miércoles, 10 de junio de 2009
Por la vida. Contra el fascismo: ¡No a la impunidad!!!!
“Canto, qué mal me sabes, cuando tengo que cantar espanto.
Espanto como el que vivo, como el que muero, espanto.
De verme entre tantos y tantos momentos de infinito,
en que el silencio y el grito, son las metas de este canto”.
Víctor Jara
Yo sólo tenía ocho años cuando todo ocurrió, aquel 11 de septiembre de 1973, y no recuerdo bien las sensaciones de tristeza y desaliento, mientras la televisión transmitía el ataque a La Moneda, los tanques por las calles de Santiago de Chile, el sueño de una verdadera democracia estrellarse contra la brutalidad fascista.
Ya pasaron 36 años desde entonces, los tiempos han cambiado por suerte y una maravillosa “Nuestra América” de José Martì, como una paloma que busca donde anidar, estalla y abre sus alas, para volar y volar….”, como cantó justamente Víctor Jara.
Él, al revés, tristemente, no puede verla, le quitaron la luz de los ojos, le machacaron las manos para que ya no pudiera denunciar las atrocidades cantando y utilizando su fusil (que fue su guitarra) y que ya no pudiera dar ánimo a los prisioneros en el Estadio Chile.
¿Pero, lograremos algún dia saber realmente qué ocurió aquel lejano 15 septiembre de 1973, en los sotanos del Estadio Chile?
Hace pocos días, el 4 de junio de 2009, fue exhumado su cuerpo, para poder hacer una verdadera autopsia e investigar la versión de José Paredes Márquez, un joven recluta militar, que tenía sólo 18 años en esa época, y que parece que presenció el atroz delito y sucesivamente acribilló el cuerpo exámine de Víctor con 44 golpes de fusil, por orden de los superiores.
De acuerdo con la confesión inicial de Paredes, un subteniente todavía no identificado, probablemente el pluri homicida llamado “el Príncipe”, en presencia del entonces teniente Nelson Haase y de otros soldados, jugó a la ruleta rusa en la sien de Jara hasta que accedió y lo mató.
Es la primera vez, después bien 36 años, que se logra por fin saber algo sobre lo acaecido, a pesar de que la viuda del cantante, Joan Turner, ya en el 1978 y sucesivamente en el 1998 presentó denuncias para investigar a los culpables de esta atrocidad.
¿Pero como es posible que esto ocurra?
¿Después de la terrible broma que un dictador asesino como Augusto Pinochet, “el innominable” como fue llamado justamente, haya logrado morir en su cama sin una sola palabra de sentencia acusatoria aprobada, vuelvo a decir, como es posible que la impunidad continúa para toda la manada de asesinos que apoyaron su régimen?
Aquel tétrico 11 septiembre de 1973 tenía que ser un himno a la vida en la Universidad Técnica de Santiago de Chile, se hubiera desarollado una exposición, inaugurada por Salvador Allende, que habría sido acompañado por la voz cálida de Víctor. El cartel que anunció el acontecimiento fue una advertencia muy clara: una madre amamantando a su criatura, mientras que sus sombras eran manchadas de sangre. Era un llamamiento silencioso pero muy expresivo, que incitaba a elegir la vida contra el fascismo: desgraciadamente Chile, en cambio, se dobló al monstruo.
“¿Me escucha la cloaca marxista? ¿Me oyen los comemierda? ¡Ahora se acabaron los discursos, chuchas de su madre! Ahora van a tener que trabajar. Los que se nieguen a trabajar, los fusilaremos. ¿Me escuchan los vendepatria?... ¡Tengo voz de Príncipe!”, se le oía decir. Casi indudablemente la voz que gritó estas frases ofensivas y groseras en los pasillos del Estadio Chile fue el asesino Edwin Dimter Bianchi, rubio, ojos claros, de origen alemán.
No ha sido demostrada nunca su culpabilidad, a pesar de las múltiples acusaciones de las asociaciones de los familiares de los desaparesidos (y de quien los apoya, es decir, los hombres de buena voluntad y, aunque sea, alguien con un trapo como conciencia) y sus protestas públicas, la llamada FUNA, que consiste en denunciar y manifestar con las fotos de las víctimas en el lugar de trabajo del presunto asesino o en los bajos de su casa.
La FUNA nace como una respuesta necesaria, oportuna y decidida frente a la impunidad que se impuso, mediante leyes firmadas durante la Dictadura, y que dejaban sin juicio y sin castigo justo a los responsables de los crímenes cometidos por uniformados y agentes civiles de la represión y que contó con el apoyo incondicional y la actitud obsecuente del Poder Judicial, el cual, salvo honrosas excepciones, se rehusó a cumplir con los deberes para los cuales ha sido instituido, permitiendo las detenciones arbitrarias, secuestros, torturas y asesinatos de miles de chilenos, hombres y mujeres, que habían apoyado el proyecto político encabezado por el Presidente Allende, DEMOCRÁTICAMENTE ELECTO.
Como demostración del tácito apoyo a la impunidad es el hecho que este siniestro individuo, el llamado “Príncipe” no se haya escondido nunca, no se cambió su nombre ni su fisonomía y….. (aguántese fuerte): trabaja como funcionario del ministerio del trabajo, es el jefe del departamento del control de institución de la superintendencia de la administración de los fondos de pensiones.
¿Cómo es posible? Hay decenas de testimonios oculares y acusaciones de torturados, pero no sucede absolutamente nada.
Es por esta razón que quienes participan en la FUNA exigen juicio y castigo a los responsables y cómplices de las graves violaciones a los Derechos Humanos, ocurridas no sólo durante la Dictadura Militar, sino también aquellas ocurridas durante el llamado “período de transición a la democracia”. En lo judicial, optamos (sí, el verbo a la segunda persona plural es intencional, también yo apoyo con todo mi corazón este movimiento de la FUNA) por luchar por la Anulación de la Ley de Amnistía y sus adecuaciones y modificaciones posteriores, hechas al amparo de la Constitución de Pinochet y que han permitido a muchos criminales, permanecer en el tranquilo espacio de de la impunidad.
Para todos ellos exigimos juicio y castigo y no concederemos ni perdón ni olvido.
Yo me siento en el deber de apoyar esta defensa de los derechos humanos porque como dijo un día el Che Guevara “soy capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia” y porque reniego cada manipulación del pasado, es necesaria una reconstrucción de la memoria histórica, no se puede prestarse ni al silencio ni a la pasividad. El mismo hecho está ocuriendo hoy en el estado italiano, Berlusconi está manipulando la historia de la Resistencia partisana: no se puede aceptar el estudio del pasado tergiversado, escrito y transmitido como auténtico, desde los muchos sistemas que dependen del poder (medios de comunicación, sistema educativo, manifestaciones culturales, etc.) y que estan al servicio de los genocidas y sus cómplices. Nuestro deber, de nosotros, ciudadanos del mundo, es de desenmascarar, en Chile y en toda América latina, que ha sido víctima de la dictadura y la operación Cóndor, las caras de todos los criminales que sustentaron el Terrorismo de Estado que imperó en estos países, no podemos dejar que nos repriman y nos callen, para olvidar a todos los que osaron levantarse y luchar para recuperar el proyecto histórico incompleto, como resultado de los multiples golpes de estado.
Lo que no logro comprender es el papel de la actual presidenta de Chile, Michele Bachelet, mujer golpeada, ella misma y su familia, por la dictadura, y que es incapaz de dar una solución al problema: ¡el hecho de conceder la ciudadanía chilena a la mujer de Víctor, Joan Turner, me parece un hecho maravilloso y un deber, para esta mujer inglesa que se quedó a vivir en el país de su difunto esposo, a pesar de la dictadura, para seguir buscando justicia por él, por los 5000 presos del Estadio Chile y las decenas de millares de desaparecidos, pero…..NO ES ABSOLUTAMENTE SUFICIENTE!!!
Lo que necesitamos, presidenta Bachelet, es la condena al horroroso “Príncipe” y aquéllos que como él han violado cada decencia humana, para permitirles a Víctor Jara y a sus compañeros descansar en paz y que se haga justicia.
Para concluir este mi grito de rabia y derecho, quiero utilizar las palabras de otro cantautor chileno, Galo Espinoza, menos conocido que Víctor, pero más dichoso, porque logró salvarse de la tortura exiliándose en Suecia, donde ahora todavía reside y canta con el grupo Cristal Andino; en su canción “No a la impunidad” afirma:
“Aun siguen los ”Pilatos” lavándose bien las manos
Como si los ”N.N.” fueran cuentos inventados.
No, no, no, no, yo no lo lo acepto!
Que se burlen de los pueblos, con cuestiones y conceptos…
Ellos gritan amnistía, para confundir los pueblos,
Para salvar asesinos de tanto crimen horrendo.
No, no, no, no, yo no lo acepto!...
Aun se escucha en El Chile, ”el Principe” con sus balas,
El dolor de cinco mil, y la voz de Victor Jara.
En un día no lejano, con los pueblos marcharán!
La sangre de tanto hermano, que hoy pretenden olvidar”.
¡No, no, no, no, yo no lo acepto!
Ida Garberi *
*la autora es la responsable de la página en italiano del sitio web de Prensa Latina
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