domingo, 3 de febrero de 2013

Mali no es solamente una guerra neocolonial, es una guerra abiertamente colonial



Lo que se llamó la ‘primavera árabe’ ha terminado fortaleciendo al colonialismo. En Túnez, Egipto, etc. los que dominan están vinculados con los países de la OTAN

Audición de James Petras por CX36 del lunes 21 de enero de 2013, Radio Centenario desde Montevideo (Uruguay). www.radio36.com.uy

Efrain Chury Iribarne: En el arranque, quería consultarte sobre lo que viene sucediendo en el norte de África, en esta etapa del neocolonialismo que lo vemos no solo en Malí.
JP: Obviamente lo que los comentaristas llamaron la ‘primavera árabe’ ha terminado fortaleciendo el colonialismo. En Túnez, Egipto, los que dominan son políticos vinculados con los países de la OTAN.
Ahora, el caso fundamental, la punta de lanza, fue el ataque a Libia porque allí hubo una intervención directa de las fuerzas de Europa y Estados Unidos, con tropas beligerantes ocupando y destruyendo el gobierno secular y progresista de Muhamar Gaddafi. Y a partir de eso, desplazaron a más de un millón de africanos, gente de color, muchos fueron torturados, asesinados, mujeres violados. Fueron forzosamente desplazados a otros países, entre ellos a Malí.
Las fuerzas de resistencia en Malí actualmente no son sólo islamistas, sino que hay también muchos negros africanos desplazados por la OTAN de Libia. Entonces ahora, cuando empezó la guerra en Malí, con la invasión francesa, no se trata solamente de una guerra neocolonial; es una guerra abiertamente colonial. Y el ministro de Defensa del autotitulado gobierno ‘socialista’ francés dice: “Francia debe reconquistar Malí”.
Es decir, claramente, la principal fuerza actuante en Malí es el ejército francés con la meta de establecer la autoridad colonial del gobierno de Hollande.
Una cosa complicada en esto es que el gobierno francés no tiene el apoyo de la mayoría de la gente en Malí por varias razones. Principalmente porque son invasores con un antecedente terrible de pillaje, destrucción y autoritarismo. Segundo, porque la mayoría de las fuerzas de la resistencia está compuesta por islámicos y otros pueblos, como los Tuareg que trabajaban y vivían en Libia y ahora buscan reestablecerse en Malí.
Y el tercer punto que debemos entender, es que el levantamiento en Argelia, es un proceso de continuación de este conflicto. La toma de la refinería refleja una guerra constante de 20 años. En Argelia, en los años ‘90 el partido islámico presentó candidatos y ganó las elecciones, pero con la ayuda de Francia anularon las elecciones, aplicaron un golpe militar y empezaron la persecución de los islámicos.
Hace muchos años que en Argelia están en guerra, 250 mil personas han muerto y la mayoría son víctimas de la persecución del gobierno.
Ahora este levantamiento en Argelia, la guerra en Malí, el conflicto que continúa en Libia, el gran descontento en Egipto y Túnez, es la segunda lucha, es la lucha contra el neocolonialismo donde Europa y los Estados Unidos tratan de imponer otra vez gobiernos reaccionarios y represivos.
Mucha gente está muriendo y vamos a ver una extensión de los conflictos que existen ahora en el Medio Oriente, las guerras de Afganistán, Irak, Siria, se extienden a África del norte y mucho más allá.
EChI: Venimos a nuestro continente, se nota una caída en la economía brasileña. ¿Cuáles son las causas?
JP: El hecho es que Brasil nunca tuvo ninguna dinámica interna, lo que funcionaba era el sector exportador, de soja y otras materias primas, como hierro y petróleo. Como consecuencia de eso, Brasil -en vez de diversificar y profundizar la industria- se quedó dependiente de las exportaciones primarias. Es un gran mito lo del crecimiento brasileño.
Yo afirmo que es mentira que los gobiernos de Lula Da Silva y de Dilma Rousseff bajaron la pobreza y la desigualdad. Una bolsa de familia de 60 dólares mensuales no soluciona ningún problema de pobreza, y mucho menos las grandes concentraciones de la riqueza.
En el caso de Brasil hay enormes fortunas escondidas en los offshore [paraísos fiscales]. Entonces los cálculos estadísticos que dicen que en Brasil ha bajado la desigualdad son mentira. En segundo lugar, el supuesto incremento del nivel de consumo de las clases populares, en gran parte es un mito, porque proviene de créditos y préstamos de corto plazo que no pueden sostener más allá de un tiempo limitado. Todos estos factores están actualmente en convergencia.
La capacidad de estimular la economía a través de la industria es muy débil por las importaciones y la falta de poder de compra de las grandes masas populares. La falta de una política industrial, la falta de un proyecto popular que podría incorporar a las grandes mayorías de la población, son razones por las cuales podemos decir que Brasil ya ha llegado al fin. Hoy es un gran centro de especulación, de inversionistas extranjeros que entraron para aprovechar las altas tasas de interés.
Pero ahora en 2013, con el estancamiento del año 2012, creo que Brasil ya ha pasado su punto de crecimiento dinámico. Si es que lo tenía, porque ese crecimiento dinámico era una ilusión funcionando en parte por una economía neocolonial, con exportación de materias primas e importación de bienes de lujo. Eso ya no tiene futuro en Brasil, aunque podríamos ver algunas imitaciones en otros países como Bolivia, Argentina y tal vez en Uruguay.
EChI: ¿Los vecinos van por el mismo camino?
JP: Si, pero con alguna diferencia. Las desigualdades en Uruguay no son iguales a las que hay en Brasil. Son graves, son profundas, importantes. Pero Brasil es otro mundo, es el país con mayor desigualdad, con un gran sector marginado que no podría ser un estímulo a la economía.
Creo que Uruguay también tiene otros sectores de ingreso como el turismo, el sector bancario, el lavado de dinero que está extendido y otras formas de diversificar. Creo que en Uruguay puede bajar la tasa de crecimiento, pero no en el grado que lo hará Brasil este año. Y eso solamente es un paliativo temporal, puede ser que el año próximo o más al futuro, Uruguay podría volver a pasar una crisis como en los primeros años de este nuevo siglo.
EChI: ¿En qué otros temas estas trabajando?
JP: Podríamos pasar a las elecciones en Israel, donde los sectores ultraderechistas, los partidos que favorecen la expulsión y el desplazamiento de los palestinos como el Likud (‘Consolidación’), el Yisrael Beytenu (‘Israel nuestro hogar’), el Habait Hayhudí (‘Casa Judía’) van a conseguir algo más del 55% de los fueros parlamentarios y tienen la aprobación del 63% de los encuestados.
Pero hay una contradicción: Mientras los judíos en Israel están votando por la ultraderecha, se quejan de los problemas sociales y económicos y culpan al mismo gobierno. No hay ninguna coherencia, van a votar por los partidos que van a perseguir una política más neoliberal, con más recortes sociales. Es una de las contradicciones e incoherencias entre los judíos en Israel.
Ahora ¿por qué hay tanto interés en las elecciones en Israel? Un pequeño país con unos cinco millones de votantes. Yo creo que la atención surge en que tiene su poder en los Estados Unidos a partir de los sionistas y a partir del manejo de la política externa norteamericana. Tienen por asociación esa capacidad de lanzar guerras contra los vecinos como Líbano, los palestinos y otros países.
Por eso centra tanto la atención, no hay nada excepcional en el votante israelí, al contrario, es una perversión, apoyando al racismo, al colonialismo, al militarismo, etc. Pero por asociación y manipulación de la política externa de los Estados Unidos, tiene una proyección internacional.
Ahora, ¿dónde están las izquierdas israelíes? Son muy minoritarias y no son muy coherentes tampoco. El Partido Laborista israelí ha perdidos mucho apoyo porque son cómplices de los asentamientos judíos. El grupo Meretz, que es el único partido realmente consecuente, tiene menos del 5% de los votos y los partidos árabes tampoco tienen mucha influencia, ya que en conjunto tienen menos del 10% de los votos.
Podríamos decir entonces que con el resultado de las elecciones en Israel, se van a profundizar los problemas de guerras en Medio Oriente, profundizar la expulsión de los palestinos y extender el período de gobierno del ultra Benjamin Netanyahu, asociado ahora abiertamente con fuerzas fascistas.
El segundo tema que quiero tocar es Colombia.
El alto al fuego unilateral de las FARC termina porque el gobierno de Juan Manuel Santos no aceptó una tregua bilateral; al contrario, ha seguido atacando y bombardeando los campamentos de las FARC y más que nada, atacando las comunidades campesinas, indígenas, donde las FARC tienen prestigio e influencias. Y las FARC aguantaron dos meses de ataques unilaterales del gobierno colombiano y declararon que si el gobierno no puede acomodar la paz, ellos vuelven a la guerra.
Es una mala señal el hecho de que el gobierno de Santos no quisiera firmar una tregua porque está pendiente la reforma agraria. Y las FARC dicen que hay 20 millones de hectáreas que podrían servir para atender las necesidades de los 4 millones de campesinos sin tierra. Pero el gobierno rechaza eso.
Lo que el gobierno colombiano pretende es una solución como la del Frente Farabundo Marti en El Salvador o como la de los guatemaltecos, donde los guerrilleros entregaron todo simplemente a cambio de ocupar diputaciones o alcaldías, pero son países donde las desigualdades de tierra, de poder, de riquezas, sigue exactamente igual o peor que antes. Las FARC no aceptan eso, las FARC no se van a entregar ni van firmar un documento simplemente para dedicarse a la política electoral, como el Farabundo Martí, para llegar a la Presidencia y gobernar en nombre de las multinacionales y en confabulación de los grandes terratenientes.
Eso no va a pasar en Colombia. La ilusión de Santos y del Departamento de Estado norteamericano, de que podrían repetir en Colombia lo que pasó en Centroamérica, es un error estratégico.
Deben aceptar que si quieren conseguir paz, tienen que conseguirla a partir de justicia social, que empezará en primera instancia con una reforma agraria, lo que va a afectar a los grandes poderes ganaderos y los grandes especuladores de la tierra, que son una fuerza importante en el gobierno.
Entonces el gobierno de Santos tiene que decidir si va a continuar la guerra, las FARC están a esa altura. Y si quiere sentarse para empezar un camino de paz con justicia social empezando con la reforma agraria, la paz es factible.
No deben pensar que las FARC unilateralmente se van a desmovilizar, desarmar y olvidar del pueblo. En cambio, las FARC convocan a los foros populares, a las organizaciones de masas a intervenir en estas negociaciones. Esto no es sólo la cúpula de una organización pactando con un gobierno reaccionario como pasó en Centroamérica. Tenemos que decirlo en forma categórica, eso no va a pasar en Colombia.
Ahora, las últimas dos cosas que quiero comentar, son simultáneas.
Barack Obama está inaugurando su segundo período de gobierno, va a jurar públicamente frente a unas quinientas mil personas en Washington, un tercio de lo que hubo durante su primer Presidencia. Hay un desencanto bastante fuerte. Pero también es el día en el que se celebra el cumpleaños de Martin Luther King que es el 15 de enero, pero aquí se celebra con un feriado el tercer lunes de enero.
Quiero enfatizar la gran distancia que existe entre Barack Obama y Martin Luther King, porque Obama y todos los políticos siempre hablan de Luther King como un gran americano, ciudadano, representante de la Justicia, pero en los hechos lo niegan. Martin Luther King estaba contra la guerra colonial en Vietnam, mientras Obama está apoyando todas las guerras en todas partes, empezando con Afganistán y continuando ahora con Mali y otros países como Siria.
Martin Luther King intervino para apoyar a los huelguistas en las luchas, particularmente a los empleados públicos; mientras que Obama está negando el derecho de los sindicatos a hacer huelgas en el sector público.
Finalmente, Martin Luther King era un vocero para todas las minorías -negros, hispanohablantes, etc.-; mientras que Obama no ha hecho nada para apoyar a los inmigrantes, ni a los hispanoparlantes ni a los negros y demás.
Entonces, a pesar de que la gente compara a Barack Obama y Martin Luther King, son dos personas con trayectorias opuestas. Y los liberales aquí, los llamados progresistas, que dicen que Luther King es su héroe, se olvidan que el presidente Kennedy tenía a la Policía Federal vigilando a Martin Luther King, controlando su teléfono, sus actividades y persiguiéndolo porque tenía asesores de izquierda, personas socialistas y otros. Por eso debemos descalificar la opinión de los liberales que apoyaron a Martin Luther King muerto, pero no en la vida y la práctica.
EChI: Debo felicitarte por esto, Petras.
JP: Bueno, es algo que debemos enseñar a la juventud, porque aquí en Estados Unidos siempre celebran los progresistas y las vanguardias, cuando muere Martin Luther King, Malcolm X y todas las personas que luchan. Pero mientras luchan, los gobernantes y los liberales, conservadores, están en contra. Cuando mueren empiezan a decir que son grandes personalidades norteamericanas.
Finalmente quiero mencionar que aquí entre los mitos sagrados está Franklin Delano Roosevelt, presidente en los años ‘30 y ‘40. Y ahora los políticos, tanto demócratas como republicanos, están en proceso de eliminar sus principales programas. Por ejemplo, el Senado está considerando subir la edad de jubilación a 70 años, de 65 a 70 años; y el seguro social de 67 a 70.
¿Cuántas personas van a morir antes de cobrar el seguro social que pagaron por 50 años? El mensaje es trabajar hasta morir y no tener tiempo de ocio para caminar por las playas o pasar tiempo con los nietos. Aquí la política de Roosevelt está en retroceso, precisamente por los políticos que siempre celebran la herencia de Roosevelt. Es otra de las hipocresías que circulan en estos países.

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