viernes, 11 de septiembre de 2009

La infiltración de la CIA en los medios de comunicación



¿Sería posible, sin verse aupado a la picota de los «conspiradores», decir que los consumidores de la «gran prensa» francesa deberían reflexionar sobre lo que van a leer aquí?
¿Qué sabemos (de fuentes fidedignas) de la infiltración de la CIA en nuestros medios de comunicación?
Tomemos el caso de una riquísima ONG que he estudiado de cerca desde hace varios años y que inunda los medios franceses con miles de comunicados anuales, informaciones que se toman a menudo con el sistema de corta-y-pega. Así se forma la opinión francesa, que se ha vuelto desconfiada con respecto a los países cuyas opciones políticas y económicas incomodan al Tío Sam.
Pero en primer lugar dejemos la palabra a testigos poco sospechosos de contaminación marxista.
«La CIA controla a todos los que son importantes en los principales medios de comunicación». (William Colby, ex director de la CIA).
«Podemos encontrar periodistas más baratos que una buena prostituta, por doscientos dólares mensuales». (Un agente de la CIA sobre el hecho de recurrir a los periodistas para propagar los artículos de la organización).
« Katherine The Great », de Deborah Davis, Sheridan Square Press, 1991 (1).
«Estados Unidos y la Unión Europea controlan el 90% de la información del planeta: de las 300 principales agencias de prensa, 144 tienen su sede en Estados Unidos, 80 en Europa y 49 en Japón. Los países pobres, en los que vive el 75% de la humanidad, poseen el 30% de los periódicos del mundo». (Ana Delicado, periodista), «Los medios cuentan un solo Mundo, sin el Sur»).
Y para terminar, unas palabras del periodista de Nueva York John Swinton, quien, el 25 de septiembre de 1980, se negó a brindar por la libertad de prensa diciendo:
«En Estados Unidos, actualmente, no existe prensa libre e independiente. Ustedes lo saben tan bien como yo. Ni uno solo de entre ustedes se atreve a escribir sus opiniones honradas, y saben muy bien que si lo hicieran no se publicarían. Me pagan un sueldo para que no publique mis opiniones, y todos sabemos que si osáramos hacerlo nos encontraríamos en la calle de inmediato. La labor del periodista es la destrucción de la verdad, la mentira flagrante, la perversión de los hechos y la manipulación de la opinión al servicio de las potencias económicas. Somos herramientas obedientes de los ricos y poderosos que mueven los hilos entre bastidores. Nuestros talentos, nuestras capacidades y nuestras vidas pertenecen a esos hombres. Somos prostitutas del intelecto. Todo esto, ¡ustedes lo saben tan bien como yo!» (Citado en: « Labor’s Untold Story », de Richard O. Boyer y Herbert M. Morais, NY, 1955/1979).
La ONG que he estudiado se llama Reporteros Sin Fronteras. ¿Se puede medir su independencia con respecto a EEUU y las empresas estadounidenses encargadas de intoxicar a la opinión mundial? Aquí están los elementos que conducen a responder afirmativamente:
En el momento en que se redacta este artículo (30 de agosto de 2009), las cuentas de RSF del año 2008 todavía no se han publicado, lo que viola la ley relativa a las organizaciones calificadas de utilidad pública. Sin embargo, hay dos secciones interesantes en la web de RSF. Una se titula «Cuentas 2007» y la segunda «Actuar con nosotros».
En la primera leemos: «Las empresas que apoyan a Reporteros Sin Fronteras son principalmente Sanofi Aventis y CFAO, y la lista de fundaciones privadas incluye a la Fundación Soros, Center for a Free Cuba (Centro para una Cuba Libre), National Endowment for Democracy, Sigrid Rausing Trust, Oberbrook Fondation y Fondation de France».
En la segunda, en la subsección: «Las empresas socias de las acciones y las campañas de Reporteros Sin Fronteras», y en el capítulo: «Las fundaciones» encontramos: La Fundación Ford, National Endowment for Democracy (NED), Open Society Institute y, finalmente, Sigrid Rausing Trust, sobre la que no hay mucha información (¡llamada a los lectores astutos!), pero de la que RSF nos dice que: «apoya las actividades de Reporteros Sin Fronteras para defender la libertad de prensa y hacer que retroceda la censura en el Magreb, Oriente Medio e Irán». No en Colombia, México o Perú, los chicos de los USA, en resumen.
Observemos en conjunto a los patrocinadores extranjeros de RSF:

Fundación Soros

Cent er for a free Cuba, (CFC).

Open Society Institute (perteneciente a Soros, citada más arriba).

Overbrook Foundation.

National Endowment for democracy (NED).

Fundación Ford.

Para abreviar, remito al lector al libro «Les Etats-Unis de mal empire» de Danielle Bleitrach, Viktor Dedaj y Maxime Vivas (Estados Unidos o el imperio de mal en peor, traducido por Aurora Fibla Madrigal, editorial José Martí, La Habana, 2006) y a mi libro «La face cachée de reporters san frontières. De la CIA aux Faucons du Pentagone» (ambos publicados por ediciones Aden), para saber qué son la NED (2) y el CFC (3). Las relaciones casi directas de la NED con la CIA están demostradas de forma irrefutable, e incluso confesadas por los responsables de la organización. El CFC tiene la misión de derrocar al gobierno cubano.
Veamos ahora las otras, de las cuales se ha hablado poco hasta ahora:

Soros y su Open Society Institute

George Soros es socio del célebre Carlyle Group, nido de republicanos y ex miembros de la CIA, entre ellos un tal Franck Carlucci que fue subdirector. Soros salvó a George W. Bush de la quiebra cuando este último dirigía una sociedad de prospección petrolera. Son incontables los países de América Latina y Europa del Este en los que ha intervenido (con éxito) la Open Society Institute para favorecer el establecimiento de dirigentes pro estadounidenses.

Overbrook Foundation

Durante la guerra fría, para frenar la influencia soviética, la CIA creó Radio Free Europe, que emitía en dirección a los países del Este.
Entre los promotores de dicha emisora de radio se encontraba un tal Franck Altschul.
Al mismo tiempo, con el fin de preparar a su opinión pública para una eventual intervención contra el bloque socialista europeo, la administración estadounidense organizó una operación de intoxicación mediática en su propio territorio. Una organización formada, teóricamente, por ciudadanos apolíticos, «The Committee on the Present Danger», se creó para este fin.
Entre sus principales dirigentes figuraban Franck Altschul y William J. Donovan.
¿Quién es William J. Donovan? Un funcionario estadounidense que, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, fundó la OSS (Office of Strategic Services), la precursora de la CIA (Central Intelligence Agency). Durante la guerra, Donovan dirigió los servicios secretos de EEUU.
La OSS formó a los futuros directores de la CIA. Entre ellos William Casey, por cuya recomendación la administración Reagan fundó la NED a principios de los años 80.
Pero volvamos un momento al mencionado Franck Altschul, que trabajaba para la CIA en Radio Free Europe con William Donovan, futuro jefe de los servicios secretos de EEUU y fundador de la OSS, la precursora de la CIA cuyo futuro director fue Willian Casey, instigador de la NED, pantalla de la CIA. Franck Altschul es, además, el fundador de la «Overbrook Fondation», ese nuevo patrocinador de RSF.

La Fundación Ford

El día 20 de agosto de 2006, y después el 25 del mismo mes, dirigí a Robert Ménard dos mensajes electrónicos en los que le invitaba a ajustarse a sus obligaciones legales respondiendo a una serie de preguntas. Por ejemplo, le pregunté si, además de la NED, cuyas subvenciones están publicadas, y el CFC (cuyas subvenciones han permanecido ocultas durante varios años), RSF tenía otros patrocinadores estadounidenses. Ménard me respondió a través de Jean-François Julliard, actualmente director de RSF: «…hemos hecho una solicitud a la Fundación Ford, que nos han rechazado. Por otra parte, hemos recibido para el año 2006 una dotación de 30.000 dólares de la Fundación Overbrook (primera dotación). Y en 2003 de la fundación Real Networks (26.000 euros, dotación que no se ha renovado). Eso es todo en cuanto a Estados Unidos».
Actualmente vemos que la petición a la Fundación Ford se renovó con éxito, y eso después de la publicación de mi libro, leído atentamente por RSF (Robert Ménard lo critica en tres ocasiones en su libro «Des libertés et autres chinoiseries», ed. Robert Laffont. Ahora bien, ¿qué revelaba yo en mi libro? Lo que había recogido bajo la pluma de Alain Gérard Slama en el mensual «Lire» de mayo de 1995: «Raymond Aron cuenta en sus memorias su embarazo cuando se descubrió, a finales de los años 60, que el “Congreso para la libertad de la cultura”, financiado oficialmente por la Fundación Ford y por algunos créditos europeos, del que Aron era uno de los principales representantes, estaba apoyado, entre bastidores, por la CIA. Un movimiento internacional que presuntamente agrupaba, en total independencia, a la flor y nata de la intelectualidad occidental contra el estalinismo y cuyas revistas «Liberté de l’esprit» y sobre todo «Preuves» fueron, en Francia, el brazo secular, podría haber prescindido perfectamente de esa contribución».
Casi cincuenta años después y cuando ya no es posible sentirse engañado, RSF solicita, dos veces, dicha contribución, y acaba obteniéndola.
El 6 de abril de 2006, en respuesta a una entrevista que concedí la víspera al diario Métro, RSF negó todas las subvenciones estadounidenses (que sin embargo estaban publicadas en su web) y me amenazó con una demanda judicial. ¿Por qué iba a hacerlo si sus patrocinadores eran confesables?
¿Mi lector tiene alguna pequeña idea?

P.S. Las informaciones anteriores (debidamente verificadas) proceden en parte de las dos obras citadas publicadas por Aden Editions.

Notas de la traductora:

(1) En 1979, la periodista Deborah Davis publicó «Katherine, the Great», una biografía no autorizada sobre Katherine Meyer Graham, la propietaria del Washington Post. Davis, articulista del New York Times, Village Voice y Ramparts, volvió a la carga en 1987 con una segunda edición, corregida y aumentada, en la que refuerza su tesis de que Woodward (director adjunto de The Washington Post para temas de investigación) tuvo nexos con la CIA que iban más allá de la relación periodística. La escritora sostiene que después de estudiar Literatura Inglesa en la Universidad de Yale, Woodward trabajó en el área de inteligencia del Pentágono, donde fue asignado a una oficina de códigos secretos. El propio periodista declaró posteriormente a una revista que había formado parte de un grupo de inteligencia relacionado «con asuntos importantes que tenían que ver con la Casa Blanca». Woodward no lo dijo, pero ese grupo era la «Task Force 157», una unidad ultrasecreta creada en 1966 bajo el nombre de Naval Field Operations Support Group (NFOSG). La TF-157 tenía su base en Alexandra, Virginia, y 75 operadores por todo el mundo.
(2) La Fundación nacional por la Democracia (NED) fue creada por el presidente estadounidense Ronald Reagan en 1983, en una época en que la violencia militar tomó el lugar de la diplomacia tradicional a la hora de resolver los asuntos internacionales. Gracias a su poderosa capacidad de penetración financiera, la NED tiene como objetivo debilitar los gobiernos que se opondrían a la política exterior hegemónica de Washington. En América Latina, los dos blancos principales son Cuba y Venezuela. Por ejemplo, la NED financió y sigue financiando la oposición venezolana, responsable del golpe de Estado contra el presidente Chávez en abril de 2002. Desde entonces, la oligarquía venezolana ha organizado, con la ayuda de Washington, varios intentos de desestabilización sin éxito, puesto que desde el fracaso del referendo revocatorio, la legitimidad popular de Hugo Chávez no hizo más que fortalecerse. En 2004, 13 grupos opuestos al gobierno bolivariano recibieron 874.384 dólares de la NED. En 2003, 15 grupúsculos opuestos al presidente venezolano se beneficiaron con las subvenciones de la NED por un total de 1.046.323 dólares.
(3) El «Center for a Free Cuba» (CFC) es una organización de extrema derecha cuyo director, Frank Calzón, es el antiguo director de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), una organización terrorista responsable de numerosos atentados contra Cuba.

Maxime Vivas | Le Grand Soir

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