miércoles, 5 de agosto de 2015

China: ¿Qué hay detrás del derrumbe bursátil?




La reciente conmoción del Mercado de Valores generó un desbarranque de las acciones del 35% en un mes, incluyendo la peor caída en un día desde el año 2007. Representa el primer traspié importante que enfrenta el capitalismo chino luego del estallido de la crisis de 2008 y bajo la nueva administración Xi Jinping, colocando al desnudo las grandes disyuntivas de su economía. Aunque las causas inmediatas que dispararon el derrumbe continúan siendo objeto de especulaciones múltiples, la intentona del gobierno durante el mes de junio de frenar el endeudamiento de las empresas y limitar el apalancamiento de los bancos, se encuentra entre los determinantes centrales. Esta tentativa –fallida por ahora- es expresión de contradicciones agudas que involucran tanto los límites del lugar de China en el mundo en cuánto fuente de atracción de capitales, como el agotamiento del “modelo exportador” mancomunado y su dificultosa necesidad de incorporarse al mercado financiero internacional. Todas determinaciones asociadas, en última instancia, al interrogante sobre la capacidad china de continuar actuando como factor de contención de la crisis económica mundial, así como sobre la viabilidad de su tortuosa tentativa en pos de consolidar los rasgos imperialistas que la caracterizan.

Shanghai y Shenzhen

En el curso del último año los dos grandes índices bursátiles chinos –correspondientes a las ciudades de Shanghai y Shenzhen-, acumularon un crecimiento vertiginoso equivalente al 150% y muchos adquirientes de títulos habrían tomado dinero prestado colocando esas mismas acciones como garantía. A pesar de las caídas recientes, aún las acciones se encuentran, en promedio, cerca de un 75% por encima de los valores que marcaban hace un año. Es cierto que el mercado bursátil todavía ocupa un lugar marginal en la economía china. Los mercados accionarios del país mueven un monto equivalente a aproximadamente un tercio del Producto Bruto Interno, en comparación con más del 100% en los países centrales. Si por un lado estos factores acotan la posibilidad de que la bolsa arrastre al conjunto de la economía china, por el otro, la existencia de un gran sector bancario no regulado –denominado “Banca en las sombras”-, hace pensar que una ruptura de la cadena de pagos en el ámbito bursátil no estaría exenta de desatar una oleada de corridas bancarias, precipitando una crisis de la economía.

Fundamentos tras un boom

Los motivos del incremento acelerado de la bolsa china durante el último año, están asociados a múltiples factores de entre los que resaltamos a continuación los más significativos. En primer lugar, China actuó desde su entrada a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2001, como fuente privilegiada de acumulación del capital proveniente de procesos de deslocalización que se desarrollaban en países centrales, en particular, Estados Unidos. Luego de la crisis de 2008 y tras el gigantesco plan de estímulos fiscales del gobierno, la economía china logró retomar una alta senda de crecimiento que a partir del año 2010 la convirtió en clara contratendencia a la Gran Recesión desatada en la arena internacional. Durante el período siguiente y a la vez que China se convertía en la segunda economía mundial, comenzaba a sufrir los efectos combinados de una tendencia interna a la sobreacumulación de capitales –con una inversión cercana al 50% del PBI y reducción de la rentabilidad- y los límites que el estancamiento de la economía mundial imponía a su “modelo exportador”. Estos factores constituyeron el punto de partida del intento de la burocracia gobernante de efectuar un giro hacia un “modelo” que permitiera incrementar el consumo interno, incentivar la exportación de capitales y una mayor internacionalización de su moneda, el yuan, a fin de participar con mayor agresividad sobre el resto del mundo y en el llamado “mercado de capitales”. Si el proceso de menor crecimiento –o enfriamiento- de la economía china es una consecuencia lógica, derivada de los límites a la continuidad del “modelo exportador”, el ritmo de ese enfriamiento depende estrechamente de la capacidad del país de llevar a cabo las transformaciones mencionadas. Transformaciones cuyo éxito conjunto se asocia en última instancia, a la posibilidad/imposibilidad de China de reafirmar sus crecientes rasgos imperialistas. Hasta el momento, el estado de avance de los tres elementos señalados más arriba resulta contradictorio y no logra suplir la brecha abierta por los límites a la continuidad del “modelo” anterior. La resultante es una compleja trama en la cual si el crecimiento de la economía no cae abruptamente, tampoco la transformación lograda es suficiente para mantener el nivel de incremento esperado por el gobierno. Esta contradicción explica tanto el desarrollo de la burbuja inmobiliaria de los años anteriores como la reciente burbuja bursátil.

Burbujas

El estímulo de distintas “burbujas” por parte del gobierno –de una manera no muy distinta a la occidental- es una respuesta a los límites de las trasformaciones señaladas. Persigue generar tanto un espacio para la “valorización” de capitales que no encuentran lugar para la inversión como la creación de demanda a través del estímulo del crédito. No casualmente el crecimiento de la burbuja bursátil del último año, se produjo a la par de la retracción del sector inmobiliario. Ambos procesos se encuentran en la base del incremento de la deuda y el crecimiento de la banca no regulada que desde el 2008 hasta la actualidad pasó a representar un tercio del total de las instituciones bancarias. Pero el ascenso desenfrenado del mercado bursátil desencadenó un panorama contradictorio para la administración Xi Jingping. Las tensiones que se estaban acumulando en la economía condujeron al gobierno a intentar frenar el endeudamiento de las empresas e intervenir para limitar el apalancamiento de los bancos. El resultado, sin embargo, fue catastrófico con el conocido derrumbe bursátil que llevó al gobierno a revertir su accionar inicial retomando las medidas de intervención estatal a fin de sostener el precio de las acciones. Amén de que aún no está claro en qué grado el accionar gubernamental podrá frenar el derrape, el acontecimiento puso de manifiesto una sucesión de contrariedades.

Efecto amplificador

El accionar del gobierno frente a la caída de la bolsa desnudó cuestiones estructurales que tienen que ver con las dificultades de China para liberalizar su moneda y sus “mercados de capitales”. Por un lado el país no puede liberalizar completamente el yuan ni los movimientos de sus mercados de capitales y bursátiles, porque eso lo convertiría en presa de los movimientos especulativos –y no especulativos- del capital extranjero haciéndolo perder el control de su moneda. Pero por otro lado, si China quiere lograr mayor injerencia mundial debe aceptar “las reglas” del mercado de capitales. Con esta contradicción juegan Estados Unidos y el FMI que la presionan para que liberalice el yuan mientras le impiden el ingreso a la canasta de monedas que integra los Derechos Especiales de Giro.
En conclusión, detrás de los movimientos bursátiles, se esconden fundamentalmente dos complejas cuestiones. Por un lado un crecimiento del PBI moderadamente –al menos por ahora- inferior al esperado, que expresa el resultado contradictorio de los intentos desarrollados hasta el presente por el gobierno en el camino de modificar el estatus de la economía china. En el contexto internacional el derrape bursátil amplificó un factor -en escena desde hace tiempo- como la caída del precio del petróleo, el mineral de hierro, el cobre, el aluminio y otras materias primas cuyas cotizaciones se encuentran en baja no sólo por el menor crecimiento chino sino también, y muy especialmente, por la revaluación del dólar y la amenaza norteamericana de elevar las tasas de interés. Por otra parte, los movimientos espasmódicos que el gobierno efectuó con la Bolsa dejan ver que tras el velo bursátil se oculta la cuestión de la liberalización del yuan y los mercados de capitales, una de las mayores contradicciones y peligros que enfrentará el gobierno chino en el período próximo.

Paula Bach

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