lunes, 3 de marzo de 2008

El Raúl Reyes que yo conocí


El gobierno de Álvaro Uribe asesinó en la madrugada del sábado, en territorio ecuatoriano, al comandante Raúl Reyes de las FARC-EP, en una operación concebida y ejecutada con apoyo de los EEUU.
La noticia fue inicialmente divulgada por el ministro de la Defensa de Álvaro Uribe en un comunicado triunfalista que distorsiona groseramente los acontecimientos, ocultando la naturaleza criminal de la acción terrorista.
Según Juan Manuel Santos, Raúl Reyes habría sido abatido en un campamento situado en Ecuador a 1800 metros de la frontera, durante un bombardeo realizado por la Fuerza Aérea de su país a partir de territorio colombiano, para «no violar la soberanía» del país vecino. Pero aclara luego que posteriormente tropas del ejército colombiano transpusieron la frontera y recogieron el cuerpo de Reyes para traerlo a Bogotá y evitar que las FARC lo sepultasen.
La nota del ministro presenta, por absurda, un toque surrealista. Es inimaginable, por incompatible con la ley de la gravedad, que cualquier avion pueda arrojar bombas sobre un campamento encontrándose a casi dos kilómetros de distancia horizontalmente. Y sencillamdente grotesco que esa mentira sea seguida de la confesión de que fuerzas del ejército colombiano acabaron por atravesar la frontera, violando la soberanía de Ecuador.
Las cosas pasaron de otra manera.
A través de satélites estadounidenses, Uribe tuvo conocimiento de la presencia de un destacamento de guerrilleros de las FARC en Ecuador frente al departamento colombiano amazónico del Putumayo.
Bogotá supo, por delación, que Raúl Reyes se encontraba allí. La cabeza del dirigente revolucionario –segundo en la jerarquía de las FARC– tenía un precio, vivo o muerto, de 2.7 millones de dólares. La denuncia fue pagada, y aviones Super Tucan de la Fuerza Aérea –la más poderosa y bien equipada de America Latina– descargaron una lluvia de bombas sobre el campamento.
En el ataque de piratería aérea murieron, además de Reyes, el cantautor revolucionario Julián Conrado (el gran artista de la rádio clandestina La Voz de la Resistencia)y 16 guerrilleros. Fueron masacrados mientras dormían en condiciones todavía mal conocidas.
Uribe, al recibir la noticia, felicitó a la Fuerza Aérea, y el cuerpo de Reyes destrozado por la metralla fue llevado para Bogotá. Luego fotos del cadaver del héroe aparecieron en televisiones y periódicos de decenas de países. Casi el mismo ritual macabro que envolvió el asesinato del Che, en 1967.

LOS BASTIDORES DEL CRIMEN

El atentado terrorista ocurrió en un momento en que la campaña para la liberación de la franco-colombiana Ingrid Bettancourt asume un estilo histérico e inspira manchetes de la llamada gran prensa internacional. Nunca se mintió tanto sobre la realidad colombiana como en estos días en que, con pretexto del sufrimiento de la ex-candidata a la Presidencia, las FARC son blanco de una montaña de calumnias.
Un dia quedará evidente que en el debate sobre el intercambio humanitario las FARC actuaron permanentemente com transparencia y autenticidad revolucionaria, y Uribe con hipocresía y objetivos inconfesables.
Correspondiendo a repetidos llamamientos de Hugo Chávez y de la senadora Piedad Córdoba, las FARC han decidido, en una primera fase, liberar unilateralmente a Clara Rojas y a la ex-diputada Consuelo Perdomo. La operación fue sin embargo retardada por algunos días porque Uribe intensificó la concentración de tropas en la área donde ambas deberían ser entregadas a la Cruz Roja Internacional, antes de viajar para Caracas en helicópteros venezolanos.
Las FARC estaban concientes de los enormes riesgos que la operación creaba. Solamente quienes conocen la geografía de Colombia –un país con 1.140 kilómetros cuadrados y 45 millones de habitantes, surcado por tres cordilleras, ríos gigantescos, y en gran parte cubierto por la densa floresta amazónica– puede valorar lo que significó conducir las dos mujeres desde el desconocido campamento en que se encontraban hasta el departamento del Guaviare, cerca de la frontera con Venezuela. Es útil desde luego recordar que el ejército colombiano violó el compromiso del cese al fuego y empezó a bombardear el lugar una hora después de la salida de los helicópteros.
Washington ha transmitido obviamente a Bogotá minuciosas informaciones recogidas por sus satélites sobre el curso del comando guerrillero encargado de entregar a Clara y Consuelo a la Cruz Roja.
Insistieron posteriormente las FARC en la desmilitarización de los municipios de Pradera y Florida, como condición indispensable al intercambio humanitario exigido por el pueblo colombiano –operación que preveía el cambio de 40 rehenes en poder de las FARC, entre los cuales estaba Ingrid Bettancourt– por 500 guerrilleros encarcelados en presidios estatales.
Uribe se negó a atender todas las propuestas internacionales recibidas que tenian el objetivo de un futuro acuerdo para el intercambio de prisioneros.
No obstante esa actitud intransigente del presidente neofascista de Colombia, las FARC, en respuesta a un nuevo pedido de Hugo Chávez decidieron liberar, tambien en gesto unilateral, cuatro diputados en su poder.
Una vez más, la operación fue aplazada porque el ejército, en las vísperas de la fecha establecida desplazó poderosas fuerzas, concentrándolas en los Departamentos del Caquetá, del Meta y del Guaviare donde las FARC están bien implanatadas entre los pobladores y por los cuales los parlamentarios podrían pasar.
Era doble el objetivo de esa iniciativa militar. Si se producía un choque directo, Uribe responsabilizaría a las FARC por la muerte eventual de los diputados. Simultáneamente, los aviones espías, equipados con tecnología de punta que Washington sólo proporciona a Israel, estuvieron muy activos.
Los satélites americanos transmitieron otra vez informaciones importantes al Pentágono, que a su vez las comunicó a Uribe.
Pero las FARC cumplieron, lo que no impidió una intensificación de la campaña pro-liberacion inmediata e incondicional de Ingrid Bettancourt. Hasta el Papa participó.
Esa exigencia era, en las condiciones existentes, de imposible aceptación. Una mujer fragilizada, enferma, no podía bajo ninguna hipótesis caminar durante días a través de regiones selváticas donde, además, las tropas colombianas podrían interceptar el comando encargado de la misión.
Las FARC repitieron por lo tanto su propuesta de desmilitarización de los municipios de Pradera y Florida, sin la cual el intercambio humanitario es inviable.

EL HEROE

El comandante Raúl Reyes era después de Manuel Marulanda, el miembro más destacado del Secretariado y del Estado Mayor Central de las FARC.
Revolucionario desde la juventud –tenía actualmente 60 años–, se estrenó como sindicalista en las luchas contra los gobiernos oligárquicos de su país. Ellas fueron una iniciación para otras batallas políticas y militares. Hace mas de 30 años, Luis Edgar Devia se unió a las FARC y se transformó en Raúl Reyes, un comandante guerrillerro que rápidamente alcanzó renombre internacional.
Lo conocí en mayo del 2001. Recibí una invitación para visitar su campamento, próximo a San Vicente del Caguán, capital de la entonces zona desmilitarizada. Acepté y me quedé tres semanas.
Raúl Reyes no impresionaba por su aparencia fisica. Bajo, canoso, tenía un timbre de voz suave.. Hablaba pausadamente. Pero luego en la primera noche, después de la comida, cuando conversamos en su puesto de comando –una modesta oficina instalada bajo un tendido oculto por los altos árboles de la floresta– me dí cuenta de que aquel guerrillero frágil era una personalidad excepcional. Nunca lo he visto sin su uniforme y solamente retiraba su fusil del hombro en los momentos de descanso.
En ese primer encuentro hablamos de la crisis mundial, antes de que me ofreciera libros y documentos como prólogo indispensable al diálogo sobre la lucha de las FARC.
El era el responsable de las conversaciones en busca de la Paz que transcurrían en esas semanas cerca del caserío de Los Pozos con los representantes del gobierno del presidente Pastrana.
Corrían los tiempos en que Pastrana saludaba respetuosamente a Marulanda con abrazos de Judas, días en que he visto embajadores de países de la Unión Europea disputándose las palabras y una sonrisa de Marulanda, el legendario Tirofijo, comandante en jefe de las FARC.
Viajé con Reyes para la Macarena, en junio. Allí las FARC entregaron a la Cruz Roja, en gesto unilateral, a 304 militares, prisioneros de guerra.
No olvido el privilegio de mantener con Raúl Reyes, en madrugadas tupidas, bajo las estrellas, con el campamento en silencio, largas conversaciones sobre su organización revolucionaria, América Latina y la estrategia del imperialismo estadounidense, el gran enemigo de la humanidad. Y también sobre la vida.
Escribí en ese campamento artículos para “Avante!” sobre los combatientes de las FARC, y una entrevista también publicada por el órgano del PCP.
La atmosfera tenía algo de irreal, porque los textos eran transmitidos por la secretaria de Raúl a un destinatario que los encaminaba después para el periódico. Internet, curiosamente, funcionaba como instrumento utilizado por una guerrilla marxista-leninista.
Para honor y provecho mío, Raúl Reyes mantuvo el contacto conmigo cuando regresé a La Habana en donde residía. Con frequencia recibía mensajes suyos –a través de comandantes amigos– con informaciones importantes y agradeciendo artículos que publicara sobre la lucha de las FARC.
Recuerdo que poco antes del secuestro en Ecuador del comandante Simón Trinidad –después extraditado para los EEUU– Reyes había sugerido que volviera a la selva colombiana. El proyecto fue entonces cancelado porque la frontera ecuatoriana se había hecho muy insegura.
Hasta su último día, Raúl Reyes fué la voz de las FARC en su diálogo con el mundo. Mas el comandante guerrillero, encargado de una montaña de tareas, aún conseguía encontrar tiempo para escribir artículos, algunos sobre temas ideológicos para la revista Resistencia, órgano internacional de las FARC, y para dar entrevistas a periodistas de Europa, América Latina y Estados Unidos. En esos trabajos el saber, la experiencia y la firmeza del comunista tenían como complemento armonioso la cultura del intelectual humanista.
Uribe brinda ahora por la muerte del combatiente que, en las palabras de Jaime Caicedo, secretario general del Partido Comunista Colombiano, fue un revolucionario ejemplar «que entregó la vida por la causa en que creía».
El triunfalismo del presidente neofascista de Colombia –que financió el paramilitarismo cuando gobernador de Antioquia y cuyo nombre figura en la lista de narcotraficantes elaborada por la Drug Enforcement Agency de los EEUU, pero es hoy el mejor aliado de Bush en el continente– no tiene el poder de hacer historia.
El paso por la Presidencia de sus países de aventureros reaccionarios como Uribe y Bush dejará solamente memoria de actos sombríos y crímenes contra la humanidad. Raúl Reyes entra, al desaparecer asesinado, en el panteón de los héroes de América Latina. Como Sucre, Bolívar, Artigas, o el Ché, Raúl Reyes transpone la frontera de la única eternidad posible, la de los hombres y mujeres que han vivido para servir a la Humanidad y contribuir para que ella prosiga caminando.
La marcha contra el Paramilitarismo y por la Paz, del dia 6 de Marzo, en Colombia y en diferentes capitales de Europa y América asume ahora también el significado de homenaje póstumo a Raúl Reyes. La solidaridad con los que luchan y mueren por una Colombia democrática y progresista es más que nunca necesária.

Miguel Urbano Rodrigues
Serpa, 2 de marzo de 2008

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