domingo, 20 de septiembre de 2015

México: De la emancipación de la corona española a la subordinación a Estados Unidos




El horror de la “guerra contra el narco”, la desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa y la aplicación de las reformas estructurales diseñadas según órdenes de las trasnacionales y el imperialismo marcan la impronta del México contemporáneo. ¿Qué independencia se conmemora?

Once años duró la Guerra de Independencia en México: del 16 de septiembre de 1810 al 27 de septiembre de 1821. Bajo el influjo de la Ilustración y los enciclopedistas franceses se formó el movimiento insurgente.
La lucha por la independencia tuvo numerosos antecedentes, como levantamientos indígenas y hasta de esclavos en el interior y otras conspiraciones.
Sus detonantes: la opresión insoportable de castas, esclavos e indígenas, las ideas de igualdad, fraternidad y libertad, y el carácter antimonárquico de la Revolución Francesa. También la independencia de Estados Unidos. Se sumó a estos factores la invasión francesa en la Península Ibérica y la entrega sin lucha del territorio español por parte de la casa de Borbón.

El movimiento insurgente y los sectores más oprimidos

Tras recibir aviso de que la conspiración de Querétaro había sido descubierta, Miguel Hidalgo convocó a los pobladores frente a la parroquia de Dolores, en Guanajuato. Y según el mito histórico allí dio inicio a la Guerra de la Independencia, con el grito: “¡Viva Fernando VII! ¡Viva la América y muera el mal gobierno!”
Un comienzo plagado de contradicciones, aun reivindicando a la corona española, pero posicionado contra las autoridades virreinales que gobernaban en nombre del rey, ya prisionero de Napoleón.
Lo distintivo de la Independencia de México fue la participación activa de importantes sectores oprimidos de la sociedad novohispana: arrieros, peones, esclavos, que pusieron en jaque el régimen colonial.
La abolición de la esclavitud y de las castas figuraron entre los elementos más avanzados del programa insurgente. También, la demanda de la abolición del latifundio y la expropiación del ganado para alimentar a los pueblos indígenas. Según Gastón García Cantú, Miguel Hidalgo fue el primer socialista de México.
José María Morelos, su discípulo y compañero de armas, planteaba la independencia de España, y desconocía a la corona. Entre las medidas de gobierno que propuso estaban: considerar como enemigos de la nación a todos los españoles y criollos ricos y empleados jerárquicos, la incautación de sus propiedades y la destrucción de las minas. Su objetivo era repartir por igual entre los pobladores pobres los bienes expropiados, y en el caso de las haciendas grandes cuyos terrenos pasaran de dos leguas, se debían repartir las tierras. Por estas propuestas se lo considera a Morelos un precursor del socialismo.
La cuestión de la tierra y su reparto era ya una demanda movilizadora de amplias masas campesinas. Así fue el inicio del movimiento por la independencia.

La invasión estadounidense a México

Pasó el tiempo. Los jóvenes capitales estadounidenses miraban con codicia hacia el sur. En 1846, una amañada escaramuza entre tropas estadounidenses y mexicanas entre los ríos Nueces y Bravo más el reclamo de indemnización por los gastos de la independencia de Texas, de James K. Polk, presidente vecino, dieron salida a la política expansionista estadounidense. Así Estados Unidos se convirtió en el gigante del norte, apropiándose de más de la mitad del territorio entonces mexicano.
El 14 de septiembre de 1847 las tropas estadounidenses entraron al centro de la ciudad de México. Los recibió la manifiesta hostilidad de los pobres entre los pobres: los llamados léperos, que no tenían empleo fijo, que trabajaban por un jornal. También los artesanos y los pequeños comerciantes se unieron a sus filas. Y destacaron las bravas mujeres que encabezaron la lucha contra los invasores. Sus armas: lo que tuvieran a mano. Hasta el día 16 se extendieron las escaramuzas, de las que muy mal parado salió el ejército estadounidense.
Mientras tanto, los poderosos, funcionarios de gobierno, propietarios de minas y haciendas que residían en la ciudad, habían huido. El ejército mexicano, comandado por Santa Anna, había abandonado a la población a su suerte, y hasta llegaron a reprimir los ataques contra los estadounidenses.
De acuerdo con Alejandra Moreno Toscano, en De la Colonia al Imperio / La clase obrera en la historia de México “Esta historia se la contó un artesano a Guillermo Prieto y la concluyó diciendo ‘cuando llega el 15 de septiembre, les digo a mis hijos: a la plaza muchachos, a la plaza, vamos a recordar la fiesta del pueblo’”. Ése es el verdadero origen de la celebración que reúne a familias y amigos.

Contra la independencia “formal”: ruptura con el imperialismo

Aunque México formalmente es un país independiente desde 1821, los planes del imperialismo estadounidense son los que rigen su destino. La firma del Tratado de Libre de Comercio de América del Norte, cuya entrada en vigor se dio a partir de 1994, implicó la aplicación de los planes neoliberales en México. La clave fue la precarización del trabajo.
A esto se sumó la firma de la Iniciativa Mérida en 1998, mediante la cual el gobierno estadounidense financia la “guerra contra el narco”, que implicó para México cientos de miles de muertos, desaparecidos y desplazados, el surgimiento del fenómeno del feminicidio y la criminalización de la protesta social.
Con la aprobación de las reformas estructurales –la mayoría bajo el gobierno de Peña Nieto, y la laboral bajo la gestión de Felipe Calderón– llegamos al presente donde México ostenta los salarios más bajos y la mayor cantidad de horas trabajadas por año entre los países que son parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), como explicamos acá.
Incluso se dio a conocer que en el caso de la reforma energética, fue elaborada por Hillary Clinton mientras fungía como secretaria de Estado de Barack Obama.
Para salir de la profunda crisis política, social y económica, una tarea de primer orden pasa por la ruptura con el imperialismo estadounidense, los organismos internacionales y las trasnacionales.
Es necesario desconocer todos los tratados y acuerdos internacionales que sumergieron a México en la barbarie y la miseria, empezando por el TLC y la Iniciativa Mérida. Es imprescindible dejar de pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior. Sólo así se puede poner un alto a la injerencia imperialista en la región y dar solución a los grandes problemas del pueblo trabajador y los sectores populares.
Y estas tareas no la van a llevar a cabo ni el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ni el Partido Acción Nacional (PAN) ni el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Estos partidos reconocen sólo el interés del capital extranjero y nacional, y de los cárteles del narcotráfico. Tampoco el Morena de Andrés Manuel López Obrador plantea como salida la ruptura con el imperialismo.
Sólo los trabajadores como fuerza social –hermanados con indígenas, mestizos, esclavos y criollos que lucharon por la independencia, con los léperos que enfrentaron a los invasores estadounidenses–, acaudillando a los sectores populares pueden llevar a cabo la ruptura con el imperialismo. Ése es el camino para avanzar hacia una sociedad sin explotación ni opresión.

Bárbara Funes
México D.F | @barbarafunes2

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