martes, 9 de septiembre de 2008

Junto a ti seguimos, Comandante



Cuando comenzamos a soñar solo nos encontramos algunos mitos y leyendas: una II República de la que no nos quedaba nada, un Compañero Presidente que apenas pudo comenzar a recorrer el camino que la historia le había reservado y una extinta URSS con tantas sombras como luces.
Ni siquiera había, en nuestro Estado, un movimiento revolucionario y un Partido Comunista en el que fijarse. Más tarde descubriríamos que, junto al fenómeno del eurocomunismo, en nuestro Estado el PCE había renunciado a la lucha de masas con los Pactos de la Moncloa. Éramos, no solo hijos de la derrota política, ideológica y organizativa, e hijos de la desilusión, sino también hijos de la traición y la desmovilización.
Sin embargo, y pese a que alguno incluso había hablado del Fin de la historia y de la muerte de las ideologías, nos encontramos la historia de un grupo de barbudos vestidos de verde oliva que, en una isla llamada Cuba, habían hecho una Revolución.
Pero esta historia era distinta a todas las demás: aquella Revolución seguía en pie. Era el último bastión del marxismo-leninismo.
Hoy, cuando florecen otras realidades y Venezuela lucha por su independencia política y económica, en el Estado español reaparece un nuevo Partido Comunista y en la antigua Europa del Este las organizaciones marxistas-leninistas movilizan a miles de personas y consiguen después de muchos años incluso entrar en las instituciones de la burguesía, el movimiento comunista está en deuda con Cuba.
Aquella isla, libre y mágica, que tuvo que pagar no solo sus errores sino los de aquellos que fueron aliados suyos, ha sido durante mucho tiempo la esperanza, la realidad tangible que mostraba que había otros caminos más allá del capitalismo triunfante. Probablemente, sin el ejemplo de Cuba al movimiento comunista le hubiese sido infinitamente más difícil emerger de sus ruinas.
Y con el ejemplo de Cuba el tuyo propio, Comandante. El de un gran dirigente que no titubeó y se negó a impulsar la Perestroika en Cuba, porque era consciente de que el pueblo cubano solo sería independiente manteniendo el largo y duro enfrentamiento con el imperialismo americano.
Ahora, que hablan de cambios y transición, el imperialismo asesino y voraz será nuevamente derrotado. El único cambio posible será en el marco de la Revolución y en la profundización de la misma. De nuestra II República de las mayores enseñanzas fue el ejemplo de internacionalismo de las miles de personas que vinieron aquí a luchar. Cuba, ejemplo también de internacionalismo consecuente, tendrá ahora y siempre el apoyo de los millones de camaradas que nos reclamamos del marxismo-leninismo.
Ahora, que no por gusto porque morirías en primera fila, has tenido por cuestiones de salud que renunciar a tu candidatura a la presidencia del Consejo de Estado, se consciente, de que más allá de lo que digan los medios de información, has sido ejemplo para millones de personas de todo el mundo. La historia no sólo te absolverá, la memoria de los pueblos libres te tendrá siempre presente.


Diego Farpón en Kaos en la Red

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