lunes, 2 de enero de 2017

Jesualdo Sosa, pedagogo comunista parte III




Retomando la discusión alrededor del legado pedagógico de Jesualdo Sosa, queremos destacar en esta tercera parte la importancia de su crítica al sistema educativo en el marco de la democracia burguesa, así como la elaboración de una síntesis seria y profunda de superación de la escuela capitalista.

Lenin y la democracia burguesa

Partiendo de un análisis leninista, es que hay que entender la concepción de Jesualdo del régimen democrático en general y de la democracia uruguaya en particular. El dirigente revolucionario ruso Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) en su libro “El Estado y la revolución”, escrito al calor de la revolución rusa, había caracterizado a la democracia representativa contemporánea como una democracia de los propietarios de los medios de producción; desenmascarando a los ideólogos liberales Lenin señalaba que aún en las naciones europeas más “libres” y “democráticas” las bases de sustentación social del democratismo burgués eran en última instancia muy similares a las que sostenían las libertades de los esclavistas griegos para explotar la fuerza de trabajo de sus esclavos.
Por otra parte Lenin también argumentaba que la clase obrera por estar sometida al yugo del capital en la fábrica diez, doce y catorce horas, se veía totalmente imposibilitada de cualquier intervención o participación en la vida social y política en los regímenes democráticos, lo que reforzaba la dominación política de la burguesía sobre el proletariado, aún en los Estados con formas políticas más democráticas.
Sin embargo, en el trabajo práctico de los militantes revolucionarios, Lenin también aconsejaba aprovechar todas las libertades democráticas y todas las posibilidades de intervención en la democracia burguesa (parlamentarismo, prensa legal, acción de agitación de masas), con el único fin y la sola perspectiva del triunfo de la revolución proletaria y la superación de la democracia capitalista.

Democracia y educación

En este sentido parte importante de la obra pedagógica de Jesualdo, constituye una crítica frontal al ideal democrático de la sociedad uruguaya en una época de clara y notoria hegemonía reformista, y particularmente constituye a su vez la crítica más profunda al sistema educativo uruguayo en el marco de su régimen político.
No obstante, Jesualdo al igual que Lenin, no tiene una visión escolástica y mecanicista de la democracia burguesa, sino que teniendo una comprensión dialéctica de la realidad nacional, reconoce los reales intersticios abiertos en el régimen democrático que favorecen las posibilidades potenciales del desarrollo de una praxis educativa en favor de los hijos de los trabajadores. Anclado en un profundo análisis de clase, pero partiendo de su interés intelectual por el proceso de subjetivación del niño a través de su expresión estética, Jesualdo en “La expresión creadora del niño” insiste y reconoce que en su experiencia en Canteras del Riachuelo habían “utilizado” todas las libertades que la democracia les ofrecía, más un “poquito” de la prohibida; es decir no se habían contentado con las migajas de libertades y derechos concedidos por el régimen democrático-burgués en el marco de la escuela, sino que habían ido más allá en interés del proceso de individuación de los desposeídos, transgrediendo incluso la propia legalidad burguesa.
Su desenmascaramiento por ejemplo del proteccionismo burgués como expresión de los intereses “mezquinos” de una clase social, la visita a una fábrica no para maravillarse y maravillar a los niños con los prodigiosos avances de la técnica industrial, como Dewey con su “escuela del trabajo”, sino para comprender críticamente las relaciones sociales de explotación que se dan en el proceso productivo, son todas notorias y evidentes pruebas de actos de imperdonable “ilegalidad” para la burguesía por parte de Jesualdo, pero de inapreciable valor para los explotados.

Una síntesis: pedagogía de tránsito

Habíamos dicho en nuestra primera entrega (adjuntar link) que Jesualdo había sido un fuerte crítico del escolanovismo y de Dewey, y en fin de todas las tendencias democratizantes en el terreno del pensamiento pedagógico, señalando siempre los inevitables límites de sus aspiraciones reformistas en el marco de la sociedad capitalista y el régimen democrático burgués. Pero por otra parte, Jesualdo también había discutido con los estructuralistas de su época (el marxista argentino David Ponce por ejemplo), que concebían al sistema educativo como el monolítico reproductor de las desigualdades de clase, y que negaban toda posibilidad de aprovechamiento de la escuela capitalista, y del régimen democrático en la enseñanza.
Si para los críticos-reproductivistas y estructuralistas franceses, sólo la concreción del socialismo podría transformar y emancipar socialmente la escuela, en el mientras tanto, Jesualdo entendía treinta años antes, que una “pedagogía de tránsito” tenía que aprovechar todas las posibilidades brindadas por la democracia capitalista en el espacio de la escuela, para llevar hasta las últimas consecuencias el proceso de subjetivación del niño, formando en manera crítica y reflexiva a los futuros luchadores contra el capitalismo y la sociedad burguesa.
Todos lxs docentes que aspiramos a trascender el orden social en que vivimos, pero que además luchamos por la transformación social de la escuela, hallamos en la obra de Jesualdo la impostergable arcilla con la que iremos construyendo la escuela socialista del porvenir.

Matías Matonte

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