viernes, 4 de diciembre de 2015

Mayor alineamiento del gobierno con la política exterior imperialista




Luis Almagro, senador electo del MPP y ex canciller durante el gobierno de Mujica, pasó de ser un firme defensor del gobierno chavista a hacer fuertes críticas al proceso electoral venezolano condenando la “falta de transparencia” del sistema electoral en sintonía con la posición de Estados Unidos y la oposición patronal venezolana.

Haciendo buena letra con el imperialismo

Las declaraciones de Luis Almagro - actual secretario general de la OEA - sobre el proceso electoral venezolano y del actual canciller Rodolfo Nin Novoa sobre la necesidad de crear una alianza contra el Estado Islámico, muestran un mayor alineamiento del gobierno frenteamplista con la política exterior norteamericana.
Luis Almagro, senador electo del MPP y ex canciller durante el gobierno de Mujica, pasó de ser un firme defensor del gobierno chavista a hacer fuertes críticas al proceso electoral venezolano condenando la “falta de transparencia” del sistema electoral en sintonía con la posición de Estados Unidos y la oposición patronal venezolana.
El abrupto cambio de posición motivó una carta de Mujica tomando distancia de su ex aliado, pero también generó el apoyo entusiasta del ministro de economía Danilo Astori, líder del Frente Líber Seregni, quien dijo que la carta en la que Almagro cuestiona las elecciones venezolanas, era “magnífica” y “muy equilibrada”. Distintos políticos blancos y colorados también apoyaron las acciones de Almagro.
Por su parte el actual canciller Nin Novoa declaró hace pocas semanas durante su visita a Francia junto al presidente Tabaré Vázquez que Uruguay apoyará, desde su lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, la creación de una alianza internacional para combatir al Estado Islámico, reforzando la política guerrerista de las principales potencias imperialistas que hoy se ubican cínicamente contra el terrorismo pero que fueron quienes financiaron su surgimiento.

Cambios en la orientación de la política exterior

En épocas de auge de los gobiernos post-neoliberales en la región – con expresiones como Evo, Lula, Kirchner y Chávez - José Mujica como presidente intentó posicionarse con cierta autonomía frente a los lineamientos norteamericanos, acercándose a estos líderes regionales.
Eran épocas de bonanza económica a nivel internacional, que trajeron no solo una situación algo más desahogada para Uruguay sino también una mejor situación en países como Venezuela que en esos años podía prestar dinero o ayudar emprendimientos productivos locales (Funsa, sector lácteo, etc.) lo cual era un aliciente para las buenas relaciones con los gobiernos “progresistas” y el apoyo o defensa a nivel diplomático.
Con los primeros efectos de la crisis llegando al país (y el drástico desmejoramiento de la situación de economías como la venezolana), se produjo también el cambio de gobierno y la asunción de Tabaré Vázquez como presidente. A nivel regional coincide con el agotamiento de los gobiernos post-neoliberales que se debaten entre escándalos de corrupción, derrotas electorales y problemas económicos.
En este momento de crisis y cuando el gobierno de Tabaré Vázquez da claras señales de tomar el camino del ajuste, la política exterior uruguaya vuelve a su línea más tradicional de apoyo directo a las directrices norteamericanas. La política del actual gobierno es hacer buena letra con el imperialismo, hacerle los mandados y defender a nivel internacional sus posiciones.
La mayor presencia a nivel de organismos internacionales (reingreso de Uruguay al Consejo de Seguridad de la ONU luego de 50 años) es producto de las nuevas concesiones y claudicaciones a las políticas imperialistas.

Que política exterior necesitamos

La clase trabajadora uruguaya deberá enfrentar esta derechización de los gobernantes frenteamplistas partiendo del sentimiento antiimperialista que es una tradición histórica entre los obreros y los sectores populares.
Ante el agotamiento de los gobiernos post neoliberales, la única salida posible pasa por la unidad latinoamericana pero en clave socialista, es decir que los pueblos oprimidos de Latinoamérica se unan para echar al imperialismo de la región, lo que significa expropiar sus capitales y centros productivos.
Cuando se cuestione la propiedad y se nacionalicen los principales medios de producción, la banca, la gran propiedad de la tierra y el comercio exterior, podremos pensar en una verdadera hermandad latinoamericana basada en gobiernos de los trabajadores, el pueblo pobre y los campesinos y pueblos originarios, en una Federación Socialista de América Latina.

Hernán Yanes

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