lunes, 21 de octubre de 2013

Las razones del general Giap




Un cálido homenaje tributó la nación vietnamita a su emblemático héroe Vo Nguyen Giap, Comandante en Jefe del Ejército Popular de Vietnam y, junto a Ho Chi Minh, épico combatiente de las guerras de su país por la independencia, la reunificación y el socialismo, fallecido en Hanoi el 4 de octubre, a la edad de 102 años.
Giap concitó la admiración y el respeto de todo el mundo por sus extraordinarias hazañas militares, pero no en todas partes el tributo de recordación fue igualmente sincero.
En Estados Unidos, el historiador y periodista Nick Turse logró insertar en el New York Times una colaboración suya dirigida a poner en claro que las declaraciones de ex oficiales de las fuerzas armadas estadounidense reconociendo los méritos militares del General Giap publicadas por ese diario seguían una perversa orientación común que pretendía rebajar los méritos del genial estratega militar vietnamita. Según criterio de Turse, todos ellos conducían, de alguna manera, a la idea de que Estados Unidos perdió la guerra de Vietnam porque el General Giap no vacilaba en utilizar una cantidad desmesurada de fuerzas porque los soldados vietnamitas eran muy baratos, razón por la cual los estrategas norteamericanos no podían competir en este aspecto de la batalla.
"La vida humana en el Oriente no tiene tan alto precio como en el Occidente," es una famosa frase del general de EEUU William C. Westmoreland. “Los vietnamitas aceptaban grandes bajas porque no daban mucho valor a la vida humana”, ha dicho el jefe militar cuyas fuerzas fueron derrotadas y acabaron huyendo en desbandada de Vietnam. Paradójicamente, Turse considera que, “la derrota de Estados Unidos fue probablemente resultado, en buena medida, de las víctimas vietnamitas que causamos, no sólo en el fuego cruzado militar, sino como resultado directo de nuestra política y tácticas”.
Mientras que casi 60.000 soldados estadounidenses murieron, unos 2 millones de civiles vietnamitas perecieron y millones más fueron heridos o desplazados durante la intervención de los Estados Unidos en Vietnam, según estimación de investigadores y fuentes del gobierno estadounidense.
Turse explica que “enfurecidos, disgustados y enajenados por los abusos de que eran víctimas por parte de las tropas estadounidenses que decían ser sus aliados, civiles vietnamitas sin inclinación alguna a favor de nuestros adversarios, les ayudaban”.
“Ahora, cuatro décadas más tarde, en tierras lejanas como Pakistán y Afganistán, los ciudadanos de esos países igualmente valoran a Estados Unidos como enemigo, porque Washington les ha convertido en daños colaterales de una guerra contra el terrorismo con la que ni siquiera el pueblo estadounidense se identifica”.
Tras una década analizando archivos por mucho tiempo clasificados de una extensa investigación penal militar, transcripciones de Cortes marciales, estudios del Congreso, trabajos periodísticos y testimonios de soldados estadounidenses y civiles vietnamitas, Turse concluye que quienes en verdad han mostrado desprecio por la vida humana han sido el general Willam Westmoreland, sus subordinados, superiores y sucesores.
Ello deriva esencialmente de la estrategia estadounidense de matar tantos “enemigos” como sea posible y juzgar el curso de la guerra por el conteo de los cadáveres (body count). Estados Unidos declaraba zonas de fuego libre a amplias franjas en el territorio de Vietnam del Sur– donde podía eliminarse a cualquier ser vivo. A ello unía un fuego de artillería destinado a mantener al enemigo en constante inquietud, obligando a cientos de miles de civiles a desplazarse a barrios marginales y campamentos de refugiados.
“Habiendo entrevistado a sobrevivientes de masacres ejecutadas por fuerzas de Estados Unidos en Phi Phu, Trieu Ai, My Luoc y tantas otras aldeas, puedo afirmar con certeza que era falsa la evaluación de Westmoreland” declara Turse.
“Décadas después de terminado el conflicto, los pobladores aún lloran a sus seres queridos - cónyuges, padres, hijos, muertos en horribles sacudidas de violencia. Me dijeron que, luego de vivir por años bajo bombas, proyectiles de artillería y helicópteros artillados norteamericanos, ellos consideran que nada podría ser más cruel o despreciativo de la vida humana que las políticas estadounidenses”. Sobra decir que el genio militar, político y humano del General Giap, que lo llevó a ser conocido en Occidente como “el Napoleón Rojo” o “el General que humilló a Occidente” era producto y reflejo de un pueblo extraordinario que, como él, ha sido capaz de las mayores proezas ante contrarios con mayores recursos materiales, a base de iniciativa, audacia y sorpresa.
Los soldados que el genio militar de Giap comandaba no eran “muy baratos”, sino muy valientes y muy imbuidos de amor a su patria y a la justa causa por la que luchaban.

Manuel E. Yepe

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