viernes, 31 de julio de 2009
Lenin y los principios organizativos del partido
Hace ya 105 años apareció el libro de Lenin “Un paso adelante, dos pasos atrás”, obra que ha contribuido muchísimo al desarrollo de la doctrina marxista sobre el partido y hasta hoy ocupa su lugar en los escritorios de quienes seriamente se dedican al estudio del pensamiento marxista.
¿Qué incitó a Lenin a escribir esta obra?. Para comprender las razones, antes hay que evocar el II Congreso del Partido Socialdemócrata de Rusia (POSDR), celebrado en julio y agosto de 1903, en el que numerosas organizaciones marxistas revolucionarias de Rusia culminaron su unificación y formaron un partido proletario de nuevo tipo con Programa y Estatutos propios. Además, en el Congreso los socialdemócratas se dividieron en dos corrientes: una conformada por los partidarios de Lenin y llamada “bolchevique” (del ruso “bolchinstvó” que significa mayoría) por haber obtenido el mayor número de votos en las elecciones a los órganos dirigentes del partido, y otra denominada menchevique (del ruso “menchinstvo” que quiere decir minoría), adversaria de la primera y dirigida por Martóv.
Cabe señalar que más tarde los bolcheviques trataron de lograr de nuevo la unidad basándose en el Programa y los Estatutos que aprobó el Congreso, mientras los mencheviques, no queriendo resignarse con la derrota sufrida en el Congreso, profundizaron la escisión,. Como resultado en el partido se presentó una grave crisis que debía ser diagnosticada y dada una salida, tarea que cumplió Lenin en su libro Un paso adelante, dos pasos atrás.
Lenin investigó pormenorizadamente las causas de la división y llegó a la conclusíon de que ésta se debía a un desacuerdo en torno a la naturaleza del partido, desacuerdo sobre cuestión tan principal que se puso de manifiesto con particular relieve cuando se discutía el primer párrafo de los Estatutos sobre el carácter de miembro del partido. Lenin se pronunció por una organización cohesionada y disciplinada que tuviera como objetivo realizar la revolución social y con este planteamiento cortó el camino a los elementos vacilantes y oportunistas que pretendían infiltrarse en el partido.
Mártov con su fórmula en la que no consideraba la militancia en una de las organizaciones del partido como condición obligatoria, reflejó el afán que tenían los mencheviques de “convertir a todos y a cada cual” en afiliados al partido, lo que en resumidas cuentas significaría la creación de una organización amorfa incapaz de encabezar al proletariado en los combates revolucionarios.
Lenin formuló así su primer párrafo: “Es miembro del partido todo el que reconoce sus Programa y Estatutos y apoya al partido tanto con recursos materiales como con militancia en una de las organizaciones del Partido”.
Según la definición de Martov “es miembro del partido todo el que aprueba el Programa del mismo, lo apoya materialmente y le presta regular concurso personal bajo la dirección de una de sus organizaciones”.
Lenin calificó de “oportunismo en las cuestiones orgánicas” la posición de los mencheviques que pedía abrir las puertas del partido a los individuos pequeñoburgueses inestables; negaba el papel que el partido desempeña como destacamento avanzado y organizado de la clase obrera; rechazaba la rigurosa disciplina y tenía una actitud hostil hacia el centralismo. Hablando claramente, los mencheviques se opusieron abiertamente al partido de combate que crearon y consolidaron los bolcheviques y que se diferenciaba radicalmente de los partidos socialdemócratas reformistas de la II Internacional.
Lenin desarrolló la doctrina marxista sobre el partido como guía político del proletariado, y elaboró los principios orgánicos del partido de nuevo tipo, sin el cual la clase obrera es incapaz de llevar a cabo conscientemente la lucha de clases. Los mencheviques subestimaron el papel del proletariado al afirmar, como pretexto, que éste no había sido preparado para ser organizado. Lenin demostró que “la vida entera del proletariado educa a éste para la organización” y que “el proletariado no teme la organización ni la disciplina”.
¿Cuál es el quid de los principios orgánicos leninistas?. Según Lenin, el partido marxista es el destacamento de avanzada y el más organizado de la clase obrera; el partido no debe temer como estructura los principios del centralismo democrático; para poder ser fuerte y cohesionado el partido es inconcebible sin una disciplina rigurosa y única para todos sus afiliados; el partido debe velar constantemente por la democracia en su seno, por impulsar la crítica y autocrítica, por depurar sus filas y estrechar los vínculos con las masas.
El centralismo democrático es el más importante de los principios mencionados y presupone lo siguiente:
Primero, el partido tiene Programa y Estatutos únicos y un órgano dirigente plenipotenciario, el Congreso del partido; entre congresos este papel dirigente lo desempeña el Comité Central;
Segundo, en el partido existe una disciplina única e igualmente obligatoria para todos los militantes. La minoría debe estar subordinada a la mayoría, las organizaciones locales al centro y las instancias inferiores a las superiores;
Tercero, las decisiones aprobadas por los organismos superiores son de obligatorio cumplimiento para los órganos inferiores;
Cuarto, los organismos dirigentes del partido a cualquier nivel se conformaran por elección y son removibles y periódicamente deben rendir cuenta de su labor ante sus respectivas organizaciones del partido y ante los órganos superiores.
Lenin en reiteradas ocasiones señaló que el centralismo democrático no es un objetivo en sí, sino un medio para conseguir determinados fines políticos y que el centralismo no se opone, ni mucho menos, a la democracia en el seno del partido. El centralismo y la democracia son partes inseparables de un todo único.
El leimotiv de la obra es el siguiente pensamiento de Lenin: “ El proletariado no dispone, en su lucha por el poder, de más arma que la organización… El proletariado,…puede hacerse y se hará inevitablemente una fuerza invencible siempre y cuando que su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se afiance mediante la unidad material de la organización, que cohesiona a los millones de trabajadores en el ejército de la clase obrera. Ante este ejército no se sostendrán ni el poder decrépito de la autocracia rusa ni el poder caducante del capitalismo internacional”.
La práctica ha corroborado totalmente las deducciones de principio que sacó Lenin y lo justo que fue su apreciación sobre el menchevismo, pues el oportunismo menchevique en cuestiones de organización fue más tarde complementado con el oportunismo menchevique en relación con la táctica; y después del triunfo de la Revolución Socialista de Octubre éstos llegaron hasta la traición al movimiento revolucionario del proletariado ruso.
Los partidos comunistas del mundo basan su actividad en los principios leninistas de organización del partido, que permiten a las organizaciones genuinamente revolucionarias convertirse en arma segura del proletariado que lucha por el poder político. Un partido, utilizando hábilmente las distintas formas de lucha, tanto legales como ilegales (si está en la clandestinidad), forma poco a poco un gran ejército, un ejército capaz de conducir a la clase obrera y a todos los trabajadores a la victoria, tal como lo ha demostrado la experiencia de los bolcheviques rusos.
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