El 19 de enero, el servicio secreto internacional de Israel, el Mosad, envió un escuadrón de la muerte de 18 miembros a Dubai con pasaportes europeos supuestamente "robados" a ciudadanos israelíes con doble nacionalidad y modificados con fotografías y firmas falsas, para asesinar al dirigente palestino Mahmud al-Mabhuh.
Las pruebas son abrumadoras: la presentación por parte de la policía de Dubai de detallados videos de seguridad de los asesinos fue corroborada por el testimonio de expertos en seguridad israelí y aplaudida por los principales diarios y columnistas de Israel. El Mosad declaró abiertamente que al-Mabhuh era un objetivo de alta prioridad que había sobrevivido a tres intentos de asesinato anteriores. Israel ni siquiera se molestó en negar el asesinato. Además, el sofisticado sistema de comunicación utilizado por los asesinos, la logística y la planificación en torno a su entrada y salida de Dubai y el alcance y la magnitud de la operación, tienen todas las características de una operación estatal de alto nivel.
La política israelí de asesinatos en el extranjero plantea cuestiones profundas que amenazan los fundamentos del Estado moderno: la soberanía, el Estado de Derecho y la seguridad nacional y personal.
Israel ha declarado públicamente una política de violación de la soberanía de cualquier país para matar o secuestrar a sus opositores. Tanto en la proclamación como en la práctica real, la legislación, los decretos y las acciones en el extranjero de Israel remplazan a las leyes y a los organismos que las aplican en cualquier otra nación. Si la política israelí se convirtiera en práctica común en todo el mundo entraríamos en una salvaje selva hobbesiana en la que los individuos quedarían sujetos a determinados asesinos de escuadrones de la muerte extranjeros sin restricciones de leyes nacionales o de las autoridades responsables nacionales. Todos los Estados podrían imponer sus propias leyes y saltarse las fronteras nacionales para asesinar con impunidad a ciudadanos de otras naciones o residentes. De hecho, los asesinatos extraterritoriales de Israel son una burla a la noción misma de soberanía nacional. La eliminación extraterritorial por parte de los servicios secretos de los opositores era una práctica común de la Gestapo nazi, de la GPU [predecesor del KGB] de Stalin y de la DINA de Pinochet y se ha convertido en la práctica consentida de las "Fuerzas Especiales" de EE.UU. en la división clandestina de la CIA. Estas políticas son el sello distintivo de los Estados totalitarios, dictatoriales e imperialistas que sistemáticamente pisotean los derechos soberanos de los pueblos.
La práctica israelí de ejecuciones extrajudiciales y extraterritoriales —ejemplificada por el reciente asesinato de al-Mabhuh en una habitación de hotel de Dubai— viola todos los preceptos fundamentales del Estado de Derecho. Las ejecuciones extrajudiciales ordenadas por un Estado suponen que sus servicios secretos son juez, jurado, fiscal y verdugo sin restricciones por razones de soberanía y del derecho y el deber de las naciones de proteger a sus ciudadanos y visitantes. Pruebas, procedimientos legales, derecho de defensa e interrogatorios se borran del proceso. Patrocinados por el Estado, los asesinatos extrajudiciales minan por completo el proceso debido. La liquidación de opositores en el extranjero es el paso lógico que sigue a los engañosos juicios en el interior de Israel basados en la aplicación de leyes raciales y en decretos de detención administrativa que han desposeído al pueblo palestino y violado las leyes internacionales.
Los escuadrones de la muerte del Mosad operan directamente bajo el primer ministro israelí (que aprobó personalmente el reciente asesinato). La gran mayoría de los israelíes apoyan con orgullo tales asesinatos, sobre todo cuando los asesinos escapan al descubrimiento y a su captura. El funcionamiento sin trabas de los escuadrones de la muerte en el extranjero patrocinados por el Estado que llevan a cabo asesinatos extrajudiciales con impunidad constituye una seria amenaza para todos los críticos, escritores, dirigentes políticos y activistas cívicos que se atrevan a criticar a Israel.
El precedente de Israel matando a sus adversarios en el extranjero establece los límites externos de la represión a través de sus partidarios en el extranjero en las principales organizaciones sionistas, la mayoría de las cuales han apoyado ahora y en el pasado la violación israelí de la soberanía nacional a través de ejecuciones extrajudiciales. Si Israel elimina físicamente a sus opositores y críticos, las 51 principales organizaciones judías estadounidenses reprimen económicamente a los críticos de Israel en EE.UU. Presionan activamente a patronos, a presidentes de universidades y a funcionarios públicos para que despidan a los empleados, académicos y profesionales que se atreven a hablar o escribir en contra de la tortura israelí, de sus asesinatos y de la desposesión sistemática de los palestinos.
Hasta ahora, los comentarios más críticos —en Israel y en otros lugares— del reciente asesinato del Mosad en Dubai se fijan en la “incompetencia” de los agentes, incluido que hayan permitido que sus rostros hayan sido capturados en numerosos videos de seguridad mientras se cambiaban torpemente de pelucas y disfraces ante la mirada de la cámara. Otros críticos se quejan de que el chapucero Mosad “empaña la imagen de Israel” como Estado democrático y da argumentos a los antisemitas. Ninguna de esas críticas superficiales han sido repetidas por el Congreso de EE.UU., por la Casa Blanca o por los presidentes de las principales organizaciones judías estadounidenses, donde reina suprema la regla de la mafia de omerga, o del silencio, y la complicidad criminal es la norma.
Aunque los críticos se quejan del trabajo chapucero del Mosad porque hace más difícil que las potencias occidentales proporcionen cobertura diplomática a Israel para sus operaciones en el extranjero, la cuestión fundamental nunca se aborda: la adquisición y alteración por parte del Mosad de pasaportes oficiales británicos, franceses, alemanes e irlandeses de dos ciudadanos israelíes pone de relieve la naturaleza cínica y siniestra de la explotación israelí de sus ciudadanos con doble nacionalidad para perseguir sus propios y sangrientos objetivos de política exterior. El uso por parte del Mosad de pasaportes auténticos expedidos por cuatro naciones soberanas europeas a ciudadanos propios para asesinar a un palestino en una habitación de hotel de Dubai plantea la cuestión de a quién deben su lealtad los ciudadanos israelíes con doble nacionalidad y hasta dónde están dispuestos a llegar en la defensa o en la promoción de los asesinatos de Israel en el extranjero.
Gracias a la utilización por Israel de pasaportes británicos para entrar en Dubai y al asesinato de un adversario, cada hombre de negocios o turista británico que viaje a Oriente Próximo será sospechoso estar vinculado con los escuadrones de la muerte israelíes. Siendo este un año de elecciones y con los partidos Laborista y Conservador contando considerablemente con los millonarios sionistas para la financiación de sus campañas, falta por ver si el primer ministro Gordon Brown hará algo más que gimotear y encogerse.
James Petras
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