domingo, 6 de octubre de 2013

Brasil: se viene la segunda vuelta




Las grandes movilizaciones que conmovieron al país en junio y parte de julio se han dado un respiro. El gobierno, en el marco de esta tregua, no logra poner en marcha sus planes de recuperación económica (en especial, las concesiones públicas: 7.500 kilómetros de rutas, 10 mil kilómetros de ferrocarril, puertos y, sobre todo, la exploración de petróleo), en los cuales pretendía inyectar 225 mil millones de reales (100 mil millones de dólares). La principal ruta licitada (Espíritu Santo-Minas) no atrajo siquiera una oferta. La “huelga de inversiones” continúa y va a afectar todas las ruedas de privatizaciones previstas. Esto pese a las condiciones ofrecidas, las cuales enrojecen de vergüenza hasta a los “neoliberales”: financiamiento del 70% de la “inversión” por bancos privados, con líneas de crédito del banco estatal (BNDES). Los generosos financiamientos estatales saltaron de 1,2 para 8,3% del PBI en los últimos cuatro años.
La llamada “beca (bolsa) capital” está en la base de la inflación, del aumento vertiginoso de la deuda pública (casi 64% del PBI) y de la fuga de capitales -también incentivada por el aumento de la tasa de interés en Estados Unidos. The Economist (7/9) dio la alarma: Brasil se encuentra en la “zona roja” de vulnerabilidad de pagos, debido a los flujos (y reflujos) de capital externo; empata en el cuarto lugar mundial con Argentina, en una lista encabezada por Turquía. La principal esperanza, ahora, es el remate del gigantesco campo petrolero marítimo (pre-sal) de Libra, el 21 de octubre, cuando el gobierno espera la oferta de PetroChina (la tercera petrolera mundial). China se ha transformado en el principal proveedor comercial de Brasil. La balanza comercial se ha convertido en deficitaria por primera vez en la década.

Elecciones

Las encuestas electorales para 2014 han cedido su lugar a la crónica de la explosión de la coalición de gobierno. Paulinho da Força, dirigente de una central sindical, rompió con el PDT (miembro de la “base aliada”) y se llevó 31 diputados para un nuevo partido “de oposición”. El PSB, el partido que más creció en las últimas elecciones, también ha salido del gobierno (entregó sus dos ministerios) para lanzar una candidatura opositora en 2014, la del gobernador pernambucano Eduardo Campos. El PT, en cambio, no entregó sus cargos en los gobiernos estaduales que dirige el PSB, a pesar de que estos son ahora plataformas de oposición al PT (obvio, los secretarios petistas de esos gobiernos se están llenando los bolsillos).
Frente al desbande político, el PT usa la fuerza. Para impedir la formalización de la candidatura presidencial de la ex ministra petista Marina Silva (una eco-evangélica reaccionaria que amenaza con sacarles decenas de millones de votos), le bocharon casi 250 mil fichas de afiliación. Aunque obviamente falsificadas, si ese criterio se aplicara a todos los partidos, no quedaría ni uno solo en Brasil (un estudio de abogacía dio a conocer la “tarifa” para legalizar un partido). El gobierno metió la mano también en el STF (Supremo Tribunal) para habilitar un segundo juicio a los dirigentes del PT responsables del mensalão (la coima pagada a parlamentarios por el gobierno Lula), los que ya han sido declarados culpables, para facilitar su absolución o una reducción de penas. Esto va a beneficiar a otros sobornadores, los del PSDB “opositor”, cuyas fechorías ya comprobadas se remontan a 1998 (con juicio previsto para ¡2014!). La crisis los divide, el chorreo los une.
La descomposición de la alianza capitalista que sustenta al gobierno “de los trabajadores” no es nada comparada con el mar de fondo en el propio PT, aunque no por cuestiones de principio. En las elecciones internas del PT (previstas para noviembre), hay nueve listas y seis candidatos a presidente inscriptos -de los cuales tres son “de izquierda”. Un núcleo de izquierda del PT expuso en los siguientes términos la confrontación interna: “¿Concejeros municipales petistas de San Pablo, que homenajean a la Rota (policía asesina que fue base de los “escuadrones de la muerte”) y a la dictadura militar merecen continuar en el PT? ¿Un ministro de (in)Justicia que ofrece la policía para espiar al Movimiento Pase Libre es petista? ¿Un ministro de Educación que elogia a la dictadura militar puede continuar en el PT? El acto desesperado del presidente del PT de enviar a las calles a sus soldados (en junio pasado, cuando los manifestantes les rompieron el culo a patadas), mientras los generales dormían en Brasilia, fue el punto final”.

Luchas

En ese cuadro, metalúrgicos, bancarios (en huelga nacional desde el 19 de septiembre) y correos han salido a la lucha por el salario y las condiciones de trabajo. Los metalúrgicos de San Pablo unificaron su campaña salarial, con paros de 24 horas en fábricas de San José dos Campos y del ABC, con más de 8 mil trabajadores parados. Los trabajadores postales han superado el carneraje de su dirección nacional (la Federación de Correos, que levantó la huelga a cambio de nada) y mantienen el paro en veinte estados. La juventud combatiente de junio-julio, en estado de deliberación y movilización latente, ve perfilarse un nuevo liderazgo social. La fusión de ambos exige un instrumento político. Para que el “punto final” no sea el de un “pliego” circunstancial, sino el de todo el régimen de entrega y explotación.

Osvaldo Coggiola

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