domingo, 12 de julio de 2009
No hay ni podrá haber vuelta atrás
La Real Academia Española de la Lengua define Poder fáctico como: "Sector de la sociedad al margen de las instituciones políticas que ejerce sobre aquella una gran influencia, basada en su capacidad de presión, por ejemplo, la banca, la Iglesia, los medios de comunicación".
En el caso de Honduras, según analistas, dos tipos de fuerzas han controlado durante años --y anterior a la llegada al poder del Presidente José Manuel Zelaya--, el poder político. La primera corresponde al poder económico de familias tradicionales y la segunda son los grupos ocultos y ligados al crimen organizado, especialmente el narcotráfico, que tiene una fuerte presencia en el país.
Las familias que ejercen mayor influencia son exponentes de comunidades de origen árabe y judío, identificadas en sectores económicos como la maquila, la energía térmica, las telecomunicaciones, el turismo, la banca y las finanzas, los medios de comunicación, la industria del cemento y el comercio.
Una investigación reciente realizada por la fundación alemana Friedrich Ebert, identifica gobiernos empresariales, como el salvadoreño, y gobiernos pro-empresariales como los que han tenido Honduras y el resto de los países del istmo.
De origen árabe Miguel Facussé Barjum, inversor y agroindustrial, su yerno Fredy Nasser; Schucry Kafie, magnate de la energía térmica, y el banquero, industrial y comerciante Jaime Rosenthal son las personas más poderosas de Honduras.
Nasser y Kafie controlan el emporio de la energía térmica, los principales aeropuertos del país, además de acciones en compañías telefónicas en Guatemala, entre otros. Junto a Roberto Babún, ligado al rubro de la explotación y exportación maderera, se alinean empresarios del turismo, de la generación de biodiésel, fuertemente impulsada en la actual administración, y de la energía térmica.
En el caso de los medios de comunicación, éstos están en manos de los empresarios Rafael Ferrari, Carlos Flores Facussé, ex presidente del país (1998-2002).
En suma son grupos oligárquicos interrelacionados entre sí con una gran injerencia política y económica en la nación centroamericana casi ancestral. Saben cómo intervenir, demandar y, como ocurrió el pasado domingo 28 de junio, asesinar. Para tales grupos el Estado es un medio para obtener poder y ganancias.
El politólogo Ernesto Paz, de la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), declaró en fecha reciente a medios de prensa que "estos grupos que no sólo paralizan sino que mediatizan reformas políticas necesarias para el país, están generando crisis de gobernabilidad y debilitando el sistema de partidos".
De acuerdo con informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de los siete millones de hondureños, 65,3 por ciento vivían en la pobreza y 53,4 por ciento en la indigencia en 2005.
Por otra parte, desde 1977 se registra actividades de narcotráfico en territorio hondureño, como puente o lugar de tránsito. Pero en la última década, esa percepción ha variado ante los fuertes decomisos de cocaína. En lo que va de 2006, la policía ha incautado más de 3 000 kilogramos de esa droga.
De acuerdo con el gubernamental Instituto Hondureño para la Prevención del Alcoholismo, la Drogadicción y la Farmacodependencia, está en aumento el uso de drogas en el país, y los jóvenes de entre 15 y 19 años han consumido algún tipo de estupefacientes, entre ellos cocaína y crack.
Según la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA), anualmente pasan por Honduras cerca de 100 toneladas de cocaína.
A casi (próximamente) dos semanas del golpe gorila de facto contra el legítimo Gobierno constitucional de José Manuel Zelaya, el movimiento social y popular se incrementa hasta llegar a asumir el principal rol representativo de un pueblo en rebeldía, no obstante la sangrienta represión por parte de la policía y el ejército.
Son manifestaciones ya con ribetes estratégicos organizados y unidos –campesinos, sindicalistas, estudiantes, trabajadores en lucha por la justicia social--, que tratan de aislar al régimen golpista y a su principal sostenedor histórico: la familia oligárquica. La exigencia del pueblo de Honduras y de la comunidad internacional es la restitución inmediata e incondicional del Gobierno de Zelaya en el poder.
Si nos remitiéramos a la anterior definición de Poder fáctico brindada por la Real Academia Española de la Lengua, habría que agregar que, tomando como ejemplo el caso de la hermana nación hondureña y de su heroico pueblo: Ante cualquier Poder fáctico, la energía, verdad y valentía de un pueblo definen irrevocablemente que No hay ni podrá haber vuelta atrás.
Astrid Barnet
Colaboradora de Radio Rebelde
web@radiorebelde.icrt.cu
10 de Julio de 2009, 2:06 p.m.
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