2012 en un acto de homenaje a los cuatro soldados caídos el 18 de mayo al pie del monolito recordatorio del hecho, existente sobre el cantero central de avenida Italia a la esquina de Abacú. III) Ejecución. A) Idea de maniobra. 1. Concentrar la totalidad de personal superior y subalterno de la Guarnición Montevideo sobre el cantero central de avenida Italia a la altura de la calle Abacú, en torno al monolito que recuerda a los cuatro soldados caídos en el cumplimiento del deber”, y así hasta el parágrafo G. Entre otras cosas, se detallan las brigadas que deben participar; se ordena concurrir de uniforme; se define que el personal deberá utilizar el transporte colectivo o los vehículos particulares; se establecen las calles laterales donde se deberá estacionar, y se prohíbe ascender o descender en avenida Italia de modo de no entorpecer el tránsito; se elabora un plan de evacuación, se determinan los puestos de socorro móviles; se autoriza a utilizar la red de radio administrativa y operativa del Ejército; y se establece que la seguridad será brindada por los propios participantes.
Los oficiales del Comando del Ejército encargados de la comunicación estimaban que podían concurrir unas mil personas, entre oficiales y personal subalterno; pero fuentes del Ministerio calculaban una presencia de 1.700 efectivos apiñados en el cantero central de avenida Italia. Las mismas fuentes confirmaron que en el “acto unificado”, centrado en un minuto de silencio, con el correspondiente toque de silencio, sólo haría uso de la palabra el general Aguerre. Brecha intentó conversar con el comandante para conocer el tono y el espíritu del discurso, pero no fue posible. En cambio, oficiales cercanos al comandante adelantaron que sería un discurso “de consenso, de respeto a la Constitución, a las autoridades, a los mandos, y con mensajes a la interna del Ejército”.
A comienzos de semana, la difusión por distintas vías de la orden de operaciones firmada por el general D’Oliveira había generado preocupación entre los dirigentes frenteamplistas. Para muchos implicaba un sustancial cambio de la política gubernamental hacia las Fuerzas Armadas. La Asociación de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos se pronunció el lunes 14, sorprendiendo y alertando a muchos políticos. El comunicado afirma que la orden de Aguerre “constituye una injerencia indebida e inadmisible de las Fuerzas Armadas en la vida política de nuestro país”. Agrega que “estamos viviendo una escalada en la cual se convoca a las Fuerzas Armadas a asumir funciones que no le son propias en un régimen democrático”.
Hasta el miércoles 16, ninguno de los consultados por Brecha (los senadores Lucía Topolansky, Constanza Moreira, Rafael Michelini, Luis Rosadilla, Carlos Baraibar, Eduardo Lorier y los diputados Yerú Pardiñas, José Bayardi, Luis Puig y Doreen Ibarra) había sido informado de la iniciativa impulsada por el ministro Fernández Huidobro; desconocían los fundamentos del cambio de política. El lunes 14, cuando el comunicado de Familiares circulaba por todos los despachos de los legisladores, el ministro Fernández Huidobro asistía a la Comisión de Defensa del Senado para informar sobre el pase a retiro del comandante de la Armada, Alberto Caramés, pero el tema del homenaje del 18 de mayo no fue abordado, ni oficial ni extraoficialmente. El martes 15, el ministro volvió al Parlamento y concurrió a la Comisión de Defensa de Diputados, convocado para explicar el alcance de los dichos de la senadora Topolansky sobre la necesidad de que los militares fueran fieles al proyecto político del Frente Amplio. En la comisión, Fernández Huidobro enjuició severamente a Topolansky cuyas afirmaciones, en opinión del ministro, eran “antidemocráticas” y “aterradoras”. “Me aterrorizaría vivir en un país donde las Fuerzas Armadas son de una opinión fanática, ideologizada y de pertenencia a un solo partido”, dijo. Voceros de Familiares comentaron a Brecha que tales calificativos “podrían perfectamente aplicarse a su proyecto de politizar a las Fuerzas Armadas, convertirlas a ellas en otro partido político, levantando una bandera insignia de la dictadura”.
Las diferencias entre el ministro y los familiares de desaparecidos quedaron expuestas ese martes cuando, a requerimiento de los periodistas, Fernández Huidobro sostuvo: “Los militares tienen todo el derecho a honrar a sus caídos, son cuatro soldados caídos. Tenemos que acostumbrarnos a respetar a los demás. No hay dolores de primera, ni de segunda, como no hay muertos de primera y de segunda”. El ministro recordó que los comandantes habían participado del homenaje a María Claudia García de Gelman, dispuesto por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Para entonces un alto funcionario del gobierno de Tabaré Vázquez aventuró una explicación sobre las motivaciones del ministro y el comandante: “Quizás el comandante intente una manera de eliminar la controversia (con los retirados) opinando que los cuatro soldados estaban cumpliendo una misión, y fracasaron”. El supuesto de que la institucionalización del homenaje a los cuatro soldados tiene por objeto silenciar “a los gorilas de los clubes de retirados militares” ganaba adeptos a medida que el acto masivo parecía inevitable.
ABORTO. El miércoles 16 asomaron las primeras reacciones. Mientras el senador Michelini consideraba que la orden era “un desastre” y el senador Lorier interpretaba que se trataba de un “contrabando electoral”, el PIT-CNT emitía una declaración de apoyo a Familiares, y coincidía en que “es un claro retroceso de las normas de conducta asumidas en el pasado por la fuerza política de gobierno”. La secretaría de Derechos Humanos de la central subrayó una “incoherencia: por un lado se ataca a un magistrado por haber estado cerca un 20 de mayo en la Marcha del Silencio, mientras que por otro, se avala y ponen medios materiales para que efectivos de las Fuerzas Armadas participen de una actividad de este tipo, que constituye una injerencia indebida e inadmisible de las Fuerzas Armadas en la vida política de nuestro país”.
Finalmente, la senadora Constanza Moreira elevó una dura carta al Secretariado del FA expresando su “profundo malestar” por la decisión del ministro. Moreira fundamentó que la orden de convocatoria a todo el personal militar “no despolitiza el acto, sino que lo repolitiza en un sentido que es por lo menos ambiguo para el conjunto de la izquierda, y que claramente violenta la sensibilidad de las organizaciones que defienden los derechos humanos en el país”. Afirmó también: “No creemos que sea una buena señal para los militares de las nuevas generaciones reforzar una y otra vez su solidaridad con las Fuerzas Armadas del pasado”. La carta termina señalando que la medida impulsada es un profundo error político, alejado del espíritu del programa del FA.
Redactada el miércoles, la carta fue “retirada” el jueves cuando se conoció la “desautorización parcial” del presidente Mujica. Al cierre de esta edición circulaban diferentes versiones sobre el catalizador de la marcha atrás del presidente. Por un lado se señalaba que el entorno de Tabaré Vázquez no ocultaba su discrepancia con el acto y concluía que el episodio “consolida la teoría de los dos demonios”. Por otro lado trascendía que las posturas firmes de Familiares y del PIT-CNT habían promovido una tensa discusión entre el presidente y uno de sus más estrechos colaboradores.
Lo cierto es que en la tarde del miércoles el presidente declaraba a Búsqueda que “es más inteligente que hable Aguerre el 18 de mayo en lugar de los retirados”, reiterando el argumento que justificaba la medida. Pero en la noche tomaba el teléfono para informarle a Fernández Huidobro que él, en su condición de comandante supremo de las Fuerzas Armadas “suspendía la orden de que militares en actividad participaran uniformados en el homenaje a los cuatro soldados”. En su lugar, Mujica ordenaba que la asistencia al acto fuera “voluntaria y de civil”. Fernández Huidobro le comunicó las novedades al general Aguerre, quien no ocultó su desagrado porque la marcha atrás “lo desautoriza ante la tropa”.
Se instalaba así otra minicrisis, que se sumaba al tsunami que condicionó la semana, criminalidad, intentos de sobornos y marinos indagados, por más que la decisión presidencial fue calificada piadosamente de “salomónica”.
La opinión de los candidatos del FA
Betania Núñez
en una primera instancia, los cuatro candidatos a la presidencia del Frente Amplio declinaron comentar la orden militar de homenajear a los cuatro soldados, sorprendidos como la mayoría de los dirigentes frenteamplistas. Finalmente, accedieron a formular declaraciones.
La senadora socialista Mónica Xavier enfatizó su deseo de que el acto no ahonde las diferencias: “No conozco los fundamentos del cambio de orden de Mujica. Las definiciones del propio gobierno han ido y venido. Desde mi óptica, de hacerse el acto, lo único que puedo reclamar es que esa proclama reconozca la necesidad del camino hacia la verdad y la justicia para la reconstrucción de la memoria”.
El comunista Juan Castillo discrepó con la iniciativa: “No creo que sea una resolución que contribuya a democratizar las Fuerzas Armadas. Hubo declaraciones de Lucía Topolansky en el sentido de ideologizar a las Fuerzas Armadas y fue el mismo Huidobro el que dijo que esas declaraciones no eran justas. Con esto, toma la misma actitud”.
Para el senador del MPP Ernesto Agazzi hay un cambio sustancial positivo: “Este es un acto donde en realidad el que va a hablar es el Ejército; hasta ahora era un acto de los retirados. Voy a esperar a ver qué es lo que dice el comandante, porque en principio me parece que es preferible que hable el Estado, las Fuerzas Armadas alineadas, y no que hablen los ex gorilas. A mí me interesa de acá para adelante cómo se usa eso. En general yo no estoy mirando mucho para atrás, me interesa el Uruguay de acá para adelante. No estoy para cobrar cuentas, eso no me interesa”.
El senador de la Vertiente Artiguista Enrique Rubio envió desde Paysandú una opinión escueta pero contundente: “Estoy en un cien por ciento de acuerdo con lo expresado por Familiares de Detenidos Desaparecidos”.
Fuente: BRECHA
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