jueves, 1 de febrero de 2018

Brasil: encuesta muestra la enorme crisis de representación




Encuesta de Datafolha expone la enorme crisis de representación: a pesar de la condena Lula crece, y si quedara afuera, blancos y nulos tomarían la delantera.

Cuatro miedos del régimen político emergieron con los resultados de la primera encuesta de Datafolha luego de la arbitraria condena de Lula por el Tribuna Regional Federal 4. Miedos conocidos, casi esperados: Lula incrementa su fuerza, ubicándose primero en la intención de voto en primera vuelta (37%) y ganando en cualquier escenario en segunda vuelta. Sin Lula en las urnas, los votos en blanco y nulos alcanzan un histórico resultado superior al 30%. Sin Lula, el reaccionario Jair Bolsonaro estaría en primer lugar en las encuestas. Por último, todos los políticos favoritos de la centroderecha, como el gobernador de San Pablo Geraldo Alckmin, el presentador de televisión Luciano Huck o el alcalde de la ciudad de San Pablo, João Dória, vegetan entre el 6% y el 10%. Es la crisis orgánica, estúpido.
Las expectativas estaban sobre la mesa: luego del avance autoritario del poder judicial contra el derecho de la población a votar a quien quiera -incluso a Lula- exponentes de la prensa oficial, del poder judicial y de los empresarios esperaban que la candidatura de Lula se deshidratase, que Bolsonaro perdiese su argumento anti-Lula y que Alckmin -seleccionado por el PSDB para la candidatura unificada de los mercados financieros -creciese o por lo menos saliese de su estado vegetativo. La agenda "propia" de ataques que el PT venía aplicando contra la población -y viene prometiendo aplicar, como con la "reforma previsional" propia, según dijo la presidenta del PT Gleisi Hoffman- no obedece exactamente el ritmo de "marcha forzada" que desea la burguesía.
Pero lo que se vio fue que el juicio del TRF4 pasó prácticamente desapercibido a efectos de la encuesta electoral. Si hubo algún cambio, es que le dió más fuerza a Lula: es evidente que amplios sectores de la población vislumbran votar en el petista.
Aun condenado por el TRF4, Lula lidera la primera vuelta en todos los escenarios en los que su nombre es colocado, con porcentajes que varían entre 34% y 37%. En segunda vuelta, le ganaría a Alckmin (49% a 30%) y a Marina Silva (47% a 32%), y además a Bolsonaro. El reaccionario excapitán del ejército fue golpeado por las denuncias de enriquecimiento ilícito en la política, lo que quiebra su discurso de "honestidad": sin Lula, registra el 18%. Marina Silva y Ciro Gomes se benefician poco con la salida de Lula mientras que Alckmin y Huck, aun con Lula fuera de la contienda, no alcanzan el 10% de la intención de voto.
El verdadero ganador sería el voto blanco/nulo, con casi el 32% de intención de voto sin Lula en las urnas. Según la encuesta, en la migración de electores de Lula en esta situación, la mayor parte (31%) se va a blancos y nulos. 15% pasan a votar a Marina Silva, 14% a Ciro Gomes, 8% a Luciano Huck, 7% a Jair Bolsonaro y 6% a Geraldo Alckmin.
Como escribe Kennedy Alencar, un índice tan grande de nulos y blancos significa "abrir las puertas del infierno" y muestra que una enorme parte de los electores tiende a deslegitimar las elecciones de 2018. En términos marxistas, "más allá de este portal, el abismo" para las esperanzas de estabilidad de la burguesa: nuevas formas de pensar tomarán aliento, a derecha y también a izquierda.
Favorito como candidato presidencial por el PSDB, Alckmin vegeta en todos los escenarios probados. El gobernador de San Pablo tiene entre 6% y 11% de la intención de voto, mientras hace que los docentes del estado pasen hambre con desempleo masivo, producto del cierre de aulas.
Esto tiene razón de ser: lo que el marxista italiano Antonio Gramsci clasificó como crisis orgánica es un problema profundo en Brasil. Se trata de "crisis globales" (económica, política y social) en la autoridad estatal, que afecta a todo el régimen político-partidario, cuyas principales representaciones se ven "separadas" de su base política tradicional. Los partidos tradicionales "ya no son reconocidos como expresión por su clase o fracción de clase", decía Gramsci, dando lugar a una situación delicada en la que "el campo queda abierto a soluciones de fuerza".
Sacar a Lula arbitrariamente de la contienda no es lo mismo que resolver la crisis de representación del régimen del 88, que está deteriorado. Aunque las alas más "liquidacionistas" dentro del régimen de la Nueva República tengan éxito en dejar a fuera al PT -un partido fundamental para la institucionalidad de la burguesía desde la década de 1980- nada indica una menor inestabilidad en la situación.
Al contrario, la división interburguesa, la insatisfacción en las clases medias y la ausencia de un nuevo ciclo de crecimiento económico agravan los elementos de inestabilidad. Si agregamos la intención que tiene el gobierno de seguir los ataques draconianos como la reforma previsional, el camino está abierto a una nueva intervención de los trabajadores en el escenario nacional. Este es el principal miedo del principal vocero de los mercados financieros imperialistas, el Financial Times.
Es cierto que los resultados de la encuesta traerán consecuencias. Los diarios financieros decían que los accionistas "todavía digerían" la encuesta. El mismo diario Folha de S. Paulo califica el descubrimiento de la montaña de votos blancos/nulos como "crisis de la democracia", con el riesgo de ser elegido un presidente rechazado por dos tercios del electorado, según el par de candidatos que llegue a segunda vuelta. A pesar de la reaccionaria naturalización de la intervención del poder judicial en la política, hay límites en su capacidad de convencer "sin pruebas, sino con convicción" un juício farsesco con bases fragilísimas -que ni siquiera merecerían atención en otros países- se reflejó en el mantenimiento de la intención de voto a Lula. Un notable revés para la república de la toga.
No defendemos el proyecto político del PT. El segundo capítulo del golpe institucional, al igual que el primero, está al servicio de aplicar ataques más duros que los que venían aplicando Dilma y Lula. Sin embargo, damos la batalla política para construir una alternativa anticapitalista y socialista que supere al PT a la vez que defendemos el derecho democrático de la población de votar a quien quiera.
Las centrales sindicales le dan tiempo a que los parlamentarios se pongan de acuerdo para aprobar la reforma previsional. Hicieron una convocatoria a una "Jornada Nacional de Luchas" para el 19 de febrero. El MRT de Brasil participará con todo de la jornada, pero con una política propia. Es urgente que las centrales sindicales, la CUT y la CTB, dejen de arrastrarse detrás de la agenda parlamentaria y organicen ya una huelga general en todo Brasil, como parte de un plan de lucha para frenar la reforma previsional y defender el derecho democrático de la población de decidir a quién votar.

André Augusto

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