viernes, 18 de septiembre de 2009
Orígenes de la crisis integral del capitalismo
La actual crisis integral del capitalismo es resultado de la evolución de ese sistema que —en última instancia— privilegia a la propiedad privada y al mercado, aupando las ganancias que generan las mercancías aunque vaya en detrimento del valor de uso de la producción y los servicios.
Esa formación económico-social desde sus orígenes ha causado la deformación de la sociedad universal, al provocar espirales diametralmente opuestas: pocos, que cada vez tiene más riquezas y muchos, en continuo proceso de degradación humana.
En su trayectoria que rebasa el medio milenio, el capitalismo logró imponer la seudo-cultura de un consumismo desenfrenado que ha afectado incluso a la Naturaleza, sobre la base de que su ley fundamental es la obtención de plusvalía, el robo del sudor ajeno a cualquier precio.
Es comprensible que el ciclo decenal de estancamiento, prosperidad, superproducción y crisis que se repitió desde 1825 hasta 1867 se haya convertido en una depresión permanente y crónica a partir de entonces.
Así, el reinado del capital ha conllevado a que el período de bonanza se evapore antes de llegar al clímax, a causa de la contradicción existente entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación.
Precisamente para contrarrestar el movimiento contestatario del proletariado, la burguesía se vio obligada a ceder en la cuota de ganancia y se esforzó en darle algunas migajas a las masas populares.
Por ejemplo, sobre todo en el Norte desarrollado, se hicieron común servicios de salud y educación gratuitos, jornadas laborales de menos de ocho horas, subsidios por desempleo…
La historia registra que posterior a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se asistió a un apreciable incremento del nivel y la calidad de vida de las mayorías de personas que habitaban las naciones desarrolladas.
Pero —al decir de Carlos Marx—, la producción capitalista solo momentáneamente consiente una prosperidad relativa de la clase trabajadora, prosperidad que es siempre, por otra parte, un pájaro agorero de tormenta. La vida así lo ha confirmado.
Vale recordar que tras el proceso de derrumbe del socialismo en la ex Unión Soviética y sus aliados europeos, Occidente incrementó el proceso de desmontaje del “estado de bienestar social” como consecuencia del Neoliberalismo.
Se introdujo el culto desmedido a la propiedad privada, la no intervención del Estado en el desenvolvimiento de la sociedad —salvo si se trata de reprimir al pueblo— y la supresión de preferencias para los pobres a partir de una supuesta libertad e igualdad competitivas.
El estallido de la actual crisis tenía entonces sus días contados.
Noel Manzanares Blanco (AIN, especial para ARGENPRESS.info)
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