jueves, 13 de agosto de 2009

Nunca dejaremos de ser orgullosos herederos de su obra


La felicidad solo se encuentra en la lucha

Querido Fidel:

Le deseo hoy toda la felicidad del mundo, como usted se merece, y acompaño mi deseo con un abrazo revolucionario.
Como hijo de un pueblo que hace mucho ha incorporado sus ideas a su acervo, aquellas en las que usted nos ha educado y que son invencibles, me sumo al regocijo por la fecha de su cumpleaños.
Conmueve su compromiso con el pueblo y la humanidad, expresado en su infatigable lucha, que hoy es en el ámbito de las ideas y en otros, en circunstancias en las que podría haber justificadamente decidido acogerse al descanso.
Emociona leer el escrito del Presidente Chávez en el que describe la participación suya en la batalla diplomática librada en San Pedro Sula, en Honduras, o conocer de su aporte a la coordinación de acciones en respuesta al reaccionario golpe militar en ese país hermano.
Parece usted transmitirnos la enseñanza de la satisfacción y la felicidad que solo se encuentran en la lucha y en el compromiso con los pueblos del cual parece provenir su inagotable energía.
Siendo usted el luchador revolucionario que es, el forjador de sus sueños y de esperanzas, el constructor de obras de justicia, estoy seguro de que, con todo derecho, se considera una persona muy feliz. Y es esa felicidad, multiplicada y permanente, la que le deseo en el día de hoy.

¡Feliz cumpleaños Comandante!

Fernando González Llort
Centro Correccional Federal
Terre Haute, Indiana
Estados Unidos de América

El único regalo digno de su cumpleaños

Querido Fidel:

No será la última canallada del sistema de justicia yanki lo que ensombrezca nuestros espíritus, privándonos de la alegría de celebrar su cumpleaños, junto a toda la humanidad progresista y como hijos de su pueblo que le admira y quiere.
Más allá de los perversos designios de nuestros captores, nunca dejaremos de ser orgullosos herederos de su obra y fieles depositarios de su ejemplo. No podremos descifrar las pérfidas expectativas que alientan en el imperio la brutalidad y la naturaleza vengativa de nuestro trato; pero podemos ofrecerle la promesa de que jamás, desde alguna de nuestras celdas, saldrá un lamento en que se sugiera la más mínima concesión de principios ante tan ruin enemigo.
Es el único regalo digno de su cumpleaños.
Un fuerte abrazo y muchas felicidades.

René González Sehwerert

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