domingo, 18 de mayo de 2008

Las conexiones de Uribe con los narco-paracos y USA no dice nada


“Todos los caminos del narco-paramilitarismo conducen a Uribe” y “Uribe es un H-P., pero es nuestro H.P.”

Por ANNCOL

La narco-paramilitarización del estado colombiano, adelantada por la oligarquía cipaya progringa, es más evidente cada día. Al escándalo sin fin de la narco-para-política uribista se suma ahora –siempre lo hemos dicho también- el rol que han jugado los militares en el desarrollo de esa monstruosa criatura.
La narco-para-política uribista ha mostrado apenas la punta del iceberg y eso que ya van 34 congresistas presos y 65 encartados por la Corte y la Fiscalía, además de gobernadores, alcaldes y exparlamentarios, que demuestra que casi toda la ‘clase política’ está narco-paramilitarizada, es decir, está imbuida de la doble moral imperante que ve ‘normal’ el asesinato, las desapariciones, las masacres, el desplazamiento, si éste favorece a su clase.
El pueblo colombiano siempre ha denunciado el contubernio impúdico de las fuerzas militares con las bandas narco-paramilitares. Desde sus inicios en esta fase –después del secuestro de la Ochoa por parte del M-19- la cúpula militar encontró en los narco-paramilitares (MAS y demás bandas), el aliado ‘ideal’ para adelantar su ‘guerra sucia’contrainsurgente, la cual fue diseñada en los centros de poder de Estados Unidos.
Sindicatos, partidos políticos de izquierda, ONGs de derechos humanos, han denunciado este psicopático exterminio de todo lo que oliera a popular, exterminio que pasó incluso por el genocidio de la Unión Patriótica (U. P.), con más de 4.500 miembros de esta agrupación política asesinados inertemente, desarmados.
Los generales ® Farouk Yanine Díaz, Bonett Locarno, Rito Alejo del Rio, Montoya, entre otros, son muestra de la criminalidad de los militares colombianos. Rito Alejo fue especialmente visible por cuanto su accionar en el Urabá antioqueño fue realizado estrechamente con el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, administración en la cual se dio un aumento inusitado de las formas organizacionales de los paramilitares –las CONVIVIR creadas durante el gobierno de César Gaviria y siendo ministro de defensa Rafael Pardo Rueda-, y lógicamente la masacre de toda la U.P., de Antioquia.
Una vez presidente, llevado allá fraudulentamente por las maquinaciones de Jorge Noguera Cotes, “Jorge 40” y otros elementos de la mafia, se inicia el ‘proceso de paz con los paramilitares’, el cual lo inician 12 mil unidades narco-paramilitares y al final del proceso ya eran casi 40 mil, en un inexplicable aumento exponencial. El Plan B de este ‘proceso’ de institucionalización del narco-paramilitarismo era –como en efecto lo fue- la extradición a USAmérica, país en el cual los capos narco-paramilitares podrían arreglar sus cuentas con dinero, como ya hicieron los hermanos Rodríguez Orejuela.
La continuidad en la Casa de Nariño de Uribe Vélez era la garantía para el proceso de institucionalización narco-paramilitar, el cual logran comprando el voto de Yidis Medina, como en efecto lo hicieron, y el de todo aquel que necesitaran comprar.
Pero el régimen narco-paramilitar no contaba con la movilización popular. Esta no sólo abarcó la denuncia de la violación de los derechos humanos (10.282 asesinados ‘fuera de combate’ en los primeros 4 años de Uribhitler), sino también la del TLC como componente comercial de USAmérica, y como parte militar el Plan Colombia, llamado ‘Patriota’ y ‘Consolidación’ por Uribhitler.
En esas denuncias han tenido particular relievancia los videos de reuniones sostenidas antes del 2002 del narco-paramilitar presidente, que muestran a las claras sus íntimos y estrechísimos lazos de unión con los narco-paramilitares.
Y lo que faltaba para demostrar el contubernio impúdico es la confesión militares como el capitán Guillermo Armando Gordillo, quien confesó que más de 100 uniformados y 50 paramilitares del bloque Héroes de Tolová, al mando de 'Don Berna', patrullaron conjuntamente la zona de Apartadó en los tiempos en que cometieron las masacres, así como el llamamiento a juicio de los militares por los ‘falsos positivos’ de J. M. ‘La Hiena’ Santos como forma de accionar de los militares en los últimos años.
Según Gordillo, ese día, el patrullaje junto a los paramilitares fue hecho por miembros de las compañías Bolívar y Anzóategui, del Batallón Vélez; y la compañía Alacrán, del Batallón 33, todos adscritos a la Brigada 17. Militares y narco-paramilitares realizando operaciones conjuntas por si a alguien le quedan dudas.
Pero el régimen de Uribhitler trata de extender cortinas de humo a su delincuencial proceder, para lo cual se presta al ‘juego’ estadounidense de atacar a los gobiernos revolucionarios y progresistas de Latinoamérica. No contento con atacar a Raúl Reyes en Ecuador y masacrar los guerrilleros junto a civiles, sino que montan campañas mediáticas como la de los computadores ‘de’ Reyes para lanzar especies contra todo lo que huela a lucha del pueblo.
Así, de la ‘caja de pandora’ de los computadores se lanzan ataques contra las fuerzas populares en Latinoamérica. En México, en Costa Rica, en Panamá, y muy especialmente contra los gobiernos y pueblos revolucionarios de Suramérica.
Con razón dice el presidente ecuatoriano Rafael Correa que "El problema de fondo en América Latina es el conflicto colombiano. En la región Colombia tiene guerrilla, narcotráfico, paramilitares, parapolíticos. Uribe es incapaz de controlar esos problemas y los exporta", quien de esta forma, Correa coincidió con Hugo Chávez, presidente venezolano, quien expresó este viernes que "el único problema que tenemos nosotros es el gobierno de Colombia".
Por ello es muestra de la eterna doble moral gringa el apoyo brindado por el gobierno de USA a Uribe Vélez. Vemos funcionarios de toda laya despotricando de Chávez y Correa, acusándolos de lo habido y lo por haber, pero ninguno ha osado manifestar una sola palabra de censura a su ‘aliado’, su lacayo. A pesar de que “todos los caminos del narco-paramilitarismo conducen a Uribe”, el gobierno estadounidense mantiene un ominoso silencio sobre el ya probado y recontracomprobado narco-paramilitarismo de Álvaro Uribe Vélez, que le valió el número 82 de la lista de personajes peligrosos para USA. Quizá sea por aquello de que “Uribe es un H.P., pero es ‘nuestro’ H.P.”

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