sábado, 8 de octubre de 2011

Declaración política - Encuentro Nacional de Trabajadores, Militantes sindicales, Estudiantiles, Jubilados Y Organizaciones



Se van acelerando cambios de relevancia a escala internacional y nacional en el cuadro de una de las peores crisis económicas del capitalismo mundializado.
Hace unas semanas atrás, el gobierno del Frente Amplio a través de distintos funcionarios, decía que estábamos “blindados”, “desconectados”, “desacoplados”. Que la crisis capitalista que sacude a las economías centrales no golpearía a un país periférico como el nuestro, exportador de materias primas, sobre todo alimentos (los llamados “commodities”), porque sería lo último” que el mundo dejaría de comprar. Omitieron decir, que el precio de esos alimentos no los definen los “consumidores” de India o China, sino las multinacionales, los banqueros, los fondos de pensión y, en definitiva, los especuladores de los “mercados a futuro” de Chicago.
No obstante los dichos del gobierno, comenzaron a aparecer síntomas preocupantes de los “coletazos” de la crisis capitalista internacional. El 4 de julio el dólar estaba a $ 18,35, a mediados de setiembre se ubicó en $ 20,60, o sea, un 12% de devaluación en 70 días.
Hasta entidades gubernamentales y del campo “progresista” -como el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), y el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT-, coinciden en el pronóstico para el 2011: la “desaceleración de la economía” y, por tanto, un “crecimiento más moderado” del Producto Bruto Interno (PIB), del 7,5% al 4,5%. Las consecuencias socio-económicas sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora son evidentes.
Según estas mismas entidades, en el mes de julio se registraron pérdidas de 11.000 puestos de trabajo. Aumentó la desocupación de un 5,5% en mayo/junio a un 6,2% en julio. El INE informa que el promedio salarial mensual está ubicado en $ 11.768 (mientras que la canasta básica en $ 43.870). Para el Cuesta Duarte hay 813.000 trabajadores que ganan hasta $ 10.000, y 500.000 trabajadores apenas reciben un salario mínimo, $ 6.000. El 29,8% de la fuerza laboral no tiene cobertura social, y el 65% de los desocupados son mujeres y jóvenes.
La crisis social no puede ocultarse. Los trabajadores de Salud Pública reclaman $ 2.500.000 más de presupuesto y 2.000 puestos más de trabajo para atender “decentemente” a 1.200.000 usuarios del sistema, en su gran mayoría niños pobres, trabajadores precarios, jubilados “sumergidos” y desocupados.
Mientras que 830 centros de estudio entre Escuelas, Liceos y Utus en todo el país adolecen de “carencias edilicias”, es decir, se caen a pedazos.
Los planes de vivienda popular siguen brillando por su ausencia, ni el “Plan Juntos”, ni ningún otro. Muchos jóvenes estudiantes liceales han optado por salir a “pedir una monedita” para “Un techo para mi país”.
En cuanto a los derechos humanos, se refuerza la política de control social e impunidad. Por un lado, el discurso sobre el peligro de “favelización”, ha sido sustituido por uno de “cercanía”, donde aparece una grotesca campaña “contra la estigmatización de los barrios” empobrecidos, presentando a la policía como amiga, confiable y defensora de los derechos de los trabajadores de esos barrios. Por el otro lado, se mantiene la impunidad del terrorismo de Estado para avanzar en el “dar vuelta la página” y “recomponer la imagen” de las Fuerzas Armadas.
Las sucesivas leyes y decretos de prohibir ocupaciones de lugares públicos, cortes de ruta, y otras manifestaciones de reclamos de los trabajadores y explotados, tienen su indecente contracara a favor de los capitalistas; por ejemplo, la aprobación de la ley de Participación Público Privada (PPP) para atraer “inversores”. Lo que traerá privatizaciones una ola de privatizaciones, abiertas y encubiertas.
En este contexto de ofensiva del capital y del gobierno contra el mundo del trabajo -donde miles de trabajadores (textiles, frigoríficos, curtiembres, industria automotriz) son condenados al Seguro de Paro-, comienza (6 de octubre) el 11º Congreso del PIT-CNT. Las dos grandes corrientes del bloque mayoritario se “disputan” la hegemonía de la Central: el Partido Comunista -oficiando como escoba, barriendo “por izquierda”- y Articulación empujando más hacia “la derecha”, promoviendo la subordinación completa al gobierno. No faltarán las declaraciones de “independencia de clase” ni los discursos críticos de unos y otros para esconder lo fundamental: la renuncia a un programa y a una estrategia de lucha de clases. Las bases sindicales que allí estarán presentes, merecen todo nuestro respeto y solidaridad. Sin embargo, sabemos que el sindicalismo de negociación no ofrece una alternativa anticapitalista. No ofrece, en resumen, una propuesta que apunte a satisfacer las necesidades e intereses de la clase trabajadora.

Reorganizar las fuerzas clasistas desde la lucha.

Este Encuentro de militantes, no tiene como objetivo discutir (ni resolver) si la orientación pasa “por adentro o por afuera” de las estructuras orgánicas del movimiento sindical y popular. En todo caso, el proceso de luchas sociales, de radicalización, de organización (es decir, el proceso de acumulación), irá prefigurando el escenario de disputa con el sindicalismo de negociación y con las direcciones del movimiento popular que defienden el proyecto político del gobierno del Frente Amplio.
Este Encuentro, tiene si, como objetivo principal, reorganizar a las fuerzas clasistas (antiburocráticas, antipatronales, antigubernamentales) del sindicalismo y de otras expresiones del campo popular. No se trata solamente de una pelea contra los “estilos” y métodos antidemocráticos y manipuladores de las cúpulas al servicio del “progresismo”. Sino de una pelea contra la estrategia de colaboración de clases, de subordinación a los intereses de las patronales, en definitiva, de integración al orden del capital.
Los que participamos en este Encuentro de luchadores y luchadoras sociales, sabemos que las consecuencias de la crisis serán descargadas sobre los trabajadores, los explotados, los más pobres. Es por ello, que contemplamos la necesidad de ir (re)creando un espacio de lucha y socialización de experiencias. Definido, delimitado claramente en términos de programa, estrategia, métodos, campañas.
De esto queremos ser impulsores. Reconstruyendo las redes de aproximación entre los explotados. Promoviendo unidades diversas, plurales, en el amplio sentido que esto significa. Unidad para luchar y unidad para vencer. Unidad entre distintas edades. Entre trabajadores y estudiantes. Entre trabajadores de la ciudad y el campo. Entre ocupados y desocupados. Entre trabajadores manuales e intelectuales. Y compromiso internacionalista, antiimperialista, por eso, desde este espacio, nos pronunciamos por el retiro inmediato de los “cascos azules” (fuerzas militares de ocupación) de Haití y el Congo
Asumimos estos desafíos. Transitando por las dificultades y posibilidades. Estas posibilidades se van abriendo paso en la lucha, la organización, la discusión, la paciencia, la fraternidad, la solidaridad entre las y los luchadores sociales.
La Plataforma -programa que hemos acordado en la asamblea de agosto- y por la cuál seguiremos levantando firmas de adhesión, apoyo y compromiso militante, es un paso muy importante. Es un manifiesto, si se quiere, en defensa de los derechos de la clase trabajadora. Es el cimiento de nuestra propuesta. Pero no alcanza, deberemos ir avanzando en lo organizativo. Proponiendo nuevas formas de hacer sindicalismo. Con independencia política y de clase. Priorizando la lucha y la confrontación contra los enemigos irreconciliables de los trabajadores y sus aliados populares.
Construir una opción anticapitalista desde los movimientos sociales que luchan: ese es nuestro objetivo definido.

¡!UNIDAD PARA LUCHAR, UNIDAD PARA VENCER!!
¡¡POR UNA ALTERNATIVA CLASISTA PARA EL MOVIMIENTO OBRERO Y POPULAR!!
¡¡POR UN FRENTE DE LUCHA Y RESISTENCIA POPULAR!!

Montevideo, 1 de octubre de 2011

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