jueves, 27 de octubre de 2011

El deporte de un parlamentarismo



A algunos podrá sonarle a herejía antidemocrática, a otros a visión pesimista de la realidad, y a muchos, seguramente, a derrotismo…
Pero nadie podrá negarlo: por estos días en los que falta coraje y solvencia ideológica como para efectivamente anular la ley de impunidad por más que a estas alturas los efectos de ello pudieran ser seguramente nada más que simbólicos, el parlamentarismo burgués al modo “criollo”, vuelve a exhibirse como auténtica verificación de lo estéril que es pretender de él lo que únicamente podrá realizar el pueblo oriental –oriental, trabajador y en revolución— cuando verdaderamente estemos en condiciones de hacer justicia a pesar de que se nos siga ocultando una buena parte de la verdad, ocultamiento que –entendámoslo de una vez por todas— es también parte sustancial del mismo terrorismo de Estado que unas veces se nos aplica desembozadamente y otras veladamente, pero sin tregua, para demolernos moralmente o para neutralizarnos hasta la parálisis y la insensibilidad.
Si a alguien le quedaban restos de ilusión respecto a qué puede esperarse de este parlamento de entre cuyos integrantes casi la mitad son genuinos exponentes de los restos desclasados de la burguesía proimperialista que alentó, promovió, articuló y ejecutó el golpe de estado fascista oficializado el miércoles 27 de junio de 1973 en el Uruguay, aquí está, a estas horas, el surrealista debate de la cámara de diputados que a las 22:30 de este otro miércoles 26 de octubre de 2011, prosigue inútilmente después de más de 600 minutos de cháchara totalmente onanista y farsesca no se sabe dirigida a qué tribunas, unos minutos antes de que empiece una nueva edición del clásico entre los seleccionados de las dos orillas.
Entre los oradores de ambos partidos tradicionales históricamente comprometidos con los intereses oligárquico-extranjerizantes, ya han hecho uso de la palabra defendiendo no ya la ley de impunidad, sino la impunidad en general –la impunidad de los explotadores y los corruptos; la impunidad de los chupasangre que configuran la clase dominante-- unos cuantos dinosaurios sobrevivientes de los ´70, co-autores, cómplices o encubridores de la dictadura. Es decir, sujetos, execrables sujetos, cobardes y rastreros sujetos, que deberían estar presos en la aplicación del castigo a los mismos delitos de lesa humanidad cuya consumación, lógicamente, pretenden desconocer.
Otros de esta casi mitad minoritaria del parlamento burgués a la criolla, también pertenecientes a esta miserable casta pituca completamente lameculo de las multinacionales y la Casa Blanca, son descendientes de sangre, carnales –políticamente hablando al menos--, de los anteriores, de los que comparten con los milicos verdugos, la culpabilidad imperdonable de todos los vejámenes y crímenes a que fue sometido el pueblo al que pertenecemos los descendientes de aquellas chiquilinas y aquellos chiquilines casi niños amasijados taimadamente y monstruosamente en los cuarteles o en los galpones de alguna estancia o barracón bordeberryano o lacalluno de los ´70/´80.
¡¿Qué puede esperarse de este cuerpo de “tribunos romanos” del Uruguay del siglo XXI, de entre cuya otra mitad –la mayoritaria— unos cuantos –ex perseguidos de la dictadura-- son victimas directas, en carne y hueso, de la otra mitad, y, sin embargo, “las formas”, el lenguaje, los modos, los gestos, los contenidos, en definitiva, se parecen más a los de los “hermanos del santo perdón” que a los de quienes deberían sentirse posicionados como representantes de los asesinados y los desparecidos, más que como representantes nuestros –los vivos, los que seguimos sobreviviendo al Estado capitalista, al Estado terrorista que sólo dejará de serlo cuando lo dejemos de ser, desnucándolo, haciéndole morder el polvo de tener que vivir de las 8 horas, y a cagar?!!!...
Es Ansina la cosa nomás. De este parlamentarismo al santo pedo, nada bueno podrá venirnos; nada que duela, nada que sea auténtica anti-impunidad de los de abajo sin medias tintas de los del medio, nada distinto a un discurseo falluto y sin sangre en las venas. Nada de nada. Pues de la nada burguesa sólo podemos esperar ambigüedades pequeño-burguesas, titubeos, más vacilación, más claudicación, más versos que ya ni siquiera son versos de prudencia reformista.
Sigamos firmes en la idea certera de que los esperable y deseable vendrá de nuestras propias convicciones y nuestras propias fuerzas, ¡de nosotros mismos, qué joder!.
Así que a vernos el partido y dentro de un rato nomás a tratar de seguir una pelea que reclama perentoriamente muy serias rectificaciones, además de una cohesión de hierro. Una pelea que exige integrar la lucha contra la impunidad extrema de los delitos de lesa humanidad, a la pelea contra la brutal impunidad madre del capitalismo, esa de una explotación antihumana que no pueden disimular ni las cifras del PBI ni los discursitos danilistas de “país blindado”.
Rectificar al menos para que no nos quejemos de la tinellizacón cultural de la tele y sin embargo sigamos prendidos al audio del periódico y asqueante debate parlamentario magistralmente e impúdicamente escenificado en el palacio de mármol de Carrara que se ha convertido en la tumba de los cracks…
Un debate estéril y teatral, que ya va resultando tan a-histórico, retardatario e insoportable como lo fue la misma dictadura, y tan dañoso como ella lo fue (¿o no?).
(Yo mismo me lo quedo pensando).

Gabriel Carbajales, 26 de octubre de 2011.

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