martes, 23 de febrero de 2016

"El imperialismo" de Lenin y sus deformaciones en la izquierda uruguaya




En Uruguay son muy pocas las corrientes políticas que se declaran abiertamente antiimperialistas, sin embrago son menos aún las que poseen una caracterización correcta y científica de la fase actual del capitalismo, en su etapa imperialista.
Por un lado la expresión de nuestro frente de colaboración de clases denominado Frente Amplio, ya hace bastante tiempo que abandonó su discursividad antiimperialista (sobre todo el PCU), con la que pintaba los muros de Montevideo, con la consigna “yanquis go home”, después claro está de liquidarla estratégica y programáticamente a la salida de la dictadura, costándole entre otras cosas, la ruptura del Movimiento Revolucionario Oriental (MRO) en 1993, por considerar que el Frente Amplio había degenerado en una variante más de la socialdemocracia “anti-neoliberal” de contenido burgués. A caballo entre dos décadas, tenemos que señalar que la caracterización elaborada por los compañeros del MRO se quedó corta, porque hoy el Frente Amplio se ha constituido en uno de los gobiernos más pro-imperialistas de América Latina; si en Venezuela o en Bolivia los gobiernos nacionalistas tuvieron ciertos roces y choques con el imperialismo, obedeciendo siempre a los intereses de las burguesías locales, en disputa por su tasa de ganancia y el sudor de los obreros (plusvalía), en confrontación con los mismos intereses por parte de los monopolios imperialistas.
En cambio en Uruguay, el que otrora fuera el autor del libro “La crisis de la deuda externa”, el contador Danilo Astori, en la actualidad es el soldado más leal del FMI y los pulpos financieros imperialistas en Latinoamérica; además de ser el responsable político del asombroso endeudamiento del Uruguay, y el fortalecimiento de los lazos de dependencia con los Estados Unidos principalmente. Para contar con el dato medular: la deuda pública uruguaya se triplicó en lo que va de los años del gobierno fondomonetarista.
Por otra parte, si el Frente Amplio abandonó por completo cualquier tipo de confrontación con los intereses de la rapiña imperialista, la Unidad Popular integrada por sectores y organizaciones escindidas en 2008 del FA, aún mantiene el discurso y sobre todo la propaganda antiimperialista, aunque con deformaciones de gravedad, como la del PCR que postula la lucha por la “revolución agraria y antiimperialista” y los “cuatros bloques progresistas”. Por otra parte, los postulados del Movimiento 26 de Marzo (híbrido entre foquista y nacionalista y aparato pequeño burgués) que plantean como tarea central la conquista de un gobierno “popular”, en la perspectiva de la liberación nacional conducida por la burguesía nacional y respaldada por la clase obrera como furgón de cola. Cabe destacar como más descabelladas las ideas de uno de los “teóricos” de la Unidad Popular y su ex-candidato a la presidencia, Gonzalo Abella, que entiende que existen en el plano de la lucha inter-burguesa a nivel internacional, un imperialismo malo (EE.UU y UE), que es “sanamente contrapesado” por el imperialismo bueno (Rusia-China); parece ser que Abella como Kautsky no ha entendido las características más fundamentales del “interimperialismo”, del reparto inter-burgués del mundo. En todo caso, todas estas corrientes coinciden y confluyen en la idea de la existencia de un solo imperialismo, el norteamericano, el yanqui, “el imperio del mal”. Por otra parte, también coinciden en la defensa a ultranza e incondicional de los procesos nacionalistas en Venezuela, Bolivia, y hasta Ecuador. El M26 llega al extremo de reivindicar a los gobiernos teocráticos en pugna con el imperialismo norteamericano, como es el caso de Irán, un régimen confesional misógino y de persecución a los homosexuales.

La tarea histórica de la clase obrera latinoamericana

Ya lo decía nuestro querido Eduardo Galeano en su “Las Venas Abiertas...”, que las burguesías latinoamericanas se habían vendido a los intereses de los monopolios norteamericanos a tan bajo precio que horrorizaría al propio Fausto.
Por lo tanto, si la historia de nuestra América, es la demostración palpable de la incapacidad histórica de las burguesías nacionales para romper con el imperialismo, se demuestra por otra parte que sólo la clase obrera acaudillando al conjunto de las clases subalternas puede acometer la definitiva liberación de las cadenas de la opresión imperialista.
Pero, por las dudas, si en esas raras noches de insomnio, los socialistas se encuentran perdidos en los bosques oníricos del revisionismo contemporáneo, siempre es recomendable beber de la fuente original de los clásicos del marxismo, y saber que más temprano que tarde el tiempo de la dominación imperialista será el tiempo de la revolución socialista.
“Los monopolios, la oligarquía, la tendencia a la dominación en vez de la tendencia la libertad, la explotación de un número cada vez mayor de naciones pequeñas o débiles por un puñado de naciones riquísimas o muy fuertes: todo esto ha originado los rasgos distintivos del imperialismo que obligan a caracterizarlo como capitalismo parasitario o en estado de descomposición” (Vladimir Illich Ulianov, "El Imperialismo, fase superior del capitalismo")

Tato Espínola

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