viernes, 20 de mayo de 2016

“Siguen siendo los familiares los que tienen que aportar pruebas y los jueces solo esperan”




Entrevistamos al antropólogo Luis Fondebrider, presidente del Equipo Argentino de Antropología Forense, que hace 32 años trabaja para hallar la identidad de los desaparecidos en la dictadura.

El equipo de antropólogos forenses está compuesto por 65 personas y actúan en más de 50 países capacitando, en cuanto a las técnicas y metodologías a utilizar, para abordar investigaciones donde hubo violencia política, étnica o religiosa. En nuestro país cuentan con oficinas en Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Tucumán. También tienen oficinas en Estados Unidos (Nueva York), México y Sudáfrica.
¿Cuándo y por qué surgió este equipo?
- Creamos este equipo en 1984, hace 32 años, con el objetivo de brindar un apoyo desde el punto de vista forense a los familiares y a los organismos de Derechos Humanos, que en ese momento no confiaban, por distintas razones, en los médicos forenses oficiales.
Comenzamos por aplicar disciplinas no convencionales en ciencia forense, como la antropología o la arqueología, para recuperar del cementerio y otros lugares los cuerpos de las personas desaparecidas. Para identificarlos, para saber cómo murieron, para también aportar pruebas a la Justicia en los procesos judiciales que se abrieron en el país en 1985, contra los responsables de la dictadura.
¿Cómo lograban llegar a los cuerpos? ¿Ustedes investigaban o recibían una demanda para que investiguen?
- En los primeros años fue a través de los abogados de los organismos de derechos humanos que iniciaban causas, pero al poco tiempo nos dimos cuenta que no era suficiente información y comenzamos a trabajar nosotros en entender cómo funcionaba el Estado en la campaña represiva que se inició en 1974 en Argentina. Para esto tuvimos que trabajar recopilando fuentes escritas, que son documentos que produjo el Estado en esos años. Pero también contamos con fuentes orales, tanto de familiares de los desaparecidos, como, y fundamentalmente, los compañeros de militancia política que sobrevivieron. A partir de ahí nos dimos cuenta que la represión en nuestro país no había sido indiscriminada, que a la mayoría de la gente se la llevaron porque tenían información y alguna actividad política. Entonces, por decirlo de alguna manera, era muy científico cómo hacian la cosas. Si no conocíamos esa lógica iba a ser muy difícil conocer qué habían hecho con los cuerpos de las personas que mataban. Entonces, una parte importante de la investigación es lo que se llama ‘investigación preliminar’: reconstruir los hechos y luego la etapa más técnica, que es la recuperación y el análisis de los cuerpos para saber quién era la persona y cómo murió.
Vos mencionás que parte de la información la encuentran en archivos ¿cómo llegan a ellos?
- A traves de solictudes que realizan jueces y fiscales a organismos del Estado, que guarden información de todo tipo, desde el Registro Nacional de las Personas, donde estan las partidas de defunción, hasta archivos policiales y militares.
¿Continúan trabajando en casos de desaparecidos?
- Sí, hemos recuperado 1.300 cuerpos de cementerios y areas militares y policiales. Hasta ahora unos 720 han sido identificados, los otros continúan bajo análisis.
¿Cuánto tiempo les lleva a analizar un cuerpo? ¿De qué depende la variable de tiempo que les lleva?
- El análisis de un esqueleto es más complejo que el de un cadaver fresco, ya que hay menos elementos identificactorios como pueden ser huellas dactilares, una cara para reconocer o cicatrices. El proceso donde se estudia el cuerpo es desde la antropología, pero tambien desde la medicina, la odontología y la genética. Se comienza por los aspectos biológicos más generales: sexo, edad aproximada al momento de la muerte, estatura, hasta características más específicas e individualizantes. Identificar significa comparar, como eran las personas en vida desde el punto de vista biológico (datos ante mortem) con el analisis del cuerpo (datos post mortem). Dependiendo de la información disponible, estado del cuerpo e hipotesis de identidad, se demora más o menos en el proceso.
¿En qué zona trabajan?
- Trabajamos en todas las provincias que hubieron desaparecidos.
Y en los cuerpos que ustedes analizan ¿le extraen ADN para cruzarlo con datos que permitan encontrar los nietos que aún faltan?
- En realidad las técnicas genéticas la comenzamos a usar nosotros en 1991. Al día de hoy hay dos bancos genéticos que están separados. Uno es el banco llamado de Abuelas de Plaza de Mayo, que funciona en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que es más reducido porque se cree que hubo 500 madres embarazadas que dieron a luz; otro es el nuestro, que actualmente tiene unas diez mil quinientas muestras.
Es más amplio porque buscamos personas desaparecidas. Entre ambos bancos colaboramos, con las autorizaciones de la Justicia y de los familiares. Porque el familiar nos da la muestra para buscar un familiar desaparecido, no para buscar un nieto, entonces tenemos que respetar el consentimiento de ese familiar.
Sí hay muchos intercambios, como pasó por ejemplo con el nieto de Estela de Carlotto, donde nosotros hemos identificado años antes al padre, entonces las muestras estaban en el banco y sirvió para encontrarlo.
El banco genético de Uruguay, recientemente sufrió un grave atentado, robaron muestras de familiares de desaparecido que habían entregado para identificarlos ¿Qué relación tienen ustedes con este organismo?
- Trabajamos con el Estado uruguayo desde el año 2000, cuando se creó la Comisión para la Paz, que fue una comisión oficial. Siempre estuvimos relacionados con los familiares de desparecidos y apoyando las tares que hizo el Estado a través de diferentes mecanismos. Colaboramos en la identificación de cuatro ciudadanos uruguayos, tres hallados en los Batallones 13 y 14, y uno en Pando, que fueron cuerpos exhumados por el Grupo de Investigación de Arqueología Forense de Uruguay. Con el banco colaboramos en el proceso de identificación en nuestro laboratorio de genética forense, y los continuamos apoyando a través de un convenio firmado con la Comisión presidencial para la investigación del pasado reciente. Siempre estamos atentos a intercambios con Uruguay. Al mismo tiempo identificamos cerca de 14 ciudadanos uruguayos que desaparecen en Argentina, algunos de ellos encontramos los cuerpos. Así que la relación con Uruguay es estrecha.
Obviamente nos preocupamos y nos manifestamos cuando los colegas uruguayos sufrieron el robo en sus instalaciones. Nos parece un hecho gravísimo porque es un llamado de atención muy serio, por la fragilidad en que estaban sus instalaciones que tiene que estar resguardados, no solamente por los archivos, sino por la seguridad personal de ellos, y no hemos visto una reacción fuerte de la autoridades para proteger eso. Me parece que esto se encadena con los obstáculos que tienen para investigar, como el hecho de ser filmados cuando están trabajando en los batallones, de las demoras y la poca presencia de la Justicia uruguaya en estos procesos. Lamentablemente siguen siendo los familiares los que tienen que aportar las pruebas y los jueces esperan, cuando debiera ser al revés. Los jueces deberían investigar y llamar a los responsable de esto para profundizar las investigaciones, porque lo más acuciante es que la gente está muy mayor y no tiene las respuestas de lo que está pasando con sus seres queridos, y eso es terrible.
Y ustedes, cuando decidieron hacer este trabajo conjunto ¿discutieron el problema de la situación política de Uruguay? dados los impedimentos legales que garantizan la impunidad. Ya que no hay Juicios de lesa humanidad
- Nuestra asesoría es técnica, nosotros no podemos opinar sobre las decisiones legales que han tomado. Como institución científica no nos expresamos. Obviamente es mucho más fácil trabajar cuando hay voluntad política, cuando la justicia está involucrada, cuando la sociedad acompaña al movimiento de derechos humanos. Nosotros acompañamos técnicamente el proceso y cuando, como esta vez, sufren ataques nuestros colegas nos pronunciamos, porque no solo nos parece grave sino que además tiene que ver con nuestra área directamente.
En otra entrevista decís que hay un problema con el método de investigación en Uruguay, ¿a qué te referís?
- Me refiero a que se ha dado demasiado énfasis a la investigación histórica desde el punto de vista de reconstruir el periodo represivo en Uruguay, que es muy importante, pero no se ha enfatizado tanto en entender qué pudo haber pasado con cada persona desaparecida. Al no haber incorporado a los antropólogos como la hacemos acá, dejaron casi toda esa tarea en manos de los historiadores. Lo más acuciante es reconstruir los circuitos de represión, los testimonios, cruzar información, tener una base de datos ágil y actualizada para ver qué pasó cuando una persona estaba en Uruguay o fue traída a la Argentina. Esto es lo más importante, porque nos puede dar la pista de dónde puede estar enterrada una persona.
¿Ustedes alguna vez tuvieron algún inconveniente, como por ejemplo el robo de base de datos?
- En Argentina nunca tuvimos problemas. Sí lo tuvieron los organismos de Derechos Humanos a principio de los 80. Además tenemos diversos sistemas de información y formas para garantizar que la información que recibimos, tanto de testimonios como de documentos, estuviese reservada. Somos muy cuidadosos con los datos.
Ustedes prestan colaboración a otros países de América Latina ¿investigan el Plan Cóndor?
- Nosotros investigamos en todo el mundo, en unos 50 países de América Latina, África, Europa del Este, Medio Oriente y Asia. En el caso de América Latina trabajamos en casi todos los países, pero no buscamos de acuerdo al Plan Cóndor, sino por casos que pueden, o no, estar relacionados con esto. En ese sentido, hemos identificacdo personas desaparecidas de nacionalidad uruguaya, paraguayas, chilenas, bolivianas, que han aparecido en la Argentina en ese contexto. Las investigaciones que realizamos en esos países las realizamos por ciudadanos desaparecidos en esos países. Cada proceso de cada país ha sido muy diferente.
Los procesos han sido muy diferentes y los números son también muy diferentes, entonces no se hacen por Plan Cóndor, sino de acuerdo a cómo funcionan las investigaciones.

María Victoria Moyano

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