martes, 31 de enero de 2017

Trump contra los inmigrantes




Las medidas de Donald Trump, que prohibían temporalmente el ingreso a Estados Unidos de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana (Irán, Irak, Libia, Siria, Sudán, Somalía y Yemen) y paralizaban la entrada de refugiados desató una crisis debido a las movilizaciones populares de repudio y a la anulación parcial de la medida por parte de la justicia.
Al igual que el avance en la construcción del muro con México, la ofensiva contra los inmigrantes fue lanzada por decreto. Se trata de una muestra temprana del formato de arbitraje personal que Trump buscará darle a un gobierno que se caracterizará por agudos choques en las principales medidas que emprenda. Un dato a tener en cuenta es que dieciséis fiscales generales de distintos estados -algunos gobernados por republicanos- salieron a calificar el decreto como inconstitucional.
Decenas de miles de personas se han movilizado en Estados Unidos contra las medidas de Trump. Se vio un vivo espíritu solidario en un sector de la población norteamericana, con la multiplicación de acciones en los aeropuertos para defender a los afectados de las deportaciones -las hubo en Portland, Nueva York, Filadelfia, Chicago, Dallas, Seattle, Washington D.C., Newark, Los Ángeles, San Francisco, Miami, Detroit, Minneapolis, Denver y Atlanta- y las movilizaciones y actos en grandes ciudades como Washington, Los Ángeles, Nueva York (donde se contabilizaron diez mil manifestantes) y Boston. La presencia en los actos de los alcaldes de Nueva York y Boston da cuenta de que los demócratas buscan encorsetar el movimiento.
Es necesario desenmascarar la farsa de los demócratas y de aquellos sectores que buscan explotar el malestar con Trump. Obama se ganó el apodo de "deportador en jefe" por ostentar el récord de expulsiones al deportar cerca de 3 millones de habitantes. La misma hipocresía debe ser señalada con respecto a los gobiernos europeos que salieron a cuestionar a Trump: se trata de aquellos gobiernos que firmaron un pacto con Turquía para que ésta actúe como estado tapón de los refugiados sirios mientras miles se ahogan en los mares tratando de alcanzar el continente. En materia de muros, se adelantaron a Trump, como lo prueba la cerca en España contra los marroquíes o aquellas barreras que se levantaron en Hungría y otros países del este europeo.
Las medidas contra los inmigrantes revelan la descomposición capitalista y van a la par de un intento de reforzar los estados de excepción contra las masas.
Trump ha completado el cuadro de ataques con bombardeos sobre Yemen. Cabe señalar que Obama ya alentaba el bombardeo sistemático de la monarquía saudita contra aquel país, cuya población sufre una masacre silenciada. Los yanquis se han alineado en este conflicto con Arabia contra Irán, que respaldan a las dos facciones que se enfrentan en la guerra civil.
La base del tembladeral político yanqui -la bancarrota económica y la profunda división al interior de la burguesía norteamericana- ha tenido expresiones directas en el caso del veto a los inmigrantes: Google, Starbucks, Airbnb, Facebook, General Motors, Uber, General Electric, JP Morgan y Goldman Sachs son algunas de las muchas corporaciones que han expresado su rechazo al decreto. La promesa de Starbucks de que responderá a esta ofensiva contratando a 10.000 refugiados en todo el mundo y dando en EEUU preferencia a los trabajadores migrantes descarta tempranamente cualquier motivación "humanitaria": los capitalistas se rehúsan a renunciar a su "derecho" de utilizar a los foráneos como mano de obra barata.
En pocos días de gobierno, el magnate fascistizante Trump se ha topado con una movilización multitudinaria de mujeres y ahora con una ola de marchas en apoyo a los migrantes. Su gobierno no será un lecho de rosas y no podría serlo en el cuadro de crisis mundial.

Tomás Eps (@tomaseps)

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